Capítulo extra
¡Feliz navidad super atrasada! Yo tengo, sin mentirles, casi una semana tratando de terminar esto, primero porque no tenía ni idea de que hacer para el día 4 y segundo porque esto no quería agarrar forma... en fin, aquí el día 4 (rueguen por mi alma a ver si puedo terminar los 8 que me faltan antes del año nuevo)
Prompt: Vino caliente
Advertencias: No beteado (todavía), mutual pining (pero son demasiado idiotas para saberlo), pre-relación
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Para entrar en calor
Eric se despierta con un ligero sobresalto, confundido y desorientado. Por un segundo no tiene ni idea de dónde está, lo que sí sabe es que se siente caliente, de hecho, siente que se está quemando, un peso sobre su pecho dificultándole el respirar y luz filtrándose en dónde sea que está dando directamente en su rostro. No tiene muy en claro que lo despertó, si la luz, el calor, el peso o un ruido que escucha fuera pero que no logra identificar. A medida que sus sentidos se ajustan al brusco cambio, recuerda que 'dónde sea que está' es su camioneta, que se había quedado atrapada el día anterior en un banco de nieve.
Entonces recuerda que no está solo y los otros dos misterios se resuelven por si mismos. Baja la vista encontrándose con una maraña de rizos pelirroja, el rostro de Kyle completamente relajado, como nunca antes lo ha visto, acurrucado en su pecho y el resto de su cuerpo envuelto al suyo tan cerca que fácilmente podrían ser uno solo. El calor que se extiende por su cuerpo ahora tiene un origen completamente diferente, empezando por sus mejillas que enrojecen por completo y extendiéndose por su vientre y más abajo. De no ser porque está completamente seguro de que está despierto y que aún puede ver nieve contra el parabrisas, pensaría que está soñando.
Traga con fuerza e incapaz de contenerse, alza una mano tocando con suavidad la mejilla de Kyle, quién no parece ser perturbado por el gesto. Espera unos segundos, comprobando que no lo ha despertado, y procede a tocarlo con más valentía, deslizando sus dedos casi con reverencia por su piel, trazando las pecas desperdigadas ahí con la punta de estos, contándolas mentalmente. Baja por su mejilla a sus labios, pero no los toca, subiendo por su nariz, trazándola también, hasta llegar a su cabello y ahí si se detiene, hundiendo sus dedos entre las hebras. Cierra los ojos y toma una inspiración profunda, abrazando con un poco más de fuerza el cuerpo del pelirrojo contra el suyo.
Mataría por conservar este momento suspendido en el tiempo, por permanecer así hasta la eternidad.
No es que haya planeado que se hayan quedado atrapados en la tormenta, odia el frío como cualquier otra persona con dos dedos de frente, pero joder sino es una maravillosa coincidencia. Si tan solo ese molesto ruido fuera pudiera detenerse por un momento, lo que sea que esté allí irse a freír espárragos, estaría eternamente agradecido. Pero por supuesto no todo puede salir como quiere, y el ruido no se detiene; de hecho, parece acercarse a la camioneta, volviéndose más entendible, lo suficiente como para que Eric lo identifique: voces. Al menos tres personas diferentes. Y el crujir que hace la nieve bajo el peso de una pala al ser removida.
—Hm —Kyle se revuelve en sus brazos y Eric maldice por lo bajo su mala fortuna. Por supuesto, cuando tiene la oportunidad de disfrutar de la cercanía del pelirrojo algo tiene que venir y arruinarlo. —¿Dónde...?
Deja escapar un suspiro pesado, aflojando su agarre lo suficiente para fingir que, al igual que Kyle, acaba de despertar.
—¿Cartman? —la voz del pelirrojo suena pesada, las letras en su nombre arrastrándose por su estado aún medio dormido.
—Hmmm déjame dormir judío —masculla entre dientes, haciendo todo un espectáculo y girándose como lo haría en su cama, con mucha más dificultad teniendo en cuenta de que el espacio es mucho más reducido.
—¿Qué caraj...? ¡Cartman! —Kyle golpea su hombro, lo que lo fuerza a sentarse. Desgraciadamente lo hace tan rápido que no mide la distancia entre su cabeza y el borde interior de la puerta y choca con este, maldiciendo.
—¡¿Qué carajo Khal?! —no está realmente enojado, más bien sorprendido por el golpe. En favor de Kyle, el pelirrojo tiene la decencia de verse al menos un poco arrepentido por haberlo tomado por sorpresa.
—¿Escuchas eso? —pregunta el pelirrojo mirando a su alrededor.
Eric gruñe bajo frotando su cabeza y mira alrededor. Las voces se escuchan muchísimo más nítidas y, con claridad, puede escuchar a un hombre preguntar si había alguien dentro. Quienes sean que estén afuera, si estaban moviendo la nieve, es claro que aún no habían llegado hasta la ventana o habrían notado que, efectivamente, hay alguien dentro. Aunque, mirando bien, Eric nota que todo está empañado; eso sin duda dificultaría un poco ver el interior. De cualquier forma, no puede evitar pensar que son una bola de inútiles.
Está por comentar eso en voz alta, sólo para mantener su fachada, pero unos golpecitos en la otra ventana le sobresaltan. Ambos se giran hacia la puerta del pasajero. Fuera hay un hombre con un uniforme de policía, quién, al verlos, deja escapar un suspiro que parece aliviado, su aliento empañando el cristal del otro lado. El hombre agita su mano antes de señalar su placa y luego les señala la manija de la puerta; hala la manija de su lado, pero la puerta no cede, a lo que vuelve a señalar la puerta.
Les toma un momento entender, o al menos a Kyle le toma un momento hacerlo considerando que acaba de despertar, pero al caer en cuenta de que lo que quiere decir el oficial es que retiren el seguro, se apresura a deslizarse por el asiento del copiloto hasta el frente, desde dónde se estira para sacar las llaves del encendido y presiona el botón para quitar el seguro. Obviamente, esto no funciona.
—Dios, ¿qué tan estúpido puedes ser? —pregunta Eric, pero en su voz no hay malicia, entretenido con el intento de Kyle—. Obviamente no se puede abrir desde aquí, judío, la batería tiene que estar muerta por tanta nieve —deja escapar una pequeña carcajada antes de acercarse también al frente.
Deliberadamente, pone una mano en la cintura de Kyle antes de apartarlo y tomar el lugar que estaba ocupando en el asiento del copiloto. Suprime una sonrisa cuando el pelirrojo se aparta del contacto, el sonrojo en sus mejillas traicionando la incomodidad y enojo que trata de plasmar en su rostro. Aún riendo, retira el seguro de la puerta del copiloto de forma manual.
—Hey, ¿están bien? —el oficial no pierde el tiempo y abre la puerta de par en par, mirando del uno al otro buscando cualquier indicio de que pudieran estar heridos físicamente.
—Buenos días oficial, estamos perfectamente —Eric espera que se aparte para poder salir. Se estira y alarga una mano hacia Kyle, invitándolo a salir también. El pelirrojo frunce el ceño, pero acepta su mano permitiéndole ayudarlo.
—Buenos días —el pelirrojo asiente hacia el oficial, mirando alrededor.
Hay al menos otros cuatro hombres, uno de ellos siendo otro oficial, posiblemente el compañero del primero, y los otros tres tienen otro tipo de uniforme, trabajando en remover lo que queda de la nieve.
—Están de suerte —comenta el oficial sonriéndoles cordialmente—, había un equipo de rescate patrullando la zona y vieron la parte trasera de la camioneta. Por fortuna la nieve no estaba tan compacta por lo que no tuvimos que usar una grúa para sacarla de ahí.
Eric asiente no prestándole verdadera atención al oficial, mirando alrededor para ver si con ellos habrán traído alguien que pudiera echarle un ojo al capo de la camioneta y determinar si podrían seguir su camino o no. Dios, espera que el único problema sea que la batería está húmeda, o incluso el motor, y solo tuvieran que esperar se secara; si tiene o no alguna abolladura en la parte delantera no le importa mucho, pero si debe reemplazar alguna pieza... Baja la vista hacia Kyle, a punto de decirle que tendrá que pagar por los daños a su camioneta, pero se detiene.
El pelirrojo mira con atención al oficial, asintiendo a sus palabras e incluso respondiéndole, pero lo importante no es eso sino el hecho de que, al parecer, en algún punto de la noche había perdido sus guantes al igual que el gorro de lana; tan disimuladamente como puede, el pelirrojo trata de cruzarse de brazos para meter sus manos bajo sus axilas, pero desiste, probablemente pensando que se vería condescendiente ante el oficial. Ligeramente divertido, Eric ve como mete las manos en los bolsillos de su pantalón, para segundos después moverlas al bolsillo de su abrigo. En su opinión, ni siquiera hace tanto frío, no si lo compara a la noche anterior cuando tuvo que salir a buscar el calentador con nada más que su propio abrigo puesto, pero es obvio que Kyle no la estaba pasando muy bien.
Rodando los ojos, y sin pensarlo demasiado, pasa un brazo por los hombros del hombre pegándolo a su costado para compartir su calor corporal. Durmieron toda la noche acurrucados, no podía importar mucho, ¿verdad? Que él esté disfrutando del contacto no tiene nada que ver con sus actos altruistas, por supuesto.
—Hey poli —empieza, interrumpiendo la conversación.
—Oficial Thomas —masculla Kyle entre dientes, sonriendo nerviosamente hacia el hombre.
—Lo que sea —Eric rueda los ojos, señalando su camioneta. —¿Hay alguien que pueda echarle un ojo? Tenemos que seguir moviéndonos, lugares dónde estar y todo eso.
Puede sentir la mirada de reproche de Kyle sobre él, seguro de que no le está calentando el oído con sus típicos regaños sólo porque tienen un oficial de la ley en frente. Como si eso en verdad importara, ¿qué podía hacer el hombre por una pregunta y un tono para nada respetuoso? Absolutamente nada, sus acciones pueden ser perfectamente justificadas conque aún estaba en shock por el accidente y pasar toda la noche en medio de una tormenta.
—Bueno —el oficial mira la camioneta rascando suavemente su frente—, no creo podamos hacer algo ahora mismo, tenemos que seguir haciendo rondas por la carretera.
—Con un dem... —sus palabras son interrumpidas por un fuerte codazo, cortesía de Kyle.
—No estamos muy lejos de nuestro destino —dice el pelirrojo, carraspeando—, si fuera posible que nos acercaran, podemos llamar desde ahí a alguien que nos ayude con la camioneta.
—No voy a dejar mi...
—¿Oh? ¿Dónde van? —el otro oficial, que parece haber terminado de darle ordenes a los hombres que estaban trabajando en la nieve, se acerca apoyándose contra el hombro de su compañero.
—A una cabaña, no está muy lejos —esta vez si se cruza de brazos, girándose para mirar a Eric con tanto enojo como le es posible, lo que es bastante si consideramos que se trata de Kyle—, si alguien hubiera revisado un mapa en lugar de confiar que sabía por dónde iba, habríamos llegado antes de que la tormenta azotara en toda su gloria.
—Si alguien no hubiera tratado de asesinarnos no habríamos terminado atrapados —replica el castaño. No pasa por alto cómo, aún moviéndose para mirarlo de frente, Kyle no se saca su brazo de encima.
¿Quién le dio permiso a su corazón de latir con tanta fuerza? A este paso todo el condado, sino que todo el estado, va a escucharlo.
—Ah sabemos dónde es —asiente el oficial número 1, asintiendo—, me parece que está en nuestra ruta de patrullaje, ¿verdad Stevens?
—Sí, me parece que sí, Thomas —el oficial número 2 asiente—. Si no les importa esperar unos diez minutos más a que terminemos aquí, podemos darles un aventón.
—¿En serio? —Kyle se gira a mirarlo, dejando caer sus brazos.
—Por supuesto —el oficial número 1 sonríe—, Stevens aquí puede mientras tanto echarle un ojo a su camioneta, ver si puede ser rescatada.
—Genial, vamos a ello —Eric aprieta suave el hombro de Kyle antes de soltarlo e ir con el oficial número 2 a revisar el estado de la camioneta.
Al final, resulta que la camioneta no necesitaría mucho arreglo, sólo debía reemplazar la batería y dejar que el motor se seque por completo, lo que es una jodida fortuna porque le costó un ojo de la cara conseguirla. No es que no fuera parte del plan asegurarse de que Kyle pague por ello, claro, pero como el judío tacaño que sabe que es le costaría más obligarlo a pagar por una camioneta nueva, o un motor nuevo, que por una simple batería y tal vez la gasolina. Lo que menos le gustó del asunto fue tener que sacar sus cosas del vehículo y dejarlo abandonado hasta que pudieran conseguir una grúa, y viajar en la patrulla con los dos policías metiches.
Al menos le queda de consuelo saber que con una batería muerta no podrían hacer mucho. Solo queda esperar que con la tormenta de la noche anterior no quisieran llevársela por pedazos.
—Ustedes no son de por aquí, ¿verdad? —la pregunta del oficial número 2 lo saca de sus pensamientos, recordándole el estado miserable en el que está, sentado en la parte trasera de un auto de policía con la mitad de sus cosas y las de Kyle sobre las piernas y la otra mitad a sus pies.
—Técnicamente sí, nacidos y crecidos en South Park —responde Kyle, acomodándose ligeramente junto a Eric.
Tenerlo pegado a su costado, porque por alguna razón los oficiales eran quienes cargaban con las palas para la nieve que tenían que viajar con ellos atrás, es lo único que lo mantiene con la boca cerrada.
—Ah, tengo un primo que vive allí —el oficial número 1 informa alegremente, girándose un poco en su asiento de copiloto para verlos—. Bastante pintoresco, tranquilo. Me gustaría retirarme ahí —vuelve a mirar al frente, suspirando con algo que parece añoranza.
Ambos comparten una mirada, suprimiendo una mueca. Para describir South Park usarían cualquier adjetivo menos 'pintoresco' o 'tranquilo', pero cada quién con sus opiniones ¿no? No es como si los oficiales fueran a creerle la mitad de las cosas que han vivido en ese pueblo olvidado de Dios. A veces ni siquiera ellos creen que la mitad de las cosas que han vivido realmente han sucedido.
—Si es que se retira —murmura Eric por lo bajo, inclinándose hacia Kyle para que sólo el pelirrojo pueda escucharlo.
—Suena como una buena idea —comenta Kyle en voz alta, su tono algo ahogado por su férreo intento de suprimir la risa que el comentario, bastante inapropiado, le provoca. Eric no le toma importancia, hacerlo reír era el propósito de sus palabras, por lo que se da por satisfecho sólo con el brillo de diversión en los ojos del pelirrojo.
—¿Y conocen algún lugar dónde...? —empieza el oficial número 1.
—Aquí estamos —interrumpe el oficial número 2, deteniendo la patrulla frente a una cabaña.
Kyle deja escapar un suspiro de alivio. Eric comparte el sentimiento, tiene rato muriéndose de hambre y había sacrificado lo que quedaba de su reserva dándoselo a Kyle. Ugh, las fechas lo ponían más altruista que de costumbre, al menos eso se dice para aplacar sus emociones.
—Muchas gracias —Kyle sonríe, instándole a Eric a bajar del auto con rapidez.
—No hay de qué —asiente el hombre.
Eric bufa ligeramente, bajando primero lo que tiene en las piernas para poder salir del auto. Considera por un segundo dejar el resto para que Kyle sea quien lo saque, pero puede sentir la mirada de advertencia del pelirrojo en su cuello y no le queda de otra más que agacharse para tomar lo que está en el suelo y sacarlo. Y sólo joder, vuelve a ofrecerle la mano, sonriendo como si fuera un verdadero caballero, cuando en realidad se está burlando del pelirrojo, y este no tiene de otra más que aceptar su ayuda de nuevo. Eric no lo entiende en verdad, no es como si Kyle no estuviera acostumbrado a ser grosero con él todo el tiempo frente a otras personas, sin importar hace cuanto no se veían esperaba fuera un hábito que el pelirrojo no haya abandonado y de pronto trataba de ser todo apropiado y educado frente a los oficiales. Debe ser el hambre, concluye cerrando la puerta de la patrulla, Dios sabe que él también sería más receptivo a ciertas cosas con la promesa de llenarse el estómago pronto... Bueno, no, realmente no, pero se entiende el punto ¿No?
—De nuevo, muchas gracias oficiales —Kyle sacude sus pantalones, dándole algo que hacer a sus manos.
—No hay de qué, un placer ayudar a un par de tórtolos —el oficial número 2 les guiña el ojo, dejándolos paralizados.
¿Par de qué?
—¡Disfruten su Luna de Miel! —se despide el oficial número 1 agitando su mano enérgicamente.
—¿Qué? —preguntan a la vez.
—Oh, oh no, nosotros no estamos... —balbucea Kyle, siendo el primero en reaccionar. —¡No estamos casados! —grita adelantándose un paso, pero la patrulla ya está lo bastante lejos como para que los oficiales lo hayan escuchado.
Eric por su parte deja escapar una fuerte carcajada porque, ¿qué carajos? Su risa empeora cuando Kyle se gira a mirarlo ofendido, el rostro enrojecido, por rabia o por vergüenza no importa mucho porque es hilarante. Honestamente, no sabe que es más gracioso: que los oficiales hayan asumido que estaban ahí de Luna de Miel, sabrá Dios que les habrá hecho pensar eso, o la reacción del pelirrojo a la asunción.
El dolor en el vientre que la risa le causa sirve, también, para ignorar la punzada de añoranza en su corazón. Kyle y él casados, ¿no sería eso un sueño hecho realidad?
—No es gracioso —protesta Kyle, golpeando su hombro, no que ayude a controlar su risa, claro. —¡Deja de reír culón!
—No puedes negar... negar qué... —intenta decir entre risas, tomando forzadas bocanadas de aire para detenerse, que ayudan mucho menos que los golpes del pelirrojo contra su hombro. Berrinchudo en su máximo esplendor —. Deja de... Pegarme —sostiene sus muñecas alzando sus brazos por encima de su cabeza para detener el asalto, apartándose un poco para respirar.
Finalmente logra controlarse, la risa disminuyendo a pequeñas exhalaciones que finalmente mueren en una sonrisa divertida. Toma una última inspiración profunda mirando a Kyle con diversión, pero la sonrisa en su rostro se congela en un gesto algo confundido. El pelirrojo lo está mirando con intensidad, sus mejillas aún más enrojecidas que antes y hay algo en sus ojos que Eric no puede identificar. Francamente le hace sentir algo nervioso, ¿qué carajos? Sin embargo, se encuentra incapaz de reaccionar, no sabiendo muy bien que hacer más que retenerlo y perderse en su mirada.
—¿Terminaste? —la pregunta lo saca de la burbuja, rompiendo la tensión que se ha formado entre ambos. Parpadea aturdido, tratando de entender a qué se refiere, y suspirando con algo de fastidio, Kyle hala sus manos, señalando que lo deje ir.
Lo suelta de inmediato, como si quemara. Pasa sus manos por sus pantalones, intentando hacer ver que se está limpiando sus gérmenes judíos, cuando en realidad solo intenta disipar el resto de la energía nerviosa que lo recorre.
—No puedes negar que eso fue divertido —dice de pronto, intentando recuperar el aire jocoso de minutos antes.
—No fue nada divertido Cartman —gruñe el pelirrojo, sacudiendo también sus manos, acercándose a sus cosas para sacarlas de la nieve.
—Eh, si lo fue. ¿Qué dice de nosotros que dos completos desconocidos hayan pensado que estamos aquí de Luna de Miel? —cuestiona dándole un suave codazo, recuperando sus cosas también.
—¿Pensaste que tal vez está cabaña la rentan parejas recién casadas? —señala, pisando con fuerza hacia la entrada de la cabaña. Eric no pasa por alto que su rostro, y su cuello, siguen enrojecidos.
—Na-ah, creo que fuimos nosotros —lo sigue conteniéndose de picar sus costados de forma burlona, nueve de diez veces termina con el pelirrojo dándole un puñetazo y lo menos que necesita es llegar a Navidad con un ojo morado.
—Dios, ¿podrías parar? —bufando molesto, Kyle busca la llave dónde Stan le había dicho la encontrarían.
Eric emite un sonido pensativo, pero deja el tema ahí, su atención dirigiéndose al prospecto de que por fin podrá comer algo decente. Porque espera haya comida en la despensa, sería ilógico rentar una cabaña todo incluido y que tengan que llevar su propia comida. Dios espera el estúpido de Stan realmente se haya asegurado de eso.
Comida y un buen trago le caerían bastante bien ahora.
—Oh gracias a Dios —murmura Kyle, cuando al entrar y encender las luces el interior de la cabaña se ilumina. Eso sería otra tragedia, que la tormenta haya afectado la electricidad en el lugar.
—Por fin, me muero de hambre —anuncia dejando caer sus cosas a un lado, ignorando la mirada que le lanza el pelirrojo por su descuido. Son sus cosas, sabe que no hay nada dentro que se pueda echar a perder por ser un poco brusco—. Perfecto, hay leña. ¿Tú te encargas de la chimenea y yo de la comida? —pregunta mirando a Kyle.
—¿Por qué tienes tú que encargarte de la comida? —el pelirrojo alza una ceja.
—¿Tú desde cuándo sabes cocinar? —rebate cruzándose de brazos.
Kyle abre la boca para decir algo, considera sus opciones, la cierra y se gira bufando en resignación, no dándole la razón, pero tampoco debatiendo su declaración; Eric de todas formas lo considera una victoria. El pelirrojo deja sus cosas en el sofá, acercándose a la chimenea para poner manos a la obra y encenderla, mientras él ríe entre dientes caminando hacia la cocina, rogando que realmente haya conque preparar algo decente.
Para su sorpresa la cocina es más moderna de lo que esperaba para un lugar como este, bastante bien equipada. Lo primero que decide revisar son los gabinetes encima del fregadero; alza una ceja, impresionado por la gran variedad de especias que encuentra tras la primera puerta, así como la comida enlatada y alimentos no perecederos en la siguiente. Tras la siguiente hay una pequeña variedad de licores, pero lo que atrae su atención de inmediato es una botella de vino tinto. ¿Quién guarda licor en un gabinete de cocina? No tiene la más mínima idea, pero no va a quejarse porque encontrar la botella le ha dado una idea.
Mira de nuevo las especias, asegurándose de que tiene las que necesita, antes de pasar a revisar la nevera en busca de los ingredientes que le hacen falta. Chasquea la lengua, satisfecho, al encontrar no solo que necesita, sino también más comida, específicamente diferentes empaques de carnes y quesos. Saca algunos para examinarlos, decidiendo que lo mejor sería sólo usar el queso, lo deja en la encimera y saca un par de naranjas.
Satisfecho con su botín, revisa bajo el fregadero en busca de una olla. Al encontrarla, la saca y la enjuaga un poco, poniéndola sobre una hornilla y encendiendo la estufa. Mientras espera que el agua se evapore, saca las especias que va a utilizar, la botella de vino tinto y busca azúcar, un cucharón y un sacacorchos.
Teniendo todo listo y desperdigado en la encimera, frota sus manos, listo para preparar su obra maestra.
Cuando Eric sale de la cocina, se encuentra conque Kyle ha movido el sofá más cerca de la chimenea y parece haberse cambiado de ropa porque, aunque lleva el mismo abrigo, sus pantalones son diferentes. Se queda mirándolo un largo rato, admirando como el fuego de la chimenea ilumina su rostro en un suave tono rojo, contrastando con la horrenda luz amarilla de las bombillas. Sacude la cabeza saliendo de sus pensamientos y carraspea suavemente llamando su atención.
—¿Pensé que cocinarías? —el pelirrojo se gira hacia él y alza una ceja al ver la bandeja que lleva en manos, conteniendo sólo dos tazas y un plato con queso enrollado y pan.
—¿Tengo cara de ser tu puto esclavo? —responde a la defensiva en automático, golpeándose mentalmente por el tono tan brusco.
—Cartman, literalmente dijiste que te encargarías de la comida —el pelirrojo aprieta con fuerza el puente de su nariz, mascullando algo entre dientes que el castaño no escucha pero que seguro va entre las líneas de 'Dios dame fuerzas'.
—De todas formas, estamos más cerca de la hora del almuerzo que del desayuno, pensé que algo más ligero nos caería bien —se defiende poniendo la bandeja en la mesita de centro, dejándose caer en el sofá a su lado—. Aquí, prueba esto —toma una de las tazas ofreciéndoselas.
Kyle mira la taza por un largo segundo, alargando sus manos con cautela para tomarla. Eric rueda los ojos cuando el pelirrojo olisquea su contenido, moviendo suavemente la taza de un lado a otro.
—No vayas a derramarlo, aún está caliente —advierte cuando el líquido roza peligrosamente con el borde de la taza.
—¿Qué, exactamente, es esto? —Kyle lo mira entrecerrando los ojos.
—Glühwein —responde con simpleza, tomando su propia taza y dándole un sorbo, suspirando suavemente.
—Glu... ¿qué? —Kyle mira la taza con algo de alarma. Eric está seguro de que ha identificado que la palabra que acaba de decir es alemana, por lo que oculta la sonrisa divertida que se forma en sus labios tras el borde de la taza a la espera de que la paranoia del pelirrojo entre en acción.
—Glühwein —repite despacio, arrastrando las letras y disfrutando enormemente como Kyle se remueve, luchando por no lanzar la taza al otro lado de la habitación.
—¿Eso qué es? ¿veneno en alemán? —cuestiona volviendo a olisquear la taza—, porque huele a canela...
—Y vino, y naranja, y clavo dulce —enumera Eric, riendo bajo—. Dios, Khal, no es veneno. Es para ayudarte a entrar en calor.
Kyle frunce el ceño mirándolo con sospecha. Compadeciéndose de él, Eric da otro sorbo a su taza, mucho más largo y deliberado, sin apartar la vista de él; puede ver el momento en que su sospecha tambalea, curiosidad reemplazándola en sus ojos. Con un suspiro sufrido, como si esto fuera algún tipo de tortura, el pelirrojo le da un pequeño sorbo a su taza.
—Oh sabe... a vino, pero más dulce —dice mirando su taza con sorpresa, probablemente de lo bien que sabe.
—Es porque es vino Khal. Bueno, la traducción más acertada es vino caliente —le informa dando otro sorbo—. Y sabría mejor si tuviera azúcar —comenta de pasada, tomando un rollito de queso y una rodaja de pan.
—¿Por qué no tiene azúcar? —Kyle se aventura a tomar también un rollito de queso, mordisqueándolo con algo de cautela antes de determinar que es seguro y comer el resto de un bocado. Tan paranoico, piensa con afecto luchando por no rodar los ojos.
—Es un ingrediente esencial Khal, aparte del vino —informa, agudizando su voz tratando de imitarlo cuando se pone en modo sabelotodo, lo que el pelirrojo claramente no encuentra divertido si la mirada para nada impresionada que le dedica es alguna señal—, pero alguien, y no voy a decir quién, es dulce-fóbico, por lo que yo tengo que sufrir las consecuencias de ello —agrega dramáticamente, tomando otro rollito de queso.
—Tú recordaste... —Kyle baja la taza mirándolo sorprendido, ese brillo extraño de hace rato de regreso a sus ojos. Eric lo mira, repentinamente nervioso por lo que básicamente acaba de admitir—. Cartman...
—Y cómo también eres carne-fóbico, quiero decir, judío, una bandeja de queso en lugar de la muy elegante charcutería que iba a preparar —le interrumpe señalando el plato en la bandeja, maldiciendo bajo cuando, por lo brusco del movimiento, el vino salpica su mano.
—Serás idiota —Kyle deja su taza en la bandeja, obligándolo a abandonar la suya también y con la manga de su abrigo rápidamente limpia el vino, empezando a examinarlo.
—No es nada Khal, Dios, bajale un poco al acto de mamá gallina —protesta con voz quejumbrosa, rogando que la suerte siga de su lado y el pelirrojo no note lo acelerado que está su corazón por algo tan estúpido como que esté preocupado por su bienestar.
—Tú fuiste quién me advertiste que estaba caliente aún y ahora te haces el que no es nada —Kyle niega, dejando ir su mano y poniéndose en pie.
Eric extraña el contacto casi de inmediato, y tan rápido como la añoranza se posa en su corazón la aplasta, regañándose por ello. ¿Qué esperaba sucediera? ¿Qué Kyle besara en lugar de la quemadura asegurándole que todo estaría bien como si fuera un niño a quién su madre besa sus heridas para hacerlo sentir mejor? Patético, ridículo, estúpido...
—Dame tu mano —la orden lo sobresalta y se gira, encontrándose con el pelirrojo parado a su lado, un pequeño bulto en sus manos.
—¿Eh? —parpadea, mirando del bulto a Kyle.
—Serás... —murmura tomando su mano con algo de fuerza. Luego de un momento decide que la posición no es cómoda, por lo que se sienta dejando el bulto sobre sus piernas y sostiene la mano de Eric con una de las suyas mientras con la otra busca algo en el interior del bulto.
De dentro saca una crema y Eric cae en cuenta que es un jodido botiquín de primeros auxilios. Por supuesto, ¿quién sino aparte de Kyle Broflovski tendría un botiquín de primeros auxilios a mano? Rueda los ojos, pero se deja hacer sin más protesta, mirando con atención como el pelirrojo destapa la crema y vierte un poco sobre su piel.
Su respiración se corta un momento cuando, con mucho cuidado, Kyle desliza sus dedos por la crema para esparcirla en la quemadura, masajeando su mano con suavidad. Alza la vista, pero el pelirrojo no lo mira a él, toda su atención volcada en sus acciones, pero Eric está seguro de que no puede estar actuando de forma completamente consciente, porque una vez la crema está completamente esparcida en su mano el pelirrojo sigue con los suaves masajes. Sus manos se sienten calientes contra la suya, y Eric le ruega a todo lo que conoce no empezar a sudar de pronto.
—Kyle —llama suave cuando los minutos se extienden, se ha detenido pero sus manos siguen envueltas alrededor de la suya.
—¿Hm? —Kyle alza la vista y Eric no puede recordar lo que sea que estaba a punto de decirle.
Traga con fuerza, observando con atención al pelirrojo, más específicamente la forma en que parece por fin caer en cuenta de lo que estaba haciendo y sus mejillas enrojecen. Hacerlo sonrojar por cualquier otra razón más que ira es uno de sus placeres más secretos, pero teniéndolo tan cerca no puede evitar lamentar que, con el enrojecimiento, sus pecas parecen desvanecerse.
—Khal, yo... —se encuentra susurrando, inclinándose sin ser completamente consciente de ello.
—¿Cartman? —Kyle también se inclina, tanto que Eric puede sentir su aliento chocar contra su mejilla.
Esto es, este es el momento. Dios, cuanto ha soñado con esto y por fin...
—¡Dios, hace un frío del carajo! —la voz de Stan de repente resuena en la sala y ambos se apartan de golpe, girándose hacia la entrada dónde ven a Stan, sacudiendo algo de nieve de su cabello. Tras él, pueden ver otras dos siluetas que sin lugar a duda pertenecen a Kenny y Butters.
—¡Chicos! Veo que llegaron en una sola pieza —el hombre sonríe al verlos, sin embargo, ladea un poco la cabeza por la posición extraña en la que terminaron al separarse, cada uno en lados opuestos del sofá, Eric con una mano en el pecho por el susto y Kyle cubriendo parte de su rostro, rojo como un tomate.
—Chicos, ¿qué...? —Stan deja caer sus cosas, mirándolos preocupado.
—¡Hey! ¿Cómo está el mejor padrino de bodas de la historia? —la voz de Kenny interrumpe lo que sea que Stan quiere preguntar, el rubio entra con premura lanzándose sobre Eric, quién gruñe y trata de empujarlo.
—Con un carajo pobretón, sácate de encima —protesta, pero lo único que logra es que Kenny lo abrace más fuerte.
—Owww, sé que me extrañabas grandulón —el rubio ríe dejando su cuerpo lánguido contra el de Eric, aplastándolo.
—Dios, Butters, ven por el molesto de tu prometido —llama, pero ambos saben que, si realmente quisiera sacárselo de encima, fácilmente podría hacerlo.
—Hola a ti también Eric —Butters ríe, cerrando la puerta detrás de él—. Hola Kyle.
—Hey, ¿cómo estuvo su vuelo? —Kyle se pone en pie para saludarlos, dándoles un abrazo.
Eric, finalmente, logra empujar a Kenny lo suficiente como para que caiga en el sofá a su lado. El rubio no pierde el tiempo, pasando un brazo por sus hombros, abrazandolo con fuerza.
—Hermano, ¿qué diablos fue eso? —pregunta bajo, mirando de Eric a Kyle, un brillo pícaro en sus ojos.
No tiene ni la más mínima idea.
—No sé de qué hablas, pobretón —se encoje de hombros.
Kenny lo mira largamente, alzando una ceja, antes de negar y ponerse en pie, acercándose a Kyle para saludarlo apropiadamente.
Eric pasa una mano por su rostro, sintiéndose estúpido. Dios, ¿qué estuvo a punto de hacer? ¿besar a Kyle? ¡¿en qué diablos estaba pensando?!
Recupera su taza, dejando escapar un suspiro de fastidio al notar que ya no está tan caliente, lo que sin duda hará que sepa horrible considerando que no tiene azúcar, cómo debería. Le da un sorbo ignorando el sabor amargo que deja en su boca, mirando al grupo hablar, probablemente de cómo llegaron ahí.
Todo su buen humor se ha desvanecido y se enfurruña contra el sofá, bebiendo su vino caliente en silencio, ahora dirigiendo su mal humor a los otros tres. ¿No pudieron esperar unos minutos más? ¿o un día más? ¿o simplemente no ir? Dejarle jugar un rato en la pequeña fantasía de que Kyle y él estaban ahí, solos, por voluntad propia y no por casualidad.
Cómo si pudiera percibir su mal humor, Kyle alza la vista, su mirada atrapando la suya, dejándolo paralizado en su lugar por la intensidad con la que lo mira. Entonces, una pequeña sonrisa se forma en sus labios, como si estuvieran compartiendo un secreto, algo que los otros no deberían saber.
El gesto no dura mucho, pues Kyle vuelve a unirse a la conversación como si nada, pero Eric siente que su mundo se ha inclinado un poco sobre su eje. Sólo un poco, o tal vez está a las puertas de un infarto con lo fuerte que late su corazón y lo caliente que se siente su pecho, calor que no tiene nada que ver con el Glühwein.
Traga con fuerza, hundiéndose un poco más en su rincón, preguntándose cuanto tiempo más podrá sostener este peligroso sentimiento, antes de que se desbordara y lo consumiera por completo.
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