9 ☢︎︎
"Cuando pierdas no te fijes en lo que has perdido sino en lo que puedes ganar"
***
Martes segunda semana
12:00 am
Despierto sobresaltada y agitada. Empapada en sudor. No recuerdo que he soñado pero el nombre de Marylin se repetía continuamente. Vienen a mi mente imágenes difusas, gritos, sonidos, nombres... Ninguna imagen clara.
Me levanto y mis piernas debilitadas me tiran de rodillas al suelo.
Apoyo mi cabeza en el. Todo la vueltas aunque yo esté quieta.
"Dios" suplico. No se que decirle al que está en su trono viendo todo. Supongo que decirle que me saque de aquí seria suficiente. Pero quiero ver a Andrés. "Por favor dejame verlo"
Quizás mi único consuelo sea creer que está vivo. Aferrarme a la idea de que no murió ahogado.
Me levanto y hago lo posible por caminar. Recorro la habitación y llego hasta la puerta. La golpeo con dos golpes torpes.
Recuerdo a las chicas y una lágrima sale. Si llamo la atención vendrán. Y si vienen, quizás comience a trabajar.
Decido por mi propio bien volver a la cama. Necesito descansar.
Magdalena entra de nuevo con su expresión macabra de felicidad.
Su dulzura me angustia. Ella sabe lo que me hacen aquí y me trata con cariño. Una ternura que no suena genuina. Su sonrisa jamás llega a sus ojos.
-Quiero ver a Andrés. -murmuro.
-Lo siento pero no puedes
-Por lo menos dime si sigue vivo. Necesito saber si ...sobrevivió -cada palabra produce mayor dolor en mi garganta. Hablar es una tortura, debí de tragar demasiada agua.
-Él no está vivo Sofía
Me quedó sin aire. Mi respiración se detiene y vuelvo a sentirme debajo del agua. La habitación me da vueltas y el pánico me abruma. No me muevo. No reacciono. Solo me quedo inerte tumbada en la cama.
-Él no existe -continúa. - es un producto de tu mente
-¿Qué?
-Es una de tus alucinaciones. Eres esquizofrénica
-No es cierto - mi pecho late muy rápido. Eso es imposible. Aún sigo bajo el agua. Los oídos me pitan.
-No te mentiría. Es cierto.
-¿Dónde estoy ? - el nudo en la garganta me atraviesa y mi respiración se dificulta aún más.-¿Qué es este sitio ?
-Es una clínica de salud mental
-¡No !¡No! ¡Escúcheme!- me intento levantar pero mi cuerpo duele- Fui secuestrada y luego un hombre me hizo esto
Subo la manga de la camisa. Veo que las cicatrices en mi brazo han desaparecido milagrosamente.
-¿Cuánto llevo durmiendo ?
-Solo un par de días
-Es imposible...Yo
-Viviste un episodio grave de alucinaciones y paranoia.
-Escucha -digo todo lo alto que me permite la voz. -Andrés estaba conmigo. Luego otros tres le atacaron y después unos hombres de blanco nos salvaron. Luego otro me tiró por un tubo y Andrés me salvó ...- ahogo un grito.No vi a Andrés salir.
Está muerto.
-Andrés no existe...está en tu mente cariño
-¡No! Yo estaba con él. Estabamos secuestrados y ...
-¿Ahora lo ves?
-¡No! ¡Claro que no! No sé que ocurrió cuando...
-Te desmayaste Sofía. Pero no lo ves porque te hemos suministrado medicación. Tenías alucinaciones muy fuertes. Decías que unos de la banda te atacaron.
-¡Y lo hicieron! Uno rubio y luego otros tres pero unos hombres de blanco me salvaron
Me quedo en silencio. Dicho así no suena coherente. ¿Por qué querrían salvarme, encerrarme y luego tirarme por un tubo abismal?
-¿Qué hago aquí? -pregunto.
-Tu madre, cariño...
-¡No!-la garganta arde con intensidad cuando grito- Yo fui secuestrada, un hombre me agarró
-No fue un secuestro. Tu madre nos habló de tu condición.-explica y recuerdo su visita. Eso fue real - En las pruebas se comprobó que era así pero haremos todo lo posible para que te recuperes.
-¡Ella no me conoce! ¡Andrés es real! -grito levantándome sin importar el dolor. Mi cuerpo se siente apaleado.
- Deberías tranquilizarte si no quieres que te dé otro calmante - amenaza eliminando el tono dulce. Parpadeo ante el cambio radical que ejerce.
-¿Qué hora es? - pregunto. Me he rendido.
-Las once de la noche
- Gracias - susurro tumbándome en la cama. No tengo más opción que mantener la calma. Con lo cansada que me siento no podré escapar.
-En la mesa está tu cena, puedes comer cuando quieras.
- Claro. Tengo hambre
Andrés no es una alucinación. Nosotros fuimos secuestrados. No tiene sentido que ella sea mi enfermera.
Si An no viene por mí me mataré. Ni siquiera sé si esta es la clínica en la que está ella.
¿Y si en verdad el secuestro era una excusa para traerme aquí ?
Parpadeo, siento ganas de llorar. Un nudo intenso se forma en mi garganta. Si Andrés a muerto o si es imaginación de mi mente. Ambas cosas son terribles. Acaba de comenzar la verdadera pesadilla.
***
Estoy sentada en una silla parecida a las que usan en el dentista. Solo fui una vez pero recuerdo el olor y el terror. El mismo que siento ahora.
Mis muñecas están atadas a una silla.
Un hombre entra a la sala. Este es pequeño, encorvado y sin pelo. Lleva unas minúsculas gafas y me mira sin emoción.
Sus labios gruesos en comparación con su cuerpo escualido se abren en lo que parece una sonrisa.
Cierro las piernas por instinto al recordar como me examinó el último médico. Sin embargo ni siquiera sé quién es este hombre. O si es médico. Lleva la misma ropa blanca que los que me rescataron.
En su mano sostiene un tarro de vidrio. Camina y se sienta en una silla al lado de la mía.
Coloca parte del contenido en su mano con guantes y extiende la sustancia viscosa en la parte interior de ambos brazos. Comienza por la muñeca y termina cerca del codo.
Al principio arde un poco. Luego se convierte en dolor intenso.
Grito.
El dolor se hace más fuerte. Siento como mi piel se deshace.
Sollozo. Muevo los brazos pero no hay forma de escapar. Mis muñecas enrojecen pero no se mueve. Aprieto los ojos con fuerza.
-por favor - suplico -por favor, me duele...
Repito que por favor pare. Arde como si me calcinasen la piel.
Lo mantiene unos minutos agónicos en los que aprieto los puños y grito. Va a destrozarme el brazo.
Veo como saca una espátula y elimina lo que sea de mi piel. Mi visión está borrosa por las lágrimas. Visualiza mi brazo. Mi piel parece quemada. En ella hay ampollas pero nada más. El dolor parecía tan intenso que sentí que llegaba hasta mis huesos.
Sin embargo el daño parece superficial.
-Asombroso -susurra y afirma con la cabeza en mi dirección.
Recuerdo las cicatrices que me ocasionó el rubio. Al conocer a Magdalena desaparecieron.
¿Qué había pasado?
Veo al que parece un doctor. Toca mi brazo que arde por el contacto pero ya no duele con aquella intensidad.
Saca una jeringuilla con un líquido translúcido. Las lágrimas salen y el corazón parece a punto de salirse.
Siento como clava la jeringuilla en el otro brazo y entra el contenido.
Cuando lo hace las náuseas llegan. Vomito sobre mi ropa. El olor se me hace insoportable.
Quita las tiras que atan mis brazos. No doy espacio a nada más y le doy una patada.
Su cuerpo endeble sale disparado contra la pared y yo abro la puerta. Corro por el pasillo blanco con luces cegadoras.
Siento el sonido de mis latidos en los oídos y apenas logra llegar aire a mis pulmones.
No me detengo. Corro lo que me permiten mis piernas.
Acelero el paso. No sé cómo adquirí tanta energía. Debo encontrar una salida.
Bajo por unas escaleras. Escucho una alarma sonar.
Varios hombres vienen en mi dirección. Tengo la bata llena de vomito. El corazón me late desenfrenado y mi cuerpo tiene una energía desorbitada.
Salto dos y tres escalones. La escalera parece eterna, no se cuantos pisos e bajado ya.
Salto una escalera y la sensación en el estómago es brutal. Caigo al suelo. Me levanto. Ni siquiera lo pienso cuando veo una puerta de salida.
Aprieto una y otra vez el pomo de la puerta pero no se abre.
Sé que estamos en la planta bajo. Lo intuyo.
Escucho los pasos sobre mí. Trato de respirar y recorro los pasillos.
Escucho gritos desenfrenados. Pasos constantes.
Abro la primera puerta libre y veo una silueta en el suelo. Está llorando. Tiene las mejillas empapadas y los ojos rojos. Cierro la puerta.
Es una chica.
A diferencia de mí que llevo un conjunto de dos piezas, ella lleva una bata blanca. Le pido silencio con el dedo. Cuando me ve se encoge en si misma.
Busco algún sitio donde esconderme pero no hay nada.Está sola en esta habitación oscura. Camino hacia ella. Me doy cuenta de que tiene una cadena en el tobillo. Parte de luz llega a través de una ventana translúcida. Se escuchan gritos al otro lado. Me estremezco.
-¿Por qué estás aquí ? -pregunto. Necesito una pista.
-Dije que no -repite mecánicamente - solo dije que no...
Vuelve a repetirlo una y otra vez. Quizás cinco. No las cuento en sí pero se balancea asustada.
Quiero quitarme la idea de que está loca, porque yo tampoco lo estoy pero al verla balancearse y tan desubicada comienzo a dudar.
Agarro sus hombros y su vista se levanta. Me observa con terror.
-No voy a hacerte daño. Solo responde lo que voy a preguntarte ¿Puedes?
Afirma con la cabeza. Escucho los pasos. Ya llegan.
- ¿Quién te trajo aquí?
La chica me mira unos segundos, procesando. Miro su rostro y la recuerdo. Es una de las chicas que presentaron.
- los de blanco.
- Lo sé. Antes de venir aquí. En tu casa, tu ciudad. ¿Viste quienes eran?
Necesito saber si la pandilla era una alucinación.
-¿ Mi casa? - pregunta como si fuese la primera vez que escucha algo así.
-Sí. Antes de estar aquí.
La rubia me observa com una mueca extraña. Me fijo en sus ojos. Su pupila es minúscula.
Escucho ruidos en el exterior. Van a entrar.
-por favor que no entren. No quiero más. No quiero más.
Su sola voz estremece mis sentidos. Solo imaginarme lo que pudieron haberle hecho para que hable así me asusta.
Recuerdo mi brazo ardiendo. Agarro los suyos y observo el interior. La luz es muy tenue pero alcanzo a distinguir moratones. Alguien la ha hecho daño.
-¿Conoces a Andrés? ¿Le has visto ? -pregunto en un intento inútil por recuperar mi alucinación.
La puerta se abre. La rubia se encoge y comienza a sollozar. Tapa su rostro con las manos para no ver.
Un chico agarra mi cabello y me arrastra hacia afuera. Lleva la misma ropa que yo, como siempre blanca.
La puerta vuelve a cerrarse. Ya no escucho a la rubia pero sé que está llorando en el interior.
Un hombre a su lado sonríe satisfecho. Dice algo al oído del que está agarrando mi cabello. Este me mira como un toro a punto de embestir. Tiene el cabello negro corto, los ojos almendrados, la piel muy blanca. Mirada amenazante y un cuerpo enorme.
Trato de soltarme pero es inútil. Con la mano libre golpea mi cuerpo sin piedad.
Quizás son cuatro o cinco puños sobre mi piel. Pateo su pierna pero no me suelta.
Agarra mi cuerpo que se revuelve sin descanso. Araño uno de sus brazos. Por lo menos mide 1'90. Va de blanco como todos.
—entra ahí — ordena el que está a su lado. Es endeble, de nariz grande con gafas pequeñas y cuadradas.
Mi captor abre una de las puertas y me lanza al suelo.
El impacto aturde mi cabeza. Me lanza patadas y golpea mi cuerpo sin piedad como si se tratase de un muñeco.
Luego se detiene. Golpea tres veces mi pierna. Estoy en posición fetal. Me obliga a moverme y me da puñetazos en el pecho.
Gimo cuando he dejado de contar los golpes en brazos y pecho.
Levanta mi rostro y me obliga a mirarle.
—No vuelvas a tocarla — dice. Creo que se refiere a la rubia. Él es el que la ha hecho daño.
Me grabó su rostro en mi memoria. Sus ojos, su cicatriz pequeña como una estrella en la frente. Su rostro marcado de ira.
Golpea mi labio y éste sangra.
Luego se levanta y vuelve a patear mis pierna.
Cuando estoy en el suelo, inerte y sin moverme me agarra del brazo obligándome a levantarme. Cojeo a su lado.
Me prometo a mí misma sacar a esa chica de aquí. Andrés ha muerto pero ella no. Debemos salir con vida.
Sea como sea.
Dios si existes. Dame una señal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro