53.- Escondite.
Narra Carlos.
Me encontraba recargado sobre un árbol. La culpa por disparar a Brenda me comía, cerraba mis ojos y ella aparecía.
—Recuerda que lo hiciste para salvarnos, salvar a Dawn —Susan me dijo.
—Sí, lo sé pero mate a una persona, me siento culpable.
Con ayuda de Susan me puse de pie, la herida aún me dolía un poco, pero con ayuda de Susan, está ya no sangraba.
—¡Vamos!, caminemos hacia allá —Agregue, señalando delante mío.
Nos esperaba pura selva, aún no estamos seguros que hay más allá.
—¿Crees que los demás fueron allá? —Susan me miraba.
—Tal vez, porque no creo que hayan vuelto a la cabaña, ellos saben dónde están —Comente, para seguir caminando.
Susan ya no dijo nada, tan solo caminaba junto a mí.
—¡No debí hacerlo! —Dije en voz alta.
—¡Carlos!, eso no importa, nos salvaste, ya deja de pensar en Brenda, recuerda, tenemos que encontrar a alguien.
Susan me miraba, yo solo asentí y seguimos caminando. Trato de pensar en otra cosa que no sea la muerte de Brenda. Como por ejemplo: Pablo mi hermano, ni siquiera sé dónde está.
—¡Ven rápido!
Susan me jala hacia unos arbustos, cerca de nosotros. No entendía porque hacia esto, hasta que dos personas pasaron por donde estábamos.
—Ni siquiera los escuche —Susurre en los oídos de Susan.
—Entonces, he salvado tu vida —Ella sonrió.
Las dos personas pasaron y nosotros seguimos caminando, si ellos están tan bien, ellos podrían ayudarnos.
—¡Alto! —Gritó un hombre, lanzando una flecha.
Me lanzo hacia Susan, para impedir que no lastimara a alguno.
—¿Qué te pasa? —Pregunté, algo enojado.
—¡Lo siento! Eso hago siempre con los animales, en verdad lo siento —El hombre mencionaba.
—Sigamos, Cielo necesita comer, anda, déjalos —El otro hombre le dijo.
Los dos nos miraron para después agregar.
—¿Que hacen aquí? Están en la excursión, esa del concurso —Pregunto el hombre con el arco.
—Eso ya no existe, tan solo tratamos de sobrevivir, unos locos tratan de matarnos —Comente asustado.
—Los he visto algunas veces.
—Entonces, ¿Saben de lo que son capaces? —Pregunte mirando a ambos.
Solo uno de ellos asiente, el otro solo se limita a contestar.
—¡Los llevaremos a nuestro hogar!, ahí estarán seguros —Menciono el del arco.
—Si, por favor.
Ellos comenzaron a caminar, Susan y yo detrás de ellos.
—¿Cuáles son sus nombres? —Pregunta Susan.
—Dylan, el Júnior —Agrega el del arco.
Seguimos caminando, al parecer estamos por llegar, pues logro ver algo a lo lejos.
—Yo soy Susan, mi amigo es Carlos. Ya verán que nos llevaremos bien.
Susan sonreí, Dylan y Júnior rieron un poco.
—¡No nos verán mucho!, siempre estamos dentro de la selva, tratando de alejar a los animales.
Dylan agregó, para comenzar a correr, Júnior y nosotros también.
Ni siquiera tengo la menor idea de porque estamos corriendo, por más que trato no puedo. El dolor que siento me hace detener.
—¡Susan ya no puedo! —Comente brevemente.
Ella regresa para ayudarme, Dylan y Júnior ya habían llegado hasta unas casitas.
Estas estaban hechas con madera, pero no como las cabañas, la puerta tan solo estaba hecha de cáñamo.
—¡Cielo!, hemos traído a estos dos jóvenes —Dylan gritaba.
Veo fijamente la casita mientras nos acercamos, por ella sale una persona ya mayor, imagine inmediatamente que ella es Cielo.
—Hola muchachos, pasen, pasen esta es su casa —Comentó Cielo, mientras nos mostraba la puerta.
Susan y yo nos acercamos y entramos por ella, después de nosotros entra Cielo.
Veo alrededor, esta es la única parte donde no hay cabañas.
Unas pequeñas camas lograban ver junto a un galón de agua.
—¿Ustedes viven aquí? —Pregunte algo confundido.
—Por el momento sí, mi hijo Dylan estudia las plantas de aquí.
—¿Nunca escucharon que pasaba del otro lado? —Pregunte nuevamente.
—Escuchamos algunos disparos, pero no hemos querido arriesgarnos, debido a las personas que están de aquel lado, son demasiado violentas.
Cielo tomo asiento en un trozo de tronco, al parecer ellos mismos lo cortaron.
—Sí, son demasiado violentas, han matado a mis amigos —Susurre.
Cielo nos miraba, después Dylan y Júnior entraron a la casita.
—Cielo, nos vamos, regresaremos al anochecer, no nos esperes despierta —Comentó Júnior para salir.
Cielo se despidió de Dylan, pues son madre e hijo.
—¡Tengan mucho cuidado!
Cielo comentó, para luego dirigirse al trozo de tronco.
—¿Son solo ustedes? —Pregunta Susan.
—No, hay otras personas Adam y Lucy, ellos la mayor parte del día buscan fruta, por eso, ese bote lleno de frutas, sin pena, pueden tomar las que quieran.
Cielo nos mostraba el bote lleno de fruta.
—¡Tomaremos su palabra! —Sonreí acercándome al bote lleno de fruta.
Y sí que era mucha, variedad de fruta, para no aburrirse de la misma.
—¡Se lo agradezco mucho Cielo!, nos ha ayudado bastante —Dijo Susan.
—No quiero ni imaginarme por todo lo que han pasado —Susurro.
—Aún estamos pasando, no logramos encontrar a nuestros amigos —Agregue, frunciendo el ceño.
—Espero que Dylan y Júnior se topen con ellos y los traigan aquí.
Cielo se puso de pie y salió de la casita.
Susan y yo la seguimos, la herida ya casi ni me dolía.
Mirábamos alrededor de todo, esto se miraba más lindo.
Caminábamos unos pocos metros, encontrábamos un pequeño lago, en el cual nadar.
Sin temor de que la corriente nos arrastre hasta quien sabe qué lugar.
—¡Oh dios! —Gritó Susan asustada.
Volteo y veo hacia donde ha visto Susan. Emilio y Rubí se acercaban.
—Son ellos Cielo, no les digas que estamos aquí —Comente, para después correr a la casita.
Rápido busco un lugar donde esconderme, pero por desgracia no había ninguno, decido ponerme junto al gran bote con frutas.
Susan estaba junto a mí mientras miramos, por una abertura en la madera.
—Hola señora, ¿Ha visto algunos jóvenes por aquí? —Pregunta Emilio.
Cielo, voltea hacia la cabaña, en mi mente quisiera gritar que no hay nadie.
—Jóvenes, hace más de un año que no veo jóvenes —Cielo comenta.
—¿Esta segura? No le creo nada.
—Muy segura, aunque creo que fue hace más de un año cuando vi a un joven.
Cielo comenzó a caminar, Emilio y Rubí la miraban muy feo.
—¡Estaremos vigilando!, si sabe algo es mejor que nos diga.
Rubí y Emilio siguieron su camino, mientras Cielo ahora venía hacia nosotros sonriendo.
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