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4.- Vuelo.

El auto se detuvo en el estacionamiento del aeropuerto. Pablo y yo rápido bajamos. Tomamos nuestras cosas.

—¡Esperen! —Mi Madre bajó del auto y nos abrazó una vez más.

—Adiós, nos vemos pronto —Agregue para después comenzar a caminar.

Cada ciertos segundos volteaba hacia atrás y veía a mis padres despedirse con la mano.

Me di la vuelta y en la puerta del aeropuerto me esperaban los demás.

—Ustedes deben ser los jóvenes Gómez, mucho gusto —El hombre estiró su mano para saludar—. Seré su acompañante, soy el señor Ortega.

Pablo y yo le respondimos el saludó.

Marisol, Pedro, Yulma, Dulce, Dianet, Manuel, todos tomamos nuestras cosas y nos dispusimos a entrar.

No lograba evitar sonreír, éste era mi sueño hecho realidad. Juntó a mis amigos caminaba directo a una puerta.

—¡Que tengan buen viaje! —El joven al que le entregué los boletos mencionó cuando pasamos por la puerta.

Ahí, enfrente de nosotros estaba el avión, que nos llevaría a nuestra aventura tan extraordinaria.

—Aborden su avión —Ortega comentó, luego se fue a hablar con el piloto.

No era un avión como cualquier otro, de hecho era más pequeño. Era increíble por fuera y por dentro.

Veía alrededor de mí, estoy en un avión, la verdad este es mi primer viaje en avión. Estoy un poco nervioso.

—Tranquilo, todo saldrá bien —Dianet que se encontraba junto a mí, menciono apagando su celular.

Vi en una pantallita que se encontraba frente a nosotros que eso debíamos hacer.

—Sólo estoy un poco nervioso, tranquila esto no es nada del otro mundo.

Suspire hondo y cerré los ojos.

Pedro y Yulma, podía oír sus gritos hasta acá, cuando el avión comenzó a despegar.

Esto no estaba tan mal, sólo sentía unos pequeños movimientos normales, de hecho Dianet era la que se miraba mal.

—¿Pasa algo Dianet? —Pregunte sonriendo.

—Cállate, si no vomitare encima de ti.

La mire y pude notar su expresión, la cual me dejaba un poco asustado.

Minutos después, la misma pantallita que nos avisó sobre los celulares, nos volvió a decir que podíamos ponernos de pie si así lo deseábamos. Oh y prender nuestros celulares.

—Iré a echarle un vistazo a Dulce, no se haya desmayado —Mencionó Dianet, mientras se alejaba.

Yo me acerqué a la ventana, abrí la pequeña cortina y podía ver todo desde aquí arriba.

—¡Esto es un sueño!

Tocaba la ventana, era increíble la vista que tenía desde aquí. Quisiera estarme todo el día observando, pero creó que ver por aquí me marea un poco.

—Eres el mejor amigo que he tenido en la vida —Gritó Marisol emocionada.

—Jóvenes les informó que no pueden gritar en un avión —Agregó Ortega, el cual jugaba con algún juego en su celular.

Me levante y fui al asiento de Marisol, ella se tomaba fotos con Yulma y con Pedro.

—Se ven tan bien juntos.

Sonreí mientras ellos seguían tomando fotos.

—Miren, ¿Qué es esto? —Preguntó Pedro señalando la pantallita enfrente de su asiento.

Mire con atención y esta marcaba un icono extraño.

Lo mire detenidamente y recordé que es la mascarilla.

—¡Jóvenes regresen a sus asientos! —Gritó Ortega.

Dianet rápido me tomó de la mano y corrimos hasta llegar a nuestro asiento. Nos sentamos y nos pusimos los cinturones. Segundos tan sólo después las mascarillas cayeron de arriba y todo el avión comenzó a moverse.

Unos movimientos tan bruscos que ocasionaban que mi cabeza golpeara con el asiento.

Miraba el rostro de Dianet y este lucía peor que cuando el avión despegó.

—¡Voy a morir! —Logré escuchar qué esas palabras salieron de la boca de Dianet.

—¡Respira!

El avión se estabilizó y la pantalla anterior marcaba que todo estaba bien.

Retiré la máscara de mi cara y la coloqué encima de mí.

—Ya pasó, todo esto sólo fue una pequeña turbulencia.

Ortega hablaba enfrente de todos.

Dianet se quitó el cinturón y nuevamente se fue con Dulce. Yo aún estaba un poco asustado así que decidí quedarme aquí.

El vuelo empezó bien hasta que esas turbulencias ocasionaron que mi emoción desapareciera.

Miré la pantallita y esta marcaba que faltaban dos horas de viaje con destino al Amazona.

Cerré mis ojos, tal vez durmiendo un poco, ayudé a quitar ese miedo que sentía en mí.

***

Me encontraba en el salón de clases, ¿Por qué, no entiendo?

Estaba sólo, la puerta estaba cerrada, las bancas estaban hasta atrás pegadas a la pared.

Mauricio se acercaba, no entiendo como entró aquí. Se supone que estaba cerrado.

Veo mis manos y en ella se encontraban los ocho boletos.

—Veo que ahí tienes los boletos —Menciono Mauricio señalando mis manos.

—Son míos, yo iré a ese viaje con mis amigos y dudó mucho que tú seas uno de esos.

Él se acercaba a mí, trataba de quitarme los boletos lo cual yo impedía.

—¡Son míos entiende!, son míos —Gritaba en voz alta.

Mauricio me arrojó al pisó y yo sólo cerré los ojos, al abrirlos mágicamente estaba todo el grupo de Mauricio golpeándome.

—Los boletos son nuestros, nosotros iremos al viaje no tu —Mauricio me dio un golpe en la cara.

Abrí mis ojos, volteó junto a mí y ahí está Dianet, se encontraba dormida. Todo fue un mal y ridículo sueño.

Como pude soñar que Mauricio y su grupo me quitan los boletos, es un poco ridículo.

Comienzo a reír solo, hasta que Dianet despierta y me mira extraño.

—Lo siento, un sueño que he tenido ha causado esto —Sonreí

—Como sea.

Ella se movió un poco y volteó de lado, para luego quedarse nuevamente dormida.

Miró hacia el techo de la cabina, después volteó a ver la pantalla, esta marcaba que en media hora bajamos de aquí.

Abrí la cortina para ver por la ventana. Todo desde aquí se veía hermoso.

No sé exactamente cuánto estuve así ya que un sonido se escuchó.

Miré la pantalla y ya decía que apagáramos nuestros celulares y abrocháramos nuestros cinturones.

—¡Por fin! —Susurró Dianet.

El aterrizaje en lo personal no me gustaba tanto, esos golpes que el avión daba con el suelo cada ciertos segundos me causaba un dolor de cabeza.

Minutos después se había detenido por completo.

—Chicos, pueden bajar.

Ortega se encontraba en la puerta. Tomé mi equipaje y me dispuse a bajar del avión.

Al salir, vi que este pequeño aeropuerto era ecológico lograba ver casi todo verde.

Oh y algunos otros aviones más llegaban y jóvenes bajaban de ellas.

—Esto será increíble —Comente

Bajamos del avión y caminamos detrás de Ortega, él se dirigía a una puerta.

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