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34.- Valiente.

Dawn seguía realizando esa seña de silencio, todos la mirábamos confundidos.

—¡Es mejor que salgan oficiales!, se los digo enserio, no queremos usar esta gasolina —Brenda grito, me imagine, que mostraba un galón de gasolina.

—¡Tranquilos!, tengo que solucionar esto —Dawn agrego, para luego salir por la puerta.

Ortega y David hicieron lo mismo, salieron por la puerta para intentar solucionar esto.

Brenda aún sigue enojada por lo sucedido, Martín era alguien importante para su vida, pero que cree, ellos han matado a gente importante en nuestras vidas, aun así ellos nos hacen daño.

Me acerque a la ventana y pude ver a todos fuera, Juan, Emilio, Brenda, Ortega, Dawn y David.

Luego regresaba mi mirada a Gonzalo, él había despertado pero se miraba confundido al igual que todos.

—¡Ellos volvieron, ellos están aquí! —Yulma estaba junto a él.

—Tengo que ayudarles, no puedo permitir que les pasé algo —Gonzalo trato de ponerse de pie.

Rápido me acerco a ellos para impedirlo.

—¡Aún sigues herido!, no puedes salir así —Grite, un poco molesto.

Gonzalo y Yulma me miraron por unos segundos, Yulma se alejó de nosotros.

—¡La curación me ayudo!, ya no siento dolor.

Gonzalo ahora estaba sentado sobre la cama.

Pablo, Luis y Marisol miraban por la ventana, sus caras reflejaban preocupación.

—¿Quieres que todos mueran? —Grito Juan fuertemente.

—¡Juan lanzara algo hacia aquí! —Pablo nos volteo a ver.

Miraba a todos los lados de la cabaña, buscando un lugar por donde salir.

—¡Salgan!

Gonzalo salía por la puerta, miraba a todos, nadie se movió cuando Gonzalo dijo que saliéramos.

—¿Qué haces? —Karen pregunto, junto a Yulma.

—No permitiré que nadie muera, nadie morirá hoy.

Yulma saco algo de la mochila de David, después se acercaba a la puerta.

—¡Yulma no hagas una estupidez!, por favor —Dianet le tomo la mano, impidiendo que saliera.

Yulma la miro y luego hizo que Dianet la soltara, se acercó a Lizuly y le dio un abrazo.

—¡No dejaré que salgas, ellos nos salvarán! —Lizuly apunto hacia la puerta.

—¡Debimos hacer esto desde hace mucho!, ¡Debimos matarlos! —Susurro Yulma enojada.

Tome su mano y para ver que tenía, con su mano, sostenía fuertemente una paralizadora eléctrica.

—¿Piensas matarlos con esto? —Pregunte angustiado.

Ella me miro, luego camino hacia una cama y se sentó en un lado de Dulce.

—¡Dijiste que ellos no volverían!

Rosa se mantenía en una esquina al igual que Daniela, ellas dos solo se abrazaban.

—¡Nadie tiene la culpa de que hayan regresado!, ellos no descansarán hasta vernos a todos muertos —Yulma grito, desde donde estaba.

—Nosotros no podemos intentar nada, yo sé que acabe con uno de ellos, pero eso no es nada para sentirse orgullosos. Al contrario me siento mal desde ese momento —Ángel no dejaba de moverse.

Los gritos fuera de la cabaña se escuchaban más fuertes por cada segundo que pasaba.

Minutos después, Yulma salió de la cabaña y no me había dado cuenta.

—¿A dónde fue? —Pregunte asustado.

Luis volteo a verme, él estaba en la ventana mirando lo sucedido.

—¡Camina hacia todos!

El regreso su mirada, mientras Lizuly caminaba hacia la puerta.

—¡No pienso dejarla sola!

—Creo que no fuiste la única que pensó eso, Paco se encuentra con ella.

Luis nuevamente volteo a vernos.

Me fijo por la ventana, ellos dos tramaban algo, creo que no es nada bueno.

Camino detrás de Lizuly hasta fuera, ella se dirigía hasta Yulma.

Dawn le apuntaba con un arma a Brenda, mientras Juan le apuntaba a David.

—Váyanse, ¡Ya! —Grite, acercándome a Dawn.

Juan desvió el arma y soltó un disparo, caigo al piso con un gran dolor en la pierna.

Ortega se acerca a mí, revisa mi pierna mientras trato de ver ¿Dónde está Yulma?

—¡Solo rozo! —Añadió Ortega, ayudándome a levantarme.

—Eso era lo que quería —Juan comenzó a reír.

Miro a Brenda y ella suelta un disparo que va a caer hasta Yulma.

—¡No! —Le grito, mientras miraba como caía al suelo.

Trate de correr hacia ella pero soy detenido por Ortega.

Veo que Yulma se pone de pie y llega hasta Brenda, con la paralizadora encendida comienza a electrocutarla

Ella solo se mueve de un lado a otro, a Yulma le sangra el brazo.

—¡Deja a Brenda! —Emilio grito, empujando a Yulma.

Yulma caí al suelo, Paco corre hacia ella pero es goleado por Emilio.

Paco estaba inconsciente, Brenda también y Yulma estaba muriendo.

Lizuly corre hacia ella, David la detiene pues ve que serían demasiadas consecuencias como para dejarla correr.

Juan tira una serie de disparos los cuales llegan a Yulma nuevamente.

Emilio la electrocutaba con el paralizador.

Cuando Yulma ha dejado de moverse Emilio y Juan corren lejos.

Dawn y David van detrás de ellos.

—¡Yulma! —Grita Lizuly, corriendo hacia ella.

Los demás salen de la cabaña y ven a Yulma y Paco sobre el suelo, pero únicamente a Yulma muerta.

Veo a Brenda sobre el piso, unas grandes ganas de correr a ella y golpearla llegan a mí, pero logro contenerlas con algunas lágrimas.

Lizuly lloraba junto a Yulma, ella solo tocaba su mano, la cual tenía sangre por las heridas.

—¡Trate de detenerla! —Volteo a mirarnos—. ¡Solo trate! Nunca lo hice —Regreso su mirada hacia Yulma.

Ortega ayudo a Gonzalo a llegar hacia nosotros, Ángel y Daniel ayudaban a Paco a despertar.

—¡Lo siento tan...!

Una bala salió, por el estómago de Gonzalo.

La cual ocasiono que cayera al piso, cayó fuerte.

Volteamos a todos lados, logro mirar a una mujer detrás de una cabaña, una persona desconocida, pero muy conocida para Juan.

—¡Ella! —Marisol grito, señalándola.

Ortega toma un arma del suelo y comienza a correr hacia la mujer.

Obvio ella comenzó a correr lejos de ahí.

—¡Estoy bien! —Balbuceo Gonzalo.

Ahora tenía un disparo en el mismo lugar, donde tuvo la herida de cuchillo.

—¡No logre saber quién era! —Ortega se acercaba.

Lizuly aún seguía llorando junto a Yulma, su cuerpo yacía en el suelo.

Ortega tomo a Brenda y la arrastro hacia una cabaña, la ato en una ventana con unas esposas.

—¡No puedo decir que esto mejorar!, porque creo que no será así.

Ortega agrego triste. Unos pasos se escuchaban aproximarse, ya sabía de quienes eran.

Dawn se acercaba pero venía sola, David no venía con ella.

—¿Dónde está David? —Pregunte confundido.

—¡Ellos se lo llevaron, por suerte me salve!

Ella tocaba su brazo, del cual sangre salía.

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