18.- Caída.
Narra Carlos.
Los demás aún no regresan, estoy comenzando a preocuparme un poco.
—¡Pronto llegarán! —Mencionó Luis, acercándose a la puerta—. Tomare un poco de aire.
Asentí, miró a Dulce acostada sobre la cama, le habíamos colocado una venda que encontré en la mochila de Luis.
—¿Cómo te sientes? —Le preguntó un poco preocupado.
Dulce me miro por algunos segundos y agrego:
—Bien, creo que el dolor está bajando solo.
—¡Me alegro que seas tan fuerte!, nada te detiene —Sonreí un poco.
Camine a la puerta y la abrí, mire a Luis, él estaba sentado junto a la tumba de Diana. Podía mirar lágrimas en sus ojos.
—¡Pedro, te toca vigilar a Juan! —Gritó Yulma, entrando por la puerta de atrás.
—¿A mí? —Pedro preguntó sorprendido—. ¡Le toca a Carlos!
Lo mire entrecerrando los ojos y camine a la puerta de atrás.
La abrí y salí por ella, camino al árbol, donde debía estar Juan.
—¡No esta! —Susurró a mí mismo.
Volteo a la puerta y Yulma sale por ella.
—¡Juan no está! —Anunció con intriga.
—¡No!, no inventes, yo lo deje aquí, él estaba ahí —Gritó señalando el árbol.
Solo se encuentra la cuerda con la cual lo habíamos atado.
Un temor, al saber que Juan había escapado me invadió. Incluso comencé a temblar.
—¡Cuidado!
Juan había golpeado a Yulma en la cabeza, ella rápido cayó al piso inconsciente.
—¿Qué has hecho? —Grite asustado.
Se acercó a mí y me arrojo al árbol. Sentía un poco de dolor en mi espalda, logre ver como Juan se alejaba corriendo.
Mis ojos comenzaron a cerrarse, era algo que no lograba impedir.
***
—¡Carlos! ¡Carlos!
Gritaban junto a mí, mientras me estrujaban.
Abro los ojos lentamente, veo que es Pedro, volteo rápido a ver a Yulma, ella aún esta inconsciente.
—¡Juan se ha ido! —Agregue asustado.
—Eso ya lo sabemos —Dianet nos mostraba la cuerda.
—¿Dónde está Juan? —Preguntó Yulma confundida. Ya había despertado.
—¡Escapo lejos!
Luis la ayudaba a levantarse del piso.
Todos entramos a la cabaña, Pedro al final cerrando la puerta.
Luis no dejaba de observar la ventana, parecía estatua sin moverse.
—¡Tenemos que irnos! —Comentó Dulce preocupada—. ¡Ya!
—Esto no estaría pasando si Yulma, no hubiera entrado —Pedro la señalaba.
—No es culpa de nadie, además no lo teníamos muy seguro —Añadí
Todos me miraron, para luego mirar a Dulce sobre la cama.
—¡Apoyo a Dulce!, si el regresa nos matara —Dianet se acercó a la puerta.
—¿Qué hay de los demás?, ¿Los abandonaremos?
Yulma se acercó a la puerta e impidió que Dianet saliera.
Las dos se miraron enojadas, me pongo en medio para impedir una pelea.
—¡Chicos!, no los quiero asustar —Mencionó Luis, aun mirando por la ventana.
—¿Qué pasa?
Me acerque a la ventana y observe con mis propios ojos, lo que Luis hablaba.
—¡Creo que Dianet tiene razón! —Comente, volteando a ver a todos.
A lo lejos podía observar a Juan, junto a él, animales, muchos animales.
—Mira su cara, está enojado —Luis se alejaba lentamente de la ventana.
Yulma, Pedro y Dianet se acercaron a la ventana y observaron ellos mismos.
—¡Por atrás!, rápido antes de que llegue —Yulma ayudaba a Dulce.
Todos nos dirigimos a la puerta de atrás, salimos cerrando la puerta rápido,
—¿Hacia dónde?
Yulma preguntó, para luego comenzar a correr.
—¡Espera! —Comentaba Dianet, detrás de Yulma.
Yo iba un poco lento, ya que ayudaba a Dulce a caminar, aún le dolía un poco la mordida.
—¿Los demás, no van a encontrarnos? —Preguntó Dulce, mirando atrás.
—Perdiendo de vista a Juan volveremos.
Sonreí, apresuramos el paso, aunque no se veía Juan, era mejor adelantarnos.
—¡Ya lo veo! —Pedro miraba hacia atrás.
Más delante corrían, Dianet y Yulma.
Veía a Juan acercarse rápidamente con los animales en sus costados.
Aún no teníamos un destino fijo, sólo necesitábamos correr y salvar nuestras vidas,
Miraba hacia delante, Dianet y Yulma se habían detenido, ¿Qué ha pasado?
Dianet comenzó a gritar señalando hacia delante.
No entendía muy bien sus señas, sólo sabía que algo andaba mal.
—¿Entiendes algo? —Preguntó Pedro.
Negué rápidamente, mientras nos acercamos más.
—¡No podemos pasar!, Juan viene más cerca —Yulma señalaba hacia atrás de mí.
Al ver enfrente de mí, supe inmediatamente de lo que Yulma y Dianet hablaban.
Una cascada, una enorme cascada estaba justo enfrente de nosotros.
—¡Juan ya viene!
Luis se asustó, al verlo tan cerca de nosotros, venía con su típica risa de malo.
—¡Váyase!— Grite fuertemente.
Un jaguar se acercó a mí y comenzó a gruñir.
Ahora sí, ni cómo defendernos, el arma de Juan se la entregué a Ángel para que ellos estuvieran más protegidos que nosotros.
—¡Cariño tranquilo! —Juan sobo el lomo del animal, este dejo de gruñir.
—Debería enseñarme a hacer eso, sabe, en mi casa tengo un gato y no me hace caso para nada —Pedro sonrió levemente, hasta que Juan se acercó más y más a nosotros.
—¡Usted estaría feliz de vernos caer por aquí!
Luis comentó, señalando la cascada.
—¡No!, yo disfrutaría viendo, como mueren a manos de mis lindos animales, cayendo de la cascada... ¡No!
El acariciaba el lomo de uno que otro animal.
—¡Deje de hacer esto!, ella está herida —Luis señalaba a Dulce—. Podemos esperar a alguien juntos, así nos iríamos de aquí todos, vivos.
El solo se quedó quieto, sin dar alguna respuesta, nadie dejaba de ver la cascada, estoy comenzando a creer que para salvarnos, tenemos que saltar.
—¡Saltaremos! —Grite preocupado.
—¡No!, no lo hagan, mis animales tienen hambre, compréndanlo —Juan se acercó más a nosotros.
—¡No podemos saltar!, tampoco dejarnos comer por estas cosas —Dulce decía asustada.
—¿Entonces, alguna idea?
Ella me miraba sin decir nada, tenemos que pensar rápido, ya puedo sentir la orilla del suelo.
Cada que Juan avanza, yo por impulso hago lo mismo pero hacia atrás. Una vez más que lo haga, creo que caeré
—¡Chicos!, confíen en mí, nos salvaremos —Yulma trataba de convencernos de saltar.
—¡Yo también creo lo mismo!, los demás no —Fruncí levemente el ceño.
—¡Morirán!, se los dije.
Juan cada vez, se hacía para delante.
Todos volteamos y veíamos la cascada, tomamos nuestras manos, cerramos los ojos y saltamos.
Sólo sentía esa frisa fresca chocar con mi rostro, Juan esperando allá arriba.
Mientras a nosotros nos espera, agua y más agua.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro