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12.- Mordidas.


Abro mis ojos, estaba en mi cama. Rápido veo a todos lados.

—Si me hubieras llevado tal vez no estarías viviendo eso —Mauricio, apareció en la puerta.

—No importa quién haya venido, esto de igual manera pasaría —Grite enojado.

El negaba con la cabeza, quería hacerme enojar. Solo cerré los ojos.

Los abro y me doy cuenta que es un sueño, también me doy cuenta que la realidad es peor.

Mis pies estaban atados al igual que mis manos. No podía moverme.

Miraba a los lados, todos estaban aquí, no sé exactamente ¿Dónde estoy?

Manuel, Pedro, Dulce, Marisol, Dianet, Yulma, Karen, Diana y Luis estaban alrededor de mí. Volví a mirar muy bien por todo el lugar.

Ortega no está aquí, él no está. Solo espero que este bien.

—¡Tenemos que salir de aquí! —Grito Manuel asustado.

—¿Dónde está el? —Dianet pregunto junto a mí.

—¡Él nos matara! —Grito Pablo asustado.

—¿No sé qué hacer? —Susurre mirando a los lados.

—¡Ya casi!, ya casi —Pedro comentaba.

Logro verlo delante de mí, él se estaba quitando las cuerdas de las manos.

Unos pasos se escuchan venir hacía donde estamos.

Sabía muy bien quien era, Juan ese horrible Señor, nunca debimos haber confiado en él.

La puerta se abrió fuertemente, Juan entro, pero no solo, en cada una de sus manos llevaba unos animales parecidos a los que se comieron al Piloto.

Un breve recuerdo de él siendo devorado aparece en mi mente, ¡Tengo un mal presentimiento!

Juan amarro a sus animales en un tubo que estaba cerca de Dulce.

—¡Déjenos ir, por favor! —Karen comento.

Solo recibió un golpe por parte de Juan, ese malvado hombre.

—Mis niños, ¿Qué comerán hoy? Una chiquilla ruda, una llorona o un suertudo —Mencionaba mientras caminaba por cada uno de nosotros.

—¡No lo haga!, dígame, ¿Dónde está Ortega? —Pregunto Dianet.

Juan se acercaba a Manuel, el llevaba unas tijeras en sus manos.

—¿Saben algo mis niños? Mejor comerán algo ligero —Juan levanto a Manuel.

—¡No lo haga! —Grito Manuel asustado.

Juan cortó las cuerdas que tenía en los pies y manos.

Manuel trato de quitarle las tijeras a Juan, pero este se las enterró en el estómago.

Manuel soltó un pequeño gemido acompañado por un inmenso charco de sangre.

No podía seguir mirando eso, todos comenzamos a gritar cuando Juan arrojo a Manuel junto a los animales.

—¡Su comida! —Comento limpiando las tijeras.

Él les hablaba a los animales cómo si estos entendieran, el primer mordisco que le dieron a Manuel fue el más doloroso.

Su cuello rápidamente comenzó a sangrar, una lágrima salió por mi mejilla, al saber que él estaba muerto.

—¡Ayúdelo! —Grito Diana asustada.

Todos éramos testigos de cómo Manuel era devorado, el ya no hacía ruido, había dejado de sufrir.

Cerré mis ojos unos minutos, al abrirlos Mauricio apareció junto a los restos de Manuel.

El reía sin parar, apuntando a Manuel. Juan se acercó a mí y me golpeó.

—¡Tienes que mirar! ¡Mira como morirás! —Gritaba una y otra vez.

***

Nunca pensé en que vería morir a un amigo. Estaba atado aquí, sin poder hacer nada.

Esos animales habían matado a Manuel, con sangre en sus rostros se veían más salvajes que sin ella.

Ellos nos gruñían mientras Juan nos miraba, el reía de vez en cuando.

—Creo que aún no están satisfechos —Juan sonreía y luego acariciaba el lomo de un animal.

Miraba hacia mis lados, Dulce lloraba sin parar, Lizuly también. No podíamos hacer nada.

—Ahora es el turno de ¿Diana o de Marisol? —Juan tocaba las cabezas de ellas riendo.

—¡No merece vivir!, no con lo que ha hecho —Yulma grito.

Pedro había logrado quitarse la cuerda, solo era cuestión de que Juan sé mirará desprevenido y el saldría corriendo a pedir ayuda.

—Creo que toca la ruda —Comento levantando a Yulma—. Saliste corriendo sin importar que pasaba, ¿Todo para qué? Salvar a su amiguita. No veo que ella traté de hacer algo, mírala —Juan observaba a Lizuly y hacia que Yulma también la viera.

—Esto está mal, usted lo sabe —Grite asustado.

—No, esto está bien, ¡Nunca me sentí tan bien! —Comentaba.

Tomo nuevamente las tijeras y corto las cuerdas de pies y manos de Yulma.

Yulma volteo y le dio una señal a Pedro.

El rápido se pone de pie, ya no tenía ninguna cuerda.

Toma una pala junto a Karen y golpea a Juan.

Pedro golpeaba una y otra vez a Juan mientras Yulma nos desataba.

Minutos después ya estábamos todos listos para salir. Los animales ahora eran el problema, ellos estaban demasiado cerca de la puerta.

—Esto déjamelo a mí —Grito Lizuly quitándole la pala a Pedro.

Lizuly golpeo a los dos animales, los cuales rápido cayeron inconscientes.

Luis abrió la puerta y todos inmediatamente salimos de ahí.

Volteó hacia atrás y veo que estábamos en la cabaña de ese hombre, como nos trajo tan de prisa a todos.

—¡Corran no se detengan! —Grito Luis, tomando la delantera.

Seguíamos corriendo, quitábamos las hierbas que nos estorbaban.

***

Horas, minutos o segundos no sabía exactamente cuánto llevábamos corriendo.

—¡Esperen!, necesitamos descansar —Grito Dianet deteniéndose.

—No, él puede venir detrás de nosotros —Comente preocupado. Respire fuertemente a causa del cansancio.

Veía a todos y se miraban igual, todos estábamos cansados. Necesitábamos descansar.

—¿Buscaremos un lugar seguro? —Pregunto Pedro.

Todos nos miramos entre sí, buscar un lugar seguro o seguir aquí.

—¿Saben algo de Ortega? Cuando desperté no estaba —Añadí confundido.

—No estaba, tal vez lo mató antes de llevarnos ahí —Comento Yulma asustada.

Dulce tomo asiento en una piedra que estaba cerca de ella. Y todos los demás comenzamos a hacer lo mismo.

Estaba tan cansado, no importaba en qué lugar me sentará, en cualquier lugar estaba cómodo.

—¿Qué haremos ahora?— Pregunto Diana frunciendo el ceño.

—Huir lo más lejos que podamos.

Lizuly veía hacia todos lados. Dulce estaba tan distraída que no se dio cuenta de que un animal estaba cerca de nosotros.

—Nadie se mueva —Agrego Lizuly tomando una roca.

El animal salto encima de Dulce, ella gritaba sin parar.

Lanzábamos piedras mientras Lizuly buscaba algo para alejarlo.

Encontró un palo, con el cuál Lizuly lo golpeo y este huyo.

Me acerco a ayudar a Dulce, ella tenía una mordida en la pierna.

Esta sangrando un poco.

—¡Estoy bien!, tenemos que alejarnos de aquí —Mencionó y luego cayó al piso.

Luis y Pedro la levantan del piso y la sentamos en la piedra en la que estaba.

—¡Estoy bien!, se los juro —Comento y luego miro la mordida.

Unos ruidos tan peculiares comenzaron a escucharse. Es lo único bueno que he escuchado en el día.

—¡Es un helicóptero! —Grito Pablo emocionado.

Después de ver morir a Manuel, a mordidas de los animales, luego que el animal mordiera a Dulce, por fin estaba escuchando algo bueno y un posible pase de salida.


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