CAPITULO TRES;
Compañeros de secuestro.

— ¿Tú?

Mi voz falló, debido al nudo de intensas emociones que empezaba a formarse en mi garganta, impidiéndome algo más que balbuceos para comunicarme. Es imposible.
No puede ser él. Es algo ilógico que mi cerebro no quiere creer. Es como cuando alguien cercano a ti te miente y hace cosas que te desconciertan por completo, como si no tuviese sentido sus acciones ya que no encuentras un por qué lógico para explicar todo.

No sabía que en situaciones así me entraba la profundidad.

—El mismo —respondió—. ¿Feliz de verme? Bueno, escucharme —su odiosa risa hizo tomará una respiración más profunda, queriendo que los súper poderes que soñaba de pequeña (y no tan pequeña) aparecieran y matarlo.

—E-Eres una total... Escoria —susurré— ¡¿Cómo te atreves?! ¿Cómo puedes hacer esto? A mí, ¡a mi padre! El que solo ha hecho todo lo posible por tu bien--

— ¡Cállate! —Vociferó, haciendo que sintiera miles de escalofríos—. Tu padre solo trata de opacarme, mostrando sus dotes de buena habla y demás, ¿Para qué? Para sacarme de su camino, porque era un maldito egoísta.

—Te creía algo mejor, Fernando.

—No me afectan tus comentarios, Elissa.

—Dame una razón por lo que haces esto, sabes que mi padre logrará acabar con todo esto, y te prometo que terminarás hundido en lo más profundo de la carcel.

No obtuve respuesta alguna ya que la que creía que era la puerta de entrada empezó a sonar muy fuerte, como si estuviesen azotándola para tratar de derribarla.

—Fernando, necesito una mano —la voz de que sentí que era Jason sonó estrangulada y más golpes por todos lados.

— ¡Dile hola a tu amigo, Eli! —Exclamó Fernando—. Por tu bien, mejor que cooperes, Malik.

Y luego, alguien cayó casi por completo encima de mí, proporcionándome un fuerte golpe en el abdomen y haciéndome chillar del dolor de ser aplastada por un mastodonte.

— ¡Suéltame, idiota! —gritó la tercera persona que estaba en el lugar. Con un extraño y loco acento.

Me sujetaron fuertemente por los brazos, pegando mi espalda con la del otro muchacho, que no paraba de moverse y hacerme sentir mucho dolor en mi, ya de por sí, bien molido cuerpo. Espero que el karma sea bueno en lo que hace.

Una especie de lazo fue amarrada de tal forma que quedamos espalda con espalda, con la cinta que inmovilizaba por completo el tronco y los brazos, solo lograba mover mi cabeza.

—Quien sea que se encuentre detrás de esto, ¡Va a pagar muy caro! —siguió removiéndose la persona amarrada a mí. Parecía que tenía hormiguitas caníbales en los pantalones.

—Por favor, deja de moverte, —chillé, sin una gota de energía por la falta de alimento y agua. No ingerí nada desde el almuerzo del día anterior. Y vaya que eso estaba mal.

— ¡Sáquenme de aquí! ¡Joder! —siguió gritando y golpeándome.

— ¡Si no te callas tu asquerosa y chillona boca de niñita, voy a enfadarme y no querrás que me enoje!

Su risa nerviosa inundó el lugar, y movió su espalda, dándome un buen golpe en la mía—. ¡Mira que miedo!

— ¡Eres un idiota! Lastimando a las mujeres, ¡cómo ustedes son más fuertes y brutos que nosotras! Es muy fácil elegir a alguien indefenso y maltratarlo como estás haciendo tu.

— ¡Pero mira que feminista y tonta me salió mi compañera de secuestro! —Exclamó con su profunda voz.

— ¡Tonta tus calzones! —moví mi cabeza, y aunque a mí también me dolió el cabezazo, a él le dolió más.

— ¡Hija de tu grandísima madre!

—Oye, pero ni modo que mi tía fuese mi madre. —respondí con ironía empapando mi frase.

—Me niego a dirigirte la palabra. —habló, haciendo todo lo contrario.

—Lo estás haciendo.

—Bueno, desde ahora.

—Lo sigues haciendo, de verdad que el único tonto con todas las letras aquí, eres tú. Además, nadie se resiste a hablarme.

Resopló, pero esta vez se quedó callado. Mientras que a mí me carcomía la curiosidad por conocer al muchacho tras mi espalda y seguirle dando golpes. No podía ver si era rubio, moreno, pelirrojo, si su piel era pálida o de color. Lo que si podía sentir es que era más alto que yo (insertemos aquí que todo el mundo puede ser más alto que yo), ya que mi cabeza encajaba en el hueco entre su cabeza y su cuello, bueno, soy mala en calculo.

Se quedó quieto, y desde mi lugar, podía sentir como trataba de controlar su respiración acelerada.

La verdad es que me siento un poquito mejor al no estar completamente sola aquí. Aunque probablemente sería un grano en el trasero, no me siento sola, ni expuesta. Y creo que en estas situaciones es algo bueno.

Me removí un poco por el dolor en mi cabeza y cuerpo, dejando que un bostezo lleno de cansancio sale de mi boca, mi estomago empieza a gruñir un poco, al mismo tiempo que siento a mi espalda colocarse en mi contra.

El muchacho se remueve, y sé que me hablará.

— ¿Hace cuánto que estás aquí?

Soy irresistible. Con todo y gruñidos extraños.

—Desde ayer por la noche.

Tarareó en respuesta, — ¿Tienes hambre?

—Me comería un rinoceronte. ¿Eso responde tu pregunta? Yo creo que sí. —puntualicé, con un tono que hasta a mí me irritaría.

El resopló. Vaya que le gusta hacer sonidos—. ¿Te soportas a ti misma? La verdad es que no puedo verte--

— ¡Guau, que novedad!

— ¡Cállate! No puedo verte, pero apuesto a que eres una rubia flacucha, con labios inyectados, y con complejo de barbie.

— ¿Te gustan las barbies? Vale, a mí me encanta la película donde son una especie de espías y esas cosas. Gimnasta y espía, ¡barbie será!

—Espero que el rescate llegue pronto.

— ¿Sabes? Si no fuese por tus movimientos corporales, diría que un anciano de ochenta años está detrás de mí.

— ¿Será que puedes hacer un poco de silencio? —Chilló, resoplando fuerte—. Maldito Jason.

— ¿Tú también caíste en las redes del engañoso y al parecer no tan retrasado de Jason?

—Es que-- —le oí volver a resoplar—. Me gusta mucho la comida mexicana. Mucho. Entonces, el me invitó para un supuesto restaurante que tenía su tío.

—Si no fuese porque te odiara, ya te estaría besando. Amo México. —le dije—. A pesar de los viajes que he hecho con mi padre, nunca se ha dado la oportunidad de viajar ahí.

—Ignorando tus coqueteos... —esta vez resoplé—. ¿Cuál es tu nombre?

—Tu salvajismo y el hecho de que estamos secuestrados no me ha dejado presentarme adecuadamente —esta vez reímos—. Mi nombre es Elissa Decoursin, no es muy gustoso conocerte.

Silbó—. ¿Cómo es que he ido a tu casa y nunca te he visto? Pensaba que Eric y Alexa no eran padres. Yo soy Zayn Malik.

—Normalmente suelo ingeniármelas para nunca asistir a las cenas que organizan mis padres —hablé con total sinceridad. Quién diría que conocería al hijo del amigo de mi padre siendo este mi compañero de secuestro. Secuestro suena mal—. Y claro que sé quién eres tú. ¿Tú no eres de América, cierto? Mi padre mencionó que extranjeros nos visitarían pronto y me parece haber escuchado tu apellido.

—Exactamente. Solo vinimos a América porque tu padre y mi padre harán negocios.

—Que loco es tu acento, ¿te lo había mencionado? ¿De dónde eres?

—Mi familia es de Pakistan, pero luego de diez años de vivir ahí, nos mudamos a los Emiratos Árabes.

—Guau, ¿Es cierto que hay Lamborguinis como taxis?

—Si los alquilas, sí. Es como la tierra de lo posible.

—Creo que si me contaran que viviría esto, créeme que le patearía el trasero al que fuese. Mucho gusto, compañero de secuestro —reí, dándole un golpe similar a los que él me proporcionó hace rato. Vale, les aclaro que no soy una fetichista que le encanta golpear.

—Compañeros de secuestro suena mal.

— ¡Lo sé!

{-- se me olvidó que tenia que subir el viernes lol. miren el bello manip que me hizo mi amiwa karen -younggods- wdhiuhdiuehi gracias C:}