e p i l o g o
dedicado a mi amigo jony que estuvo esperando esto media vida. también a todos los mexicanos, en especial a serg, daryl y jude que, aunque creo que no leen la historia, pos son mis mexicanos favs.
— ¡Mamá! —grité desde mi cuarto—. ¿Dónde están mis zapatos blancos de tacón?
—Se más ordenada, —me gritó de vuelta.
—No finjas demencia, Alexa —exclamé—. Te los presté hace dos semanas. ¡Devuélvemelos!
No escuché nada más y seguí buscando los zapatos debajo de mi cama. En el closet no estaban, en el pasillo tampoco, menos en el baño--
— ¡Auch! —el par de zapatos golpearon mi espalda y sonreí—. Gracias, Ma.
Era el día de la cita con Zayn, día tal que no he esperado sin dormir, claro.
Hemos estado hablando todo este tiempo por mensaje, ya que no hemos tenido tiempo de vernos desde que salió del hospital. Volvió a su país por unos días, y me envió fotos de los Lamborguinis que hacían de taxis. Me reí un tiempo sobre eso, tengo que decir.
Llegó a América hace dos días y esperamos hasta hoy para vernos.
Entonces como que estoy más nerviosa que cuando presenté mi primera expoquímica delante de todo el colegio, y la desesperación por no encontrar los zapatos blancos no estaba ayudando.
Decidí usar un vestido floreado, de los colores azul, rosado claro y morado. Mis labios estaban de color morado, y mi cabello caía con ondas en mi espalda. Me sentía muy bien, aparte de nerviosa y un poco asustada.
— ¡Elissa, Zayn llegó! —exclamó mi madre desde el primer piso y casi vomito.
Corrí como pude hacia el baño con mis zapatos altos puestos, y apliqué una generosa cantidad de perfume sobre mí.
Volví a correr, casi resbalándome hacia las escaleras y me detuve. Empecé a bajar con tranquilidad, tratando de minorar mis pulsaciones. Sabía que Zayn vendría con sus padres, ya que se quedarían a cenar. Y por más, tenía que impresionarlos. El señor Jared era un poco duro, a pesar de lo dulce que es la señora Zaalia.
Llegue al living y ahí estaban todos. Y casi vomito de nuevo.
Zayn giró y me sonrió, achinando sus ojos y haciendo que mi corazón se detuviera.
— ¿No es preciosa mi hija? —le preguntó mi padre al señor Jared.
—Muy bella, aunque eso lo tiene que decir Zayn.
El mencionado sonrió más—. Más que eso.
Mi madre sonrió —Cuídala, ¿eh?
—Sin duda alguna, —respondió Zayn.
Nos despedimos de todos y salimos de la casa hasta el auto de Zayn. Por fin nos dejaron salir solos, no puedo contar las veces que le rogué a mi padre. Aunque todo el esfuerzo valió la pena.
—Estás muy, muy, muy bella, —el moreno se acercó a mí y me proporcionó un beso en la mejilla que me sustituyó las piernas por gelatinas.
—Te ordeno que te detengas, —le dije, riendo—. Tú también estás guapísimo. Pareces un príncipe.
—Mademoiselle, —sonrió—. Suba al auto por favor, tengo hambre.
Solté una carcajada que lo contagió y subimos al deportivo demasiado masculino. Prendí el sistema de sonido y Maroon 5 sonó por los parlantes.
— ¿Te gusta Maroon 5? —le pregunté, un poco emocionada.
—Muchísimo.
—Ahora te amo más, ¿sabes? —exclamé riendo, y moviendo la cabeza al ritmo de la canción. El me guiñó un ojo y de la nada empezó a cantar.
—... Her body's hot, her body's like the summer, I'm in a trance or something... —cantó, mostrándome su muy armoniosa voz y mis bragas casi abren la puerta y se lanzan a sí mismas hacia la calle.
Reí y tapé mi rostro a causa de mis pensamientos, el me miró y siguió cantando con una sonrisa en su rostro.
—... I see her dancing in the streets, sipping champagne on the beach, so expensive when she eats... --
—Si, la cantidad de tacos que me comeré gastarán tu fondo universitario completo.
Soltó una carcajada—. 'Cause she's so fancy, yeah.
Yo asentí en acuerdo y él volvió a reír.
Todas las canciones que sonaban, Zayn las cantaba, ¡no me da treguas! Hasta que las primeras lineas de mi canción favorita resonaron por todo el auto y casi salto.
—I'm hurting baby, I'm broken down, I need your loving, loving I need it now —acompañé a Adam Levine de una manera desastrosa y emocionada. Pero con sentimiento, porque eso es lo que dicen que importa.
Cantamos los siguientes párrafos, pero me fui deteniendo poco a poco porque era mejor escuchar a Zayn—. ...I want that red velvet, I want that sugar sweet. Don't let nobody touch it unless that somebody is me...
Ni pienso hacerlo.
Justo cuando el coro volvía a empezar e iba a empezar a cantar de nuevo, Zayn apagó el auto. Justo llegamos al restaurante.
—Cortaste bruscamente mi inspiración, —le dije con un puchero fingido.
—Lo siento, tengo hambre.
Sonreímos y bajamos del auto. Las luces de colores hacían que el local con el gigante sombrero mariachi sobresaliera en la calle.
—Ya me dieron ganas de ser mariachi, —Dijo—. ¡Yo soy el aventurerooooo!
—Que pésimo mexicano eres, güey.
Sacó su lengua en mi dirección y se acercó a mí para colocar su mano en mi espalda baja y guiarme hasta el interior del colorido y divertido lugar llamado «Mexican Tasty».
Al entrar, el ambiente me sorprendió mucho. La mayoría de las mesas estaban totalmente ocupadas. Un montón de familias con sus hijos disfrutaban de la comida y la buena música. Muchos tenían sombreros mariachis y una especie de túnicas de colores. Se veían muy felices. Pero mejor se veía la comida.
Mi estómago rugió fuertemente y Zayn rió, colocando una mano en mi abdomen—. Tranquilo fiera, tendrás tus tacos.
—Mi estómago los pide a gritos.
—Se nota, —rió.
Nos sentamos en una mesa vacía, y un mesero se acercó con dos menús, saludándonos con algunas palabras nativas de México y con una sonrisa.
—No disimulan, eh? —dijo Zayn, observando el menú que se encontraba en sus manos.
— ¿A qué te refieres? —le respondí, también concentrada en los deliciosos platos que ofrecían acá.
— ¿No notaste como te miraban? —exclamó, levantando la vista y clavándola en mis ojos.
— ¿Con simpatía y amabilidad?
—Yo creo que te desea, —negó con su cabeza.
—Prefiero que me digan que me desean, a que me digan fea, ¿no crees? —le respondí con un toque de acidez en mi tono y el resopló—. No te molestes, pareces un anciano que se queja mucho. Además, no entiendo el porqué de tu enojo, —vamos, Elissa. Clava el puñal hasta el fondo.
Que malvada soy.
Él remojó sus labios (es muy sensual) y aclaró su garganta, pero el chico que supuestamente me desea (acá conocido como mesero) interrumpió sus palabras, preguntando si ya estábamos listos para ordenar.
Zayn volvió a resoplar y ordenó su pedido, el mesero se giró y yo hice lo mismo luego. Se retiró dejándonos solos de nuevo.
Fue difícil contrarrestar el silencio que quedó cuando el muchacho se fue, pero, como dije antes, nadie se me resiste.
El pedido no tardó mucho. Pensé que lo haría por la cantidad de comida que pedimos. Ahora, la mesa estaba llena de enchiladas, burritos, tacos y pozole. No sabía por dónde empezar.
—Escucho como la comida me dice «bienvenido al paraíso» —exclamó Zayn, observando también por dónde empezar.
—Creo que deberíamos de empezar con esto, —señalé el pozole apetitoso. El asintió y colocamos el plato al frente de cada uno—. ¡Provecho!
Levantamos nuestras sodas y las chocamos. Empezamos a comer y comer. Hasta llegar al punto en que las mejillas me dolían de tanto masticar. Bueno, no para tanto, pero más o menos sí.
Me reí cuando Zayn fue a masticar un burritos y todo el contenido de este se le salió por el agujero contrario. Casi se me sale la soda por la nariz.
—Diablos, siento como si el vestido fuese a reventar, —dije, tocándome la panza con el dedo índice.
—Quiero felicitar al chef por esto, —Zayn llamó al mesero para que le cumpliera su capricho de conocer quien preparó nuestra cena.
—Que exagerado eres.
Me sacó la lengua de nuevo, y en eso llegó un señor con bigote, un poco panzón y con aspecto adorable.
—Me dijeron que habían quedado muy satisfecho con mi comida, —habló enseguida llegó—. Soy Jesus Ramioneli.
Casi me ahogo con mi propia saliva al escuchar su nombre. Zayn parece haberse enterado de mis pensamientos y abrió los ojos en mi dirección.
—Quería felicitarlo, señor. Increíble trabajo, —le dijo.
—No quiero parecer rara, pero —miré al señor adorable—. ¿Por casualidad usted no tiene algún Nieto, ahijado o sobrino que tiene más o menos nuestra edad?
—Bueno, señorita, mi familia es muy amplia--
—Él se llama Jason, hablando específicamente, —dijo Zayn, revolviendo la limonada que hace poco había pedido, para "fingir" demencia.
— ¡Si, si! —exclamó—. Ay, ese muchacho, no sale de un problema para meterse a otro. Pero mejor los dejo, espero que tengan bonita noche y que vuelvan a mi casa, que ahora es su casa, pronto. —nos despedimos también del señor, y nos miramos.
—Así que si era verdad que el tío de Jason tenía un restaurante mexicano, —divagué.
Zayn rió—. Mejor larguémonos de aquí.
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