Otro día, otra aventura... O eso es lo que dicen. En realidad habían acabado las clases y llegué al salón del club.

—¡Esos furros! —saludé apenas abrí la puerta.

Pero de momento Aby era la única que había llegado. Estaba sin su traje y como de costumbre solo se quedaba ahí flotando en su piscina. 

—¡Ey! —saludó y solo sacó un brazo fuera el agua.

—¿Y los otros weyes? —pregunté.

—No lo sé, quizá comiendo —hizo una pequeña pausa—... Los cánidos comen, ¿cierto?

—Sí Aby, todos los animales comen. Y no, pasé a la cafetería pero estaba vacía.

—Mmm... Puedes buscar...

—Ya busqué en los baños —la interrumpí.

Conociéndola iba a decir algo como "Quizás orinando, Los cánidos orinan, ¿cierto?"

—¿Cómo supiste? —preguntó sorprendida— ¡Es justo lo que iba a decir!

Iba a ser sarcástico cuando Romina entró corriendo al club y se fue directo a su madriguera. 

—Oye, ¿'tas bien? —preguntamos Aby y yo a la par.

—¡Un pervertido me estaba acosando! —dijo.

—¿Un pervertido?

—No tienes mucho para que te acosen —soltó Aby.

La vi un momento y luego vi a Romina, tenia razón... Ella era algo plana. Romina solo rodó los ojos.

—Bueno, bueno, ¿Qué pasó?

Romina empezó a contarnos.

Había terminado la clase y salí un momento, me encontré con unos compañeros conejos. Hicimos ya saben... cosas de conejos.

—¿Y te la pasaste aparéandote? —preguntó Aby.

—¡Por supuesto que no! —dijo Romina sonrojada. Es que Mike dijo que los conejos criaban todo el año.

—También dije que su celo era más activo en verano —me metí a la conversación.

—Pero no quita el hecho de que no se pueda aparear en otro momento. Así como tu —me señaló— ¡Los humanos también están en celo todo el año!

—¡No es celo! —le di un golpe en la cabeza—. Solo lo hacemos para más placer. 

Los humanos, junto con las ratas y los delfines son las únicas especies que tienen relaciones sexuales por placer.

—¿Significa que tú y Romina se pueden aparear? —dijo sóbandose el golpe—. Y, y, y ¡Tendrían crías! ¡Eso es! Tenemos que conseguir un conejo macho y traer a la hembra humana del club de cocina. O podrían aparearse entre ustedes. 

Para este punto de la conversación ya le había dado otro golpe a Aby y Romina solo se tapaba la cara para que no notáramos lo avergonzada que estaba. La puerta se abrió y los perros entraron.

—¿Y ustedes en dónde estaban? —pregunté.

—... Ya sabes, por ahí. Marcando algunas cosas —respondieron como si nada. Luego vieron a Romina en su madriguera.

—¿De qué nos perdimos?

—Del plan de Romina y Mike para tener crías. —dijo Aby.

Los dos perros solo abrieron sus ojos y gritaron "¿Qué?" de forma muy fuerte.

—¿Ya se aparearon? —preguntó Leyi tomándonos de las manos— ¡Felicidades! Ya tomaron el primer paso, ya son adultos. Pido ser el padrino.

—¡Suficiente! —grité—. Esto está totalmente fuera de contexto. Solo discutíamos sobre el acosador de Romina.

—¿Acosador? —preguntó Cal—. Mike, esto está mal, tienes que defender el honor de tu hembra.

Lo miré furioso y él sólo se echó a reír. Romina siguió su explicación.

—Entonces dejé a los conejos y cuando fui a los baños sentí que alguien me estaba mirando. Juro que vi una sombra que desapareció ¡No tuve más opción que correr hasta aquí!

—¿Y eso nos afecta a nosotros? —preguntó Cal con desinterés.

Romina solo saltó a la piscina con Aby y se acurrucó en ella. 

—¡Aby! —lloraba—. ¡A Cal no le interesan mis problemas!

—Ya, ya —ella la reconfortaba—. Es sólo un coyote que no sabe nada de sentimientos Quizás es por eso que su especie es tan triste y solitaria. Morirá sólo y virgen. 

Cal solo gruñó.. Leyi se rió por eso y terminó siendo perseguido por Cal.

—¡¿De qué te ríes?! —gritaba avergonzado.

—Mike ¿Cómo ayudaremos a Romina?

—Es sencillo —dije—. Pero necesitaremos hacer algo... ¡Cal ven aquí wey! Ayúdame con esto.

—¿Qué harás? —preguntó Romina nerviosa.

Cal le dio un golpe que la dejó inconsciente.

—¡Ay coño! —dijo él—. Sí le pegué fuerte...

Entonces pasamos al siguiente paso. La atamos a un palo a mitad del pasillo. Si alguien la acosaba necesitábamos descubrir quién era.

—¿Funcionará? —susurró Leyi.

—Esperemos.

—Esto es divertido —se carcajeó Cal.

Romina despertó un poco y se dio cuenta de lo que pasaba.

—¡¿Qué?! —gritó— ¡Chicos! ¡Esto no es gracioso! ¡Suéltenme!

Romina se retorcía y Cal se reía más con eso.

—¡Eso es Romina! —le dije—. Mientras más te muevas más suculenta serás para el depravado, digo el depredador.

—¡Lo siento amiga! —le dijo Aby—. Es para que el depravador salga.

—La única manera de acercarnos es esta... —dijo Leyi.

—Suéltenme animales! ¡Ayuda! ¡Policía! —gritaba Romina. interrumpiendo.

—...Te usaremos de carnada —siguió Leyi.

—¡Carnada tu pinche cola! —seguía gritando.

Escuchamos unos pasos.

—¡Bingo! —dijimos los cuatro y nos escondimos en el salón.

—¡Ay no! —Romina estaba nerviosa— ¡Amigos, ya por favor! ¡Por favor suéltenme!  ¡Ya!

Continuará...