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Capítulo 6
























Pov Alec.























Okay, estaba muriendo por las ansias, ya habían terminado los primeros periodos de clase antes de ver a Magnus y tenía nervios...

¿Y si de pronto se arrepentía?

¿Y si me decía que era mejor cancelar lo de hoy?

Pues sí, ya era viernes. 

Isabelle me había comprado un montón de ropa decente para vestirme y bueno, los últimos dos días había estado llevando mi nueva ropa. Magnus me sonreía abiertamente cuando me veía.

¿Eso significaba que le gustaba mi nueva ropa?

¿Qué le gustaba yo?

No, eso era una tontería, seguro que era la ropa, sí, seguro que sí.

Entré al salón un poco antes que mi padre y me senté ansioso de ver al moreno que aún no se encontraba allí. Magnus siempre parecía llegar segundos antes que mi padre. Ojalá llegara más temprano para que pudiéramos conversar a gusto, aunque pensándolo bien...

¿Conversar de qué?

Él era una persona interesante y yo era... bueno, yo, pero aun así me gustaba estar con él y me gustaba demasiado, por lo cual, cuando entró al salón y como siempre, mi corazón latió con desenfreno. El moreno me sonrió y caminó directamente hacia mí para sentarse a mi lado.

-Te ves muy bien Alexander –dijo sonriendo antes de besarme suavemente la mejilla, escuché varios suspiros de las chicas a nuestro alrededor y, ¿Cómo no? Inmediatamente me puse rojísimo; me aclaré suavemente la garganta y lo mire dándole una pequeña sonrisa.

-Tú también te ves bien... bueno, tú siempre te ves bien –señalé recorriéndolo con la mirada, y es que la verdad siempre se veía increíble.

Su ropa estaba ajustada en los lugares correctos, su cabello y su rostro siempre tenían brillo, sin contar el de sus bellos ojos y su radiante sonrisa; sus dedos, como siempre, estaban enjoyados con hermosos anillos y el color emanaba de él, al igual que la felicidad y la seguridad. Magnus era... simplemente perfecto.

-Bueno... –el chico me miró agradecido–. Gracias por decirlo... ¿Sigue en pie lo de hoy? –Preguntó y me sorprendió cuando noté que lo decía con un tanto de temor y, creo yo, inseguridad. Aquello me tomó desprevenido y parpadeé rápidamente.

-Bueno sí –respondí–. Aunque claro, sólo si quieres –añadí rápidamente.

Él me lanzó su bella y enorme sonrisa.

- ¿Qué? ¿Salir con el chico más hermoso de este instituto? ¡Pero por supuesto que sí!

Mis mejillas tomaron un color escarlata mientras lo miraba completamente sonrojado.

- ¡Magnus! –Lo regañé–. No soy lindo, mucho menos hermoso.

-Bueno Garbancito, lamento informarte, pero lo eres y mucho.

- ¿Garbancito? –Pregunté confundido, el chico soltó una risita pero antes de que pudiera decir algo, mi padre entró al salón, interrumpiendo así nuestra conversación.

Ya tendría tiempo de preguntarle qué demonios le pasaba con ese apodo... aunque realmente me había encantado...

Y eso me aterró.

Magnus Bane... ¿Qué rayos me estás haciendo?





















Pov Magnus.























No puedo creer que diga esto, pero el profesor Lightwood me salvó.

¡Maldición!

¿Por qué le había dicho Garbancito? Ni siquiera sé de dónde había salido eso, aunque en realidad me gustaba, era original, como yo por supuesto, y bueno... Alexander merecía algo sólo para él. Sería mi lindo Garbancito. Cuando pensé en eso, solté una suave risita; el profesor me fulminó con la mirada y yo inmediatamente callé, aunque noté que los hombros de Alec se movían un poco. Velozmente me giré para verlo y miré como estaba conteniendo la risa, yo arqueé una ceja y él se sonrojó mientras me miraba disculpándose, no pude evitar sonreír al verlo tan relajado y le di un suave empujoncito con mi hombro, que el chico me devolvió.

El resto la clase estuvimos así, jugueteando en silencio, intentando que su padre no nos castigara. Siempre que se giraba para vernos, nosotros hacíamos como si nada y fingíamos estar sumamente interesados en su clase. Yo estaba seguro que no lo estábamos engañando, pero bueno, al menos no nos regañaba frente a toda la clase y eso ya era un avance. Cuando el período terminó, Alec se levantó mirándome con una gran sonrisa.

-Así que... ¿Nos vemos en la tarde? –Preguntó Alec inseguro, yo sonreí abiertamente y le besé con suavidad la mejilla.

-Pero por supuesto que sí Alexander, ansío verte más de lo que tú crees –murmuré con total sinceridad antes de retirarme con elegancia; oí las chicas suspirar mientras nos veían y yo les guiñé el ojo, orgulloso de mi Garbancito, mientras me dirigía hacia Catarina, que me miraba con diversión.

-Ese chico te trae loco, ¿Verdad? –Preguntó mientras salíamos del salón y yo asentí con fervor.

-Demonios, ya quiero que sean las cinco.

-Sí, sí, ahora concéntrate Magnus –mi mejor amiga me dio un suave empujoncito–. Aún falta bastante.

-Demasiado para mi gusto –me quejé mientras desaparecíamos por la multitud del pasillo.


























Pov Alec.





























-No, no puedo, no iré –aseguré tirado en mi cama, faltaban dos horas para mi cita con Magnus, pero lo más probable es que no fuera ya que había entrado en pánico.

¿Y si lo arruinaba?

¿Y decía algo estúpido?

¿Y si tropezaba?

No, por supuesto que no, no podía ir, tenía pánico, no quería hacerlo.

-No seas tonto Alexander –gruñó Isabelle sentada sobre mi espalda–. Vamos arreglarte, tienes que lucir perfecto para tu cita.

-No iré, no quiero.

-Sí, sí quieres pero eres un cobarde.

-Tienes razón, soy un cobarde así que no iré, me quedaré aquí a intentar lidiar con eso, así que puedes irte, por favor.

-No Alexander. ¿Es enserio? –Preguntó Isabelle irritada–. Te diré algo, estuve haciendo mis averiguaciones y descubrí que Magnus jamás ha tenido novio.

Yo me senté de golpe haciéndola caer a un costado de mi cama, entre las almohadas.

- ¿Cómo no?

-Pues como lo oyes –indicó ella abrazándose a una de mis almohadas–. Nunca lo ha tenido –yo abrí los ojos sin poder creerlo–. Aunque se habla sobre una vida sexual muy activa de Magnus, nunca nadie nunca lo ha visto realmente interesado en alguien... hasta que llegaste tú.

Yo parpadeé rápidamente mientras mi corazón latía desbocado.

-Pero...

-Además –me interrumpió mi hermana–. ¿De verdad quieres que se desilusione así? Eres la primera persona en la que realmente se interesa, Magnus quizás se vea muy seguro, pero por lo visto no lo es tanto, se arriesgó a invitarte a salir a ti. ¿Y tú lo dejas plantado? ¿Cómo crees que se sentirá respecto a eso? ¿De verdad quieres hacerle eso a ese chico?

-Isabelle yo...

-Me decepcionas hermanito, creí que eras mejor que eso. ¿Y sabes? Deberías ir, no le hagas eso a Magnus, estoy segura que a ti no te gustaría que te lo hicieran a ti. ¿Verdad?

Yo suspiré pesadamente mientras me ponía en pie, cerré mis ojos y con dramatismo estiré mis brazos hacia los lados.

-Vísteme.

Mi hermanita soltó un chillido antes de tirarse sobre mi para darme un extrangulante abrazo.

- ¡Por supuesto que sí! Te verás fantástico, Magnus quedará encantado.

Eso realmente era lo que yo esperaba, necesitaba impresionarlo, necesitaba que creyera que quizás yo podía valer la pena.

















۶⁼³₌₃(づ-̩̩̩-̩̩̩_-̩̩̩-̩̩̩)






















-Te ves fantástico hermanito –murmuró Isabelle mirándome orgullosa de su trabajo; yo mordí mi labio.

- ¿Y si no le gusta? –Pregunté temeroso y mi hermana rodó los ojos antes de resoplar.

- ¿Cómo no le va a gustar? Por favor, te ves hermoso.

-Isabelle –gruñí rodando los ojos–. Estoy hablando en serio.

-Y yo también, te ves genial, que bueno que nos pudimos deshacer de esa ropa tan horrible que tenías.

Yo la fulminé con la mirada antes de verme al espejo.

En aquel momento tenía una camiseta básica negra pegada al cuerpo que resaltaba un poco mi musculatura, sobre ella tenía un gabán negro con una cola elegante, aunque el atuendo no lo fuera mucho, me daba un aspecto de elegancia casual; también llevaba unos vaqueros ajustados al cuerpo color azul oscuro, casi negro y unas botas tipo militar qué Isabelle había escogido para mí.

-Te ves tan hermoso –exclamó ella fascinada; yo rodé los ojos.

-No lo sé... no me siento yo mismo...

-Te ves bien Alexander, te lo juro, ahora vamos a peinarte.

Yo inmediatamente me alejé de ella.

-No, deja quieto mi cabello.

-Alexander... te ves hecho un desastre, por favor déjame peinarte.

-No –fruncí profundamente el ceño y me pasé varias veces la mano por el cabello–. Listo, ya está.

-No, no está, déjame peinarte.

- ¡Que no! –Miré la hora. ¡Demonios! Faltaba media hora para encontrarme con Magnus y el viaje al centro comercial era largo.

¡Esa maldita manía que tenían mis padres de vivir alejados de toda la sociedad! Demonios, llegaría tarde.

-Andando –dijo ella apresurada–. No, espera, espera, espera –tomó un perfume y lo roció al aire; yo la miré sin entender, pero mi hermana me tiró para que pasara por la nube de perfume, yo tosí y la fulminé con la mirada.

- ¿Pero qué demonios? –Gruñí tosiendo.

-Hueles delicioso... ¡Ahora lárgate!

-Isabelle...

- ¡Vamos, vamos! –Gruñó empujándome fuera de mi habitación, por las escaleras y hasta la salida.

-Isabelle...

- ¿Qué? –Gruñó una vez yo estaba fuera de la casa, yo me giré para verlo.

-Deséame suerte.

Ella me sonrió abiertamente.

-No lo necesitas, tienes algo mejor que eso.

- ¿Qué? –Pregunté confundido.

-El encanto Lightwood –mi hermana me besó sonoramente la mejilla y me dio una sonrisa tierna–. Regresa virgen por favor –dijo antes de cerrarme la puerta en la cara; yo rodé los ojos antes de encaminarme hacia mi auto y de allí al centro comercial.

Había llegado la hora. La hora de demostrarle a Magnus Bane que yo valía la pena.

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