Capítulo 24
Pov Magnus.
- ¡Ya quédate quieto! –Me quejé mirando a Imasu caminar dando saltitos mientras miraba a su alrededor, probablemente buscando a Alexander–. Pareces un niño.
-Sólo quiero saludarlo, es un gran chico y... ¡Oh Magnus preséntame a tus amigos! –señaló Imasu mientras nos acercábamos a Ragnor y Raphael, quienes se encontraban sentados en su mesa habitual.
-Lo haré, solo trata de calmarte Imasu, ellos son un poco... serios.
-Seré bueno, lo prometo –dijo mi amigo sonriéndome emocionado; yo solo lo miré divertido antes de encaminarme con el chico hacia la mesa.
-Hola chicos –saludé a Ragnor y Raphael, ellos apenas asintieron mientras miraban con notable curiosidad a Imasu–. Él es...
-Soy Imasu Morales –me interrumpió mi acompañante–. Soy transferido de Perú y estoy seguro que seremos los mejores amigos.
Ragnor y Raphael miraron por un par de segundos a Imasu mientras trataban de acostumbrarse a su excesiva energía; fue Ragnor el primero en hablar, claro, con un poco de incomodidad.
-Pues, bienvenido a la escuela... nuevamente... recuerdo cuando hablaban demasiado en clase –mi verdoso amigo frunció el ceño–. No lo hagan otra vez. Es molesto.
- ¡Ragnor! –Lo reprendió Raphael, aunque por su cara de diversión, supe que él opinaba lo mismo–. Bienvenido de nuevo Imasu, espero que disfrutes de tu último año aquí, solo... trata de controlar tu energía.
-Oh –Imasu sonrió avergonzado–. Está bien, lo haré, seré... ¿Ese es Alexander? –Preguntó Imasu poniéndose en pie mientras sus ojos empezaron a brillar. Oh no...
-Imasu Morales, si en verdad eres mi amigo no lo ha...
- ¡Alexander! –Gritó Imasu llamando la atención, no solo de mi hermoso chico, sino también la de todos los presentes en la cafetería–. ¡Alexander ven aquí, siéntate hoy con nosotros!
Yo miré sobre mi hombro a Alexander, mi pobre chico estaba allí mirando a Imasu avergonzado mientras Isabelle le insistía que se sentara con ella. Era notable que Alec no sabía qué hacer.
Oh... maldito Imasu Morales, me las pagaría.
Pov Alec.
Era un idiota, era un imbécil.
Pude haber tenido el mejor día del mundo, haber salido del castigo con Magnus e Imasu, salir a comer, pasar una buena noche, terminar bien el día...
Pero no, había salido con Jonathan y no es que eso fuera malo, el chico había sido muy atento, pero no la había pasado bien... no como lo hubiese pasado si hubiera salido con Magnus y su amigo...
Tan pronto como salí del edificio hacia el parqueadero, Jonathan estaba allí esperándome en su deportivo rojo sonriéndome amistoso. Yo solo caminé hacia él mientras me preparaba psicológicamente para soportar aquella cita sin pensar en Magnus.
-Alexander, que lindo te ves, ¿cómo te fue en el castigo? –Inquirió mientras me tomaba la mano y me la besaba suavemente.
-Bueno... –yo sonreí recordando mí tarde con Magnus–. Fue genial, papá sí sabe cómo hacer de un castigo algo divertido.
-Me imagino, tu papá es genial.
-Lo es, mucho, es mi mejor amigo.
-Eso es lindo –señaló el chico mientras parecía buscar un tema de conversación–. Y... mi hermana me contó que tú estás castigado junto con Magnus Bane, eso sí debe ser feo.
-Jonathan –dije con dureza–. Si nuestra cita se va a basar en hablar de Magnus, creo que es mejor me que me baje del auto.
-No, por supuesto que no, lo siento, tienes razón –Jonathan me tomó la mano, aquello fue más incómodo–. Ésta es nuestra noche y la disfrutaremos.
Yo asentí lentamente y me abroché el cinturón mientras me recostaba en la silla; mi mirada estuvo todo el tiempo fija en la ventana, cuando Jonathan me hacía una que otra pregunta yo respondía, pero aquello era todo puesto que en general el camino permaneció en silencio... hasta que el chico por fin había aparcado frente a un restaurante italiano.
-Espero que te guste –dijo Jonathan sonriéndome emocionado; yo le sonreí amablemente y asentí.
-Estoy seguro que me encantará.
Jonathan asintió con fervor antes de bajarse rápidamente para abrirme la puerta de copiloto, era tierno... ojalá me gustara. Aquel rubio de ojos color verdes me guió hasta el interior del establecimiento y allí, hasta la mesa más aparada que había en el lugar. Incómodo. En aquel lugar el chico me corrió la silla para que me pudiera sentar.
-No es necesario que lo hicieras –señalé esperando no ser grosero u ofenderlo, solo que no quería que se tomara tantas molestias conmigo.
-Un chico tan bello debe ser tratado de igual forma –indicó Jonathan sentándose a mi lado y nuevamente tomándome la mano. Otra vez. Incómodo.
-Gracias Jonathan –musité con las mejillas levemente sonrojadas.
Jonathan y yo pedimos nuestra comida, pero la mayoría de la velada estuvo silenciosa, exceptuando el sonido de la vajilla mientras comíamos y las copas cuando eran depositadas en la mesa.
Todo estaba tranquilo hasta que, creo yo, Jonathan decidió que el silencio le desagradaba, por lo que suspiró pesadamente y dejó caer los cubiertos a su plato, no con mucha delicadeza.
- ¿Estás pensando en él, verdad? –Preguntó Jonathan sorprendiéndome enormemente.
- ¿Pensando en quién? –Inquirí confundido.
-En Magnus, todavía lo quieres.
-Yo... bueno...
-No tienes que mentir.
-No iba a hacerlo, en realidad no estaba pensando en él... creo que simplemente tenía la mente en blanco, pero sí, tienes razón cuando dices que lo quiero todavía –yo reí amargamente mientras negaba–. No, en realidad no, yo a Magnus lo amo.
Jonathan hizo una mueca y por un momento temí haberlo lastimado. Jonathan se había esforzado muchísimo pidiéndome que saliera con él, recogiéndome después del castigo, buscando un lindo restaurante italiano para traerme acá. Se había esforzado para ser un caballero conmigo. Se había esforzado para hacerme sentir bien, ¿y cómo le pagaba yo? Diciéndole que amaba a otro chico y destruyendo cualquier esperanza que el chico tuviera de estar conmigo.
Pero quizás aquello era lo mejor, hablarle con sinceridad por más mal que me sintiera o que pudiera hacer sentir al chico. La sinceridad siempre era lo más importante o al menos eso me había dicho siempre mi padre; la sinceridad quizás no siempre era el camino más fácil que tomar, pero siempre sería el mejor, y como siempre, mi padre tenía la razón.
Sorprendentemente Jonathan empezó a reír mientras negada, yo lo miré con bastante preocupación.
- ¡Ey! ¿Está bien?
-Es solo que me esforcé por qué... bueno, eres el chico más atractivo que hay en el instituto, eres bellísimo, eres genial, eres tierno e inocente, sería una fortuna salir contigo, pero veo que siempre fue Magnus, ¿no? Desde que llegaste, siempre será Magnus.
-Sí, supongo que sí, no es algo que haya elegido yo, pero desde el primer momento fue él el que me cautivó, si tan sólo te hubiera conocido antes... –me detuve y negué–. No, ni siquiera entonces, creo que tienes razón, siempre será Magnus.
Jonathan asintió con el rostro muy serio antes de sacar su cartera y dejar unos billetes sobre la mesa.
-Yo puedo pagar –me ofrecí.
-Déjalo así Alexander, soy yo quien te ha invitado –el chico se puso en pie para marcharse pero por un segundo se detuvo y me miró con seriedad–. Te voy a decir algo que quizás tú sabes pero no quieres admitir. Magnus te ama, lo vi fingiendo estar interesado en muchos chicos antes y admito que sí sospeché antes de saber la verdad, qué a Magnus le encantaba flirtear con chicas, pero yo a él jamás lo vi enamorado... hasta ahora –mis ojos se abrieron de golpe ante las palabras del chico–. Él sí te ama Alexander, no pierdas al chico que amas sólo por un problema, todos cometemos errores... unos más que otros, pero así mismo todos merecemos una segunda oportunidad. Intenta dársela –finalizó Jonathan con seriedad antes de darme la espalda y alejarse hasta salir del restaurante, digno, como todo un Morgenstern.
Estaba sumergido recordando el día anterior... no había sido malo, sólo que podría haber sido mejor, estaba pensando en ello cuando unos gritos llamaron mi atención...
Oh demonios...
Era Imasu llamándome desde su mesa, dónde se encontraba Magnus con sus amigos, Ragnor y Raphael, creo que así se llamaban, y bueno, no estaba llamando sólo mi atención, sino la de todos los de la cafetería, primero miraban al chico nuevo que gritaba desesperadamente, luego se giraron para verme a mí.
Trágame tierra. Yo odiaba a ser el centro de atención y gracias a Imasu lo estaba siendo.
- ¡Alexander! –Continuó Imasu–. ¡Alexander ven aquí, siéntate hoy con nosotros!
-Alec, vamos, siéntate, no dejes que te afecte –indicó mi hermana hablándome junto al oído–. Vamos a comer ya.
-Yo...
- ¡Alexander! –Siguió gritando el chico–. ¡Por favorcito!
-Izzy, me sentaré con ellos hoy.
- ¿Estás hablando en serio? –Preguntó mi hermana sin darle crédito a lo que escuchaba.
-Él no dejará de gritar si no voy –me encogí de hombros–. Relájate, no me comerán vivo –intenté bromear mientras me encaminaba hacia la mesa de los chicos.
- ¡Alexander, viniste! –Gritó Imasu una vez me acerqué a la mesa; yo asentí sonriendo divertido, el chico me tomó de la mano y me sentó junto a Magnus–. Magnus te extrañaba muchísimo, de verdad, estuvo toda la mañana...
- ¡Imasu! –Magnus le dio un fuerte puñetazo en el brazo a su amigo–. Cállate idiota, eso no es verdad.
Una leve punzada hizo que mi pecho doliera antes de mirar a Magnus con tristeza.
- ¿Así que no me has extrañado? –Inquirí haciendo un pequeño puchero; Magnus me miró preocupado.
-No, claro que no –respondió él, mi puchero se hizo mayor–. Es decir, sí, claro que te extrañé, yo siempre te extraño.
Una gran sonrisa se instaló en mis labios pero antes de que pudiera decir algo, alguien se aclaró la garganta bruscamente para llamar nuestra atención.
-Hola, también existimos –dijo un chico de cabellos color verde, estoy casi seguro que era Ragnor.
-Uh...sí, lo siento, hola, yo soy...
-Alexander Lightwood –dijo por mí un moreno que estaba junto a Ragnor–. Fuiste trasladado junto con tu familia a Nueva York, antes vivían en Londres, pero todos son natales de aquí –indicó el chico–. Tu padre es el maestro Lightwood, que es genial, debo añadir, tu hermana es Isabelle Lightwood, tu hermano adoptivo es Jace Herondale y tu hermanito menor es Max Lightwood, pero éste último no estudia aquí.
- ¿Cómo sabes todo eso? –Pregunté cuando había acertado a todo lo que había dicho.
-Cuando hablas poco escuchas mucho –indicó encogiéndose de hombros mientras me sonreía de lado–. Mi nombre es Raphael Santiago y él... –señaló al chico de cabellos verdes–. Es Ragnor, mi novio, un gusto conocerte.
-Hablas por ti –habló Ragnor, su novio lo miró con reproche y le dio un codazo–. ¿Qué? No lo conozco, no tiene por qué agradarme.
-Eh... yo... –yo no tenía ni idea que responder ante eso.
-Ignóralo Alexander –me dijo Magnus sonriéndome abiertamente–. Es parte de su encanto, solo debes acostumbrarte a él.
-Sigo aquí, ¿sabes? –Preguntó Ragnor frunciendo profundamente el ceño–. No hables de mí como si fuera una mascota.
-Como sea –dijo Magnus girándose hacia mí con una de sus mejores sonrisas–. Así que... ¿cómo estuvo tu fin de semana?
-Oh, bueno, pues Isabelle, Jace y yo...
Pov Magnus.
Bien, Imasu era un idiota imprudente y molesto, pero gracias a ese idiota imprudente y molesto estaba sentado junto a mi bello chico hablando como si nada malo hubiese pasado, como al principio cuando habíamos sido novios. Mis tres amigos habían inundado a mi bello chico con preguntas; fue encantador ver a Alexander responderlas con tanto agrado.
Mi chico era simplemente adorable.
Pero para mi pesar, todo lo bueno llega a su fin, por lo que fue para mí, muy decepcionante cuando la campana que anunciaba el fin de la hora del almuerzo sonó con tal fuerza, comunicándome que mi felicidad había terminado.
-Así que... –Alec tampoco parecía querer irse–. Supongo que tendremos que vernos después entonces.
-Sí... eso creo –yo me puse lentamente en pie mientras la cafetería se desocupaba–. Adiós Alexander –me despedí para mi pesar. Alec pareció realmente triste, por lo cual lo tomé de la cintura para acercarlo a mí. Mis labios rozaron los suyos, pero en vez de concretar un beso como el que deseaba, mis labios recorriendo su rostro hasta llegar a su mejilla; fue hermosa la sonrisa que se instaló en el rostro de mi chico–. Nos veremos en la tarde.
-Adiós Magnus... –se despidió el ojiazul con una sonrisa boba.
- ¡Adiós Alexander! –Se despidió Imasu con emoción, pero cuando se acercaba a mi chico, seguramente para abrazarlo, Ragnor y Raphael lo tomaron cada uno por un brazo para arrastrarlo lejos–. ¡Ey! Yo quiero despedirme de...
- ¡Ya cállate! –Lo reprendió Ragnor arrastrándolo lejos, yo rodé los ojos pero cuando miré a Alec por última vez, noté que éste estaba riendo por la escena que estaba presentado Imasu.
¡Mi chico era tan lindo!
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