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Capítulo 2





















Pov Magnus.


















-Y después tu padre me invitó a una orgía junto con Lady Gaga y Zac Efron –terminó Catarina. Yo asentí.

-Excelente, qué bueno.

- ¡Magnus Bane! –Gritó mi mejor amiga antes de darme un fuerte golpe en la cabeza–. ¿Qué demonios está sucediendo? No me escuchas.

-Claro que lo hago.

- ¿De qué estaba hablando?

-Eh... yo... bueno...

- ¿Lo ves? –Inquirió ella irritada–. ¿En qué piensas tanto? Después de la clase con el profesor Lightwood has estado totalmente distraído. ¿Qué te tiene así?

Sin poder evitarlo, dirigí la mirada hacia Alexander, que se encontraba sumergido en su libro, Catarina soltó una risita.

-Él es tan gay –dijo mi amiga burlona–. Tiene una increíble cara de pasivo... es muy tierno.

-Lo es –musité suavemente.

-Y bueno... está muy lindo.

-Bellísimo –murmuré suavemente y mi amiga soltó un resoplido.

-Sí claro, como si te gustara –dijo ella con amargura–. No te burles de los gays, puedes fingir ser uno, pero no te burles de Alexander.

-No me burlo –dije mirándola ofendido.

- ¡Claro que sí! ¿Cómo le vas a decir que es hermoso? Los heterosexuales no utilizan esa palabra para describir a otro hombre... a menos que... –mi amiga me miró de forma pícara–. ¿Te estás creyendo tu mentira? –Sé que lo dijo por bromear, pero aun así la fulminé con la mirada.

- ¡Por supuesto que no!

-Oh vamos, quizás te estás volviendo gay.

-Claro que no y para demostrarte, mira esto... ¡Ey Camille! –Llamé a la jefa de las animadoras–. ¿Es verdad que vas a tener tu pijamada esta noche con las chicas? –Ella asintió sonriendo–. Supongo que estoy invitado.

-Por supuesto, necesitamos consejos de moda –dijo la chica sonriéndome encantadoramente–. Te esperamos a las ocho en mi casa, y no olvides el barniz de uñas con purpurina que tanto me encanta.

-No lo haré querida –dije yo sonriendo y miré con suficiencia a Catarina–. ¿Ves eso? Soy completamente heterosexual.

-Sí por supuesto, porque no hay nada más varonil que tú pintándole las uñas a las animadoras mientras que cotillean y se hacen mascarillas.

Yo la fulminé con la mirada.

-No me refiero a eso, me refiero a que... –bajé la voz tras mirar a mí alrededor–. Estaré toda una noche con ardientes animadoras en pijamas muy pequeñas. ¿Cómo lo ves?

-Eres un pervertido –gruñó Catarina arrugando la nariz–. Es en serio, no seas tan cerdo, no sé cómo puedo ser tu mejor amiga.

-Porque no puedes vivir sin mí, cariño –dije divertido y ella empezó a recordarme lo irritante que yo era, pero ya no la estaba escuchando, nuevamente le dirigí toda mi atención al chico de hermosos ojos color zafiro que se encontraba leyendo.

Mi corazón se detuvo cuando, de un momento a otro, él alzó la cabeza y se me quedó mirando, sus ojos brillaban con curiosidad, incluso desde la lejanía lo podía ver. Sin pensarlo, me levanté sorprendiendo Catarina, que me miró confundida.

- ¿Pasa algo? –Preguntó preocupada.

-No... sí... quiero decir... Bueno... tengo que ir al tocador –dije antes de salir corriendo.

Tropecé un poco cuando por encima de mi hombro miré a Alexander, que me miraba con diversión y una ceja arqueada, sus mejillas estaban levemente sonrojadas.

¡Maldición!

Era tan lindo.

¡Demonios!

No podía seguir pensando eso. Por favor Magnus Bane, piensa en las animadoras semidesnudas, piensa en las animadoras semidesnudas.






















Pov Alec.



















- ¡Alec! –Gritó Isabelle cayendo a mi lado. ¿De dónde salió? Mi hermana un día de estos me iba a hacer dar un infarto.

- ¡Isabelle no grites! –Reprendí mientras los dos nos dirigimos hacia el parqueadero, donde seguro Jace ya nos estaba esperando.

-No seas gruñón hermanito. ¿Cómo te fue en tu primer día de clases?

-Bueno... papá me humilló públicamente.

-Oh sí... algo escuché sobre eso, seguro será una buena anécdota.

-Para ustedes, no para mí –refunfuñé malhumorado.

-En fin... ¿Conociste a alguien interesante?

-Isabelle, no empieces...

-Lo viste. ¿Verdad? Todos en el instituto hablan de él.

- ¿De quién? –Fingí ignorancia.

-No te hagas Alexander, todos comentaban como el chico te observaba, Magnus es un buen partido, estás dando fuertes golpes. ¿Verdad hermanito?

- ¡Cállate por favor! Míralo... es perfecto –musité mirándolo de reojo. El chico estaba apoyado en su auto mientras que las animadoras lo rodeaban–. Jamás se fijaría en un perdedor como yo...

-No sé de qué están hablando, pero –Jace me dio un fuerte golpe cuando nos acercamos a él, yo solté un chillido y lo miré mal.

- ¿Y eso por qué fue? –Inquirí furioso.

-No te menosprecies Alec –reprendió mi hermano.

-A Alec le gusta Magnus –canturreó mi hermana.

- ¿Brillitos? –Preguntó Jace curioso–. Todos hablan de él –señaló rodando los ojos mientras se subía en el asiento del copiloto antes de Isabelle, quién lo fulminó con la mirada antes de subirse en el asiento trasero.

Genial, como siempre yo conducía, amaba a mis hermanos, pensé sarcásticamente.

-Bueno es que es muy lindo –murmuré sonrojado.

-Entonces ve y háblale –dijo Jace con seriedad antes de estallar en sonoras carcajadas–. Sí claro, como si fueras capaz.

- ¡Jonathan! –Isabelle lo golpeó con fuerza en la cabeza–. No te burles así de Alec.

-No me digas Jonathan –refunfuñó mi hermano–. Y bueno... no me burlo –yo lo miré con escepticismo mientras salía el parqueadero–. Está bien, quizá solo un poco, pero Alec no es ese tipo de chico, no lo presiones Isabelle –mi hermano se giró para verme–. Y como ya dije, no te vuelvas a decir perdedor Alexander o esta vez te daré un golpe que verdaderamente te dolerá –me advirtió Jace–. Simplemente... bueno si Magnus no se da cuenta del gran hermano que tengo, es todo un idiota... le hablaré de ti –aseguró él.

- ¿Son amigos? –Pregunté sorprendido, Jace soltó una risita.

-Por supuesto que no, pero para mí no será un problema hablarle, le contaré lo perfecto que eres...

-Jace –frené en seco antes de salir del parqueadero, un auto detrás de nosotros casi choca con el nuestro y empezó a lanzarnos fuertes maldiciones y a sonar su bocina, pero yo lo ignoré completamente–. Nadie sabe que soy gay, sólo ustedes dos, así que no hablarás con él de nada.

-Pero Alec... creí que te gustaba...

-Eso no importa, no puedes decirle a nadie, se discreto. ¿Y si todo el mundo se entera? ¿Y si mi papá se entera? Oh por el ángel, no Jace –lo miré con furia–. No le vas a decir a nadie.

Mi hermano alzó las manos.

-Está bien, está bien Alec, no lo haré, pero ya sabes lo que opino, creo que a papá de verdad no le importaría que seas gay.

-Sí claro –yo resoplé–. Él espera demasiado de mí.

- ¿Y qué? –Preguntó Isabelle–. Ser gay no te hace menos, así que deja la estupidez Alec.

-Como sea, aún no estoy listo.

- ¿Algún día lo estarás? –Preguntó Jace. Yo suspiré antes de encogerme de hombros.

-No sé, quizás no, como sea, no lo diré, así que ya basta.

Mis dos hermanos suspiraron pero no insistieron más con aquel tema. Ya sabían que era mejor no hacerlo. Si algo era cierto es que yo podía ser demasiado tenaz, aún no estaba listo para decirle a mis padres lo que era y nadie me convencería de lo contrario.

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