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Capítulo 11




















Pov Alec.





















Magnus comenzaba a preocuparme, caminamos un rato entre bromas tontas, suaves empujones y tiernas miradas, pero no había olvidado lo que me había dicho: tenemos que hablar. Tanto Isabelle como Jace me habían dicho que aquello era el inicio de una terrible conversación...

Tenía pánico.

Una vez llegamos a la plazoleta de comidas para buscar un helado, miré a Magnus y suspiré pesadamente.

- ¿Qué está pasando? –Inquirí.

- ¿A qué te refieres?

-Ya sabes, me dijiste que teníamos que hablar, así que.... ¿De qué se trata?

El moreno mordió su labio, pidió los helados, me entregó el mío y me miró con miedo.

-Magnus... ¿Es que ya no quieres ser mi amigo? ¿Hice algo que te molestó? –Y mi corazón se estrujó–. ¿Te molestó lo del...?

-No –ni siquiera me dejó terminar–. Por supuesto que no, no Alexander no es eso, es solo que tú tienes miedo de salir del armario. ¿Verdad?

- ¿Es por eso? –Preguntó aterrado–. Magnus dame tiempo, sé que si nosotros dos tenemos algo puede funcionar, para que funcione necesito que me des un poco de tiempo para decírselo a mis padres.

-Pero Alexander... no es eso...

-Por favor, no me dejes, en verdad eres especial.

-Alexander por favor...

-Sé que tú eres abiertamente gay, pero por favor dame tiempo, es que...

-Alexander por favor...

-Tengo miedo, no me dejes, prometo que me prepararé rápido para que mis padres entiendan que...

Y Magnus me interrumpió, de la mejor forma que se puede interrumpir a alguien, sus labios se unieron con los míos, dejé caer el helado y aquello no me importó, mis manos inmediatamente se dirigieron al cabello del moreno sin importar que mis manos se llenarán de purpurina, aquello era lo que menos me interesaba, quería disfrutarlo, quería disfrutar los dulces y suaves labios del chico, aquellos que me fascinaban tanto, sentí una de las manos de Magnus tomarme de la cintura para acercarme.

¡Y maldición!

Si no hubiera sido porque nos faltaba el aliento, no me hubiera separado de Magnus jamás.

- ¿Terminaste? –Preguntó él mirándome con diversión; yo asentí grogui, mirándolo encantado.

Magnus se inclinó un poco para darme un suave beso mientras me acariciaba la mejilla.

-Alexander, esto es importante.

- ¿Qué es? –Pregunté yo con suavidad y mayor calma.

-Creo que tus padres saben que eres gay...

Y la calma se acabó, todo mi cuerpo se tensó, yo me sentí palidecer al tiempo que sentía un frío recorrerme la columna.

-No...

-Alexander mantén la calma, por favor –no quería hacerlo, pero fue imposible desesperarme cuando las manos de Magnus acunaron mi rostro–. Déjame explicarme –yo asentí suavemente–. Tus padres han estado actuando muy extraño...

-Bueno, ellos siempre son así... raritos –explicó el ojiazul; yo solté una risita.

-Sí, bueno, pero Alexander, creo que deberías confiar en ellos, no te estoy presionando para que les digas que eres gay, pero... –rasqué mi nuca de forma incómoda–. No creo que les vayas a sorprender mucho.

Sentí mi corazón latir con velocidad, era verdad...

Bueno, desde que había llegado Magnus mi padre me miraba extrañamente...

Oh... y se había aliado con mi madre para que estuviera todo el tiempo con Magnus...

También el que supieran explicaría que todos hayan desaparecido por idea de mis padres...

Oh maldición...

Lo sabían...

Sabían que yo era gay...

Abrí mis ojos de golpe y Magnus me miró preocupado; yo tragué grueso.

-Lo saben...

-Sí cariño, eso creo y también creo que no les molesta en absoluto.

Yo me mordí mi labio.

- ¿Y si nos estamos equivocando?

-No tienes porqué preguntarles, pero Alexander, tus padres son encantadores, deberías confiar más en ellos...

-Magnus... quiero decírselo.

Él sonrió abiertamente.

-Estoy para ti. ¿Estás seguro?

-No, en realidad no, pero quiero hacerlo.

-Alexander...

-Confío en ellos, nunca me han dado razones para no hacerlo.

- ¿Entonces...? –Magnus me miró con felicidad–. Ve a hacerlo vaquero.

Yo asentí con fervor, pero necesitaba valentía, necesitaba mucha valentía para hacerlo, por lo cual tomé a Magnus del cuello para atraerlo hacia mí mismo; estrellé mis labios contra los de él... sentí su suavidad y su dulce sabor antes de separarme del chico y salir corriendo fuera de centro comercial.

Lo haría, confiaba en ellos...

Confiaba completamente en ellos.



















( ͡° ͜ʖ ͡°)



























Toda la seguridad que tenía cuando hablé con Magnus había desaparecido tan pronto como había llegado a casa, mentiría si no dijera que estaba aterrado. Mí bajada del auto fue extremadamente lenta y ni hablar de mí caminar hacia la puerta. Debía hacerlo, Magnus tenía toda la razón, tenía los mejores padres del mundo, eran fantástico, sabía que aunque no lo supieran, lo entenderían cuando se enteraran.

Sintiéndome así, abrí la puerta con decisión y caminé hacia el estudio donde seguro estaban ellos, pero no, no estaban allí; fruncí el ceño, busqué por toda la casa.

¡Demonios! ¿Dónde estaban?

Frustrado decidí caminar hacia el único lugar en el cual no había buscado, su habitación, ni siquiera me molesté en tocar la puerta, no podía, seguramente me acobardaría en el tiempo que me tardara haciendo eso, por lo cual la abrí.

¡Y maldición!

Debí tocar, encontrar así a tus padres no era nada cómodo, mis mejillas se sonrojaron y los dos se quedaron mirándome completamente sorprendidos.

Mi padre frunció el ceño.

- ¡Alexander! –Gruñó–. ¡Debes tocar la puerta, ya te lo he dicho!

-L-lo si-siento, es so-solo que yo quería ha-hablar con ustedes.

-Alec, cariño... –habló mi madre con voz temblorosa–. ¿Qué te parece si hablamos después?

Yo mordí mi labio y asentí con fervor antes de correr aterrado hacia la habitación de Jace, tampoco toqué, mi mejor amigo estaba sentado leyendo, cuando me vio entrar de golpe, se sobresaltó y me miró con preocupación.

-Alec hermano. ¿Estás bien?

Yo negué con fervor.

-No, no lo estoy.

- ¿Qué ha pasado?

-Mamá y papá... ellos estaban... y yo sólo quería hablarles... y decirles... pero entré a su habitación sin tocar y...

-Oh ya entiendo, sí, gran error, no deberías haber hecho eso.

- ¿Tú sabías qué...?

-Bueno no son las personas más silenciosas del mundo, así que sí, por eso estaba leyendo, intentando distraerme –Jace me miró burlón–. Lamento que hayas visto eso.

- ¡No los soporto! –Gruñó Isabelle entrando a la habitación–. ¿Por qué tienen que hacer tanto ruido? –Tan pronto como me miró, sus ojos se abrieron de golpe–. ¿Tú no estabas con Magnus?

-Hubiera sido mejor que se hubiera quedado con Magnus –se burló Jace, yo le di un fuerte puñetazo en el brazo y él soltó un quejido adolorido–. Sigo prefiriendo esto a ver lo que tú viste.

- ¿Qué vio? –Preguntó Isabelle realmente curiosa.

-Nada –respondí yo.

-A papá y mamá –me delató mi hermano. Traidor–. Entró a la habitación sin tocar.

Isabelle soltó una risotada.

-Demonios les he dicho que echen seguro. ¿Y qué tal si Maxi los mira?

-No te preocupes –la tranquilizó Jace–. Le puse música en sus audífonos, él sigue siendo inocente.

Yo suspiré.

-Maldición, ahora no sé si pueda verlos a la cara.

- ¿Por qué entraste a su habitación sin tocar? Tú nunca haces eso –dijo Isabelle divertida.

-Voy a decirles a papá y mamá.

- ¿Decirles qué? –Preguntaron mis dos hermanos al unísono.

-Ya saben...

Isabelle me miró completamente sorprendida.

- ¿Por qué lo has decidido? Es decir, me parece una gran idea, pero. ¿Por qué de repente?

-Magnus tiene la loca idea de que ellos lo saben. ¿Pueden creerlo? –Mis dos hermanos se miraron nerviosos y ninguno contestó, lo cual me hizo fruncir el ceño–. ¿Ustedes también lo creen?

-Bueno Alec... sí, creo que ellos lo saben hace bastante tiempo –me dijo Isabelle sonriendo nerviosa.

-Pero –añadió Jace rápidamente–. También creemos que no les molesta, en realidad creo que se sienten muy orgullosos de ti.

Yo mordí mi labio.

-Por eso quiero decirles, si por algo no lo saben, no creo que vaya a ser nada del otro mundo para ellos.

-Son muy comprensivos –señaló Isabelle con suavidad–. No te van a querer menos por el simple hecho de que seas gay, Alec.

-Sí, entonces... definitivamente les diré, pero primero los dejaré terminar.

- ¿Oyes eso? –Preguntó Jace curioso, yo me quedé en silencio y negué.

-No, no escucho nada.

-Exacto, ya terminaron, así que creo que es hora de hablar con ellos.

-Espera –Isabelle me tomó el brazo–. Deja que se vistan.

Noté que se estaba burlando de mí; quité mi brazo con brusquedad.

-No te burles Isabelle, no es gracioso, eso fue traumatizante.

-Es tu culpa –nuevamente mis hermanos hablaron al unísono.

Odiaba que hicieran eso.

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