Capítulo 2
Estaba mirando el castillo y recordando la primera vez que entré ilusionada por esas puertas cuando dos niños de primer año se me acercaron.
-Hola, tú eres de las mayores ¿verdad?- me habló el de menor tamaño y pelo rubio.
-Sí, así es- me agaché para ponerme a su altura y les sonreí.
-¿Estuviste nerviosa la primera vez?- me preguntó aterrado su compañero, un moreno de mirada inocente.
Ese comentario provocó que en mi cabeza se reprodujera el recuerdo de mi selección.
Hace seis años
-Zabini, Theresa- dijo la señora que se había presentado minutos antes como Profesora Mcgonagall.
El Gran Comedor estaba en completo silencio esperando un veredicto, al igual que con el resto de chicos nuevos.
Con el cuerpo temblando como un flan, caminé hasta sentarme en el taburete frente a todo el colegio. Segundos después algo se colocó en mi cabeza y dejé de ver.
-Mmmm, interesante. Creo señorita que ya sabías tu casa incluso antes de sentarte aquí- murmuraba la voz del Sombrero Seleccionador en mis oídos.
Se hicieron unos segundos más de silencio hasta que un gritó lo rompió
-¡Slytherin!-
La profesora me lo quitó de la cabeza y pude oír los aplausos del colegio añadido a los gritos y silbidos de la que sería mi nueva casa.
Con una sonrisa me dirigí a la mesa y me coloqué en el sitio que había dejado mi primo entre él y Malfoy. Me senté y di un abrazo emocionado a Blaise. Una vez relajada noté una voz susurrándome al oído.
-Te lo dije, no te va a quedar otra opción que soportarme-
Lancé una mirada asesina a ese estúpido especimen rubio que sonreía con suficiencia.
En la actualidad
Cuando volví a la realidad los dos niños me miraban con curiosidad. Seguramente preguntándose el por qué de mi tardanza al contestar.
-Sí, estaba aterrada pero no tenía motivos para estarlo. Es un monento que no olvidareis nunca- dije mientras colocaba bien el gorro al rubio, ya que se le había torcido hacía la derecha.
-¿Qué es esto?- preguntaron al unísono al ver la cicatriz que no había desaparecido y que no iba a hacerlo, la cual se encontraba un poco más arriba de mi muñeca.
Como acto reflejo me bajé la manga para impedir que se viera.
-Solo un recordatorio- les sonreí de nuevo y señalé el lugar donde debían esperar con el resto de niños de primer curso.
Estos se despidieron alegres y les seguí con la mirada hasta que una voz me hizo girarme.
-No sabía que se te dieran tan bien los niños- dijo la voz de Harry Potter.
-Ni yo tampoco, supongo que es algo natural- dije mirándolo a los ojos y sonriendo levemente.
-¿Qué es la cicatriz que vieron los niños?-preguntó señalando mi muñeca.
-Recuerda Potter, la curiosidad mató al gato- fue lo único que respondí mientras me encaminaba al comedor.
Entré y tomé asiento entre mi primo y Malfoy. Siempre habíamos sido bastante amigos los tres, aunque Draco y yo de pequeños nos detestábamos, pero desde que tuvimos que unirnos a las fuerzas de Voldemort y vivir casi dos años bajo la presión y la tortura, lo único que nos impedía caer era el apoyo que nos brindábamos, lo que nos hizo inseparables.
El silencio se hizo en el comedor mientras los niños iban pasando uno por uno por el Sombrero Seleccionador.
-¡Griffyndor!-
-¡Huflepuff!-
-¡Ravenclaw!-
-¡Huflepuff!-
-¡Slytherin!-
Los aplausos y silbidos se escuchaban cada vez que el sombrero dictaminaba una casa. Desde mi sitio pude distinguir que los niños de antes habían acabado en casas distintas, el rubio en Griffyndor y el moreno en Slytherin, quién me saludó al sentarse en un lugar cercano al mio.
Cuando todos los alumnos nuevos estaban ya situados en sus respectivas casas, la Directora Mcgonagall se posicionó tras el antiguo atril de Dumbledore.
Desde ahí, dio un discurso advirtiendo sobre lo mismo de todos los años: el bosque prohibido está prohibido, no se debe merodear en los pasillos por la noche, nada de molestar a Peeves... y continuó hablando sobre todas las perdidas de la guerra y sobre que en su honor debíamos salir adelante y estar unidos. Que lo sucedido durante ese pasado año no debía distanciarnos más entre nosotros.
Tras acabar el discurso con un deseo de buen año, apareció el banquete.
Toda la sala se llenó de los murmullos de las conversaciones y todo cobró vida.
Estuve toda la cena riéndome y hablando con el pequeño moreno que se llamaba al parecer Jaime Frasser junto con Draco y Blaise. Ese pequeño logró sacarnos más de una sonrisa a todos, cosa que nadie había conseguido en mucho tiempo.
El banquete acabó y Mcgonagall hizo un último aviso antes de que saliéramos todos.
-Voy a anunciar a los Prefectos de este año: De Slytherin son la señorita Theresa Zabini y el señorito Draco Malfoy, de Griffyndor el señorito Harry Potter y Ronald Weasley, de Huflepuff son Hanna Abbot y Alicia Spot y por último de Ravenclaw son Luna Lovegood y Frank Randall.- el comedor estalló en aplausos y felicitaciones.
Me levanté junto con Draco y reunimos a todos lo alumnos de primer año.
-¡Los alumnos de primer año por aquí por favor, los alumnos de Slytherin de primer año sigan a la chica de pelo plateado!- gritó Malfoy.
Le lacé una mirada rápida y negué con la cabeza. Seguimos reuniendo niños hasta que no quedó ninguno suelto.
-Bien alumnos, acompañadme- dije colocándome delante de ellos y caminando hacia las mazmorras.
Una vez llegados a la puerta de la casa les dijimos la contraseña y acompañé a las niñas hasta sus respectivas habitaciones, al igual que Draco hizo con los chicos.
Una vez todas en la cama bajé a la sala común donde ya estaba Malfoy esperándome ,y nos dirigimos a la torre de los Premios Anuales. En la batalla contra Voldemort una de las zonas afectadas por la lucha fue esa torre, por lo que tuvieron que reconstruirla. En su construcción decidieron que harían dos torres de Premios Anuales, una que compartirían Griffyndor con Slytherin y otra Ravenclaw con Hufflepuff.
La torre estaba compuesta por una mini sala común con un sofá grande y dos individuales de color negro frente a una chimenea de piedra de la que salían unas llamas rojas anaranjadas. De esta salían dos escaleras hacia arriba, las de la derecha daban a dos habitaciones para los Griffyndor y las de la izquierda para los Slytherin.
En uno de los sofás se encontraban Potter y Weasley mientras jugaban una partida de ajedrez mágico en la mesa de madera que había entre los sofás y la chimenea.
-Buenas noches- les dije a todos en general antes de subir hacia mi correspondiente habitación.
Tampoco es que tuviera una gran relación con esos dos componentes del Trío de Oro, de hecho con el que mejor relación tengo es con Potter, y no se podría decir que fuera gran cosa.
Hace un año
Con los gritos agonizantes de Granger de fondo bajé sigilosamente las escaleras que conducían a los calabozos, donde tenían retenidos a Potter y a Weasley.
Vi que había un guarda en la puerta y con un Desmaius le dejé inconsciente.
Con un Alohomora abrí la cerradura de la celda y me intruduje en su interior.
-Lumus- susurré a mi varita, que segundos después se ilumunó como un faro.
Frente a mí pude distinguir a varias personas escondidas tras las columnas.
-No hagas que me castiguen por nada Potter, aprovecha está ventaja- y salí por la puerta para volver a subir las escaleras.
En la actualidad
Subí las escaleras y me introduje en la habitación. Era normal, ni muy grande ni muy pequeña. Los colores que abundaban eran el verde y el plateado como mi casa, y ya estaban allí mis maletas junto con Sombree, mi lechuza negra.
Coloqué la ropa en el armario y saqué el atril donde dormía Sombree.
Una vez todo acabado fui a meterme en la cama pero una conversación me paralizó.
-¿Qué hacéis aquí Potter? Vuestra habitación está al otro lado- dijo Draco con su amable tono natural.
-¿Y qué haces tú conjurando un hechizo para impedir que oigamos lo que ocurre en este lado?- dijo la voz de Harry.
-Eso a ti no te incumbe-
-Si que lo hace Malfoy, así que dime qué estás haciendo o ....- comenzó a amenazar Ron.
-Basta- dije saliendo de la habitación. Un par de ojos verdes, unos azules y otros grises se posaron en mí con intriga.
-El hechizo es por mí, Potter. Hay algunos que seguimos teniendo pesadillas después de todo lo vivido, y dudo que te apetezca despertarte a altas horas de la noche por mis gritos- dije gélida. No me gustaba tener que decir esto, pero lo último que necesitábamos era una riña entre tres Prefectos.
Harry me miraba asombrado, Ron con desconfianza y Draco... con su cara de "hermano mayor preocupado".
-¿Contentos?- dijo Draco- Ya tenéis lo que queríais, ahora fuera-
Los dos chicos se fueron hacia sus habitaciones y yo me despedí de Draco, dándole las gracias, para luego meterme en la cama.
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