Capítulo 12
Harry
Menudo día.
Llevo una aburrida mañana de clases y lo que más me apetece ahora es estar un rato tranquilo mientras como junto con Ron y Hermione.
-Sin duda, el nuevo profesor de Pociones es un desastre. Hoy se ha confundido por lo menos tres veces al hacer una poción tan simple como la
Esencia de Murtlap.- fanfarroneaba Hermione mientras lanzaba miradas hacia el profesor de pociones.
-Pues a mí me hace gracia.- aporta Ron haciendo que la castaña le lance una mirada capaz de matar a alguien.
-¿Tú que opinas Harry?- pregunta Ron intentando buscar mi apoyo.
-Ah, bueno, pues... a mí...- no pude acabar ya que una orda de lechuzas entró al comedor.
-Que raro. El correo suele venir en el desayuno.- dijo Hermione.
-Sí, pero esta mañana no han aparecido.- añado.
Los animales dejaron caer sus respectivos paquetes a cada dueño y el periódico. Ron y Hermione recibieron algo, así que fui yo el primero en leer el periódico. Los ojos se me abrieron y no pude evitar atragantarme con la comida al leer el titular de la primera página.
-¿Qué ocurre Harry?- escuché la voz de Ron a mi lado. No le contesté, solo le pasé el periódico. El cual interceptó Hermione antes y se puso a leerlo.
-Ataque contra la prisión de Azkaban. Ayer, día 3 de Noviembre, un grupo de personas no identificadas atestaron un ataque contra la conocida prisión de Azkaban. Nuestras fuentes indican que no ha habido daños colaterales ya que al parecer, el objetivo del ataque era extraer con vida a varios de los mortifagos que estaban allí cumpliendo condena por ayudar, recientemente, al Señor Oscuro. Todavía no se sabe cuantas personas lograron salir pero sí tenemos el nombre de alguna de ellas: Gideon Suthsen, Damon Parkinson, Adaire Zabini, William Zabini, Lucius Malfoy, Ethan Solem y por lo menos cinco mortifagos más. Todas estas personas, cumplían condena por servir de manera fiel a Lord Voldemort. No sabemos su paradero ni cual es su objetivo, pero las autoridades...- empezó a leer Hermione. -El resto no dice gran cosa- suspiró.
Mientras ella leía la noticia, no pude evitar mirar a la mesa de los Slytherin. Más concreto donde se encontraban Malfoy, Theresa y Blaise.
Ella estaba comiendo cuando abrió el periódico y de la sorpresa escupió el agua. Ellos la miraron y ella extendió el periódico. Mientras iban leyendo, sus caras se tornaron más pálidas a cada momento que pasaba. Se veía que la noticia les había afectado. Aun que lo entendía, sus familiares se encontraban entre los mortifagos fugados.
-Esto es malo, muy malo- dijo Hermione.
-No hace falta que lo digas. Está claro- dijo Ron.
La comida acabó y continué con las clases, a demás, el equipo de Griffyndor entrenaba hoy quidditch. Todo el conjunto de actividades y cosas me hicieron olvidarme de lo ocurrido en Azkaban.
Hermione tenía razón, esto era malo. No se sabía nada ni de su paradero ni de sus planes. Aun que algo estaba claro, me querían muerto. Y sé de otra persona a la que también la quieren ver a varios metros bajo tierra.
Cuando acabé el entrenamiento me duché y después bajé a la biblioteca. Necesitaba algunos libros para hacer el trabajo de Herbología.
Al llegar el silenció permanente de la biblioteca me saludó. Caminé sin hacer ruido hasta la zona más apartada de la biblioteca, donde se encontraba la sección de plantas y pociones.
-Hola- me susurró una voz a mi espalda. Di un pequeño brinco del susto. Detrás mio se encontraba la pequeña Luna, cuyos ojos estaban tapados por sus características gafas encuentra bichos. O como se llamen.
-Me has asustado- le sonrió. Ella me devuelve la sonrisa.
-¿Qué haces aquí?- sigue susurrando. Aun que no haya bibliotecaria, nadie se atreve a levantar la voz más de lo necesario.
-Busco unos libros para hacer un trabajo. ¿No habrás visto a Neville por aquí? Necesito una información en específico y no sé exactamente donde encontrarla.- le pregunto echando una mirada por encima a los libros apilados en la estantería.
-No. Esta tarde no se ha pasado nadie por aquí excepto tú y esos tres- señala a una esquina medio escondida donde se encuentran Blaise, Malfoy y Theresa. Fruncí el ceño al verlos ¿De qué hablarían? Se les veía serios.
-¿Llevan aquí mucho tiempo?- pregunto antes de pensar.
-Desde que terminaron las clases. Llevan hablando serios durante mucho tiempo. Creo que ha debido de pasar algo- dijo en su característico tono alegre.
-Ya veo- susurré más para mí que para ella.
Al final subí de nuevo a la torre sin llevarme ningún libro. Ya buscaría a Neville en otro momento y le consultaría.
Entré suspirando en la sala común y vi que Ginny estaba sentada en uno de los sofás con cara de pocos amigos. Estupendo.
-Llegas tarde ¿Dónde estabas?- preguntó mientras se levantaba y me miraba enfadada. Intenté hacer memoria para saber si había quedado con ella esta tarde pero no, esta vez no era mi culpa.
-En la biblioteca. Necesito unos libros para hacer un trabajo de Herbología- digo cansado mientras me tiro al sofá. Oh, bendito sofá.
-¿Y por qué no traes libros?- su mirada me atraviesa. Parece que me está juzgando la Santa Inquisición.
-Al final no he cogido ninguno porque creo que sería mejor preguntarle a Neville acerca de qué libro me vendrá mejor- mi respuesta no parece convencerla y sigue mirándome enfadada.
-Mentira- dice mientras coloca las manos en las caderas. -Estabas con ella, lo sé.-
-¿Con quién?- pregunto sorprendido.
-Con la zorra esa que se acuesta contigo. Theresa Zabini- escupe la frase como si fuera veneno. Me levanto indignado y claramente enfadado.
-¿De verdad piensas que te estoy engañando?- le pregunto entre perplejo y cabreado. Me dolía que pensara algo así de mí.
-No lo pienso. Estoy segura- justo en ese momento la puerta del cuarto de Ron se cierra y veo que está observando la escena con cierto interés. -Y seguro que ella también se acuesta con Ron, y con su amigo, Draco- asegura.
Ron abre lo ojos y me mira con pena. Gracias amigo, apoyo ante todo.
-Yo no me acuesto con ella. Tu hermano tampoco se acuesta con ella ¿no Ron?- él asiente con la cabeza- Y si ella quiere acostarse con su mejor amigo pues bien por ella. A mí no me importa- esto último que había dicho puede que no fuera del todo cierto. Sabía que Draco y Tessa no se acostaban porque él se veía que la protegía como a una hermana, no como a su novia.
-¿Y debo creérmelo?- se cruzó de brazos. A la mierda, estoy harto.
-Mira Ginny. No sé que te pasa pero llevas un tiempo paranoica. No paras de decirme que te engaño y siempre que puedes me gritas enfadada. Desde que te dio ese ataque de celos siempre estás intentando desacreditar a Theresa. Y me parece mal, ella no se merece que estés constantemente hablando mal de ella. Ha hecho cosas de las cuales muchos le debemos las gracias. No estoy de acuerdo contigo- le digo tranquilo. La cara de la pelirroja estaba igual o más roja que su pelo.
-¡¿Cómo te atreves a...?!- no la dejé acabar. La interrumpí.
-Ginny, necesitamos un tiempo- le suelto de sopetón. Ella se queda quieta y me mira como si acabase de decir algo impensable.
-¿Qué has dicho?- pregunta un poco más calmada, o eso intentaba aparentar.
-Lo que has oído. Creo que necesitamos un tiempo- esta vez digo las palabras más seguro, más convencido.
-Estás rompiendo conmigo- dice.
-Sí pero no. No digo que no podamos volver, pero creo que necesitamos un tiempo. Para que te serenes- las palabras salen de manera delicada, intentando no hacer que la pelirroja estalle en un ataque de ira.
-¿Cómo...cómo...? ¡¿Cómo te atreves...- cogió una silla de madera que había a su lado y la levantó en un intento de lanzarmela, pero de manera oportuna la puerta de la torre se abrió y por ella apareció la chica por la cual estábamos peleando. Gracias karma.
Ginny la vio y centró toda su ira en ella. Gritando le lanzó la silla a la Slytherin.
-¡Cuidado!- le grito en un intento desesperado de que no le de la silla.
Ella parece reaccionar y cuando ve que hay una silla volando directa hacia ella abre los ojos mostrando su color de manera que llama más la atención, se agacha. El sonido del impacto de la silla es relevado por un silencio, a veces interrumpido por la fuerte respiración de la pelirroja.
-Creo.... creo que voy a subir a mi habitación. Yo no he visto nada, podéis seguir con... lo que sea que esteis haciendo- dijo mientras caminaba lentamente sin quitar la vista de la pelirroja hacia las escaleras.
Subió y vi como se ponía a hablar con Ron. Él la miró divertido debido a que sabía el motivo de nuestra discusión.
-Esto es intolerable- dijo Ginny.
-¿Intolerable? ¡Acabas de lanzar una silla a una Prefecta! ¡¿Se puede saber que te pasa?!- la miré furioso. Que hablara de ella vale, que la insultara no tanto, pero que le tire una silla a la cabeza ya sí que no.
-¡Ella es el motivo de nuestra ruptura! ¡Tengo todo el derecho del mundo a enfadarme!-
-¡Tú lo has dicho, a enfadarte! ¡No a tirarle una silla a la cabeza!-
-¡¿Entiendes qué te acuse de infiel?! ¡Deberías defenderme a mí, no a ella!- gritó histérica. La miré como si estuviera loca.
-¡¿Cómo se supone que voy a defenderte si estás constantemente gritándome?! ¡Desde aquel día te has vuelto una paranoica y me acusas de todo! Yo solo defiendo a las personas que tienen la razón- acabo.
Ella parpadea rápidamente, como si quisiera eliminar lagrimas de sus ojos, pero en estos momentos no voy a ponerme a consolarla. Debe darse cuenta de que no siempre va a tener la razón.
-Eres un monstruo. ¿A que tengo razón Ron?- le preguntó la pelirroja a su hermano, que simplemente levantó las manos en señal de rendición.
-A mí no me metáis en vuestras peleas de parejas.- dijo mientras se metía en la habitación.
-Estáis todos contra mí. Os habéis aliado en mi contra. Fuera, vete. No quiero ver tu cara. Y ni si quiera pienses en que vamos a volver- dijo haciéndose la victima.
-Esta es mi torre- fue lo único que dije.
Me sentía mal por mi manera de actuar. Yo no era así, pero ella debía darse cuenta de que no siempre tiene la razón. Y a comportarse.
Se fue haciéndose la indignada y el silencio reinó en la habitación. Con un suspiro cansado me dejé caer en uno de los sofás y apagué las llamas que crepitaban en la chimenea.
Dejé que el tiempo pasara mientras pensaba en todo lo ocurrido. Sin duda, hoy no es mi día.
Fui a subir a la habitación cuando escuché el sonido de una puerta abrirse y cerrare. Venía del ala de Slytherin. Supe que era Theresa porque Draco no había aparecido en toda la noche.
Miré el reloj mientras ella bajaba y vi que eran las doce menos cuarto. Demasiado tarde para haber quedado con alguien.
Ella llegó abajo y no pareció darse cuenta de mi presencia, así que cuando salió, la seguí. No pude evitar sentir curiosidad por saber a donde iba.
Tras recorrer varios de los pasillos del colegio, subió las escaleras hasta la Torre de Astronomía. Ella subió hasta arriba, pero para que no me viera me escondí en el mismo lugar desde el que presencié la muerte de Dumbledore.
El tiempo pasaba y ella solo estaba sentada con las piernas colgando de la barandilla. Tras cinco minutos más de espera, ella se levantó y comenzó a bajar la escalera.
¿Había venido hasta aquí a las doce de la noche solo para ver la oscuridad?
Comencé a salir de mi escondite cuando vi que un pequeño trozo de pergamino se apareció ante ella. Parecía igual o más extrañada que yo.
Cogió el papel y lo leyó. Sus cejas se juntaron al hacer una mueca de confusión y sin quererlo, me tropecé. Y un pequeño sonido fue suficiente para que la Slytherin posara sus ojos verdes en los míos de manera aterradora.
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