Capítulo 74
Antes de comenzar el capítulo, parémonos un momento para admirar el increíble dibujo del ojo de Kaede. Enserio, ojalá pudiera encontrar al autor de esta imagen, porque es preciosa <3 (solo la he puesto porque me encanta, jeje) Os dejo con el capítulo extra de esta semana.
• ────── ❋ ────── •
-Shuichi-
Le lancé una mirada indecisa a Kaito, y éste respondió asintiendo con la cabeza. Cuando encontramos la tarjeta, que había aparecido misteriosamente en mi dormitorio, nos habíamos dirigido lo más rápido que habíamos podido a la biblioteca. No nos habíamos encontrado a nadie por el camino. Y ahora estábamos enfrente de la puerta secreta que había detrás de una de las estanterías.
"Kaito, vigila la puerta de entrada por si viene alguien." Le pedí, y el chico se dirigió a la entrada de la biblioteca.
Con tarjeta en mano, me acerqué a la cerradura electrónica. Mi corazón se agitó al pensar que la mente maestra podía encontrarse al otro lado de la puerta, pero reuní todo el valor que pude. No importaba cuán difícil fuera, lucharía contra la mente maestra hasta el final. Por Kaede. Y por todos los que ya no estaban.
Sin embargo, mis esperanzas se esfumaron tan pronto como introduje la tarjeta en la cerradura, pues la puerta permaneció cerrada.
"¿Cómo vas, Shuichi?" Preguntó Kaito en un susurro.
"No se abre." Saqué la tarjeta y la volví a introducir, pero no dio resultado. Me la guardé y me dirigí hacia Kaito. "Estaba seguro de que podría ser la llave de la puerta secreta..."
Kaito notó la decepción en mi tono de voz y trató de animarme.
"Vamos, Shuichi, un error lo puede cometer cualquiera." Dijo, mostrando una sonrisa compasiva. "Además, nunca lo hubiéramos sabido si no lo probábamos."
Entonces, fue como una ráfaga de luz, mi mente se iluminó y caí en la cuenta.
"Puede que no concuerde con esa cerradura, pero aún queda una que podemos probar." Anuncié, y le hice un gesto a Kaito con la mano para que me siguiera.
"Ah, ¿si?" Se sorprendió él.
"Hay una puerta exactamente igual en el baño de las chicas."
"E-Espera... N-No querrás que nos c-colemos en el baño de las chicas, ¿v-verdad?" Tartamudeó nervioso. "Q-Quiero decir... n-no estaría bien hacer eso, Shuichi."
"No pensaba hacer eso." Dije, y se me escapó una sonrisa. "Himiko está en el comedor con Keebo, si mal no recuerdo. Ella puede entrar sin ser castigada por Monokuma."
Por el rabillo del ojo vi a Kaito suspirar aliviado.
Al llegar al comedor vimos a Himiko y a Keebo sentados uno enfrente del otro, se veían muy concentrados. La primera tenía una baraja de cartas de poker en la mano, las cuales abrió en abanico, y estiró su brazo para acercarlas al segundo, de modo que ella no podía ver ni los números ni los dibujos de las cartas. Keebo observó con cautela cada carta, como si estuviera calculando cuál sería la mejor de todas.
"¿Qué estáis haciendo?" Preguntó Kaito cuando nos acercamos a ellos.
"Estoy enseñándole mi magia a Keebo." Respondió Himiko con emoción.
"Ha conseguido adivinar veintitrés veces seguidas la carta que he escogido." Informó Keebo, frustrado. "Estoy seguro de que Himiko está utilizando alguna fórmula matemática para lograrlo."
Más bien, son cartas trucadas, Keebo. Pero preferí no decir nada para no estropear la alegría de Himiko.
"Ya te he dicho mil veces que no uso ninguna fórmula matemática. ¡Es magia!" Proclamó Himiko. "¡Vamos! Escoge una carta."
"Yo quiero probarlo." Pidió Kaito, sentándose al lado de Keebo y olvidándose por completo de la razón por la cual habíamos venido al comedor.
Himiko dirigió el abanico de cartas hacia Kaito, y éste las observó concentrado al máximo, como si intentase resolver un problema de física muy difícil. Finalmente, Kaito se decidió por el as de picas. Los únicos que pudimos ver su elección fuimos Keebo y yo, porque Himiko estaba sentada en el otro lado de la mesa.
"Muy bien, ahora colócala de nuevo en la baraja sin que yo lo vea." Le dijo Himiko.
"Ya está."
Kaito se veía más tenso de lo normal, al igual que Keebo. Yo, en cambio, estaba impaciente. Quería comprobar si mis sospechas eran correctas. Si la tarjeta era capaz de abrir la puerta secreta que estaba en el baño de las chicas.
Himiko barajó las cartas con gran agilidad. Luego cerró los ojos mientras hacía un movimiento parsimonioso con la mano, como si estuviera removiendo un caldero. Finalmente, abrió los ojos y nos mostró una de las cartas.
"¡Tu carta elegida era el as de picas!" Exclamó orgullosa.
"¿¡Qué carajos!? ¡Has acertado!" Kaito amplió los ojos y levantó las cejas. "¿Cómo lo has hecho?"
«Cartas trucadas, Kaito» Pensé para mis adentros.
"Magia." Proclamó Himiko con una media sonrisa.
"Y ya van veinticuatro aciertos." Keebo suspiró. "Tiene que haber una fórmula matemática de por medio."
"Himiko, ¿tienes un momento?" Intercedí con timidez. "Necesitamos tu ayuda."
Enseguida Kaito recordó la razón por la que estábamos allí. Ambos les explicamos a Keebo y a Himiko que había aparecido misteriosamente una tarjeta en mi habitación y que habíamos intentado abrir la puerta secreta de la biblioteca con ella, pero no había funcionado. Por lo que necesitábamos ayuda para comprobar si encajaba en la puerta secreta del baño de las chicas. Tanto Keebo como Himiko se sorprendieron, pues no conocían la existencia de la puerta secreta, pero ninguno de ellos rechistó y salimos zumbando del comedor.
Al llegar a la entrada del baño, le entregué la tarjeta a Himiko y le indiqué los pasos que debía seguir para encontrar la puerta secreta, según lo que (T/N) nos había contado a Rantaro y a mí hace un tiempo («En el cuartucho donde se guardan los productos de limpieza hay unas marcas en la pared, una de ellas se hundirá si la presionas. Entonces, la pared se desplazará hacia un lateral y te dejará a la vista una puerta metálica con una cerradura»).
Himiko asintió con decisión y desapareció por la puerta del baño mientras Keebo, Kaito y yo la esperábamos fuera. Kaito apoyó su espalda en la pared y se cruzó de brazos, sumergiéndose en sus pensamientos, y Keebo no aparató su mirada de la puerta del baño de las chicas, que estaba cerrada.
El tiempo de espera se hacía eterno y había aparecido un tic en mi pierna. Parecía que Himiko estaba teniendo problemas para encontrar la puerta secreta. Entreabrí mis labios para hablar, pero justo en ese momento la puerta del baño se abrió de golpe y salió de él una Himiko muy orgullosa.
"Funciona." Anunció, apretándose el moño verde que Tenko le había regalado y que aún llevaba puesto en honor a ella. "La tarjeta ha abierto la puerta."
Mis ojos casi se salen de sus órbitas. Tenía sospechas de que la tarjeta podía abrir la puerta secreta, pero me había convencido a mí mismo de que no iba a ser tan fácil. Sin embargo, lo fue, teníamos acceso a la guarida secreta de la mente maestra. Era un gran descubrimiento, pero a su vez me daba miedo. ¿Y si era una trampa? No sabíamos quién había dejado la tarjeta en mi habitación.
"Eso quiere decir que podemos investigar la madriguera de la mente maestra." Anunció Keebo, desbordante de energía.
"En cuanto a eso... hay un pequeño problemilla." Intercedió Kaito, sudando. "Por normas de Monokuma no podemos entrar en los baños de las chicas. S-Si fuera por mí entraría, n-no me a-avergüenza hacerlo... pero las normas son las normas."
"Quizá Himiko pueda entrar y abrir la puerta de la biblioteca desde dentro para dejarnos entrar a nosotros." Sugerí.
"Shuichi, n-no pretenderás que Himiko s-se adentre sola en la guarida de la m-mente maestra, ¿verdad?" Replicó Kaito, temblando. "P-Puede estar dentro. N-No sabemos lo que sería c-capaz de hacerle a Himiko si la viera..."
"Puedo combatirla con mi magia." Refunfuñó Himiko. "Y te aseguro que no soy débil, me sé un montón de embrujos."
Himiko colocó las manos en su cintura y enseño una inocente sonrisa, siendo incapaz de percibir el peligro. Kaito tenía razón. No podíamos arriesgarnos a dejarla entrar sola y que la mente maestra la encontrase.
"Si tanto problema hay... yo puedo acompañarla. Soy una chica y nadie, ni siquiera la mente maestra, puede resistirse a mis encantos."
M1-U había salido del interior del sistema de Keebo y se había sentado en su hombro. Giró su pequeña cabeza con prepotencia hacia un lateral, dejando al descubierto los cables que emergían de su minúscula nuca y desaparecían en el interior del hombro de Keebo.
"Pero tú estás conectada a mi sistema, no podemos separarnos." Repuso Keebo.
"En ese caso... ¡entraremos los dos!" Dijo M1-U mientras nos guiñaba un ojo. "Monokuma no nos puede prohibir entrar al baño de chicas o de chicos porque somos dos géneros al mismo tiempo. Nunca pensé que diría esto, y por alguna razón... m-me excita."
Kaito se estremeció en el sitio por el comentario, pero pareció conforme con la idea de que Keebo acompañara a Himiko. Y yo también.
"Entrad con cuidado y buscad alguna manera de abrir la puerta de la biblioteca desde dentro." Dije con voz queda.
"¡Vamos a explorar juntos, Keebo!" Himiko había empezado a dar saltitos de alegría y estiró su brazo hacia Keebo con la palma de la mano bien abierta. "¡Chócala!"
Keebo frunció el ceño y observó la mano de Himiko sin moverse ni un milímetro. Incluso cuando la chica insistió para que se la chocase, agitando su mano, la expresión de Keebo era la misma que la de un Neanderthal al que le acababan de regalar un teléfono movil.
"¡Tienes que juntar tu mano con la mía!" Exclamó Himiko, riendo por lo bajo. Con su mano libre cogió la de Keebo e hizo que ambas chocasen. "¡Así!"
"E-Eh, ¿y yo qué?" Rechinó M1-U. "N-No es que quiera chocarte la m-mano, es que n-nunca lo he hecho y..."
Himiko se puso de puntillas y estiró su brazo con la palma abierta hacia la pequeña robot. La mano metálica de M1-U era tan minúscula que apenas superaba el tamaño de la palma de Himiko. Pero eso no fue un impedimento para que ambas las chocasen con emoción.
En los rostros de Keebo y M1-U se formó una enorme sonrisa, como si estuvieran orgullosos de haber aprendido una nueva costumbre humana. Finalmente, los tres desaparecieron por la puerta del baño de las chicas.
"La academia parece vacía, me pregunto dónde estarán los demás." Dije mientras Kaito y yo avanzábamos por el pasillo con destino a la biblioteca. "Desde que sonó la alarma no los hemos vuelto a ver... Tengo un mal presentimiento. Espero estar equivocado."
Pero Kaito no me estaba escuchando. No había abierto la boca durante todo el trayecto y caminaba cabizbajo con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
"¿Estas bien, Kaito?"
Solo cuando dije su nombre en voz alta reaccionó:
"¿Qué? ¡Ah! Sí, estoy bien. Estaba pensando... Ya sabes."
Estaba preocupado por él. En cualquier momento su condición podría empeorar, y él lo sabía. No quería presionarlo, así que anduvimos en silencio hasta la puerta secreta de la biblioteca, que aún estaba cerrada. El tic en mi pierna volvió a aparecer mientras esperábamos a que Keebo, Himiko y M1-U encontraran una manera de dejarnos entrar.
"Shuichi..." Kaito se volvió hacia mí con seriedad. "No quiero que te preocupes por mí, ¿vale? Céntrate en destruir a la mente maestra pase lo que pase. Yo estaré bien."
"¿A qué viene esto? Es inevitable que me preocup..."
Un fuerte estrépito al otro lado de la puerta cortó en seco nuestra conversación. Kaito y yo nos separamos unos centímetros de la puerta y ésta se abrió de golpe, dejando al descubierto a nuestros tres amigos con una radiante sonrisa.
"¿Soy o no soy una genia?" Se pavoneó M1-U sentada en el hombro de Keebo.
"¡Oye! Ha sido trabajo en equipo, no te eches todo el mérito." Protestó Himiko.
Kaito y yo cruzamos miradas, pero no retomamos el tema y nos adentramos en la guarida de la mente maestra. Cuando todos estuvimos dentro, cerré la puerta de la biblioteca. La sala se oscureció levemente, pero se podía ver con claridad gracias a la vieja bombilla que colgaba del centro de la habitación. El lugar no tenía ni una sola ventana y todas las paredes estaban hechas de madera, al igual que el suelo, que crujía a nuestro paso.
Lo primero que llamaba la atención era una gran mesa en el centro de la sala. No tenía ni una mota de polvo, lo que quería decir que la mente maestra venía a esta sala a menudo. En todas las esquinas habían pequeñas estanterías llenas de libros nuevos y bien cuidados; pero una en concreto llamó mi atención, se trataba de un estante con lo que parecían archivos.
Me puse a examinar todos los archivos desde la A hasta la Z mientras los demás investigaban a su antojo. La atención de Himiko la había acaparado una vieja vitrina de madera («Hay un mogollón de revistas aquí», proclamaba) mientras que Keebo y M1-U encontraron un antiguo baúl del color del oro («¡Vaya asco! Esperaba encontrar dinero, pero solo hay juguetes viejos», se quejaba M1-U). Kaito, por su parte, había abierto una nevera portátil y vaciado todo su contenido («¡Mirad cuánta comida hay aquí! ¡Mejor que la del comedor!», exclamaba).
Ningún archivo parecía relevante, hasta que encontré una carpeta con el nombre de «perfiles». La abrí y saqué un conjunto de hojas unidas por una grapa. Al ver el título de la primera página casi me da un vuelco el corazón, se podía leer en letras grandes el nombre de «Kaede Akamatsu».
Tragué saliva y me obligué a mí mismo a seguir leyendo. Al lado del título había una pequeña imagen del rostro de Kaede, como una fotografía de identificación. Sus ojos y sonrisa rebosaban de alegría, se la veía feliz. Más abajo había información personal sobre ella, como su talento («Superpianista de secundaria»), género («femenino»), altura («1,67m») y peso («53kg»). Incluso incluía una breve descripción de su físico («cabello rubio claro, ojos morados...») y personalidad («trabajadora, optimista...»).
"¿Qué miras, Shuichi?" La voz de Kaito me sobresaltó. Y cuando leyó el encabezado de la hoja, su expresión se tornó a una de compasión. "Oh... Kaede..."
"Es una biografía completa de ella." Dije apresuradamente, como si decirlo rápido fuera a apaciguar el dolor en mi pecho. "Me pregunto si..."
Coloqué mi dedo en la esquina de la hoja y pasé la página. El título había cambiado y ahora se podía leer «Kirumi Tojo». Al igual que en la página anterior, había una biografía completa de ella junto con una imagen de su rostro. Lucía bastante seria en comparación con Kaede.
"También de Kirumi..." Dijo Kaito, atónito.
Volví a pasar la página y esta vez se podía leer «Kaito Momota» en letras grandes.
"¡Anda! Pero si soy yo." Kaito tomó en sus manos su biografía y comenzó a leerla para sí mismo. "¡Esta foto me favorece!" Exclamó con alegría. Luego, leyó algo que le hizo fruncir el ceño. "¿¡Cómo que a veces puedo ser un poco estúpido!? ¿¡Y cómo que es un insulto a la inteligencia humana que yo haya obtenido el título de astronauta definitivo!?"
Kaito me miró para que desmintiera lo escrito en la biografía, pero yo solo desvié la mirada y solté una risa nerviosa.
"¡¡Se va a enterar el que ha escrito esto!!" Bufó, dando una patada en el suelo, y me devolvió el conjunto de hojas.
Empecé a pasar las páginas y nos dimos cuenta de que los demás estudiantes también tenían su propia biografía. Encabezando la hoja y en letras grandes pudimos leer «Maki Harukawa», «Kokichi Oma», «Tsumugi Shirogane», «Ryoma Hoshi», «Angie Yonaga», entre otros. Cuando llegamos a la última página («Korekiyo Shinguji»), me di cuenta de que faltaba la biografía de una persona.
"La biografía de (T/N) no está." Declaré, entornando los ojos.
"¿Seguro que has mirado bien?" Preguntó Kaito.
Volví a pasar las páginas de principio a fin, esta vez más rápido, pero no había ninguna hoja con su nombre.
"Segurísimo. No hay biografía de ella."
"Qué extraño, ¿no?" Kaito se rascó la nuca, pensativo. "No creerás que..."
"¡AAAAAAAAAH!"
Kaito fue cortado por un grito tan agudo que me sorprendió que la bombilla de la habitación no hubiese estallado. Nos giramos buscando la fuente del sonido y vimos a M1-U aferrándose a la esfera metálica que tenía Keebo por oreja.
"Me has dejado sordo." Se lamentó Keebo.
"¿Por qué gritas, mini Miu?" Le preguntó Himiko, dando saltitos hacia ella.
"E-Esa c-cosa m-me h-ha h-hablado." Dijo, señalando una tela roja que ocultaba algo grande en su interior.
"¿Cómo carajos te va a hablar una tela?" Kaito la miró como si estuviese loca y se apresuró a susurrarme: "Creo que mini Miu se ha estropeado."
"Te digo que..." Pero a M1-U no le dio tiempo a replicar, porque una voz de ultratumba resonó en la sala:
"¿Quién anda ahí?"
Se hizo un silencio tétrico entre nosotros. Esta vez todos habíamos escuchado alto y claro la voz que provenía de debajo de la tela roja. Nos miramos con recelo y nos aproximamos a ella.
"¿Hola?" Voceé, conteniendo los nervios.
"¿Quién tiene la osadía de entrar en mi morada? ¡Qué se presente!" La voz volvió a retumbar por las paredes.
"Hay algo debajo de la tela." Dijo Himiko, agazapada.
"Seas lo que seas, no me mates, soy demasiado guapa para morir." Imploró M1-U. "Vete mejor a por Kaito."
"¡Eh! ¿¡Qué insinúas con eso!?" Rechinó Kaito.
Mientras que los demás se habían parado a una distancia prudencial, yo seguí acercándome a la tela. Quería descubrir qué había debajo de ella y el lugar de procedencia de esa tenebrosa voz.
"Shuichi, ten cuidado." Me advirtió Keebo.
Asentí con la cabeza, y cuando estuve lo suficientemente cerca, tiré de la tela, dejando al descubierto el objeto oculto por ella.
"¿Una cabeza de Monokuma?" Mantuve mis ojos bien abiertos y retrocedí unos pasos.
Aquello que ocultaba la manta era una enorme vitrina de cristal que contenía la cabeza de Monokuma más grande que había visto nunca. Su mitad derecha estaba pintada de negro con su habitual ojo de color rojo y una sonrisa que enseñaba sus afilados dientes. Mientras que la mitad izquierda tenía un ojo azul brillante y estaba cubierta por cables que provenían del interior de la vitrina.
"Puhuhu... pero si sois participantes del juego de matanza." Anunció la cabeza de Monokuma gigante.
"¿Qué demonios eres tú?" Exigió saber Kaito. "¿Eres Monokuma?"
"Soy el supervisor del juego de matanza y la fuente de todos los monokumas." Proclamó orgulloso. "Por eso me han dado un nombre especial... ¡Madrekuma!"
"Eso quiere decir que tú eres la máquina encargada de fabricar Monokumas de repuesto." Puntué.
"Sí... Ese soy yo." Afirmó la cabeza gigante.
"¡Pues menuda cabezota! ¡Para moverla necesitarás un permiso de obra!" Se jactó M1-U. "¡Y si quieres raparte necesitarás un cortacésped!"
"Monokuma no tiene pelo, M1-U." Repuso Keebo.
"¡Cállate y no estropees mis chistes!" Le reprochó ella.
"Tus chistes son peores que los trucos de magia de Himiko, y ya es mucho decir." Se mofó Madrekuma, ganándose una mirada fulminante de Himiko.
"Espera, ¿nos conoces?" Pregunté.
"Pues claro, conozco a todos los que habitan en esta academia." Contestó él.
"Antes dijiste que creabas nuevos Monokumas, ¿cómo realizas tal procedimiento?" Cuestionó Keebo.
"Es fácil." Proclamó Madrekuma. "Solo tengo que esperar a que mi líder diga las palabras claves, y entonces crearé un Monokuma nuevo a partir de la máquina a la que estoy conectado."
"Con tu líder quieres decir la mente maestra, ¿no es así?" Inquirí.
"¡Totalmente cierto!" Exclamó Madrekuma. "Mi líder es la mente maestra."
"¿Y quién es la mente maestra?" Soltó Kaito.
"Buen intento, Kaito" Se burló Madrekuma.
"¿Y cuáles son esas palabras clave?" Quiso saber Himiko.
"¡No las voy a decir!" Se jactó Madrekuma. "¡Ya he hablado demasiado!"
El ojo azul de su parte derecha dejó de brillar y la luz de la vitrina se apagó, dejando el interior de ella en una oscuridad total. Ahora solo podíamos ver la sombra de la cabeza de Madrekuma, que supusimos que se había desactivado a sí misma.
"¡Da la cara y responde!" Bramó Kaito.
Pero Madrekuma no volvió a activarse.
Pasamos diez minutos explorando la sala, pero no quedaba nada que fuese relevante y yo seguía pensando en aquella carpeta con el nombre de «perfiles». Cada una de nuestras características principales estaban escritas en esa carpeta, excepto las de (T/N). Realmente no había información secreta sobre nosotros en esas hojas, pero era extraño que no hubiera información básica sobre ella.
"¡Chicos, creo que he encontrado algo!" Exclamó Keebo desde una de las esquinas de la habitación.
Himiko, Kaito y yo nos acercamos a él rápidamente. Keebo estaba agachado de cuclillas y levantaba con uno de sus brazos metálicos una tabla del suelo. Nos hizo un gesto para que mirásemos debajo de la tabla. Y cuando lo hicimos, encontramos unas escaleras descendentes cuyo final se perdía entre la negrura de la oscuridad.
"¿Un pasadizo secreto?" Los ojos de Kaito estaban desorbitados. "¿Qué habrá ahí abajo?"
"Tendremos que bajar para averiguarlo." Indiqué.
Comentario que no pareció alegrar a ninguno de los presentes.
"P-Pero e-está m-muy o-oscuro." Tartamudeó Himiko.
"Ya te digo." Coincidió Kaito. "Solo un loco bajaría por esas escaler... ¡Shuichi!"
Ya había puesto un pie en el primer escalón cuando Kaito tiró de mí hacia detrás.
"¿Te has vuelto loco?" Espetó, señalando el hueco oscuro debajo de la tabla. "¡No sabemos lo que hay ahí abajo!"
"No lo sabremos nunca si no bajamos." Repuse.
"Estoy con Shuichi." Me apoyó Keebo. "Yo puedo bajar el primero e iluminar el camino con una de mis funciones."
"Una que instalé yo, de nada." Proclamó M1-U, haciendo un gesto como si soplase unas uñas imaginarias. Himiko, en respuesta, puso los ojos en blanco.
Inmediatamente, Keebo se puso en pie con las manos en su cintura. Se escuchó un sonido procedente de su sistema, parecido al que hacen los engranajes en funcionamiento, y su pupila desapareció, dejando sus ojos tan iluminados como dos linternas.
"¡Aparta eso de mis ojos!" Se quejó Kaito que fue deslumbrado por la nueva función de Keebo.
"Id detrás de mí." Proclamó Keebo mientras bajaba por el primer escalón, siguiendo instrucciones de M1-U, pues la función tenía el pequeño defecto de que el propio Keebo no podía ver por dónde iba.
Bajé el primer peldaño cuando Keebo alcanzó el segundo, y seguimos avanzando en hilera. Himiko bajó detrás de mí con las manos acurrucadas en su pecho y mirando en todas direcciones con temor. El último fue Kaito, que profirió un grito ahogado antes de bajar («¡No me dejéis aquí solo, esperadme!»).
Keebo siguió descendiendo mientras seguía las no muy útiles indicaciones de M1-U (ésta aprovechó para hacer chocar a Keebo varias veces). Como sus ojos servían de linternas, pude ver que las escaleras eran extremadamente estrechas, hasta el punto de que era imposible que en un mismo peldaño cupiera más de una persona. Además, carecía de barandilla, pues la escalera se unía con la pared a cada lado, y estaba hecha de madera vieja, que en algunos puntos había sido devorada por grupos de termitas.
Cuando todos pasamos el último peldaño (después de que Kaito se tropezara y casi nos hiciera rodar escaleras abajo), nos encontramos con un largo pasillo igual de estrecho que las escaleras. Esta vez el suelo y las paredes estaban hechos de piedra labrada. El ambiente era cálido y acogedor en comparación con el piso de arriba. A cada lado de la pared había una línea paralela de lámparas que se encendieron automáticamente nada más llegar nosotros, por lo que Keebo pudo desactivar su función y recuperar su visión.
Al fondo del pasillo había una puerta de roble completamente opaca, y en los laterales del pasillo, incrustados en la pared, habían puertas grisáceas de acero que recordaba haber visto antes. Cada una tenía en su parte superior un cartel con el nombre de uno de los estudiantes.
"¡Kaito, son los ascensores!" Exclamé. "Debemos estar justo debajo de la zona de habitaciones."
"¿Quieres decir que estos conectan con los de nuestros dormitorios?" Kaito no daba crédito a lo que veía.
"¿Ascensores?" Quiso saber Keebo.
Les explicamos tanto a Keebo como a Himiko lo que habíamos descubierto en mi habitación por accidente, y que luego habíamos comprobado que Kaito tenía uno igual. Por desgracia, no lo pudimos utilizar, porque era necesario una llave. Pero ahora conocíamos su recorrido. Desde el pasadizo en el que estábamos, la mente maestra tenía acceso a cada una de nuestras habitaciones.
"Cada uno de nosotros tiene un cartel con su nombre." Anunció Keebo.
"Y ninguna de las puertas puede abrirse sin la llave." Se lamentó Himiko, quien había intentado abrirlas con su magia.
"La puerta de roble tampoco se abre." Gritó Kaito desde el fondo del pasillo. "He intentado usar la fuerza, pero esta puerta es dura de pelar."
Entonces me di cuenta de algo bastante curioso. Mientras que la mayoría de los elevadores estaban cubiertos de polvo, como si no hubiesen sido tocados en siglos, habían otros completamente limpios que parecían haber sido utilizados recientemente. Entre ellos uno con el nombre de «Maki Harukawa» y otro con el de «Kokichi Oma».
"¿Qué estás apuntando en esa libreta, Shuichi?" Preguntó Kaito, ojeando por encima de mi hombro.
"Estoy escribiendo el nombre de aquellos ascensores sin polvo, es muy probable que hayan sido usados recientemente." Expliqué, apuntando el siguiente con el nombre de «Rantaro Amami». "Y me he dejado el monopad en la habitación."
"En ese caso te ayudaré." Se ofreció Kaito.
Mientras tanto, Himiko trataba de abrir la puerta de roble ubicada en el fondo del pasillo con su magia, pronunciando palabras incomprensibles como «Alohomora». Y Keebo se había enfrascado en una discusión con M1-U sobre si tenía derecho o no a salir del compartimento cuando ella quisiera.
Cuando terminé de investigar la mitad de los elevadores, había añadido dos nombres nuevos, «(T/N) (T/A)» y «Tsumugi Shirogane».
"S-Shuichi..." Me llamó Kaito, que estaba investigando los elevadores de la pared contraria a la mía. "V-Ven un momento."
"¿Qué ocurre...?" Cuando llegué a su lado me di cuenta de que Kaito estaba enfrente de una puerta cuyo cartel contenía su nombre. Era el ascensor que llevaba hasta su habitación y no estaba cubierto de polvo.
"¿Alguien ha entrado en mi habitación utilizando este ascensor?" Kaito tragó saliva y palideció.
"Es lo que me temo." Repuse, escribiendo su nombre en la libreta.
"¿Pero cuándo?" Quiso saber.
"No lo sé. Las otras puertas están cubiertas totalmente de polvo, como si nadie las hubiera utilizado en siglos, pero éstas pudieron haber sido utilizadas hace semanas o hace días. No puedo hacer una estimación exacta porque para volver a coger la cantidad de polvo de las demás tardarían años."
Kaito se estremeció.
"¿Ya has revisado el resto?" Le pregunté.
"S-Sí." Kaito desvió la mirada y titubeó antes de continuar. "Solo encontré uno más sin polvo."
Asentí con la cabeza y acerqué el bolígrafo a la libreta, esperando que continuase para escribir el nombre de aquella persona. Pero Kaito empezó a tambalearse sobre sus talones con nerviosismo y creí haber visto una gota de sudor caer por su frente.
"Pues... resulta... que... pertenece a Kaede." Soltó con rapidez, como si eso amortiguara el golpe. "El de ella tampoco estaba cubierto de polvo."
La mano me tembló cuando escribí su nombre en la libreta, haciendo que la caligrafía se asemejara a la de un niño de cinco años.
Como no pudimos abrir la puerta de roble que estaba al fondo del pasillo, decidimos que era hora de volver al piso de arriba. Ya no había nada relevante que investigar. Keebo activó su función e iluminó el camino escaleras arriba. Himiko lo siguió de cerca y yo dejé que Kaito pasase delante de mí.
Sin embargo, nada más poner un pie en el primer escalón para comenzar a subir, escuché detrás de mí el tintineo de unas llaves y el sonido de una puerta abriéndose. Me di la vuelta lo más rápido que pude, alcanzando a ver como la puerta de roble se cerraba de un solo portazo. Alguien la había abierto desde dentro, y al vernos subiendo las escaleras se había apresurado a volverla a cerrar.
No fui el único al que sobresaltó el portazo, porque Keebo, Himiko y Kaito, que ya subían por las escaleras, se dieron la vuelta con la confusión reflejada en sus rostros. Pero yo no me había quedado parado como ellos, sino que empecé a correr hacia la puerta desde que la persona del otro lado la había cerrado. Si me daba prisa, quizá no le diera tiempo a cerrarla con llave y lo pillaría en el acto.
Avancé a grandes zancadas por el pasillo, visualizando el pomo de la puerta cada vez más cerca. La persona detrás de ella solo podía ser la mente maestra. Y, de ser así, descubriríamos su identidad al fin. Un chute de adrenalina estalló en mi pecho al pensarlo. Sin llegar a frenar, agarré el pomo y empujé la puerta con todo el peso de mi cuerpo.
Tal y como pensé, no le había dado tiempo de cerrarla con llave. La puerta se abrió y la habitación que había al otro lado se iluminó con mi llegada.
Pero no había nadie.
• ────── ❋ ────── •
Sé que es un capítulo más relajado que se centra más en lo que es la parte de la investigación. Pero no os preocupéis, porque el próximo viene bien potente. Y cuando digo potente, me refiero a MUY potente.
Nos leemos la semana que viene (lunes) ❤️ Os aconsejo que preparéis vuestra estabilidad emocional, jeje.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro