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Capítulo 73


P.O.V:

-Shuichi-

Me llevé una mano a la barbilla y di otra vuelta por la habitación. Había algo que no me cuadraba, algo más aparte del hecho de que Kokichi se había hecho pasar por la mente maestra. Kaito nos había explicado, a Rantaro y a mí, el plan de Kokichi cuando quedó acorralado en la sala de máquinas. No tuvo más remedio que admitirlo todo. Y Himiko, Keebo y Tsumugi no tardaron en enterarse también. Luego, decidí volver solo a mi habitación para repasar bien los hechos.

Por lo visto, Kokichi había hecho un trato con Monokuma hace unos días, que consistía en ponerle fin a la vida de Kiyo a cambio de que Kokichi acabara con otra vida. Kokichi quería eliminar a Kiyo del mapa por razones desconocidas, según Kaito. Monokuma aceptó el trato, pero no podía asesinar a Kiyo sin motivo. Por eso permitió que Kokichi se colara en la habitación de Kiyo para romper su monopad, lo cual usarían de excusa en su ejecución.

Monokuma dejó a Monotaro a merced de Kokichi, con ciertos límites, por supuesto. Y acordaron una noche para ejecutarlo sin piedad. Kokichi aprovechó la ejecución injusta de Kiyo para hacerse pasar por la mente maestra, cosa que no había pactado con Monokuma. Tanto él como Kaito habían estado preparando un plan aparte, que consistía en recrear un asesinato perfecto, uno que ni la mente maestra pudiera averiguar. Y de esa manera destaparla. Kaito no quiso dar detalles sobre el plan, pero con nuestra llegada a la sala de máquinas había quedado completamente arruinado.

Eso es todo lo que Kaito sabía, pero tenía que haber más trasfondo detrás de esa historia. Conociendo a Kokichi, no le habrá contado ni la mitad del plan a Kaito, o se habrá ahorrado detalles. Tampoco comprendía por qué Monokuma había aceptado un trato como aquel. Estaba claro que no le importaba quitarse a Kiyo de encima, quizás era incluso lo que quería. Y la duda de por qué Kokichi quería eliminar a Kiyo, no era tan difícil de averiguar, se podía resumir a un solo nombre...

(T/N).

Estaba seguro de que había algo entre esos dos. El día que entré a aquella clase para avisarles de que Monokuma nos convocaba en el gimnasio, estaban muy cerca, demasiado. Me sorprendió viniendo de Kokichi. Al principio pensé que quería persuadirla para su propio beneficio, pero (T/N) era lo suficientemente inteligente como para no dejarse persuadir. Aunque había cosas de ella que aún no lograba descifrar. Cosas muy raras.

Tenía la mente hecha un remolino y me comencé a marear de dar tantas vueltas por la habitación. Siempre tuve la mala costumbre de caminar mientras pensaba. Creo que lo heredé de mi tío, el detective. Deseaba que él estuviera aquí, seguro que sabría qué hacer. Era muy meticulosos en su trabajo y no se le escapaba ninguna evidencia, pocas veces archivaba casos sin resolver. Lo admiraba mucho, me pasaba los días en su oficina viendo cómo trabajaba. Recuerdo que me decía...

«Algún día, pequeño Shuichi, te convertirás en el mejor detective de esta ciudad. Y los criminales temblarán cuando escuchen tu nombre».

Pero se equivocó. Ni siquiera era un buen detective. Si lo fuera, ya hubiera descubierto la identidad de la mente maestra. Hubiera salvado muchas vidas. La hubiera salvado a ella. Kaede. No había día que no me arrepintiera de haberla dejado sola, de no haber impedido su muerte. Si tan solo no me hubiera ido de su habitación ese día...

Ella sabía algo, y yo la dejé a su suerte.

~ • ~

-Shuichi-

*Horas antes del asesinato de Kaede, 22:50H*

"Gonta no poder dejar pasar a Shuichi. Kokichi decir a Gonta que Shuichi poder ayudar a Kaede a cometer asesinato." Proclamó Gonta, uniendo ambas palmas de sus manos a modo de disculpa.

Gonta estaba delante de la puerta del dormitorio de Kaede, como guardián, y no tenía intenciones de dejar pasar a nadie. Pero yo quería hablar con Kaede después de lo ocurrido en el gimnasio, donde Kokichi anunció a todos su intento de asesinato.

"S-Serán unos segundos, t-te prometo que no tengo malas intenciones." Le pedí, con miedo a que se pusiera violento. "S-Solo quiero hablar con ella, por favor."

"¿Shuichi prometer a Gonta?" Preguntó Gonta, levantando las cejas.

"P-Por supuesto." Repuse sin establecer contacto visual con él. Como era mucho más alto y corpulento que yo, me sentía una hormiga delante de él.

"Si Shuichi prometer, entonces no haber problema." Anunció con una sonrisa mientras se apartaba de la puerta. "Pero mejor que Shuichi no tardar mucho, porque Kokichi enfadarse con Gonta."

"G-Gracias, Gonta. No tardaré."

Me acerqué a la puerta con la mirada de Gonta fija en mi espalda, no pude evitar sentirme intimidado. Di dos toques en la puerta y Kaede me recibió con una sonrisa forzada. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos. Trataba de ocultarlo, pero era evidente que había estado llorando. Y no la culpaba, todos en el gimnasio le habían lanzado miradas de odio y repulsión.

Aún no lograba comprender del todo por qué había intentado asesinar, pero sabía que sus intenciones no eran malas. Kaede no era ese tipo de persona, ella solo quería lo mejor para todos. Pero, por desgracia, era el único que pensaba de aquella manera, porque ahora todos creían que era una asesina despiadada.

"No esperaba que vinieras." Ella fue la primera en hablar. Se había sentado en el borde de su cama con las manos sobre sus rodillas y la mirada perdida. "Todos me odian, pensaba que tú también lo harías."

No sabía cómo decirle que yo no la odiaba en absoluto, era demasiado tímido para expresarle abiertamente mis sentimientos. Ella era la primera chica que no huía de mí. La primera que me trataba como un igual, y no como un pringado que no sabía hacer nada bien.

"Supongo que vienes a por explicaciones." Prosiguió, al ver que yo permanecía en silencio. "Ya sabes... de por qué intenté cometer un asesinato."

"En realidad... solo vine para asegurarme de que estabas bien." Dije mientras tapaba la mitad de mi rostro con la gorra. Menos mal que la llevaba siempre para momentos como éste. Para evitar que los demás vieran lo penoso que me veía.

"¿Enserio?" Por primera vez desde que entré, me miró directamente a los ojos. Los suyos brillaban tanto que deslumbraban. Tenía la sensación de que nunca me cansaría de mirarlos. "¿No piensas que soy una asesina sin corazón?"

Negué con la cabeza, y me atreví a apartar el gorro de mi rostro. Ella me observó, feliz. No hizo ningún comentario despectivo sobre lo ridículo que se veía mi rostro, como hicieron otros en el pasado. Sentía que mi pecho iba a explotar. Por primera vez en mucho tiempo me sentía cómodo. Me sentía yo mismo.

"P-Pienso que tu verdadero objetivo era salvarnos a todos." Repuse, tensando los hombros. "N-No creo que tuvieras malas intenciones."

"Nunca las tuve." Afirmó, y bajó la mirada. "Pensaba que la persona que intentara abrir la puerta secreta de la biblioteca sería la mente maestra. Pero estaba equivocada. La mente maestra quería incitarnos a cometer un asesinato y yo caí directamente en su trampa. Qué estúpida fui."

"Fuiste valiente." Declaré, y ella me miró sorprendida. "Fuiste la única que tomó cartas en el asunto, aunque te terminaras equivocando."

"Gracias, Shuichi." Ella sonrió, una sonrisa preciosa. "Eres el único en quién puedo confiar."

No pude evitar ruborizarme, y ella lo notó, porque soltó una risita por lo bajo. Era demasiado tímido como para responderle, así que solo asentí con la cabeza.

"¿Sabes qué?" Ella se levantó de un salto. "Arreglaré esto, Shuichi. Ya lo he decidido, recuperaré la confianza de todos."

"¿Cómo lo harás?" Quise saber.

"Mmm... bueno... eso... aún no puedo decírtelo." Alcancé a ver cómo escondía un papel arrugado en su bolsillo y se apresuró a continuar: "Pero lo sabrás pronto. Mañana en el desayuno te lo explicaré todo."

Kaede mostró una sonrisa forzada, esas que usaba cuando se sentía presionada o estresada.

"Y también te contaré lo que he descubierto recientemente..." Dijo de improviso.

"¿Has descubierto algo importante?" Pregunté, y un chute de adrenalina azotó mi pecho.

"Algo así... fue porque escuché esa conversación y..." Kaede titubeó. "No importa, no es nada."

"¿Conversación?" Quise saber. "¿A qué te refieres?"

"Mmm... la escuché hablando sobre reunirse en el lugar de siempre." Repuso con nerviosismo. "Y pues... pensé que quizá estuviera tramando algo, pero te lo confirmaré mañana."

"¿A quién escuchaste?"

"Es mejor que no lo sepas aún." Sentenció más seria de lo normal. "Puede que esté equivocada, y hasta que no esté segura del todo, no diré nada. No quiero cometer el mismo error de antes. Ya sabes cómo me humilló Kokichi en el gimnasio... no quiero que se vuelva a repetir."

"Pero puede ser una pista..." Repliqué. No quería insistirle por si se enfadaba, pero necesitaba saber más. Podía ser información crucial.

"No quiero poner tu vida en riesgo, Shuichi." Negó con la cabeza. "Si tengo razón... eso significa que irá a por mí, y no quiero que vaya a por ti también."

"¿Quién irá a por ti? Kaede, no entiendo que..."

"No te preocupes." Me cortó. "Mañana tendré información nueva."

"¿Mañana?" Pregunté, pero ella no parecía estar escuchándome.

"Aunque puede que sea una trampa..." Murmuró para sus adentros. "Aun así tengo que intentarlo."

"Puedo ayudarte... sea lo que sea que vayas a hacer." Aseguré.

"Quiero hacerlo sola." Espetó. "Yo misma me inmiscuí en ello, así que yo misma saldré. Quizá todo salga bien y nadie tenga que morir. Ojalá que sea así..."

No quería insistirle más y que se enfadara conmigo, así que me dirigí a la puerta y me despedí. Además, temía que Gonta se enfadara por la tardanza y me aplastara con sus propias manos.

"¿Nos vemos mañana en el desayuno?" Pregunté antes de salir.

"¡Por supuesto!" Exclamó. "Allí estaré."

~ • ~

-Shuichi-

*Actualidad*

Esa fue la última vez que la vi con vida.

Si tan solo le hubiera insistido más, quizás se hubiera salvado. No me di cuenta de que el papel arrugado que introdujo en su bolsillo era la convocatoria falsa que había escrito Monokuma. La engañó para conducirla hasta Maki, y ésta, también engañada por Monokuma, terminó con la vida de Kaede pensando que era la verdadera mente maestra.

Kaede sabía que iban a por ella porque escuchó algo que no tenía que haber escuchado. Una conversación que posiblemente hubiera desenmascarado a la mente maestra, pero no quiso decirme nada. Quizá si lo hubiera hecho, también hubieran acabado con mi vida.

¿A quién habría escuchado? Quizá alguien hablaba con Monokuma o quizá era una conversación entre dos o más personas. Lo que sabía seguro es que había una chica implicada en la conversación, pues dijo que la había escuchando, haciendo énfasis en el pronombre femenino.

Todos los días me martillaba con ese tema, pero nunca sacaba conclusiones al respecto. No tenía las pistas suficientes para acusar a alguna de las tres chicas que quedaban. Aun así, debía seguir investigando, porque era el detective definitivo y tenía que resolver cada uno de los misterios de esa academia.

Eso es lo que todos esperaban de mí. Y era agobiante, porque aún no me creía capaz de hacerlo.

Un sonido estruendoso y continuo hizo que me parase en seco. Provenía de fuera, y ya lo había escuchado antes. Era la alarma de incendios de la academia, cuyo sonido era capaz de reventar los tímpanos de cualquiera. Estaba convencido de que Kokichi la había vuelto a hacer saltar.

Salí de inmediato de la habitación, y al mismo tiempo que yo, vi salir a Tsumugi de la suya. Se tapaba los oídos con las manos y caminaba hacia mí, desconcertada. Rantaro también salió de su dormitorio con una expresión dolorida, como si le hubieran taladrado la cabeza. Y no me sorprendía, el ruido era insoportable.

"¿Ha sido Kokichi?" Me gritó Tsumugi, pero apenas alcanzaba a oírla.

"Es lo que me temo." Repuse, y mi rostro se retorció de dolor cuando el sonido de la alarma aumentó.

"¿Qué has dicho?" Gritó ella, frunciendo el ceño.

"Puedo imaginar quién está detrás de esto." Voceó Rantaro cuando llegó a nuestro lado.

Pero en ese instante, Kokichi salió de su habitación con las manos en sus oídos. Le lanzamos miradas acusatorias cuando se acercó a nosotros, pero él se limitó a sonreír sagazmente.

"¿Para qué has activado la alarma esta vez, Kokichi?" Pregunté, alzando la voz dos tonos para que me escuchara.

"Me encantaría poder decir que he sido yo, pero no tengo ese placer." Contestó fingiendo una expresión de tristeza.

Tenía razón, era imposible que hubiera activado la alarma si acababa de salir de su dormitorio. Si no recordaba mal, las alarmas se encontraban por los pasillos, no en las habitaciones.

"¿Qué es lo que habéis dicho?" Gritó Tsumugi sin dejar de taparse los oídos.

"¿¡Qué es todo este escándalo!?" Himiko entró en la zona común de las habitaciones, seguida por Keebo. "¡¡Me va a reventar un oído!!"

"Estábamos en el comedor y de repente comenzó a sonar ese tremendo estrépito, nunca había escuchado algo igual." Protestó Keebo.

"¿Para qué vas al comedor si no puedes comer, tonto?" Le pinchó Kokichi. "¿Te has olvidado de que eres un robot?"

"¡Tu robofobia es inadmisible!" Exclamó Keebo, irritado.

"¡Me estaba haciendo compañía!" Le recriminó Himiko a Kokichi.

Noté algo moverse por el rabillo del ojo, y cuando miré hacia la puerta de la zona de habitaciones, vi a (T/N) entrando a toda prisa. Se retorció de dolor y se tapó los oídos mientras caminaba hacia nosotros.

"¿Quién ha activado la alarma?" Preguntó, e inmediatamente miró a Kokichi, quién le mostró una sonrisa socarrona. "Kokichi, ¿otra vez?"

"¿Por qué todos piensan que he sido yo...?" Se quejó. "Esto puede considerarse bullying..."

Y de improviso, el sonido de la alarma se detuvo, dejando descansar a nuestros tímpanos. El silencio en aquellos instantes fue casi una bendición. Pero aún habían millones de preguntas dentro de mi cabeza, y no pensaba dejarlas sin contestar. Aunque debía empezar por la más importante.

"¿Dónde está Kaito?" Pregunté.

"¿Qué has dicho?" Gritó Tsumugi. "Perdón, aún no se me han destaponado los oídos."

"Himiko y yo lo vimos subir las escaleras." Se apresuró a informar Keebo. "Se le veía con prisas, es todo lo que puedo comunicar."

"Gracias, Keebo."

Me alejé de la zona de habitaciones mientras escuchaba cómo Himiko le rogaba a Keebo que la volviera a acompañar al comedor. Me preguntaba cuándo se habían hecho tan cercanos.

Subí las escaleras y fui buscando a Kaito piso por piso. Me preguntaba dónde se habría metido. Estaba bastante preocupado por él desde lo ocurrido en el show de Himiko. A estas alturas, lo consideraba un buen amigo, y no quería cometer con él el mismo error que con Kaede. No lo dejaría morir. Me esforzaría al máximo para salir de aquí y buscar buenos médicos que le pudieran ayudar.

Porque Kaito se lo merece. Se merece vivir.

Por otro lado, me preguntaba quién habría hecho saltar la alarma. Aunque era fácil averiguarlo usando el proceso de descarte. Kokichi, Rantaro y Tsumugi habían salido de sus habitaciones, por lo que quedaban descartados, pues no había posibilidad de activarla desde los dormitorios. Y Himiko y Keebo venían juntos del comedor. Las únicas personas posibles eran (T/N) y Kaito. Pero dudaba que Kaito supiera cómo hacerlo. Aun así, saber quién lo había hecho era inútil, pues la verdadera pregunta era por qué lo había hecho. Y para esa preguntaba no tenía una respuesta clara.

Después de haber revisado el segundo y el tercer piso, continué subiendo las escaleras. Y cuando llegué a la última planta, escuché ruidos provenientes de mi laboratorio. Como no había visto a nadie subir por las escaleras desde que había sonado la alarma, sabía que solo podía ser Kaito la persona causante de esos ruidos.

"¿Kaito?" Lo llamé cuando abrí la puerta de mi laboratorio, y él dio un respingo. Lo había pillado mirando una de las vitrinas que contenía diferentes venenos y medicinas.

"Shuichi..." Se rió de forma histérica. "¿Cómo tú por aquí?"

"Kaito... este es mi laboratorio, ¿recuerdas?" Contesté, forzando una sonrisa. "¿Qué estás haciendo?"

Él miró en todas direcciones, buscando algo que le ayudase a salir de la situación en la que se encontraba. Y, de repente, sus ojos se fijaron en la chimenea de ladrillos.

"Yo... estaba... ¡chimenea!" Exclamó sin coherencia alguna. "¡Eso es! Estaba intentando encenderla para entrar en calor."

"Kaito, estabas mirando la vitrina que está al otro lado de la chimenea." Repuse.

"Es que... estaba buscando algún producto inflamable y me entretuve ordenando las medicinas." Contestó, sudando.

Solté un suspiro y cerré la puerta tras de mí.

"Kaito, ¿no estarías por casualidad buscando una medicina para mejorar tu condición?"

Él desvió la mirada y torció los labios.

"Puede..."

"¿Qué es lo que te ocurre exactamente?" Pregunté, preocupado.

"No lo sé ni yo... solo siento que la vida se me escapa de las manos, Shuichi." Kaito se derrumbó en la mecedora. "Ya no sé que hacer... no hay nada que pueda parar esta enfermedad. Lo he intentado todo. Me he leído todos los libros de medicina de la biblioteca, y no me han servido de nada. Nunca me había sentido así antes, siempre he estado sano. Pero fue acabar el tercer juicio y comenzar a toser sangre... y cosas incluso peores."

"Creo que tengo una idea de qué puede ser." Dije clavando la mirada en el suelo. "Hace un tiempo leí un libro con Rantaro y (T/N) que hablaba de un virus que supuestamente arrasó con la humanidad. Y digo supuestamente porque poco me fío de un libro que fue puesto deliberadamente por Monokuma en la biblioteca."

Le conté a Kaito todo lo que habíamos leído aquella vez en el libro. Las historias sobre otros juegos de matanza y sobre los remanentes de la desesperación, incluyendo a la tal Junko Enoshima. Pero todo aquello no eran más que especulaciones, no confiaba en un libro que podía haber sido colocado por Monokuma. Y me costaba creer que éramos los últimos resquicios de la humanidad.

Finalmente, volvimos a mi habitación para charlar un rato. Le pedí a Kaito que me contara los detalles sobre su enfermedad y sobre cómo se sentía respecto a ella. Me habló de todos los síntomas que había tenido: mareos, vómitos, tos continuada y acompañada de sangre, músculos débiles y un sin fin de ellas.

Si resultaba tener el virus del que hablaba el libro, sabíamos que era muy contagioso, pero ninguno de nosotros había experimentado síntomas similares, así que di por hecho que los demás éramos inmunes, tal y como estaba escrito en el libro. Lo único que me revolvía las entrañas era pensar en que la enfermedad era mortal. No podía perder a Kaito también. En parte esa era la razón por la que negaba la veracidad de aquel libro.

"Kaito." Lo llamé.

La conversación había cesado hace unos minutos y había un nuevo tema que rondaba mi mente. Él me observó con la espalda apoyada en el armario de mi dormitorio y los brazos cruzados, esperando a que continuase.

"¿Confías en (T/N)?" Pregunté mientras daba vueltas por mi habitación con la mano en mi barbilla.

Kaito se sorprendió ante mi pregunta, como si fuera incomprensible que preguntase aquello.

"¡Pues claro!" Exclamó, y sus ojos me siguieron con la mirada. "¿Por qué no habría de hacerlo?"

"¿No crees que actúa un poco raro?"

"P-Para nada, ¿a-a qué te refieres?" Kaito comenzó a moverse con nerviosismo, haciendo que el armario se tambalease ligeramente.

"¿Recuerdas aquel caso que te conté?" Le pregunté.

"¿El de los niños que aparecieron asesinados en un hospital abandonado?"

"Ese mismo." Repuse. "Cuando se lo relaté a (T/N) reaccionó de una manera muy extraña, parecía fuera de sí. Le afectó tanto que salió corriendo de mi laboratorio sin decir una palabra."

"Es normal, Shuichi." Replicó Kaito restándole importancia. "No es un caso que hable de chuches y fantasía precisamente... cualquiera que sea un poco asustadizo reaccionaría de esa manera. Yo no, por supuesto. Cuando me lo contaste me puse pálido, pero te aseguro que no fue por miedo... fue por... el hambre."

"Cuando fui a preguntarle sobre el caso, no lo recordaba, Kaito. No tenía ni idea de lo que le estaba hablando." Insistí con el ceño fruncido. "He llegado a la conclusión de que tiene amnesia disociativa."

"¿Amnesia qué?"

"Disociativa." Sentencié. "Es un tipo de amnesia que se da en personas con fuertes traumas, haciendo que los olviden por completo."

"Espera... no estarás insinuando que (T/N)..."

"Es uno de los niños secuestrados del caso de la cúspide de la desesperación." Afirmé dando mi quinta vuelta por la habitación. "Es lo único que cuadra. Y si tenemos en cuenta el contenido de su video motivo, todo encaja."

"Pero dijiste que solo encontraron cadáveres, ninguno de ellos estaba... vivo." Replicó Kaito.

"Eso es lo que decía el informe. Pero los malhechores nunca fueron encontrados. ¿Y si alguno de esos niños sobrevivió? ¿Y si se lo llevaron a otro lugar?Además, los números también cuadran. Los niños tenía alrededor de cinco años cuando eso ocurrió. Exactamente los mismos que tendría ella en aquel momento."

"Entonces... ¿tu teoría es que ella sobrevivió a esas crueldades y se la llevaron para seguir torturándola, pero olvidó todo eso por la amnesia diposativa?"

"Disociativa." Le corregí.

"Como se llame..." Kaito se apoyó bruscamente en el armario, y éste volvió a tambalearse. "¿Pero cómo ha acabado (T/N) dentro del killing game?"

"Esa es una de las grandes incógnitas de este lugar." Suspiré con cansancio. "Junto con la identidad de la mente maestra."

Estaba a punto de dar mi sexta vuelta por el dormitorio cuando escuché un ruido sordo, como el que hace un mueble pesado cuando es arrastrado por el suelo, seguido de un alarido de dolor. Me di la vuelta y vi a Kaito sentado en el suelo frotándose el lateral de la cadera, y el armario desplazado unos centímetros de su posición original. Me acerqué a Kaito de inmediato.

"¿Estás bien, Kaito?" Le ofrecí mi mano para ayudarlo a levantarse.

"Solo ha sido una pequeña caída..." Se lo pensó dos veces antes de aceptar mi ayuda, pero terminó tragándose su orgullo. "Nada de lo que Kaito Momota no pueda recuperarse."

Una vez en pie, Kaito se limpió con torpeza la chaqueta, que se había ensuciado por la caída. Yo fui a recolocar el armario y sin querer golpeé con el codo una parte de la pared que antes estaba oculta por el enorme mueble, haciendo que un calambre recorriera mi brazo. De inmediato, me di cuenta de algo bastante curioso. Necesitaba inspeccionarlo mejor, pero ya había visto algo parecido en casa de mi tío, el detective.

"Kaito, ¿puedes ayudarme a apartar el armario de la pared?"

"¿Ayudarte? Puedo moverlo yo mismo si lo necesitas." Alardeó con una sonrisa. "Deja este trabajo a los profesionales, Shuichi, no por nada era el más fuerte de mi clase."

Dudaba bastante de la veracidad de esas palabras, pero si algo había aprendido de Kaito es que por mucho que le llevaras la contraria, él no se rendiría hasta que viese que era imposible.

Por eso, me aparté y me senté a esperar. Primero, intentó moverlo con una mano, fracasando por completo. Luego, se decidió por las dos, pero tampoco dio resultado. En el noveno intento pegó su espalda al lateral del armario y utilizó toda la fuerza de su cuerpo, pero el armario no se movió ni un milímetro.

"Kaito, es mejor que lo empujemos los dos." Le aconsejé.

"He dicho que no... Ya casi lo tengo."

Después de veinte largos minutos, Kaito se lanzó boca arriba en la cama, jadeando. Se tapó el rostro con un brazo para que yo no viera lo avergonzado que estaba, y entre dientes murmuró:

"Puede que sea más rápido si te ayudo a moverlo."

Kaito podía ser muy testarudo en ocasiones, pero siempre conseguía sacarme una sonrisa.

Ambos nos acercamos al armario y, con mucho esfuerzo, logramos moverlo para dejar la pared detrás de él al descubierto. De inmediato, empecé a dar ligeros toques en la pared con mi mano, mientras escuchaba con atención el sonido que producían.

Justo como pensaba.

"Shuichi, ¿te has vuelto loco?" Kaito me miró como si hubiese perdido la cabeza. "C-Creo que no comer te está afectando."

"Esta parte de la pared está hueca." Anuncié finalmente.

Mis sospechas eran correctas. Conocería el sonido que hace una pared hueca en cualquier parte, mi tío tenía decenas de pasadizos en su casa. Exploré con mis dedos la áspera pared en busca de algún mecanismo oculto.

"Kaito, ayúdame a buscar alguna ranura que pueda..."

Y entonces, se escuchó un «click».

Parte de la pared que antes estaba escondida por el armario se hundió y se desplazó hacia un lateral, como una especie de puerta corredera. Estaba tan bien escondida que si no hubiera sido por la torpeza de Kaito y por los pasadizos similares que tenía mi tío, no me hubiera dado cuenta de que aquella pared escondía una puerta secreta.

Sin embargo, lo que aguardaba tras ella fue lo más sorprendente. En la casa de mi tío todos los pasadizos llevaban a habitaciones espaciosas donde guardaba asuntos estatales secretos. Pero la puerta que Kaito y yo habíamos abierto era muy distinta, pues justo detrás de ella había un elevador, completamente opaco y hecho de acero.

Su altura y ancho se asemejaban al tamaño del armario, y estaba encajado entre tres paredes que lo aprisionaban. Presentaba una puerta de color grisáceo que daba paso al interior del ascensor, pero estaba cerrada y no había ningún botón capaz de abrirla. Tan solo había una cerradura en la parte superior. Probablemente necesitáramos una llave para hacerlo funcionar.

«La llave que (T/N) siempre lleva en su cuello» Pensó una voz dentro de mi cabeza. «No, no debo sacar conclusiones precipitadas. Necesito pruebas para hacer tal afirmación»

Kaito y yo nos lanzamos miradas de perplejidad. Apoyé una mano en la puerta del elevador; estaba helado y polvoriento, como si no hubiera sido utilizado en siglos. Exploré la superficie de la puerta con ambas manos, buscando alguna forma de abrirlo, pero fue imposible. Necesitábamos la llave que encajara en la cerradura.

"Shuichi... ¿Por qué demonios tienes un ascensor en tu habitación?" Preguntó Kaito, pasmado. "¿Acaso te han dado el dormitorio V.I.P? ¡Eso no es justo!"

"No sabía de su existencia hasta ahora." Repuse, escudriñando con la mirada la puerta del elevador. "Si no hubiera golpeado sin querer la pared con el codo, no me hubiera dado cuenta de que estaba hueca."

"¡Qué buen detective estás hecho!" Me halagó Kaito con su sonrisa habitual, y me dio una palmada en la espalda tan fuerte que casi hace que me fuera de bruces contra la puerta del ascensor. "¡Nadie se hubiera dado cuenta de que aquí había una puerta secreta!"

"N-No exageres."

"Pero... ¿A dónde carajos lleva este ascensor?" Quiso saber Kaito. "No hay nada encima de nosotros. No puede subir."

"No puede subir, pero sí bajar."

"¿Cómo a un sótano?" Preguntó, pensativo. "¿Crees que es el sótano de la mente maestra?"

"Es muy probable que sea un pasadizo que solo la mente maestra conoce." Repuse. "Si estaba tan oculto es porque no quería que lo encontrásemos."

"Lo que no entiendo es, ¿para qué arriesgarse a poner un elevador secreto en tu habitación?"

"Para poder entrar a ella sin ser visto desde fuera." Concluí con certeza, y luego me dirigí hacia la puerta de mi dormitorio. "Vamos a tu dormitorio, Kaito. Necesito comprobar una cosa."

Salí el primero de mi habitación, dispuesto a dirigirme hacia la de Kaito, pero me frené en seco cuando vi un enorme exisal en medio de la zona común de los dormitorios. Pensaba que al verme vendría hacia mí, sin embargo, no movió ninguna de sus extremidades metálicas. Escuché a Kaito cerrar la puerta de mi habitación al salir, pero sin darse cuenta chocó contra mi espalda y cayó directamente hacia el suelo.

Me giré de inmediato y lo ayudé a levantarse.

"¿Qué hacías ahí parado, Shuichi?" Protestó, frotándose la rabadilla.

Solo se percató del exisal cuando se lo señalé.

"¿Qué carajos hace un exisal aquí dentro?" Cuestionó, frunciendo el ceño. "Se supone que Kokichi ordenó a Monotaro que dieran vueltas por el exterior de la academia, no por el interior."

"¿Y Monotaro acata las órdenes de la falsa mente maestra antes que de la verdadera?" Inquirí, inspeccionando con la mirada los alrededores. "Aquí hay algo que no cuadra."

"Según Kokichi, Monokuma dejó a Monotaro a su merced, con ciertas restricciones, pero Kokichi manipuló a Monotaro para que pusiera los exisal en marcha, y así hacer más creíble su actuación sobre ser la mente maestra." Explicó Kaito.

"Eso quiere decir que Monotaro ha desobedecido a Monokuma." Pensé en voz alta. "Me pregunto cómo se lo tomará la mente maestra..."

"Pero se supone que no debían entrar al interior, sino quedarse en el exterior." Refunfuñó Kaito.

"Si Kokichi tiene el control de Monotaro, pudo haberle dado una nueva orden." Repliqué.

"En cualquier caso, es mejor mantenernos alejados, esa cosa nos puede hacer puré en segundos." Advirtió Kaito.

Dejamos al exisal en la zona común y nos adentramos en el dormitorio de Kaito. Una vez allí, repetimos el mismo proceso que en mi habitación: desplazamos el armario (esta vez Kaito no se ofreció a hacerlo solo) y buscamos una ranura que desbloqueara el acceso a la puerta secreta.

Tardamos un poco más que la vez anterior, pero pronto se escuchó un «click» y la pared se desplazó hacia un lateral. Al igual que en mi dormitorio, la pared dejó al descubierto la puerta de un viejo ascensor de acero, idéntico al de mi habitación. De nuevo, intentamos abrirlo, pero la única manera posible era con la llave que encajase en la cerradura de la parte superior.

"¿Sabes lo que significa esto, Kaito?" Espeté.

"¿Que yo también tengo una habitación V.I.P?"

Resistí el impulso de llevarme una mano a la frente.

"Significa que todas las habitaciones tienen un ascensor." Anuncié. "Siempre me pregunté si la mente maestra podía entrar en nuestras habitaciones a su antojo, y ya veo que la respuesta es que sí. Incluso consideré la idea de que tuviera una llave maestra para las puertas de los dormitorios, pero tiene algo mejor: una manera de acceder pasando desapercibido."

"Entiendo... ¿Pero cómo es capaz de rodar el armario si yo, uno de los más fuertes de la academia, no pude desplazarlo solo?" Quiso saber Kaito.

"Eso, Kaito, es una buena pregunta..."

Decidimos volver a mi habitación para seguir dándole vueltas al asunto. Pero al salir nos quedamos en la zona común observando con desconcierto el exisal, que seguía en la misma posición de hace unos minutos, excepto por una ligera diferencia...

"Shuichi... ¿El exisal llevaba antes un saco marrón en las manos?" Preguntó Kaito sin dejar de observalo.

"Estoy seguro de que no lo llevaba. Y parece que hay algo dentro del saco. Quizá si nos acercamos un poco..."

Me aproximé a la gran máquina lentamente. Y Kaito me advirtió con voz temblorosa:

"Shuichi... n-no creo que debamos a-acercarnos a esa cosa."

Pero hice caso omiso a sus palabras y continué acerándome más. Necesitaba comprobar algo, y solo podía hacerlo desde cerca. Sin embargo, cuando estaba a escasos centímetros, el exisal movió uno de sus brazos metálicos en el aire y retrocedí antes de que impactara contra mí. Luego, continuó su camino hacia el interior de la academia y desapareció en la lejanía con el saco en las manos.

Kaito corrió a mi lado con un temblor descomunal.

"¡Te dije que no debías acercarte a esa cosa!" Me increpó. "¡Podía haberte hecho papilla!"

Aún con millones de preguntas para las que no había encontrado respuesta, volvimos a mi habitación. Sin embargo, al entrar, las dudas en mi cabeza no hicieron más que aumentar, porque tirado en el suelo, cerca de la puerta, había una tarjeta del tamaño de la palma de mi mano. Cuando la recogí, me di cuenta de que era una tarjeta de banda metálica con un sensor incorporado.

"¿Desde cuándo tienes esa tarjeta?" Me preguntó Kaito.

"No es mía..." Repliqué, observándola con cautela. "Alguien ha debido de colarla por debajo del umbral de la puerta mientras estábamos en tu dormitorio."

"¿Y por qué demonios alguien haría eso?" Quiso saber.

"No lo sé, pero..." Tragué saliva y me volví hacia Kaito. "...ésta tiene que ser la tarjeta que abre la puerta secreta de la biblioteca."

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Opiniones del capítulo!!!

Shuichi ha descubierto cosas importantes y aún le quedan muchas otras por descubrir. Hemos visto que Kaede sabía más que todos nosotros... una pena que haya muerto *risa malvada*

Creo que nadie se esperaba que pasásemos al punto de vista de Shuichi. He visto muchos comentarios que creían que pasaríamos al punto de vista de Kokichi, pero no. ¡Ahora somos el detective definitivo!

Y mientras... ¿qué estarán haciendo (T/N), Rantaro y Kokichi?

Muchísimas gracias a todos los que apoyáis esta historia. Me llena de felicidad leer vuestros comentarios. Nos leemos la semana que viene❤️

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