Capítulo 66
Maratón sorpresa 2/2
Estaba a punto de entrar a mi dormitorio cuando escuché que alguien me llamaba. Había reconocido su voz, pero se me heló la sangre en las venas cuando me giré y lo tuve cara a cara.
"(T/N), ¿podemos hablar?" Tal y como me temía, se trataba de Shuichi.
"¿A-Ahora?" Me excusé. "Es un poco tarde, Shuichi..."
"Es importante, necesito hacerte un par de preguntas sobre lo que ha pasado esta tarde." Podía sentir como me interrogaba con la mirada. Y no me gustaba nada.
"No sé a qué te refieres." Contesté sin darle importancia.
"Hablo del caso que te leí en mi laboratorio." Explicó. "No quiero ser entrometido pero... se te veía muy afectada, me preguntaba si.."
"No sé de qué caso hablas." Le corté. "Esta tarde no fui a tu laboratorio."
"¿Cómo?" El detective no daba crédito a mis palabras.
"Se está haciendo tarde, ¿qué tal si dejamos esta charla para mañana?" Le mostré una media sonrisa y abrí la puerta de mi dormitorio.
"Espera, ¿no recuerdas que-?"
"Estoy cansada, buenas noches."
No le di tiempo a replicar y cerré la puerta en sus narices. No tengo ni idea de lo que quiere hablar, pero estoy segura de que puede esperar a mañana.
Además, Shuichi ha estado actuando raro últimamente. O quizás soy yo.
Sin darle más importancia al tema, me puse el pijama y me envolví, como un rollito de primavera, entre las sábanas. No tardé mucho en quedarme completamente dormida...
Escucho la fricción de pequeñas ruedas contra el suelo. Por la intensidad del sonido sé que se mueven con rapidez. Mi cuerpo está agotado, ni un solo músculo responde a mis llamadas. Mi espalda está acostada sobre una superficie áspera y consistente. Una superficie que se tambalea de un lado a otro.
Aún mantengo los ojos cerrados, porque me pesan. Es como si hubiera una fuerza externa que no me permite abrirlos. Oigo un pitido en los oídos que no me deja escuchar más allá del chirriante rozamiento de las ruedas. Pero poco a poco desaparece y distingo varias voces agitadas.
Intento abrir la boca para hablar pero no puedo. Intento moverme pero no puedo. Quiero salir de aquí pero no puedo.
El sonido de las ruedas cesó y sentí varias manos en mis piernas y brazos que me trasladaron hacia otra superficie. Ésta era más gélida y dura. Noté un fuerte pinchazo en mi brazo, seguido de un líquido frío como el hielo, que recorría cada parte de mi cuerpo.
"Sus niveles de dopamina siguen siendo elevados." Voceó una voz femenina.
"El sistema mesolímbico está demasiado estimulado." Informó una voz grave. "Los neurolépticos no parecen bajar lo suficiente los niveles de dopamina."
"Podemos administrarle más Haloperidol pero tiene efecto secundarios como náuseas, visión borrosa, fiebre y convulsiones."
"Hazlo." Ordenó otra voz. "No nos queda elección, si no lo hacemos la perderemos."
Abrí los ojos de par en par a la vez que me incorporaba en la cama. Un sudor frío caía por mi frente y el corazón me latía hasta la garganta. Aún aturdida, miré a mi alrededor. Seguía en la habitación de la academia y aún no había amanecido. De hecho, era media noche.
Empecé a notar mi estómago más revuelto de lo normal, acompañado de una sensación de náuseas. Por si no era suficiente, apareció un dolor punzante en mi pecho que no me dejaba respirar.
Me levanté y fui dando tumbos hacia el baño a causa de la visión borrosa. Terminé echando por la boca una gran cantidad de sangre en el lavabo. Tanta, que creí que no volvería a poner un pie en tierra firme. Finalmente me lavé la cara con la poca fuerza que me quedaba. Estaba pálida como la luna.
Fue entonces cuando lo volví a ver reflejado en el espejo. Una tenebrosa y robusta figura humana que apenas podía distinguir por el desenfoque de mis ojos. Esta vez no me atreví a darme la vuelta, me quedé congelada en el sitio tratando de sacar algo de valentía.
"¿Quién eres?" Quise sonar amenazante, pero más bien parecía un conejo asustadizo.
"No hace falta que yo responda a esa pregunta, tú sabes perfectamente quien soy." Respondió esa voz que tan conocida era en mis pesadillas.
"¡¡Déjame en paz!!" Grité temblando de miedo. "¡¡Lárgate!!"
"Realmente estás progresando... Es la primera interacción que tenemos desde hace tiempo."
"¿De qué estas hablando?"
Pero cuando me giré ya no había nadie allí. Debe haber sido una alucinación por la cantidad de sangre que he perdido. Y por si no fuese suficiente, mi frente ardía como troncos de bosque. Lo mejor será que me vuelva a la cama.
Me tapé con la manta y traté de dormirme. Di una vuelta. Y otra. Y otra más. Intenté acomodarme en todas las posiciones posibles pero no conseguía conciliar el sueño. Opté por tomar algo de aire, mis pulmones lo agradecerían. Por eso me puse un abrigo y salí de mi habitación.
Haciendo una vista panorámica del exterior, me percaté de que había una persona acostada boca arriba en la hierba. Al acercarme me di cuenta de que se trataba de Kaito. Tenía ambos brazos en su nuca, sirviendo de apoyo a su cabeza, y observaba el cielo con nostalgia.
"¿Tú tampoco puedes dormir?" Pregunté mientras me sentaba a su lado.
"Suelo venir a ver las estrellas cuando me siento perdido." Respondió sin apartar la vista del cielo.
La expresión de Kaito transmitía la más pura añoranza, como si en el mismísimo cielo se estuvieran proyectando las memorias de su vida. Para mí no era más que una preciosa vista con la que podía entretenerme un rato. Pero, para él, era mucho más que eso. Era algo que yo desconocía. Y es que, en realidad, no sé nada de su pasado.
"¿Cómo estás?" Preguntó de repente, sin apartar la mirada del cielo.
Su pregunta me pilló desprevenida y no sabía exactamente como responder a eso. Él se dio cuenta del silencio en mi respuesta y estableció contacto visual conmigo.
"Quiero decir, la enfermedad...¿cómo la llevas?" Kaito estaba más serio que de costumbre. Era algo que no iba con él.
"Supongo que intento no pensar mucho en ello, pero estos días creo que he empeorado." Abracé mis rodillas y las presioné contra mi pecho. "¿Y tú?"
"Cada vez me cuesta más respirar, pero no me dejaré vencer. Hace falta más que un maldito virus para acabar con Kaito Momota." Esbozó una sonrisa que pronto se transformó en una sola línea recta. "Creo que Shuichi sospecha que me pasa algo. He intentado ocultárselo, pero escupir sangre no pasa precisamente muy desapercibido."
"Creo que también sospecha de mí. Quiso hablar sobre algo importante, me entró el miedo y me escabullí. Puede que quisiera hacerme preguntas sobre ello."
"No puede enterarse." Dijo seriamente. "Tiene que concentrarse al máximo en sacarnos de aquí. No podemos distraerlo con esto."
Asentí y el chico devolvió la mirada al cielo. Me fijé en que sus párpados estaban caídos y las bolsas debajo de sus ojos eran cada vez más grandes.
"Ultimamente tienes muchas ojeras. ¿Estás durmiendo bien?" Pregunté preocupada.
"Procuro dormir lo menos posible." Contestó sin titubeos. "Por dos razones, la primera es que me he estado leyendo los libros de medicina que hay en la biblioteca. Quiero documentarme bien sobre este virus. Tiene que haber una cura."
"¿Has estado leyendo libros de medicina todas las noches?" Alcé ambas cejas atónita.
"No me entero un carajo, pero algo es algo." Espetó. "Tengo la esperanza de encontrar información sobre una posible cura."
"¿Y la segunda razón?" Pregunté con curiosidad.
"Tengo miedo de no despertar."
Su respuesta me dejó sin palabras. Era una realidad que yo no lograba aceptar. Y a diferencia de mí, Kaito trataba de hacer algo para remediarlo. Ni siquiera me planteé que podían haber libros que hablaran sobre la enfermedad. Puede ser ignorancia o que ya me he dado por vencida.
"¿Tienes alucinaciones debido a la enfermedad?" Pregunté.
"¿Eh, alucinaciones?" El chico me miró en confusión. "Nada de eso, ¿por qué?"
"Por nada, solo sentía curiosidad." Tal y como pensaba las alucinaciones no son a causa de la enfermedad. Me estoy volviendo loca.
Kaito se dio cuenta de mi guerra mental y antes de que hiciera más preguntas desvíe el tema. "¿Y dices que sueles venir aquí fuera a mirar el cielo?
"Y desde mucho antes de llegar a la academia." Contestó nostálgico. "Me gusta ver como el cielo me sonríe."
"¿Te sonríe?" No pude retener la risilla. "¿Estás seguro de que no tienes alucinaciones?"
Kaito soltó unas carcajadas y señaló un punto en el cielo. "¿Ves esa línea curva de estrellas?" Alcé mi mirada hacía el lugar donde apuntaba. "Es la Corona Borealis. Si la observas con detenimiento puedes distinguir una sonrisa."
"No veo nada." Espeté frunciendo el ceño. "Todas las estrellas son iguales."
"Yo solía pensar lo mismo, pero mi hermano me hizo verlo con otros ojos." Soltó unas risitas que acabaron en un suspiro lleno de añoranza.
"No sabía que tenías un hermano." Alcé ambas cejas sorprendida.
"Es solo dos años menor que yo, pero muchísimo más maduro." Explicó. "Cuando me enseñó las constelaciones, él tenía once y yo trece. Pero mientras él era una persona de provecho, yo era un renacuajo que creía que el mundo estaba en su contra."
"¿Kaito Momota en modo depresivo?" Espeté. "Imposible."
"Cuesta creerlo lo sé, he cambiado mucho desde entonces." Contestó estrechando los ojos con nostalgia. "Antes no solía tener tanto positivismo."
"Todos alguna vez pasamos por una época rebelde." El simple hecho de recordar la mía me hace querer esconderme debajo de la tierra...
"Mi hermano no, él siempre tan alegre." Relató con añoranza. "Es el orgullo de la familia y adorado por todos."
Hizo una pausa para suspirar profundamente y se incorporó del suelo.
"Nunca he tenido la ocasión de contarle esto a alguien. Aunque no lo parezca soy un tío reservado. No me gusta hablar de mi pasado. Me gusta centrarme en el presente y en el futuro."
"No te sientas obligado a contarme nada que no quieras." Dije alzando ambas manos.
"No sabría explicarlo pero me transmites confianza, lo mismo me pasa con Shuichi." El astronauta esbozó una sonrisa de oreja a oreja. "Mi hermano es algo muy preciado para mí. Desde que tiene uso de razón ha estado obsesionado con el universo. Me obligaba siempre a hacer pequeñas acampadas en el patio de nuestra casa para ver las estrellas."
Kaito soltó unas risitas antes de continuar, mientras yo lo escuchaba atentamente. Suele ser muy alegre, pero nunca lo había visto con esa expresión en el rostro.
"Me enseñó todas las constelaciones, una de ellas la que te enseñé antes, Corona Borealis. Afirmaba que era una sonrisa, como si el cielo le estuviera sonriendo. Pero a mí me parecía un muermo y no conseguía distinguir ninguna forma." Relató con entusiasmo. "La primera vez que vio una estrella fugaz se puso como loco. Recuerdo que mi padre nos dijo que pidiésemos un deseo. Él deseó viajar al espacio cuando fuera mayor."
"¿Y tú qué pediste?" Pregunté con curiosidad.
"Que todos desaparecieran. Estaba harto de ver como mi hermano tenía éxito en cualquier ámbito, era mejor estudiante, mejor compañero, mejor hijo, mejor hermano... Yo solo era un fracasado que odiaba el mundo." Su voz comenzó a apagarse pero retomó el rumbo de la conversación enseguida. "Él quería estudiar astronomía, convertirse en el mejor astrofísico que este mundo ha tenido. Era un friki. Siempre decía que le parecía increíble lo insignificante que somos para el universo. Y no me he dado cuenta hasta ahora de que tenía razón."
"El día de su cumpleaños mis padres, como regalo, lo llevaron al planetario. Estaba muy ilusionado. Me pidió que lo acompañara, pero me parecía una pérdida de tiempo. Me negué a ir con ellos y me quedé jugando videojuegos." Kaito se veía arrepentido mientras narraba. "Recuerdo ese día como si fuese ayer. Me pasé horas jugando en la consola. Demasiadas. Más de las que mi madre me hubiera permitido. Porque nunca llegaron. Nunca volvieron a casa."
Al terminar de decir esas palabras, se formó un nudo en mi garganta. El rumbo que estaba tomando la conversación era cada vez más oscuro.
"Anocheció y la casa seguía vacía. Mis abuelos se enteraron antes que yo de lo sucedido y vinieron a buscarme." Su voz se quebraba e hizo una pausa para coger aire. "Hubo un accidente de tráfico en la autopista camino a casa. Un adolescente borracho, que venía de una fiesta con sus amigos, creyó que estaba lo suficientemente lúcido como para conducir. Esa decisión costó la vida de trece personas y más de veinte heridos. Mi madre y mi hermano fallecieron en el acto. Mi padre sobrevivió al impacto pero no llegó al hospital."
"L-Lo siento..." No me esperaba ese desenlace y no era muy buena en este tipo de situaciones. Por eso empecé a moverme con nerviosismo sin saber muy bien qué decir. Suerte, que él supo normalizar el ambiente.
"No te preocupes, ya no siento más que nostalgia al contarlo. Me duele pero no como el primer día." Kaito suspiró. "Así es como me mudé con mis abuelos. Sin su apoyo hubiera estado perdido. Gracias a ellos pude seguir el camino que mi hermano hubiese querido seguir. Me obsesioné con la astronomía y me propuse ser el mejor. Quería que estuviera orgulloso de mí."
Kaito esbozó una pequeña sonrisa contagiosa y volvió a mirar el cielo nocturno.
"Y sé que lo está, porque la primera vez que observé las estrellas después de la tragedia, conseguí distinguir la sonrisa de la Corona Borealis. Brillaba con tanta claridad. Era una sonrisa preciosa, igual que la de él. Quiero viajar al espacio para verla más de cerca."
"Es increíble que consiguieras la fuerza suficiente como para seguir adelante. Y no solo eso. Terminaste convirtiéndote en el astronauta definitivo." Le halagué.
"Tampoco tuve que hacer mucho esfuerzo, la mayoría de las cosas me las había enseñado mi hermano." Me hizo una seña para que me acercara a él y señaló un punto en el cielo. "Mira, ¿ves esas estrellas de ahí? Es la constelación de Orión, su hombro la marca la supergigante roja llamada Betelgeuse, una de las mayores."
"Es una de las que más brilla." Espeté asombrada.
"Cuanto más masiva sea una estrella, más brillante será, pero también más breve será su vida. Al ser mayor consumen mucho más rápido su combustible nuclear." Explicó. "En algún momento de los próximos 100,000 años Betelgeuse agotará toda su energía y no podrá resistir el empuje de la gravedad. Colapsará violentamente y explotará en una supernova."
Me quedé atónita con todo el conocimiento que poseía el chico. No debería sorprenderme, pues es el astronauta definitivo, pero tratándose de Kaito no puedo evitar asombrarme.
"Cuando esto ocurre pueden formarse dos cosas, una estrella de neutrones o un agujero negro. Si se transforma en un agujero negro formará una región en el espacio de la que nada, ni siquiera la luz, puede escapar." Esclareció el chico. "La pérdida de mi familia fue mi supernova, una exploción de emociones negativas imposible de controlar, que por poco, me succionan hasta el más profundo agujero negro."
Sin saber muy bien por qué, comprendí ese sentimiento. Comprendí a qué se refería con quedar atrapado en un agujero negro, con no sentir nada más que desesperación.
"Hay que tener cuidado con los agujeros negros." Advirtió. "Existe un punto de no retorno que los envuelve, llamado horizonte de sucesos. Si lo cruzas no podrás escapar de él jamás."
"¿Y si hay alguien que está caminando en el horizonte de sucesos como en una cuerda floja?" Pregunté.
"Si ese alguien termina cayéndose, será condenado a ser succionado y desaparecer para siempre. Se destruirá a sí mismo." Declaró. "Hay que alejarse de ese horizonte cuanto antes."
"¿Y qué ocurre si ya has caído?"
Ante mi pregunta, Kaito me observó con preocupación y desasosiego.
"Entonces no existe salvación... se necesitaría una fuerza mayor que la del propio agujero negro para salir de ahí." Kaito se acomodó y sacudió su cabeza. "¿Pero sabes qué? Un astrofísico muy conocido dijo que las cosas pueden salir de un agujero negro. Y que, posiblemente, vuelven a salir en otro universo."
El chico me observó con detenimiento y me regaló una de sus motivadoras sonrisas.
"Por eso si sientes que estás en un agujero negro, no te rindas. Hay una salida."
"N-No he dicho que yo esté en uno..." Desvié la mirada avergonzada.
Quizá no fue muy disimulado, incluso para Kaito. Pero me alegró que no preguntara nada al respecto, porque ni yo misma sabría qué contestarle.
"Deberíamos volver a dormir." Kaito se levantó y me tendió su mano para ayudarme a hacer lo mismo.
"Sobre todo tú, tienes que descansar más." Le aconsejé.
Después de esa pequeña charla, cada uno se fue a su dormitorio. Y aunque seguí dando vueltas, conseguí dormirme. Al menos por unas horas. Hasta que el timbre de mi habitación retumbó por todas las esquinas.
Me vestí a toda prisa y fui a abrir la puerta mientras me frotaba los ojos y refunfuñaba por lo bajo. Detrás de ella se encontraba Rantaro con su dulce expresión de siempre, la cual se transformó en una de sorpresa en cuanto me vio. No debía tener muy buen aspecto.
"Creo que alguien no ha dormido bien."
"No me lo recuerdes." Espeté bostezando. "He pasado una noche de perros."
"Puedo intuirlo, nunca llevas el pelo tan desordenado." Dijo haciéndome un tímido repaso con la mirada.
No sabía como de mal me veía, pero sinceramente prefería vivir en la ignorancia.
"Quería que desayunáramos juntos, pero creo que es mejor que duermas un poco más." Declaró con preocupación.
"¡Ni de broma, no me pienso volver a meter en la cama!" Negué con la cabeza. "No sabes las vueltas que di anoche."
"En ese caso... ¿puedo pasar?" Preguntó algo avergonzado.
"C-Claro." Asentí y le hice un gesto para que pasase.
"¿Tienes una goma para el pelo?" Preguntó una vez entró en mi dormitorio.
"S-Sí, tengo una en la mesilla de noche." Dije mientras la señalaba. "¿Por qué?"
Rantaro cogió la goma y cuando estuvo a pocos centímetros de mí me hizo un gesto para que me diera la vuelta. Entonces comprendí lo que quería hacer.
El chico comenzó a deshacer los nudos de mi pelo, pasando la yema de sus dedos con sumo cuidado. No sentí ni un solo tirón, se notaba que no era la primera vez que lo hacía.
Terminó por hacerme una coleta improvisada que, debo admitir, quedó bastante decente. A pesar de que mi aspecto en ese momento dejaba mucho que desear.
"Mucho mejor ahora." Dijo sonriente mientras observaba mi nuevo aspecto. Las habilidades de Rantaro me sorprenden día a día.
"G-Gracias, aunque lo podía haber hecho yo, no debías de haberte molestado." Murmuré con timidez.
Dicho esto, nos encaminamos al comedor para comenzar el nuevo día. Himiko y Keebo ya se encontraban allí cuando llegamos. Al parecer la maga le estaba explicando cómo funcionaba la magia, pero Keebo no parecía comprenderlo bien.
"¡Buenos días!" Exclamó la chica en cuanto nos vio.
"Buenos días..." Respondí entre bostezos y apoyé la cabeza en la mesa con cansancio.
"Mi magia me dice que no has dormido muy bien." Declaró Himiko.
"Creo que no necesitas tu magia para verlo." Refunfuñé.
"Según mi base de datos, la principal causa del insomnio es el estrés." Informó Keebo con orgullo.
"Podemos hacer yoga para que liberes el estrés, Angie me enseñó esa técnica." Anunció la maga con emoción.
"Créeme que es lo último que necesito." Murmuré.
"Te prepararé algo para desayunar." Enunció Rantaro mientras se dirigía a la cocina. "¿Quieres algo en especial?"
"Lo que sea pero con café, lo necesito." Espeté tratando de que mis párpados no se cerrasen. El chico asintió y desapareció por la puerta de la cocina.
"También puedo hacerte un hechizo contra el sueño." Propuso Himiko.
"¿La magia también sirve para eso?" Cuestionó el robot.
"Sirve para todo, Keebo. Atento." Himiko se incorporó hacia mí en su asiento y empezó a canturrear. "Con dos de veo y con cinco de encanto, la sangre te bebo, el corazón te parto, que hagas lo que te mando, como manda la suela de mi zapato, que desaparezca tu sueño con este canto."
"¿Qué clase de hechizo satánico es ese?" Pregunté enarcando una ceja.
"!Oye!" Protestó la chica. "No es satánico, es magia."
"Sigo sin entender la funcionalidad de la magia." Replicó Keebo con frustración.
"Keebo, no hay nada que entender, solo tienes que creer en ella y sentirla." Contestó la maga.
"¿Sentirla?" Preguntó el robot.
"Se tarda años pero..."
Sin darme cuenta y mientras escuchaba de fondo la conversación de ambos chicos, caí en un profundo sueño.
Muy profundo...
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Espero que os haya gustado❤️
Habrán unos capítulos de calma antes de la tormenta, bueno más bien se viene una tempestad. Y se me ocurrió una idea al ver una imagen de danganronpa, que creo que va a estar divertida. Ya veréis a qué me refiero en el próximo capítulo. Además, modificaré un poco el horario de publicación, ya os informaré al respecto.
Ahora voy a hacer una pregunta seria xD
⚠️Aclaración⚠️: Esta pregunta era solo para ver vuestras opiniones. No cambiará el rumbo de la historia los votos que tengan unos u otros. Y para que sean más realistas pido, por favor, NO abarrotar el chat con mensajes. Uno por persona a ser posible. Gracias❤️
¿Team Rantaro?
¿Team Kokichi?
¿Trío? (No vale solo escoger ésta xD)
Y para terminar, un meme con el que me he sentido muy identificada y necesitaba compartirlo. Soy muy malvada. xD
Pd: ¡Cómo se nota que he acabado mis exámenes!
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