Capítulo 65
Maratón sorpresa: 1/2
Preparé la mesa y coloqué con sumo cuidado el pastel en el centro. El aspecto de éste era memorable, pero no debía cantar victoria aún. Puede que su sabor deje mucho que desear. En ese caso me moriré de vergüenza.
Comenzaba a arrepentirme de haberlo hecho. ¿Y si sabía mal? ¿Y si todos se lo comían por compromiso? Por un momento pensé en todos los peores escenarios posibles. Cosa que solo logró aumentar mis nervios.
"¡Huele de maravilla!" La entrada de Kaito me sobresaltó. Intenté mostrarle una sonrisa acogedora, pero terminó convirtiéndose en una expresión de terror.
Relájate (T/N), esto no es un concurso de cocina ni ellos jueces.
"Kokichi nos dijo que habías preparado algo para nosotros." Shuichi entró junto a Kaito, pero a diferencia de éste, no parecía tan emocionado. Después de nuestro último encuentro notaba que me miraba distinto, como si hubiese algo que no comprendiese.
"Uh, sí... He preparado un pastel para compartirlo entre todos." Tenía los nervios a flor de piel y se notaba en el tembleque de mi voz. "También lo hice para darle la bienvenida a Keebo."
"(T/N)...¿cómo te digo esto...?" Kaito rascó su nuca repetidas veces. "Keebo no puede..."
"No puedo comer." El robot apareció por la puerta en el momento exacto. Su expresión era algo confusa y sus ojos miraban el pastel con desconsuelo.
"No te preocupes por eso, Keebo. He utilizado la máquina que inventó Miu para fabricar bombones que puedes comer." Cuando el chico estuvo lo bastante cerca de la mesa le señalé el plato con los dulces.
Los ojos de Keebo se iluminaron y dejó entrever una tímida sonrisa. "G-Gracias por haber pensando en mí."
Sin previo aviso se abrió un compartimento en su hombro del que salió M1-U. "¡A quién deberías darle las gracias es a mi creadora, la más inteligente, la más guapa, la todo poderos-..!"
"¡Córtalo ya!, no queremos oír tus estúpidos piropos." La inconfundible voz de Kokichi retumbó en la sala. Se encontraba en el marco de la puerta junto con Himiko y Tsumugi. "¿No sabes que mentir sobre los muertos está mal visto?"
"¡Mi creadora es la chica más inteligente de este mundo, pedazo de carne con patas!" La mini-Miu estaba que echaba humo por la cabeza. "Su coeficiente intelectual era superior a la media. ¡Lo sabía todo, al igual que yo!"
"Si lo sabes todo entonces sabrás cuando callarte." Kokichi observó, impasible, la palma de su mano mientras la mini-Miu se mordía la lengua para no estallar en cólera.
Antes de que la discusión entre esos dos continuase, Himiko se abrió paso entre Kaito y Shuichi para acercarse a la mesa. "¡Ese pastel desborda una enorme cantidad de mana!"
"No puedo evitar salivar con este olor tan dulce." Agregó Tsumugi.
"Y con ellas dos ya estamos todos reunidos." Anunció Kokichi sonriente.
"¿Y Rantaro?" Demandé enarcando una ceja.
"A mí no me mires, no he podido encontrarlo." Declaró encogiéndose de hombros. "Puede que al final lo hayan asesinado, qué pena. Bueno, comenzaremos sin él."
"Pero si te dije que estaba en su habitación." Espetó Himiko.
"¡Juro que toqué varias veces y no hubo respuesta!" Rechinó Kokichi cual niño pequeño.
"Espera... ¿Está solo en su habitación?" La mini-Miu sudaba de excitación. "Ya puedo imaginar las guarrearías que está haciendo... Apuesto a que tiene una foto indecente de mi creadora debajo de su almohada."
"¡Nadie querría una foto de Miu!" Replicó Himiko. "¡Vuélvela a meter ahí dentro, Keebo!"
"L-Lo siento, se ha escapado sola." Keebo la presionó de nuevo hacia el interior del compartimento.
"¡Ey, no tienes derecho a meterme de nuevo en este sucio agujero malolient...!" Antes de que pudiera oponer resistencia, Keebo había logrado devolverla al interior de su sistema, haciendonos soltar un suspiro de alivio.
"¿Y esta reunión en el comedor?" Justo en ese momento, Rantaro apareció por la puerta alzando ambas cejas. "Tengo la sensación de que me he perdido algo."
"Más bien, alguien no te ha avisado..." Le lancé una mirada acusadora a Kokichi, el cual mostró una sonrisa divertida.
"¡Ups, culpable!"
"Ahora que estamos todos, ¿podemos comer ya?" Kaito comenzaba a impacientarse y su estómago también, pues rugía como una manada de lobos. "Ese pastel está pidiendo a gritos ser devorado."
"¡Y qué lo digas, estoy a punto de morir de inanición!" Espetó Tsumugi.
Empezamos a ocupar los asientos y elegí uno al azar. En cuanto me senté, alguien hizo lo mismo a mi lado. Se trataba de ese chico de cabello verde y dulce sonrisa, cuyo iris se había clavado en el mío.
"Te veo más contenta de lo normal, ¿ha pasado algo?"
"Solo me apetecía pasar una noche agradable para olvidar por un momento este lugar." Contesté devolviéndole la sonrisa.
Giré mi mirada hacia el frente mientras jugaba con el collar del que colgaba la llave de mi laboratorio. Me di cuenta de que el asiento a mi derecha aún estaba vacío y a pocos metros de él se encontraba Kokichi, vacilando si acercarse o no. Cuando se percató de mi mirada, me mostró una pequeña sonrisa y se dispuso a sentarse a mi lado.
Pero antes de que pudiera sonreírle de vuelta algo, más bien alguien, se interpuso entre nosotros. Lo primero que alcanzaron a ver mis ojos fue una chaqueta azul marino, que dejaba entrever un lazo naranja atado al cuello de una camiseta.
No me hacía falta alzar más la vista para saber que se trataba de Tsumugi. Varios mechones de su cabello azulado caían por su rostro hasta su cintura. Comenzó a jugar con uno de ellos mientras me ofrecía una de sus falsas sonrisas y señalaba el asiento a mi lado.
"No te importa que me siente aquí, ¿verdad?" Su tono de voz mandaba escalofríos por mi columna vertebral.
"Eh...pues la verdad es qu-"
Ni siquiera me dejó terminar la frase. Sujetó la silla por el respaldo y la deslizó hacia detrás para sentarse en ella.
"¡Perfecto, sabía que no te importaría!" Exclamó con alegría. Trataba de mantener una fachada de chica ingenua pero, tras las gafas, sus ojos delataban una malicia inicua.
Kokichi, por su parte, frunció el ceño y torció sus labios en señal de molestia. No le quedó otra que cambiar su recorrido y dirigirse hacia el único asiento que quedaba libre, justo al lado de Kaito y delante de mí.
Cuando se sentó le hice un gesto de disculpas, pero el chico desvió su mirada hacia Rantaro y volvió a fruncir el ceño. Finalmente clavó sus ojos en los míos, relajando las facciones de su rostro. Lo que no sabía era que estábamos siendo observados por Tsumugi, la cual levantó con diversión la comisura de sus labios.
Aunque puede que solo fuera paranoia, porque no era la única que me estaba observando. Todos posaron su mirada en mí, pidiéndome permiso antes de darle un bocado al pastel. Solté una risita y comencé a cortarlo en partes iguales, adjudicando un trozo a cada uno. Excepto Keebo, que ya estaba disfrutando de los dulces especiales para él.
"¡Qué buena pinta!" Exclamó Kaito llevándose un pedazo a la boca.
"¡Qué aproveche!" Anunció Himiko imitando los pasos del astronauta.
En cuanto todos recibieron su parte del pastel, comenzaron a comer sin emitir un solo sonido. Tenía los nervios a flor de piel. Tanto, que me daba pánico probar un pedazo de mi propia tarta. Pero todo mi miedo se desvaneció cuando vi reflejada la satisfacción en sus rostros.
"¡¡Está delicioso!!" Los ojos de Himiko destellaban gozo y felicidad. "¿Cómo es que nunca lo habías preparado antes?"
"¡Deberías hacerlo más a menudo!" Exclamó Tsumugi. "¡Mis papilas gustativas no habían degustado un manjar así en años!"
"Tienes grandes dote culinarias, voy a tener que pedirte que me enseñes a cocinar así de sabroso." Rantaro me mostró una tierna sonrisa antes de llevarse un trozo a la boca.
"No sé que ingredientes has utilizado pero combinan de maravilla." Agregó Shuichi.
"Sobre todo la nata, le da un toque especial." Kokichi me lanzó una mirada de complicidad que solo él y yo entendíamos.
"¡Esto está para chuparse los dedos!" Kaito engullía el pastel como si fuese la última comida que se llevaría a la boca. "¡Dime que se puede repetir!"
"C-Claro mientras quede pastel puedes comer todo lo que quieras." Solté un suspiro de alivio internamente y me dispuse a probar mi propia creación.
No me había atrevido a hacerlo hasta ahora, pues la vergüenza de descubrir que en realidad estaba repugnante, hubiera acabado conmigo. En cuanto probé un trozo, una mezcla de deliciosos sabores estimularon mi paladar. Sonreí satisfecha al saber que el pastel había sido todo un éxito.
"Deberíamos hacer un brindis por la vuelta de Keebo." Propuso Tsumugi.
"Las bebidas están en la nevera." Shuichi se dispuso a levantarse para ir a buscarlas pero lo detuve antes de que lo hiciera.
"Iré yo, Shuichi. Después de todo soy la anfitriona."
En la noche de hoy ellos eran mis invitados, y como buena anfitriona debía encargarme de todos los preparativos. Me levanté del asiento para dirigirme a la cocina, pero antes de que pudiera siquiera alejarme de la mesa, la punta de mi pie chocó con algo haciéndome perder el equilibrio.
No me dio tiempo a reaccionar, ni a ver qué era aquello con lo que había chocado. Me hubiera dado un buen golpe contra el suelo de no ser porque los reflejos de Rantaro fueron más rápidos. El chico, desde su asiento, me había agarrado por la cintura y acercado a él antes de que mi cuerpo acabara aplastado contra el pavimento.
Quedé aturdida por la rapidez con la que ocurrió. Por eso tardé en darme cuenta de que, Rantaro no solo me había agarrado por la cintura para evitar mi caída, sino que al empujarme hacia a él acabé sentada en su regazo.
Su brazo sujetaba mi cintura hasta acabar en el lateral de mi abdomen. Me di cuenta de que mi camisa se había levantado ligeramente cuando sentí el metal de sus anillos rozar mi piel. Estaban helados en comparación con la calidez que desprendía la yema de sus dedos.
Mi rostro estaba a pocos centímetros del suyo, podía ver a la perfección las grandes pestañas que realzaban el verde esmeralda de sus ojos. Tenía el cabello más revuelto de lo normal y una piel tersa sin imperfecciones. Me sentía pequeña envuelta en sus brazos pero también protegida.
Nuestras mejillas se incendiaron cuando nos dimos cuenta de la situación, tan comprometida, en la que nos encontrábamos. Y en cuanto escuché el sonido del plástico estrujándose recordé que no estábamos solos. Tan rápido como Rantaro apartó su mano de mi cintura me levanté de su regazo. Ambos éramos la viva imagen de un tomate.
"¡E-Ey, e-ese era mi vaso!" Oí a Kaito quejarse y solo en ese momento me atreví a levantar la mirada.
Kokichi había apretado con tal fuerza el vaso de plástico que agarraba en su mano, que lo deformó por completo. Su ceño fruncido temblaba ligeramente y tenía la mirada clavada en su plato.
"Estos vasos son una mierda." El chico lo lanzó de mala gana hacia el astronauta, el cual lo agarró con la punta de sus dedos mientras se lamentaba. El estado del vaso era deplorable, imposibilitando su uso.
"¡Maldita sea Kokichi!, ¿qué mosca te ha picado?" Kaito le lanzó una mirada fulminante pero el chico ni se inmutó. Al contrario, trataba de evitar contacto visual con cualquiera de nosotros.
En realidad, estaba agradecida de que toda la atención la estuviese acaparando Kokichi y no nuestro vergonzoso accidente. Claro que, eso de accidente tenía poco. Y lo comprendí en cuanto escuché su irritante voz.
"Perdona (T/N). ¡Qué torpe soy!" Tsumugi alzó las cejas con falsa preocupación e imitó un tono afligido. "No me di cuenta de que ibas a pasar por ahí, ¿estás bien?"
¿Que no se dio cuenta? Para poder hacerme caer de esa manera tuvo que estirar su pierna hacia un lateral. Eso no lo haces sin querer.
"S-Sí, estoy bien..." Contesté entre dientes.
"Menos mal que Rantaro te sujetó a tiempo, ha sido todo un caballero." La chica apoyó la palma de su mano en la barbilla mientras soltaba un suspiro de alivio.
"Fueron puros reflejos." Rantaro aún estaba algo avergonzado, pero eso no fue un impedimento para mostrarnos una de sus dulces sonrisas.
"G-Gracias Rantaro..." Bajé mi mirada avergonzada. "Iré a buscar las bebidas y de paso te traeré un nuevo vaso, Kaito."
"Me harías un gran favor, no creo que pueda beber de éste." El astronauta aún seguía lanzándole miradas asesinas a Kokichi.
Me encaminé hacia la cocina y una vez allí saqué las bebidas y el nuevo vaso de Kaito. La cena estaba siendo, cuando menos, peculiar. Kokichi no parece estar pasándoselo muy bien, es más, aparenta estar enfadado. Nunca lo había visto así. Por no hablar de Tsumugi, la cual está más desagradable que de costumbre.
Cuando volví al comedor me alegró ver que el ambiente había vuelto a la normalidad. Cada uno rellenó su vaso con las pocas bebidas que nos suministraba Monokuma. La mayoría gaseosas de mala calidad, pero tampoco nos podíamos quejar.
"¡Brindemos por el regreso de Keebo!" Anunció Himiko levantando su vaso en el aire.
"No entiendo el porqué chocar los vasos unos con otros es una manera de festejar." Replicó Keebo.
"Debí haber imaginado que un robot no tendría ni idea sobre costumbres humanas." Se burló Kokichi.
"¡Oye, para con tu robofobia!" Rechistó el chico. "Estoy muy informado sobre las distintas costumbres y culturas humanas de todo el mundo, pero no le veo propósito a ésta."
"Es una manera de compartir la alegría entre los que estamos en la mesa." Declaré con emoción.
"Se cree que tuvo sus raíces en la antigüedad, cuando era muy común invitar a tu enemigo a comer y envenenarle la copa." Explicó Tsumugi con una tenebrosa expresión. "Chocaban las copas al ser servidas para que parte del contenido de ambas se mezclara. Si el anfitrión bebía significaba que no había veneno y el invitado podía disfrutar de su trago. Pero solo es una leyenda urbana."
"Entiendo, entonces brindar es un medio de supervivencia." Keebo se tomó al pie de la letra las palabras de Tsumugi.
"¡Qué más da, solo brindemos!" Anunció Kaito levantando el vaso, a lo que todos respondimos haciendo lo mismo. "Por el regreso de Keebo."
"Y por los que ya no están con nosotros." Añadió Shuichi con timidez.
Para ese momento ya nos habíamos olvidado del percance anterior. Las conversaciones fluían de manera natural y el ambiente era bastante agradable. Me sorprendió que Kiyo no apareciese por el comedor ni para tomar su propia comida. Pero tampoco le di mucha importancia. Lo prefería así.
Estaba sedienta de tanto hablar, así que dejé los cubiertos a un lado y me incorporé para alcanzar la bebida. Aún no había rellenado mi vaso cuando un fuerte sonido ensordecedor atravesó nuestros tímpanos. Era el sonido del acero chocando contra el suelo.
"¡(T/N), hoy estás un poco torpe!" Nada más escuchar la voz de Tsumugi me giré y descubrí mi tenedor tirado en el suelo. ¿Qué demonios? "Le has dado un golpe al tenedor sin querer y se ha caído."
"¿Q-Qué?...pero-" Y lo volvió a hacer. Volvió a interrumpirme antes de que pudiera terminar la frase. Odiaba con todo mi ser que me hicieran eso.
"No te preocupes, yo lo recojo por ti." Me mostró una amigable sonrisa antes de agacharse para recoger el cubierto del suelo. Una vez se incorporó, lo observó con cautela mientras se ajustaba las gafas con su mano libre. "Está demasiado sucio, no puedes seguir utilizando esto."
Nada más decir esas palabras apartó el tenedor de mi vista y limpió su mano con la servilleta.
"No pasa nada, puedo ir a buscar otro." Rodé mis ojos con molestia y me dispuse a levantarme por quinta vez.
No sé que pretende Tsumugi, pero si su objetivo es molestarme, lo estaba consiguiendo. Antes de que pudiera despegarme de la silla, la chica
puso su mano en mi rodilla para evitar que me levantase.
"No creo que haga falta. Mira." Hice una mueca de confusión y dirigí mi mirada hacia el lugar donde apuntaba el dedo de Tsumugi. "Rantaro ha terminado su pedazo de pastel, puedes utilizar su tenedor."
De soslayo vi como Kokichi se atragantaba con la bebida que estaba tomando justo en ese momento. También me percaté de como Tsumugi le lanzaba una sutil pero astuta mirada al líder, a lo que éste respondió estrechando sus ojos con rabia.
Entonces comprendí que el objetivo de Tsumugi esta noche no era yo, sino Kokichi.
Definitivamente me estoy perdiendo algo...
"A Rantaro no le importa, ¿verdad?" Tsumugi volvió a colocar su ingenua expresión mientras esperaba la respuesta del chico.
"No hay problema por mí, si quieres puedes utilizarlo." Rantaro me ofreció el tenedor con tanta amabilidad que rechazarlo podía considerarse un crimen.
"Supongo que está bien, grac-" Estaba a punto de agradecérselo pero fui cortada de inmediato.
"No hay necesidad de usar este tenedor lleno de gérmenes." Kokichi se incorporó hacia delante y le quitó a Rantaro el cubierto de las manos, antes de que yo pudiera siquiera rozarlo. "¿Acaso os habéis olvidado de Keebo?, él no se ha comido la tarta sino los dulces, por lo que no ha utilizado su cubierto en ningún momento."
"Afirmativo, no he hecho uso de esa maquinaria." Keebo me tendió su tenedor con orgullo. "Puedes utilizar el mío."
"No eres un robot tan inútil después de todo." Espetó Kokichi sonriente.
¿Enserio están armando tanto jaleo por un tenedor? No es para tanto, es solo acero...
"¡Kokichi, has vuelto a tirar mi vaso!" Gruñó Kaito señalando su bebida tirada en el suelo. "¡Es el segundo que pierdo!"
"¡Qué torpe eres, Kaito!" Se jactó Kokichi. "Tienes que tener más cuidado con tus cosas."
El astronauta se levantó entre regañadientes y refunfuñando por lo bajo. "¡Me traeré uno de repuesto esta vez!"
Finalmente acepté el cubierto de Keebo y procedí a terminar mi trozo de pastel. Aunque a estas alturas había perdido completamente el apetito.
La noche continuó, afortunadamente, sin ningún accidente propiciado por Tsumugi. Abundaron las conversaciones triviales y las carcajadas de vez en cuando. Incluso la mini-Miu había vuelto a salir del hombro de Keebo para unirse a nosotros. Aunque no fue muy bien recibida por sus groseros comentarios.
Nada fuera de lo normal, hasta que Himiko se levantó de su asiento y apoyó ambas manos en la mesa, captando la atención de todos.
"No sabía cuando compartir esta noticia, pero creo que ahora es el momento perfecto."
"N-No me digas que estás embarazada." La mini-Miu comenzó a temblar. "Y-Yo tenía que ser la primera...¿tu actitud de niña inocente era solo una fachada?"
"¡¡No estoy embarazada!!" Exclamó con furia la pequeña maga.
"¿Sabes qué, copia china de Miu?" Espetó Kokichi con desdén. "Me encanta el sonido que haces cuando te callas."
"Keebo, haznos el favor de devolverla al interior de tu sistema." Dije con una sonrisa forzada.
"¡A sus ordenes!" Exclamó el robot.
"Otra vez no..." Se lamentó la chica robot para segundos después desaparecer por completo.
"¿Qué era lo que nos querías contar, Himiko?" Preguntó Rantaro con curiosidad.
"He encontrado una baraja de cartas del Tarot en mi laboratorio." Anunció con emoción.
"¿Tarot, qué es eso?" Cuestionó Keebo.
"Una pérdida de tiempo..." Resoplé rodando los ojos.
"¿Nunca has oído hablar de las cartas del Tarot?" Preguntó Tsumugi con ojos rellenos de entusiasmo.
"Si no me equivoco, ha sido usado por sociedades ocultistas y esotéricas para la adivinación." Explicó Shuichi.
"¡Así es, son un medio para adivinar tu pasado, presente e incluso predecir tu futuro!" Exclamó Himiko.
"No necesito predecir mi futuro, sé que con mi esfuerzo y dedicación conseguiré ser exitoso." Enunció Kaito llevándose el puño al pecho.
"Desde luego, lo has hecho genial hasta ahora." Espetó Kokichi con sarcasmo.
"¿No tienes ni una pizca de curiosidad por saber qué te deparará el futuro?" Preguntó Tsumugi con emoción.
"Creía que solo se podía predecir un posible futuro a partir de un cálculo de probabilidades según las conductas y desiciones tomadas en nuestra vida." Replicó Keebo.
"Bueno, ese es el método científico." Declaró Tsumugi sin darle mucha importancia. "Pero aquí hablamos de algo que va más allá de eso."
"Además, estas cartas no son unas cualquiera. No sé como han acabado en mi laboratorio, pero las hicimos mi master y yo a mano para nuestros shows." Explicó la maga con nostalgia. "Las embadurnamos en la magia más poderosa que verás jamás y son únicas en el mundo."
"¿Y cómo va eso de la adivinación?" Preguntó Kaito.
"Deberíamos probarlo todos juntos." Sugirió Tsumugi.
"Un simple trozo de papel no va a predecir tu futuro." Dije a la negativa.
"Deberíamos probarlo, a Himiko le hace ilusión." Rantaro me lanzó una mirada de compasión y ladeó su cabeza hacia Himiko para hacerme ver que la maga estaba muy emocionada. Solo por esa razón terminé aceptando.
"Está bien..."
"¡Yuju!" La maga dio un pequeño saltó de alegría. "Primero os repartiré una carta a cada uno, la pondré boca abajo y no podréis mirarla hasta que llegue vuestro turno. Las levantaremos una a una y os leeré su significado."
"¿Funciona en un cien por cien?" Preguntó Keebo inocentemente.
"¡Al cien por cien!" Contestó Himiko sonriente.
La maga eligió al azar ocho cartas de entre las cien que había en la baraja y repartió una a cada uno, incluida ella. Tal y como había dicho las colocó boca abajo de manera que ninguno sabía cual le había tocado.
"¿Quién debería empezar?" Preguntó Tsumugi.
"Keebo es el invitado de honor, así que él debería ser el primero." Propuse.
"E-Está bien, aunque estoy algo nervioso."
Keebo le dio la vuelta a su carta con la mano algo temblorosa. En ella había dibujado una estrella que brillaba con gran intensidad dentro de la oscuridad de la noche.
"¿Una estrella?" Preguntó el robot.
"¡Te ha tocado la carta de la resurrección!" Exclamó Himiko entusiasmada.
"Qué irónico..." Espetó Kokichi llevando sus manos a la nuca.
"¿Y eso qué significa?" Preguntó Kaito confundido.
"La estrella emite luz propia y eso es símbolo de esperanza y libertad, pues representa el paso del día a la noche." Explicó la maga. "Lo que quiere decir un nuevo comienzo."
Al ver la expresión de confusión del robot, Rantaro decidió hablar. "Es una buena carta, Keebo."
"Esto es incluso más fácil que utilizar las probabilidades." Dijo el robot sorprendido. "¿El método es infalible?"
"Así es, las cartas nunca mienten, al igual que yo." Kokichi soltó varias pícaras risitas.
"¡Ahora Shuichi!" Himiko lo señaló y el detective se dispuso a levantar su carta.
Cuando lo hizo todos nos incorporamos hacia él para observarla mejor. Se trataba de un mazo de madera, similar al que utilizan los jueces para dictar su sentencia.
"Es la carta de la justicia." Anunció Himiko. "El mazo representa que te enfrentarás a una decisión muy difícil en la que tendrás que elegir entre tus emociones o la racionalidad. Esta carta indica que usar la lógica sera la opción correcta."
"¿No es eso lo que ha estado haciendo Shuichi todo este tiempo?" Cuestionó Kaito peinándose la perilla.
"¡Así es, Shuichi será el que resuelva todos los misterios!" Voceó la maga.
"¡Ahora yo!" Exclamó Tsumugi levantando su mano.
En cuanto le dio la vuelta a la carta nos quedamos de piedra. En ella aparecía un puñal cuya hoja era afilada y triangular.
"¿Q-Qué es esto?" Preguntó la chica tragando saliva.
"Uh, no tiene buena pinta." Espetó Kokichi.
"En realidad no es tan mala como otras." Aclaró Himiko. "Esta carta representa la traición. El cuchillo simboliza la apuñalada por la espalda. Pero no está manchado de sangre, lo que quiere decir que esa persona aún no te ha traicionado. Pero cuidado, porque lo puede hacer pronto."
"No te preocupes, lo tendré." Me dio la sensación de que su voz sonó más tétrica que de costumbre.
"¡Rantaro te toca!" Himiko estaba tan entusiasmada que daba ternura verla así.
"Veo que te ilusiona mucho esto del Tarot." Rantaro no pudo evitar sonreír, pero cambió su expresión en cuanto giró su carta. "¿Un corazón?"
"¡Ha salido, es mi favorita!" Exclamó la maga. "Es la carta del amor. La mitad del corazón simboliza el tuyo propio y la otra mitad el de la persona que amas. Como ambos están unidos representa que la persona que quieres te quiere de vuelta."
"No me extraña tratándose de Rantaro. Es el tipo de chico ideal que cualquiera querría como pareja." Tsumugi hizo hincapié en esa última palabra y me dio un codazo en el brazo, causando que la mirara en confusión. A lo que ésta esbozó una sonrisa socarrona. "Seguro que tenías a muchas pretendientas antes de llegar aquí."
"Creo que me sobreestimas." Rantaro forzó una sonrisa. "Tiendo a ser muy solitario, no creo que suela gustar a las chicas."
"Encima eres humilde." Tsumugi soltó un suspiro. "¿Se puede pedir más?"
Vi a Kokichi resoplar por lo bajo. Varios mechones de su cabello violeta se alzaron en el aire por la acción. Me pareció tierno.
"¡Eres todo un ligón, Rantaro!" Exclamó Kaito. "Eres como yo, hablamos el mismo idioma."
Intentamos contener nuestra risa ante su comentario y su, sorprendente, subida de ego, pero fue imposible.
"¿Qué es tan gracioso?" Preguntó el astronauta con el ceño fruncido.
"Kaito, no es por desilusionarte pero, no deberías incluirte en la categoría de ligón." No esperaba esas palabras por parte de Tsumugi. Directo y sin vaselina.
"¿Eh?" El astronauta frunció aún más el ceño. "¿Y eso por qué?"
"No te preocupes, Kaito." Alegó Kokichi en tono de mofa. "Puedes ligar con personas que tengan tu mismo nivel de inteligencia, Himiko por ejemplo."
"¿¡Qué estás insinuando!?" Bufaron ambos chicos a la vez.
"Será mejor que pasemos al siguiente turno." Sugirió Shuichi.
"¡Me toca, me toca!" Exclamó Kokichi captando nuestra atención.
En cuanto le dio la vuelta a su carta nos fijamos en que tenía un aspecto bastante parecido a la de Rantaro.
"¿Otra vez la carta del amor?" Preguntó Keebo extrañado.
"No exactamente." Himiko se veía algo nerviosa. "Es la misma pero invertida. Si os fijáis, el corazón está al revés y quebrajado por la mitad. Lo que quiere decir que es la carta del desamor. Al contrario que Rantaro, tu amor no será correspondido por la persona que amas."
Kokichi tardó unos minutos en reaccionar. Desvió su mirada y emitió un chasquido de molestia. "Estupideces."
A diferencia de él, Kaito se llevó una mano a la boca para disimular la sonrisa que se formaba en sus labios.
"¿Y tú de qué te ríes?" Espetó Kokichi de mala gana.
"Me hace gracias que te toque esa carta." Kaito no pudo contener más su risa. "Tú y el amor son palabras que no encajan. Es imposible que estés enamorado de alguie-"
La sonrisa de Kaito se borró en cuanto Kokichi hizo pedazos su tercer vaso.
"Por esto mismo me traje uno de repuest-." Kaito se frenó en seco cuando vio que su cuarto vaso también había quedado hecho trizas. "¿¡Qué problema tienes con los vasos!?"
"Quería desahogarme y ha funcionado. Estoy muchísimo mejor." Contestó sonriente. "Pero pensándolo bien, tienes razón. El amor es una pérdida de tiempo."
Algo dentro de mí se quebró al escuchar aquello. No tenía ni idea si era cierto o no. Lo único que sabía es que había dolido. Y mucho.
"Ahora tú, (T/N)." La voz de Tsumugi me devolvió a la realidad. "Veamos tu carta."
Sacudí la cabeza para eliminar pensamientos no deseados y me dispuse a girar la carta. Si fuera por mí, no lo hubiera hecho. Pero tampoco quería desilusionar a Himiko, cuyo rostro se descompuso en cuanto le di la vuelta a la carta.
"Oh no..." Solo con esas dos palabras pudimos intuir que no era buena.
Y no nos equivocábamos. En ella había dibujada una calavera tan vieja como tétrica que daba escalofríos con solo mirarla. Detrás de ella había una guadaña negra y muy afilada. Desde luego no podía ser nada bueno.
"Es la carta de la muerte." Himiko tragó saliva y desvió la mirada.
"¿Qué?" Tanto Kokichi como yo nos giramos al mismo tiempo hacia la maga con los ojos como platos.
"H-Himiko no nos dijiste que había una carta como esa." Tartamudeó Kaito con nerviosismo.
"E-Es que no pensé que fuese a salir." Se justificó avergonzada. "Hay cien cartas pero solo una de la muerte. Yo... lo siento."
"Es verdad que las probabilidades de que saliera eran pocas." Balbuceó Tsumugi. "Vaya mala suerte."
"Esto es un dato interesante y muy útil." Anunció Keebo de repente. "Ahora sabemos que (T/N) será la próxima víctima y podremos evitarlo."
"Keebo, sé que eres un robot, pero ten algo de tacto." Le regañó Kokichi.
"Perdón, han dicho que no hay margen de error para las cartas." Contestó confundido.
"Eso era solo una exageración." Aclaró Rantaro poniendo una mano en mi hombro para reconfortarme. "Está claro que solo son simples cartas, no hay de qué preocuparse."
"Y-Ya se me quitaron las ganas de ver mi carta." Kaito la alejó de él con terror.
"No deberíamos haber jugado a esto." Musitó Shuichi.
"Lo siento." Toda la ilusión de Himiko se apagó y bajó su mirada.
"Himiko, no es tu culpa." Dije intentando sonreírle. "No creo en estas cosas. Como dije antes, son solo supersticiones. No es real."
Mis palabras no parecieron animarla mucho. Clavó la mirada en la mesa y recogió todas las cartas. "Iré a guardarlas en mi laboratorio."
"Te acompaño." Me ofrecí. Acto que plantó una pequeña sonrisa en su rostro.
"Nosotros deberíamos volver a los dormitorios, se está haciendo tarde." Sugirió Keebo.
Y así, cada uno partió camino a su destino. Himiko y yo nos dirigimos a su laboratorio, el cual no se encontraba muy lejos del comedor. No intercambiamos palabra desde que nos separamos de los demás y el silencio comenzaba a volverse incómodo.
"No quiero que mueras." Himiko fue la primera en romper la tensión y de una forma inesperada.
"No le des más vueltas a eso." La tranquilicé. "No voy a morir solo porque lo ponga en una carta."
"Aún así, no quiero que pase." La chica levantó por primera vez la mirada del suelo. "Prométeme que no te irás."
Tome una bocanada de aire antes de hablar. "Sabes que no puedo prometer eso. No está en mi planes morir, pero dentro de un juego de la muerte nunca sabes quien va a ser el siguiente."
Quizá mis palabras fueron demasiado honestas.
"Supongo que tienes razón." Musitó. "A mí... me da miedo morir. Sé que le prometí a Tenko que sería fuerte, pero la he decepcionado. Estoy muerta de miedo, no soy valiente como vosotros."
"Tener miedo no significa ser débil." Expliqué. "Hasta el más valiente siente miedo."
"¿De verdad?" Preguntó alzando ambas cejas.
"De hecho, pienso que alguien valiente es aquel que afronta las situaciones que más terror le causan." Declaré convencida.
"¿Tú sientes miedo?"
Esa pregunta me descolocó. Eran tres simples palabras. Pero a su vez eran complicadas de responder. ¿Tengo miedo? Desde que llegué aquí me he convencido de que no puedo morir, que lo único que pasaría en ese caso sería que volvería a la vida real.
No me he planteado morir de verdad, al menos no seriamente. ¿Pero y si nunca vuelvo a casa? Tengo un virus mortal que está acabando conmigo lentamente, pero no le he dado tanta importancia. Me siento bien, solo un poco más cansada de lo normal. Pero definitivamente no siento que me esté muriendo. ¿Y si muero y eso es todo?
"¿(T/N)?" Himiko me sacó de mis pensamientos.
"L-Lo siento, me distraje." Forcé una sonrisa. "Desde luego que siento miedo. Al menos miedo a perderos... a cualquiera de vosotros."
Aunque a algunos más que a otros...
"Así que hasta tú sientes miedo..." Himiko ladeó su cabeza hacia mí. "En ese caso-"
La chica iba tan distraída que no se dio cuenta del mal estado de la madera bajo nuestros pies y tropezó con una tabla suelta, haciendo que todas las cartas quedaran esparcidas por el suelo. Por suerte logré cogerla del brazo antes de que su cuerpo impactara contra el suelo.
"Por poco..." Solté un suspiro de alivio y me agaché para ayudarla a recoger la cartas.
"Parece que Rantaro no es el único con buenos reflejos." Himiko me sonrió mientras recuperaba la baraja.
A lo lejos del pasillo distinguí una carta que había salido disparada a toda velocidad. Sin pensármelo dos veces avancé hasta ella para recogerla. Había acabado boca abajo, pero cuando la levanté mi respiración se cortó.
Ahí estaba de nuevo. En mis manos.
La carta de la muerte.
Una calavera pintada a mano cuyas cuencas de sus ojos, vacías y tenebrosas, me miraban fijamente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, junto con un mal presentimiento que borré inmediatamente con una sacudida de cabeza.
Me estoy sugestionando.
"¿Va todo bien?" Preguntó Himiko desde la lejanía.
Ha sido simple casualidad, no debo volverme paranoica.
"Sí, una carta salió disparada hasta el final del pasillo." Cuando regresé a su lado le devolví la carta. Himiko la observó por unos segundos pero no dijo nada al respecto.
Finalmente guardamos la baraja en su laboratorio y regresamos a la zona de dormitorios. Vi como Himiko entraba al suyo, mientras que yo, agarré el pomo sin girarlo. Aún había algo rondando mi mente. Quizá no es de mi incumbencia pero, no puedo dejar de pensar en el comportamiento de Kokichi durante la cena.
Intenté olvidarme de eso y entrar a mi habitación, pero mi mano no respondía. ¿A quién voy a engañar? Estoy colada por él hasta las trancas y temo que esté enfadado conmigo.
En menos de dos segundos me encontraba frente a su puerta, vacilando entre tocar o dar media vuelta. Terminé por darle un toque apenas perceptible, tenía miedo de que estuviese durmiendo. Estaba a punto de devolverme cuando escuché unos pasos en el interior y la puerta se abrió de un golpe.
"¿¡Qué pasa ahor-...!?" Kokichi sonaba malhumorado pero relajó sus facciones al verme. "(T/N)...¿qué haces aquí?"
"Bueno... estuviste algo raro en la cena y quería asegurarme de que estabas bien."
Se quedó unos segundos mirándome en silencio, como procesando mis palabras. Yo, en cambio, comencé a enredar el collar con nerviosismo entre mis dedos.
"¡Qué tierno de tu parte!" Kokichi sonrió. "Pero no tienes que preocuparte tanto, estoy perfectamente."
"¿Seguro?" No era muy buena detectando mentiras, pero con él era distinto. Había cierto temblor en su voz que no mostraba sinceridad. "Parecías...enfadado. ¿Fue por el pastel? ¿Estaba malo?"
"No tiene nada que ver con eso." Espetó desviando la mirada. "El pastel te quedó genial."
"Oh gracia-.... espera. Estás mintiendo, ¿verdad?" De un segundo a otro la vergüenza se apoderó de mí. "¡Oh Dios mío! El pastel estaba asqueroso y todos actuaron como si les gustase para no decepcionarme. Me siento estúpida."
Al verme tan alarmada, Kokichi tomó mis cachetes entre sus manos y tiró de ellos con delicadeza.
"He dicho que el pastel estaba rico. Es lo más sincero que escucharás de mi boca." Kokichi suspiró. "La razón por la que estaba molesto... no importa."
"A mí me importa." Insistí.
"Deberías preocuparte menos por los demás y más por ti misma. Como sigas así te van a asesinar. Idiota." Al decir esto último me dio un suave golpe en la cabeza en forma de reprimenda.
"Oye, nadie me va a asesinar." Repliqué. "Me sé defender muy bien."
"Tan bien, que fuiste directa a la boca del lobo cuando Korekiyo propuso hacer el ritual." Dijo alzando ambas cejas.
Buen punto... Pero no sabe que mis motivos para ello fueron evitar un asesinato. Cosa que terminó ocurriendo de igual manera.
"El que debería tener cuidado eres tú, con lo flojo que eres te atraparían enseguida." Contraataqué.
"Ese ataque fue muy gratuito." Gruñó intentando contener una pequeña sonrisa. "No todo es fuerza. Tengo algo que le hace falta a algunos. Astucia."
"Solo prométeme que no harás nada de lo que te puedas arrepentir."
"¿A qué viene eso?" El chico enarcó una ceja. "No quiero morir, ¿sabes?"
"Eso espero..." Murmuré con timidez. "Nos vemos mañana, descansa."
Estaba a punto de darme la vuelta cuando Kokichi me sujetó de la muñeca para acercarme a él, envolviéndome en un cálido y reconfortante abrazo. Escondió su rostro en mi hombro y me susurró al oído.
"Siento haberme comportado como un completo imbécil en la cena. No me gustó que le prestaras tanta atención a Rantaro."
Mi corazón dio un vuelco y traté de girarme para ver su rostro pero el chico no lo permitió. Presionó mi nuca con su mano y escondió aún más su cabeza en mi hombro.
"Kokichi, yo..."
"No importa." Me cortó. "Fue una actitud idiota de mi parte. Soy bueno fingiendo, pero esta vez no pude controlarme. No puedo hacerlo cuando se trata de ti."
Escuchaba mi corazón latir al mismo compás que el suyo. Su tenue respiración provocó un cosquilleo en mi cuello que me puso los pelos de punta. Entreabrí mis labios para hablar pero apenas pude articular palabra.
"Buenas noches, (T/N)." Susurró antes de romper el abrazo y volver a su habitación a toda prisa. Mantuvo su cabeza gacha hasta que cerró la puerta.
Me maldecí en voz baja por no haber podido reaccionar. El contacto estrecho del abrazo me dejó embelesada. Pero no me arrepiento de haber venido hablar con él. Tenerlo cerca me vuelve loca.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro