Capítulo 64
⚠️Atención⚠️
Parte del contenido de este capítulo contiene escenas que pueden llegar a herir la susceptibilidad de algunas personas. Si eres una persona sensible te recomiendo NO leer esta parte del libro. Si lo haces queda bajo tu propia responsabilidad.
Indicaré el comienzo y la finalización de la escena para que los que NO queráis leerla os la podáis saltar y continuar leyendo el capítulo.
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"El caso se llama, La cúspide de la desesperación." Anunció Shuichi mientras señalaba el título del documento. "Al menos así lo nombró el ex agente que redactó este informe policial hace once años."
"¿El caso ocurrió hace once años?" Pregunté alzando ambas cejas.
"Así es y fue bastante polémico, no tengo ni idea de como es que nunca escuché hablar de él. Y más sabiendo que mi tío era agente." Shuichi se apoyó en la mesa de madera que había en el centro de su laboratorio. Observó los documentos entre sus manos con inquietud y luego posó su mirada sobre la mía. "¿Segura que quieres saber de él?, es un poco macabro..."
Clavé mi mirada en los documentos esparcidos por el suelo mientras debatía en mi mente si aceptar o negarme a escucharlo. "No puede haber nada más macabro que obligar a diecisiete estudiantes a matarse entre ellos, estoy curada de espanto."
El detective asintió y aclaró su garganta para comenzar a leer en voz alta. Por la manera en la que temblaba el papel entre sus manos podía intuir que estaba nervioso. Yo, por el contrario, estaba bastante calmada. Claro que, eso solo era mi ignorancia. Poco sabía que ese caso iba a ser el principio de mi fin.
⚠️COMIENZA LA ESCENA SENSIBLE⚠️
"Como dije antes, el caso se cuenta desde la perspectiva de uno de los agentes policiales implicados en él." Aclaró el chico antes de comenzar. Asentí y me apoyé en la pared cruzándome de brazos.
"El 10 de febrero de 2009 se reportó en la localidad vecina la desaparición de un niño varón cuya edad rondaba los cinco años. Su familia estaba realizando una excursión por una zona turística de la ciudad, pero desatendieron a su hijo unos segundos y el pequeño desapareció sin dejar rastro. La familia denunció la desaparición y varios agentes, yo incluido, comenzamos una búsqueda exhaustiva del niño. Tras varias horas de investigación obtuvimos la declaración de un testigo que afirmó haber visto a un hombre vestido de negro llevando al pequeño en brazos y subirlo a una furgoneta. El caso se declaró como secuestro y se empezó a reunir información sobre la posible ubicación del niño."
"Mientras el equipo de criminólogos investigaba el caso se denunciaron cuarenta desapariciones más entre los meses de febrero y mayo. La mayoría eran de niños y niñas de entre tres y seis años. El sistema se colapsó y algunos de nuestros agentes recibieron agresiones por parte de los padres desesperados por recuperar a sus criaturas. Se realizaron investigaciones paralelas para cada una de las desapariciones, pero todas condujeron hasta un callejón sin salida. La ausencia de pruebas dificultaba tanto el avance de los casos como la identificación de los perpetradores."
"Al principio no se creía que las desapariciones tuvieran alguna correlación entre ellas, pero se comenzó a sospechar que alguna banda de crimen organizado estaba detrás de ello. Eran muy meticulosos y se aseguraban de no dejar ni una sola prueba en la escena del crimen y mucho menos testigos. Consta en los documentos oficiales que las investigaciones no estuvieron exentas de incidentes, pues varios voluntarios de protección civil que participaban en las labores de búsqueda fueron asesinados por individuos desconocidos. Incluso se empezó a sospechar de los propios agentes implicados en el caso cuando desaparecieron misteriosamente algunas pruebas que se habían recopilado."
"La cifra de niños desaparecidos ese mismo año incrementó de manera descomunal, teniendo una fuerte repercusión en los medios de comunicación, quienes apodaron a los culpables como los hombres invisibles. El pánico creció entre la sociedad y se aumentó la seguridad en todas las zonas que constituían un foco para los maleantes, véase en las escuelas, parques, vecindarios, etc. Aún así, se cuestionó duramente la competencia de los cuerpos de seguridad. La policía interrogó a varios posibles sospechosos, pero no hubieron pruebas fehacientes que los vinculasen a los escenarios de las desapariciones ni elementos suficientes para proceder a sus imputaciones. Los meses pasaban y la probabilidad de encontrar a los niños con vida decaía notablemente."
"No fue hasta finales de año que se hizo un registro de más de trescientos niños desaparecidos entre todas las localidades. La mayoría de los casos fueron archivados sin resolver al año de la desaparición, ya fuese por falta de pruebas o porque los encargados de la investigación fallecían en extrañas condiciones. No parecía haber una luz al final del túnel hasta que el 16 de enero de 2010, casi un año después de la primera desaparición registrada, una madre reportó que tres hombres encapuchados habían tratado de secuestrar a su hija de cuatro años. Por suerte no lo consiguieron y la testigo facilitó el número de matrícula de la furgoneta en la que viajaban los presuntos criminales. De esta manera se pudo hacer un rastreo que guió a los cuerpos de seguridad hasta una de las mayores bandas de crimen organizado."
"Pusimos nuestro máximo esfuerzo para recopilar la mayor cantidad de información sobre los miembros de la asociación ilícita. Después de varios días de investigación obtuvimos una posible ubicación de la banda en un hospital psiquiátrico abandonado a las afueras de la ciudad. Inmediatamente todo el cuerpo de policía acordonó la zona y registramos el hospital en busca de los maleantes. Lo que encontramos en su interior ha sido lo más macabro que he visto en toda la historia de mi carrera como policía."
"Dentro se hallaron más de trescientos cadáveres de niños de entre tres y seis años en condiciones nefastas. Muchos de ellos presentaban signos de violencia, tortura y mutilaciones. No se había visto un escenario igual desde la segunda guerra mundial. Entre todos los cuerpos se encontró uno perteneciente a una mujer adulta, pero el nefasto estado en el que se encontraba impidió su identificación. Se cree que esta mujer podía ser cómplice de la banda, pero fue asesinada por la misma por motivos desconocidos. Desgraciadamente los perpetradores del crimen aún se encuentran en paradero desconocido. Fueron alertados de las investigaciones policiales y huyeron del lugar semanas antes de que las fuerzas de seguridad peinaran la zona."
"Las vejaciones a las que fueron sometidos esos niños conmocionó a la sociedad entera y el caso se hizo mundialmente famoso como 'La cúspide de la desesperación'. Las imágenes que se difundieron por los medios tuvieron que ser retiradas debido al escándalo y terror que sembró en el mundo entero."
"Los cuerpos fueron trasladados a distintos Institutos Anatómico Forense donde se les practicó la autopsia, la cual no desveló la causa de la muerte, pues la mayoría de los cuerpos se encontraban en muy mal estado. La identificación de las víctimas también supuso un problema, pero se asumió que pertenecían a los niños desaparecidos. Se emprendieron nuevas investigaciones para encontrar a los criminales. El nuevo escenario nos proporcionó pruebas cruciales para la identificación de los miembros de la banda. Sin embargo, nos llegó un mensaje de la fiscalía que ordenó repentinamente la detención de la investigación. Ninguno pudo argumentar sobre ello y todas las pista reunidas hasta el momento quedaron archivadas. Tengo motivos para afirmar que hubo intervención de un alto cargo político."
"Mi compañero y yo comenzamos nuestra propia investigación extraoficial. Ambos recuperamos los documentos y las pistas que habían sido archivadas, aún sabiendo que estaba en juego nuestro puesto de trabajo junto con una posible condena por desobedecer ordenes de nuestros superiores.
Durante semanas conseguimos avanzar en el caso, incluso obtuvimos una pista de una nueva ubicación de la banda. El resto de agentes tenía demasiado miedo como para apoyarnos en la continuación del caso y nos terminaron expulsando del cuerpo de policía. Los autores de esas atrocidades no podían quedar impunes, por ello nos propusimos visitar la nueva posible ubicación de los criminales a pesar de no llevar placa."
"Mi socio y yo íbamos a investigar hoy mismo el lugar, pero me han informado de que ha fallecido en un accidente de tráfico. Nos hemos metido en asuntos turbios con altos cargos y estoy seguro de que nos quieren silenciar. Seguiré informando sobre novedades esta tarde, iré a investigar el lugar por mi cuenta. Soy consciente del riesgo al que me expongo, no obstante alguien tiene que detenerlos y condenarlos por lo crímenes cometidos. Me llevaré mis mejores armas e informaré de lo que encuentre al regresar."
Shuichi hizo una pausa para respirar hondo y me lanzó una mirada de pavor.
"¿Sabes lo que pasó a continuación?"
No fui capaz de contestar, había olvidado completamente como formar una frase coherente. Ni si quiera me había dado cuenta de que mis ojos se habían enrojecido y mi estómago daba vueltas como un carrusel.
"Nunca siguió escribiendo, nunca regresó de aquella investigación." Sus palabras provocaron que apareciese un nudo en mi garganta.
¿Qué clase de personas pueden hacer algo así? No tienen ni el derecho a ser llamados personas, se asemejan más al concepto de animales. No puedo creer que se hayan salido con la suya después de haber cometido tal atrocidades.
⚠️FINALIZA LA ESCENA SENSIBLE⚠️
"¿Estás bien?" La mano de Shuichi en mi hombro me devolvió a la realidad. Ni siquiera lo vi acercarse a mí. "Estás temblando."
Tampoco me había percatado del continuo temblor de mis piernas y manos. Y mucho menos del punzante dolor de cabeza que me hizo retroceder unos pasos. Shuichi me observó con preocupación esperando una respuesta de mi parte.
"S-Sí, no te preocupes solo me ha impactado demasiado." Mis palabras se entrecortaban por culpa del temblor de mis labios.
"Lo siento, no debí habértelo leído." En su mirada se reflejaba el arrepentimiento y trató de quitarle hierro al asunto. "Puede que ni si quiera sea cierto el caso, después de todo ha sido Monokuma el que ha puesto estos archivos aquí. Es como si quisiera que los encontráramos."
"S-Sí, probablemente sea falso."
Sin embargo, en mi mente se estaba activando un interruptor que sería el detonante para la bomba que dormía en mi interior. Al mismo tiempo sentí un ardor ascender por mi esófago a toda velocidad.
Creo que voy a vomitar.
"Y es bastante extraño que ninguno de los dos hubiese escuchado antes de él." Shuichi se dirigió hacia las pilas de documentos para dejar el informe en su sitio. "Aunque puede ser que Monokuma nos-"
"Necesito aire fresco."
Nada más decir esas palabras corrí hacia la puerta del laboratorio. Ni si quiera esperé una respuesta por parte de Shuichi, al cual no le dio tiempo a reaccionar. Necesitaba huir lo más lejos que pudiese de esas cuatro paredes, que cada vez parecían hacerse más pequeñas amenazando con aplastarme. Me faltaba el aire y cada vez iba a peor.
Por suerte no tropecé con nadie durante el recorrido hasta mi habitación. Cerré la puerta y me dirigí al baño lo más rápido que pude. Apoyé mis manos en los laterales del lavabo mientras observaba mi rostro en el espejo. Mi cabello estaba desordenado por lo rápido que había corrido y mi pecho ascendía y descendía a gran velocidad.
Por el reflejo del espejo vi la sombra de un hombre detrás de mí. Solo fueron unos segundos pero bastaron para que mi pulso se acelerara. Cuando me di la vuelta, no había nadie allí.
¿Qué me pasa?
Volví a mirar hacia el espejo y vi mi rostro descompuesto. Abrí el grifo del lavabo para lavarme la cara, pero mis manos aún temblaban dificultando la tarea. Me sentía sucia y lo que realmente necesitaba era una ducha refrescante. Eso ayudaría a limpiar mi mente.
Sí...solo necesito eso.
Me desnudé y me metí bajo el chorro de agua hirviendo, justo como a mí me gustaba. El agua caía desde mi cabello hasta mis pies, dejando un rastro de piel enrojecida que de alguna manera aliviaba el dolor que se había acumulado en mi interior. Porque algo había despertado en mí, algo que tenía que permanecer durmiente.
Y así, tan fácil, rompí a llorar. Un llanto silencioso pero desgarrador que consumió hasta el último aliento de mi ser. Sabía que allí dentro las lágrimas podían mezclarse con el agua y las barrería antes de que siquiera tocasen la punta de mis pies, antes de que mi mundo se desmoronase por completo, antes de que perdiera la cabeza.
Pasaron quince minutos hasta que decidí cerrar el grifo, estaba más relajada después de haber liberado el llanto contenido. Pero hay algo que aún no logro comprender.
¿Cómo he acabado en la ducha?
Solo recuerdo haber subido hasta mi laboratorio, que extraño...
Me sequé como pude con la toalla mientras soltaba unas risitas. No me puedo creer que comience a tener la memoria de mi padre, viene de familia. Solía olvidar las cosas que acaba de hacer hace tan solo dos minutos. Los extraño tanto... No le di mucha importancia al asunto, seguramente estaba tan inmersa en mi pensamientos que no me di cuenta de lo que estaba haciendo.
Enrollé una toalla en mi pelo y otra alrededor de mi cuerpo. De repente me sentía mejor que nunca. Al final iba a ser verdad que las duchas te convierten en una nueva persona. Abrí el armario, me vestí con ropa limpia y me embadurné en colonia de vainilla.
Me senté en el borde de mi cama y miré el reloj, ya casi era hora de la cena. Casi como una ráfaga fugaz se me ocurrió una idea que podía alegrar un poco el ambiente, y de paso distraerme de pensamientos no deseados. Pero para llevarla a cabo, primero necesitaría rebuscar algo en el laboratorio de Miu.
Durante el camino hacia mi destino me encontré de frente con Kiyo. Hacía tiempo que no cruzábamos miradas y en condiciones normales le hubiera lanzado dagas con los ojos. Pero esta vez no tuve ni la fuerza ni el valor para establecer contacto visual con él. Tan solo pasé a su lado notando sus ojos clavados en mi nuca.
Una vez en el laboratorio de la inventora, me pasé media hora buscando entre los revoltijos la máquina que tenía en mente. Aquella que había hecho Miu específicamente para Keebo. Una que fabrica bombones que solo él puede ingerir. Se desintegran antes de llegar a su sistema pero dejan el rico sabor en su paladar. Estoy segura de que Miu la conservó.
Y no me equivocaba. Después de poner patas arriba el laboratorio la encontré debajo de unos trastos viejos. Supe que se trataba del aparto que estaba buscando porque en su parte lateral había una etiqueta que ponía 'Creación de una maldita genia para un torpe robot'. La máquina era bastante ligera, pues su tamaño no superaba el de la palma de mi mano y presentaba un apertura en la parte superior para acceder a los dulces que se fabricaran.
Mi plan sería hornear uno de los ricos pasteles que solían hacer mis padres y así disfrutar de una cena en conjunto. De paso celebraríamos el regreso de Keebo, después de todo se lo merece. Pero el plan no es factible si él no puede comer, por ello le llevaré los bombones que es capaz de crear la máquina de Miu. Estoy segura de que le encantará.
Mientras me dirigía hacia el comedor con el aparato de Miu en las manos, me encontré con Shuichi. Sin saber muy bien porqué, un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Uno que me heló la sangre en las venas.
"(T/N), te estaba buscando." El chico se acercó a mí con ojos compasivos. "Te fuiste de repente y me dejaste preocupado. Nunca debí contarte el caso, perdona."
"No entiendo a que vienen estás disculpas Shuichi, estoy perfectamente." No tenía ni idea de lo que estaba hablando, así que le mostré una pequeña sonrisa que fue borrada por un punzante dolor en mi cabeza.
'¿Vas a pretender que todo está bien?'
"De hecho estoy mejor que nunca." Dije tratando de escabullirme hacia el comedor. Por alguna razón la conversación me resultaba algo incomoda.
"¿Estás segura de que te encuentras bien?, te ves un poco pálida." El chico estrechó sus ojos y analizó todos mis gestos. Me sentía interrogada y honestamente empezaba a irritarme. Pero lo peor eran los repentinos dolores punzantes que me dejaban en un estado de conmoción absoluta.
'Eres como una bomba de relojería. Solo es cuestión de tiempo que explotes.'
"No deberías preocuparte tanto." Me alejé unos metros de él y le hice un gesto de despedida. "Tengo pensado ponerme a cocinar algo para la cena, nos vemos luego."
Dicho esto salí disparada hacia el comedor, dejando a Shuichi algo aturdido. Por suerte el dolor de cabeza desapareció en cuanto pisé la cocina. Era hora de ponerse en marcha. Saqué todos los condimentos necesarios de la nevera y me puse manos a la obra. Una vez estaba lista la crema en el molde, solo faltaba calentarla en el horno por unos minutos.
Mientras tanto averigüé el funcionamiento de la máquina de Miu, y así poder fabricar los bombones especiales para Keebo. No fue muy difícil, ya que solo había que presionar dos botones. Uno que indicaba el tipo de dulce y el otro que iniciaba la fabricación. Combiné diferentes tipos de bombones y los coloqué en un plato dibujando la forma de una cara con ellos.
Le eché un vistazo al pastel en el horno, ya quedaba poco, pero aún necesitaba unos minutos más. Estaba bastante ilusionada, esta receta fue una de las pocas que me enseñaron mis padres. Solíamos hacerla juntos todos los domingos cuando era niña.
Iba a ser mi regalo de bienvenida para Keebo y de paso los reuniría a todos. Bueno, exceptuando a Kiyo, no permitiría que pusiese sus manos en mi pastel. Mi odio hacia él nunca se irá, se llevó a dos de mis amigos y eso es algo que nunca perdonaré.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta de que había alguien en la puerta de la cocina, tratando de averiguar que era lo que estaba haciendo.
"No sabía que te gustara la cocina."
Di un pequeño saltó al descubrir a Kokichi apoyado en el marco de la puerta. Me miraba con esos ojos traviesos que daban un vuelco a mi corazón. Intenté ponerme delante del horno para evitar que descubrirse el pastel, se suponía que sería una sorpresa. Pero fue inútil, el chico ya lo había visto.
"Aún no está preparado, ¿qué haces aquí?" Pregunté enarcando una ceja.
"Solo seguía el olor de algo delicioso y me entró hambre." Dijo levantando la comisura de sus labios en una perversa sonrisa.
"Pues el pastel aún no está preparado, así que tendrás que esperar." Estreché mis ojos y apunté mi dedo índice hacia él.
"No estaba hablando del pastel." Kokichi me miró de arriba a abajo y se acercó a mí con una picaresca sonrisa que envió señales eléctricas por todo mi cuerpo.
Sentí un intenso calor subir a mis mejillas. En ese momento podía competir con el horno. Ni siquiera pude contestarle, me quedé ensimismada observando como se acercaba a mí.
"Tranquila, estaba bromeando." El chico soltó unas tiernas risitas al ver mi nerviosismo. "¿Cómo es que te ha dado por hacer un pastel?"
"Bueno...era una receta que solía hacer con mi familia cuando era pequeña y quería ver si aún me acordaba de ella." Suspiré con nostalgia mientras volví a comprobar el estado del pastel en el horno.
"Huele demasiado bien y tengo hambre." Enunció el chico relamiéndose los labios, acto que causó en mí varias risitas.
"Estaba muy rico cuando lo hacían mis padres, espero que me haya quedado igual." Mi voz temblaba ligeramente denotando un resquicio de inseguridad. "También quería hacerle una especie de bienvenida a Keebo, no todos los días se revive de la muerte."
"Siento aguarte la fiesta pero Keebo no puede comer. Por todo eso de que no es humano, ¿recuerdas?" El chico alzó ambas cejas con soberbia.
"Tranquilo, ya había pensado en eso." Le mostré una pequeña sonrisa y señalé la máquina . "Fui al laboratorio de Miu y me llevé la máquina que le hizo a Keebo para que pudiese comer."
En cuanto dije esas palabras, el chico, que había caminado hasta quedar frente a mí, se apoyó en la encimera y se quedó observándome con detenimiento. No emitió una sola palabra pero tampoco apartó su mirada. Mi rostro se volvió rojo escarlata de la vergüenza.
"¿Qué?" Pregunté avergonzada evitando el contacto visual con él.
"Nada, solo estaba pensando que eres muy tierna." Lo dijo sin darle mucha importancia, pero yo no pude evitar abrir los ojos de par en par y sentir un pinchazo en mi pecho.
"¿Perdón?" He tenido que escuchar mal sus palabras. ¿Tierna? Imposible. Seguro que ha dicho tiesa o terca o...
"Eres tierna." Repitió sin pensárselo dos veces. Mi cabeza comenzó a dar vueltas cual tiovivo y mis mejillas echaban fuego. Si seguía así podría sustituir al horno perfectamente. "Te esfuerzas demasiado en los detalles, a nadie se le ha ocurrido hacer algo así por Keebo, en cambio a ti sí."
"No es para tanto." Bajé mi mirada para intentar ocultar mi desastroso rostro. Acto que pareció divertirle. "Si yo estuviese en su lugar me gustaría que alguien hiciese lo mismo por mí. Tiene que ser duro para él enterarse de todo lo que pasó."
En ese momento el horno comenzó a pitar, indicando que el pastel ya estaba listo. Espero que el aspecto sea decente. No me gustaría que Kokichi viera un desastre de pastel, principalmente porque me haría burla con eso toda la vida. Además de que me gustaría que fuese una agradable y sabrosa cena.
"Ya está listo." Me coloqué los manoplas y abrí el horno para agarrar con cuidado la pequeña bandeja donde había colocado el molde con el pastel. Mis ojos brillaron de emoción cuando vi que el aspecto era tal y como lo recordaba. Y no es por echarme flores pero era incluso mejor.
"¡Wow, qué buena pinta!" Los ojos de Kokichi brillaron en cuanto saqué el pastel. "¡Quiero ser el primero en probar un bocado!"
El chico se acercó a mí con la intención de tomar con su dedo parte del pastel, pero lo aparté enseguida de su trayectoria.
"¡Ni hablar, tendrás que esperar como los demás!" Le reproché.
"Eres muy mala, no es justo." El chico frunció el ceño denotando un enfado actuado que causó que varias risitas salieran de mi boca.
A pesar de todo, hice caso omiso de sus quejas y dejé el pastel en la encimera de la cocina. Solo quedaba el toque final, un poco de nata montada por encima. Busqué el bote con la mirada pero no pude encontrarlo, juraría que lo había dejado encima de la mesa. ¿Qué demonios?
Fue entonces cuando me di cuenta de que Kokichi, el cual sabía perfectamente que iba a utilizar la nata, había tomado el bote entre sus manos. Esbozó una sonrisa picaresca que erizó mi piel cuando mis ojos se encontraron con los suyos.
"¿Buscas esto?" Preguntó balanceando entre sus manos el bote.
"Kokichi, no es gracioso." Le reproché acercándome a él. "Necesito darle el toque final."
"Pues ven a buscarlo." El chico dio varios pasos hacia detrás mientras me retaba con la mirada.
"N-No me hagas perseguirte, el pastel se pondrá malo si no lo guardo en la nevera y quiero acabarlo ya..." Intenté poner cualquier excusa para que no me hiciera perseguirlo por toda la cocina.
"Eres muy aburrida cuando quieres." Espetó resoplando.
Kokichi se acercó a mí haciendo un gesto de molestia. Sé que le gusta divertirse, pero ahora necesito terminar el pastel para que todo quede perfecto.
Bajé la guardia pensando que Kokichi se había rendido. Y ese fue mi error, pues cuando estuvo a escasos centímetros de mí levantó el bote de nata a la altura de mi rostro y me embadurnó la cara con ella. Cerré los ojos como acto reflejo y sentí la nata esparcirse por todo mi rostro.
"¿Q-Qué acabas de hacer?" Pregunté conteniendo la ira dentro de mí. A pesar de todo debía admitir que fue un movimiento muy astuto de su parte. No pude evitar levantar la comisura de mis labios mostrando una diminuta sonrisa.
"Estoy dándole el toque final al pastel." Murmuró con diversión.
Pasé las manos por mi rostro intentado limpiar la mayor parte de la nata esparcido en él. Tuve que frotarme bien los ojos para apartarla de mis párpados. Kokichi al verme estalló en unas pícaras carcajadas y sus ojos se achicaron con dulzura mientras se reía.
"¡Voy a hacer que te comas el bote!" Intenté sonar enfadada pero mi sonrisa me delataba.
"Quiero ver como lo intentas." Sus ojos brillaban con travesura y esbozó una sonrisa juguetona con la intención de provocarme.
Kokichi se alejó de mí con rapidez hasta colocarse en el lado contrario de la mesa mientras sujetaba el bote de nata en sus manos. Lo balanceaba de un lado a otro de forma tentadora. Cuando vio que aún quedaba algo de nata esparcida por mi cara intentó contener su risa, pero le fue imposible.
¿Quería jugar? Pues juguemos.
"¡Vuelve aquí, cobarde!" Grité apoyando mis manos en la mesa e inclinándome hacia él.
"Vamos, la nata no te queda tan mal, te da un aspecto más apetecible." Forzó un tono provocativo a propósito acompañado de una expresión tiránica.
Sin pensármelo dos veces avancé veloz hasta quedar frente a él. Las tiernas carcajadas del chico derretían mi corazón por momentos. Pero no iba a perder esta pelea. Levanté el brazo cuando estuve lo suficientemente cerca para quitarle el bote de las manos. Pero Kokichi fue más rápido y lo apartó de mi trayectoria antes de que pudiera rozarlo. No contento con eso, me volvió a embadurnar el rostro de nata. Mierda, me acababa de lavar el pelo y estaba segura de que iba a necesitar otro lavado después de esto.
"No recordaba que fueras tan floja, vas a tener que esforzarte más si quieres quitarme esto." Levantó el bote en el aire y dio varios pasos hacia detrás. Al ver como trataba de limpiarme de nuevo la nata, soltó unas dulces risitas. Era hora de darle la vuelta a la tortilla.
"Te has metido con la persona equivocada." Advertí con soberbia. Mi sonrisa crecía por momentos. Sabía que el bote que sujetaba el chico ya no tenía prácticamente nada de nata, la poca que quedaba estaba repartida por toda mi cara. "Lo que no sabes es que ese bote estaba medio vacío. En cambio en la nevera hay un bote lleno."
Me acerqué al frigorífico después de lanzarle una mirada victoriosa y tomé el nuevo bote entre mis manos. No pude evitar que una sonrisa pillina apareciera en mi rostro.
"Jaque mate, yo gano."
Los ojos de Kokichi se abrieron de par en par, no se esperaba mi jugada, y sacudió su bote dándose cuenta de que estaba vacío. Lo dejó en la esquina de la mesa y puso sus manos en alto en señal de rendición.
"La venganza se sirve en un plato frío." Me comencé a acercar a él lentamente con aires juguetones.
"Solo quiero que sepas que soy alérgico a la nata." Dijo en un intento desesperado por hacerme retroceder.
"Me lo tomaré como un incentivo." Solté unas risas burlonas y seguí caminando hacía él mientras éste daba varios pasos hacia detrás.
"Te aviso que si intentas algo habrá consecuencias." Su tono de voz trató de sonar amenazante, pero no tuvo mucho éxito.
El chico desvió su mirada hacia la puerta de la cocina, pero para llegar a ella debía pasar tras de mí. Y creedme cuando os digo que no le iba a dejar.
Kokichi siguió retrocediendo hasta que su espalda chocó con la pared. Estaba acorralado. Apunté la boquilla del bote hacia él cuando me encontraba a escasos centímetros. Fue entonces cuando ocurrió mi venganza, la nata cubrió su rostro aunque no todo lo que me hubiera gustado. El chico consiguió agarrar mi muñeca antes de que toda la nata acabase en su semblante.
Tuvimos unos minutos de lucha en los que no pude evitar reírme por la situación, contagiándole la risa a él. Era estúpido que estuviésemos forcejeando por un bote de nata, pero la diversión estaba en su punto más álgido en ese momento.
De un solo movimiento el chico me hizo girar hasta que mi espalda chocó con la pared, al mismo tiempo sujetó contra ella ambas de mis muñecas. Yo aún tenía el bote de nata en una de mis manos, pero Kokichi me había acorralado. Las risas cesaron y sus ojos se clavaron con intensidad en los míos.
Mi corazón comenzó a acelerarse amenazando con escaparse de mi pecho. Mis mejillas volvieron a colorearse de un rojo intenso, suerte que con la nata esparcida por mi cara no se notaba. Sus preciosos ojos violetas me tenían atrapada y cada vez brillaban con mayor intensidad.
Kokichi soltó una de mis muñecas y posó su mano en mi mejilla. El contraste de su gélida mano con mi ardiente mejilla fue una sensación agradable. Acto seguido, dibujó círculos con su dedo pulgar para quitar la nata persistente en mi cachete. La yema de sus dedos acariciaba mi piel mandando señales eléctricas por todo mi cuerpo.
Mi pecho comenzaba a arder de deseo y no pude evitar mirar sus labios por unos segundos. Estaba tan cerca de mí que podía sentir su respiración golpear mi rostro. Incluso podía escuchar el armónico latido de su corazón acelerado.
"(T/N)..."
Su voz se quedó en un suspiro, uno que estaba lleno de una fuerte emoción, el deseo. El simple hecho de escucharle decir mi nombre de ese modo erizó por completo mi piel. Un fuerte cosquilleo acariciaba mi estómago como si miles de mariposas trataran de salir de él.
Su mano aún sostenía mi mejilla y su rostro estaba cada vez más cerca del mío. Nuestras fragancias se mezclaron en una sola. Para cuando me di cuenta, su mirada ya no estaba clavada en la mía sino en mis labios. Estábamos tan cerca el uno del otro que su nariz podía rozarse con la mía.
Me dejé llevar por el momento, no quería oponer resistencia. Me estaba volviendo adicta a la forma en la que me hacia sentir. Su encanto me había atrapado por completo y quería ir un paso más allá.
Cerré mis ojos esperando sentir sus labios contra los míos, pero nunca llegaron. Al contrario, cuando los volví a abrir me encontré a Kokichi separado de mí unos centímetros mientras esbozaba una sonrisa maliciosa.
Estaba algo aturdida por lo que acababa de pasar, por eso mismo tardé en darme cuenta de que el bote de nata ya no estaba en mis manos, sino en las de él. Había utilizado la táctica de ponerme nerviosa para distraerme y quitármelo. Lejos de parecerme ingenioso me dolió. Que estúpida fui al creer que me besaría.
"Nee-heehee, la victoria es mía." Anunció con un tono triunfal. "Te dije que no me desafiaras o sufrirías las consecuencias."
Y bien que las había sufrido. Me quedé inmóvil tratando de procesar lo estúpida que me debí haber visto hace unos segundos. Y no olvidemos que aún tenía la cara media embadurnada de nata.
Tenía ganas de llorar y ni si quiera sabía porqué. ¿Solo hizo eso para quitarme el bote o él también sintió ese cosquilleo? Pues claro que no lo sintió, estamos hablando de Kokichi. Tenía que haberme imaginado que pasaría algo así. Me siento la persona más idiota de este mundo.
"Está bien, tú ganas."
Mi voz debió sonar más apagada de lo normal porque el chico borró la sonrisa de su rostro y me miró con preocupación. "¿Estás bien?"
"Sí, es solo que quiero terminar el pastel, me he distraído demasiado." Evité cualquier contacto visual con él, lo único que me faltaba era que se diese cuenta de que estaba mintiendo.
"Al menos ha sido divertido." Su tono de voz también se apagó.
Caminé con la mirada clavada en el suelo hasta la encimera sobre la que se encontraba el pastel. Kokichi siguió mis pasos y dejó el bote de nata al lado de éste. Al fin podría terminarlo de una vez por todas mientras trataba de olvidar lo que acababa de pasar.
A la misma vez que le daba el toque final al pastel, Kokichi tomó un paño húmedo entre sus manos para limpiar la nata de su rostro. Podía ver de reojo como me lanzaba miradas fugaces pero decidí ignorarlas. Quedé bastante satisfecha con el aspecto final de la tarta y lo llevé con sumo cuidado a la nevera.
Al abrir el frigorífico Kokichi desapareció de mi campo de visión, pues la puerta de éste se interponía entre nosotros. Hice hueco entre la comida para colocar el pastel y cuando cerré la puerta Kokichi estaba justo al lado mío.
Aún sostenía con una de sus manos el paño húmedo, mientras que con la otra agarró delicadamente mi mentón y lo dirigió hacia él. Mis ojos se posaron inevitablemente en los suyos, pero intenté oponerme a su agarre.
"Mírame, voy a limpiarte la nata."
Si su objetivo era hacer que me diera un infarto, debían darle el premio gordo porque lo estaba consiguiendo.
El chico con sumo cuidado pasó el paño por mi rostro limpiando toda la nata que anteriormente había esparcido en ella. La delicadeza con la que lo hacía era tal que parecía que tenía miedo de que me rompiera en mil pedazos.
Mientras limpiaba mi rostro yo miraba el suyo. Estaba tan concentrado que incluso mordía con suavidad su lengua, se veía jodidamente sexy. Tuve que desviar mi mirada hacia otro punto de la cocina, porque si seguía así me entrarían ganas de estrecharlo entre mis brazos.
"No podré ver la nata de la misma manera después de esto." Dijo soltando unas carcajadas juguetonas.
"Créeme que yo tampoco." Sentí un cosquilleo en mis mejillas, apuesto a que estaban color rojo escarlata.
"Ya está, como nueva." Kokichi se separó de mí con una expresión traviesa. "Aunque la nata no te quedaba mal."
"Me plantearé usarla como accesorio para mi próximo atuendo." Espeté con sarcasmo. No me había dado cuenta del tiempo que habíamos pasado en la cocina hasta que miré el reloj. "Ya casi es hora de la cena, ¿puedes avisar a los demas?"
"¡Pero yo no quiero compartirte!" El chico frunció el ceño denotando falso enfado.
"¡Kokichi, hablo enserio!" Mis cachetes estaban a punto de convertirse en el mismísimo Volcán Villarrica.
El chico rodó sus ojos y terminó aceptando con una pequeña sonrisa."Está bien, avisaré a los demás."
"¡Espera!" Exclamé antes de que el chico saliera por la puerta. Él se giró y me observó con ojos expectantes. "¿Puedes no avisar a Kiyo?, no me apetece tenerlo por aquí..."
Kokichi asintió sin poner ninguna pega y se dispuso a cruzar el marco de la puerta. Sin embargo, se paró en seco cuando volví a hablar.
"Y otra cosa más." Enarqué una ceja y le lancé una mirada demandante. "Avisa a Rantaro."
Kokichi hizo un gesto de molestia antes de hablar. "Oh, has descubierto mis intenciones...él es muy aburrido, es mejor que no venga."
"Kokichi..."
Rodó sus ojos por cuarta vez y terminó aceptando. "Está bien, avisaré al soso de Rantaro."
Dicho esto salió por la puerta dejándome sola en la cocina. Debería ir preparando la mesa mientras Kokichi los reúne a todos. Mi madre siempre decía que una buena presentación es clave para mantener contentos a tus invitados. Es por eso que saqué los mejores platos y vasos, los que solía utilizar Kirumi. Por desgracia los vasos eran de plástico, pero no había nada que yo pudiera hacer. Después de varios accidentes en la cocina, la mayoría por parte de Kaito, Monokuma se llevó los de cristal para no tener que recoger los restos si se rompían.
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Nota de autora: Este es uno de los capítulos que más me ha gustado escribir honestamente. Espero que lo hayáis disfrutado tanto como yo. Poco a poco comienzan a revelarse ciertas cosas, pero aún queda mucho más por llegar. Tanto buenas como malas.
¿Es normal que esté nerviosa con mi propia historia? XD
Y otra cosa....
¿Qué diablos le está pasando a nuestra protagonista?
Gracias a todos los que comentáis y apoyáis esta historia. Sin ustedes no hubiera llegado tan lejos y aunque estos días no he podido responder a todos los comentarios, quiero que sepáis que estoy muy agradecida con vosotros, mis queridos/as lectores/as.
❤️¡Qué tengáis un buen día/noche!❤️
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