Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 62


Un agudo pitido resonaba en todo el casino haciendo que nuestros oídos sufrieran la peor parte. La alarma no cesaba y todos nos mirábamos en confusión.

"¿¡Por qué tiene que ser tan insoportable el sonido!?" Prácticamente tenía que gritar si quería que mi voz se oyese por encima de la alarma.

"¡Mis tímpanos van a explotar!" Se quejó Himiko tapándose los oídos.

"¿¡Se estará quemando la academia!?" Gritó Tsumugi todo lo fuerte que pudo.

"No nos alarmemos y evacuemos con tranquilidad el edificio, es mejor que vayamos a la zona exterior." Anunció Rantaro tomando el control de la situación.

"¡E-Ey esperad, hemos ganado la llave...!" Kaito intentó frenarnos, pero ya todos habíamos salido del casino.

"¡No hay tiempo para eso Kaito, debemos salir inmediatamente!" Le voceó Shuichi desde la puerta.

Sin perder ni un segundo más nos dirigimos a la parte externa del edificio, justo a la entrada de éste. El cielo se había oscurecido dando paso a la noche, nos dejamos llevar por el afán de la competición y acabamos pasando toda la tarde en el casino.

En cuanto llegamos a nuestro destino la alarma cesó, cosa que nuestros oídos agradecieron. Sin embargo, al observar el edificio desde fuera nos dimos cuenta de que no había humo por ningún lado. La academia se encontraba de una solo pieza, ni un solo signo de haber sido quemada.

"No se ve humo, quiere decir que no hay incendio, ¿no?" Espetó Tsumugi algo más aliviada.

"En ese caso, ¿por qué ha saltado la alarma?" Se preguntó Shuichi a sí mismo.

"Creo que alguien la ha hecho saltar." Dijo Himiko frunciendo el ceño.

"¿Cómo lo sabes, Himiko?" Preguntó Kaito con una mano en la nuca.

"Por él." Himiko señaló algo detrás de nosotros y cuando nos giramos descubrimos a ese chico de altura por debajo de la media, con una sonrisa maligna y manos detrás de su espalda.

"¡Me alegra que hayáis venido todos!" Anunció Kokichi con emoción.

"En ningún momento nos convocaste, solo hemos salido por el sonido de la alarma." Fue en ese momento cuando nos dimos cuenta de que Kiyo se encontraba fuera de la academia junto a nosotros y no fue muy bien recibido.

"¿Qué hace él aquí?" Espetó Himiko con rabia, casi escupiendo las palabras.

"¡Cómo empieces con tus chorradas te haré morder el polvo!" Le amenazó Kaito dando un paso hacia él.

"No le vendrá mal morder el polvo, después de todo la mugre y la basura van a la par." Gruñí mientras le lanzaba una mirada fulminante.

Después de nuestro último acercamiento, Kiyo había dejado claro el odio que sentía hacia mí. Pero no me importaba, ya que era algo mutuo. No me iba a dejar intimidar solo porque me hubiese acusado de ser la mente maestra, cosa que obviamente no soy.

"Si no te vas te convertiré en abono para las plantas con mi magia." Le advirtió Himiko levantando una mano en el aire con decisión.

"Ya veo, así que es verdad que los débiles solo se vuelven fuertes cuando no tienen nada, porque solo entonces pueden sentir la locura de la desesperación." Enunció Kiyo en voz baja, como si estuviera hablando para él mismo.

"Os guste o no, Kiyo es un participante de este juego, así que he tenido que incluirlo también." Intercedió Kokichi aún con las manos detrás de su espalda. "Y que forma más rápida de reuniros a todos, que haciendo saltar la alarma de incendios."

"¿Reunirnos?" Shuichi frunció el ceño.

"¿Qué es lo que tienes entre manos ahora, Kokichi?" Cuestionó Rantaro cruzándose de brazos.

"¿Qué carajos quieres de nosotros?" Bufó Kaito. "¡Estaba a punto de ganar.....un premio importante!"

"Calmaos, solo os he reunido aquí para llevar a cabo mi plan." La sonrisa del chico se volvía cada vez más escalofriante, como si de un auténtico psicópata se tratase.

"¿Tu plan?" Pregunté pronunciando lentamente ambas palabras.

"¿¡Vas a empezar con esa mierda de terminar el juego!?" Espetó Kaito en cólera levantando uno de sus brazos en el aire. "¡¡A nadie le importa!!"

"Creo que te importará cuando te enseñe lo que tengo aquí." El chico con gran habilidad mostró el objeto que había estado escondiendo detrás de su espalda durante todo este tiempo. Nuestras pupilas se clavaron en aquel objeto metálico con forma redonda. No era muy grande pero lo suficiente para ocupar toda la mano de Kokichi.

"¿Q-Qué es eso?" Preguntó Tsumugi con los ojos a punto de salirse de sus órbitas.

En cuanto Tsumugi preguntó, el chico elevó hasta su punto máximo la comisura de sus labios, mostrando una sonrisa que indicaba que estaba disfrutando del momento.

"Esto es ni más ni menos, que una bomba que arrasará con todo en un radio de cinco kilómetros." Explicó con normalidad, como si estuviera contando una historia de todos los días. "Lo que por supuesto os incluye a vosotros."

"..." Tardamos unos segundos en digerir sus palabras, pero en cuanto lo hicimos nuestros rostros se llenaron de confusión.

"T-Tiene que ser mentira, ¿verdad?" Himiko comenzó a temblar ligeramente.

"¡Pues claro, viniendo de él es obvio que es mentira!" Bramó Kaito apretando el puño.

"¿Queréis que lo averigüemos?" Preguntó el chico moviendo su mano para dejar que la bomba se tambalease de un lado a otro. Miré su rostro con detalle, sus ojos se oscurecían con cada parpadeo y una tenebrosa atmósfera comenzaba a engullirlo hacia las más profundas tinieblas.

"Kokichi, ¿por qué haces esto?" Shuichi parecía algo tenso, tanto su mandíbula como sus hombros estaban rígidos.

"He estado pensando, ¿qué mejor manera de acabar este juego que matando a todos los jugadores?" Su tono de voz no vacilaba y su macabra sonrisa crecía por momentos. El chico jugaba con la bomba como si de una simple pelota de tenis se tratase.

"Eso te incluye a ti, ¿sabes?" Espetó Rantaro enarcando una ceja.

"¡¡Exacto, acabemos de una vez con todo el sufrimiento y llevémonos al mastermind por delante!!" Exclamó con entusiasmo. "¡Apuesto a que ahora mismo está temblando de miedo!"

"¿Quieres terminar con todo esto por la vía fácil?" Le encaró Kaito acercándose a él. "Eres un cobarde."

"¡Qué irónico que me lo diga alguien que le teme a los fantasmas!" Se burló Kokichi estallando en unas sonoras carcajadas.

"¡¡E-Eso no tiene nada que ver!!" Se excusó el astronauta abatido, Kokichi le había hecho jaque mate.

"Esta conversación es inútil, no seguiré perdiendo mi tiempo." Kiyo dio media vuelta dispuesto a volver al interior de la academia. Sin embargo, el tono demandante y amenazador de Kokichi hicieron que éste volviese a su posición original.

"Yo que tú no intentaría irme. Cuando suelte la bomba solo tardará cinco segundos en estallar, arrasando con todo a su paso. Y no sirve de nada que intentéis huir, no os dará tiempo."

"N-No puede ser verdad." Tartamudeó Himiko.

"Kokichi, ¿qué estás haciendo?" Pregunté con los ojos como dos lunas. Debo admitir que aún no me he acostumbrado a su retorcida personalidad.

"Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo." Bajó la mirada a la vez que soltaba la bomba de sus manos.

En mi cabeza todo ocurrió a cámara lenta, la bomba
se acercaba poco a poco al suelo mientras sonaba un pitido intermitente. Un chute de adrenalina recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, si esa bomba estalla todos seremos aniquilados. Mi instinto de supervivencia me gritaba que corriera, pero mis piernas no se movían.

Kokichi tiene fama de ser un mentiroso pero sus palabras sonaban bastante creíbles. Y seamos sinceros, con esa espeluznante sonrisa cualquiera se moriría de miedo.

"¡¡Espera!!" Exclamó Shuichi abriendo los ojos de par en par.

"¡¡C-Corred!!" Ese grito de Kaito fue lo último que escuché antes de que un estruendo casi rompiese mis tímpanos. Como acto reflejo cerré con fuerza los ojos y me protegí el rostro con mis brazos.

Algo había estallado pero yo seguía de una pieza, a no ser que estuviera teniendo las últimas alucinaciones antes de morir, cosa improbable. Abrí con miedo mis ojos y lo que vi me dejó sin palabras. Aquello que estalló no fue una bomba, sino una cadena seguida de fuegos artificiales.

No me lo podía creer, el cielo que antes estaba completamente oscuro, ahora era iluminado por cada uno de los fuegos artificiales. Se alzaban hasta el punto más alto para explotar en una bomba de colores. Rojo, dorado, celeste, magenta, todos llenaron el cielo de vida.

Lo mejor de todo no fue la espectacular vista sino el sentimiento que causó en mí. Millones de recuerdos luchaban por salir del cajón más profundo de mi mente. Un cosquilleo agradable azotó mi pecho, era una emoción que había olvidado, esa que tienes cuando estás cerca de las personas que más amas.

"Fuegos artificiales..." Mi expresión denotaba una felicidad que no se podía comprar, una que sientes pocas veces en la vida.

"Oh, creo que me he equivocado de bomba. ¡Qué mala suerte!" Maldijo Kokichi en voz alta. "La próxima vez me aseguraré de llevarme la correcta."

"Eso suena a mentira." Musitó Himiko.

"¿Es esto lo que tenías planeado desde el principio?" Cuestionó Rantaro asombrado.

"Pues claro que no, ¿por qué iba a querer lanzar fuegos artificiales?" Espetó el chico imitando un tono despectivo. "Eso es inútil."

A pesar de todo, sabía que lo había hecho por aquellas palabras que compartimos en su laboratorio. Yo le dije que extrañaba a mi familia y los fuegos artificiales eran algo que me acercaba un poco más a ellos. Me trajeron un sentimiento de paz y seguridad que había olvidado por completo, y eso es algo de lo que le estaré eternamente agradecida.

"¿Entonces realmente se equivocó de bomba?" Preguntó Tsumugi.

"Solo quería divertirse haciéndonos sentir cerca de la muerte." Enunció Kiyo de mala gana antes de darse la vuelta y continuar su camino al interior de la academia. "Tengo asuntos de los que ocuparme."

"¡¡Maldito enano, todo era una mentira!!" Bufó Kaito.

"No lo era, yo nunca miento." El chico frunció el ceño denotando un enfado actuado. "No lo he hecho desde el día en que nací."

"S-Son preciosos." Musité con emoción captando la atención de todos, los cuales me miraron por unos segundos para luego dirigir sus ojos hacia el cielo, admirando el espectáculo.

"He de admitir que hacía tiempo que no veía fuegos artificiales, me traen muchos recuerdos." Enunció Rantaro mirando al cielo con nostalgia.

"A mí también, solíamos lanzarlos mi master y yo al terminar los shows de magia." Añadió Himiko con entusiasmo.

La vista que se alzaba ante mí derretía mi corazón. El simple hecho de contemplar ese espectáculo era suficiente para provocar una sonrisa en mi rostro. Mis ojos se emblandecieron de ternura, podría estar observando la perfección de sus facciones durante horas.

Fue entonces cuando me di cuenta de que no estaba mirando los fuegos artificiales, estaba mirándolo a él. Ese chico de pelo color púrpura, el mismo color que pinta esos condenados ojos que te atrapan con una sola mirada. Por no hablar de esa sonrisa traviesa que se queda grabada en tu mente como una melodía pegadiza.

No podía negar más mis sentimientos. El latido de mi corazón era tan fuerte, que no podía escuchar el sonido de los fuegos artificiales.

De repente, su mirada se encontró con la mía, en su pupila ardía un sentimiento que no pude identificar. Nos mirábamos como si solo estuviésemos nosotros dos y los fuegos artificiales. El chico me mostró una tierna sonrisa que solo yo pude ver. De lo que no me percaté fue de que yo llevaba sonriendo desde hace rato. De esas sonrisas en las que solo curvas los labios y no entreabres la boca. Sonreía porque estaba feliz y Kokichi lo hacía porque estaba feliz de verme así.

Devolví mi mirada hacia los fuegos artificiales. Era solo pirotecnia pero detrás de cada chispa había un recuerdo, casi podía sentir que estaba con mi familia. Sin darme cuenta se asomaron varias lágrimas de alegría por la comisura de mis ojos.

Todos estábamos disfrutando de ese pequeño momento, por esa razón nadie intercambió palabra. Pero todo lo bonito tiene su fin y Monokuma fue el responsable de que terminara. Los fuegos artificiales se consumieron por completo y el oso apareció ante nosotros acariciando su panza.

"Pupupu, ¿por qué nadie me ha invitado a la fiesta?"

"¡Porque solo la estropearías!" Exclamó Himiko señalándolo con furia.

"¡Qué desagradecidos!" Proclamó el oso enfadado. "Solo venía a daros esto, pero si no la queréis me la quedo yo."

El oso mostró una gran llave dorada cuyo agarre presentaba forma de corazón y en su centro un brillante rubí. Sin lugar a dudas se trataba de la llave del Hotel del Amor, la cual había olvidado por completo. Habíamos perdido la última prueba pero no dejaría que se salieran con la suya.

"¡¡La llave es nuestra!!" Gritó Kaito con emoción.

"¡Ni hablar!" Bufé interponiéndome en su camino. "¡Ese último punto de Shuichi fue injusto!"

"Exacto, la alarma despistó a (T/N)." Me apoyó Himiko. "Si no lo aceptas borraré tu memoria con un hechizo."

"Es cierto que la alarma hizo que nos distrajéramos." Enunció el detective.

"¡Shuichi, deberías estar de mi parte!" Espetó Kaito sintiéndose traicionado. "¡Sea como sea esa llave es nuestra!"

"¡Ni lo sueñes, necesito esa sesión de spa urgente!" Exclamó Tsumugi.

"Chicos, creo que la llave ya tiene dueño." Intercedió Rantaro levantando el dedo índice para apuntar detrás de nosotros.

"¿A qué te refieres?" Pregunté girando mi cabeza hacia el lugar donde señalaba el chico.

Lo primero que vi fue a Kokichi con su sonrisa picaresca hablando entusiasmado con Monokuma. Estaban algo lejos así que solo pude ver como movían sus labios. Acto seguido el oso asintió y le dio la llave mientras se rascaba la nuca con su pata. Lo había convencido para llevarse la llave. Todos abrimos los ojos de par en par y nos acercamos a ellos.

"¡¡Ey, Maldito enano!!" Bramó Kaito apretando los dientes. "¡Tú ni si quiera competiste, dame eso!"

"Mala suerte, porque me la quedo yo." Anunció Kokichi como un niño travieso para acto seguido echarse a correr lejos de nuestra vista.

"¡¡Vuelve aquí granuja!!" Gritó Kaito persiguiéndolo hasta desaparecer de nuestro campo de visión.

"Nunca cambiaran..." Dije soltando unas risitas.

"Que pena, realmente quería relajarme en el hotel." Se lamentó Tsumugi con una mano apoyada en su cachete.

"Al menos nos hemos librado del castigo." Dijo Himiko entre suspiros.

"Aunque realmente la victoria fue nuestra." Enunció Rantaro soltando una tierna risita. "Te dije que no debías confiarte, (T/N)."

"¡No fue una victoria justa, me distraje!" Exclamé dándole un suave codazo, lo cual provocó que el chico me diera unos delicados toques en la cabeza mientras reía divertido.

Finalmente, cada uno se dirigió a su respectivos dormitorios. El día de hoy había sido muy completo, desde nuevas áreas para explorar, incluyendo el susto que tuve con Rantaro, hasta una divertida tarde en el casino y unos preciosos fuegos artificiales.

Tumbada en mi cama con las piernas recogidas y los brazos encima de mi cabeza, no pude evitar pensar en cuanto añoraba mi hogar. Sin embargo también añoraré éste cuando me vaya, si es que consigo irme...

Gracias Kokichi, por haber traído de vuelta este sentimiento que tanto extrañaba. Sé que detrás de esa máscara hay un chico atento que se preocupa por lo demás. Mi pregunta es, ¿por qué no le muestras a todos tu verdadero yo?, ¿por qué ocultarte tras las mentiras?

Supongo que no soy la más indicada para hablar...

Cerré los ojos mientras me dejaba dormir poco a poco, había sido un día agotador.

~ • ~

Dos niños caminaban solos por un oscuro pasillo, uno de ellos agarró la mano del otro. No era un acto heroico, más bien, fue su miedo lo que le incitó a hacerlo. Se sentían seguros el uno al lado del otro, como si supieran que juntos podrían afrontar cualquier cosa.

Uno de ellos era más asustadizo que el otro, no soportaba el ruido que hacían las paredes. No sabían porqué pero las paredes siempre gritaban, aullaban de dolor, unos chillidos agonizantes que se metía en sus tímpanos y no les dejaban dormir.

Por esta razón uno de ellos llevó al otro hacia la única ventana a la que tenían acceso, era pequeña pero les bastaba. Se acomodaron enfrente de ésta y la entreabrieron. El sonido de los fuegos artificiales era tan fuerte que no podían escuchar los gritos de las paredes. No sabían de dónde venían esos fuegos o quiénes los tiraban, pero ambos los admiraban porque era la primera vez que veían tantos colores juntos.

~ • ~

Como de costumbre, me desperté un poco antes de que sonara el anuncio de Monokuma, mi reloj biológico ya se había adaptado a la vida en la academia. Cuando me levanté de la cama divisé un papel sobre la mesa que estaba delante del sillón. No recuerdo que eso estuviese ahí ayer.

Me acerqué a él y cuando lo miré de cerca me quedé de piedra, no podía creer lo que veía. Se trataba de una fotografía, pero no una cualquiera, era una en la que salía yo abrazando un peluche muy parecido a Monokuma. Además, la foto estaba rota por el lado derecho como si la otra mitad hubiese sido arrancada.

Con la mano algo temblorosa la agarré para fijarme bien en los detalles. La única persona que aparecía en la foto era yo, mostrando una sonrisa muy espeluznante, una que nunca me había visto antes. El fondo de la foto no daba mucha información sobre el lugar donde había sido sacada, era solo una pared completamente blanca.

Esta foto...tiene que ser falsa, yo nunca me saqué una foto como esta. ¿Cómo ha llegado esto a mi habitación? O mejor aún, ¿De dónde han sacado esta foto? Quizás alguien la ha falsificado y con alguien me refería obviamente a Tsumugi. Estoy segura de que nunca he sostenido en mis manos ese peluche.

Estaba algo conmocionada y me sobresalté al escuchar unos toques en mi puerta. Será mejor que guarde esta foto, si la ve alguien podría tener problemas. Aunque visto lo visto tampoco puedo dejarla en mi habitación, y menos cuando algunos pueden entrar a su antojo. La llevaré siempre conmigo, bien escondida entre mi ropa.

Los toques se volvieron algo más intensos denotando la impaciencia de la persona que estaba detrás de la puerta. Cuando la abrí mis ojos se toparon con esa camisa azul de rayas negras que conocía muy bien. Levanté la cabeza y encontré ese intenso iris de color verde mirándome con entusiasmo.

"La máquina ha terminado su procesado." Anunció Rantaro sonriente. "Además, hay un mensaje pendiente en la pantalla."

"¿Qué tipo de mensaje?" Pregunté con curiosidad.

"No lo sé, aún no lo he abierto." Rantaro desvió la mirada antes de continuar. "Quería que lo hiciéramos juntos."

Le mostré una pequeña sonrisa en respuesta y salí de mi habitación cerrando la puerta tras de mí. "Llevemos la máquina de nuevo al laboratorio de Miu y veamos allí el mensaje."

El chico asintió y me guió hasta su dormitorio, pero antes de entrar se me ocurrió que podíamos avisar a Shuichi también, después de todo él era el detective. De esta manera Rantaro devolvió la máquina de Miu a su lugar original mientras yo tocaba en la habitación de Shuichi para informarle sobre las buenas noticias. El detective también sugirió tocar en el dormitorio de Kaito, para que nos acompañara como la primera vez que descubrimos la máquina. Cuando los tres estuvimos juntos, nos encaminamos al laboratorio de la inventora algo intrigados y nerviosos.

"¡Por fin ha terminado!" Exclamó Kaito una vez llegamos. "¡Ha tardado siglos!"

"Sí, debido a aquel contratiempo ha tardado más de lo esperado." Musité soltando un suspiro.

Aún no sabíamos quien había sido la persona que colocó la máquina en el armario pausando a su vez el procesado. Tampoco quién había destrozado una máquina aleatoria del laboratorio de Miu. Quizá haya sido la misma persona o puede que dos completamente distintas...

"¿Sabemos ya que información contenía la tarjeta?" Preguntó Shuichi dirigiéndose a Rantaro.

"No del todo, cuando terminó su procesado apareció un mensaje en la pantalla, pero no lo he abierto aún." Explicó el chico haciéndonos un gesto para que nos acercáramos a él. "Creo que es mejor que lo veamos juntos."

Nos acercamos a la pantalla mientras Rantaro apretaba el mensaje para abrir su contenido. No voy a mentir, estaba algo nerviosa, ninguno tenía ni idea de lo que se iba a encontrar. Podía ser desde información muy útil hasta un simple mensaje en el que Miu nos insultase. Con ella nunca se sabe...

"Veamos que era lo que Miu había guardado en esa tarjeta." Dije expectante mientras se mostraba en la pantalla el símbolo de carga.

Cuando se abrió el mensaje, apareció en la pantalla una imagen de Miu...no espera, no era una imagen, se podía mover, incluso hablar.

"¡Veo que habéis llegado lejos, perdedores!" Exclamó la Miu que se mostraba en la pantalla soltando unas carcajadas.

"¿¿Qué carajos??" Kaito abrió los ojos como platos. "¿Qué es esto?"

"Seguís siendo igual de feos, diría que incluso peor." Se burló jocosa la chica.

"Espera, ¿¡está hablando con nosotros!?" Espetó el astronauta alarmado.

"Kaito no creo que-" Shuichi trató de decirle algo pero fue cortado por la voz de Miu saliendo del aparato.

"¡Mwhahaha, habéis picado!" La chica comenzó a reírse con fuerza. "¿¡De verdad creíais que estaba hablando con vosotros!?, ¡esto es un video pregrabado, pringados!"

Kaito desvió la mirada avergonzado. "L-Lo sabía desde el principio..."

"Una cosa antes de empezar....¡¡no habrá nudes en este video, siento desilusionaros!!" Miu colocó las manos en su cintura y soltó unas sonoras carcajadas. "¡Sé que morís por dentro por ver este cuerpo desnudo, pero os quedareis con las ganas!"

Casi se me había olvidado lo molesta que podía llegar a ser Miu. Todos nos revolvimos en nuestro sitio algo incómodos, pero continuamos viendo el video.

"Os explicaré, cabezas de queso, lo que tenéis que hacer ahora que ha terminado el procesado." Espetó con prepotencia. "Prestad atención idiotas porque este video no se volverá a reproducir."

Incluso en videos se tomaba su tiempo para insultarnos, supongo que había borrado de mi memoria su peculiar personalidad.

"Lo primero que tenéis que hacer, pedazo de mongolos, es sacar el chip que se encuentra en el compartimento lateral de la máquina. La tarjeta ha tranferido sus memorias a ese chip. Es muy importante así que no la puto caguéis."

Enfatizó esa última frase antes de hacer una pausa para suspirar. Un suspiro que transmitió cansancio y ¿miedo?

"No sé porqué estoy haciendo esto, es obvio que mi plan va a funcionar a la perfección, ¿acaso dudo de mí misma? No puedo infravalorarme, soy una puta genia. Mi plan es maravilloso y esos perdedores ni llegaran a ver esto."

Por un momento la chica se olvidó del video que estaba grabando y comenzó a hablar para sí misma. No parecía muy convencida de que su plan fuese a funcionar y por lo blanco que estaba su rostro pude deducir que estaba muerta de miedo.

"Bien, volviendo al puto tema, ese chip lo tenéis que colocar dentro de la cápsula que se encuentra en el armario cerrado con un candado. Para abrirlo necesitaréis una contraseña." De repente Miu se inclinó hacia nosotros y nos señaló con el dedo índice. "Y no es la que todos estáis pensando, no es sesenta y nueve, esa posición está muy desfasada. Está claro que la mejor es la cuarenta y dos. Si no la habéis probado os la recomiendo, putos vírgenes."

Rodé mis ojos hacia un lado al escuchar esas palabras, Miu siempre será Miu.

"Cuando introduzcáis el chip en la cápsula, ya no tendréis que hacer nada. Me he ocupado de todo, solo necesité grabar las memorias en una tarjeta para luego inventar una máquina que lo transfiriera al chip en cuestión. Luego utilicé una impresora 3D a tamaño real para el contenido de la cápsula y.... ¡pum!" Miu alzó la cabeza con superioridad. "¡Trabajo hecho por una puta genia!, ya lo veréis, os arrodillaréis todos ante mí y me adoraréis."

"Espero que sigáis los pasos y no seáis unos putos incompetentes. De todas formas vais a morir dentro de poco porque mi plan es propio de una mente maestra, así que no fallará." La piernas de Miu temblaban ligeramente. "Exacto, todo va a salir bien, saldré de aquí....Así que nos vemos en el puto infierno, caras de mierda."

Cuando el vídeo terminó, la pantalla quedó completamente negra, no parecía que pudiese encenderse de nuevo. Hubo unos segundos de silencio entre nosotros, ver como Miu se convencía a ella misma de que iba a sobrevivir resultaba...escalofriante.

Rantaro fue el primero en romper el silencio. "Bueno, deberíamos seguir los pasos."

"Primero saquemos el chip del compartimento." Recordó Shuichi mientras analizaba el lateral de la máquina. "Aquí."

El chico nos mostró el pequeño chip que había sacado de la máquina. Presentaba una forma circular muy peculiar, nunca había visto algo así antes. Es increíble como Miu pudo inventar todo esto, realmente podía ser muy inteligente cuando quería.

"Debemos colocarlo en la cápsula." Nos recordó Rantaro. "Miu dijo que se encontraba en el armario cerrado con un candado."

"¿Pues a qué esperamos?" Anunció Kaito. "Dijo que la contraseña era sesenta y nueve."

"No Kaito, era cuarenta y dos." Le corregí acercándome al armario. "¿No te acuerdas de todo el rollo de la posición y....?, bueno da igual."

Cuando observé el candado vi algo que no cuadraba. La combinación para desbloquearlo era de cuatro números, pero Miu solo nos dijo dos. No me puedo creer que fuese tan estúpida como para no darnos la contraseña completa.

"Se necesitan cuatro números, pero Miu solo nos dio dos." Agarré el candado entre mis manos y fruncí en ceño.

"Quiza las dos cifras anteriores son ceros." Sugirió Shuichi. "Por eso dijo que la contraseña era cuarenta y dos."

Probé la sugerencia de Shuichi y para mi sorpresa funcionó, el candado se desbloqueó y pudimos abrir la puerta para observar el interior. Al final terminé siendo yo la estúpida por no haber pensado que los dos números anteriores podían ser ceros.

Tal y como Miu había dicho, dentro del armario había una enorme cápsula del tamaño de un ser humano. Al inspeccionarla de cerca nos dimos cuenta de que en uno de los laterales había un orificio, el cual presentaba la misma forma que nuestro chip.

Shuichi se dispuso a introducirlo pero antes de que pudiera efectuar algún movimiento, una voz procedente de la puerta del laboratorio nos hizo darnos la vuelta.

"Vaya, vaya, así que esto era lo que teníais entre manos."

Apoyado en el marco de la puerta se encontraba ni más ni menos que Kokichi. No nos habíamos dado cuenta de su presencia, es tan sigiloso como un lince. En su rostro apareció la más prepotente de las sonrisas como si estuviera orgulloso de habernos pillado con las manos en la masa. Nada más verlo el corazón me dio un vuelco y un fuerte cosquilleo apareció en mi estomago.

"K-Kokichi, ¿has estado ahí todo este tiempo?" Preguntó Shuichi con el ceño fruncido.

"Vi que tramabais algo y os seguí." Kokichi se despegó de la puerta y empezó a caminar hacia nosotros con sospecha. "Ya veo que habéis mantenido esa máquina en secreto. Mucho trabajar juntos pero nos habéis ocultado su existencia."

"¿Acaso no es eso lo que dices tú, que no confiemos en los demás?" Le encaró Kaito entrecerrando los ojos.

Por unos segundos los ojos de Kokichi se clavaron en los míos. "Solo lo digo por vuestro bien, alguno de vosotros puede ser el mastermind, ¿sabéis?"

"No hay tiempo para esto Kokichi." Intercedió Rantaro. "Ya que estás puedes quedarte, pero vamos a ver lo que tenía Miu preparado para nosotros."

"Yo que tú no iría tan rápido." Advirtió Kokichi con una expresión divertida. "Conociendo a Miu dentro de la cápsula habrá un tóxico que nos matará a todos."

"Yo estaba pensando más en algún juguete sexual." Dije entre risitas.

"¡¡Me estoy impacientando, poned el maldito chip!!" Bufó Kaito.

En ese momento, Shuichi se acercó a la cápsula e introdujo el chip mientras todos lo mirábamos expectantes. Nada más introducirlo un estruendo metálico hizo eco en la sala. Debido al chirriante sonido dimos varios pasos hacia detrás por precaución.

Mantuve mis ojos fijos en la cápsula, la cual se entreabrió unos centímetros pero no lo suficiente como para ver qué había en su interior. Acto seguido surgió del interior un gas oscuro que empezó a esparcirse por el laboratorio, suerte que las ventanas estaban abiertas y evitaron que nos asfixiáramos. Mi cuerpo se tensó y me mantuve alerta, ¿y si Kokichi tenía razón y dentro había algo que nos mataría?

Pasado unos minutos el gas ennegrecido cesó y todos nos lanzamos miradas de confusión. Ninguno era capaz de mover un solo músculo. Sin embargo, la cápsula no se abría del todo y no parecía que pudiese hacerlo sola. Por esa razón Rantaro se acercó a ella para poder abrirla completamente. Tragué saliva nerviosa y crucé los dedos para que no hubiese nada peligroso en su interior.

"T-Ten cuidado." Fue lo único que salió de mi boca. El chico se giró antes de seguir acercándose a la cápsula y asintió con la cabeza.

Rantaro posó su mano en el borde de la cápsula y tiró de ella para abrirla de par en par. A estas alturas nos esperábamos lo peor, pero cuando echamos un vistazo a su interior nos quedamos atónitos. Nuestras bocas abiertas de par en par y nuestros ojos saliéndose de sus órbitas.

No me lo puedo creer.

No es posible...

¡En el interior de la cápsula había un robot idéntico a Keebo!

El robot tenía los ojos cerrados y no movía ninguna de sus partes metálicas, como si estuviese desconectado. Hubo un silencio abrumador entre nosotros mientras procesábamos lo que estábamos viendo.

Sin previo aviso el robot abrió los ojos y un destello de luz apareció en ellos, deslumbrándonos en el proceso. Tuve que entrecerrar los ojos y fruncir el ceño para evitar que mis ojos quedaran completamente ciegos. Tan pronto como apareció esa luz, se desvaneció, y el iris del robot se coloreó de un azul cielo. Acto seguido, salió de la cápsula creando un estridente y chirriante sonido metálico en la sala. Su mirada no transmitía vida, parecía un objeto inanimado.

"¡Wow, es un robot asesino sediento de sangre!" Exclamó Kokichi emocionado. "Dadme un martillo, siempre quise destrozar uno."

"¿Q-Qué quieres decir con s-sediento de sangre?" Kaito comenzó a temblar.

El robot dirigió su mirada hacia Kokichi girando su cabeza en un movimiento muy forzado. Cuando lo localizó se dispuso a caminar hacia él con una mirada vacía. La tensión crecía en la sala a pasos agigantados y todos quedamos paralizados.

Cuando el robot estuvo a pocos centímetros de Kokichi levantó su mano en el aire y la bajó con fuerza con la intención de golpearlo. Mi corazón se paró en seco y no pude evitar pensar en lo peor.

Sin embargo, el brazo del robot no llegó ni a rozar a Kokichi, lo estiró en frente de él mientras lo señalaba con el dedo índice.

"¡Eso es robofobia!" Fueron las primeras palabras que salieron de su boca con un tono de voz que nos resultaba muy familiar. "Otro comentario así y te llevaré ante la corte."

"..." Nos quedamos unos segundo observando con detenimiento al chico, se podía decir que ni parpadeábamos. Nuestro cerebro necesitaba procesar la situación por un momento.

"¿Keebo?" Finalmente mi voz consiguió salir de mi garganta, aunque fue más como un susurro.

El chico me miró extrañado para luego hacer con la mirada un recorrido panorámico de la habitación. En ese momento fue cuando se dio cuenta de que todos los allí presentes lo mirábamos como si hubiésemos visto un fantasma. En nuestras expresiones no había otra cosa que perplejidad mezclada con alegría.

"Chicos, ¿qué hacéis todos aquí?" Keebo hablaba como si nada hubiera pasado, como si los que estuviéramos fuera de lugar fuésemos nosotros. "¿Por qué ponéis esa cara?"

No puede ser, es simplemente increíble. No me puedo creer que Miu lo trajera de vuelta. Cuando dijo que la adoraríamos y nos arrodillaríamos ante ella pensé que estaba exagerando...

"¿¡E-Es un fantasma!?" Kaito se quedó blanco como la nieve y por poco se cae al suelo.

"No eso Kaito. Este es Keebo, el contenido de la tarjeta eran sus memorias..." Dijo Shuichi con los ojos abiertos como platos.

En ese momento entendí a que se refería Miu con tarjeta de memoria e impresora 3D a tamaño real. Había hecho una copia exacta del cuerpo de Keebo y guardado sus memorias en la tarjeta para evitar que éstas se perdieran. Sus memorias nunca llegaron a morir.

"¿Memorias?" Preguntó Keebo extrañado. "El último recuerdo grabado en ella es estar con Miu en su laboratorio, ella estaba arreglando un error en mi sistema."

Claro...no había caído en la cuenta de que Keebo no recuerda nada desde que Miu guardó sus memorias. Ni si quiera recuerda su propia ejecución.

"¡Quién iba a decir que Miu no era tan inútil después de todo!" Espetó Kokichi observando la palma de su mano. "Estoy impresionado."

"¿Era?" Preguntó Keebo extrañado. "¿Por qué utilizas la conjugación en pasado, dónde está Miu?"

"..." El silencio es lo único que se oía en la sala.

Ninguno era capaz de decirle la cruel realidad y aún no habíamos procesado que uno de nuestros compañeros había vuelto del mundo de los muertos. ¿Acaso era Keebo? ¿O solo una copia de él con sus memorias? No tenía nada claro a estas alturas, estaba entre feliz y confundida.

"Keebo, has estado....inactivo durante un largo período de tiempo, así que es normal que no sepas que Miu..." Shuichi trató de emblandecer el duro golpe pero Kokichi lo cortó antes de que pudiera terminar.

"Miu está muerta."

"Kokichi, deberías ser un poco más delicado." Le advirtió Rantaro.

"Oh vamos, solo he ido al grano." Espetó rodando sus ojos. "Shuichi se estaba enrollando demasiado."

"¿M-Muerta?" Keebo se aterrorizó y dio varios pasos hacia detrás. "N-No lo entiendo, ¿cómo puede estar muerta si hace unos segundos estaba aquí conmigo?"

"La muy estúpida creyó que podía asesinar a alguien y salir de aquí, pero lo mejor de todo es que te utiliz-" El chico no tenía nada de tacto, por ello decidí intervenir.

"Kokichi, mejor déjanoslo a nosotros." Le llamé la atención lanzándole una mirada de advertencia. El chico solo sonrió ampliamente y se encogió de hombros con una expresión que decía 'no he dicho nada que no fuese cierto'.

Inspiré profundamente y me mentalicé para utilizar las palabras correctas. "Keebo, hace varios días hicimos la casa del terror y Miu planeó un asesinato en ella. De hecho consiguió acabar con la vida de Ryoma y tuvimos un tercer juicio en el que salió culpable." Intenté resumir todo lo máximo posible.

"¿Miu planeó asesinar?, ¿Ryoma también está muerto?" Keebo caminaba de un lado a otro sin poder procesar tanta información en tan poco tiempo. "Perdona, creo que mi memoria tiene errores que necesitan ser arreglados."

"No son errores, Keebo." Shuichi desvió la mirada algo nervioso. "Tú...moriste en ese juicio."

"¿Morí?" El tono de voz de Keebo era frágil, como un indefenso cachorro. Me dieron ganas de correr hacia él y abrazarlo, estaba claro que era el que más confuso estaba de todos nosotros. La información que le estábamos haciendo llegar era difícil de digerir.

"Fuiste ejecutado por Monokuma porque Miu te...te usó para que ambos al mismo tiempo pudieran asesinar a Ryoma." Explicó Shuichi con nerviosismo.

"¿Ejecutado?" Keebo no podía creer lo que oía y no le culpo, esto es surrealista.

"Keebo, tenemos mucho que contarte..." Dije emblandeciendo mi mirada.

Dicho esto, nos dirigimos al comedor para ponernos cómodos, iba a ser una historia muy larga. Por el camino nos encontramos a Kiyo, el cual se quedó mirando fijamente a Keebo atónito. A pesar de todo, no dijo nada y seguimos nuestro camino. Tsumugi y Himiko ya estaban en el comedor y por poco su barbilla roza el suelo de todo lo que abrieron la boca al ver a Keebo vivito y coleando. ¿Tsumugi sabía que esto pasaría?

Nos pasamos casi dos horas enteras para poner a Keebo al día. Fue un duro golpe para él, que te digan que una de las personas con las que mejores te llevas ha muerto no es algo agradable de oír. Pero no solo eso, si no que encima también fue ejecutado junto a ella. También tuvimos que contarle acerca del último juicio, lo cual fue muy duro para Himiko y para mí.

Aún no me lo creía, Miu se tomó la molestia de hacer que Keebo volviera. En el fondo tenía un plan B para él por si el suyo no funcionaba. Creo que a eso sí se le puede llamar amistad. Una inevitable sonrisa se formó en mi rostro.

Keebo ha vuelto.

~ • ~

Monotaro: Padre, el robot ha vuelto. Sabes lo que eso significa, ¿no?

Monokuma: ...

Monotaro: No debimos subestimar a la inventora.

Monokuma: No es eso, es que alguien no está haciendo bien su trabajo.

Monotaro: ¿Estás enfadado?

Monokuma: ...

Monotaro: Padre da mucho miedo cuando se enfada, creo que va a haber castigo para alguien...

~ • ~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro