Capítulo 61
Cuando fui consciente de lo que pasaba, toda la sangre de mi cabeza bajó a mis pies dejándome blanca como la nieve. Mi vista comenzó a nublarse por el aturdimiento y cuando miré a Himiko me di cuenta de que estaba igual de aterrada que yo.
~La trituración comenzará en diez segundos, si desea cancelar la acción presione el botón de emergencia~
Sin pensármelo dos veces dirigí mi mirada hacia los miles de botones que habían en la mesa de control. Himiko estaba paralizada por el miedo y yo tuve que hacer mi mayor esfuerzo por no desmayarme ahí mismo. Mierda, habían demasiados botones y cada uno tenía escrito en la parte superior su función en letras pequeñas. Era como buscar una aguja en un pajar.
~Ocho segundos restantes....siete segundos restantes....~
El contador resonaba en mi mente como una tortura medieval. ¿¿Por qué cojones no habían indicado mejor las funciones de cada botón?? El estrés y el pánico de la situación hizo que mis sentidos se agudizaran, en concreto el visual. Mis pupilas se movían a la velocidad de la luz buscando aquel botón de emergencia.
~Cuatro segundo restantes...tres segundos restantes....~
Fue entonces cuando encontré lo que estaba buscando. Entre dos pequeños botones se encontraba otro de mayor tamaño con las letras de emergencia escritas en miniatura en su centro. Y cuando digo en miniatura me refiero a que tuve que utilizar mi vista de águila para verlo.
Apreté lo más rápido que pude el botón de emergencia y crucé los dedos para que funcionase. Me sentía vulnerable, mis piernas temblaban como terremotos, aunque no más que mis manos. Cuando escuché el nuevo mensaje de la voz robótica, me di cuenta de que había estado aguantando la respiración todo este tiempo.
~Se ha cancelado la trituración y se ha abierto un compartimento para la recuperación de los objetos a triturar~
Aunque hubiese escuchado el mensaje, para mí no era suficiente. Tenía que verlo, ver que estaba bien. Me dispuse a presionar el botón rojo para abrir la puerta de la sala de control, pero mis dedos temblaban tanto que no atinaba a darle. Desesperada, le di un fuerte golpe al botón con mi puño y la puerta se deslizó para darnos paso al exterior.
Himiko y yo bajamos las escaleras lo más rápido que pudimos hasta la zona donde estaba la trituradora, justo debajo de la sala de control. Terminé por bajar los dos últimos escalones de un solo salto y me acerqué a toda prisa a la máquina. El tubo, que conectaba la sala de control con la trituradora, había abierto un compartimento en su parte inferior dejando caer a Rantaro al suelo.
El chico tenía su cabello más desordenado de lo normal, pequeñas marcas en su rostro y se tocaba el hombro izquierdo con su mano contraria, probablemente se había hecho daño al caer. Me paré en seco en cuanto lo vi de una pieza. El chico se puso en pie y su mirada se encontró con la mía. La suya intentaba transmitir calma, pero la mía era de esas que pones cuando crees que vas a perder a alguien importante para ti.
"¡¡Rantaro!!" Sin pensármelo dos veces salí corriendo hacia él y lo envolví en mis brazos. Mi cuerpo aún temblaba de miedo, pero poco a poco me fui calmando cuando el chico me devolvió el abrazo. Pasaba con suavidad su mano por mi espalda, una y otra vez. Debería ser yo quien lo consolara a él, y no al revés.
"Tranquila, estoy bien." Susurró cerca de mi oído. Su voz era como esa canción de cuna que calma cualquier llanto de un bebé.
"Y-Yo lo siento mucho Rantaro, no sabía que se abriría una escotilla..." Himiko estaba a punto de romper a llorar, ella también se había asustado.
"Está bien Himiko, no es tu culpa." Rantaro le dedicó una sonrisa que logró calmar parcialmente a la chica. "No sabíamos que había una máquina que conectase con la sala de control."
"P-Pensé que te perdía." Musité con la voz temblorosa. "S-Si no hubiese encontrado el b-botón de emergencia tú estarías..."
Mi cabeza descansaba en su pecho y mis manos estaban apoyadas en su espalda, hice fuerza con éstas para acercarlo aún más a mí. Hace unos minutos mi cerebro estaba a punto de colapsar, pero ahora mismo me encontraba en un estado de paz y armonía en sus brazos. Podía sentir el latido de su corazón a través de su pecho, iba casi tan rápido como el mío.
"Pero no ha pasado, estoy sano y salvo." Me tranquilizó el chico dejando caer su cabeza encima de la mía. "Gracias por salvarme la vida."
Después de unos minutos, los tres pudimos recuperarnos de aquel terrible accidente. No teníamos ni la más mínima intención de quedarnos un segundo más en esa fábrica del diablo. Por esa razón nos encaminamos al comedor para reunirnos con los demás.
Tsumugi, Kaito y Shuichi ya nos estaban esperando allí. Su artilugio solo abrió el laboratorio del astronauta. Por nuestra parte, les informamos sobre el laboratorio de Rantaro y sobre la fábrica de alimentos. Incluyendo el incidente que tuvimos en ella para que a la hora de investigar tuvieran cuidado.
Mientras ellos se dirigían a la áreas que ya habíamos visto, nosotros no encaminamos al laboratorio de Kaito. Aunque, según él, solo simulaba el interior de una nave espacial. Aparte de eso, ninguno tuvo noticias de Kokichi, ni sobre que nueva área abría el artilugio que se llevó. Pero supusimos que sería su laboratorio.
Estaba inmersa en mis pensamientos, por lo que sin darme cuenta empecé a reducir mi velocidad al caminar. A diferencia de mí, Himiko y Rantaro iban a paso ligero también metidos en sus propios pensamientos. Para cuando me di cuenta, ambos chicos ya habían girado la esquina del pasillo y los perdí de vista por unos segundos. No quería quedarme atrás, así que aceleré con torpeza el paso.
Sin embargo, antes de que pudiera acercarme a ellos, sentí como una mano agarraba mi brazo por detrás de mí. La persona en cuestión utilizó su mano libre para tapar mi boca, evitando que alertara a los demás con un grito de socorro. Podía sentir su respiración en mi nuca. No era capaz de ver quien era, pero conocía ese suave tanto y esa dulce fragancia.
"No hagas ruido o el pesado de Rantaro vendrá." Susurró muy cerca de mi oído haciendo que el roce de su respiración me pusiera los pelos de punta.
Al confirmar que se trataba de Kokichi un agradable cosquilleo apareció en mi estomago. Soltó el agarre de mi brazo causando que las yemas de sus dedos acariciaran mi piel. De un solo movimiento me hizo dar la vuelta para quedar frente a él, la punta de nuestros pies apenas estaba separada unos centímetros.
"Ven conmigo, quiero enseñarte algo." Sus ojos se emblandecieron en cuanto se encontraron con los míos. En su rostro podía leerse lo emocionado que estaba.
"Pero Rantaro y Himik-" Antes de que pudiera replicar me agarró de la muñeca y comenzó a tirar de mí.
"Olvídate de ellos, ahora estás conmigo." Espetó mientras me agarraba con firmeza. "Va a ser divertido."
Kokichi tiraba de mi muñeca para guiarme por el pasillo, pero su agarre se fue deslizando poco a poco hasta que nuestras manos se entrelazaron. La suya era cálida mientras que la mía fría como el hielo. Mis mejillas comenzaron a ruborizarse y di gracias a que el chico no podía verme.
Me sentía mal por dejar a Rantaro y Himiko así, pero algo muy dentro de mí no quería oponer resistencia. Iría a cualquier lugar que él me pidiera. Una sonrisa de estúpida apareció en mi rostro y por más que quise, no la pude borrar.
"¿A dónde vamos?" Pregunté curiosa, aunque ya me imaginaba el lugar al que me llevaría.
"Ya lo verás." Contestó mirando al frente, sin darse la vuelta. Me pregunto si su rostro estará igual de rojo que el mío.
Comenzamos a descender al subsuelo por unas escaleras que no había visto antes. De todas formas no presté mucha atención a mi alrededor, estaba enfocada en el roce de nuestras manos.
Cuando llegamos al último escalón nos encontramos con una enorme puerta, que seguramente daba paso a su laboratorio. ¿Por qué querría llevarme aquí? Pensé que se había llevado el artilugio para que nadie entrara.
Sentí un gran vacío en mi mano cuando Kokichi la soltó. Aún notaba el calor que había provocado nuestro roce, pero se desvanecía poco a poco. El chico se acercó a la puerta y la abrió de par en par con emoción. Se desplazó hacia un lado e hizo un gesto para que pasase.
"¿Está ubicado bajo tierra?" Levanté ambas cejas con asombro, todas las paredes estaban hechas de rocas.
"¿No es genial?" Kokichi entró detrás de mí cerrando la puerta a su paso.
La sala era enorme y se asemejaba a la guarida de un supervillano. En las paredes laterales habían ubicadas varias estanterías con armas falsas utilizadas para bromas, como esposas, maletas vacías, máscaras de gas y walkie-talkies.
También se podían observar algunas máscaras de payaso, una gran réplica de un helicóptero colgando del techo y un automóvil de villano de película. En el fondo se podía divisar un trono muy prominente con el logo de D.I.C.E en la parte superior. El laboratorio le iba como anillo al dedo.
"Wow, parece una guarida del mal." Dije entre risitas.
"Si esto te sorprende es porque no has visto la de mi organización."
La voz del chico sonaba muy cerca. Ni si quiera le había visto acercarse tanto a mí. Mi corazón dio un vuelco y empezó a latir frenético, hasta mi garganta. Debía mantener mi compostura, o me derretiría ahí mismo.
"Me cuesta creer que tuvieras una." Clavé mis ojos en los suyos y mostré una sonrisa picaresca, tratando de ocultar mi nerviosismo interno. "Y los descampados abandonados no cuentan, Kokichi."
"Eso es para principiantes, nosotros tenemos una guarida secreta." El chico se separó unos centímetros de mí y se llevó el dedo índice a sus labios. "La ley nos persigue, ¿sabes?"
"¿Por haberle robado el caramelo a un niño?" Enarqué una ceja y solté varias risitas.
¿Te crees muy graciosa?" El chico curvó aún más su sonrisa, haciendo que un cosquilleo intenso apareciese en mi estómago. "Eramos muy temidos, si te volvías nuestro objetivo te lo hacíamos pasar realmente mal."
"Pobre del desafortunado que le tocase." Llevé una mano a mi pecho para exagerar el sentimiento de lástima.
"Se lo tenían merecido." De pronto la expresión de Kokichi cambió por completo. Fue como si se hubiese quitado esa máscara con la que trataba de ocultar su verdadero yo. Se estaba abriendo ante mí y lo pude notar por su tono de voz. "La mayoría de nuestros objetivos eran gente estúpida que se metía con alguno de nosotros."
"¿Se metían con vosotros?" Pregunté.
"Solo unos pocos inconscientes." Su voz se oía diferente, no había signo de malicia ni prepotencia. Desvió su mirada hacia las máscaras de payaso que habían en una de las estanterías. "Aún recuerdo a un tipo que se las daba de duro. Incluso le pegó una paliza a uno de nuestro grupo porque no le quiso dar el dinero que llevaba encima."
"¿Una paliza....grave?" Abrí mis ojos aterrorizada. Toda mi vida he odiado a las personas violentas. Todo lo solucionan con un par de puñetazos, ya que su cerebro suele ser del tamaño de un guisante.
"Unos cuantos golpes que lo dejaron bastante mal." Sentía que estaba hablando con otra persona distinta. Nunca imaginé que Kokichi pudiera hablar desde la sinceridad, eso me hizo un poco más feliz. Y no solo eso, estaba contándome parte de su pasado. "Desde que me enteré de lo que hizo organizamos todo un plan para ahuyentarlo. Iba de duro pero en cuanto le hicimos un par de bromas y lo humillamos, no volvió a aparecer jamás."
"¿Qué le hicieron?" Pregunté con curiosidad.
"Lo que se merecía." Kokichi apretó los dientes y tensó la mandíbula. Incluso recordar el momento lo ponía furioso. "Nos tapamos la cara con máscaras de payasos y simulamos un secuestro. Disfrutamos viendo como su faceta de tipo duro se caía por los suelos."
"Lo tenía bien merecido, odio a la gente que utiliza la fuerza para mostrar su superioridad." Hasta yo misma me había puesto furiosa de pensar que hay tipos que se aprovechan de los débiles. Solo porque llena su ego el ser temido por la mayoría.
"Eso no es todo, también grabamos un video suyo llorando y pidiéndole ayuda a su madre." Kokichi soltó unas carcajadas burlonas. "No lo llegamos a publicar nunca, pero sí le amenazamos con hacerlo. Después de eso, no volvió a meterse con nadie y desapareció del mapa."
"Le distéis un buen escarmiento." Dije soltando unas risitas. "Tu organización no es tan mala como dices."
El chico esbozó una sonrisa traviesa. "Pero esto es un secreto entre tu y yo."
Llevé una mano a mi pecho en señal de promesa. "Prometo no decirle a nadie que tu organización en realidad lucha contra el mal."
Kokichi estalló en unas tiernas carcajadas y dio un paso hacia delante acortando la distancia que había entre nosotros. "Me gustaría presentártelos algún día." Sus penetrantes ojos violetas chocaron como salvajes olas contra los míos. "Creo que les gustarías."
Su mirada me tenía atrapada, aunque intentara apartar la vista no podía. "¿Cómo estás tan seguro?" Me mordí el labio, y al hacer ese pequeño gesto, sus ojos se fijaron por unos segundos en ellos.
"Simplemente lo sé." Dijo finalmente clavando sus ojos en los míos. "Los conozco y encajarías muy bien con nosotros."
Fue entonces cuando noté como se emblandecía su mirada, reflejando nostalgia en ella. Después de todo ellos eran lo más importante para él.
"Los echas de menos, ¿verdad?" Era obvio que lo hacía, todo su rostro gritaba que los extrañaba.
El chico negó con la cabeza y recompuso su rostro. Sabía perfectamente que no le gustaba mostrarse débil ante los demás. "Por supuesto que no, yo nunca echo de menos a nadie."
"Pero tú eres su líder y son como tu familia, ¿no es así?" Tragué saliva con dificultad. Sabía que estaba andando sobre arenas movedizas, pero ahora que se estaba abriendo a mí tenía que aprovechar.
"..." El chico clavó la mirada en el suelo por unos segundos. Cuando la volvió a levantar dio otro paso hacia mí, apenas nos separaban unos escasos centímetros. Podía ver a la perfección todas sus facciones. "¿Y que hay de ti?"
"¿De mí?" Pregunté atónita, no esperaba que le diera la vuelta a la tortilla.
"Nunca hablas de tu pasado antes de acabar aquí." Dijo el chico casi con miedo de estar indagando en algún tema delicado.
"Pues...no hay mucho que contar." Contesté nerviosa. "Tenía una vida muy normal, con una familia estable, buenos amigos y un hobby como cualquier otro."
"Suena muy aburrido." Musitó el chico con hastío. "Con nosotros tu vida daría un giro de ciento ochenta grados, no te aburrirías ni un solo día."
"Pero....no todo era aburrido, ¿sabes?" La nostalgia se apoderó de mí y el chico lo notó. "Recuerdo que durante las fiestas de mi ciudad lanzaban fuegos artificiales que coloreaban todo el cielo. Era precioso, mi familia y yo solíamos verlos juntos."
Mi familia...¿qué es de ellos? Un sentimiento de melancolía brotaba de mi pecho, y dolía, dolía mucho. Añoraba la seguridad y serenidad que se siente cuando estás rodeado de gente que amas y que te aman. Es como si me hubiera olvidado de ese sentimiento, como si nunca lo hubiese sentido.
"En cierto modo, extraño eso...los extraño a ellos." Mi voz apenas lograba salir de mi garganta, se apagó como la luz de una estrella cuya vida llega a su fin.
Kokichi se tambaleó hacia delante y hacia detrás en el sitio, como dudando si decir lo que estaba apunto de decir.
"Te pasó algo con ellos, ¿verdad?" Su voz titubeaba, tenía miedo de mi reacción. "En tu video motivo Monokuma decía que te separaron de ellos a la fuerza...¿qué significa eso?"
Me había olvidado completamente de mi video motivo y por ende de que Kokichi lo había visto. Pero nunca me preguntó nada sobre ello, hasta ahora. Miré hacia todas direcciones denotando nerviosismo. No quería mentirle, pero tampoco podía contarle que venía de la vida real y que esto, en realidad, es un juego ficticio en el que me he metido no sé como.
"Yo..." Apreté mis labios, formando con ellos una línea recta. "No lo sé..."
"¿Cómo no puedes saberlo?" Insistió sin apartar su mirada de mí ni un segundo. "Vamos, dijiste que confiabas en mí."
"Yo...confío en ti, es solo que Monokuma ha jugado con mi memoria demasiado y no recuerdo gran parte de lo que me pasó." Mentí. Le mentí al mentiroso. Fue una pésima idea, pues captó al toque que no estaba siendo sincera.
"Ya veo..." El chico se separó de mí y desvió su mirada de nuevo a las estanterías. Podía ver la decepción en sus ojos, pero no podía contarle nada, era mejor guardar silencio.
"Creo que es mejor que vuelva con Himiko y Rantaro, deben estar preocupados..."
No quería que Kokichi me siguiera haciendo preguntas que no iba a poder responder. Principalmente porque me dolía ver como se sinceraba conmigo mientras yo le mentía a la cara. Puede que sea algo hipócrita, le pedí que dejase de mentir. ¿Y qué hago a cambio? Mentirle a él.
Me di media vuelta y me dispuse a salir del laboratorio, cabizbaja. Sin embargo me frené en cuanto escuché su voz.
"Una cosa más."
Me giré para ver su rostro. Parecía algo nervioso, como si las palabras que estaba a punto de decir fueran en contra de su orgullo.
"Somos..." Hizo uno pausa para pensar mejor lo que iba a decir. "Somos...amigos, ¿verdad?"
Abrí mis ojos de par en par, definitivamente tenía que estar soñando. ¿Kokichi llamando a alguien amigo? Creo que me di un fuerte golpe en la cabeza o esto es una de sus bromas. Sin embargo, por la expresión del chico se podía intuir que iba totalmente enserio.
"Claro...confiamos el uno en el otro, eso es lo que hacen los amigos, ¿no?"
Él asintió y una pequeña sonrisa involuntaria se formó en su rostro. "Cuando estés preparada para contarme la verdad sobre tu familia, yo..." Sus mejillas se ruborizaron. "Yo estaré ahí para escucharte."
Mi corazón no podía latir más deprisa. Empezó a subir el calor en la sala o quizá solo eran mis mejillas que ardían como dos estufas. En el interior de mi pecho podía sentir un cosquilleo agradable que se esparcía por todo mi cuerpo. Tuve que reprimir el impulso de volver a acercarme a él y estrecharlo entre mis brazos.
Le correspondí la sonrisa y luego cada uno siguió su camino. Él se quedó una rato más en su laboratorio, probablemente llenando su mente de recuerdos de su pasado. Mientras yo volvía a mi dormitorio y me tumbaba en la cama pensando en lo que acababa de pasar. ¿Es ese tu verdadero yo, Kokichi? Me gustaría poder verlo más veces...
Fue en ese momento que me acordé de Himiko y Rantaro. Mierda, estarán buscándome como locos. Antes de salir me llevé la chaqueta de Kaito para devolvérsela de una vez. Siendo sincera, me preocupaba el astronauta, estaba muy pálido esta mañana.
Estuve vagando por la academia en busca de alguna señal de vida, pero no veía ni un alma. Hasta que escuché mi nombre, cuando me di la vuelta vi que se trataba del grupo al completo. O casi, solo faltaban Kiyo y Kokichi.
"Menos mal que estás bien, no me vuelvas a asustar así." Rantaro soltó un suspiro de alivio y pasó una mano por mi hombro para acercarme a su pecho. "Cuando Himiko y yo nos dimos la vuelta habías desaparecido."
"¡Estuvimos buscándote por toda la academia!" Exclamó Himiko levantando ambos brazos.
"¿Dónde carajos te habías metido?" Preguntó Kaito rascándose la nuca.
"Ya empezábamos a pensar que te había ocurrido algo malo." Anunció Tsumugi con un tono de voz inocente.
"N-No os preocupeis, estoy bien." Dije separándome de Rantaro y mostrándoles una sonrisa convincente. "Me entretuve con...unos asuntos."
"No vuelvas a desaparecer así de repente, es preferible que nos avises." Los ojos de Rantaro me miraban con preocupación, pero con cierto alivio de ver que estaba de una sola pieza.
"S-Sí, lo siento.." Bajé la mirada avergonzada.
"Ey, tienes mi chaqueta." Espetó Kaito al darse cuenta de que la llevaba entre mis brazos.
"Estuve buscándote ayer por la noche para devolvértela, pero no te encontraba por ningún lado." Expliqué mientras le tendía la chaqueta al chico.
"Ah, sí...estaba ocupado." Dijo desviando la mirada.
"(T/N), ¿sabes algo de Kokichi?" Me preguntó Shuichi con el ceño fruncido. "Desde que se llevó el artilugio no lo hemos vuelto a ver."
"Bueno.... ya sabes como es, estará haciendo de las suyas." Dije mientras me ruborizaba ligeramente al recordar lo cerca que habíamos estado hace unos minutos.
"Pensaba que estarías con él." Insistió Shuichi.
"Cierto, se os veía muy unidos en el último juicio." Añadió Tsumugi levantando el dedo índice.
"..." Yo tan solo desvíe mi mirada algo nerviosa.
"Bueno, dejando eso de lado, ¿por qué no vamos al casino todos juntos?" Sugirió Kaito sonriente.
"Pensaba que ya no ibas a apostar más, Kaito." Enunció Shuichi con una sonrisa forzada.
"¿Acaso olvidaste tu fracaso de la última vez?" Espeté jocosa.
"Eso fue distinto, era un principiante." Se justificó el astronauta. "Ahora soy un experto y sé que hoy es mi día de suerte."
"Yo nunca he ido a un casino." Musitó Himiko con el dedo índice presionando sus labios.
"Es mejor que no vayas Himiko, los casinos sacan el lado más competitivo y obsesivo de las personas." Le advirtió Tsumugi.
"¡Vamos chicos!" Insistió Kaito. "Va a ser divertido, confiad en mí."
"¡Yo quiero apostar!" Exclamó Himiko con entusiasmo.
"Himiko no quieres, créeme." Le advertí con una sonrisa forzosa.
"Algo me dice que esto no va a salir bien." Enunció Rantaro soltando unas risitas.
"No seáis tan negativos, ¿qué es lo peor que puede pasar?" Kaito se veía bastante seguro, pero todos sabíamos que solo era su ego creándole una falsa seguridad. "¿Os venís?"
"Yo iré para evitar que Kaito acabe convirtiéndose en un ludópata." Anunció Shuichi soltando un suspiro.
"Creo que es muy tarde para eso." Murmuró Tsumugi.
"Yo iré para reírme de las derrotas de Kaito." Espeté con diversión.
"Así que con esas tenemos, (T/N)." Dijo el astronauta apretando el puño con decisión. "¿Crees que me ganarás esta vez?"
"¿Eso es un reto?" Entrecerré mis ojos y di un paso hacia él.
"¡¡Hoy los astros se han alineado y nada puede hacerme perder!!" Exclamó con una mirada triunfal.
"Reto aceptado." Anuncié con una sonrisa victoriosa.
"Si todos vais...entonces yo también me apunto." Enunció Tsumugi.
"(T/N), ¿estás segura de esto?" Rantaro se acercó a mí enarcando una ceja.
"Por favor, será pan comido ganarle a Kaito." Dije levantado una mano en el aire con prepotencia.
"Eso ya lo veremos." Me retó el astronauta con la mirada.
Dicho esto nos encaminamos al casino todos juntos. La última vez no tenía tanta confianza en mí misma, pero esta vez estoy segurísima de que no perderé y menos contra Kaito, eso sería caer demasiado bajo.
El casino no había cambiado nada desde la última vez que vinimos. Esa vez en la que Miu y Ryoma aún estaban vivos. Pero ahora me sentía diferente. Ya nos conocíamos mejor entre todos y habíamos afrontado demasiados obstáculos juntos. Se sentía como una quedada entre amigos.
"¿Estás preparado para perder Kaito?" Dije mostrando una sonrisa triunfal.
"(T/N), quizá no deberías confiarte tanto." Me advirtió Shuichi.
"Vamos, Shuichi." Espeté entre risas. "Kaito no es rival para mí, podría ganarle con los ojos cerrados."
"¡¡Retira eso!!" Exclamó el chico apretando el puño. "¡Cuando veas mi clara victoria te arrepentirás de tus palabras!"
"¡Hasta yo podría ganarle a Kaito!" Anunció Himiko con sus manos en la cintura.
"H-Himiko..." Musitó Tsumugi. "Aunque pensándolo mejor, tiene razón."
"Está bien, ¿creéis que podéis ganarme?" El chico alzó una ceja con prepotencia. "Hagamos esto, vosotras tres contra nosotros tres."
"K-Kaito no creo que eso sea buena idea..." Trató de advertirle Shuichi sin éxito.
"Yo no he competido mucho en este tipo de juegos." Se excusó Tsumugi.
"Hecho." Anuncié dando un paso hacia delante e inclinando mi cuerpo hacia él. "El que pierda se tendrá que tragar su orgullo."
"¡De acuerdo, no pienso perder!" Exclamó el astronauta con decisión. "Shuichi, Rantaro, preparaos para una victoria asegurada."
"¡No tenéis ninguna posibilidad contra nosotras!" Le retó Himiko señalándolo con el dedo índice.
"Pupupu, ¿he oído bien?" Monokuma apareció de la nada con ambas patas en sus cachetes. "¿Vais a hacer una competición sin premio ni castigo?, es lo más aburrido que he escuchado hasta ahora."
"¿Premio?" Preguntó Himiko intrigada.
"¿C-Castigo?" Se aterrorizó Tsumugi.
"¡Por supuesto!" Anunció el oso con una sonrisa maléfica. "¿Para qué competir si no hay un mortífero castigo o un glorioso premio entre medio?"
"¿Y cuál es ese premio?" Pregunté curiosa.
"Me alegra que preguntes, porque he preparado un premio perfecto para los ganadores." Anunció rascando su panza mientras reía. "El equipo ganador se quedará con la llave del Hotel Del Amor, el cual incluye habitaciones privadas. Y cuando digo privadas me refiero a una en la que podéis hacer cualquier tipo de guarrerías. Además de una zona común que incluye un spa, zona de masajes y un pub."
"¡¡Un spa!!" A Tsumugi le brillaron los ojos al oír esa palabra. "¡Tenías que haberlo dicho antes, hay que ganar esa llave!"
"¿Llave del Hotel Del Amor?" Cuestionó Shuichi. "¿Qué se supone que-"
Monokuma no dejó terminar al detective y antes de hablar mostró los afilados dientes de su mitad oscura. "No solo eso, el equipo perdedor tendrá que servir al equipo ganador mientras estén en el Hotel Del Amor."
"¿S-Servir?" Preguntó Kaito aterrado. "¿Q-Qué quieres decir con eso?"
"Bueno, el hotel incluye sala de masajes y un pub, pero desgraciadamente no hay personal para satisfacer esos servicios, así que el equipo perdedor tendrá que hacerlo." La chirriante risa de Monokuma hizo eco en el casino.
"K-Kaito no deberíamos aceptar un trato hecho por Monokuma." Le advirtió Shuichi.
"¿Vas a echarte atrás, Kaito?" Dije retándolo con la mirada. "Eso nos dejaría como las ganadoras."
"¡No pienso achantarme ahora!" Espetó Kaito con aires de competitividad.
"Bien, entonces haremos tres pruebas distintas, en cada una de ellas se enfrentaran uno de cada equipo." Comenzó a explicar el oso con diversión. "De manera que el equipo que más pruebas gane se llevará la llave del hotel."
"¡Trato hecho!" Exclamamos Kaito y yo a la vez.
Ambos nos mirábamos con rivalidad, casi se podía ver como pequeños rayos salían de nuestros ojos y atravesaban los del adversario.
La recreativa elegida para la primera prueba fue una gran máquina de dardos con su característica diana en el centro. Cada porción de la diana estaba encabezada por un número que indicaba la puntuación que se sumaría cuando un dardo cayese en esa zona. Además presentaba dos círculos centrales, uno interno de color rojo que sumaría 50 puntos y otro externo de color verde que sumaría 25 puntos.
"He jugado una que otra vez a los dardos, creo que puedo ganar esto." Anunció Tsumugi con determinación.
"¿A-Alguno de ustedes ha jugado alguna vez?" Preguntó Kaito algo tembloroso.
Shuichi desvió la mirada, pero Rantaro decidió hablar. "Mis hermanas y yo teníamos una diana de dardos, así que no me será tan difícil."
"¿Habéis oído eso?" Se pavoneó el astronauta. "Rantaro es experto, esto lo tenemos ganado."
Sin más dilación, tanto Tsumugi como Rantaro agarraron los tres dardos que tenían que lanzar a la diana. De manera que la persona que más puntos lograra reunir en esas tres tiradas ganaría la prueba.
Tsumugi se ofreció a ser la primera en lanzar, por lo que se colocó en la línea de tiro y se concentró en la diana que se encontraba delante de ella.
Todos observamos con cautela los movimientos de la chica, la cual estaba en un estado de extrema concentración. Acto seguido alzó el brazo con el que agarraba el dardo y lo lanzó con toda la precisión que pudo. Éste terminó cayendo en la zona que estaba encabezada por el número nueve.
El primer tiro había sido bastante malo pero aún quedaban otros dos, así que mientras la tensión crecía entre nosotros Tsumugi volvió a concentrarse en la diana. De nuevo volvió a alzar su brazo y lanzó el dardo con suavidad, haciendo que acumulase 35 puntos en total.
Ya solo quedaba su último dardo, si queríamos asegurarnos una victoria debería intentar hacerlo caer en alguna casilla con alta puntuación. La determinación que brillaba en sus ojos asustaba, pero no lo dudo más y lanzó su último dardo. De manera que cayó en la zona del diecisiete, sumándole un total de 52 puntos.
"Lo hice lo mejor que pude." Declaró la chica.
"¡Cincuenta y dos puntos, intenten mejorar eso!" Se pavoneó Himiko.
"Rantaro, no me falles." Kaito se acercó al chico y colocó la mano en su hombro. "Tienes que superar su marca."
"L-Lo intentaré." Contestó él con una sonrisa forzada.
Era el turno de Rantaro, y no voy a mentir, se veía bastante desenvuelto con los dardos. Eso me aterrorizó, no puedo perder contra Kaito.
Rantaro se colocó en la línea de tiro y como si de un experto se tratase lanzó sin dificultad el primer dardo, el cual le sumó 20 puntos. Había sido un buen tiro, pero aún no podíamos perder la esperanza, Tsumugi lo hizo bastante bien.
Rantaro estaba tan concentrado que era como si no hubiese otra cosa que la diana para él. Sin embargo, su segundo dardo cayó en una zona de baja puntuación, de manera que solo acumuló 24 puntos en total. Ese segundo lanzamiento había sido bastante malo y si no lograba uno mejor seríamos las claras ganadoras de esta prueba.
Dirigí mi mirada hacia Kaito que estaba sudando como la mayoría de nosotros. La tensión podía cortarse con un cuchillo, ese último tiro iba a determinar al ganador de la prueba.
Rantaro cerró los ojos intentando concentrarse mientras que los demás lo mirabamos con los ojos cada vez más abiertos de los nervios. Una vez los abrió, lanzó su último tiro. En mi mente pasó a camara lenta, pero cuando vi que el dardo se dirigía al centro de la diana todas mis esperanzas por ganar se derrumbaron.
Efectivamente el dardo alcanzó el centro sumando 50 puntos a su puntuacion final lo que haría un total de 74 puntos...
"¡¡Así se hace, sabía que no me fallarías!!" Anunció Kaito victorioso.
"Se ve que no he perdido la práctica." Añadió Rantaro.
"¡Eso no es justo!" Exclamó Himiko.
"Aún quedan otras dos pruebas, no cantéis victoria." Advertí apretando los dientes y frunciendo el ceño.
En la segunda prueba se eligió la recreativa de carreras de coches, la cual tenía incorporado dos asientos y enfrente de éstos un volante que tendrían que utilizar para manejar el coche virtual que aparecería en la pantalla. La persona que ganara la carrera ganaría la segunda prueba. Después de un rato de discusión terminaron por ser elegidos Himiko y Kaito para enfrentarse entre ellos.
"V-Vamos Himiko tu puedes, es fácil, es solo Kaito." Dije acercándome a ella y colocando mis manos en sus hombros.
"Himiko tienes que ganar, si pierdes perderemos la competición." Advirtió Tsumugi contrariada. "Y por ende el spa."
"¡No me presionéis!" Gritó la chica agobiada.
"Lo siento Himiko, tú solo procura ganar la carrera." Dije mostrando una sonrisa que no transmitía mucha seguridad.
"¿Contra Himiko?" Kaito se veía más seguro que nunca. "Esto va a ser demasiado fácil."
"Yo que tú no me confiaría tanto, Kaito." Le advirtió Rantaro.
"Rantaro tiene razón, ya sabemos lo que pasa cuando lo haces." Agregó Shuichi.
"No os preocupéis, lo tengo todo bajo control." Anunció con una sonrisa.
Tanto Himiko como Kaito se sentaron en sus respectivos asientos y colocaron sus manos al volante para iniciar la carrera. Los nervios me comían por dentro, no es que quisiera la llave del hotel o el spa, era mi orgullo por haber retado a Kaito lo que caería por los suelos si perdíamos.
El inicio de la carrera comenzó bastante reñido, tanto Himiko como Kaito no eran muy buenos jugadores, así que estaban a la par. Pero puse todas mis esperanzas en Himiko, sé que ganaremos esta prueba.
"¡Himiko cuidado con los postes!" Le advirtió Tsumugi.
La maga no paraba de chocarse con todos los objetos de su camino y podía divisar como sus manos temblaban al volante.
"E-Esto es demasiado difícil de manejar." Se quejó ella.
"Ya casi puedo oler la victoria chicos." Se pavoneó Kaito.
"¡Kaito vas en sentido contrario!" Exclamó Shuichi.
"¿¡Q-Qué!?" El chico abrió los ojos de par en par. "¿¡Por qué carajos no ponen más claras las señales!?"
"¡Vamos Himiko estás a nada de la meta!" La animé con emoción.
"¡Kaito da la vuelta!" Espetó Shuichi.
"¡¡Estoy intentándolo pero este trasto no me hace caso!!" Se quejó el astronauta.
En ese momento Himiko cruzó la meta haciendo que la victoria fuese nuestra. Los gritos de alegría y la mirada triunfal que le lanzamos a Kaito fue bastante satisfactoria. El astronauta estaba abatido y avergonzado por haber perdido, pero aún la competición no había terminado, quedaba la última prueba en la que nos enfrentaríamos Shuichi y yo.
La recreativa elegida para la última prueba fue la máquina de air hockey, en la cual debíamos deslizar un pequeño disco con un mazo de plástico. La máquina era como una especie de mesa con la superficie lisa y llana para permitir que el disco se deslizara por ella con facilidad. Lo único que teníamos que hacer era introducir el disco en la portería del contrario. Ganaba la persona que reuniera siete puntos en total.
"Esta es la prueba final, el que gane se lleva la llave." Advirtió Tsumugi.
"Prepárate para una paliza, (T/N)." Dijo Kaito retándome con la mirada.
"¿Como la que le diste tú a Himiko?" Dije burlona.
"¡¡Eso fue porque mi volante estaba atascado!!" Se excusó avergonzado.
"Y-Yo no sé si podre..." Musitó Shuichi algo inseguro.
"Claro que sí Shuichi, yo confío en ti." Kaito le dio varias palmadas en la espalda para motivarlo a acercase a la máquina.
"¡(T/N) tienes que ganar!" Dijo Himiko algo tensa.
"Todo depende de ti, piensa en el spa." Añadió Tsumugi.
Shuichi se colocó a un lado de la mesa y agarró el mazo que le correspondía. Yo imité sus pasos pero en el lado contrario. El detective no parecía muy seguro de sí mismo y yo tenía los nervios a flor de piel. Nuestra victoria dependía de esta última prueba.
Tenía que mantener todos mis sentidos alerta y poner toda mi concentración en el campo de batalla. Comencé la partida golpeando el disco hacia Shuichi, éste logró evitar que entrara en su portería y me lo devolvió con fuerza.
Estuvimos unos minutos golpeando el disco, ambos concentrados en no dejar que el contrario acertara en nuestra portería. Sin embargo, una de las veces Shuichi no pudo frenarlo y entró de lleno a su portería, siendo el primer punto para mí. A pesar de todo me confié y Shuichi consiguió introducir poco después el disco en la mía.
Cada vez que conseguía introducir el disco en su portería, Shuichi lograba hacer lo mismo en la mía. Íbamos tan reñidos que acabamos ambos con seis puntos. La persona que lograra meter ese último punto sería la vencedora de la prueba.
Podía notar todas las miradas del resto sobre nosotros y sobre el disco, el cual se desplazaba con rapidez de un lado a otro. Shuichi y yo estábamos tan concentrados que olvidamos por un momento todo lo que nos rodeaba. Solo estabamos él, yo y el disco.
Tenía que ganar, no podía dejar que Kaito nos restregara su victoria. Por ello usé mi táctica definitiva y empecé a lanzar el disco hacia las esquinas, haciendo que a Shuichi se le dificultara el golpearlo. Ya solo tenía que esperar a que estuviese distraído y colarle el disco por el centro.
Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada, la alarma de incendios de la academia comenzó a sonar, haciendo un eco estridente que retumbaba con molestia en nuestros tímpanos. Debido al fuerte sonido no me di cuenta de que Shuichi había golpeado el disco y éste entró de lleno en mi portería convirtiéndolos a ellos en los ganadores.
"¡¡Hemos ganado!!" Kaito proclamó su victoria en alto, pero nadie estaba prestándole atención. Todos estábamos extrañados por el sonido de la alarma, la cual pedía que evacuáramos el edificio, ¿qué ha pasado?
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Nota de autora: Espero realmente que, si habéis llegado hasta aquí, os esté gustando la historia.
Gracias a todos por vuestro tiempo invertido en ella, por vuestros comentarios y vuestros favoritos. De verdad lo aprecio mucho, sobretodo esos días en los que me da un bajón y me desmoralizo. Muchas gracias a todos por el apoyo, sin ustedes no creo que esta historia continuase.❤️
Ya sabéis que este sábado no podré subir capítulo por X circunstancias, pero la próxima semana espero sí cumplir con el horario❤️
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