Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 60


A la mañana siguiente, me desperté antes de que sonara el anuncio de Monokuma, así que me preparé y decidí encaminarme hacia el laboratorio de Miu. A estas alturas la máquina debía haber terminado su procesamiento y ya estaba impaciente por saber que era lo que tenía Miu preparado para nosotros antes de morir.

A medida que me acercaba a su laboratorio un cosquilleo nervioso crecía dentro de mí, tenía un mal presentimiento. Una vez delante de la puerta alcé mi temblorosa mano para girar el pomo, pero cuando entré me quedé petrificada.

Ante mí se abría paso el desordenado laboratorio, nada había cambiado excepto una cosa, la más importante. La máquina que debía estar procesando las memorias seguía tapada por aquella manta. Sin embargo, aunque no se viera a simple vista se podía intuir que estaba destrozada, aplastada como si la hubiesen golpeado con un bate de béisbol.

Mi corazón se paró en seco ante tal escena y sin perder un segundo más me acerqué a la máquina para levantar la manta que la tapaba. Cuando lo hice me di cuenta de que el aparato que estaba destrozado no era la misma máquina que se estaba encargando de procesar las memorias, sino que se trataba de otra muy distinta. Solté un suspiro de alivio y desvié mi mirada en todas direcciones para buscar la verdadera.

De esta manera, comencé a rebuscar por el desastroso laboratorio mientras maldecía a Miu por no haber sido más ordenada. Después de un rato buscando, el único lugar que me faltaba por mirar era dos grandes armarios que había al fondo de la sala.

Intenté abrir el primero, pero al parecer estaba cerrado con un candado que requería una combinación de cuatro números para ser abierto. Después de tres intentos sin éxito, me rendí. Si la contraseña hubieran sido letras quizá hubiera probado algunos nombres relacionados con partes del cuerpo eróticas, pero al ser números no tenía nada que hacer.

Me dirigí al segundo armario y para mi sorpresa éste podía ser abierto sin necesidad de ninguna contraseña. Cuando eché un vistazo al interior encontré la máquina que estaba buscando, solté un suspiro de alivio al ver que estaba de una pieza. ¿Por que estaría guardada en el armario? Está claro que alguien la ha movido, la pregunta del millón es quien.

Cuando me fijé mejor vi que el procesado de memorias había sido pausado, pues no estaba conectada a la corriente eléctrica. Utilizando toda mi fuerza agarré la máquina y la coloqué en una de las esquinas que estaba cerca de un enchufe para volver a conectarla a la corriente.

Acto seguido, investigué las opciones que habían en la pequeña pantalla de la máquina y logré volver a ponerla en marcha. Pero no solo eso, también conseguí la fecha y hora del momento en el que la desconectaron. Fue pausada anoche a las 8:04 pm, si no recuerdo mal en ese momento yo estaba con Himiko.

La máquina debería haber terminado hoy su procesado de memorias, pero debido a este contratiempo probablemente habría que esperar hasta mañana. No sabía si debía volver a colocar la máquina en su lugar original o dejarla ahí, pero opté por mantenerla en esa esquina y avisar a Shuichi o a Rantaro de lo ocurrido. No sé muy bien que es lo que ha pasado y quien ha hecho esto, pero está claro que alguien no quiere que termine este procesado de memorias. Aún con miles de dudas rondando por mi cabeza salí del laboratorio cerrando la puerta a mi paso.

Sin embargo, en cuanto lo hice un hedor a muerte entró por mis fosas nasales y varios escalofríos erizaron mi piel. Todos mis sentidos se pusieron alerta, como si mi cuerpo hubiera detectado antes que yo un peligro inminente. Detrás de mí podía notar como una atmósfera oscura trataba de atraparme con sus afiladas garras.

Con los nervios a flor de piel me di la vuelta para encontrarme con esos ojos rasgados, que me miraban como una serpiente mira a la presa que está a punto de cazar.

"Kiyo." Mi voz apenas lograba salir de mi garganta debido al nudo que se me estaba formando en ella.

Estábamos los dos solos en el pasillo y el miedo se empezó a apoderar de mí. En ese momento, recordé el aparato que Rantaro me había dado por si ocurría algo como esto, así que sin pensármelo dos veces lo busqué entre mi ropa y apreté el botón sin que Kiyo lo notase.

"No me tengas miedo, no pretendo volver a asesinar, aún." El chico hizo hincapié en esa última palabra con un tono espeluznante. Debía andarme con ojo, la cordura de Kiyo nunca volverá a ser la misma después del último juicio.

"N-No te tengo miedo, te tengo asco." Espeté intentando ocultar el temblor de mis piernas.

"He estudiado mucho el comportamiento humano, tu miedo se huele a kilómetros." Declaró bajo unas escalofriantes risitas. "He de decir que me has engañado bastante bien, buen trabajo."

"¿E-Engañado?" Pregunté nerviosa. "¿D-De qué estás hablando?"

"No importa que sigas actuando, te has delatado tú misma en este último juicio." Kiyo estaba envuelto por una atmósfera de misterio. "Me sorprende como no lo pude ver antes."

"No pienso seguir escuchando los delirios de un loco." Espeté a la vez que me dispuse a darme la vuelta para seguir mi camino.

Sin embargo, sus últimas palabras no me dejaron moverme del sitio, me quedé mirándolo con los ojos como platos.

"Ya nos volveremos a ver, (T/N), o debería decir mastermind."

Kiyo se dispuso a dar un paso hacia delante para romper la distancia que nos separaba en señal de amenaza, pero desvió su mirada hacia algo que había detrás de mí y volvió a su posición original.

"¿Se te ha perdido algo, Kiyo?" Una voz muy familiar hizo eco detrás de mí hasta colocarse a mi lado. Se trataba de Rantaro, el aparato había funcionado a la perfección.

"(T/N) y yo estábamos teniendo una conversación casual." Contestó Kiyo con perspicacia.

"No creo que ella quiera conversar contigo." Declaró Rantaro con una mirada amenazante mientras colocaba su mano en mi hombro en señal de protección. "No te vuelvas a acercar a ella o tendremos problemas."

"Kehehe...lo que yo decía, los tienes a todos comiendo de tu mano." Enunció Kiyo mientras se daba la vuelta para seguir su camino. "No te acostumbres, no te durará mucho."

Dicho esto, Kiyo desapareció por el fondo del pasillo llevándose consigo ese aura tan macabra que lo rodeaba.

"¿Estás bien?" Rantaro me miró con preocupación, pero yo no pude apartar mi vista del lugar por donde había desaparecido Kiyo. ¿Piensa que soy la mastermind?

Al ver que no respondía Rantaro colocó una mano encima de mi cabeza para captar mi atención. "No le des muchas vueltas a lo que te diga Kiyo, no está muy bien mentalmente."

"T-Tienes razón, s-solo ha delirado." Dije aún pensando en sus palabras.

"Me alegra que tocaras el botón, esto confirma que el aparato funciona perfectamente." Enunció Rantaro con una mano en la barbilla.

"¿Hay más como éstos en el almacén?" Pregunté mostrándole el aparato que me había dado.

"No, por desgracia eran los únicos." Contestó frunciendo el ceño. "Es curioso que exista un aparato como éste, pero me tranquiliza que lo tengas."

"..." Yo le mostré una sonrisa forzada en respuesta, aún tenía en mente las palabras de Kiyo, ¿todos comiendo de mi mano?, ¿no me durará mucho? No tenía ni idea de a que se refería.

"¿Qué hacías aquí tan temprano?" Preguntó extrañado. "Aún estaba durmiendo y me asusté bastante al oír el aparato, vine lo más rápido que pude."

"Siento haberte despertado, me dejé llevar por el miedo." Dije avergonzada. "Vine al laboratorio de Miu y al salir me topé con Kiyo..."

"No te preocupes por la hora o el lugar, siempre que creas que estás en peligro úsalo." Dijo mientras dirigía su mirada a la puerta del laboratorio. "Viniste por la máquina de Miu, ¿no?"

Yo asentí tímidamente. "Quería echarle un vistazo y ver si había terminado de procesar las memorias."

"¿Y bien?" Rantaro me miró expectante. "¿Ya las ha terminado?"

"Sobre eso..." Desvié mi mirada algo nerviosa.

"¿Ha pasado algo?" Preguntó extrañado.

"Es mejor que lo veas por ti mismo." Dije mientras abría de nuevo el laboratorio de la inventora.

Cuando entramos, cerré la puerta para evitar que personas indeseadas husmearan por la zona. Rantaro, al igual que yo, se quedó de piedra al ver que debajo de la manta había una máquina destrozada.

"Tranquilo, ésta no es nuestra máquina." Dije acercándome a ella para levantar la manta. "Han roto una cualquiera."

Rantaro al ver que se trataba de otra distinta soltó un suspiro de alivio, pero enseguida me miró extrañado. "¿Dónde está la verdadera?"

"La coloqué en esta esquina, pero originalmente la habían colocado en ese armario de allí." Expliqué mientras nos acercábamos a la máquina.

"¿En el armario?" Rantaro me miró con el ceño fruncido.

"Así es." Afirmé con certeza. "Pero no solo eso, también la desconectaron de la corriente pausando el procesado."

Rantaro se quedó unos segundos pensativo sin entender bien la situación, es cierto que es bastante confuso. "¿Entonces alguien ha destrozado una máquina cualquiera y escondido la verdadera en el armario?"

"Sé que no tiene mucho sentido, pero sabemos que el proceso se pausó ayer por la noche sobre las 8:04 pm." Expliqué enseñándole la información que aparecía en la pantalla de la máquina.

"Que extraño." Rantaro parecía más confuso que nunca. "¿Por qué romper una falsa y pausar la verdadera?"

"Eso es lo que me he estado preguntando." Dije confusa. "Pensé que podrías tener alguna teoría."

"Puede que sea obra del mastermind, aunque si fuera así podía haberla roto directamente." Enunció el chico pensativo.

Entonces vi mi oportunidad para poner a Tsumugi en el punto de mira. "Sabemos que la mastermind es una chica, ¿no?"

"Así es, al menos es lo que podemos deducir gracias a la puerta secreta en el baño de las chicas." Afirmó Rantaro.

"Yo a las 8:04 pm estaba con Himiko en el exterior de la academia, solo queda una chica que pudo haber hecho esto." Dije finalmente.

"¿Tsumugi?" Rantaro abrió los ojos como platos. "¿Ella es la mastermind?"

"Tiene sentido." Enuncié con seguridad. "Si esto es obra del mastermind ella es la única de nosotras que no tiene coartada."

"¿Tsumugi...es la mastermind?" Rantaro desvió la mirada, pero notaba como aún me miraba de soslayo. "No me esperaba que ella..., pero supongo que tienes razón."

"Sé que es complicado de creer, pero las pistas que hemos recogido hasta ahora apuntan a ella." Insistí mirándolo fijamente.

"Por ahora llevemos la máquina a mi dormitorio para que termine las memorias allí, sin que nadie pueda interferir." Sugirió con seriedad. "Y...tengamos cuidado con Tsumugi."

No sé si hice bien poniéndola en el punto de mira, está claro que Rantaro no va a ver a Tsumugi igual que antes. Solo espero no haber tomado una mala decisión, pero si quiero acabar con esto tengo que destaparla.

El chico tomó en sus brazos la máquina de Miu, la cual no era muy grande pero pesaba bastante. De todas maneras, Rantaro no pareció tener muchos problemas para llevarla a su habitación. Al ser tan temprano nadie nos vio con ella y cuando llegamos a su dormitorio la enchufamos y nos aseguramos de que continuase con su procesado.

Finalmente nos dirigimos al comedor para llenar nuestro estómago, el cual me estaba rugiendo del hambre. Una vez que cada uno se preparó algo de comida nos sentamos a charlar sobre lo ocurrido recientemente, ya que aún no había llegado nadie. Mientras conversábamos entró Shuichi y aprovechamos para informarle sobre los últimos acontecimientos, aunque siendo precavidos por si alguien nos estaba escuchando.

Shuichi frunció el ceño extrañado. "¿Y dices que lo pausaron a las 8:04pm de ayer?"

"Sí, la propia máquina te informaba sobre la fecha y la hora del pausado." Expliqué con decisión.

"Por tanto sabemos que aquellos que estuvieran solos a esa hora son posibles sospechosos." Informó Rantaro.

"Cierto, solo tenemos que comprobar quienes no tienen coartada para ese momento." Replicó Shuichi. "Sobre esa hora yo estuve con Tsumugi, así que ambos estamos descartados."

"¿¿Q-Qué??" Miré a Shuichi con los ojos como platos. ¿Tsumugi tenía coartada?, que conveniente...

"¿Con Tsumugi?" Rantaro me miró de soslayo igual de extrañado que yo. "¿Estás seguro?"

"Pensé que estarías con Kaito." Dije sorprendida.

"De hecho nos separamos y me encontré con Tsumugi." Explicó el detective. "No me dejó irme hasta que accediera a hacerme un nuevo outfit que, según ella, pegara más con mi talento."

"Típico de Tsumugi..." Espetó Rantaro. "Entonces estábamos equivocados."

"¿Equivocados?" Preguntó Shuichi.

"Pensábamos que lo más probable es que hubiera sido obra del mastermind." Expliqué en voz baja.

"Sabemos por la puerta del baño que el mastermind es una chica, pero (T/N) y Himiko estuvieron juntas y si Tsumugi estuvo contigo..." Susurró Rantaro.

"Significa que esto no ha sido obra del mastermind." Concluí atónita.

"O quizá estamos equivocados sobre el género del mastermind." Sugirió Shuichi. "He estado pensando, si hay dos entradas para una guarida, ¿no podría haber una tercera?"

"..." Me quedé de piedra al oír sus palabras. Nunca pensé en la posibilidad de una tercera puerta, pero es imposible, ¿no?

"¿Estás sugiriendo que la puerta del baño de las chicas es solo para despistar?" Cuestionó Rantaro.

"No lo sé, aún hay muchos misterios que no logro atar." Shuichi se veía bastante contrariado. "Pero si (T/N) pudo encontrarla tan fácilmente es que el mastermind no se esforzó mucho en esconderla."

En ese momento la puerta del comedor se abrió de par en par haciendo que cambiásemos rápidamente de tema. Cuando levanté la mirada para ver de quien se trataba me topé con esa expresión inocente que tanto detestaba.

"Buenos días." Anunció Tsumugi alegremente. "No sabía qué erais tan mañaneros."

Hablando del rey de Roma...

"Uno se acostumbra a serlo cuando tiene hermanas pequeñas." Contestó Rantaro con una sonrisa algo más forzada de lo normal.

"Yo quería aprovechar el día, ya que probablemente Monokuma nos permitirá abrir nuevas áreas." Agregó Shuichi. "Espero que alguna de ellas nos puedan dar más pistas sobre este lugar."

"No tengas tantas esperanzas, Shuichi." Al oír esa voz tan familiar entrando al comedor un agradable cosquilleo recorrió mi columna vertebral. "Se abrirán nuevas áreas que darán la oportunidad perfecta para un asesinato."

Se trataba de Kokichi y por alguna razón al verlo no pude evitar recordar lo ocurrido la noche de ayer. Tan solo de pensarlo un ligero color rosa palo coloreó mis mejillas y traté de evitar contacto visual con él. Sin embargo, esto fue imposible, debido a que el chico se sentó justo a mi lado mostrándome una amplia sonrisa juguetona.

"Shuichi, tú y yo tenemos algo pendiente." Anunció Tsumugi contrariada. "Necesito que te pruebes la nueva ropa de detective."

"¿Le has hecho nueva ropa?" Preguntó Kokichi ilusionado. "Por fin te quitarás esos trapos de mendigo."

"Kokichi, tú no eres el más indicado para hablar." Dije intentando molestarlo.

Sin embargo, ocasioné el efecto contrario y me mostró una expresión picaresca. "Pues será mejor que te acostumbres, la tendrás que llevar cuando estés en mi organización."

"La ropa de Shuichi no está tan mal." Enunció Rantaro a su favor. "Le da un toque misterioso."

"¡Tengo algo mejor preparado para él!" Exclamó Tsumugi con emoción. "¡Se va a ver genial!"

"Si lo vuelves a vestir de chica avísame." Espetó Kokichi con picardía.

"¿P-Podemos dejar de hablar de esto?" Shuichi desvió la mirada avergonzado.

En ese momento se volvió a abrir la puerta del comedor y Kaito entró dando tumbos. El astronauta, en lugar de caminar, parecía que fuese arrastrándose con la poca fuerza que le quedaba. En cuanto se sentó en la silla apoyó la cabeza sobre la mesa con cansancio.

"Kaito, ¿no has dormido bien?" Preguntó Shuichi algo preocupado.

"Claro que sí, ¿qué te hace pensar lo contrario?" El astronauta apenas podía levantar la cabeza de la mesa y sus párpados estaban tan caídos que para abrir los ojos tenía que hacer un gran esfuerzo.

"Tus ojeras te delatan." Dije entre risitas.

"Nunca había visto unas bolsas debajo de los ojos tan terribles." Declaró Tsumugi con terror. "Eso no lo cubre ni el maquillaje."

"Puede que no haya podido pegar ojo en toda la noche, pero estoy bien." Dijo el chico entre bostezos. "Nada puede detener a Kaito Momota..."

"¿Ni si quiera los fantasmas?" Dijo Kokichi intentando molestarle.

"¿F-FANTASMA?" Kaito se despertó enseguida y levantó su cabeza de la mesa manteniéndose alerta. "¿D-DÓNDE?"

"Kaito, creo que necesitas dormir un poco más." Le aconsejó Rantaro.

"No te preocupes, no es la falta de sueño es que Kaito es así de estúpido." Espetó Kokichi con jocosidad.

"Ahora que lo pienso, ¿creéis que Kiyo vendrá a desayunar con nosotros?" Enunció Tsumugi cambiando de tema.

"¡Qué se atreva a presentarse!" Bufó el astronauta dando un golpe en la mesa que lo hizo despertarse del todo. "¡Le patearé el trasero!"

"¡¡Eso, no queremos hombres degenerados aquí!!"

Esa voz...

Todos nos giramos hacia la puerta del comedor para ver a Himiko con las manos en su cintura y una expresión de seguridad en su rostro. Nos quedamos boquiabiertos en cuanto la vimos, no solo por lo que había dicho, sino porque la maga se había quitado su característico sombrero y se había colocado el moño que le había dado Tenko. Se veía bastante tierna.

"¿Qué?" Preguntó la maga llevándose el dedo índice a los labios. "Tenko estaría orgullosa de mí."

"Eso es incluso peor que tu horripilante sombrero." Espetó Kokichi con burla.

"A mi me parece que se ve genial." La halagó Tsumugi.

En ese momento apareció como por arte de magia el único Monokub que quedaba, Monotaro. Sin embargo, solo yo noté su presencia porque los demás siguieron charlando como si no estuviera ahí.

"Ejem." Monotaro alzó la voz provocando un silencio abrumador en la sala. "V-Vengo a d-daros los nuevos artilugios..."

"¿Dónde carajos está tu padre?, ¿es tan cobarde que no se presenta?" Bramó Kaito entre dientes.

"Apuesto a que aún sigue enfadado por lo del juicio." Anunció Tsumugi.

"Monotaro pareces asustado." Dijo Shuichi analizándolo con la mirada.

"¿Acaso tu padre te usó como saco de boxeo?" Se burló Kokichi.

"..." Monotaro bajó la mirada aterrado.

"¿Qué artilugios traes para nosotros?" Preguntó Rantaro.

"Los dejaré en la mesa....y me iré." Musitó con un tono depresivo.

"Desborda pura depresión, no os acerquéis a él dicen que es contagiosa." Advirtió Tsumugi.

Monotaro se acercó lentamente a la mesa y dejó sobre ella los premios que nos permitirían explorar las nuevas áreas. Esta vez se trataba de tres artilugios, una carta de poker, una careta de payaso y un planeta en miniatura.

Antes de que cualquiera de nosotros pudiera decir una palabra, Kokichi agarró la careta de payaso y se dirigió con rapidez hasta la puerta del comedor.

"Kokichi, ¿a dónde vas?" Preguntó Rantaro.

"¿A dónde crees que voy, tonto?" Espetó con una amplia sonrisa. "A abrir las nuevas áreas."

"Pero deberíamos ir en grupos." Advirtió Shuichi.

"Yo prefiero trabajar por mi cuenta." Dijo con una expresión maliciosa. "Unirme a vosotros solo me hará perder el tiempo."

Dicho esto salió por la puerta dejando a Shuichi con la palabra en la boca.

Mirando los dos artilugios restantes decidí tomar la carta de poker e inmediatamente le lancé una mirada de complicidad a Rantaro, el cual asintió con la cabeza confirmando que se uniría conmigo a investigar.

"Rantaro y yo nos llevaremos la carta." Anuncié sonriente.

"De acuerdo, nosotros el planeta en miniatura." Dijo Shuichi a la vez que lo agarraba. "Estoy seguro de que abrirá tu laboratorio, Kaito."

"¿Pues a qué esperamos?, quiero ver como han decorado mi laboratorio." Declaró el astronauta levantándose de su asiento.

"Himiko, ¿vienes con nosotros?" Le propuse a la maga. "Entiendo si te da perez-."

"Claro que iré, hay que investigar bien este sitio para encontrar una salida." Proclamó con emoción.

"Vaya, si que has cambiado, Himiko." Se sorprendió Rantaro.

"¡Ese es el espíritu, estoy orgulloso de ti!" Exclamó Kaito enseñándole a la chica el dedo pulgar.

"Yo iré con Shuichi y Kaito entonces." Espetó Tsumugi entre dientes.

Finalmente nos pusimos en marcha para buscar el lugar donde encajara nuestro artilugio, lo cual no era muy complicado, pues ya quedaban pocas áreas que no habían sido exploradas.

"Vamos por aquí." Himiko señaló las escaleras  y comenzó a subirlas dando pequeños saltitos, como si de una niña se tratase.

No pude evitar soltar unas risitas. "Me alegra verla tan energética."

"Nunca había visto a Himiko con tanta determinación, me recuerda a mi hermana pequeña." Puntuó Rantaro mientras seguíamos los pasos de la chica.

"No quiere decepcionar a Tenko, se tomó muy enserio sus últimas palabras." Enuncié con nostalgia.

Nuestro destino era el último piso, en el cual se encontraba el laboratorio de Shuichi, Tsumugi y el mío, por lo que debíamos subir bastantes escaleras para llegar. Himiko iba delante de nosotros guiando el camino mientras que Rantaro y yo la seguíamos a pocos metros.

"¿Qué crees que contiene la tarjeta de Miu?" Pregunté a Rantaro curiosa de su respuesta.

"Si te soy honesto, al principio no pensaba que fuera nada importante, pero viendo que alguien lo ha intentado sabotear seguramente contenga información muy útil." Contestó pensativo.

"¿Pero cuan importante puede ser?" Espeté en confusión. "Quiero decir, es algo que hizo Miu, ¿qué información podía tener ella?"

"Puede que Miu descubriera algo antes que nosotros." Sugirió Rantaro.

"Estamos hablando de Miu, es imposible que ella supiera información que aún nosotros no sabemos." Repliqué con algo de burla.

"Reconozco que Miu en algunos sentidos no era muy lista, pero era la inventora definitiva, no puedes obtener ese título si no eres inteligente." Explicó el chico.

Ahora me arrepiento de no haberme acercado más a Miu. Quizá si me hubiera ganado su confianza me hubiera hablado de esa información que había encontrado, evitando así algunas muertes...

"En ese caso hicimos bien dejándola en tu dormitorio." Dije con firmeza. "Allí podrá terminar el procesado sin problemas."

En cuando dije esas palabras me di cuenta de que mi respiración comenzaba a agitarse debido a la cantidad de escaleras que había que subir, acompañado de un fuerte ardor en el pecho.

Mierda, ahora no.

"También cabe la posibilidad de que sea una simple broma de alguno de nosotros." Sugirió el chico con una sonrisa forzada.

"T-Te refieres a K-Kokichi, ¿no?" Dije tratando de ocultar mi falta de aliento.

"En este último juicio actuó bastante extraño y no podemos descartar la posibilidad de que haya descubierto la máquina y nos haya querido gastar una de sus bromas." Dijo soltando un suspiro.

En ese momento tuve que parar de subir las escaleras para apoyarme sobre mis rodillas, sentía que el pecho me iba a explotar y mis pulmones apenas se llenaban de aire. Maldito virus, no dejaré que tomes el control.

"¿Estás bien?" Preguntó Rantaro apoyando una mano en mi espalda. "¿Necesitas que paremos un rato?"

"N-No, estoy bien, es solo que no me ha sentado bien el desayuno." Dije haciendo un esfuerzo por continuar.

El chico me miró con el ceño fruncido no muy convencido de mis palabras. "¿Seguro que no te pasa nada? Antes del juicio también estuviste mal y me preocupas."

"Estoy perfectamente, la próxima vez no comeré tanto..." Repliqué tratando de sonar convincente.

Sin darnos cuenta llegamos a nuestro destino y por suerte mi dolor en el pecho se apaciguó. Cuando inspeccionamos mejor el lugar, vimos que una de las paredes estaba hueca, pero no solo eso, también presentaba una pequeña ranura por la que cabía perfectamente nuestra carta.

Una vez la introducimos por la ranura, la pared se derrumbó y ante nosotros se mostró otra gran sala con dos puertas. Una de ellas era bastante familiar para mí, sabía que se trataba del laboratorio de Rantaro. Sin embargo la otra era muy distinta, no parecía que fuese de ningún laboratorio.

"¿Por cual empezamos?" Preguntó Rantaro.

"Por esta puerta." Himiko señaló con energía la puerta que pertenecía al laboratorio de Rantaro. "Siento que hay una gran fuente de magia detrás de ella."

Rantaro y yo nos miramos antes de soltar unas risitas por la determinación de la maga. Himiko se dispuso a abrir la puerta para adentrarse en la habitación y nosotros seguimos sus pasos.

Tal y como esperaba, se trataba del laboratorio de Rantaro, el cual nunca llegó a ver en el juego. La sala era bastante espaciosa, con paredes rojas que combinaban con las rosas esparcidas por el suelo. Además, en el centro había una gran mesa redonda con varias sillas poco convencionales rodeándola.

"Creo que este es mi laboratorio." Anunció el chico sorprendido.

"¡Eso significa que podemos descubrir tu talento!" Exclamó Himiko.

"No lo creo, no me viene nada a la mente viendo como lo han decorado." Dijo decepcionado.

"Además está bastante desordenado y no sigue ningún patrón, probablemente hecho a propósito por Monokuma para evitar que descubramos tu talento." Dije observando cada rincón.

"Lo más que llama la atención es esta gran mesa, ¿qué tendra que ver con mi talento?" Rantaro se veía realmente contrariado, quizá tenía esperanzas por descubrir su talento.

"¡Ya sé, ya sé!" Proclamó Himiko. "¡Eres el empresario definitivo y la mesa es para reunirte con tus empleados!"

"N-No lo creo, Himiko..." Negó el chico con una sonrisa forzada.

"Fue un buen intento." Musitó la maga.

De repente, nos dimos cuenta de que en el fondo de la habitación había una especie de caja fuerte idéntica a la del juego original. Sin embargo, el sistema de apertura de ésta no era como la del juego, sino que había una pequeña pantalla en la que había que escribir una combinación de tres números. Rantaro se quedó mirándola pensativo y yo me acerqué a él.

"¿Sabes cuál puede ser la combinación?" Pregunté curiosa.

"Si fueran más números quizá probaría con la antigua contraseña que teníamos mi hermana y yo, pero no encaja." Dijo con frustración.

"¿Por qué Monokuma colocaría una caja fuerte que no puedes abrir?" Preguntó Himiko.

"Seguro que quiere burlarse de nosotros." Espeté entre dientes. "Al igual que hizo con mi laboratorio."

"Bueno, no nos preocupemos por esto ahora, ya encontraremos la manera de abrirla." Enunció Rantaro.

Dicho esto, salimos de su laboratorio y nos dirigimos a la siguiente puerta, la cual era más grande que la anterior y estaba envuelta en un aura de misterio. No teníamos ni idea de que era lo que nos encontraríamos en su interior.

Una vez cruzamos la puerta, me quedé boquiabierta, pero no fui la única, ya que ante nosotros se mostraba una especie de fábrica con varias máquinas, que por su apariencia servirían para procesar distintos tipos de alimentos. Ninguno de nosotros esperaba encontrarse detrás de la puerta toda una fábrica de alimentos.

"Wow, la sala es enorme." Proclamó Himiko atónita.

"Está lleno de máquinas con distinta funcionalidad." Añadí sorprendida.

"Sin embargo, parecen un poco oxidadas, puede que no funcionen." Agregó Rantaro.

Lo primero que llamó nuestra atención fue una enorme cámara frigorífica en una de las esquinas de la sala, era tan alta que superaba con creces la altura de Rantaro, además de ser bastante ancha también. En la parte delantera había una gran puerta que daba paso a su interior. Al parecer presentaba una especie de manivela que había que desplazar para poder abrirla o cerrarla.

Nos acercamos a ella y nos dispusimos a abrirla, pero una vez lo hicimos nos quedamos aún más petrificados. En su interior habían varios cerdos congelados que colgaban del techo de la cámara mediante unos ganchos atados a sus patas. Y la temperatura en el interior era tan baja que varios escalofríos me recorrieron de arriba a abajo.

"¿E-Están m-muertos?" Tartamudeó Himiko.

"Eso espero, si uno de ellos empieza a moverse creo que me da un infarto." Mis ojos estaban abiertos como platos por la escena.

"Es mejor que cerremos la puerta." Rantaro nos hizo una señal para que retrocediéramos y así él pudiera cerrarla. "Hay algo que me inquieta de esta cámara frigorífica."

"¡Es obvio, solo mira a esos pobres animales muertos!" Exclamó Himiko aterrorizada.

"No es eso, es que cabe una persona dentro." Dijo el chico con preocupación.

"Además, en el interior no hay manivela, lo que quiere decir que solo se puede abrir y cerrar desde fuera." En cuanto terminé de hablar, un mal presentimiento azotó mi cuerpo. Kokichi tenía razón, al abrirse nuevas áreas siempre se dan nuevas oportunidades para un asesinato.

Seguimos observando cada una de las máquinas de la sala, pero ninguna parecía muy peligrosa. Cuando llegamos al centro vimos una pequeña habitación en lo alto de unas escaleras, la cual deducimos que era la sala de control. Ésta presentaba una puerta en una de sus paredes laterales que daba acceso al interior. Además, en la parte delantera había una gran cristalera que te permitían ver desde el interior todas las máquinas.

Subimos las escaleras y nos acercarnos a la puerta, la cual estaba hecha de acero puro, pero lo más curioso de todo era que no presentaba ningún tipo de pomo para abrirla. En su lugar había que apretar un botón rojo que se encontraba cerca de la misma.

Una vez lo apretamos la puerta se desplazó hacia un lateral para darnos paso al interior y se cerró en cuanto pasamos. Como era de esperar, justo enfrente de la cristalera había una gran mesa con diversos botones y palancas que servirían para poner en marcha las máquinas. Me fijé que uno de ellos era exactamente igual que el botón rojo que habíamos apretado para abrir la puerta, así que supuse que haría la misma función.

"Hay demasiados botones." Dije sorprendida. "Tardaremos siglos en descubrir para que funciona cada uno."

"En ese caso...¡apretémoslos todos!" Exclamó Himiko mientras empezaba a apretar cada uno de los botones.

"H-Himiko no creo que sea buena idea." Dije con la intención de que parase pero la chica continuó con su acción.

En ese momento nos dimos cuenta de que la mayor parte de los botones no causaban ningún efecto, la mayoría de las máquinas estaban tan oxidadas que no funcionaban. De igual manera Himiko siguió apretando botones mientras Rantaro investigaba cada rincón de la sala de control.

Sin embargo, uno de los botones que apretó Himiko activó una máquina que sí era funcional. Lo supimos por el estruendo metálico que se escuchó seguido de una voz robótica.

"Comenzando la Trituración."

Nos quedamos de piedra al oír el mensaje que la voz robótica pronunciaba, pero cuando realmente me quede sin respiración, fue cuando me giré hacia el lugar donde debía estar Rantaro y no lo vi. En su lugar, se había abierto una escotilla bajo sus pies que lo habían hecho caer por una especie de tubo que conectaba con la máquina que habíamos activado.

• ────── ❋ ────── •

Nota de autora: Espero que hayáis disfrutado del capítulo y que lo estéis pasando bien en estas vacaciones.❤️

Quería haceros una pregunta, como el martes cae el día antes de reyes, no sé si muchos estaréis disponible, por lo tanto ¿preferís que suba el siguiente capítulo el jueves 7 o el martes 5 de todas maneras? El próximo sábado seguiría habiendo capítulo independientemente de la fecha del anterior.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro