Capítulo 58
El pulso se me paró en seco y un sudor frío comenzó a caer por mi frente cuando me di cuenta de lo que estaba pasando. Himiko había logrado parar la ejecución, salvando a Tenko de ese último golpe, pero esa acción no le gustó nada a Monokuma.
"¿¡¿Qué carajos hace Himiko ahí?!?" Gritó Kaito aterrado.
"¡Va a conseguir que la maten!" Exclamó Tsumugi contrariada.
"¡¡Himiko sal de ahí!!" Clamé a pesar de que no podía escucharme.
"¿¡¿Quién se atreve a parar la ejecución?!?" Monokuma se veía más enfadado que nunca. Su ojo izquierdo brillaba de un rojo intenso y su mitad blanca se oscurecía mientras levantaba una de sus patas mostrando sus afiladas garras. "¡¡Habrá castigo para ella!!"
"¿C-Castigo?" Shuichi abrió los ojos de par en par al igual que todos los allí presentes.
Desvié mi mirada de nuevo a la pantalla y vi como Tenko seguía tirada en el suelo, incapaz de mover un músculo, mientras Himiko daba fuertes golpes al cristal con la intención de romperlo y llegar a la zona donde se encontraba la chica.
Yo estaba paralizada por el terror de la escena y podía notar como mis piernas temblaban hasta el punto de casi caer de bruces al suelo.
"¡¡¡Monophanie, activa el botón de emergencia!!!" Ordenó Monokuma con una expresión tan aterradora que parecía que devoraría toda la sala de juicio con un solo bocado.
"S-Sí, p-padre." La chica osa corrió asustada hasta la sala de ejecuciones, justo en la zona donde se encontraba Tenko.
Cuando Monophanie llegó a la sala de ejecuciones, rompió un cristal que dejaba en su interior un gran botón rojo, que por lo que había dicho Monokuma anteriormente pude figurar que se trataba del botón de emergencia. En cuanto lo apretó, un terremoto sacudió la habitación, alertando a Himiko y a Tenko de que pronto habría un derrumbamiento total de la sala.
[Comenzando la autodestrucción]
El mensaje que apareció en la pantalla nos dejó a todos blancos como la nieve, ¿va a destruir la sala con ambas dentro? Eso significa que las dos morirán...
"¡¡Cómo se atreve a desafiarme así!!" Bufó Monokuma con una cólera descomunal. "¡¡Ahora toda la sala de ejecución se vendrá abajo, con ellas dentro!!"
"¿Q-Qué?" Apenas pude emitir un sonido, estaba aterrada.
"N-No puede ser, Himiko n-no debe ser ejecutada." Espetó Kaito con nerviosismo.
"Kehehe, será imprudente hasta el final." Rió Kiyo de manera provocativa, pero ninguno le estaba prestando atención, todos estábamos temiendo por la vida de Himiko.
En la pantalla se podía ver como el techo de la habitación estaba cediendo y caía muy cerca del lugar donde se encontraba Tenko. La chica, a pesar de su estado, consiguió hacerle varios gestos a Himiko indicándole que se fuera de la habitación.
Sin embargo, la maga no iba a hacerle caso, estaba cegada con salvarla. No sabía si era la esperanza o la desesperación lo que la incitaba a comportarse así, quizá era desesperación disfrazada de esperanza, pero si no sacábamos a Himiko de allí sería aplastada por el derrumbamiento.
Tengo que hacer algo, no puedo dejarla morir, no después de haberle prometido a Tenko que la sacaría de aquí. En ese momento decidí que cruzaría la puerta de ejecuciones y me llevaría a Himiko de allí a la fuerza.
Sin embargo, en cuanto me dispuse a correr hacia la puerta una mano me sujetó del brazo con fuerza, impidiendome dar otro paso hacia delante. Al darme la vuelta me topé con la expresión impasible de Kokichi que me miraba con detenimiento.
"¿A dónde te crees que vas?" Preguntó sin soltar su agarre de mi brazo.
"¡Voy a sacar a Himiko de ahí!" Exclamé con firmeza mientras trataba de zafarme de su agarre, pero el chico no lo permitió.
"¿Estás loca?" Kokichi aflojó su agarre, pero en cuanto vio que pretendía escabullirme volvió a fijarlo con fuerza, sin llegar a hacerme daño. "El techo se está derrumbado, no hay nada que hacer por Himiko."
"¡Suéltame, Kokichi!" Grité mientras intentaba mover mi brazo para que el chico lo soltara.
"Te vas a quedar aquí." Su tono de voz indicaba que no me iba a dejar otra opción.
En ese momento, Rantaro se acercó a nosotros y vi mi oportunidad para que me ayudase a escapar de Kokichi. Sin embargo, cuando lo miré el chico solo respondió negando con la cabeza.
"Es peligroso, (T/N)." Enunció mirándome con preocupación.
"¿¡Te crees que me importa!?" Bufé con rabia. "¡¡Himiko está ahí dentro!!"
La desesperación me estaba consumiendo gota por gota. Himiko iba a ser ejecutada junto a Tenko y si no hacía nada para evitarlo la culpa me mataría. Hice una promesa hace unos minutos y no la voy a poder cumplir, ¿cuan inútil puedo llegar a ser?
En ese instante, uno de nosotros alzó la voz con decisión. Se trataba del astronauta, el cual frunció el ceño y sin pensárselo dos veces se dirigió a la puerta que daba paso a la sala de ejecución.
"¡¡Al carajo, la voy a sacar de ahí!!"
"K-Kaito." Shuichi trató de advertirle, pero Kaito ya había atravesado la puerta.
Volví a mirar la pantalla con un pánico que se manifestaba en el temblor constante de mis piernas. La sala estaba siendo destrozada por el continuo derrumbamiento de la estructura. Enormes piezas de cemento caían muy cerca de Tenko, la cual a duras penas gateaba por el suelo para no ser aplastada, arrastrando a su paso el peso de las cadenas.
Himiko seguía dando golpes al cristal con toda su fuerza mientras le gritaba a Tenko que se levantase y saliera de allí. Sin embargo, eso era algo imposible para la chica, no solo por su terrible estado, si no porque una de sus cadenas había quedado atascada debajo de un enorme trozo de cemento. Los puños de Himiko estaban hinchados y coloreados de un rojos intenso por la fuerza con la que golpeaba la cristalera, la cual comenzaba a agrietarse.
Por otro lado, Monophanie trató de salir de la sala de ejecuciones, pero fue demasiado tarde. Un enorme bloque del techo la dejó completamente aplastada y destrozada en mil piezas que se repartieron por toda la habitación. Una de ellas alcanzó a Tenko y debido a la velocidad con la que salió disparada dejó una gran rasguño en su hombro que comenzó a sangrar.
En ese momento, Kaito entró en la sala de control donde se encontraba la maga y le hizo gestos para que regresara con él mientras movía sus labios agitadamente gritando palabras que nosotros no podíamos llegar a escuchar. Sin embargo, toda la atención de Himiko la captaba Tenko, la cual, en un intento inútil, luchaba por liberarse de las cadenas.
A pesar de que el astronauta estaba aterrado, no tenía ni la más mínima intención de irse de allí sin Himiko. Por esta razón, no tuvo más remedio que agarrar a la maga por la cintura y cargarla al hombro en contra de su voluntad. Himiko pataleaba y le daba golpes a la espalda de Kaito para tratar de liberarse, pero su fuerza no era suficiente.
Al ver que sus esfuerzos por liberarse no daban resultado, la chica miró a Tenko y extendió la mano en su dirección a pesar de la gran distancia entre ellas. El rostro de Tenko estaba deformado y cubierto por la sangre que no paraba de fluir de sus heridas. Los huesos más importantes de su cuerpo estaban destrozados, al punto de que era inviable que se pusiera en pie. La piel de sus muñecas y tobillos estaba necrosada, haciendo imposible que la sangre circulara por sus pies y manos. A pesar de todo, Tenko sacó fuerzas para dedicarle una última sonrisa de despedida a Himiko, justo antes de que Kaito y ella desaparecieran por la puerta.
Poco después, la sala terminó por derrumbarse al completo con Tenko dentro, la cual terminó por acurrucarse en el suelo con los ojos cerrados. Antes de que los escombros la aplastaran definitivamente pude divisar una pequeña sonrisa en su rostro, la misma que nos dedicó minutos atrás para despedirse de nosotras.
Toda la tensión que había acumulado hasta el momento la expulsé en forma de suspiro de alivio al ver que, tanto Kaito como Himiko, habían llegado sanos y salvos a la sala de juicio. El astronauta había sido el más valiente de nosotros, había arriesgado su propia vida para salvar a Himiko, cuando los demás solo nos quedamos mirando.
Finalmente Kokichi soltó mi brazo y sin pensármelo dos veces me acerqué a los dos chicos. Himiko estaba tan devastada que, una vez que Kaito la dejó con delicadeza en el suelo, se dejó caer sobre sus rodillas con la mirada perdida. Por su lado, Kaito apoyó las manos en su cintura mientras jadeaba con fuerza, el simple hecho de llevar el peso de Himiko en sus hombros lo había dejado agotado, pues el virus aún lo seguía consumiendo por dentro poco a poco.
El resto de estudiantes se acercó a nosotros, pero antes de que alguno pudiera articular palabra, la maga estalló en un agonizante grito que dio paso a un río de lágrimas.
"¡T....TENKO!" Himiko gritaba su nombre entre alaridos de sufrimiento, que se transformaban en afiladas lanzas que atravesaban nuestra piel.
Era doloroso verla así, pero dolía más el hecho de saber que Tenko ya no estaba con nosotros.
Quería mantenerme fuerte, pero desde que Rantaro apoyó una de sus manos en mi hombro como signo de consuelo, no pude retenerlo más. Fue como si el simple contacto hubiera desencadenado que todas las emociones que había retenido hasta ahora florecieran en su mayor esplendor.
Mi vista empezó a nublarse a causa de las lágrimas que amenazaban con escaparse de mis ojos y un fuerte dolor en el pecho no me dejaba ni respirar. Me di la vuelta para quedar frente a Rantaro y escondí mi cabeza entre su pecho para evitar que me vieran en ese estado.
Todo lo que pudo hacer el chico fue abrazarme y dejar que el torrente de mis lágrimas empapara su camisa. Apreté con fuerza los puños que apoyaba en su pecho mientras gritaba silenciosamente y me sofocaba con cada respiración que tomaba. Rantaro pasó sus dedos por mi cabello, una y otra vez, en un intento de calmar la guerra silenciosa dentro de mi mente.
Cuando logré calmarme me separé unos centímetros del chico, el cual me mostraba una tierna sonrisa que bastaba para aliviar parte mi dolor.
"¿P-Padre e-estás enfadado?" Preguntó Monotaro temblando de miedo.
"¿¡¿ENFADADO YO?!?" Bufó Monokuma mientras su rostro se enrojecía a niveles extremos. "¿¡POR QUÉ DEBERÍA ESTAR ENFADADO!?"
"P-Padre d-da miedo c-cuando se enfada..." Tartamudeó Monotaro con temor.
"¡LÁRGUENSE DE AQUÍ ANTES DE QUE LOS EJECUTE A TODOS!" Las afiladas garras que mostró el oso indicaban que no estaba bromeando.
Ante la advertencia de Monokuma todos nos pusimos en marcha para salir de esa sala infernal. Himiko no conseguía levantarse del suelo de lo abatida que estaba, por lo que Rantaro la tomó por la cintura y la colocó en su espalda para cargarla hasta el ascensor. La chica se limpiaba las lágrimas con los nudillos mientras se sofocaba con su propia respiración.
"¡¡Ey esperad!!" Gritó Kaito de repente. "¡¡No podemos dejar a Kiyo suelto!!"
"Estoy de acuerdo, debemos tenerlo controlado." Espeté lanzándole una fulminante mirada. "La basura debe ser tratada como basura."
"Kehehe, no hay razón para encerrarme, esto es un juego de muerte, intentar matar es la norma." Declaró riendo por lo bajo. "No he cometido ninguna infracción."
Ante su comentario estuve a punto de ir corriendo hacia él y darle una paliza. No me importaba la diferencia de altura, me lanzaría sobre él y lo ahorcaría con mis propias manos. Sin embargo, Shuichi descubrió mis intenciones y me frenó.
"(T/N), la venganza no se llevará tu dolor." Musitó cabizbajo. "Créeme, lo sé."
Cuando el detective levantó la mirada pude ver reflejado en su pupila el recuerdo del cuerpo de Kaede sin vida y a una Maki siendo ejecutada. Estaba claro que el chico hablaba desde la experiencia.
"Kiyo tiene razón, ¿cuando entenderéis que esto no es la vida cotidiana?, aquí no hay leyes que nos protejan o que impartan justicia." Proclamó Kokichi sin mostrar ninguna emoción aparente. "Esto es como una selva donde devoras o eres devorado."
"¡¡Ni muerto voy a dejar que ese asesino se pasee libre por la academia!!" Le encaró Kaito enfurecido. "¡¡Si no hay leyes yo mismo las crearé!!"
"¿Asesino?" Cuestionó Kiyo con una expresión despreciable. "Te recuerdo que yo no fui quien le dio el segundo brebaje a Gonta, si hay que llamar a alguien asesino esa debe ser Himik-."
Kiyo no logró terminar su frase, Kaito salió corriendo hacia él y lo golpeó con toda la ira que había acumulado. Kiyo, al no esperarse el golpe, se tambaleó unos pasos hacia detrás dolorido. A diferencia de cuando golpeó a Kokichi en el comedor, esta vez nadie le llamó la atención, Kiyo merecía tragarse sus propias palabras.
"¡¡Te dije que si volvias a abrir esa bocaza te la cerraría!!" Bramó el astronauta antes de caer al suelo por falta de fuerzas.
Shuichi fue corriendo a ayudarlo a levantarse, pero el orgullo de Kaito no lo iba a dejar verse así de débil, por lo que apartó la mano del detective y se levantó él mismo.
"Estoy bien, puedo levantarme solo." Rechinó el astronauta.
"Creo que es mejor que vayamos saliendo o Monokuma tomará represalias contra nosotros." Anunció Shuichi preocupado.
"Tienes razón, nunca lo había visto tan enfadado." Enunció Tsumugi asustada.
Finalmente nos dirigimos al ascensor para salir de una vez de esa sala del infierno. Después de los recientes acontecimientos solo queríamos respirar algo de aire libre. Himiko estaba agotada de tanto llorar y de vez en cuando cerraba los ojos adormitada en la espalda de Rantaro, el cual se aseguró de acomodarla bien para que no se cayera.
Una vez el ascensor llegó a su destino, Rantaro y yo nos dirigimos hacia la habitación de Himiko para que la maga descansara mientras los demás se dispersaron por la academia. Intenté localizar a Kiyo por precaución, pero éste había desaparecido entre las sombras.
Cuando entramos al dormitorio de la maga, la llevamos hasta su cama y la acostamos con delicadeza. La chica estaba tan cansada que se dejó dormir con solo tocar las sábanas, así que me aseguré de taparla bien con la manta para que entrara en calor. La chica, de manera inconsciente, se acomodó apretando el moño de Tenko contra su pecho mientras aún caía alguna lágrima perdida por su mejilla. Me quedé unos segundos observando su tierno rostro, estaba en paz por fin. A Tenko le hubiera encantado verla así.
Finalmente abandonamos la habitación para dejar descansar a la chica y una vez cerramos la puerta Rantaro me miró con preocupación.
"Creo que tú también necesitas descansar."
"Aún es pronto, no ha anochecido." Dije desviando la mirada, aún mis ojos seguían hinchados y mi cara estaba hecha un desastre. "Pero necesito....necesito estar sola unos minutos."
Rantaro asintió dándome espacio. "Si necesitas hablar con alguien estaré en mi habitación, a veces desahogarse te libera la mente."
"Lo tendré en cuenta." Musité mientras me despedía de él con una forzada sonrisa que reflejaba la tristeza que sentía.
Dicho esto, nos separamos y me puse a dar tumbos por la academia, centrandome en mi propios pensamientos. Sin embargo, fue una pésima idea, ya que lo único que ocupaba mi mente era el arrepentimiento y la culpa, ¿podía haber salvado a Tenko? No soporta la idea de pensar que podía haber hecho algo y más, ni si quiera soy capaz de aceptar que ya no la veré más.
Inmersa en mis pensamientos acabé en el gimnasio, el cual estaba completamente vacío. Siempre que estaba triste solía dar toques con el balón de volleyball para distraerme. El concentrarme en la posición de la pelota despejaba mi mente de cualquier pensamiento indeseado. Incluso cuando estaba enfadada me dedicaba a rematar con fuerza para liberar toda mi ira, se podía decir que es como una terapia para mí.
Me dirigí hacia el armario del gimnasio para buscar la pelota de volley que ya había usado antes. Sin embargo fue mala idea, pues desde que sostuve el balón en mis manos dolorosos recuerdos comenzaron a florecer en mi mente. Los recuerdos de aquel día en el gimnasio....el día que comencé a acercarme a Tenko.
~~ • ~~
"¿Has jugado antes?" Le dije mientras levantaba la pelota en el aire.
"¡Varias veces!" Afirmó Tenko con entusiasmo.
"¿Quieres dar unos toques conmigo?" Pregunté ilusionada.
"¡No me lo tengo que pensar dos veces!" Respondió. "Estoy harta de no moverme."
En ese momento nos colocamos en el centro del gimnasio y comenzamos a dar toques con el balón. A pesar de que Tenko había jugado pocas veces, era bastante buena.
Pasaban las horas pero Tenko y yo no nos cansábamos, reíamos a carcajadas cuando alguna de nosotras fallaba. Me sentí muy unida a ella en ese momento y agradecida por el detalle de haberme hecho recordar un hobby que amaba.
~~ • ~~
Sin darme cuenta estaba llorando otra vez y un agonizante dolor en el pecho me llenó de culpa, por no haber hecho nada para evitar su muerte, ira, por dejar vivir a Kiyo a cambio de dos vidas inocentes, y melancolía, por no volver a tener a mi lado a alguien que me había acostumbrado a tener.
Me coloqué en el centro del gimnasio, en frente de una de las paredes, y con toda la fuerza que pude levanté la pelota encima de mí para rematar y soltar toda la rabia acumulada. Justo antes de hacerlo otra ola de recuerdos azotó mi mente.
~~ • ~~
"¿Cómo te encuentras?" Preguntó Tenko con tono de preocupación.
"Me duele un poco la cabeza...., ¿qué ha pasado?" Pregunté aturdida.
"Rantaro encendió la linterna y todos recordamos nuestro propio funeral, pero cuando volvimos en sí te vimos tirada en el suelo." Explicó Tsumugi. "Qué raro que seas la única a la que afectó de esa manera el flashback."
"Eso no importa, debemos asegurarnos de que (T/N) esté bien." Replicó Tenko.
"¿Me habéis traído vosotras a mi habitación?" Pregunté aún mareada sentándome en la cama.
"¡No hagas mucho esfuerzo!" Exclamó Tenko de repente agarrándome de los hombros. "¡Te preparáremos un té, no te muevas!"
Dicho esto, agarró de la muñeca a Himiko y salió corriendo por la puerta de mi habitación. Tenko se preocupa mucho por mí y por Himiko...., ante ese pensamiento una inevitable sonrisa apareció en mi rostro.
Cuando llegaron, me sirvieron el té caliente y nos pusimos a charlar como viejas amigas mientras yo me lo tomaba aún sentada en la cama.
~~ • ~~
Con todo el dolor que causaban esos recuerdos golpeé el balón contra la pared, de manera que un fuerte sonido retumbó por todo el gimnasio. Un sonido que era equivalente a mis gritos internos de agonía.
El balón volvió a mis manos al rebotar contra la pared y me dispuse a volver a repetir la misma acción, con toda la rabia y la tristeza alcé el balón encima de mi cabeza para volver a rematar. Cerré los ojos con fuerza mientras lo golpeaba, los recuerdos no cesaban.
~~ • ~~
"¿Estás bien?" Preguntó Tenko preocupada.
"S-Sí, es solo que estaba mirando estas posibles armas homicidas y no pude evitar pensar lo peor...." Dije desviando la mirada. "A veces no sé cómo hacéis para seguir con vuestras vidas con normalidad."
"Porque es lo único que nos queda." Respondió Tenko con un tono afligido. "Todos somos conscientes de que puede haber otro asesinato, por eso mismo debemos disfrutar lo máximo de los buenos momentos."
"Tenko..." Miré como la chica me mostraba una sonrisa temblorosa.
"¡Además, no pienso dejar que os pase nada a ti y a Himiko!" Exclamó decidida. "Sé que saldremos de aquí las tres juntas y nos convertiremos en buenas amigas."
~~ • ~~
Me mentiste Tenko...
Dijiste que saldríamos de aquí las tres juntas, pero ya no estás, has desaparecido. Te has ido como dientes de león cuando se levanta el viento.
Apreté el balón con ambas manos mientras me retorcía de dolor. Mis ojos estaban empapados en un mar de lágrimas y mis músculos comenzaban a arder de cansancio. Sin embargo, no podía parar, necesitaba sacar todo lo que tenía dentro y la única manera de hacerlo era consumiendo hasta el último aliento de mi cuerpo.
~~ • ~~
"Gonta ten cuidado de no tirarla." Advirtió una voz cada vez más familiar.
Parecía....¿Tenko?
"Gonta ser caballero, Gonta no poder dejar caer a (T/N)." Respondió una voz grave.
En ese momento mi visión se hizo cada vez más clara y pude ver que Gonta me estaba cargando en su espalda mientras Tenko y Himiko iban delante guiando el camino.
"¿Cómo acabé encima de Gonta?" Pregunté perpleja acurrucada en la espalda del gigante.
"Antes de que el hombre degenerado de Rantaro te intentara hacer nada le dije a Gonta que te cargara." Explicó Tenko orgullosa. "¡Ningún hombre degenerado te tocará un pelo!"
"Tenko, Gonta es un hombre." Dije con un tono de obviedad.
"P-Pero d-debo admitir q-que él n-no es tan d-degenerado." Parecía que lo decía en contra de su voluntad.
"Así es, Gonta no ser degenerado, Gonta caballero." Respondió el chico.
~~ • ~~
Ya ni si quiera tenía fuerzas para volver a agarrar la pelota, tan solo dejé que rodara por el suelo sin rumbo, tal y como me encontraba yo ahora mismo.
¿Cómo es posible que recuerdos felices se vuelvan tan dolorosos?
~~ • ~~
"Aunque proyecto Gofer fallar, Gonta no fallar, Gonta luchar contra Monokuma si hace falta." Anunció decidido el chico.
"¡Yo también me uniré a ti para luchar contra Monokuma!" Exclamó Tenko con energía.
En ese momento me di cuenta de que Tenko y Gonta tenían algo en común y es que ambos protegerían a otra persona antes que a ellos mismos.
~~ • ~~
Ambos darían su vida para salvar la de otros...
Y no me equivocaba. Gonta trató de salvar a Tenko y ésta trató de salvar a Himiko. Dos almas celestiales condenadas al más cruel destino, mientras que el diablo se pasea a sus anchas por la academia.
~~ • ~~
"¡(T/N)!" Gritó Tenko preocupada. "¿¿Gonta qué le pasa??"
"(T/N) no encontrarse bien, Gonta no saber qué hacer." Respondió el chico inquieto.
"¡Gonta llevémosla a su habitación!" Exclamó la master en Neo-Aikido. "¡Necesita tumbarse en la cama!"
El chico asintió y me llevó tan rápido como pudo a mi dormitorio, pero a la vez siendo cuidadoso de no hacer movimientos muy bruscos que me pudieran hacer caer de su espalda. Ambas chicas lo seguían de cerca con la preocupación reflejada en sus rostros.
"¿Estás mejor?" Preguntó Tenko sudando de la preocupación.
"S-Sí." Contesté algo mareada.
"Menos mal, Gonta preocuparse mucho." Dijo el gigante soltando un suspiro de alivio.
"P-Pensé que era mi culpa, por el empujón que te di esta mañana." Sollozó Tenko abrazándome lo más fuerte que podía. "¡Lo siento!"
"Al final vas a terminar estrujándola." Le advirtió Himiko con su tono perezoso.
"Debería haceros una sesión de Neo-Aikido en mi laboratorio para aliviar el dolor." Espetó Tenko animada.
"¿Hay técnicas de Aikido para aliviar el dolor?" Pregunté atónita.
"Mas o menos, se trata de sentir dolor externo para olvidar el interno." Rió nerviosa la chica. "Puedo enseñaros algunas más tarde."
~~ • ~~
Pero nunca hubo un más tarde...
Me agaché para volver a agarrar la pelota y en un ataque de rabia la lancé lo más lejos que pude mientras gritaba de dolor. Me derrumbé en el suelo abatida, tanto emocional como físicamente, apoyándome en las palmas de mis manos y en mis rodillas.
De repente, un fuerte dolor se comenzó a acumular en mi pecho, ardiendo como la llama de una vela. Sabía que no debía haber hecho tanto esfuerzo, el virus no me permitía moverme como antes, pero no me importaba. Sin previo aviso comencé a toser, soltando varias gotas de sangre que cayeron al suelo.
En ese momento escuché como la puerta del gimansio se abría de par en par y di un pequeño salto del susto. Con el nerviosismo en el cuerpo me puse de espaldas a la puerta y traté de limpiarme la cara para ocultar las manchas de sangre.
"¿(T/N)?" Esa voz...
Se trataba de Kaito, pero yo fui incapaz de darme la vuelta, tenía que limpiarme toda la sangre para no causar sospechas.
"Ey, ¿estás bien?" Escuchaba los pasos del chico cada vez más cerca de mí.
"S-Sí, solo quiero estar sola." Dije levantandome del suelo mientras bajaba la mirada para ocultar mi rostro.
"¿Estás segura?" Preguntó no muy convencido. "Oí un fuerte golpe y pensé que Monokuma ya había sacado sus exisals."
El chico se acercó más a mí y me miró con detenimiento al ver que yo no respondía.
"¿Qué ocurre?" Juraría que estaba frunciendo el ceño, pero no podía verlo porque mi mirada seguía fija en el suelo.
"No es nada Kaito, puedes irte." Dije nerviosa.
Pude notar de reojo como el chico bajó la mirada y se dio cuenta de las pequeñas gotas de sangre que habían en el suelo.
"Ey ¿te has hecho daño?" Por su tono de voz pude deducir que se estaba comenzando a alarmar, acercándose aún más. "¿Qué es esa sangre?"
"Kaito, vete por fav-" Antes de que pudiera terminar la frase otro ataque de tos azotó mi garganta. Me cubrí la boca con la mano en un intento inútil de ocultar la sangre que sabía que expulsaría.
"(T/N) que.....¿¿qué carajos??" Kaito abrió los ojos como platos cuando vio que tanto mi boca como la palma de mi mano estaban manchados de sangre. "¿(T/N), q-qué es esto?, dime que no es lo que estoy pensando."
"N-No es nada, Kaito." Dije mientras pensaba en cualquier excusa. "Es solo que me he hecho daño en la garganta y me ha salido un poco de sangre."
"No me jodas, (T/N), ¿cómo se supone que te has hecho daño en la garganta?" Preguntó no muy convencido.
"Eh..., pues, antes me raspé con.." Ante mi nerviosismo creciente el astronauta frunció el ceño, no se me da bien inventarme excusas.
"Te lo he contagiado, ¿verdad?" Dijo mirándome fijamente, la tensión se podía notar en el ambiente.
"¿Q-Qué?, no sé de que me estás hablando." Dije mientras desviaba la mirada.
"¡Vamos (T/N), estás escupiendo sangre por la boca!" Insistió Kaito intentando ocultar el terror que estaba sintiendo en ese momento. "Te he contagiado el virus, ¿no es así?"
"..." No pude articular palabra y el astronauta interpretó mi silencio como un sí.
"Joder......soy inútil." Se lamentó llevándose una mano a la frente. "¿¡Cómo no he podido pensar en esto!?, no sirvo para nada."
"Kaito, no es tu culpa...no sabías que..." Ni si quiera tenía fuerzas para animarlo porque ni yo misma lo estaba.
"¡C-Claro que lo es!" El chico se mordía el labio con nerviosismo y pasaba una y otra vez las manos por su cabello. "Quién sabe a quien más se lo he contagiado."
"A nadie más, te lo puedo asegurar." Espeté desviando la mirada.
"¿Cómo estás tan segura?" Preguntó aún asustado.
"Porque ya habrían presentado síntomas, pero todos los demás están en perfecto estado." Expliqué con un tono de voz apático, además de que ellos son inmunes...
"..." El chico pasaba los dedos por su cabello reflejando el nivel de estrés que le estaba causando esta situación. "¿Desde cuando llevas así?"
"Justo antes de este último juicio empecé a toser sangre..." Dije cabizbaja.
"¡¡Mierda, esto no puede estar pasando!!" El astronauta daba pasos hacia delante y hacia detrás denotando puro nerviosismo.
"Kaito está bien, no te preocupes." Musité con desgana. "No podemos hacer nada."
"No, debe haber algo que podamos hacer." Espetó apretando el puño. "No puedes morir así, nunca me lo perdonaría."
"Ya te dije que no es tu culpa." Insistí con la mirada perdida. "Además, tú mismo dijiste que encontrar una cura es imposible."
"¡Ahora es distinto, no puedo dejarte así!" Anunció con decisión. "Tiene que haber alguna forma de luchar contra esto."
"Kaito no la hay, ya lo he asumido." Enuncié abatida. "Es imposible."
"¡Para que surja lo posible es necesario intentar una y otra vez lo imposible!" Exclamó con seguridad. "A partir de ahora mi objetivo será buscar una cura que nos pueda salvar y nada va a detenerme."
"Tú mismo dijiste que Monokuma nunca dejaría algo así en la academia." Musité por lo bajo.
"¡No me importa, no me rendiré!" Insistió apretando el puño con decisión. "Mírame (T/N), no dejaremos que esta enfermedad gane, lucharemos hasta el final."
"No sé Kaito, no tengo...esperanzas ahora mismo." Dije mientras mi tono de voz se apagaba poco a poco.
"No importa, incluso si has perdido la esperanza te ayudaré a recuperarla porque yo nunca la perderé." Anunció mostrándome una de sus sonrisas motivadoras. "Me aseguraré de que sobrevivamos a esto."
"Qué más da, quizás sea mejor morir por el virus antes de que me maten." Una ola de pensamiento negativos estaba apunto de engullirme.
"Eso no pasará porque sé que eres una chica fuerte, lo has demostrado en cada uno de los juicios y nos lo demuestras todos los días." Kaito hablaba con la mayor seguridad de mundo. "Por eso tienes que luchar por tu vida hasta el último segundo, si te rindes ya habrás perdido, pero si te esfuerzas hay muchas probabilidades de que ganes."
"..." Levanté la mirada para hacer contacto visual con él.
"Tú eliges que tipo de persona quieres ser, de las que se rinden o de las que luchan por lo que quieren." Dijo con decisión. "Lo que decidas cambiará el desenlace de tu futuro."
"Kaito..." Había una cosa que nadie podía quitarle al astronauta y era su capacidad de hacer discursos motivadores. "Tienes razón, rendirse es tirarlo todo por la borda y le hice una promesa a una persona importante, le dije que saldría de aquí y pienso cumplirlo."
"¡Así es, ahora si estamos hablando el mismo idioma!" Anunció mostrándome el dedo pulgar y una amplia sonrisa. "Ahora vamos a limpiarte esa sangre."
El chico se dio la vuelta para encaminarse hacia la salida, pero se frenó en cuanto hablé.
"¿Puedes prometerme una cosa?"
"Claro, dime." Dijo girándose de nuevo hacia mí con su característica expresión alegre.
"No se lo digas a nadie, que quede entre nosotros." Dije con timidez.
"No te preocupes, saldremos de ésta sin preocupar a los demás." Me aseguró a la vez que se acercaba a mí y se quitaba la chaqueta color púrpura que siempre llevaba puesta. Acto seguido la colocó encima de mi cabeza para tratar de ocultar las manchas de sangre, de manera que el cuello de la chaqueta tapaba parte de mi frente. "Así nadie te verá."
Una vez oculté mi rostro entre la chaqueta de Kaito ambos salimos del gimnasio y nos dirigimos lo más rápido que pudimos a los baños. Sin embargo, por el camino nos encontramos a Shuichi y di gracias a que pude ocultar mi rostro con la chaqueta.
A pesar de que Shuichi frunció el ceño con sospecha, Kaito pasó un brazo por su cuello y se lo llevó en otra dirección, no sin antes girarse para enseñarme su dedo pulgar a la vez que me guiñaba un ojo. No pude evitar soltar unas risitas, Kaito nunca cambiará.
A pocos metros de mí se encontraba el baño, así que pude entrar sin ser vista por nadie más. Una vez me lavé las manos y la cara, me quedé unos segundos pensativa mirando mi propio reflejo.
Parece que la muerte nos persigue y no miento si digo que ésta lo cambia todo, si te dijera que te estás muriendo, todo tu mundo se derrumbaría. En un segundo tu mundo se quiebra, miras de otro modo, hueles de otro modo, saboreas desde un vaso de agua hasta una caminata. Lo irónico es que así no puedes gozar de la vida, tomas ese vaso de agua pero no lo saboreas.
A pesar de todo, no puedo dejar que este tipo de pensamientos invada mi mente, no debo perder la esperanza, por muy doloroso que haya sido el día de hoy. Le hice una promesa, le dije que saldría de aquí con Himiko. Tu sacrificio no será en vano, Tenko.
Una vez aclaré mi mente y borré cualquier pensamiento negativo, me dispuse a buscar a Kaito para devolverle la chaqueta. No sé exactamente a donde se fue cuando se llevó a Shuichi, pero mientras lo buscaba por el exterior de la academia divisé una pequeña figura sentada en el césped.
A pesar de que me daba la espalda se podía ver con claridad que se trataba de Himiko, la cual estaba sentada con sus rodillas flexionadas y un objeto muy familiar descansando en su regazo, era el moño verde que Tenko le había dado. A medida que me acercaba pude distinguir que la chica agarraba una pequeña planta entre sus manos.
"Himiko, pensaba que estabas durmiendo." Dije mientras me acomodaba a su lado.
"No podía dormir." Respondió ella sin apartar la vista de lo que agarraba en sus manos.
Ante nosotras se alzaba un bello crepúsculo, con un cielo pintado de tonos naranjas y amarillos que iba dejando el sol a medida que se ocultaba tras el límite del horizonte. Nunca había visto un atardecer tan bonito como ese, transmitía una sensación de quietud, calma y paz.
"El trébol de Gonta funcionó." Dijo Himiko de repente.
Abrí los ojos de par en par ante sus palabras, no me había dado cuenta de que esa planta que agarraba con su dedo índice y pulgar era en realidad aquel trébol que le regaló Gonta.
"¿Qué quieres decir con que funcionó?"
"Me dio suerte de verdad..." Musitó mientras escondía su rostro entre sus rodillas. "Quizá si se lo hubiera dado a Tenko ahora mismo estaría viva..."
Mi rostro se emblandeció y a pesar de que no podía ver el suyo, la miré con ternura. "No creo que eso hubiera cambiado algo, Himiko."
"Es extraño pero, si cierro los ojos aún puedo oírla decir mi nombre, aún puedo sentirla acariciar mi cabello." El tono de voz de Himiko reflejaba pura nostalgia. "Cuando me apoyaba en su regazo me dejaba dormir con mucha facilidad."
Pude observar como la chica abrazaba con fuerza el moño que Tenko le había dado. "Pero ya no está, ha desaparecido como por arte de magia..."
No pude hacer otra cosa que pasar mi mano por su espalda, una y otra vez, para tratar de consolarla. Si había algo que estaba aprendiendo de todo esto era lo fácil que es perder aquello que creías que tenías para siempre.
"No puedo dejar de preguntarme...¿hubiera sido mejor que yo me tomara la primera pócima envenenada?" Dijo con un tono de voz quebrado. "Si tan solo hubiera muerto yo, ellos aún estarían..."
"No te puedes culpar por lo que pasó, no es justo que te hagas eso." Dije apoyando los codos en mis rodillas. "Si tú realmente hubieras tomado esa pócima puede que ahora mismo todas estaríamos muertas."
"..." Himiko levantó la mirada mostrando unos ojos arrepentidos. "Nunca le pude agradecer como se merecía todo lo que hizo por ayudarme."
"Si te sirve de consuelo, yo tampoco pude mostrar lo agradecida que estaba de que siempre estuviera ahí para mí." Dije alzando la mirada con tristeza.
"Aquella vez después del juicio de Angie, me levantó el animo como nadie antes lo había hecho." Musitó dejando entrever una sonrisa, se ve que recordar el momento la había hecho feliz.
Yo también recuerdo aquel momento a la perfección, pues estuve escuchando la conversación de ambas chicas a escondidas.
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Cualquiera puede ver que no estás bien." Replicó Tenko. "Si tienes ganas de llorar, llora, si tienes ganas de gritar, grita, si quieres pegarle a algo, pégame a mí, pero no lo retengas."
"Tú qué sabras lo que yo siento." Dijo la maga desviando la mirada.
"Porque si yo te perdiera a ti, como tu perdiste a Angie, no sería capaz ni de mantenerme en pie."
"..." Himiko ante la respuesta de Tenko sólo escondió la cabeza entre sus rodillas.
"¡Mientras yo esté aquí nunca estarás sola Himiko!" Exclamó Tenko decidida. "Sé que nunca podré reemplazar a Angie, pero por favor déjame cuidarte, déjame estar a tu lado, déjame ser tu amiga."
"¿Ser mi amiga?" Preguntó confundida.
"¡Sí!" Tenko mostró una sonrisa de oreja a oreja. "¡Es lo que más feliz me haría en este mundo y no me rendiré!"
"¿No te rendirás?" Preguntó Himiko casi como con cierta esperanza.
"¡Nunca!" Exclamó Tenko. "¡Te protegeré aunque sea lo último que haga!"
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"Se preocupaba más por nosotras que por ella misma." Dije mostrando una inevitable sonrisa.
"Es estúpido preocuparse por alguien en un juego como este, pero me encantaba su estupidez." Enunció la maga levantando tímidamente la comisura de sus labios. "Su presencia se volvió algo habitual, me estaba haciendo pensar que este lugar no era tan malo si la tenía a ella al lado."
"Tienes razón, siempre nos sacaba unas risitas y nos ayudaba a seguir adelante." Declaré alzando mi mirada y recordando esos momentos en los que disfruté de su compañía.
"Lo único que quería era ser mi amiga, parece idiota, pero me hacía feliz." Himiko estrechó los ojos recordando los buenos momentos.
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"¿Por qué sonríes como una idiota?" Preguntó Himiko sonrojada. "Para que te quede claro, mi master es mucho mejor que el tuyo."
"¡Pues claro!" Gritó exaltada Tenko. "Es la persona que te ha enseñado a ser tan buena maga, debe ser un maravilloso master."
De repente la cara de Himiko se tornó del color de su pelo, pero la intentó ocultar con su sombrero. "Nyeh, tienes razón, mi master es el mejor del mundo." Después de decir esas palabras Himiko se veía más feliz que nunca.
"Cuando salgamos de aquí, me aseguraré de convertirme en alguien preciado para ti, Himiko." Espetó con alegría Tenko. "Tan preciado como tu master."
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"Me arrepiento de no haberle dicho antes lo mucho que la quería." Musitó la maga.
"Estoy segura de que, aunque no se lo hayas dicho, ella lo sabía." Dije mientras un sentimiento doloroso pero a la vez alegre recorría todo mi cuerpo.
"El día que me quedé dormida en mi habitación y no respondía a sus toque en la puerta me di cuenta de cuanto le importaba." Enunció la maga emblandeciendo su rostro.
"Estaba tan preocupada por ti que pensaba que se desmayaría ahí mismo." Dije soltando una risita nostálgica.
Himiko asintió timidamente. "Notaba como todo su cuerpo temblaban cuando me abrazó."
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"P-Pensé que te había perdido....." Sollozó en el hombro de la maga.
"Tenko, m-me estás apretando." Se quejó Himiko mientras era estrujada por la chica.
La chica, aún temblorosa, abrazaba a Himiko como si se le fuera a escapar de las manos. Se intentaba calmar a sí misma, pero seguía respirando entrecortadamente debido a las lágrimas y lamentos.
Himiko soltó un suspiro molesto que finalmente se transformó en una pequeña sonrisa.
"Está bien, Tenko." La tranquilizó acariciándole la cabeza. "Estoy bien."
"¡¡¡No me vuelvas a dejar así!!!" Tenko seguía rota en lágrimas mientras abrazaba a Himiko con fuerza.
Poco a poco las caricias de Himiko calmaron a Tenko quien la miró con una sonrisa en su rostro. "Me alegro tanto de que estés bien."
"N-No exageres." Replicó la maga sonrojándose.
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"Es por eso que sus últimas palabras me hicieron reflexionar, no puedo dejar que me vean como alguien débil y fácil de engañar." Anunció Himiko con una decisión que no había visto nunca en ella. "Tengo que demostrarle a Tenko que aprendí de ella a ser fuerte."
"Tienes razón, no podemos decepcionarla." Declaré con firmeza. "Estés donde estés, no te decepcionaremos, Tenko."
En ese momento una ligera brisa azotó con suavidad nuestra piel, parecía que de algún modo Tenko nos estaba diciendo que estaba allí con nosotras.
"..." Himiko levantó tímidamente la cabeza y alzó la vista para mirar el cielo. "A Tenko le encantaban los atardeceres, decía que se daba cuenta de que la vida nos regalaba un día más, otra oportunidad para disfrutar de la felicidad."
No pude evitar soltar unas risitas nostálgicas. "Ella siempre veía el lado positivo a las cosas, es increíble lo motivada que se mantenía siempre a pesar de las circunstancias."
En ese momento me di cuenta de que Tenko tenía razón, el atardecer te conecta con la tierra, te recuerda cuan pequeño eres y que grande en realidad. El tiempo se consume día a día. El sol seguirá regalando atardeceres cuando ya no estemos aquí. Pero no lo pienso con pena, sino justo lo contrario. Creo que es bueno recordar esto todos los días. Tenerlo en mente te ayuda a disfrutar de estos pequeños instantes, enfocar los días, horas, minutos y segundos en lo que de verdad importa.
Te fuiste y no pudimos hacer nada. Tenko, siempre estarás en nuestros recuerdos y en nuestros corazones como la persona que con su existencia alegró nuestra vida.
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Nota de autora: Este capítulo lo he hecho en memoria de Tenko. No voy a mentir, mientras escribía estos últimos capítulos caí en la máxima desesperación. Le tenía muchísimo cariño a este personaje y a como era su relación con la protagonista. Pero esto es Danganronpa y la desesperación nos persigue.
⚠️Aviso acerca de las publicaciones⚠️
A partir de hoy publicaré dos días a la semana, en concreto los martes y los sábados.
Dicho esto, espero que estéis disfrutando de estas vacaciones y os deseo lo mejor a todos.❤️
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