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Capítulo 34


De nuevo me levanté al día siguiente antes del anuncio de Monokuma. Al igual que ayer, Ryoma se encontraba en el comedor con la mirada pérdida.

"Hey Ryoma." Le saludé mientras buscaba algo que comer.

"¿Qué te dije ayer?" Preguntó cansado. "Es mejor que no te relaciones conmigo."

"¿Está prohibido venir al comedor por la mañana?" Pregunté con una mirada pícara. "Además solo te he saludado, no quiero ser maleducada."

"Mhm." Él solo desvió la mirada, no tenía forma de rebatir mis palabras.

Tomé asiento y nos quedamos en silencio durante unos minutos.

"Aún siento curiosidad por la historia de ayer...." No me podía quedar callada, realmente quería saber que le pasó a Ryoma y así poder ayudarle.

"Te dije que-" No lo dejé terminar.

"Que no me relacionara contigo, pero no es una orden, ¿verdad?"

"Supongo que no tengo derecho a obligarte." Espetó en voz baja. "¿Pero para qué hablar con alguien que dejó tirada a su propia amante?"

"No puedo creer que hayas hecho algo así." Negué con cabezonería.

"...." Ryoma pareció rendirse. "¿De verdad quieres escuchar la historia?"

"¡Por supuesto!" Exclamé con la mirada iluminada.

"Está bien...." Dijo finalmente. "Un día fui invitado a un partido de tenis en el que habían apuestas sobre quiénes serían los ganadores, varias mafias se jugaban bastante pasta."

"¿¿¿Apuestas con mafias???" Mis ojos se abrieron de par en par.

"A mi no me iba ese rollo así que pensé en darles una lección arruinándolo todo." Explicó arrepentido. "Mi oponente era uno de los jefes de esa mafia."

"¿Q-Qué hiciste?" Pregunté con algo de miedo.

"Habíamos quedado en que yo debía perder adrede el partido para que la mafia ganara la apuesta." Hizo una pausa para continuar. "Así que pretendí seguirles el juego y al último segundo del partido derroté a mi oponente haciéndoles perder toda la pasta."

"Pero tu oponente era el jefe de la mafia...., entonces..." Dije aterrorizada.

"Sí, los mafiosos se enfadaron bastante, pero yo era muy inocente en ese entonces." Respondió bajando la mirada. "Nunca pensé que masacrarían a mi familia en señal de venganza."

"...." Me quedé inmóvil, no sabía que decir, toda su familia fue asesinada. Comenzaba a entender el por qué de la actitud de Ryoma.

"Mi amante estaba a salvo, pero no sabía cuando irían a por ella." Tragó saliva antes de continuar. "Por eso la envié muy lejos de allí, pero no sirvió de nada, la mafia la encontró y la asesinó."

"R-Ryoma..."

"Yo fui el único que sobreviví a la mafia." Esta vez Ryoma sonaba más arrepentido que nunca. "Nunca debí enviarla a otro lugar sola, debí mantenerla a mi lado y protegerla."

"...." Así que esto era lo que le carcomía por dentro.

"Sabes lo que pasó después de eso, ¿verdad?" Me preguntó con una mirada amenazante.

"Tu masacraste a la mafia a modo de venganza...." Contesté casi susurrando, las palabras apenas conseguían salir de mi boca.

"Y por eso estuve varios años en prisión." Terminó por explicar.

"..." Yo me había quedado atónita, sin saber que decir.

"Ves, no debiste haber preguntado, solo soy un tonto indefenso." Dicho esto Ryoma se levantó y desapareció por la puerta, yo ni si quiera pude detenerle.

Ryoma...., ahora entiendo por qué se da por vencido en la vida. Si a mí me ocurriera algo similar probablemente ya habría acabado con la mía.

Después de que el comedor se llenara de estudiantes y desayunaran, Rantaro y los demás participantes de la casa del terror se fueron a terminar de decorarlo todo.

Como nos tenían prohibido bajar al sótano para no arruinar la sorpresa, decidí salir al exterior y sentarme en una especie de terraza que había en una de las esquinas del edificio. Saqué mi monopad y comencé a escribir los resultados de los dos juicios que habíamos hecho, señalando tanto a la víctima como al asesino de los dos respectivos casos.

"¿Qué estás haciendo?" Una juguetona voz me habló desde detrás intentando curiosear lo que estaba escribiendo en mi monopad.

"¡Nada!" Dije sobresaltada mientras bloqueaba el aparato.

Ya sabía a quién pertenecía esa voz y de alguna forma u otra me estaba acostumbrando a que Kokichi apareciera de la nada.

"Tienes dejar de aparecer de repente." Dije recobrándome del susto.

"Sabes que no puedo hacer eso, un líder sabe como pasar desapercibido y aparecer cuando menos te lo esperes."

"Voy a empezar a pensar que estás siempre vigilándome." Dije entre risitas.

"Y no te equivocas." Contestó lanzándome una mirada pícara.

"Ya claro...." Mis mejillas se colorearon de un rosa palo. "¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar ayudando con la casa del terror?"

"Si querías que me fuera solo tenías que decírmelo." Espetó mientras se disponía a irse.

"¡No, espera!" Exclamé agarrándolo de la muñeca.

El chico se giró sorprendido, no se esperaba que lo detuviera de esa manera.

"M-Me apetece pasar tiempo contigo..." Dije nerviosa.

No sé qué me pasa, cuando le dije esa misma frase a Rantaro no me sentía así.

"¿He oído bien?" Preguntó con una sonrisa maliciosa. "¿(T/N) quiere pasar tiempo con su líder?"

"Si no quieres está bien..." Dije desviando la mirada. "Además ya te he dicho que no eres mi líder, nunca me uniré a tu organización."

"Eso está por ver." Dijo con una sonrisa de medio lado.

"..." Yo solo giré los ojos hacia un lado.

"¡Está bien, pasaré tiempo contigo!" Exclamó cambiando su expresión maliciosa a un feliz. "No eres tan aburrida después de todo."

Una sonrisa que no pude contener apareció en mi rostro. Le hice un gesto a Kokichi para que se sentara donde yo estaba pero éste frunció el ceño y me agarró de la muñeca.

"Vámonos a otro sitio (T/N), quiero jugar a algo contigo."

"¿Jugar a algo?" Pregunté confundida mientras el chico tiraba de mí hacia el interior del edificio. "Me dan miedo esas palabras viniendo de ti."

"Tranquila, no será un juego mortal, como mucho perderás un dedo." Dijo con una amplia sonrisa.

"Espero que eso sea mentira..." Susurré nerviosa.

Kokichi soltó mi muñeca cuando llegamos a nuestro destino, el comedor, el cual extrañamente estaba vacío.

"Espérame aquí." Ordenó el chico señalando uno de los asientos.

Aún algo confusa me senté en una de las silla y observé como el chico se metía en la cocina. Poco después salió sonriente con un cuchillo en la mano.

No me digas que otra vez me iba a amenazar, instintivamente empecé a temblar.

Él noto mi tembleque. "(T/N) relájate, no voy a utilizar este cuchillo contra ti."

"E-Eso espero." Respondí nerviosa. "¿Para que quieres el cuchillo?"

"¡Es para el juego obviamente!" Exclamó con una sonrisa traviesa.

"¡Qué clase de juego involucra un cuchillo!" Exclamé alterada.

"Soy un líder del mal, mis juego tienen que ser temerarios." Respondió soltando una risita.

"Sorpréndeme." Dije esperando la explicación de ese supuesto juego.

"El juego es simple, debemos colocar una mano sobre la mesa y separar los dedos lo máximo posible." Comenzó a explicar. "Luego coges el cuchillo y apuñalas cada uno de los espacios que quedan entre tus dedos, cada vez más rápido."

"¿¿Qué clase de juego es ese??" Pregunté alarmada.

"Es un juego nada aburrido y súper divertido." Rió el chico maliciosamente.

"¡Divertido si quieres perder todos tus dedos!" Repliqué.

"Vamos (T/N), no seas aguafiestas." Se quejó con falso tono infantil. "Juguemos al menos una ronda, si uno de nosotros acaba herido pierde."

"¡Pierde un dedo!" Exclamé aún alterada. "No pienso jugar a un juego tan peligroso."

"¡Empiezo yo entonces!" Exclamó feliz.

"¡Kokichi ni se te ocurra-!" Intenté quitarle el cuchillo de las manos pero ya había empezado a moverlo entre sus dedos.

Con el corazón latiéndome con fuerza y con la respiración cortada, recé para que no se cortará un dedo. ¿Por qué tenía que ser tan imprudente?

"K-Kokichi para...." Le ordené inútilmente.

El chico se veía más concentrado que nunca, hasta que levantó la mirada para encontrar la mía. En ese momento el cuchillo falló y dejó una pequeña herida en uno de sus dedos.

"¡Auch!" Kokichi dejó salir un pequeño quejido.

"¿¡Por qué lo has hecho!?" Pregunté alarmada mientras cogía delicadamente su dedo para observar mejor la herida.

"Geez, he perdido...." Dijo decepcionado, aunque con un tono que daba a entender que era lo que pretendía desde el principio. "Supongo que has ganado (T/N), que decepcionante."

"¿¡A quién le importa eso!?" Pregunté quitándole el cuchillo de las manos. "¡Hay que tratarte la herida!"

"No armes tanto escándalo, solo es una herida." Dijo el chico restándole importancia.

"¡Una herida que se puede infectar!" Exclamé agarrándolo de la muñeca para que me siguiera.

"Aw, ¿estás preocupada por mí?" Preguntó intentando molestarme.

"¿¿Qué?? ¡¡No!!" Negué sonrojándome. "Vamos, hay un kit de primeros auxilios en el baño."

"Nee-heehee, tu cara dice lo contrario." Rió burlón. "Estás muy roja."

"¡Eso es del enfado!" Exclamé girando la cara hacia el otro lado para que no la pudiera ver. "¡Como se te ocurre proponer un juego tan peligroso!"

"Eres aburrida (T/N), supongo que la próxima vez tendré que buscar un juego tan aburrido como tú." Replicó con un tono de falso enfado.

Cuando llegamos por fuera de la puerta del baño, yo entré y cogí el Kit, Kokichi me esperaba fuera aún con sangre goteando de su dedo.

Cuidadosamente limpié la herida con agua oxigenada y comencé a envolverla con unas gasas para facilitar la coagulación de la sangre. Kokichi se quedó atontado mirándome, cuando me di cuenta, un ligero color rosa apareció en mis cachetes.

"¿Q-Qué pasa?" Pregunté tímidamente.

"Estaba pensando que podrías ser enfermera, se te ve muy concentrada." Respondió con una amplia sonrisa.

"Jugando a volley me solía hacer muchas heridas así que estoy acostumbrada." Dije soltando una risita.

"Entonces volvamos a jugar a este juego otro día." Dijo emocionado.

"¿Estás loco? Mira lo que ha pasado..." Le miré frunciendo el ceño.

"Exacto, así volveré a tener la oportunidad de que me cures." Contestó con una sonrisa de oreja a oreja.

"Kokichi esto no es divertido." Dije achinando los ojos.

"Está bien, no volveremos a jugar a este más."

"¡Listo!" Exclamé orgullosa terminando de vendar su dedo. "Ahora procura dejar que se cicatrice."

"Eres perfecta para mi organización, ¿lo sabes verdad?" Dijo acercándose a mí con una sonrisa maliciosa. "Has cuidado de tu líder como haría un buen miembro de mi grupo."

"Ya te dije que no me uniría." Negué con la cabeza.

"Ya te haré cambiar de opinión." Dijo con un tono malicioso.

"¿Por qué insistes tanto en que me una?" Pregunté curiosa.

"Quién sabe...., a lo mejor quiero esclavizarte."

"Aja." Dije girando mis ojos hacia un lado.

En ese momento Gonta interrumpió la conversación.

"Kokichi, te necesitamos en casa terror, Rantaro decir a Gonta de buscarte."

"Oh, dile que ya voy." Dijo entre suspiros. "Siempre tiene que fastidiar la diversión."

"Gonta no poder volver sin Kokichi." Replicó este.

"Está bien ya voy." Espetó fastidiado el líder para luego girarse hacia mí con una traviesa sonrisa. "Nos vemos, (T/N), juguemos a otra cosa la próxima vez."

"Adiós chicos." Me despedí soltando una risita, vaya día con Kokichi, realmente es alguien muy peculiar.

Mientras veía a los chicos desaparecer por el fondo del pasillo me sumergí en mis pensamientos....

No puedo dejar que haya otra muerte en este Killing Game, debo barajar las opciones que tengo para acabar con esto.

Matar a Tsumugi no era una opción, al menos no para mí, el simple hecho de pensar en matarla me hacía temblar. Además, la historia está cambiando tanto que ahora soy una simple estudiante más, no sé lo que pasará a continuación. Al principio tuve la ventaja de que conocía la historia y por eso pude salvar a Rantaro pero, ¿ahora que hago? ¿Y si Tsumugi en realidad no es la mastermind aquí? ¿Y si hay algo más?

Aún más importante....¿cuándo podré salir de aquí? ¿Debo llegar viva hasta el final para salir? ¿Puedo realmente morir? No tener respuesta a estas preguntas me frustraba, por más que quisiera responderlas no podía, no sabía ni entendía como había llegado aquí.

De repente como un flash me vino una pregunta a la cabeza. ¿Existirá la puerta en el baño de las chicas que lleva a la habitación escondida de la biblioteca?

Para resolver mis dudas, corrí hasta el baño donde se suponía que debía estar esa puerta. Una vez allí con la respiración entrecortada busqué algún signo que indicara la existencia de esa puerta. Para mí sorpresa en el lugar donde estaban guardados los productos y materiales de limpieza habían una especies de marcas en la pared.

Decidida, palpé la pared con mis manos hasta que sonó un click. La pared que se mostraba ante mí se abrió dejando a la vista una enorme puerta de metal, la cual necesitaba de una tarjeta para ser abierta.

Mierda, sí existe la puerta del baño pero no se puede pasar al otro lado, necesito una tarjeta y seguro que la tiene bien escondida la mastermind. Al menos ya sé que por aquí puede entrar a su guarida.

"¿(T/N)?" Una voz femenina me sobresaltó. "¿Estás aquí?"

Menos mal que había cerrado la puerta donde se encontraban los productos de limpieza, si no me hubiera pillado con la puerta de metal a la vista.

"¿Tenko?" Pregunté mientras volvía a cubrir la puerta de metal para esconderla.

"Rantaro y los demás ya han terminado la casa de terror, quieren que vayamos a verla." Explicó la chica aún en la puerta del baño.

"Vete yendo, yo te alcanzo en unos minutos."

"¿Seguro?" Preguntó no muy convencida. "¿Estás bien?"

"¡Sí, no te preocupes!" Exclamé sin salir de la zona de los productos de limpieza.

Seguidamente oí cerrarse la puerta del baño, aún con el corazón en la mano eché un último vistazo a la pared que escondía detrás la puerta de metal y finalmente salí del baño para encaminarme hacia el sótano, donde nos esperaría el pasaje del terror.

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