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Capítulo XVII

Por su culpa había revivido ese día, por su culpa ella se encontraba en aquel estado, la había desnudado frente a todos, había expuesto su marchita piel a Gray y Erza humillándola ante ellos, sus mejillas aún continuaban encendidas pues la vergüenza que había sentido era demasiado grande, se sentía sucia, humillada, débil.

Consiguió reincorporarse y sentarse en el suelo, mirando como los tres magos iban a entrar en aquel gremio, en aquella trampa, ya que los magos que habían estado llegando a los alrededores del gremio no se habían movido de su lugar, estaban esperando a que entrasen en el gremio y probablemente tirar la edificación sobre ellos.

Agarró la camisa que reposaba sobre sus hombros y metió sus brazos por las mangas, para así poder abotonarse la camisa. Sin levantarse se arrastró bajo un árbol, apoyando su espalda contra el tronco para evitar quitar la mirada de ellos, les haría caso y permanecería al margen hundiéndose en los recuerdos que quería borrar. Recordaba su cuerpo desnudo, encadenado y siendo mutilado por un psicópata, lo recordaba como si fuese ayer o como si le estuviese sucediendo ahora mismo, fue horrible y la hacía sentir mal, no obstante...aquel no era el motivo por el cual quería desaparecer, pero si por el cual no quería ser tocada. Cada mano extraña que se posaba sobre ella solo le traía recuerdos de aquel día y la ira se apoderaba de ella.

-Si papa hubiese estado allí nada habría pasado...

Escuchó el estruendo cuando la puerta fue destruida, los tres magos se adentraron en el gremio ignorando su plan y se dispusieron a buscar a Lucy. Fue ahí cuando empezó la trampa, montones de magos se lanzaron sobre el gremio, uno tras otro provocando que el edificio comenzara a agrietarse.

Y ella estaba ahí, mirando, sin hacer nada.

Sus enemigos también sabían que ella estaba ahí ¿Por qué no la atacaban? ¿Acaso estaba pasando algo por alto? Ese pensamiento despertó un nerviosismo en ella pero este desapareció cuando de entre los magos enemigos uno de ellos caminaba hacia ella, a paso lento se acercaba, Layla se puso de pie, con sus píldoras en la mano pues sabía de quien se trataba.

-Hola, preciosa.

Evil King.

-¿Vienes a pelear contra mí? -Ella le mostró una sonrisa arrogante, no podía mostrarle lo débil que se sentía en ese momento.

-No, todo lo contrario, quiero que te tomes esas pastillas y detengas a todos mis magos -Él metió una mano en su bolsillo, sacando una moneda de este, cerró el puño dejando su pulgar fuera y puso la moneda sobre su dedo, lanzándola hacia arriba y al caer atrapándola con la mano, iba repitiendo el proceso, una y otra vez mientras miraba a la chica frente a él.

-¿Qué...? -No entendía nada ¿Para qué quería que ella les detuviese?

Ese hombre cada vez le parecía más raro, en sus anteriores encuentros siempre tuvo bien claras cuáles eran sus intenciones, pero ahora se encontraba totalmente perdida.

-¿Ves la moneda? Pues imagina que es tu madre -Lanzó la moneda hacia arriba- y mi mano es el gremio -Al caer la moneda aquel hombre la apretó con fuerza al atraparla- mi gremio la aplastará y tú que has tenido la oportunidad de salvarla serás la culpable.

-Ellos la salvarán...-Intentó parecer segura, si, ellos la salvarían él estaba ahí después de todo.

-¿Estás segura? -El hombre mostró una sonrisa ladina- ¿Vas a dejar que muera más gente por tu culpa?

Aquellas palabras se clavaron en su corazón como si fuesen la daga más afilada ¿Por qué ese hombre tenía que recordárselo? Ella solo quería olvidarlo, ella quería cambiar el futuro para no nacer, para no hacer daño a nadie, si ella nunca hubiese nacido nada malo habría sucedido.

-Sálvala.

Observó las píldoras que tenía en su mano, eran bastantes, tal vez unas diez pequeñas esferas de color azul de un tamaño tan pequeño que perfectamente podrían ser confundidas por caramelos. Miró hacia el gremio dudando sobre lo que haría, salvarla sería una incoherencia después de todos si Lucy moría era seguro que ella jamás nacería.

Apretó sus dientes sobre su labio, no podía dejarla morir, a ella no, es cierto que no nacería, pero la parte racional de su cabeza aún funcionaba y sabía que estaba mal, que no tenía que morir, ella merecía ser salvada.

Si al final moría no sería a costa de la vida de su madre.

-Tengo que salvarla...-La había convencido.

Sacó una de las píldoras y la tragó, no sitió nada hasta segundos después que su corazón latió más fuerte de lo normal, fue doloroso pero cuando aquel dolor cesó sintió como su cuerpo se había recuperado, no sentía cansancio, ni dolor, estaba perfectamente, se sentía llena de energía y su cuerpo estaba...

Congelado.

-¿Cómo les detendrás?

Ella se sentía fuerte, su arrogancia ya no era falsa, tenía el poder y lo controlaba, podía detenerlos.

Chasqueó los dedos y una brisa de aire trajo consigo unas motas blancas que su enemigo identificó como nieve, Evil King se apartó del camino de la chica.

-Esa es mi chica...-Murmuró cuando esta alzó los brazos.

Ella se sentía poderosa, le gustaba el poder debía admitirlo, ser fuerte, la más fuerte, igual que su padre, tal vez cuando su madre le decía que cuando ella creciese se parecería a su padre era verdad.

Respiró hondo, tenía que controlar su poder, cerró los ojos y se concentró el sonido que hacia aquella moneda cuando él la lanzaba, aquel sonido...le era tan familiar.

-Aquí voy -Sus manos empezaron a brillar y el viento se volvió más fuerte, se arrodilló y puso sus manos sobre el suelo- Paraíso helado.

El hielo comenzó a emanar a prisa y en un abrir y cerrar de ojos todos habían sido congelados, la gente que saltaba sobre el gremio se había congelado en el aire, todos aquellos que se encontraban fuera ya fuese escondidos o tratando de entrar al gremio sufrieron el mismo destino, los arboles estaban cubiertos de nieve, todo lo que había alrededor del gremio había sido congelado y aunque desconocía como se encontraba el interior Layla se sentía orgullosa de su trabajo.

-Estas lista...

Layla no dejó de mirar hacia el gremio, en la puerta de este el hielo se descongelaba por culpa de una llama andante, los tres magos salieron del gremio, gritando.

-¡Layla! ¡ALÉJATE DE ÉL! ¡ES UNA TRAMPA!

Cuando ella los escuchó ya era demasiado tarde, Evil King se había acercado por la espalda y había pasado sus brazos alrededor de su cuello poniendo una mano delante de su cara, la mano con la moneda.

-Vamos, preciosa ¿Recuerdas esta moneda? -Ella no sabía de qué hablaba pero no podía dejar de mirarla, el sonido, el brillo, todo era tan hipnótico- Vamos a repetir aquella tragedia -Lanzó la moneda y la atrapó justo delante de la cara de Layla.

Layla pudo ver como aquella moneda descendía a cámara lenta, ya la recordaba, la había visto muchas veces cuando estuvo encerrada, sabía lo que esa simple moneda podía hacerle a su mente...

Evil King la soltó a la vez que ella llevó sus manos a sus orejas, lo había notado, su mente se había agrietado, lo sentía.

-¡Despierta! Mi ángel de oscuridad.

Cuando los magos llegaron con la chica esta estaba en el suelo, arrodilla, gritando de dolor, tratando de detener todo aquel poder que emergía de sí. Ninguno sabía que ocurría, pero sí que podían sentir el poder oscuro que emanaba de su cuerpo y que poco a poco se estaba apoderando de ella.

-¿Qué le has hecho? -Exigió saber Gray.

-Nada, solo la he...despertado.

El grito de Layla no cesaba, cada vez era más fuerte, su cuerpo temblaba, el hielo bajo sus manos se agrietó pues ella había introducido sus uñas en aquel hielo, para intentar detenerse golpeó su cabeza contra el suelo, repetidas veces, Gray trató de acercarse a ella ya que se estaba hiriendo a sí misma y podría terminar haciéndose heridas bastante graves, no obstante dos alas negras emergieron de la espalda de la chica empujando al mago hacia atrás, Layla levantó su cabeza mostrando su rostro cubierto de sangre, y como uno de sus ojos se había vuelto completamente rojo.

-¡Déjate llevar por la locura!

Layla extendió sus alas elevándose hacia el cielo, arriba se envolvió así misma entre sus alas negras, dejó de volar y como consecuencia cayó al vacío, antes de impactar contra el suelo volvió abrir sus alas frenando su caída y mostrando su nuevo aspecto.

Sus brazos se llenaron de escamas negras, sus manos se habían vuelto garras, sus afiladas uñas parecían ser capaces de cortar cualquier cosa que se interpusiera, las alas tras su espalda eran semejantes a las de un ángel, sin embargo, al contrario que las de los ángeles el color de estas era negro, su ropa seguía siendo la misma, la camisa blanca de Gray y los pantalones blancos que Natsu le prestó, aquel color resaltaba mucho más sus atributos oscuros, su cabello estaba peinado hacia atrás, mostrando sus ojos de los cuales el que antes era negro se había vuelto del color de la sangre, no obstante su otro ojo seguía siendo marrón. Sus pies ahora estaban descalzos pero seguían siendo normales, humanos.

No parecía una transformación completa.

-No pierdas el tiempo, solo podrás resistir lo que dure el efecto de la pastilla -Evil King se había puesto serio y le estaba dando órdenes- ¡Destruye a Natsu Dragneel y cuando le quede el último aliento de vida me lo dejas a mí!

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Mi odio hacia estos capítulos va en aumento, es muy frustrante que no queden tal y como quiero que lo hagan, cosas que pasan, supongo xD

Como siempre espero que os haya gustado

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