Epílogo.
Cuatro años después.
Sanar lleva tiempo. Más del que imaginé, y el camino no siempre es hacia arriba, libre de piedras y baches. Hay subidas, y caídas abruptas que te arrebatan el aliento. Hay noches que parecen aterradoras, de completas tinieblas, pero también hay días soleados, días en donde los rayos del sol son tan fuertes, que dan más calor del que es necesario.
Y todo eso, está bien. Está absolutamente bien.
Cuatro años antes, no pude haber imaginado que estaría volviendo a casa luego de haber concluido la carrera que me ha apasionado desde siempre.
No imaginé que estaría conduciendo a una casa, con una familia esperando por mí.
Nunca imaginé que llegar a casa se sintiera tan bien, tan reconfortante y emocionante el mismo tiempo. Estaciono justo en la entrada de mis padres, y bajo del auto ajustándome el abrigo.
La nieve cae, y el clima frío de Portland me da la bienvenida otra vez. Bajo las maletas de la cajuela, y observo por algunos instantes más la casa antes de caminar hacia la entrada.
Abro la puerta, el silencio me recibe mientras me deshago de la nieve sobre el abrigo y me limpio las suelas de los zapatos antes de entrar.
—¡Mamá, papá, he vuelto! —mi voz resuena por la casa, pero no hay ninguna respuesta.
Tomo el celular, mirando si no hay ningún mensaje avisando que no estarán en casa.
Solo hay un par de mensajes de Colton, diciendo que llegará la semana entrante y que espera que podamos reunirnos, y varios de Nate.
—Qué buena bienvenida luego de estar cuatro años lejos —murmuro para mí mismo atravesando la sala.
—¿Lessy? —inquiero deteniéndome en el borde de las escaleras—. De haber sabido que no encontraría a nadie, hubiese pasado a saludar a Halley.
Resoplo. Me quito el abrigo porque la casa está lo suficientemente cálida como para no necesitarlo, y lo dejo en el respaldo del sillón de la sala.
Miro a mi alrededor, la casa sigue igual. La última vez que estuve aquí fue la navidad pasada, luego mis padres viajaron a DC para la graduación, y ahora estaba aquí, de vuelta a mi hogar.
Me debato sobre si enviarle un mensaje a Halley, habíamos roto el año pasado, debido a nuestra incapacidad para tolerar la distancia, las discusiones se hicieron más frecuentes, y la presión cayó sobre nosotros. No estábamos dispuestos a arruinar lo que teníamos, no deseábamos hacerlo, así que lo decidimos, fue un acuerdo mutuo que tomamos cuando la visité en Yale, pero aún con todo eso, fue como si no lo hiciéramos. Solamente nos deshicimos del título.
Prometí llamarle tan pronto estuviese en la ciudad, porque ella llegaría unos días después y queríamos reunirnos.
Y la extrañaba tanto que la idea de llamarla me consume por completo, pero no lo hago.
Camino hacia la cocina, todas las luces están apagadas y a pesar de que es casi medio día, gracias a que salí súper temprano de DC, las cortinas corridas brindan un poco de oscuridad.
Parece como si alguien hubiese limpiado extremadamente bien. Me encamino hacia las escaleras olvidando las maletas en la sala, y voy hacia mi habitación.
Todo sigue igual, tal y como lo dejé la última vez que estuve aquí. Corro la tela que cubre las ventanas mientras tomo el celular para llamar a papá e informarle de mi "esperada llegada", como él la llamó.
Sin embargo, antes de poder presionar el botón y llamarlo, algo capta mi atención.
Una pequeña caja, que está sobre la cama perfectamente tendida. Un lazo rojo se encuentra en la parte superior, y me acerco con lentitud.
El corazón se me acelera, se dispara de tal forma que creo que sufriré un colapso, porque ahí, justo en el medio, está una caja con muffins de chocolate.
La tomo con una sonrisa emocionada en el rostro, y una pequeña tarjeta cae. La tomo con suavidad, mis dedos acarician la caligrafía perfectamente reconocible.
"Te dije que tu paraíso estaría esperándote para cuando decidieras volver"
—Y no mentí —volteo, Halley está ahí, sonriendo de una forma tan radiante que me arrebata el aire.
Sigue siendo ella, pero al mismo tiempo luce tan diferente, su cabello está mucho más corto, ahora apenas le roza el hombro y tiene mechones oscuros que se pierden con la cabellera rubia.
—Hola, mi cariño —susurra con emoción y el corazón me da un vuelco furioso.
Dejo la caja de muffins de nuevo en la cama y elimino la distancia que hay entre nosotros. La abrazo con fuerza, con un agarre firme tentándome ante la idea de no soltarla jamás.
—Por Dios, sí que te eché de menos —susurro estrechándola contra mí—. Te extrañé tanto, Hallie.
Se aparta, sonríe mientras coloca una de sus manos a un costado de mi rostro.
—Luces igual de apuesto —expresa riendo.
—Y tú igual de bella —admito.
Guardamos silencio, por apenas una fracción de tiempo antes de que la tentación de apoderarme de sus labios me envuelva y no dudo en hacerlo.
El sentimiento explota en mi pecho, lo hace con tanta fuerza como no lo ha hecho jamás. Porque estuvieron retenidos durante largo tiempo, esperando el momento para desbordarse y lo hicieron justo ahora.
Con ella, con la chica que me ha hecho perder la cabeza por completo.
—Sí que te extrañé —dice antes de volver a besarme, enrosca las manos alrededor de mi cuello y se apega aún más si eso es posible.
—Pero, ¿no volvías dentro de algunos días? ¿Cómo...?
—Puede que haya mentido —dice con una sonrisa inocente—. Llegue hace un par de noches.
Me aparto solo para conseguir mirarla mejor. Aún lleva el dije colgando de su cuello, reluciendo tanto que me hace sonreír.
—Tu paraíso siempre va a estar aquí —susurra envolviéndome con sus brazos—. Ya no hay necesidad de espacio, D. No hay necesidad de detener algo para no arruinarlo, porque no quiero detenerlo nunca más. No me importa si ocasionamos un desastre, quiero hacerlo solo si eso significa que volveremos a estar juntos.
—Entonces hagamos un desastre —murmuro antes de besar sus labios, confirmándole mis deseos—. Hagamos el mayor desastre que alguien ha hecho jamás.
Sonríe antes de atrapar mis labios entre los suyos en un beso desesperado, en uno que refleja toda la pasión acumulada y retenida por meses, ambos retrocedemos y me tomo el tiempo de apartar la caja de muffins antes de caer sobre ellos y arruinarlos.
El cuerpo de Hallie cae sobre el colchón, sonríe con picardía mientras me toma del cuello y me atrae hacia su cuerpo.
Antes de que podamos hacer algún movimiento más, las voces en la planta baja se dejan oír.
Ambos soltamos un soplido.
—Llegaron antes de lo planeado —dice Halley.
Sonrío, tomándome el tiempo de plantar mis labios sobre los de ella y luego me aparto.
—Si no bajamos subirán —le advierto y ella ríe. Tomo una de sus manos mientras tiro de ella y la conduzco fuera de la habitación.
Tan pronto asomamos por las escaleras, veo a todos.
—¡Cariño! —mamá exclama con entusiasmo y rompo el agarre en la mano de Halley solo para conseguir llegar más rápido hasta donde se encuentra.
—Hola mamá —saludo aceptando el abrazo que me da, me estrecha contra su cuerpo y la calidez me envuelve tanto que no quiero apartarme, pero lo hago cuando el grito emocionado se deja oír.
—¡Oh, mi persona favorita! —exclamo cuando Lessy se lanza hacia mí.
—¡Volviste! —dice en un chillido emocionado, la recibo en brazos y sonrío con más entusiasmo—. ¿Volverás a irte, Dereck?
—Ya no más —le aseguro.
—Queríamos estar aquí, pero alguien tenía una sorpresa —Papá mira hacia Halley por un corto tiempo antes de mirarme—. Bienvenido a casa, hijo.
—Gracias, pa —lo abrazo con fuerza antes de apartarme—. ¿Y dónde está el torbellino?
Papá señala la entrada, y ahí está, mi hermano menor.
—Sabes que adora la nieve —expresa—. Pero en cuanto te vea...
Un grito emocionado se escucha, y me coloco en cuclillas para recibir al pequeño Landon en brazos.
Sus risos rubios se mueven y ríe cuando lo elevo un par de veces. Landon está por cumplir los dos años, y junto con Alessia, parece que estaban por acabar con nuestro padre.
—Gema vendrá en unos momentos —expresa—. Austin está más que emocionado por verte y Noah también.
—Será grandioso verlos a todos —admito.
Luego del recibimiento, mi atención pasa a Halley. Al parecer papá había organizado una comida y Caleb vendría en un rato, pese que estaba feliz de verlos a todos, quería pasar un tiempo con Halley.
Poco más de un año fue cuando nos vimos por última vez, un año que se sintió como una eternidad, como si el tiempo se hubiese detenido, y todos continuaron, excepto nosotros.
—¿Crees que sea de mala educación dejarlos aquí? —inquiero—. Podemos ir a la habitación y...
—Créeme que muero por terminar lo que estábamos por comenzar —admite con una sonrisa juguetona—. Pero tu familia te ha echamos de menos, creo que tendremos suficiente tiempo para eso.
Así que, sin más remedio, le hago caso.
Un par de horas más tarde todos nos encontramos en el jardín trasero, Gema había llegado con Austin y Noah, y Caleb también lo hizo.
—De no tener hermanos, pasé a tener cuatro —expreso con una sonrisa mirando a los niños corretear por el jardín.
Hallie ríe a mi costado.
—Eso es bueno —manifiesta—. ¿Has pensado que harás ahora que la universidad ha concluido? ¿Aceptaras el trabajo en DC?
—No lo sé —admito—. No es mi plan trabajar en la universidad.
—Es Washington, tendrás un gran puesto.
—Lo sé, pero...—suspiro—. Pero quiero algo más, quiero tener mi galería, sabes que he estado trabajando en eso desde el último año, y aceptar el puesto, me reduciría los tiempos.
Toma una de mis manos, entrelazando nuestros dedos.
—Y no quiero dejarte de nuevo —añado—. He pasado tanto tiempo apartado de ti, que no quiero volver a hacerlo.
Asiente levemente, aparta la mirada y por la expresión, sé que algo ocurre.
—¿Hay algo de lo que no esté enterado?
—Bueno, tengo una oferta de trabajo —murmura con un aire emocionado—. En DC.
—¿En DC?
Asiente.
—Es un puesto en el museo, en el departamento de Conservación y mantenimiento de obras de arte. Me da la libertad de ser independiente también, así que podré continuar con mis obras.
—Eso es genial —admito—. Es increíble, Hallie.
—¿Crees que haya posibilidad de que esa galería, esté en DC?
Sonrío. El agarre en mi mano se vuelve firme, y conozco la respuesta. Porque es exactamente la misma idea que me llenaba la mente.
—¿Tú y yo en DC?
—Tú y yo en DC —afirma—. Siendo unos artistas, creando el arte más bello jamás expresado, y siendo felices. ¿Qué te parece?
La miro, hay un brillo emocionado en sus ojos, un aire diferente brota de ella.
—Me parece la gloria.
Me inclino hacia ella, rozando sus labios contra los míos y disfrutando de la sensación.
—Quiero una vida entera contigo, y comenzarla en DC, suena como un muy buen comienzo.
Hemos pasado el tiempo suficiente en el jardín así que Halley no pone objeción cuando le sugiero volver a la habitación. Esta vez no hay interrupciones, no hay nada más que nosotros dos intentando recuperar el tiempo, intentando saciar el deseo que se desborda con fuerza.
—Te amo tanto —susurro mirándola—. Y esto va a ser nuestro comienzo, Halley.
No fueron necesarios setenta y cinco años para volverla a encontrar. La tenía aquí, conmigo, y juro por lo más valioso de mi vida que nunca la dejaré ir.
Porque, ¿Quién querría abandonar el mismo paraíso? Estoy seguro que nadie. Y yo no voy a ser la excepción.
Ahora, en este preciso momento mirándola sonreír hacia mí, observándola devolverme la mirada llena de sentimiento, lo entiendo.
Lo nuestro fue más que atracción, mucho más que un deseo físico. Somos lo real, somos aquello que juraba destruirnos pero que al final nos convirtió en fortalezas indestructibles.
Fuimos algo mortal dentro de un paraíso creado para nosotros dos. Fuimos aquella atracción que nos unió en un mismo punto.
Fuimos, somos y seremos, aquella salvación en medio de una inexplicable atracción mortal.
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¡Nos faltan dos extras, esto aún no se acaba!
Subiré el extra 1 mañana, y el 2 el viernes. ¡Estén pendientes!
Ahora sí, espero que lo hayan disfrutado tanto como yo, y ahora me iré a contener la emoción que me da haber llegado a este punto, chau.
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