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8.- Muffins.


"Si conociéramos el verdadero fondo de todo tendríamos compasión hasta de las estrellas."

Oh, no. Esto definitivamente no estaba pasando. Era la noche del baile de bienvenida, ¡se suponía que todo resultaría perfecto!

Dereck me observa con molestia, con tanta como nunca antes nadie me ha mirado. Y entre la sorpresa de verlo bañado con el refresco que debía ir a parar en Gerald y no en él, y con la vergüenza, no puedo hablar.

—Joder, esto es lo único que faltaba —masculla para sí mismo. Parece buscar a alguien, una palabrota brota de él mientras observa a nuestro alrededor.

—Yo...lo lamento...eso no era para ti —me disculpo.

Él repara de nuevo en mi presencia.

—Como sea —dice mientras avanza por el pasillo.

—¡Oye, lo lamento! —apresuro mis pasos hasta llegar a su costado. Él no se detiene, camina con prisa hasta el estacionamiento y solo en ese punto parece encontrar a quien busca.

Sigo su mirada, observa a Lucie, la capitana de las porristas y a otra chica de la cual no sé el nombre. Solo en ese punto me percato de la pequeña mancha de labial rojo que tiene en los labios.

Dereck vuelve a maldecir, gira con rapidez y debido a que me encuentro detrás de él, su cuerpo choca contra el mío.

—Oh, Dios ¿me estás siguiendo? —inquiere con molestia—. ¿No tienes suficiente con lanzarme un vaso de refresco?

Limpia su rostro con la manga del saco que trae puesto, y camina de regreso hacia el interior de la escuela.

—Oye...

—¿Qué? —grita volteándose hacia mí. Abro el bolso de mano, sacando uno de las toallitas que traigo conmigo y se la ofrezco. Él arruga la frente.

—Tienes...labial —señalo sus labios.

Resopla, casi arrebatándome la toallita de las manos y elimina el rastro de labial.

—¿Esa era tu novia? —cuestiono. Lo observo quitarse el saco, y luego abrirse los botones superiores de la camisa.

—Esa es mi mejor amiga —informa.

Ladeo la cabeza.

—¿Y te has besado con tu mejor amiga? —inquiero arqueando una de mis cejas.

—¿Y eso a ti que te importa? —inquiere con brusquedad—. Lo que me lleva a preguntar ¿Qué haces aquí todavía?

Mientras habla toma la tela de la camisa y comienza a tirar de ella, como si quisiera secarla con el leve movimiento.

Volteo a los pasillos, nadie más excepto de nosotros se encuentra. Debería volver adentro con Melody y Aideen, pero no lo hago.

—Dime que lo que sea que me tiraste encima se quita —dice observando la tela de la camisa que comienza a tornarse un tanto café.

—No seas dramático, solo es refresco —admito—. No era para ti, que eso quede claro.

—Tengo una duda ¿por qué le lanzarías refresco a alguien? —inquiere cruzándose de brazos.

Suspiro.

—El imbécil de Gerald estaba molestando, al parecer no toleraba el hecho de que fue suspendido por mi causa, así que cuando quiso sobrepasar el límite, lo único que encontré para alejarlo fue lanzarle el contenido del vaso.

—Que acabó sobre mí —dice.

—Que acabó sobre ti —concuerdo—. Lo siento.

—Has dicho tantas veces "lo siento" desde que nos conocemos, que he perdido la cuenta —una ligera sonrisa se filtra en sus labios. ah

Ahora ya no luce molesto, su rostro está relajado mientras mantiene la mirada fija en mí.

Lo observo con detenimiento. Dereck es apuesto, no la clase de chico que sobresale entre la multitud, o aquel que capta la mirada tan solo aparecer, pero es apuesto.

El cabello que normalmente lleva un tanto despeinado, hoy se encuentra perfectamente acomodado, la camisa blanca se ajusta a su cuerpo y el pantalón negro junto con los zapatos de vestir le brindan un aire más elegante.

—Lo siento —repito.

Soy consciente de la manera en la que retiene la sonrisa. Un pequeño hoyuelo se marca en cada una de sus mejillas cuando deja salir el gesto, la mandíbula marcada, la nariz perfilada y el par de ojos marrones forman un conjunto perfecto.

—¿Tengo algo más en el rostro aparte de refresco? —inquiere divertido.

Parpadeo con rapidez, saliendo del pequeño trance en el que había entrado y sacudo la cabeza.

—¡Ahí estás! —un grito nos hace voltear—. Amigo ¿Qué carajo...?

Colton Harrison se detiene frente a nosotros, intercala miradas entre mi persona y su amigo, y luego se cruza de brazos.

—Creí que fuiste detrás de Jen —reclama.

—Lo hice, pero tu novia ya estaba con ella cuando llegué al estacionamiento.

—¿Qué te pasó? —pregunta señalando la camisa.

La atención de Dereck vuelve a mí y tengo la tentación de encogerme de vergüenza.

—Alguien decidió que era una grandiosa idea aventar refresco sin fijarse adecuadamente —reprocha, sin embargo, ya no hay molestia en su voz.

—Halley ¿no es cierto? —dice Colton dando un par de pasos para acercarse.

—Así es —confirmo con una sonrisa amable—. Y tú eres Colton.

—Todos saben mi nombre.

Observo a Dereck Rodar los ojos.

—Bueno, me voy —dice colocándose el saco otra vez—. ¿Te vienes, Colton?

—Claro, porque nuestras parejas nos han abandonado —un gesto melodramático por su parte me hace reír.

—Adiós, Halley —se despide Dereck.

—Lo siento por la camisa.

Su amigo se ha adelantado algunos pasos, pero él gira con una sonrisa tirando de sus labios.

—Tal vez si tienes otro par de muffins de chocolate, decida olvidarlo —condiciona—. Porque estuvieron buenísimos.

—Lo tendré en cuenta —él parece satisfecho con eso, eleva la mano y me da la espalda.

Y yo me quedo ahí hasta que Dereck sale del pasillo, y dejo de mirarlo.

Melody parlotea a mi lado sobre lo ridículo que es hacer muffins por segunda ocasión para un chico al que apenas conozco. Tomo una inhalación, viéndome en la necesidad de recodarme que la chica con la voz molesta a mi costado es mi mejor amiga.

—De acuerdo, necesito que te calles —exijo girando hacia ella.

Mi amiga en vez de hacerme caso, señala un punto detrás de nosotros.

—Ahí está —informa. Giro, observando de quien habla.

Dereck camina con prisa por el pasillo, justo hacia donde nos encontramos. Coloco una sonrisa en los labios mientras avanzo, conforme la distancia se acorta, soy consciente de que está enojado. Su amigo también lo parece, Colton habla bajo como si no quisiera que los demás escuchen lo que dice, y solo cuando están lo suficientemente cerca, reparo en el moretón que Dereck posee en el pómulo izquierdo.

Sin embargo, no me detengo. Elevo la mano con ligereza para captar su atención, pero ambos chicos cruzan de largo sin siquiera inmutarse.

Me quedo de pie a mitad del pasillo, observándolos caminar hasta la que se supongo es su aula de clases, y tras un par de instantes, Colton vuelve a salir luciendo más enojado que antes.

—Seguro no te ha visto —dice Melody a mi lado—. Se le notaba apresurado.

—Si —respondo—. Seguro.

Así que durante el par de clases siguientes me veo en la necesidad de cargar la caja conmigo. Compartimos la clase de historia, pero incluso ahí Dereck parecía gritar por todos medios "no te atrevas a molestarme".

No me acerco, el cambio de clases llega y no volvemos a cruzarnos, hasta la salida. Dudo en acercarme, los muffins siguen intactos gracias al cielo.

La tentación que tuve de deshacerme de ellos fue tan grande que casi accedí a las súplicas de Aideen y Melody para que permitiera que se los comieran, sin embargo, aquí me encontraba. Con la caja de Muffins en manos y tratando de convencerme de que nada malo resultaría.

Aunque recapitulando nuestros encuentros, apenas uno de ellos había resultado bien, sin involucrar gritos y refresco de por medio.

—Hola—. Dereck eleva la vista. Arruga el entrecejo al mirarme.

—Halley —dice y parece haber regresado a esa actitud suya en donde nada le interesa.

Como si quisiera demostrarlo, se gira liberando el casco de la motocicleta. Cuando nota que aún permanezco a su lado, me observa con intriga.

—Ah, si —murmuro—. Esto es para ti—. Extiendo la caja hacia él, Dereck la mira, tal y como lo hizo la primera vez antes de tomarlos.

Algo parece activarse en él porque de pronto, una leve sonrisa aparece en sus labios.

—No hablaba en serio —dice apartándose de su motocicleta. Teniéndolo cerca el moretón luce más serio, me obligo a dejar de mirar la marca en su rostro y fijar la atención en sus ojos.

—Bueno, espero que no haya necesidad de más muffins —él ríe. Un sonido ligero brota de sus labios mientras toma la caja y la examina—. Intenté dártelas esta mañana, pero creo que no me vista.

El luce confundido.

—¿Esta mañana?

—Si, en los pasillos, lucías apresurado así que...no importa —finalizo—. Fue todo un reto conservarlos hasta ahora.

—Oh, si —sacude la cabeza—. Estaba algo...distraído.

Mi madre me repitió muchísimas veces que no debía inmiscuirme en asuntos que no eran de mi incumbencia, que un día me ganaría problemas, pero mi atención viaja de nuevo hacia el moretón.

—¿Qué te ocurrió? —señalo.

Él se toca el sitio que he señalado, una mueca se posa en sus labios antes de responder.

—Un pequeño altercado, nada importante —se encoge de hombros, como si quisiera restarle importancia.

—¿Él otro resultó peor? —mi pregunta lo incomoda, y me reprendo al instante.

—Me temo que no —confiesa. Se aclara la garganta, fija la atención en la caja entre sus manos antes de ser capaz de mirarme otra vez—. Gracias.

—No hay de que, es un método de compensación.

Asiente. Se coloca el casto y sube a la moto,

—Nos vemos. —Cuando el motor enciende y está por marcharse, lo llamo. —. ¿Sí?

—¿Ya tienes pareja para el reporte de Historia? —cuestiono.

—¿Historia?

—Sí, el profesor...

—Sí, sé lo que el profesor dijo, lo que quiero preguntar es ¿qué...?

—Yo estoy libre, por si ya sabes, quieres que hagamos el reporte juntos.

Vuelve a quitarse el casco, ahora me observa como si quisiera entender algo. Ladea la cabeza con ligereza mientras entrecierra los ojos.

—¿A qué se debe todo esto? —inquiere.

—No te vendría mal tener a la mejor de la clase como compañera.

—Oh, que modestia —objeta con diversión—. Me va bien en Historia, por si no sabías.

—¿Aceptas o no?

—¿Habrá muffins de por medio? —inquiere.

Sonrío.

—No lo sabrás si no aceptas.

Sacude la cabeza, su cabello se mueve con ligereza cuando lo hace y algunos mechones se le cruzan por la frente.

—Supongo que sí, no me vendría mal exentar nota —dice con aire de suficiencia.

Esta vez los dos reímos con la respuesta.

—Nos estamos viendo entonces —me despido alejándome algunos pasos. Dereck asiente antes de colocarse el casco. —. Aguarda.

Rebusco en la mochila un trozo de papel y una pluma, escribo con rapidez mí número de celular, y se lo tiendo.

—No sabía que hacer reportes involucraba intercambio de números telefónicos —bromea.

—Solo para lo necesario —advierto. Lo observo sonreír con ligereza, baja el visor del casco y eleva una de sus manos antes de girar y salir del estacionamiento.

Darle mi número de celular no había sido con otra intención más que el contacto para el reporte, aunque, tomando en cuenta eso ni siquiera sabía porque le había ofrecido trabajar juntos. Aideen se volvería loca en cuanto lo supiera, tendría que pensar en algo para que mi amiga no creyese que comenzaba a remplazarla.

No mantenía esperanzas de recibir un mensaje o algo por su parte, sin embargo, apenas un par de horas después, una notificación aparece en la pantalla de mi celular.

"Definitivamente tiene que haber muffins de por medio. Son buenísimos"

—D.

Una fotografía adjunta con el muffin de chocolate a medio comer aparece. Y luego otra, con un niño pequeño sosteniendo otro y la boca manchada de chocolate.

"Y no soy el único que lo piensa".

Sonrío, intentando no parecer demasiado ridícula con el gesto y tecleo la respuesta:

"Entonces definitivamente los habrá" 

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