54.- La vida más bonita.
«El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.»
—Jorge Bucay
—Me hice cargo —expresa Luke—. Está en el cementerio de la ciudad, tiene su lápida ahí, por si algún día quieres...ir.
—Quiso matarme, más de una vez —mascullo—. No planeo ir a su maldita tumba.
—Dereck...
—No —interrumpo sus intentos de hablar—. No merece que si quiera piense en él. Halley está cada día más débil por su culpa, él quiso arrebatármela, Luke. Él realmente quiso quitarme todo.
—Sé que no hay una explicación para lo que intentó hacer —murmura—. Pero ¿no lo ves? Nunca superó la muerte de Julieth, Dereck. Él jamás pudo dejarlo ir.
—¿Qué culpa tenía yo en eso? —inquiero—. ¿Qué clase de persona intenta asesinar a su propio hijo en más de una ocasión?
—Alguien que está completamente roto, Patrick enfrentó un dolor solitario, y ese es el peor. Ese que no se expresa, ese que está ahí, destruyéndonos con cada día que se guarda. No creo que él se diera cuenta, pero al final eso acaba con nosotros. Habías conseguido avanzar, no quiero que te quedes con el resentimiento y la ira hacia él, lo mereces hijo.
Aparto la mirada.
—Mereces ser feliz, mereces todo lo bueno que la vida pueda ofrecerte. Mereces disfrutar de cada segundo sin preocupación —continúa—. Has pasado por tanto siendo tan joven, así que no le des oportunidad de que te quite la felicidad. Él ya no puede quitarte nada más, no le des el gusto de que te haga infeliz.
—Realmente no se si haya acabado todo —manifiesto—. Porque Halley no está bien, Luke. Lo sabes, los médicos...
—Los médicos están haciendo su trabajo, y eso involucra que también sean crudos y sinceros, no van a darnos una falsa esperanza, pero no quiere decir que todo esté perdido, confía en que va a recuperarse.
Eso es lo que hago, eso es lo único que puedo hacer.
Me siento tan solo un poco mejor cuando Sebastián llega. Parece ser que Luke lo había llamado por la muerte de Patrick, pero fue Luke en realidad quien se encargó de todo.
Esta vez Sebastián no vino solo, Lindsay su esposa vino con él. Una mujer amable, que me hizo confirmar una vez más que eran buenas personas.
Gema también vino. No habíamos hablado demasiado, con todo lo que había ocurrido olvidé por completo que el hijo que llevaba, también era mi hermano.
—Es muy parecido a ti —murmuro mirando la fotografía.
—No lleva el Jones —expresa.
—No tiene porqué —le sonrío—. Yo tampoco soy Jones.
—Cierto —responde—. Nunca me disculpé, por no hacer algo al respecto.
Niego un par de veces.
—No tienes que hacerlo, sé que Patrick era...demasiado convincente. No te culpo por nada de lo que ocurrió, y me alegra realmente que estén bien.
—Austin te echa de menos, tal vez un día puedas venir de visita. Siempre serás bien recibido —asegura.
Una parte de mí realmente quería creer que todo iba bien, todo parecía ordenarse, todo excepto la recuperación de Halley.
Los días pasaron, tuve que permanecer en el hospital por la lesión del hombro. Los ligamentos fueron dañados con severidad, y los leves temblores del brazo eran consecuencia de eso.
No quise pensar que sería permanente, quería hacer cerámica, no podría hacerlo con un pulso de mierda. Con un temblor que aparecía de la nada.
Quería mantenerme positivo, quería pensar y convencerme que la recuperación de Halley llegaría.
Pero una semana después, no lo estaba. Yo salí del hospital, ella se quedó.
—Sus pulmones están débiles —dice Viviane con la voz apagada—. Han intentado de todo, pero el izquierdo parece estar a punto de colapsar. Dicen que, si se salva, tal vez tenga que usar un tanque de oxígeno de por vida.
—¿Cómo que...como que si se salva? —los padres de Halley me miran.
—Ella está muy débil cielo —susurra Viviane—. Todos queremos pensar que va a salvarse, pero...pero también somos conscientes de que está demasiado débil.
Me aparto con brusquedad, retrocediendo y sintiendo que el aire me abandona.
—Dereck...
Luke intenta detenerme cuando le doy la espalda, encaminándome al pasillo que conduce hacia la habitación de Halley.
—Dereck, espera —masculla—. Dereck...
La voz de Andrew lo detiene, diciendo algo sobre permitirme entrar. Ignoro a ambos y solo camino con rapidez hacia donde ella se encuentra.
—D —susurra apenas abro la puerta. Su sonrisa titubea en cuanto se da cuenta de que la miro.
—Hallie...—me acerco hasta colocarme al borde del colchón—. Hallie tienes que recuperarte.
—Te lo han dicho ¿no es así? —inquiere débilmente, asiento tomando su mano en un gesto firme.
—Y no puedo aceptarlo, porque vas a recuperarte, vas a estar bien.
—Dereck...
—No, Halley, tienes que estar bien.
—Mi cariño —susurra extendiendo una de sus manos para acariciar mi rostro.
Mis ojos se humedecen en cuestión de segundos ante la aterradora idea de perderla.
—Vas a recuperarte.
Ella permanece en silencio por unos minutos, aparta la mascarilla de oxígeno y fija la mirada en mí.
—Una vez preguntaste que significaba Halley, ¿aún quieres saberlo?
—Si quieres decirlo ahora, estaré encantado de escucharlo —afirmo obligándome a mí mismo a recomponerme.
—Significa...—toma una corta inhalación—. Significa cometa visible cada setenta y cinco años.
Cierra los ojos por una fracción de tiempo que me aterra.
—Ya fui visible una vez —su voz se vuelve más débil—. Volveré a serlo, ¿me esperarás hasta entonces?
Algo me desgarra por dentro, un dolor agudo que me llena por completo, mis ojos arden y la visión es borrosa.
—Hallie...
—Necesito...saberlo —pide—. Dímelo.
—Te esperaré hasta entonces —murmuro con voz rota.
Sonríe. Lo hago también, pero en realidad estoy mintiendo. Porque no quiero esperar setenta y cinco años, no quiero buscarla en otra vida. No quiero reencarnar en nada más para estar con ella.
La quiero aquí, ahora, en esta vida. La necesito conmigo.
Quiero vivir con ella, no con su recuerdo.
—Necesitaba decirte esto —susurra—. Porque D...
—No, no lo digas —suplico—. No toleraría escuchártelo decir.
Sus ojos se cristalizan. Esos dos mares grises profundos que, a pesar de todo, siguen brillando.
—Eres un ángel, D —susurra cada vez más débil—. Debes volar lejos de este infierno.
Extiendo una de mis manos, consiguiendo acariciar su rostro.
—Prométeme que vas a encontrar tu paraíso.
—Ya lo he encontrado —susurro—. Y no quiero abandonarlo nunca.
El torso me duele cuando me inclino hacia adelante pero no me importa, el contacto de sus labios se siente como una fuerza extra, es suave, tanto que me envuelve y no quiero apartarme, pero lo hago.
—Halley Williams, tú eres mi paraíso.
Sonríe, de una forma que me desgarra el corazón.
—Espera por mí, ¿sí?
—Hallie...
Se desvanece frente a mí, la maquina al costado emite un sonido.
—Hallie...—el cabestrillo del brazo me impide tomarla, pero sacudo con ligereza su cuerpo con el brazo que tengo libre—. No, no, Hallie por favor. No te vayas, Hallie...
Un grito aterrado brota de mis labios en ese punto cuando me doy cuenta de lo que ha ocurrido. Me aferro a ella, ignorando todo dolor físico.
—¡No te vayas! —suplico—. Prometiste que no me abandonarías, ¡Hallie no te vayas!
No sé en qué punto los doctores entran, no sé en qué punto me apartan de su cuerpo.
Me siento destrozado, furioso, me siento tan perdido como nunca.
—¡Tienen que salvarla! —suplico en un grito aterrado que me arrebata el aire—. Tienen que salvarla, por favor.
No puedo perderla, no puedo hacerlo. Si ella se iba, si Halley también se marchaba, haría hasta lo imposible por correr tras ella.
Y nada iba a impedirlo.
Era consciente de que no volvería a ser el mismo.
Con todo lo que había pasado, era imposible serlo.
Una parte de mí pareció ser apagada para siempre. Al salir obligado de esa habitación, al ver a los médicos rodearla con prisa, intentando traerla de vuelta, algo en mí se apagó.
—Dereck...—la voz dulce de Less me llena—. Dereck tienes que comer algo.
—No quiero nada —mascullo.
—Al menos descansa...
—No —respondo con firmeza—. No me iré a ningún sitio hasta saber que ella está bien.
—Cielo...
—Me quedo —respondo con firmeza—. Necesito quedarme.
Less no replica, por el contrario, toma asiento justo a mi costado. Dirijo la mirada al reloj, hace aproximadamente dos horas que Halley ha entrado a cirugía, tiempo en el que no he dejado de pensar una y otra vez que todo esto es culpa mía.
No lo he dicho en voz alta, claramente, porque entonces todos empezarían a intentar convencerme de lo contrario, pero en este punto, nada podría conseguirlo.
—¿Por qué todo se jode cuando las cosas comenzaban a ir bien? —inquiero en un susurro—. Era el día de nuestra graduación, se suponía que debía ser recordada como la mejor noche de nuestras vidas.
—No tengo una respuesta para eso —responde con suavidad consiguiendo que la mire—. Porque yo también me he hecho la misma pregunta, intentando averiguar la misma respuesta. Yo también he pasado horas y horas preguntándome porque cuando todo va bien, la felicidad no es duradera.
Un corto silencio se instala entre nosotros.
—Pero, ¿sabes de que me di cuenta? —inquiere—. Que son esos momentos difíciles, donde aprendemos a valorar más las cosas que tenemos. Que son esos momentos en donde todo parece estar completamente jodido cuando nos aferramos a la esperanza, cuando recordamos que no somos invencibles.
—Creo que la vida no ha dejado de recordarme una y otra vez que no soy invencible —mascullo—. Yo realmente la amo, Less. La quiero tanto que no imagino...
Extiende una de sus manos para tomar la mía.
—Y ella te ama con la misma intensidad —asegura—. Y un amor como ese, Dereck, un amor que se siente con tanta fuerza, no se pierde nunca. Una vez alguien dijo, cuando la noche se vuelve más espesa, es solo porque el sol pronto va a aparecer.
—Solo quiero ser feliz.
Less ladea la cabeza, mirándome con una comprensión como nunca antes lo ha hecho. El agarre que mantiene en mi mano se vuelve más firme, dándome un poco de calidez.
—Lo serás —susurra—. Ambos lo serán, porque lo merecen, porque merecen tener una vida extraordinaria, cariño.
Merecemos una vida extraordinaria.
Me lo repito una y otra vez mientras aguardo en la sala de espera, mientras permanezco ahí intentando convencerme de que al final, todo resultaría bien.
De que la vida me había torturado lo suficiente como para arrebatármela.
No sé en realidad cuanto tiempo pasa, dentro de la sala de espera de un hospital el tiempo se detiene, se congela, como si nada importara más que esperar la noticia que tanto se anhela escuchar.
Después de lo que parece ser una maldita eternidad, la respuesta llega. Y aunque no fue tan favorable como todos esperamos, era un alivio saber que seguía viva.
Que ella sigue con vida.
No entro de inmediato a la sala, permanezco aguardando a que los padres de Halley lo hagan, e intento no perder la cabeza cuando demoran más tiempo del que me gustaría.
Luke insiste en que debemos volver a casa, en que debo de descansar porque yo tampoco me he recuperado del todo, pero me niego. No quiero marcharme sin antes verla, sin asegurarme de que va a estar bien.
Todo indicaba que lo estaría, la cirugía de emergencia cumplió su propósito y los médicos esperaban que Halley pudiera respirar sin necesitar la máscara de oxígeno, dijeron que, si todo salía bien, sanaría con el tiempo.
Y yo necesitaba que así fuera, la necesitaba bien, con vida.
Luego de varias horas más, al fin puedo verla. Luce igual que la última vez que estuve aquí, tan vulnerable, tan frágil.
Siempre he pensado que Halley demuestra más valentía que cualquier otra persona que he conocido, tan dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar a las personas que ama.
Sin ella, probablemente no estaría aquí. Sin ella, tal vez nunca hubiese salido del infierno en el que me encontraba.
—Si pudiera hacer cualquier cosa para salvarte...—susurro acariciando su cabello —si pudiera hacerlo, Hallie, te juro que no dudaría en salvarte. En hacer por ti lo que tú has hecho conmigo. Ofrecería mi vida por ti sin dudarlo, pero no quiero que eso ocurra, porque te amo, porque no imagino una vida sin ti. Porque merecemos la vida más bonita que alguien pudiera imaginar.
Tomo su mano con firmeza.
—Porque quiero una familia, quiero hacer todas esas cosas que tu tanto deseas, quiero ser feliz contigo. Quiero que seamos felices —dejo un suave beso sobre su mano—. Quiero que abras los ojos.
La miro, su pecho sube y baja en un suave movimiento.
—Nos merecemos una vida maravillosa, Hallie —susurro—. Así que tienes que recuperarte.
Paso tanto tiempo en la habitación como me es posible. Viviane entra luego de un par de horas y ambos aguardamos en silencio. El hecho de que no me culparan por lo que había ocurrido solo me hacía sentir, irónicamente, más culpable.
—¿Sabes algo, Dereck? —inquiere Viviane con suavidad—. El día que te conoció, llegó a casa hablando de un chico que la había ignorado, tanto que estaba molesta por eso.
El recuerdo de nuestros primeros encuentros viene a mi memoria.
—Luego, cuando ocurrió lo del encuentro con el director y volvimos a casa, solo decidió hacer muffins —continúa. —Recuerdo que dijo "alguien me dijo esta mañana que no debo obligar a las personas a ayudar, así que necesito disculparme". No sé qué le hiciste —una suave risa brota de ella—. Pero mi Halley se volvió una chica más feliz desde que le aceptaste los muffins de chocolate.
Se limpia una lagrima y me mira.
—Andrew y yo consideramos que nuestra niña no podría estar con un mejor chico —admite—. La mereces completamente.
—Creo que soy muy afortunado —admito en un susurro emocionado—. Me ha salvado de todas las formas posibles, ha sido la única persona que se ha mantenido conmigo, incluso cuando me encontré al borde del precipicio, y la amo, muchísimo e intento ser una mejor persona para ella.
—Ya eres la mejor persona para ella —afirma.
Le dedico una mirada cargada de agradecimiento porque no soy capaz de hacer o decir nada más.
Para cuando la noche cae, sé que debería marcharme. El hombro me duele, la herida del abdomen también y el dolor comienza a volverse poco tolerable.
Me incorporo, caminando hasta la cama y me inclino para dejar un beso en su frente.
—Volveré por la mañana —susurro. Le doy la espalda, caminando hacia el sitio en donde mi abrigo descansa, cuando ocurre.
Un leve susurro que me congela, que me hace detenerme y aguantar la respiración.
—Mi cariño
Volteo, una diminuta pero preciosa sonrisa se dibuja en su rostro, su voz es débil pero no lo suficiente, porque consigo escucharla a la perfección.
—Hallie...—me olvido del dolor, me olvido de absolutamente todo y elimino la distancia—. Hallie, estás...estás despierta.
—Me parece que si —responde débilmente—. Dije que no te abandonaría...no lo haré, D.
Y a pesar de que quiero abrazarla, de que quiero besarla y asegurarme de que realmente esto está pasando, me aparto para llamar a las enfermeras.
El movimiento de doctores que se produce me obligan a apartarme, los señores Williams ingresan, y el alivio parece ser el mismo en todos.
Ella está bien, ella sigue con vida.
Solo cuando sus padres la han abrazado lo suficiente, y la calma parece hacer vuelto, me acerco.
—Así que... ¿soy tu paraíso? —inquiere.
—¿Lo recuerdas?
—No olvidaría unas palabras tan bonitas —susurra—. No voy a abandonarte, ni ahora, ni nunca.
—Merecemos la vida más bonita que alguien ha podido imaginar —susurro sabiendo que esta vez sí puede escucharme.
Sonríe, tomando mi mano y dejando un apretón.
—Y vamos a tenerla, D.
Claro que sí, claro que vamos a tenerla. Porque lo merecíamos, porque la noche ha pasado, y el sol al fin ha salido, brillando con intensidad sobre nosotros.
____________________________________________________________________________
¡Nos leemos el lunes!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro