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50.- Crear arte.

«Es posible hablar con extrema dureza de lo que se ama, precisamente porque se ama, y con la autoridad moral que nos confiere ese mismo amor.»

–Arturo Pérez Reverte

Con la llamada de Patrick y todo lo que eso me ocasionó la terapeuta sugirió volver a los días regulares de terapia. Había conseguido visitarla una vez a la semana, pero ahora serían dos con una hora más de tiempo extendido.

Sin embargo, no se sentía mal.

Luke aseguró que no había posibilidad de que Patrick saliera, Dacher se puso en contacto con el abogado de Gema, y ambos afirmaron que eso no sería posible.

Saber que no saldría me hizo sentir un poco más tranquilo, saber que no tendría que verlo más. Si todo salía bien, cuando saliera probablemente yo estaría haciendo mi vida lejos de este sitio, lejos de Portland y todo lo que había ocurrido en esta ciudad.

Me enfoqué en las clases, en cuidar las calificaciones y estar tan pendiente del proceso de selección de la universidad para no pensar en todo lo que sucedía.

Los meses pasaron, la relación con Halley mejoraba tanto que no podía estar más feliz con eso. Todo iba bien, todo estaba marchando como debía y me sentía bien, sorprendentemente, me sentía bien.

—Tu cumpleaños se acerca —señala Halley—. ¿Qué quieres que hagamos?

—Nada en especial —expreso—. Tal vez quedarnos en casa y ver tantas películas como sea posible.

—Oh, vamos —reclama—. ¿En serio? Es un día especial, podemos...

—Bueno, no recuerdo la última vez que hice algo especial en mi cumpleaños —admito—. Es solo un día más, Hallie.

—No, nada de eso —afirma—. No haré una fiesta porque sé que no son de tu agrado, pero tal vez podemos hacer algo juntos, tú y yo. Una salida especial, un picnic en el parque Washington o...

—Eso ultimo suena bien —afirmo—. Ese bonito parque del que tengo muy buenos recuerdos.

Sonríe, lo hace de una forma radiante que termina por contagiarme.

—De acuerdo, entonces organizaré todo —sentencia—. Tú solo debes dejarte consentir ese día.

—Bien, no podré objeción en eso —aseguro.

Halley parece satisfecha con eso, la miro entretenerse con el bosquejo de uno de los cuadros en los que trabajaba, y me permito admirar la concentración.

—He estado pensando en encontrar un trabajo —expreso.

—¿Un trabajo? ¿Y eso por qué?

—No quiero depender tanto de Luke —admito—. Y aún tengo que pagar mi deuda con Lili, he conseguido regresarle una parte con el dinero semanal que Luke me da, pero quiero algo propio.

—¿Y has pensando en dónde? —inquiere con una sonrisa tirando de sus labios.

—Tengo que decirle primero a Luke. Ya sabes que está en la posición de "no necesitas nada, todo te lo puedo dar" —ambos reímos ante mi imitación.

—Debes entenderlo, quiere darte lo mejor, eso es todo —asegura mientras se toma el pelo en una coleta—. Aunque no creo que se oponga, un trabajo no te vendría mal, aunque con la escuela, el club y los procesos de la universidad, ¿crees que puedas tener el tiempo?

—No, pero puedo resolverlo —aseguro.

—De eso no me queda duda —concuerda.

—Realmente cuando te conocí, no creí que me cautivarías tan rápido —Halley cierra el cuaderno de dibujo y me mira—. Es decir, no creí que todo sucediera con tanta rapidez.

—A veces no se necesitan meses o años para conocer a una persona. A veces basta con permitirse observarla a detalle, permitirse conocer con total y absoluta dedicación. No importa si es en tres semanas, o tres años. El tiempo no significa nada.

Me incorporo del banco, caminando hasta el escritorio en donde ella se encuentra. El estudio de pintura era acogedor, y daba la suficiente privacidad como para alimentar la valentía de ser sincero.

—Halley, realmente no puedo asegurarte que la universidad no va a significar un cambio para nosotros, porque seguramente si lo hará —tomo su mano, dejando un apretón—. Pero puedo prometerte que no importa si vamos juntos a Yale o no, mis sentimientos hacia ti nunca van a cambiar, no porque nos veamos una semana al año, o compartamos clases todos los días.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque te amo, y nunca antes me he sentido así. Porque si ahora mismo dices que quieres alejarte de mí, no lo toleraría. No es un amor dependiente, pero significas tanto para mí ahora que no quiero comenzar de nuevo, con nadie, con ninguna otra persona que no seas tú.

—¿Sabes que el nombre Dereck está relacionado con hombres fuertes y valientes? —inquiere.

—Ah, ¿sí? —asiente sutilmente.

—El origen el nombre Derek es muy antiguo y proviene de lenguas germánicas antiguas, en donde era usado por los líderes de las tribus y por sus hijos. Siempre usado por hombres fuertes, aquellos que lideraban en las guerras, todos los que no tenían miedo de enfrentarse a alguien.

—¿Cómo es que sabes todo eso?

—Bueno, me gusta investigar —se encoge de hombros.

—¿Y qué significa Halley? —ella ríe.

—Puede que lo descubras con el tiempo —afirma—. Tiene algo que ver con las estrellas, pero el significado es algo confuso.

—Seguro es un significado hermoso, tendré que googlearlo.

—Sé que estaremos bien, independientemente de todo. —Sus manos se colocan a los costados de mi rostro, se acerca hasta atrapar mis labios entre los suyos, con un movimiento suave.

Se incorpora, enroscando las manos alrededor de mi cuello mientras se apega a mí. Solo nos apartamos cuando el aire nos falta, ella empuja mi cuerpo hasta la especie de cama que hay en el estudio.

—Hallie...—susurro cuando se coloca sobre mi cuerpo.

—¿Quieres mostrarme eso con lo cual se puede experimentar? —inquiere. Se mueve y el roce de su cuerpo contra la zona de mi entrepierna me hace maldecir.

—Tus padres...—Se aparta. La miro caminar hacia la puerta y tomar el pequeño colgante.

"No molestar, se está creando arte"

Sonrío, ella abre la puerta y lo coloca en el pomo, vuelve a cerrar colocándole el pestillo y gira.

—No volverán pronto, así que podemos crear tanto arte como queramos —asegura volviendo.

Vuelve a colocarse sobre mi cuerpo y sus labios atrapan los míos, ya no es un tacto suave, es atrevido, necesitado. Mis manos se aferran a su cintura, atrayéndola a mi cuerpo e impidiendo que se aparte.

—¿Estás segura? —asiente.

Eso es todo lo que necesito, me impulso hacia adelante cambiando ahora la posición, ella permanece debajo de mi cuerpo mientras me apodero de sus labios. La sensación cálida nos envuelve a ambos mientras me permito elevar la tela de su blusa hasta el borde del sostén.

Abre las piernas, dejando un breve espacio para acomodarme entre ellas y siento la presión ejercida a mis costados. Sus manos se enredan en mi cabello, y no sé si es por impulso, o un movimiento involuntario, eleva las caderas.

—Eso...—mi voz sale un tanto ronca. Cuando repite la acción sonrío, enfocándola—. ¿Es a propósito?

Un tercer movimiento me hace gruñir. De pronto me invade la necesidad en todo mi sistema, una necesidad de tenerla tan cerca como pueda. Me pierdo ante la cercanía de nuestros cuerpos.

—Si quieres que pare...

—No —susurra—. No quiero que lo hagas.

Toma los bordes de la camiseta y se deshace de ella, soy consciente de la manera en la que fija la atención en mi torso y muerde su labio inferior, una de sus manos viaja hasta la zona y la suave caricia que traza desde mi cuello hasta la hebilla del pantalón se siente más de lo que es.

Mis manos recorren los costados de su cuerpo, me detengo cuando localizo el broche del sostén y lo deshago, el tiempo se pierde, se reduce a nade cuando mis labios recorren la zona de su cuello.

—Si quieres que me detenga, solo dilo y juro que paro —susurro contra sus labios—. Solo tienes que decirlo, ¿bien?

—Bien —dice—. Ahora solo muéstrame.

Y eso es todo lo que necesito para comenzar a crear el arte más bonito que alguna vez ambos fuimos capaces de hacer.

Una vez que pasas el límite establecido con alguien, cuando das el paso hacia el otro lado y experimentas lo increíble y maravilloso que es, no quieres dejar de sentir eso.

Lo que ocurrió aquella tarde en el estudio de pintura es un momento que estaba completamente seguro, se quedaría en mi mente por bastante tiempo, tanto como me fuese posible.

Halley producía en mí algo que nunca antes había experimentado. Una explosión de sentimientos arrasadores que me hacían sentir bien. Y no deseaba dejar de sentirme así nunca.

Tal vez Luke se lo sospechaba, porque de no ser así, no encontraba la explicación para la incómoda conversación que intentó mantener unas semanas después y la caja de condones que dejó en el escritorio.

Tuve que asegurarle hasta el cansancio que sabía perfectamente los métodos anticonceptivos existentes, y que no planeaba convertirlo en abuelo y gracias al cielo el tema cambió cuando le mencioné el trabajo que planeaba encontrar.

Lo tomó mejor de lo que imaginé, e incluso parecía tener exactamente el trabajo para mí. Resulta ser que Alessandra trabajó en una cafetería del centro de Portland antes de ir a la universidad, aún mantenía contacto con el dueño quien parecía apreciarla tanto que no dudó en darme el empleo casi de inmediato.

—Tal vez puedas conseguir que cambie las recetas —sugirió Less en el primer día—. Sobre todo, la malteada de menta.

Trabajaba medio turno luego de la escena, Luke pareció algo resentido cuando los entrenamientos en el club tuvieron que verse reducidos, pero no mostró mayor objeción.

Podía asistir perfectamente a las citas con la terapeuta, y seguir tan pendiente de la universidad.

Así que con todo lo que ocurría ahora mismo, el tiempo pasó más rápido de lo que hubiese deseado, y antes de que pudiera darme cuenta, el veinte de abril llegó, el día de mi cumpleaños.

Le había dicho expresamente a Luke que no quería ningún festejo, perdí la cuenta de las veces que se lo repetí y él parecía demasiado frustrado, pero dejó de insistir.

Así que cuando bajo el domingo en la mañana, no esperaba encontrármelos en el comedor.

—¡Feliz cumpleaños! —Less se acerca con un pastel de chocolate en las manos, Alessia sopla una especie de corneta y un par de explosiones de confeti son provocadas por Luke y Lili.

—Oh, vaya —sonrío acercándome—. ¿Supongo que, gracias?

—¡Pide un deseo! —dice Alessia mientras da un par de brincos y señala la vela encendida a mitad del pastel.

—Un deseo de cumpleaños, es tradición —dice Less acerándose.

Solo pasarla bien.

Me inclino hacia adelante, y soplo para apagar la vela.

—Dijiste que nada de fiestas, pero no podías esperar a que dejáramos que una fecha como esta pasara desapercibida —expresa Luke.

Alessia se lanza a mis brazos y la recibo, Lili dice algo sobre ser un "amargado" sobre las fiestas lo que causa un regaño de parte de Less y yo, yo no podría estar más divertido ante la preocupación que parece haber de parte de la pareja.

—No lo esperaba, pero ha sido genial —expreso mientras caminamos hacia la cocina. Lessy extiende la mano para tomar uno de los mechones de mi cabello y me quejo cuando tira de él.

—Eso dice que necesitas un corte —señala Luke—. No suelo imponer estilos, pero creo que ya lo amerita.

—Sí, definitivamente —concuerdo.

—A menos que quieras convertirte en un hippie —señala Lili—. ¿Imaginan como seria Dereck de hippie?

—Encantador —respondo con una sonrisa—. ¿Verdad Lessy? Yo soy encantador con cualquier aspecto.

Lili arruga la nariz.

—Oh, Dios. Le han alzado la autoestima hasta el cielo—dice a modo de broma—. ¿Qué han hecho?

Todos reímos.

Less en la encargada de repartir el pastel, aún sostengo a Alessia en mis brazos quien parece negarse a ir a la silla especial en el comedor así que la mantengo sobre mis piernas mientras intento que no haga un desastre con el pastel.

—Tengo entendido que saldrás con Halley, ¿no? —inquiere Luke.

—Sí, a las doce —informo mirando el reloj—. Pasaré por ella y...

—Bueno, entonces tal ve debamos adelantar un poco el regalo —se gira hacia Less—. ¿No lo crees cariño?

—Completamente de acuerdo.

—¿El regalo...? —Luke parece buscar algo en su bolsillo, la sonrisa entusiasta que coloca en el rostro solo aumenta el estado de intriga por los segundos en los que tarda en tomar lo que sea que está en su bolsa.

—Feliz cumpleaños, Dereck —extiende la mano, un par de llaves cuelgan y por algunos segundos, me tardo en reaccionar—. Tu regalo está justo afuera.

Lanza las llaves y me obligo a reaccionar para tomarlas.

—Ve —apresura Less soltando una risa.

Camino con rapidez hacia la puerta, tan pronto la abro una exclamación brota de mis labios.

—Oh por Dios —bajo casi corriendo los escalones de la entrada para conseguir llegar hacia el sitio en donde una reluciente motocicleta se encuentra estacionada—. ¡Es una Harley Dadvidson! —grito con emoción.

—Lo es —responde Luke con una sonrisa.

—Esto es demasiado, cuesta una fortuna y...

—A los regalos no se les cuestiona el precio y...no es por ser presuntuoso, pero podemos permitirnos una motocicleta como esa—dice con seguridad.

No era cualquier motocicleta, es una Harley Dadvidson y el modelo era el más reciente lanzando al mercado. El material reluce, el casco negro está justo sobre el asiento, y me basta una mirada a Luke para saber que espera que la conduzca justo ahora.

—¿Por qué no vas por tu chica y dan una vuelta? —inquiere—. Tiene el motor lleno, así que...disfrutarla.

Antes de hacerlo, recorro los escalones hacia donde ellos se encuentran, mi gesto seguramente lo toma por sorpresa porque cuando lo abrazo, Luke tarda en reaccionar.

—Gracias —mi voz brota en un susurro emocionado.

—No es nada, hijo —afirma.

Less me abraza con fuerza, su mirada esta ilumina y ella se permite un par de segundos más para afianzar el gesto.

—Conduce con cuidado —pide cuando me aparto.

—Lo haré —me subo a la motocicleta, me coloco el casto e introduzco las llaves. El motor arranca con un sonido glorioso, y me permito acelerar sin avanzar solo para deleitarme.

Luego, solo avanzo. Con rapidez, con el aire golpeándome de frente y puede que, tal vez a partir de ahora, los veinte de abril de cada año, sean más que solo un cumpleaños. 

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Cortito pero necesario. 

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