48.- Perdonar
«Una disculpa es un perfume encantador; puede transformar el momento más torpe en un regalo lleno de gracia»
—Margaret Lee Runbeck
Volvimos antes de año nuevo a Portland, así que pude pasar año nuevo con Halley, Luke aceptó la invitación de los señores Williams para pasar la festividad en su casa, así que recibí al año nuevo con Halley tomada de la mano, y gritando a todo pulmón.
También pude darle el obsequio de navidad atrasado, una escultura de cerámica, con el tamaño adecuado para guardarla en una caja y conseguir que llegase segura. Halley estaba encantada, lo cierto es que cuando comencé a hacerla no tenía ni una sola idea de que resultaría, pero al final, fue completamente satisfactorio como para convencerme de entregarla.
—¿Somos nosotros? —preguntó cuándo la sacó de la caja.
La escultura consistía en una base sólida de pocos centímetros en forma de cilindro, luego había tallado a una pareja, sin rostro, pero cada centímetro fue tallado pensando en nosotros.
—Somos nosotros —respondí.
Ella me obsequió un cuadro, el bonito paisaje era completamente reconocible, la recaudación anual en el parque Washington. El cuadro se encontraba ahora colgado en la pared que estaba frente a la cama, porque en realidad deseaba que fuese eso lo primero que viera al despertar.
Sin embargo, no todo podía ir también, lo sospechaba y lo confirmé cuando apenas unos días después de año nuevo, Margarita se presentó a casa de Luke.
Llevaba meses sin hablar con ella, desde nuestra discusión y lo cierto es que no sabía si estaba listo para hacerle frente. Alessandra no estaba en casa, y Luke no se veía totalmente convencido de que hablar con ella fuese una buena idea.
—Estaré bien —le aseguro —. Solo hablaremos por algunos minutos.
—Si me necesitas, estaré arriba —dice—. Si pasa algo solo llámame
Asiento.
Cuando ambos se marchan, tomo una inhalación antes de girarme hacia la mujer que aguarda por hablar conmigo.
—¿Qué haces aquí? —inquiero.
—Cielo...—me aparto cuando intenta acercarse.
—Te hice una pregunta. —mascullo—. ¿Qué haces aquí?
—Vine a decir que lo siento. No has querido tomar mis llamadas, ni los mensajes y...
—Sí, porque creí haberte dicho que no volvieras a llamar. Fui claro, Margarita.
—¿Ya no soy tu abu?
—No, ya no lo eres —espeto—. Porque ahora sí tengo una abuela que se preocupa por mí. Y que me entrega su cariño sin la necesidad de pedirlo. Ahora si tengo a unos abuelos que no dudan en demostrar que creen en mí.
—Dereck, yo...
—¿A qué has venido? Si es para disculparte, no tiene caso —aseguro—. No lo tiene en lo absoluto.
—Te cambiaste el apellido —susurra—. Incluso el de tu madre.
—¿De qué me servía llevarlo? —inquiero—. Eso solo me recordaba la vida de mierda que tuve, Margarita. Solo me recuerda que no tenía a nadie. Ahora tengo la familia que siempre merecí, sé que Julieth lo hubiese querido así.
—Debí creer en ti —dice—. Y siento mucho no haberlo hecho, cielo. De haberte escuchado...
—Pero no lo hiciste. Lo viste por ti misma y decidiste creerles a ellos antes que a mí. —la amargura tiñe mi voz—. Escucha, comparto lazos sanguíneos contigo, eso no puedo cambiarlo. Pero realmente te quiero lejos, tengo una nueva vida y quiero conservarla, así que no quiero volver a verte.
—Dereck...
—No quiero estar cerca de alguien que ni viendo lo que Patrick hizo, fue capaz de creer en mí. No quiero en mi vida a personas que no están dispuestas a ser sinceras, no quiero más cariño a medias, Margarita. No quiero nada de eso. Ya lo tuve y no voy a aceptarlo de vuelta.
—Lo que dije sobre tu madre, no es...
—Lo sé —interrumpo—. Sé que mamá no está decepcionada, sé que debe estar orgullosa de que, a pesar de todo, conseguí salir de eso. Estoy donde ella hubiese querido, con personas que cuidan de mí.
—Solo quiero saber si puedes perdonarme.
Una sonrisa triste se filtra en mis labios.
—No lo creo —susurro—. ¿Quieres saber por qué? Porque si Patrick no intentaba asesinarme, nunca hubieses creído en mí. No fue hasta que él casi acaba con mi vida, que decidiste hablar. No creas que no sé qué te negaste a hablar con la trabajadora social, si tanto te preocupaba, hubieses hablado con ella. Pero no lo hiciste. Porque no te importo realmente, nunca te he importado, pero ahora, justo ahora eso ya no me interesa.
Doy un paso hacia adelante.
—No te necesito, ni a ti, ni a tu cariño por compromiso, no necesito una abuela que solo intentaba cumplir con un papel. Porque ya conozco lo que es que una abuela te haga galletas, que te ofrezca chocolate con malvaviscos, ya conocí lo que es pasar una navidad rodeado de gente en verdad te quiere, ya conocí lo que es que alguien te llame "nieto" con orgullo, y ahora que conozco todo eso, me doy cuenta que tú nunca me lo diste.
Tomo una inhalación.
—Ya conozco lo que es tener una familia, y no planeo cambiarlo por lo que sea que tú tengas para ofrecer. Así que, debes irte.
—Dereck...
—Ya no son aquel niño que te necesitaba. Dejé de necesitarte en el segundo en el que me colgaste el teléfono a media noche. No importa lo que me digas, no cambiaré de opinión.
—¿Realmente no quieres volver a verme? —inquiere—. ¿Qué fue lo que te ocurrió?
—¿Qué me ocurrió? —una risa sarcástica brota de mis labios—. Ocurrió que el hombre que se hace llamar mi padre casi me asesina, ocurrió que tengo un maldito trastorno de estrés postraumático por su culpa. Ocurrió que tuve pesadillas por semanas, que pasé días en un hospital por él. Eso pasó, Margarita. Y ahora que tuve el valor para alejarme, no quiero volver y no quiero estar cerca de nadie que me recuerde esa vida. Así que lo pediré una última vez, vete de mi casa.
—Eres lo único que me queda de tu madre, Dereck eres...
—¿En serio? ¿Saldrás con esas cursilerías ahora, Margarita? —inquiero con más molestia de la que me gustaría? —Ahora que estoy bien, que tengo todo, ¿vienes y dices eso? Ojalá hubieses recordado ese detalle cuando te dije la verdad, o cuando te llamé a media noche y decidiste colgar. Ojalá hubieses recordado eso en todas las veces que pedí tu ayuda, y nunca quisiste escuchar.
—Realmente lo siento —susurra—. Lo hago.
—Qué lástima que te hayas dado cuenta tarde —respondo—. No hay nada que hacer.
Señalo la puerta, dándole a entender que quiero que se marche. Me observa por un par de segundos antes de soltar un suspiro y darme la espalda. Cuando el sonido de la puerta me indica que se ha ido, siento que el oxígeno vuelve a mí.
Me dejo caer contra el sillón, un suspiro pesado brota de mis labios mientras cierro los ojos por una fracción de tiempo.
—¿Se ha ido? —La voz de Luke me hace mirarlo.
—Sí —giro hacia él—. ¿Fui grosero?
Niega.
—No, le dijiste la verdad y eso no siempre es grato para la otra persona —dice—. Estoy orgulloso de ti. ¿Estás bien?
Sonrío.
—Solo tenía que dejarle saber que no estoy dispuesto a aceptar las mismas cosas —expreso—. Ya no quiero hacer nada que pueda hacerme volver a un sitio como eso.
—No, no va a pasar —sentencia—. No voy a permitirlo.
—No tengo duda de eso —aseguro. Él se aparta, mirando algo en su celular y luego vuelve la atención a mí.
—La escuela empieza en un par de días, así que disfruta los últimos días de vacaciones. No olvides los procesos de selección de la universidad.
—No, tienen un sitio importante en mi memoria —Luke sonríe.
—¿Ya sabes a cuáles enviarás? Es importante que tengas una tercera opción.
—Quiero pensar que seré aceptado en Yale —admito.
—Pensemos que sí, pero siempre debes de tener un plan b, o c en este caso.
—Pensaré en una tercera entonces —aseguro y eso parece dejarlo satisfecho.
—Tengo que salir, no hagas nada en mi ausencia, eh.
Sonrío, elevando el pulgar.
Cuando se marcha, camino hasta llegar al sillón de la sala y tomo el control de la televisión. Antes de que pueda encontrar algo para entretenerme, el celular suena.
El nombre de Brisa, la amiga de mamá se lee en la pantalla, así que abro el chat.
"Hola, Dereck. Estoy en la ciudad, y tengo algo para ti. ¿Crees que podamos vernos?"
Considero la idea de preguntarle primero a Luke, no quería causar problemas aceptando a personas en la casa, así que le envió un mensaje. Cuando él responde que no hay problema, le envío la respuesta a Brisa.
Hola, sí. ¿Te envío la dirección?
Cuando obtengo una respuesta afirmativa, le envío los datos y ella dice que llegará en veinte minutos.
Alessandra estaba en el trabajo, Lili había salido con sus amigas y Alessia con la niñera, así que tenía toda la casa para mí.
Brisa no demora demasiado en llegar, casi al límite del tiempo que dijo, su auto estaciona fuera de la casa.
—Hola —saludo cuando la recibo en la entrada.
—Hola, me da tanto gusto verte bien —me envuelve en un abrazo cálido—. Lamento no haber podido ir al hospital, estaba demasiado lejos como para poder venir.
Me encojo de hombros.
—No hay problema. ¿Estás en la ciudad por trabajo? —inquiero mientras caminamos hacia la sala.
—Sí, estaré unos días y realmente no sé cuándo vuelva, y teniendo en cuenta todo lo que ha pasado, consideré que debía darte esto.
Cuando estamos en los sillones, ella busca algo en su bolso, sonrío levemente cuando me entrega un pequeño empaque de fotos.
—Revelé algunas que tenía guardadas en mi computadora, y algunas otras del celular porque las originales estaban demasiado antiguas —expresa.
La primera foto es una solo de Julieth, sonríe a la cámara y tiene las manos sobre el vientre.
—Ahí tenía cuatro meses de embarazo —informa brisa—. Como ves, estaba muy feliz.
Hay varias más de ese tipo, y luego comienzan cuando estamos juntos. Siento que algo se contrae con fiereza en mi interior cuando observo una en donde porta el abrigo rojo, yo estoy a su lado. Probablemente unos tres o cuatro años.
—¿Puedo conservarlas todas?
—Claro que sí, las traje para que las tengas contigo —expresa—. Supe lo de la adopción, creo que ella lo hubiese querido.
—Quiero creer que sí.
—Hay algo más —vuelve la atención al bolso, y luego saca un sobre blanco.
Brisa mantiene la atención en él antes de enfocarme.
—Es una carta de tu madre.
Tomo una inhalación, mirando el sobre entre sus manos. Cuando lo extiende hacia mí, dudo en tomarlo.
—¿Una carta? —ella asiente. Extiendo la mano, tomando con suavidad el sobre y examinando el exterior.
—Tenía instrucciones claras de entregártelo el día de tu graduación —informa con una leve sonrisa—. Quería que fuese tu regalo para cuando terminaras la preparatoria, pero con todo lo que ha pasado, creo que debes tenerla mucho antes.
—¿La tuviste todo este tiempo?
—Estaba algo preocupada, cuando tu padre se mudó y no supimos dónde estaban, pensé que no habría forma de entregarte el ultimo obsequio de tu madre, intenté contactar a Patrick, pero nunca tomó el teléfono ni respondió los correos, así que cuando te vi en ese café, la esperanza volvió.
No soy capaz de responder.
—La he guardado. Está sellado, tal y como ella me lo entregó. Quería que fuese palabras madre e hijo, sin que nadie más las leyera así que confió en mí.
Paso las yemas de los dedos sobre el papel blanco, ahora un tanto amarillento.
—Gracias —me atrevo a mirar a brisa—. No tenía nada de ella, así que significa mucho para mí esto.
—Tengo que irme, pero puedes llamarme cuando quieras —asegura—. Para platicar, por si tienes preguntas...
—¿Tienes algún video? —inquiero—. ¿Dónde...dónde se escuche su voz?
Ella sonríe con comprensión.
—Tengo algunos, son viejos, pero aún guardo las memorias de las cámaras. Haré lo posible por extraerlos y te los envío, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, gracias.
Nos damos un último abrazo en la puerta, y la observo subir al auto. Cuando se ha marchado, cierro la puerta antes de soltar un largo suspiro.
Observo el sobre, leyendo la caligrafía de la parte de atrás.
Para Dereck.
De: Mamá.
Muerdo la uña del pulgar, mirando el sobre en el escritorio.
Ha pasado cerca de una hora desde que Brisa se marchó, y por mucho que quiero atreverme a abrirlo, no soy capaz.
El silencio que hay en la casa no ayuda en lo absoluto, Halley se ofreció a venir tan pronto le dije, pero me rehusé. Sabía que esto era algo que debía hacer solo.
Al final, luego de varios minutos más me atrevo. Tomo el sobre, rasgo la parte superior antes de si quiera poder arrepentirme y saco el papel. La hoja está perfectamente doblada. La tinta traspasa un poco las hojas, supongo que por el largo tiempo que ha trascurrido desde que fue escrita.
La suavidad del papel se siente entre mis dedos, tomo una profunda inspiración antes de desdoblarla por completo y atreverme a comenzar a leer.
Hola, Dereck.
Sé que debes estar enfadado conmigo por todo lo que ocurrió. Probablemente no consigas entender mucho, apenas eres un niño. Sin embargo, he escrito esto con la esperanza de que, en un futuro, puedas leerlo. Le pediría a tu padre que la guardase, pero quiero que sea un secreto entre tú y yo y él terminaría por leerla.
Cielo, antes que nada, solo puedo decir que no me voy porque no te amo, no quiero que pienses que no luché lo suficiente por ti, claro que lo hice. Todo lo que he hecho desde que me enteré de tu existencia, ha sido luchar.
Pero hay cosas más fuertes que el amor. Y este cáncer, es una de ellas.
Maldigo cuando la vista se me nubla por las lágrimas, aparto la mirada e intento recuperarme.
Son días dolorosos, días en donde no reconozco mi cuerpo. Aun eres un pequeño niño que no conseguirás entender, pero si Brisa hace lo que le he dicho, te entregará esto el día de tu graduación.
¿Irás a la universidad? Mi niño inteligente, sé que sí. Probablemente estés pensando en grande, y yo también he pensado un futuro grande para ti.
Si calculo bien, porque nunca fui buena para las matemáticas, habrás cumplido 19 cuando esta carta llegue a tus manos. Así que, hola, Dereck.
Te miro cuando duermes y solo puedo pensar en lo apuesto que debes de ser ahora, saliendo con alguna chica y dándole problemas a tu padre. Patrick puede ser algo estricto no le des muchos dolores de cabeza.
¿Te ha cuidado bien? Le hice prometer que lo haría, que no tendría ningún rencor en contra tuya. No eres el culpable de nada, mi niño. Pero tu padre es un hombre duro, que no se permite aceptar que hay miles de caminos por delante, más posibilidades de las que si quiera puede pensar.
—Oh por Dios —aparto la hoja—. Esto es demasiado.
Una parte de mí no quiere continuar leyendo. No quiere hacerlo en lo absoluto, pero la otra lo necesita, como si de esta manera pudiera obtener todas las respuestas que necesito.
Pero es amable, es tan dulce. Y te ama, lo hace profundamente. Lo veo cuando te arrulla, o cuando te lleva al parque y juegan juntos al fútbol. Sé que ambos podrán seguir sin mí sé que podrán superarlo juntos.
¿Te sigue llamando Derry? Le he dicho que ese parece otro nombre, Dereck es muy bonito, pero Patrick insiste en llamarte Derry, si continúa haciéndolo ¿no es demasiado molesto para ti?
El hombre que se describía no era Patrick. Parecía ser la descripción de alguien desconocido.
En fin, no quiero agobiarte en preguntas. Estoy escribiendo esto porque hoy he obtenido los resultados, el tratamiento no está haciendo efecto, y dudan que lo haga. Así que ha sido demasiado tarde. Nada va a solucionar lo que ocurre conmigo ahora. No desearía dejarte nunca, de verdad, lo juro. No hay nada que deseara más que librar esto para verte crecer, para estar contigo cuando vayas al preescolar. O cuando te gradúes, sé que es probable que llore más de lo necesario cuando te marches a la universidad, pero creo que es lo que toda madre haría ¿o no?
Pero no va a ser posible, mi niño. Todos esos son escenarios que tendrán que suceder en mi mente. Porque no podré estar contigo, y me parte el corazón. Tanto como no puedes imaginarlo, desearía estar ahí, contigo, desearía poder acompañarte cuando una chica te rompa el corazón. O cuando necesites un hombro para llorar. Desearía tantas cosas, pero ahora, ahora solo me queda confiar en que te dejo en manos de las mejores personas. Que cuidaran de ti, que velarán por tu seguridad como yo lo hubiese hecho.
Te amo. Y no importa en donde estés ahora, siempre iré contigo. Estaré ahí, cuidándote. Cuando algo vaya mal, solo mira tu estrella favorita, canta a todo pulmón tu canción preferida, come la comida que más te guste, canta, baila, ríe. Y yo estaré ahí
No tengas miedo de amar. No lo tengas nunca, mi niño.
Es el final de la primera hoja, así que paso la mano eliminando las lágrimas y me tomo apenas unos segundos para recuperarme.
Quiero creer que todo ha sucedido como lo he escrito, pero hay otro futuro, hay otro camino que me ensombrece al considerarlo, uno en donde ya no eres más mi niño brillante.
Le ruego al cielo porque no permita que suceda, pero... si estás ahí... si estás ahí quiero que sepas que no es culpa tuya, que no mereces nada de lo malo que pueda ocurrirte, que no importa lo solo que puedas sentirte, estaré contigo. No odies a las personas de tu alrededor, a veces el dolor es demasiado, tanto que destruye nuestra esencia, no permitas que eso ocurra contigo.
Siempre habrá alguien dispuesto a ayudar, así que cuando la ayuda llegue, no te resistas a ella. Solo acéptala. Porque mereces todo el amor del universo, merecer ser amado de la forma más real que exista, mereces tener una vida maravillosa.
Te juro, mi niño, que no quiero abandonarte. Traerte al mundo me hizo tan feliz. Me hizo la mujer más afortunada de la tierra.
Ser tu madre es un honor. Lo será por siempre, te estaré esperando. Pero no vengas con prisa, tomate el tiempo para vivir, para disfrutar. Para amar. Vive de la mejor forma que pueda haber, disfruta tanto cada día, porque lo vale. Porque merece la pena. No te apresures.
Tarda tanto como quieras. Tarda más de una vida, si es necesario.
No importa si parece eterno, yo estaré esperándote aquí, mi niño. No me iré a ningún sitio.
Con todo el amor del mundo, mamá.
Me rompo por completo, apegando el papel a mi pecho y sintiendo el dolor desgarrarme de una forma en la que no lo ha hecho jamás.
—¿Dereck? —la voz de Less se escucha—. ¿Cariño?
No puedo responder, el llanto me lo impide así que cuando abre la puerta, solo la escucho correr a mi lado.
—¿Dereck? ¿Qué ha pasado? ¿Qué ocurrió? —sus brazos me envuelven y me refugio en ella—. Cielo...
Toma las hojas, guarda silencio por un rato y luego me abraza con más fuerza.
—Está bien, cielo, está bien —susurra.
—Le hecho tanto de menos —admito con voz rota—. La extraño tanto. ¿Cómo extrañas a alguien que ni siquiera conociste?
—Es tu madre, claro que la conociste —habla con suavidad—. Cinco años, tuviste cinco con ella. Y probablemente no fue suficiente, realmente me hubiese gustado que tuvieras más, mucho más que solo cinco.
No respondo, ella permanece en silencio, abrazándome de la forma en la que lo necesito.
—Ella sabía lo que podía pasar, y aún solo...solo se fue. Sabía que Patrick podría dejar de ser el hombre que ella conocía, y solo decidió dejarme.
—Una madre nunca espera que el hombre que ama se convierta en alguien cruel. Mucho menos que le haga tanto daño a su propio hijo, tu madre seguramente no imaginó nada de eso, lo consideró porque es lo que las madres hacemos, consideramos desde los mejores hasta los peores escenarios, pero nos mantenemos aferradas a la idea de que todo va a resultar bien para nuestros pequeños.
Extiende una de sus manos, acariciándome el rostro. Vuelve la atención a las hojas, doblándolas con suavidad y me las entrega.
—No debes guardarle rencor, Dereck —susurra.
—No lo hago —admito—. Solo...solo me duele mucho.
—Ven aquí —abre los brazos y vuelvo a ir hacia ella.
No hablamos por el resto del tiempo, en algún punto recuesto mi cabeza sobre su regazo, y Less solo se mantiene en silencio, trazando caricias por mi cabello y de alguna forma, por alguna razón, luego de un tiempo el dolor desaparece.
—¿Eso es tuyo? —inquiere Less. Señala algo sobre la alfombra del cuarto.
Me incorporo, tomando la sortija entre mis manos.
—No —susurro—. Es de mamá.
Lo reconozco por las fotografías. Es el anillo que en cada una de ellas traía puesto.
—Aguarda aquí —dice Less incorporándose de la cama.
Juego con la sortija entre mis dedos, sintiendo el material frío contra las yemas.
Alessandra vuelve después de unos minutos, con un collar entre las manos. Extiende la palma, y le entrego la sortija. Ella la coloca en el collar y luego me pregunta si puede colocarlo.
—Listo —sonríe—. Ahora puedes llevarlo contigo.
Llevo una mano hacia la joya, Less me observa por un par de segundos y luego se aparta.
—¿Estás mejor?
—Sí, gracias.
—Podemos colocarlas en cuadros —dice señalando las fotos—. Solo elige un lugar y listo.
Asiento levemente. Cuando hace el ademán de marcharse, la llamo.
—Less.
—¿Si? —gira, colocándose entre la abertura que hay entre el marco y la puerta.
—Eres una excelente mamá —susurro—. Lessy, Lili y yo tenemos suerte de tenerte.
Su mirada se ilumina, no sé si por el cumplido, o porque le he dejado saber que ya la considero como tal.
—Hago lo mejor que puedo. Pero significa mucho para mí que digas eso —responde.
—Solo es la verdad.
Sonríe, asintiendo y lanza un beso antes de darme la espalda y marcharse.
Tal vez Julieth se había ido, tal vez no la tuve lo suficiente, pero no tenerla ya no dolía como antes.
No fue su culpa, es lo que las madres haces, ¿o no? Dar la vida por sus hijos. Duele que no volviera esa noche, se fue, no volvió, pero justo ahora, justo ahora al fin podía perdonarla.
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