46.-Parte de algo.
"Yo creo que nada sucede por casualidad ¿Sabes qué? En el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos"
– Carlos Ruiz Zafón
Sebastián no tomó muy bien el hecho de decirle que no pasaría acción de gracias y navidad en Texas, pero no puso mayor objeción. Parecía que él también pensaba que alejarme de Portland por algunas semanas ayudaría.
Less me ayudó a mejorar el ensayo que tenía que entregar antes de las vacaciones, y solo esperaba que la profesora Miller lo aprobara.
Halley pareció decepcionada al saber que iría a Londres para acción de gracias, al parecer tenía planes para nosotros.
—¿Volverás para año nuevo? —inquiere.
—No tengo idea —admito—. Luke planea estar las vacaciones completas en Londres.
—Te echaré de menos, serán tres semanas larguísimas —sonrío, colocando la mano alrededor de su cintura para apegarla a mi cuerpo.
—Hablaremos todos los días, lo prometo —aseguro—. No tienes nada de qué preocuparte. Juro que no notarás mi ausencia.
—Más te vale, ¿eh? —enrosca las manos alrededor de mi cuello y se coloca en puntillas para alcanzar mis labios —¿No has sabido más de esa conversación?
Niego, apartándome un poco.
—Ambos han estado algo extraños —admito—. No lo sé, seguramente son cosas mías.
—¿Extraños cómo?
—Luke pasa más tiempo en su estudio hablando por teléfono, Less dice que son llamadas importantes y que no debería acercarme al estudio, y además Sebastián parece saber algo, siento que me están ocultando algo importante.
—¿Crees que sea relacionado con Patrick? —inquiere—. ¿O algo con el juicio?
—No lo creo, es decir, Luke me dice todo lo relacionado con el caso. Creo que es algo más, pero...—suspiro—. Pero no sé qué.
—Seguramente es algo de ellos —expresa—. Con lo del retiro de Luke, seguramente son solo llamadas del trabajo.
—¿Tú lo crees?
—Creo que no tienes absolutamente nada de qué preocuparte —responde—. No pienses que las cosas vuelven a ir mal. Porque no es así.
—No estoy tan seguro, Hallie —suspiro—. Me es imposible no pensarlo cuando siento que hay algo importante que no sé. La terapeuta dice que debo preguntar, pero me da miedo la respuesta.
—¿Hablaste de esto en la terapia? —cuestiona con curiosidad.
—Bueno, si no lo hacía comenzaré a entrar en pánico, y realmente no quiero eso —me aparto, pasando una de mis manos por mi cabello—. Vanessa dice que el trastorno no desaparecerá de pronto, tal vez lo tenga por varios meses más, no quiero...no quiero hacer que se vuelva más fuerte. Así que le digo todo.
—Eso en realidad es algo bueno, que no te guardes todo lo que sientes —expresa con una sonrisa—. No te preocupes, va a mejorar.
¿Cuál era mi cosa favorita? Besar a Halley. Hacerlo era algo maravilloso, era increíble como un simple gesto podía borrar todo pensamiento negativo, tenerla cerca es jodidamente sensacional.
El sonido de la bocina de un auto la hace apartarse. Los señores Williams están en el auto, justo enfrente.
Veo las mejillas de Halley adquirir una tonalidad rojiza y retengo la risa.
—Buenas tardes, señores Williams —saludo cuando abro la puerta del auto para permitirle la subida a Halley.
—Hola, Dereck —responde Viviane—. ¿Luke no ha venido por ti? ¿Quieres que te llevemos?
—Tengo la motocicleta, pero gracias —señalo la motocicleta que está del otro lado del estacionamiento.
—De acuerdo, nos vemos —Halley lanza un beso en mi dirección cuando el auto se pone en marcha y permanezco sobre la acera hasta que dobla y dejo de mirarlo.
No tengo nada más que hacer así que voy directo a casa. Dejo la moto en el garaje porque sería una completa mala idea dejarla en la entrada con la nieve cayendo. Portland comenzaba a hacerse más frío en la temporada invernal, quitarle la nieve de la motocicleta no es algo que me gustara hacer.
—¿A dónde vas? —inquiero cuando ingreso a la casa y miro a Lili colocarse el abrigo.
—Iré a casa de una amiga —informa.
—¿Y ya hablaste con Luke? —ella ríe.
—No hay necesidad.
—¿Por qué soy el único en esta casa que tiene que pedir permiso? —me quejo, Lili ríe con más ganas y luego señala el piso de arriba.
—Ellos están en el estudio con un abogado, asuntos importantes y a Alessia la debe traer la niñera pronto. Así que recíbela.
—¿Cómo si fuese un paquete? ¿Dónde debo firmar? Entrega de niños a domicilio, que cool.
—Eres un idiota —dice entre risas mientras sale por la puerta. Mantengo la sonrisa mientras subo las escaleras, las leves voces consiguen escucharse, asuntos importantes dijo Lili así que eso significaba no acercarse.
Pero dicen que la curiosidad mató al gato, pero al menos el felino murió conociendo la verdad.
Me acerco, intentando que el sonido de los pasos no se escuche demasiado, y me detengo frente a la puerta. Reconozco la voz de Dacher así que definitivamente era algo relacionado con el juicio.
Me apego como si de esa manera pudiera conseguir escuchar mejor, y sí, tal vez no debí acercarme.
—Ya no queremos la tutela, Dacher, nosotros queremos...
Retrocedo tan pronto escucho la frase, sin darme cuenta y con la prisa del movimiento termino chocando con el adorno decorativo que está a lado del pasillo y por más que intento tomarlo, el jarrón termina cayendo al piso y produciendo un sonido que hace eco.
La puerta se abre, ambos me observan con sorpresa, y una parte de mí desea fingir que no he escuchado nada.
—Dereck...
—¿Así que ese era el asunto importante del cual no podía saber? —inquiero. Ellos se miran, dejo de preocuparme por el jarrón, dejo de preocuparme de todo porque de nuevo siento que me mintieron.
—Dereck no es...
Les doy la espalda, encaminándome a la habitación para tomar mis cosas y llamar a Sebastián. Por eso estaba tan raro, por eso parecía que había algo que no querían decirme. Tomo la mochila a prisa para guardar lo necesario e irme, no les daría el gusto de echarme otra vez.
Ahora, me iría por voluntad.
Apenas han pasado unos minutos cuando ambos entran, supongo que primero hicieron que el abogado se marche.
—Dereck espera. No es como...
—¿Tanto misterio por eso? ¿A caso no podían verme a la cara y decirme la verdad? —sueno herido y me reprocho por eso—. Tan simple como decir, Dereck ya no queremos cuidar de ti.
—Es que eso no es lo que ocurre —interviene Less—. No es...
—No tienes que darme explicaciones, Alessandra. He escuchado suficiente. Su caso de caridad ya ha acabado.
—No, por Dios, no eres un...
—¡Dejen de mentirme! —grito. Mi atención pasa a Luke y de nuevo la ira me llena, porque sabía que lo haría de nuevo—. ¡Lo sabía! ¡Sabía qué harías esto otra vez!
—¿De qué hablas? ¿Qué fue lo que hice? —inquiere—. Dereck...
—Toda esta mierda de estar conmigo, de cuidar de mí, ¡Todo fue una maldita mentira! Confíe en ti otra vez, lo hice de nuevo a pesar de todo y me mentiste.
—¡No! ¡Claro que no!
—¿Pues sabes algo? No tendrás necesidad de estar llamando a tu abogado, porque me voy. Llamaré a Sebastián porque no voy a permitir que me eches de nuevo.
—¿Podrías escucharnos por un segundo? —pide arrebatándome el celular—. Cálmate y escúchanos.
—Escuché lo necesario. Así que dame el teléfono.
—No —responde con firmeza—. Debes escucharnos. Nosotros queremos...
—No me interesa, si no quieres la maldita tutela te haré el trabajo fácil. No tendrán que seguir tolerándome. Tal vez debí de haberme ido desde el inicio.
—Estás confundiendo todo, no eres un caso de caridad y no...
—¿Entonces qué quieres? ¿Solo querías asegurarte de mantenerme con vida? ¿Salvarme como no pudiste hacerlo con Carter?
Luke retrocede.
—¡Dereck! —reprende Less.
—No pudiste salvarlo a él, por eso estabas tan preocupado en el hospital, por eso me pedías perdón una y otra vez. ¿Para eso hiciste todo esto? ¿Para tener la conciencia tranquila? ¿Pues sabes algo? No te preocupes, que nadie intentará asesinarme otra vez, no tienes que seguir preocupándote por mí.
Ninguno responde, es como si intentaran comprender todo lo que he dicho.
—Dame el maldito teléfono —exijo.
—No estás entendiendo nada —dice con tranquilidad—. Esto no tiene ninguna relación con Carter, nunca la ha tenido.
—Por favor, sabes que sí.
—No —Alessandra interviene con firmeza—. No tiene nada que ver con el pasado de Luke. Tiene que ver contigo.
—¡Con que no quieren la maldita tutela! ¡Lo escuché perfectamente!
—¡Queremos adoptarte! —el grito desesperado de Luke me hace retroceder—. ¡Queremos que seas nuestro hijo! ¡Queremos que lleves nuestros apellidos!
Por una fracción de tiempo, dejo de respirar. Es como si todo se congelara a mi alrededor.
—¿Qué? —mi voz brota en un susurro.
Un silencio se apodera de la habitación, Luke cierra los ojos por un par de segundos antes de mirarme.
—Lo que dijimos sobre no querer la tutela, no escuchaste completo. Le decíamos a Dacher que no queremos la tutela, queremos la custodia completa. Queremos que lleves el apellido Lewis.
Mi cuerpo pierde fuerza y me dejo caer sobre el colchón, mirando a la pareja frente a mí.
—Hemos llamado a Sebastián, no está de acuerdo, pero dijo que, si tú lo quieres, si estás de acuerdo con esto, no va a oponerse. Queremos protegerte, cuidar de ti, si tienes nuestro apellido podremos garantizar tu seguridad, y no hay nada que nos importe ahora más que protegerte, no toleraríamos verte de esa manera otra vez.
Intento entender lo que dijeron, intentando creer en sus palabras. Que lo que dicen es verdad, intentando procesar el hecho de que ellos quieren darme el apellido.
—¿Quieren...quieren adoptarme? —mi voz sale temblorosa—. ¿De verdad? ¿No quieren que me marche?
—¿Cómo desearíamos eso? —inquiere Less y de pronto vuelvo a sentirme frágil—. Queremos hacer esto, no eres un problema, no eres ningún caso de caridad, eres como nuestro hijo, Dereck. Y queremos cuidar de ti de esa manera.
La culpa por lo que dije antes se me clava en el pecho y parpadeo para alejar la visión borrosa.
—Joder, Luke yo lo siento muchísimo. Lo que dije...—Sonríe. Acercándose lo suficiente y niega.
—Sé que lo sientes. Y no voy a darle importancia —asegura—. Lo único que me importa es saber si tú quieres esto. ¿Quieres llevar nuestros apellidos?
Esto tiene que ser una jodida broma. ¿Ellos quieren adoptarme? La sola idea de pertenecer a una familia era maravillosa, pero el hecho de que sea real, se siente como un sueño. Y que sean ellos...es aún más increíble, como una fantasía.
Como si de pronto alguien fuera a despertarme, y me daré cuenta que sigo en la misma vida, con Patrick, con el maltrato.
—Puedes pensarlo si quieres, no deseábamos que te enteraras así. Queríamos hacerlo bien, pero...nos obligaste a adelantar —dice Less captando mi atención de nuevo—. ¿Necesitas tiempo? ¿Quieres...?
—No.
—¿No quieres...?
—No necesito pensarlo —me aclaro la garganta. Conocía la respuesta, la sabía perfectamente. No tenía nada que pensar.
—Me gustaría muchísimo llevar el apellido. —la emoción es palpable en mi voz
Son apenas un par de microsegundos, pero pronto tengo a Less abrazándome con tanta fuerza como no lo ha hecho nunca.
—Nos hace tan felices que aceptaras —expresa—. Dacher tiene los documentos, solo...solo necesitamos ir al tribunal y hacerlo.
—Dereck Lewis, ¿se oye bien, no crees? —inquiere Luke
Sonrío, como probablemente nunca lo he hecho.
—Se oye más que bien —aseguro antes de aceptar el abrazo que me ofrece.
Y así, de esta manera, el fuego intenso por fin se extinguía. En medio de un abrazo de las dos personas que más habían cuidado de mí.
Todo se sentía como una locura, Sebastián tuvo que volver a Portland para los tramites, parece ser que llevaban al menos un par de semanas tratando el tema.
Sebastián me repitió hasta el cansancio que el hecho de que ahora tuviera un nuevo apellido, no nos quitaba los lazos familiares y aseguró que siempre estaría para mí. Pareció mucho más tranquilo cuando le aseguré que no tenía planes de apartarme y casi me hizo jurarle que las vacaciones de verano las pasaría en Texas.
Es así que apenas dos semanas después, el apellido Jones había desaparecido de todos mis registros. Ahora era Dereck Lewis White.
Y con un demonio que eso sonaba bastante bien.
—¡Eso es tan maravilloso! —expresa Halley en un grito emocionado—. Estoy tan feliz por ti. Y una ocasión así, merecía algo especial.
—¿Hiciste un pastel? —inquiero con una sonrisa.
—De relleno de chocolate y cobertura de café, te va a encantar —asegura—. Lo llevaré a dentro.
Luke y Alessandra habían realizado una pequeña reunión, Montserrat había llegado junto con su hija, y según lo que había dicho, Caleb también lo haría.
—¡Llegué familia! —Caleb ingresa, tan pronto me ve sonríe—. Ahora sí, soy oficialmente el tío Caleb.
El orgullo llena sus palabras, Luke rueda los ojos y yo sonrío.
—Me parece que si —respondo.
—¡Y ahí está! —Luisa ingresa, sus hijos vienen con ella y me acerco para saludar—. Realmente nos entusiasma la noticia, aunque nosotros te consideramos parte de la familia desde antes.
—Y aprecio eso, de verdad —respondo.
Cuando ingresan, sus hijos van directo al jardín en donde Alessia y los hijos de Montserrat se encuentran también.
—Lamento si tanta efusividad te incomoda —Less se coloca a mi costado.
—No, para nada —sonrío hacia ella—. Se siente bien en realidad.
—Los padres de Luke quisieron venir, pero el trabajo lo complicó. Sin embargo, los conocerás cuando viajemos a Londres, te agradarán, son las personas más buenas que puedes conocer.
—No lo dudo, teniendo en cuenta que todos son tan buenos —expreso—. Gracias.
—Desde que te conocemos, has sido parte de esta familia, Dereck. E independientemente del apellido, lo seguirás siendo siempre.
—Dereck Lewis —susurro. Alessandra sonríe.
—Ahora eres un Lewis, gracias por dejarnos cuidar de ti —dice tomando una de mis manos—. No vamos a fallarte otra vez, lo prometo cariño.
Estoy por darle una respuesta cuando Halley me llama, así que solo me limito a abrazar a Less, dejándole saber en el gesto lo mucho que confiaba en ellos, y lo agradecido que estoy por lo que han hecho por mí.
El cambio de apellido trajo consigo mucho papeleo, la escuela tuvo que modificar los registros, y se sentía extraño que los profesores me dijeran "Lewis" en vez del acostumbrado "Jones".
Sin embargo, todo pintaba de maravilla. La profesora Miller aprobó el borrador del ensayo y dijo que estaba más que listo para enviarlo a las universidades de mi elección.
La ciudad de Portland comenzaba a pintarse con las decoraciones navideñas, luces de colores y villancicos. Las vacaciones llegaron y con ello también todo el preparativo para el viaje a Londres.
Antes de lo pensado, ya nos encontrábamos en el aeropuerto.
—Te echaré mucho de menos —asegura Halley—. Llámame tan seguido como puedas.
—No me iré para siempre, Williams —respondo con diversión—. Procura no extrañarme demasiado, ¿quieres?
—No prometo nada —expresa con una sonrisa tirando de los labios.
—Dereck, es hora de subir —pide Luke a unos pasos.
—Un segundo —lo miro sobre mi hombro y luego vuelvo la atención a Halley—. Te echaré de menos, pero tres semanas son nada.
—Tres semanas son nada —repite—. Disfruta tanto como puedas, te veo en veintiún días, mi cariño.
—Te veo en veintiún días —me inclino con ligereza, atrapando sus labios entre los míos—. Te amo.
—¡Dereck! —ambos reímos ante la insistencia de Luke.
—Ve antes de que te dejen fuera del avión —pide—. Yo también te amo.
Me aparto, retrocediendo y lanzando un beso en su dirección. Ella hace el ademán de atraparlo, y coloca la mano en sus labios.
Le dedico un último ademán de adiós, y sigo a Luke. Lili arrastra una pequeña maleta, y Alessia camina a lado de su madre con sus coletas moviéndose a cada brinco.
Cuando estamos en el avión, Lili a mi costado comienza a hablar sobre las probabilidades de tener un accidente en el aire.
—Lili, realmente no me ayudas —reprocho—. Es la primera vez que haré un vuelo en avión y si no dejas de hablar sobre la posibilidad que hay de estrellarnos o que lo secuestren, me harás sufrir un colapso.
Ella ríe.
—Y realmente quiero llegar a Londres con vida.
—Tranquilo, que los datos muestran que es un avión entre cada dos millones —afirma con seguridad—. Podemos ser ese uno, quien sabe.
La miro retener la risa cuando le dedico una mirada de fastidio.
—Cuando volvamos, pediré otro asiento —sentencio tomando los audífonos y colocándomelos.
Ella me quita uno y la miro.
—Soy tu tía, respétame.
—Eso sonó tan extraño, y soy mayor que tú —objeto—. Así que tú respétame y deja de hablar sobre si el avión va a caerse o no.
—Bien, lo haré solo porque quiero que llegues con vida y conozcas a los adorables abuelos Lewis —dice—. El pavo de la abuela te encantará, Rose hace una comida tan deliciosa que no querrás volver y...
Dejo de escucharla, no porque quiera, sino porque mi mente intenta crear los escenarios de los que habla.
Navidades en familia, cenas de la abuela, salir de paseo con el abuelo. Regalos y chocolate en víspera de navidad, todo lo que estaba a punto de tener, y nunca creí que fuese posible.
—¿Dereck? ¿Me estás escuchando?
—Si —miento—. Claro que sí.
—Sera una gran navidad, ¿no lo crees?
—Sí, será una gran navidad.
Tal vez no solo una navidad, tal vez a partir de ahora, era una gran vida lo que esperaba por mí al aterrizar.
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¡Nos leemos mañana! Gracias por todo el apoyo. No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí.
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