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42.- Familia.


«El sol es débil cuando se eleva primero, y cobra fuerza y coraje a medida que avanza el día»

—Charles Dickens



Pasé cerca de una hora leyendo todos los artículos antiguos que hablaban sobre Luke. Así me enteré de varias cosas, como que: Su mejor amigo en realidad fue asesinado, estuvo alejado del box por más de seis meses, había varios videos en la red sobre el "supuesto asalto" en donde su amigo murió, y luego varias fotos de él en un estado en el que no lo reconocería.

El apellido "Brooks" se menciona con frecuencia en esos artículos, pero fue hasta que leí uno de apenas dos semanas de antigüedad cuando lo entendí.

Todo parecía ser que el contrincante al que se enfrentó por primera vez para ser campeón, ahora le estaba exigiendo una pelea. Y no de la mejor manera. Hablaba de su familia, mencionando la manera "baja" en la que se apoderó del cinturón aprovechándose de la lástima del público, dijo que probablemente también el padre de Luke había comprado la pelea lo cual resulta ridículo porque el hombre prácticamente fue noqueado en esa pelea.

Decía que Luke intentó culparlo del "asalto" que sufrió, y que fue por su culpa, que ahora su carrera estaba prácticamente arruinada, al igual que toda su familia, culpaba a la familia de Luke por la ruina en la que su padre había caído e incluso se atrevió señalar que Luke mentía en sus pruebas de dopaje. Por alguna razón, el apellido me sonaba, recordaba haberlo escuchado en algún otro lado, pero ahora mismo, con tantas cosas en la mente, me fue imposible recordarlo.

Pero lo sorprendente, es que había gente que lo apoyaba. Que decía que la carrera del "gran Lewis" se debía solo al apellido, y que si era tan bueno como decía ser, debía aceptar una pelea antes de su retiro.

¿Quién hablaba de retiros?

Ahora podía entender la actitud tensa de Luke durante los últimos días que estuve con él, aunque claramente eso no me hacía olvidar todo lo que dijo, porque en eso no tenía ninguna relación.

O tal vez sí.

Halley pareció decepcionada cuando le dije que no asistiría a la exposición y el hecho de pensar que en menos de dos semanas dejaría de verla, era aterrador.

No estaba listo para irme, para dejar todo, no estaba listo para empezar en otro sitio en menos de una semana, e hice todo cuanto estuvo a mi alcance para convencer a Tania de eso. Ella seguía viniendo, solo por papeleo, decía, pero podía darme cuenta de que ella tampoco estaba tan convencida con la repentina mudanza.

—Sabes que no puedo hacer nada —reprende Sebastián—. Te he explicado esto en más de una ocasión, Dereck.

—¿Por qué no vienen a Portland? —inquiero, aunque suena ridículo—. La casa de Patrick...

—¿Te estás escuchando? Lo que sugieres es ridículo, Dereck. Mi vida está en Texas y...

—¿Y no es lo mismo que yo haré? Dejar todo y mudarme a un sitio que no conozco.

—La diferencia es que tú no tienes nada, nos necesitas y ahora eres mi responsabilidad —expresa con exasperación—. Esa es la diferencia.

—Pues yo no lo pedí.

—Estamos de acuerdo en algo, y ¿sabes algo? Yo tampoco pedí esto, pero lo hago porque es mi responsabilidad y lo menos que merezco es que seas agradecido, me preocupo por ti, viajo miles de kilómetros y llegó hasta esta ciudad para hacerme responsable de ti porque al parecer no tienes a nadie más que lo haga.

Me mantengo en silencio.

—¿O me equivoco? ¿Dónde está tu abuela? ¿Prefieres quedarte con todas estas personas que no creyeron en ti? ¿Con Gema tal vez? Yo quiero hacerme responsable, quiero ayudarte, pero no comiences a hacerme el trabajo más complicado de lo que ya es, Dereck.

Pasa una de sus manos por su cabello en un movimiento que demuestra frustración.

—En tres días te dan de alta. La contusión parece estar bien y puedes tomar vuelos, seguirás en monitoreo en una clínica en Texas, y deja de decirle a la trabajadora social que no estás listo para la mudanza. No quiero problemas con servicios sociales, porque cada día que me retraso es un día de trabajo que pierdo, así que en tres días nos vamos, está decidido.

No me da la oportunidad de responder, sale de la habitación y cuando me quedo solo, un grito furioso brota de mi garganta, ocasionando también el maldito dolor en las costillas.

Esto es una mierda, lo es completamente.

No hago mucho, ¿Qué más se puede hacer cuanto tienes el hombro inmovilizado y dos costillas rotas? Tampoco puedo caminar por la férula en el tobillo, Luke no volvió a entrar y según lo que dijo Halley antes de marcharse a la escuela, es que ellos también se habían ido.

Recibí un par de mensajes de Caleb, y también de Montserrat y respondí por cordialidad, aunque no pude evitar agradecer de más por el arreglo floral que Montse envió la noche anterior y que gracias a eso la habitación dejó de oler tanto a alcohol y medicamento.

Me mantengo mirando la televisión, cambiando los canales hasta encontrar uno adecuado para entretenerme, es así que lo encuentro. Luke está ahí, en una entrevista y no parece estarla disfrutando mucho.

Me acomodo en la cama, manteniendo la atención en la pantalla. Le preguntan sobre los rumores que han surgido y sobre si planea enfrentarse a Zack Brooks, reconozco el apellido por los artículos que leí, no hay que ser demasiado observador para notar que Luke está molesto con la pregunta.

Zack dice que sigues sin superar lo que ocurrió antes de la primera pelea, ha pasado poco más de una década. ¿Por qué no aceptar el reto como él lo hizo contigo? Lo retaste en televisión, y es lo que Zack está haciendo ahora.

—Yo tenía un motivo para querer pelear contra él, ahora no lo tengo. —El entrevistador luce inconforme—. Tengo peleas más importantes para centrarme, mientras no se hable nada con mi promotor, no aceptaré esa pelea.

Una serie de abucheos por parte del público se dejan oír y apago el televisor, dejando el control a un lado. El sonido de dos golpes contra la puerta se deja oír y dirijo la atención hacia el sitio.

—Hola, Dereck.

—Profesor Jackson —saludo con algo de sorpresa.

—Hola, lamento no haber venido antes. Recién me entero —se acerca y noto la pequeña caja que sostiene en las manos—. Maya te envía esto.

La tomo, una divertida figura de cerámica hay en el interior, tan extraña como solo Maya sería capaz de crear.

—Agradézcale de mi parte —pido con una sonrisa.

—El director me informó del concurso —expresa tomando asiento en el sillón—. Es una lástima que no puedas participar. Tus figuras eran realmente dignas de ser expuestas.

—No eran la gran cosa.

—Claro que lo son —sentencia—. Hay algo peculiar en ellas, trasmiten nada y mucho al mismo tiempo. Como la de la mujer, no conseguí entender si estaba feliz, o estaba en medio del más agudo sufrimiento.

Sonrío.

—Depende de la situación.

—¿Qué opción sería ahora?

La segunda.

—No lo sé. ¿Quién expondrá ahora?

—Nadie —expresa como si no fuese importante—. Porque el director y yo llegamos a la conclusión de que intentaríamos convencerte de participar.

Dibujo una mueca en los labios.

—No es que no quiera, es que no estaré en Portland para entonces. Tendré que irme a Texas —expreso.

—Sí, como ya se lo expliqué al director —ambos observamos la puerta, Sebastián parece exasperado de tener que aclarar lo mismo otra vez—. Creí que ese asunto ya estaba resuelto.

—Señor Jones, con todo respeto, es una oportunidad grandiosa para Dereck. Que un artista consiga abrirse su camino desde joven determina el futuro, mientras más lo conozcan...

—Ya discutí los detalles necesarios con el director.

—Podemos arreglar la exposición, adecuarnos a lo que necesite, tal vez Dereck puede permanecer un poco de tiempo con alguien más, los Williams...

—No —mi voz capta la atención—. Gracias por el esfuerzo profesor Jackson, pero me temo que tendrá que darle la oportunidad a alguien más.

Intento sonreír peor no lo consigo porque la punzada que me atraviesa me lo impide, porque exponer la cerámica en el museo era algo que no sabía que deseaba tanto, hasta ahora.

—Entiendo. Fue un placer conocerte, Dereck. Tienes un futuro brillante, no lo olvides —dice y me siento frágil de nuevo.

No soy capaz de contestar, cuando se marcha cierro los ojos con fuerza apretando los dientes, tan fuerte que el dolor se instala en ellos.

—Dereck...

—Largo —exijo sin mirarlo.

—No seas grosero —reprende—. No voy a tolerar esta actitud, ¿entiendes? No voy...

—¡Entonces renuncia a la maldita custodia! ¡Tal vez sería mejor que nadie se hiciera cargo de mí! —bramo—. ¡Vuelve a Texas con tu familia y olvídate de mí, así como lo hiciste por tanto tiempo! ¡Sigue pretendiendo que ni Patrick ni yo existimos!

El dolor explota en mis costillas cuando grito. La visión se vuelve completamente borrosa mientras siento la frustración llenarme cada rincón, mientras la siento consumirme.

—Estoy harto de tener que necesitar de la ayuda de los demás, tal vez si te necesito, pero no quiero condenar mi vida a una familia que solo me ayuda porque tiene la responsabilidad de hacerlo.

Sebastián suspira.

—El medico tenía razón, tal vez si necesitas un terapeuta. Encontraremos uno cuando lleguemos a Texas.

Sale sin decir nada más y vuelvo a sentirme imponente. El dolor persiste en las costillas, de hecho, en todo el cuerpo. En cada zona posible.

Tomo el pequeño cable que lleva la morfina a mi sistema, una vez si duele, dijo el doctor. Pero la aprieto con fuerza tres veces.

La calma me invade tras un par de minutos, el dolor desaparece, pero la fuerza también, así que solo cierro los ojos, y me dejo ir.

Cuando abro los ojos, mi cuerpo se siente más débil de lo que esperé, intento buscar el cable de morfina, pero no lo encuentro.

—Las enfermeras lo retiraron —volteo, Luke se encuentra en el sillón que está a un costado, se talla los ojos antes de enfocarme—. Dosis alta de morfina, lo suficiente como para dormirte por varias horas. Decidieron que ellas mismas lo aplicarán cuando el dolor sea intolerable.

Maldigo, luego lo observo a detalle. Tiene ojeras notorias, y luce más cansado de lo que alguna vez lo he visto.

El sentimiento de molestia aún persiste en mi pecho, pero una parte de mí se siente cómoda con él. No hay incomodidad como con Sebastián, Luke me conoce, por mucho que eso pudiera molestarme.

—Te vez mal —sonríe cuando me escucha hablar.

—Sí, no eres el primero que lo nota —expresa.

—Vi la entrevista —suelto un suspiro, intentando eliminar la sensación cansada de mi cuerpo—. Te abuchearon, ¿eh?

—Si —asiente—. Eso pasa cuando te mantienes firme en una decisión.

—¿Quiere decir que no pelearás? —cuestiono.

—No, no lo vale —asegura—. Aunque eso me está costando patrocinadores.

—¿No lo harás porque él es el culpable de la muerte de tu amigo? —me mira en silencio, parece no saber qué decir—. Me dijiste que lo googleara. Eso hice.

—Entonces supongo que no tengo que responder a eso —expresa con una leve sonrisa—. Ya sabes la respuesta.

—Eso no me dice si es la razón por la que no aceptas la pelea —objeto.

—No creo que sea buen momento para hablar de eso—manifiesta—. ¿Cómo te sientes?

—Como la mierda.

—Sé cómo se siente eso, la morfina no ayuda, solo te hará sentir peor. Necesitas...

—Gané el concurso de cerámica —lo interrumpo. Soy consciente de cómo se le ilumina la mirada.

—¿De verdad? Supongo que debieron avisarte cuando me marché a casa. Felicidades, no me sorprende en realidad. Less dijo que tus piezas...

—No expondré —arruga el entrecejo, confundido—. No estaré en Portland para entonces, así que no podré asistir. Le darán el lugar a otra persona.

—¿Sebastián...?

—Él fue quien dijo que no podría. Dice que no puede seguir perdiendo tiempo, que necesita volver y esperar tres semanas hasta la exposición es imposible. Así que habló con los directivos.

—Es una gran oportunidad —dice—. ¿Estás bien con eso?

Niego. Antes de que pueda decir algo más, la puerta se abre. Sonrío cuando Less ingresa.

—Hola, tu tío me dijo que puedo pasar —dice con suavidad.

Ella y Luke se miran, este último se incorpora y se aparta.

—¿Qué ocurre entre ustedes? —inquiero notando que ambos parecen incómodos.

—Nada importante —responde Luke—. Iré por café, lo necesito.

Sale antes de que pueda decir algo más. Less mira en dirección a la puerta, por donde su esposo ha salido y pasan un par de instantes antes de que regrese la atención a mí.

—¿Y bien?

—Problemas de matrimonio —admite acercándose—. ¿Cómo estás? ¿Todo está bien?

—Está tan bien como puede estar —expreso—. Justo le decía a Luke que gané el concurso de cerámica, no te emociones —advierto cuanto noto que tiene la intención de hablar—. Porque no expondré.

—¿Tiene que ver con la mudanza? —asiento. —Los nuevos comienzos no siempre son malos

—Lo es cuando significa dejar atrás todo lo que quiero, todo lo que me importa —susurro.

—Tu tío solo quiere lo mejor.

—No lo sé en realidad. No se preocupa por lo que pienso, o puedo sentir. Solo llegó y dijo, nos mudamos a Texas, perderás el año escolar, lo siento —resoplo—. Quiero dejar de sentirme una carga para los demás y esto no está ayudando en lo absoluto.

—No eres una carga para nadie.

—Eso dicen ahora, pero cuando los problemas comienzan es lo primero que se echa en cara, ¿no es cierto?

—Él solo hace lo que le corresponde —no toma asiento en el sillón, sino que se coloca al borde del colchón y su cercanía se siente reconfortante.

—Tenía un plan. Sabía que hacer, gané el concurso y eso sería mi boleto para Yale o Chicago, mejoré las notas e incluso pensé en aplicar para una beca —me detengo por un par de segundos—. Y luego de un día para otro tengo que reorganizar todo, ir con una familia a la que no conozco, empezar de cero y perder todo el avance que he conseguido aquí. Dejar a Halley, a mis amigos, empezar en un sitio al que no quiero ir.

Es como si algo en mí se hubiese activado, dejándome decir todo cuanto siento.

—Y estoy aterrado por eso, Less. Estoy aterrado de todo lo que eso significa. Aquí al menos tengo a Halley, a Colton, a los señores Williams, a Tania, ¿qué tendré ahí? Nada. No quiero irme, no pedí nada de esto y lo peor es que a nadie parece importarle.

—Nos importas a todos —asegura—. Nos importa a nosotros.

—Si pudiera solo...retroceder el tiempo yo...—un suspiro tembloroso brota de mis labios— yo hubiese hecho todo tan diferente. Lo tenía todo, Less, lo tenía todo y lo arruiné.

—No, no lo hiciste —afirma tomando mi mano—. No quiero que digas eso otra vez. ¿entiendes? No arruinaste nada. No fue culpa tuya. Intentaste hablar, y no te escuchamos. Y sigues teniendo todo, porque seguimos para ti, no nos vamos a ir a ningún sitio.

—No puedo confiar en él.

—Se equivocó y fue cruel, pero no quería serlo. No quiero que pienses que por ser su esposa intento defenderlo, porque Luke es muy cabezota a veces, sobre todo cuando está enojado —admite—. Lo amo, pero no estoy de acuerdo con todo lo que hace. Lo que ocurrió fue una prueba de ello.

—¿Lo dejaste? —Ella ríe.

—No, lo amo demasiado como para dejarlo. Solo lo estoy torturando un poco —admite—. No tiene buenas experiencias con los problemas relacionados con la honestidad, y está demasiado tenso últimamente, creo que ya lo sabes, pero eso no le justifica su actuar. Nada va a justificar todo lo que te dijo.

—Se ha disculpado, pero...

—¿Sabes por qué lo quiero tanto? —cuestiona—. Porque cuando se equivoca, hace todo cuanto está en sus manos para solucionarlo, mueve cielo, mar y tierra para corregir sus errores, solo tienes que permitirle demostrarlo. Él te quiere mucho, todos te queremos.

No soy capaz de responder a pesar de que quiero hacerlo. Luke vuelve, con dos vasos de café y le entrega uno a ella. Ambos pasan algo de tiempo dentro, y luego Alessandra tiene que responder una llamada del trabajo.

Sé que Less tiene razón sobre Luke, había hecho muchas cosas por mí como para sentir alguna clase de molestia hacia él. No tenía mi confianza, pero fue lo más cercano a un padre que he tenido.

—No quiero irme —admito luego de un rato—. No quiero hacerlo, Luke. Sé que debería aceptarlo, no hacerle el trabajo complicado porque solo hace lo que le corresponde, pero no puedo solo aceptar alejarme de todo lo que conozco.

—Si fuese otra persona, si fuese alguien a quien conozco, en quien confío no habría problema. Pero Sebastián, no se siente como familia. Se siente solo como una persona que me ayuda porque no tiene otra opción, porque hubo una trabajadora social diciéndole que él debía hacerlo. No creo que sea un mal hombre, parece bueno, después de todo está haciendo todo esto cuando no tiene porqué, solamente no lo siento como familia.

Luke parece pensar algo, permanece callado por algunos minutos como si tratara de encontrar algo en su mente.

—Dereck, sé que te fallé. Y probablemente nunca puedas confiar en mí otra vez, pero...déjame arreglar esto —pide—. Por favor.

—¿Cómo planeas arreglarlo?

—Solo necesito saber si me dejarás hacerlo —responde.

Lo dudo por un segundo, había perdido lo suficiente como para sentirme preocupado de perder algo más. Así que solo asiento.

—Te prometo que lo resolveré —asegura—. Lo juro.

Supongo que cuando alguien te falla y luego promete algo, no se ponen muchas esperanzas en eso. Pero si resultaba bien, si esta vez no rompía su promesa, tal vez todo pudiera arreglarse.

Tal vez, solo tal vez.

—Dereck, quiero preguntarte algo —desvío la atención del celular hacia Sebastián.

—Dime.

Él cierra el libro que sostenía entre las manos, lo deja a un costado antes de inclinar su cuerpo con ligereza hacia adelante.

—Sé que dije que olvidaras todos los planes que tenías antes de que todo esto sucediera, pero...—se detiene por algunos segundos— pero, ¿cuáles eran?

—¿Cuáles eran mis planes? —inquiero—. ¿Quieres que te los diga?

—Quiero saber la vida que tenías y que planeabas tener —expresa.

—Quería ir a Yale, o a la Universidad de Arte de Chicago. Planeaba solicitar una beca, y quería ganar la exposición para aumentar el valor de mi currículum —admito—. Ese era el plan.

—¿Y qué pasaría con Patrick?

—Tania quería conseguir que perdiera los derechos sobre mí, creo que ha sido la única cosa del plan que resultó —pronuncio.

—¿Y mientras vivías con Luke, todo estaba bien? Quiero decir, ¿eras feliz con ellos?

—Sí, es decir, estaba bien —sonrío levemente—. Son buenas personas.

—¿Te gustaría volver? —eso me saca de balance.

—¿Con los Lewis? —asiente.

Me tardo en responder, esa era una posibilidad que no había considerado desde que me marché.

—No lo sé, el señor Lewis...

—Luke ha hablado conmigo —dice—. Se ha ofrecido a cuidar de ti para que puedas realizar la exposición en el museo, y por el tiempo que falta para que termines el curso escolar aquí.

No encuentro que respuesta dar. No esperaba que Luke se ofreciera a recibirme otra vez, y no sabía si yo en realidad quería hacerlo.

—Esto es solo si tú quieres —aclara—. No quiero que pienses que no me preocupo por ti, al contrario, es por esa razón que quiero buscar la mejor opción. Si no deseas volver, seguiremos con el plan para Texas.

—¿Luke quiere que vuelva?

—A mí me pareció que sí —admite.

—¿Será por un tiempo?

—Si quieres esperar hasta la exposición en el museo y luego ir a Texas, podemos hacer eso, aunque será complicado obtener el dinero para ir y venir, pero podemos hacerlo —sugiere—. Pero si quieres terminar el curso escolar aquí, entonces puedes venir conmigo para las vacaciones de verano, antes de irte a la universidad, Luke se ofreció a ver todo lo relacionado contigo. Le daré la tutela.

—¿Cómo?

—Si quieres que hagamos esto, le pasaré la tutela legal a Luke, para que pueda hacer lo necesario por ti. Tramites escolares, servicios médicos, todo lo que involucre que un familiar esté cerca. Pero la custodia seguirá en mi poder, así que, si tienes algún problema con él, si quieres irte, si ya no quieres estar más con ellos, yo te recibiré. No quiero que pienses que quiero ignorar la responsabilidad.

Luke quiere que vuelva.

—Me contó lo que ocurrió y es por eso que te estoy preguntando todo esto —expresa—. Me confesó las cosas que te dijo, y como te echó de su casa. Pero si me preguntas, está arrepentido. Y quiere ayudarte. Está dispuesto a seguir las evaluaciones de servicios sociales si es necesario, también su esposa. Harán todo lo que sea necesario para demostrarte que están arrepentidos, ambos.

Aparto la mirada, era complicado pensar en Luke y no recordar las cosas que había dicho. Un par de disculpas no me hacían olvidarlo.

—Si no quieres, lo entenderá.

—Si me quedo, podré hacer todo lo planeado, ¿verdad? —Él asiente.

—La exposición, terminar el curso en Cleveland —expresa—. He llamado al director, le he dicho que tal vez estás pensando en asistir a la exposición. Pareció entusiasmado con la noticia.

—Entonces, puedo quedarme aquí, pero si alguna vez deseo visitarte...

—Oh, no. No si deseas —sentencia—. Las vacaciones de verano serán mías y Texas te encantará en verano, acción de gracias y navidad podemos negociarlo.

Sonríe.

—Pero si voy con él habrás desperdiciado tu tiempo al venir y...

—No, claro que no —asegura—. No te conocía, ahora lo hago. Y no me iré hasta asegurarme que estés bien. Y que realmente estás donde deseas. Tienes razón al decir que somos desconocidos para ti, y que obligarte a venir con nosotros de manera tan abrupta es un cambio para el que no estás preparado.

Me sostiene la mirada, con una sonrisa tirando de sus labios.

—Por eso quiero que nos conozcas, pasar tiempo contigo, a tu ritmo. Y luego, si deseas vivir con nosotros, venir todos los veranos, pasar navidades juntos, estaremos encantados de recibirte —afirma—. Somos familia, pero también tienes familia aquí, todas esas personas que estuvieron en la sala de espera, son tu familia, y no quiero apartarte de ellas.

—¿Tengo que responder ahora? —niega.

—Tómate el tiempo que necesites. No hay prisas.

Se aparta, toma el libro nuevamente entre sus manos y se coloca las gafas que están sobre la mesa de noche.

—Tío —él eleva la mirada—. Gracias.

—No debes agradecerles a las personas por cuidar de ti —dice con una sonrisa—. Eso es lo que la familia hace. Probablemente no te lo han demostrado, pero eso hacemos los Jones, bueno, exceptuando a Patrick. Los Jones somos buenas personas, puedo prometerlo.

Suelto una risa.

—Mi abuela...es decir, Margarita, ¿no ha venido? —inquiero.

—Lo hizo. Pero Tania consideró que no era apropiado y lo cierto es que yo tampoco lo consideré así que no la dejamos pasar. Pero si quieres...

—No me creyó cuando le dije la verdad —susurro—. Me llamó mentiroso, no quiero verla ahora, en realidad...no sé si quiera volver a hacerlo.

—Bien, tendré en cuenta eso —dice sonriendo.

—Lamento haberte gritado. No quise...—eleva la mano para detenerme.

—No me pidas disculpas, ¿sí? No hay nada que disculpar. Todo está bien. —asegura—. Solo piensa en lo que quieres, en lo que va a hacerte bien, y te apoyaré.

Vuelve la atención al libro y yo hago lo mismo con el celular, pero por alguna razón, el sentimiento de malestar se ha esfumado.

Aun cuando la decisión no estaba tomada, una parte de mí sabía exactamente qué es lo que debía hacer. 

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¡Nos leemos el lunes! Gracias por todo el apoyo. 

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