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3.- ¿Alianza?


"Yo creo que nada sucede por casualidad ¿Sabes qué? En el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos"

La sombra del viento – Carlos Ruiz Zafón

La clase de artes no era de mis favoritas, pero tampoco la detestaba tanto. Tenía una habilidad para pintar, aunque no era perfecta. Me valía para aprobar la materia, que, en este punto, era todo lo que importaba.

Me limpio la pintura que tengo en las yemas de los dedos y dejo los pinceles dentro del agua. Observo la pintura frente a mí y sonrío con ligereza.

—De seguir así podrías ser el próximo Picasso —Kelsey se coloca a mi costado.

—Oh, lo dice la alumna estrella y la persona que tiene asegurado un lugar en la universidad más prestigiosa del país —ella eleva uno de sus hombros, al tiempo que ladea la cabeza y cierra los ojos.

—Nunca hay que presumir —objeta con una sonrisa.

Estoy por darle una respuesta, cuando mi nombre suena por los altavoces, llamándome a dirección. Echo la cabeza hacia atrás.

—Jones ¿qué fue lo que hiciste esta vez? —inquiere Kelsey con diversión.

—Algo de lo que seguramente ni yo estoy enterado —respondo tomando la mochila, la señora Parker me observa con molestia y me hace un gesto para que salga del aula—. Nos vemos, Kelsey.

Los pasillos están casi vacíos mientras camino hacia la oficina del director, la mayoría de alumnos aún se encontraban en clases, así que solo algunos que eran lo suficientemente valientes como para saltárselas se encontraban en la cafetería.

Daysi, la asistente del director me regala una sonrisa.

—¿Qué fue lo que hice esta vez? —inquiero con una sonrisa ladeada.

—Hay un problema con tus documentos entregados para el nuevo curso —señala. Retengo la maldición—. Resulta que llamamos al número que nos entregaste porque tus documentos están inconclusos, y nos llevamos la sorpresa, de que una amable anciana respondió al otro lado de la línea, asegurando que su nombre no era Patrick Jones.

—Debí escribir mal un número —sonrío con inocencia—. Lo corregiré.

—Y el director sospecha que la firma de tu padre aquí —señala un espacio en el documento—. No es real.

—Pero claro que es real —mascullo—. ¿Cómo por qué falsificaría la firma de mi padre?

Porque te ignoró exponencialmente cuando le dijiste que necesitabas de su firma. Como siempre, a Patrick Jones no le interesa la educación de su hijo.

Daysi sonríe con comprensión, toma algunos documentos de la carpeta que mantiene frente a ella y me los entrega.

—Llena los formatos, asegúrate de no equivocarte con ningún número ¿quieres? —pide—. Y vuelve con la firma de tu padre. De lo contrario, no podremos acreditar tu estadía en la preparatoria, necesitamos a un tutor a quien llamar, recuerda que no eres mayor de edad aún.

¿Cómo le explico a esta mujer que mi padre es capaz de romper los documentos con tal de no firmarlos?

—Gracias, Daysi.

—Y procura que sea antes de la primera semana de exámenes, recuerda que las calificaciones...

—Sí, lo sé, gracias Daysi.

Cuando estoy por marcharme, los gritos femeninos dentro de la oficina del director me detienen. Daysi y yo compartimos una mirada, la puerta se abre con brusquedad y una furiosa chica sale por ella.

—¡Mi padre sabrá de esto! —grita hacia el director Brooke—. Soy una de las mejores alumnas de esta preparatoria ¡no puedo ir a detención por eso!

—¿Bañar a su compañero en pintura azul no le parece razón suficiente? —inquiere el director cruzándose de brazos.

—Estaba sobrepasándose conmigo ¿por qué él no está aquí y yo sí? —se cruza de brazos—. ¿Quiere que exponga esta injusticia ante el consejo de padres? Porque estoy completamente segura de que mi padre retirará la donación anual cuando se entere que el chico que intentó tocar a su hija por debajo de la falda quedó sin castigo.

—Señorita Williams...

—¿Y tú que estás mirando? —grita reparando en mi presencia.

—Te informo que fuiste tú quien salió gritando, yo ya estaba aquí —señalo.

—Señor Jones, si ya ha terminado aquí puede marcharse —indica el director.

Asiento, tomo los papeles que Daysi me ha entregado y miro a la chica.

—No se acaba el mundo por ir a detención, no es tan malo como parece —le dedico un guiño antes de cruzar por el frente, y salir de la oficina.

—Así que ¿solo fue un problema con el papeleo? —inquiere Colton.

—Parece ser que tu idea de falsificar una firma y colocar un número al azar no fue tan genial como pensaba. —Mi amigo ríe.

—¿Por qué llamarían en todo caso? —Me encojo de hombros.

—No tengo idea, lo único que importa ahora es que tengo que convencer a mi padre para que firme esos documentos —un suspiro pesado brota de mis labios—. De lo contrario, seguro tendré problemas.

—¿Crees poder convencerlo? —inquiere.

—La verdad es que no, pero lo arreglaré —aseguro.

Lucie y Jennie se colocan frente a nosotros, la primera tiene su habitual ensalada y botella de agua mientras que Jen tiene una hamburguesa y papas fritas. Un buen contraste entre ambas amigas.

—¿Escucharon que al idiota de Gerald lo bañaron con pintura azul? —Es lo primero que Lucie suelta—. Ya era momento de que alguien le diera su merecido.

—¿Pintura azul?

—En clase de artes, con el profesor Scott. Otro imbécil como Gerald —resopla Jennie—. ¿No estabas ahí, Dereck?

—No tengo clases con Scott, sino con la profesora Parker —aclaro.

—¿Conoces a la chica? Quiero darle mis felicitaciones —dice Lucie y ambas ríen.

—Es ella —señalo al otro lado de la cafetería.

Colton golpea mi costilla con uno de sus codos.

—¿Tú como sabes que fue ella? —cuestiona divertido.

—Porque estaba hablando con Daysi cuando ella salió haciendo un drama porque la enviarían a detención —ruedo los ojos—. Dijo algo sobre injusticias y que su padre retiraría las donaciones anuales.

—¿Hablas de Halley Williams? —Lucie pregunta—. Ugh, retiro lo dicho sobre mis felicitaciones, esa rubia no las merece en lo absoluto. Parece ser que cree que con tener las mejores calificaciones todos le deben respeto.

—Es agradable —objeta Jen—. De hecho, más agradable de lo que puedes imaginar. ¿Has visto sus cuadros? Pinta como toda una profesional.

—Parece que el hecho de que sea rubia te molesta tanto —Lucie me mira—. ¿Es porque ella es natural y tú teñida?

—¡Dereck! —las voces de las tres personas a mi alrededor se elevan.

—¿Qué?

—¿Por qué eres tan molesto? —inquiere Lucie incorporándose—. No sé cuál es tu problema, pero algunos queremos disfrutar de un almuerzo en paz. Y si soy teñida o no, no tiene porque importante, idiota. Por Dios, Colton ¿Cómo es que eres su mejor amigo?

Toma su almuerzo y se incorpora, nos da la espalda diciendo una palabrota y se aleja.

—Yo no...

—Deberías dejar de ser tan imbécil —reclama Colton incorporándose y caminando detrás de su novia.

Comienzo a sospechar que Jennie también se marchará, pero, por el contrario, se queda con una sonrisa divertida en los labios.

—¿Cómo es que tienes esa habilidad para molestar a la gente tan rápido? —inquiere.

Sonrío.

—No lo sé, supongo que es un don nato —me encojo de hombros—. Aunque me trae más problemas de lo que me gustaría.

Extiendo la mano para tomar una de sus papás, ella observa mi brazo y en un movimiento rápido, eleva la tela de la chaqueta, un par de moretones se dejan ver y me aparto.

—¿Qué te sucedió? —inquiere con preocupación.

—Un descuido —acomodo la chaqueta para evitar que se vea de nuevo—. Dejó un par de moretones, pero no es nada.

Antes de que ella pueda seguir con el tema, la interrumpo.

—¿Cómo sabes de los cuadros de Williams? —inquiero señalando de nuevo a la mesa en donde la chica se encuentra.

—Una vez le compré uno —admite—. Kelsey y ella son las mejores, ya sabes que entre los dos salones de arte siempre hay competencias, la señora Parker tiene a Kelsey, el profesor Scott debe tener también a su estrellita.

Asiento, dándole un sorbo al refresco frente a mí.

—Lo sabrías si accedieras a acompañarme a las exposiciones —reprocha—. ¿Qué son esos asuntos tan importantes que haces en Sellwood?

—¿Seguro quieres saber? —inquiero.

—¿Negocios turbios con la mafia? —Una carcajada brota de mis labios.

—No soy tan valiente como para pertenecer a la mafia, valoro mi vida, Jen.

No hablamos demasiado por el resto del tiempo que nos queda, tan pronto como la campana suena cada uno se marcha a sus respectivos salones.

Las clases pasan con normalidad, cuando paso frente a la oficina del director Daysi me recuerda que no olvide tener los formularios firmados, y tras asegurarle que los tendrá tan pronto sea posible, me marcho.

Busco las llaves de mi motocicleta en mi bolsillo. Tomo el casco y cuando estoy por colocármelo, alguien grita.

—¡Hey, tú! —volteo. La misma chica de dirección viene hacia mí—. Sí, te hablo a ti —confirma deteniéndose. Arqueo una de mis cejas.

—¿Siempre vas por la vida gritando? —inquiero. Ella resopla.

—Escucha, necesito tu ayuda —dice sin perder tiempo—. Fuiste el principal testigo de lo que ocurrió hoy en la oficina del director y te necesito como testigo de que...

—Aguarda, aguarda —la detengo antes de que continúe—. ¿Cómo por qué tendría que ayudarte? No son mis problemas, suficientes tengo con el director Brooke como para sumarle una...¿alianza? De un tema que no me corresponde.

—Las injusticias escolares les corresponden a todos. —No puedo evitar reír.

—Escucha, no le pasará nada a tu expediente porque pases un par de horas en detención —manifiesto—. Te lo dice alguien que ya visitó ese sitio varias veces. No se acaba el mundo.

—Solo necesito que confirmes...

—¿Qué bañaste a un idiota con pintura azul? —cuestiono colocándome el casco—. Porque fue todo lo que escuché.

Me subo a la moto, esta enciende con un rugido que me hace sonreír.

—Lo siento...—me detengo cuando no recuerdo el nombre.

—Halley —dice con molestia.

—Lo siento, Halley. Pero no son mis asuntos. Seguro si tu padre amenaza con retirar esa cuantiosa suma de donación anual, el director considere tu castigo.

—Ya he pasado mis horas en detención.

—Bueno, entonces ya está. No hagas un drama —le dedico un guiño—. Supéralo.

Y tras decir eso, salgo del estacionamiento de la preparatoria.

Me debato entre insistirle a mi padre que firme los papeles de la escuela, o dejarlo estar. Él se mantiene en la cocina, preparándose lo que creo es una especie de sándwich y luce sorpresivamente de buen humor.

—Papá —llamo bajando las escaleras. Él voltea.

—Dereck —dice sin darle demasiada importancia y regresa su atención a lo que se encuentra preparando.

Observo la hoja entre mis manos.

—Escucha, hoy en la escuela dijeron que necesito tu firma —comunico. Dejo a un lado los documentos que Daysi me había entregado—. Para acreditarme en el nuevo curso.

—¿Traes una pluma? —cuestiona. Asiento, él la toma y observa los documentos, firma con rapidez y luego los desliza hasta dejarlos frente a mí—. Espero que tus calificaciones mejoren este curso.

De acuerdo, esto fue demasiado fácil.

—Lo intentaré.

—Tu abuela menciono la universidad de Roseburg —dice girándose hacia mí—. Parece que buscas las más lejanas.

—Solo fue una sugerencia. En realidad, no sé si vaya.

—Claro, que se puede esperar de ti con las calificaciones que traes —masculla con molestia—. Todo sería más sencillo si sobresalieses en algo, como ese chico, Colton. Capitán del equipo de futbol y buenas calificaciones, beca asegurada en Harvard.

—Bueno, tal vez lo hiciera si mi padre no se la pasara emborrachándose y golpeándome —tan pronto como lo digo, me arrepiento.

—¿Qué dijiste?

—Nada.

—Si tuviste el valor para decirlo, ten el valor para repetirlo —reta dando un paso al frente.

No lo hagas, no lo hagas.

—No dije nada —susurro.

—Te la pasaré esta vez, porque vendrá alguien a cenar. Y no quiero tener que dar explicaciones —cruza por mi lado—. Te quiero en casa a las ocho, no me hagas arrepentirme.

Cuando está en las escaleras, gira hacia mí.

—Y procura no quitarte esa chaqueta —me señala—. O ni siquiera eso podrá cubrir las consecuencias de lo que te haré.

Sube las escaleras y me quedo en la cocina, cierro los ojos por un par de segundos y suspiro.

Vaya mierda.

Probablemente esperaba ver a algún amigo de papá, solía traerlos a veces a hablar sobre trabajo, o a pasar el rato. Me llevaba bien con la mayoría de ellos, no entendía como alguien como mi padre conseguía tener amigos tan agradables.

Sin embargo, cuando bajo al escuchar el grito de papá, no es ninguno de sus amigos.

Es una mujer.

Sabía que mi padre solía salir con chicas, algunas veces las traía a casa y tenía que escaparme a media noche para no escuchar como "pasaban el rato" en la habitación de mi padre, sin embargo, nunca se había tomado la molestia de traer a cenar a ninguna.

—Hola —la mujer, quien parece varios años más joven que mi padre, sonríe en mi dirección.

—Hola, tú debes de ser Dereck —dice con amabilidad—. Soy Gema.

—Gema, él es mi hijo —nos presenta papá, aunque es evidente que no quiere hacerlo—. Dereck, ella es Gema Mitchell, mi novia.

—Oh, Wow, yo no tenía idea...—mascullo—. Quiero decir, mucho gusto.

No sé cómo debo tomar esto, es decir, no sentía ningún reproche hacia mi progenitor por salir con alguien porque mamá nunca era mencionada en la casa. No podía sentirme ofendido porque la trajera a la casa, solo resultaba...sorprendente. ¿Cómo es que conseguía relacionarse cuando bebía tanto?

La chica se acerca, me envuelve en un abrazo que me toma por sorpresa.

—Lamento que te enteraras así, solo que tenía muchas ganas de conocerte. Te pareces tanto a tu padre. —No sé cómo reaccionar a eso, papá luce incómodo.

—Uh ¿gracias? No planeo interrumpir sus planes, así que...mucho gusto, Gema. Voy de...

—No, quédate a cenar —pide mi padre—. Gema quiere concerté más.

—Aunque si tienes algo más importante que hacer, no hay problema —dice con una sonrisa comprensiva.

Mi padre me mira y no entiendo lo que debo hacer. ¿Él quiere que me quede? Cuando lo miro, asiente levemente así que respondo.

—No, de hecho no.

—Genial, acompáñanos entonces.

Y para un chico, que nunca ha compartido mesa con su padre de esta manera, esto se siente como una completa locura. 

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Parece que Wattpad no está emitiendo las notificaciones de la actualización de la historia, si les llega la notificación pueden dejarme el comentario aquí, y si no les llega de igual manera les agradecería que lo dejaran por aquí. 

-¡Gracias por todo el apoyo!

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