Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

22.-No sería capaz.


«La verdad levanta tormentas contra sí que desparraman su semilla a los cuatro vientos.»


Recorro las calles de Northwest, me detengo junto a una bodega y tomo el celular desechable para corroborar la dirección. Cuando me aseguro de que estoy en el sitio correcto, bajo. Me quito el casco y volteo alrededor.

El sitio es por lo mucho el más inseguro en el que he estado. El ruido ahogado de las peleas clandestinas dentro de las viejas bodegas apenas y se escucha, reviso la hora, ya debería de estar aquí.

—Al parecer Flyn encontró a alguien puntual —volteo cuando escucho la voz detrás de mi cuerpo. Dice la frase que se le otorga a cada comprador para asegurarnos que realmente es quien hizo la compra y luego me deja ver el dinero.

La mochila se siente ligera cuando me deshago del paquete que llevo dentro, me aseguro de que el dinero sea el correcto, y sin decir nada, subo de nuevo a la motocicleta.

No hay necesidad de interactuar, mientras menos lo haga, mejor.

Son las cinco de la mañana y Northwest sigue a oscuras, el sol poco a poco comienza a elevarse, dando un poco de claridad. Aumento la velocidad cuando tomo la avenida principal, y luego me desvío a Sellwood.

Media hora más tarde, me encuentro ingresando a la bodega donde Flyn llevaba a cabo sus negocios. Me recibe con una sonrisa, colocándose de pie al instante.

—Bueno, bueno ¿qué tal tu primera entrega? —inquiere—. ¿Todo en orden?

—Todo como debería —aseguro tomando el dinero y dejándolo sobre el escritorio. Un chico se acerca, tomando los billetes y contándolos, un par de minutos después le hace una seña a Flyn para indicarle que es la cantidad correcta, y sale.

—Comenzamos con el pie derecho, me gusta eso —apaga el cigarro que mantiene entre los labios, toma el dinero y cuando lo coloca dentro del cajón, extiende hacia mí un pequeño sobre—. Tu primera paga, Jones. Si haces las cosas bien, tal vez podamos encargarte entregas más grandes.

Observo el interior, es una cantidad de dinero considerable. Teniendo en cuenta los cientos que el cliente pagó.

—Gracias, Flyn.

Hace un ademán para restarle importancia.

—Estamos en contacto.

Me marcho, guardando el dinero en la mochila y sintiéndome aliviado de alejarme de Sellwood.

Cleveland luce igual que un día común de clases, apenas me quito el casco, un brazo se envuelve alrededor del mío y me arrastra hacia un costado de la entrada.

—¿Qué...?

—De acuerdo, te dije que no salieras corriendo —Halley se planta frente a mí.

—¿De qué hablas?

—Te dije que te quiero y tú solo saliste corriendo.

—No salí corriendo —me defiendo—. ¿Por qué...?

Ella resopla y se da la vuelta. Tomo una de sus manos, enroscando los dedos alrededor de una de sus muñecas impidiendo que continúe con su camino.

—Halley, no salí corriendo.

Centra la mirada en mí, liberándose del agarre y retrocediendo un par de pasos.

Escucharla decir "te quiero" aquella noche fue inesperado, tanto como no pude imaginarlo. Quiero decir, me agradaba estar con ella, la quería, pero decirlo en voz alta...era más complicado de lo que siquiera pude imaginar.

¿Por qué era complicado? No tenía ni la más mínima idea. Era algo nuevo...algo a lo que no estaba acostumbrado y...quería decirlo, joder claro que quería...pero por alguna razón, no me sentía tan valiente.

—Solo me dijiste: Descansa, te llamo luego —dice haciendo una voz aguda—. Me diste un beso y te marchaste ¿Cómo quieres que tome eso?

—No sabía que decir —me defiendo.

—¿Qué tal un "yo también te quiero"? —inquiere—. ¿O es que acaso tú...? —Un destello de arrepentimiento cruza por su mirada.

—Halley...

—¿Fue demasiado rápido? ¿Es eso? Lo lamento, Dereck, Dios mío. —cubre el rostro con ambas manos—. No quería apresurarme, no...

La tomo de la cintura, apegándola a mi cuerpo y plantando mis labios sobre los de ella.

—No fue demasiado rápido —digo cuando he conseguido que permanezca en silencio—. Escucha, yo siento lo mismo es solo que...

Me detengo intentando encontrar las adecuadas para pronunciar lo siguiente.

—Me tomaste por sorpresa. Yo no...—me aparto cuando no consigo encontrar la manera de decirlo sin que pudiera malinterpretar todo. Rasco la parte trasera de mi cuello, Halley me observa en silencio, en espera de que continúe.

—¿Tú...?

—Yo no sé cómo responder a eso —susurro—. No quiere decir que no sienta lo mismo porque claro que lo siento, solo...

Una de sus manos se entrelaza con la mía.

—Lo sé, lo entiendo —me observa con comprensión—. No tienes que decirlo.

—No lo dudas ¿verdad? —inquiero.

Niega.

—No —la campana suena anunciando el inicio de las clases—. Lamento la escena.

Sonrío.

—No hay porque pedir disculpas. Debí de haber dicho algo más en ese momento —me disculpo—. Pero me tomaste con la guardia baja.

Comenzamos a caminar, no suelta mi mano en ningún momento mientras nos adentramos a Cleveland.

—¿Has pensado en el tema de tu ensayo? —cuestiona cuando nos detenemos frente a su casillero.

Echo la cabeza hacia atrás.

—No, ni me lo recuerdes —expreso—. ¿De qué se supone que hablaré? Mantenía la esperanza de poder hacer un ensayo asombroso. Pero...

—¿Por qué no le pides ayuda a la señora Lewis? —inquiere con curiosidad—. Tienes buena amistad con ellos ¿no es cierto?

—¿Cómo podría ayudarme?

—Estudió literatura en letras y ciencias humanísticas. Trabaja con mi madre, ¿no la has leído en alguna revista?

Niego.

—Ambas son columnistas en un par de revistas y en el diario local, además tienen una fundación que se dedica a fomentar la cultura humanística y literaria en todo el mundo.

—No mencionó nada de eso.

—Los Lewis son más que un matrimonio —expresa—. Papá dice que el padre de Luke es un empresario reconocido en Londres, no lo conozco, pero por la forma en la que habla, debe irle bastante bien. Luke es el campeón del mundo, y Alessandra, una escritora nata. Pero ninguno presume demasiado de sus logros.

—De eso me he dado cuenta —admito—. No tenía idea, es decir, solo sé que Luke es el campeón del mundo, pero...nada más.

Considerándolo de ese modo, pareciera que Luke solamente quería que supiera las cosas básicas de su familia.

—Seguro está encantada de ayudar —dice cuando llegamos a la sala en donde debe tomar clases—. No podré verte a la salida, el taller de pintura me llevará un poco más de tiempo.

—De acuerdo —respondo—. Nos vemos.

Se acerca, se coloca en puntillas y sus labios se posicionan en una de mis mejillas.

—Ten un día excelente —y tras decir eso, me la espalda e ingresa al salón.

Los entrenamientos con Luke cada día aumentaban de intensidad, cumplió su promesa de enseñarme defensa, además de box, así que, al terminar, estaba más agotado que de costumbre.

—¿Se puede saber de dónde vienes? —Es lo primero que pregunta mi padre apenas ingreso a la casa—. ¿Dónde pasas tanto tiempo?

Se acerca, arrebatándome la mochila y no hago ningún intento de detenerlo. Cuando la abre, y examina el interior, me observa como si no entendiera.

—¿Qué es esto? —me enseña el par de guantes que Luke me había obsequiado el empezar los entrenamientos.

—Guantes para entrenar —respondo—. Voy al gimnasio.

—¿Al gimnasio? —inquiere elevando una de sus cejas—. ¿Así que ahí pasas tanto tiempo?

Lanza de nuevo la mochila en mi dirección y la atrapo.

—¿Tienes problema con eso?

—No —dice dándome la espalda. No dice nada más así que doy por terminada la corta conversación, subo las escaleras con la esperanza de poder pasar el resto de la tarde en mi habitación, sin molestias, pero cuando abro la puerta, Austin está sobre el colchón.

—¿Qué haces aquí?

—¿Quieres colorear?

—No, no quiero —respondo—. Sabes bien que no me gusta que entres a mi habitación.

Lanzo la mochila contra una de las sillas, y me coloco frente a él.

—¿Por qué no vas a la sala? —inquiero—. O a tu cuarto.

—Me gusta aquí —dice encogiéndose de hombros.

—Una lástima, porque es mi cuarto —le recuerdo recalcando la antepenúltima palabra—. Y me gusta estar solo.

—¿Estás enojado conmigo?

Resoplo.

No, no estaba enojado. Sería ridículo enojarme con un niño de cinco años, pero sabía perfectamente que no tenía el tiempo ni las energías para preocuparme por él. No pensé demasiado enfrentarme a Patrick cuando creí que podría golpearlo, no lo había hecho ni siquiera por mí mismo, pero con él...No quería que eso fuese así.

Si su madre no cuidaba de él ¿por qué habría de hacerlo yo? Era consciente que, mientras más cercano de volviera a él, más problemas me acarrearía. No necesitaba eso, cuando decidiera marcharme, no quería tener que pensar en él también.

—No —respondo al fin—. Solo me gusta estar solo, en mi habitación.

Toma los lápices de colores en una de sus manos y con la otra su inseparable libro para colorear.

—Dereck.

—¿Si?

—¿Somos hermanos? —pregunta con inocencia.

Hago el ademán de responder, pero me detengo.

—Lo son —Desvío la atención hacia la puerta, mi padre se encuentra apoyado contra el umbral.

Sonrío con falsedad hacia Austin, sin decir nada.

—¿Tendrás problema en quedarte solo esta noche? —inquiere.

—Nunca lo he tenido.

—Saldré a cenar con unos amigos, Gema irá a casa de su hermana y se llevará a Austin. No quiero que hagas nada estúpido en la casa.

—Me he quedado solo en casa desde los seis ¿acaso lo olvidas? —mi padre rueda los ojos—. Estaré bien.

—Vamos, Austin, tu madre nos espera abajo.

Sonrío cuando Austin hace un ademán de adiós con una de sus manos y ambos salen por la puerta. Cuando se han marchado, me dejo caer sobre el colchón, solo en ese punto reparo en la hoja que está a lado de una de las almohadas.

Una sonrisa, esta vez real, se filtra en mis labios al ver el dibujo en el papel blanco. Lo que creo son dos personas se encuentran dibujadas con color café, el típico dibujo que esperas de un niño de cinco años, excepto por la frase escrita debajo.

"Dereck me dio un paseo en moto, fue demasiado cool, me gusta estar con Dereck"

Tal vez de haber sido otra situación, de no encontrarme en el sitio en el que me encuentro ahora, intentando huir de algo, Austin y yo hubiésemos conseguido ser hermanos.

Tal vez si Patrick no fuese el hombre que es, pudiera llegar a considerar a Gema y a su hijo, como parte de una familia.

El resto de la tarde trascurre con normalidad, intento adelantar los deberes y asegurarme de no tener nada pendiente para los días siguientes. Papá se marcha a las ocho en punto, y cuando bajo, Gema está discutiendo con alguien por teléfono.

—Creí que te habías marchado ya —murmuro cuando cuelga la llamada.

—Cambio de planes, tal vez no salga esta noche —dice en un suspiro—. Resulta que mi hermana en realidad no planeaba una cena, pensaba que visitáramos un par de clubes, intentando recordar nuestros años adolescentes, no pretendo llevar a mi hijo a un club.

Suelto una leve risa.

—Sí, eso no sería una buena idea.

Sonríe con ligereza.

—Tu padre trajo galletas —dice señalando un empaque—. Para Austin y para ti.

Asiento. La escucho suspirar y toma asiento justo frente a mí, es evidente que no le agrada mucho quedarse en casa esta noche, así que digo lo primero que se me viene a la mente.

—Puedes dejar a Austin conmigo —sugiero—. No planeo salir.

—¿En serio? ¿Harías eso por mí?

Me encojo de hombros.

—Pediremos algo para cenar, y luego haré que duerma. ¿Qué tan malo puede ser? —Gema ríe.

—No quiero causarte molestias.

—Ya dije, no planeo hacer otra cosa que estar aquí, pero si no quieres, no hay problema. Solo es una sugerencia.

Austin baja las escaleras en ese momento.

—Cariño ¿te gustaría quedarte con Dereck por algunas horas? —cuestiona. Sonrío con ligereza cuando él responde con emoción que sí—. De acuerdo, intentaré no tardar ¿bien?

Deja un beso sobre su coronilla y luego gira hacia mí.

—Gracias, Dereck.

—No es la gran cosa —me encojo de hombros otra vez.

Gema se despide de nosotros otra vez, y antes de salir exclama:

—¡No se acaben todas las galletas!

Cuando el sonido de su auto me hace saber que se ha marchado, observo a Austin.

—Bien, pequeñín ¿Qué es lo que quieres hacer?

Y así es como terminé haciendo lo contrario a lo que dije que haría, mantenerme alejado de él.

Son cerca de las once cuando Austin por fin decide dormirse.

Bajo a la cocina, suelto un suspiro aliviado mientras reviso los mensajes en mi celular. Habíamos pasado varias horas divertidas, tanto que me sorprendí a mí mismo el haber disfrutado de ese tiempo.

Tomo asiento en uno de los bancos que están alrededor de la mesa, respondiendo un par de mensajes de Colton, y algunos otros de Halley.

El paquete de galletas se encuentra abierto, Austin se había comido la mayoría de ellas y de no haberlo impedido, seguramente hubiese acabado con todas.

Extiendo una de mis manos, tomando un par y llevándomelas a la boca. Mi celular se ilumina, mostrando un nuevo mensaje de Halley.

Mientras mastico la galleta, me limpio las yemas de los dedos para deshacerme del resto de las migajas y tomo el celular. Sonrío al leer el mensaje escrito, con una de mis manos sostengo el celular y con la otra tomo otra galleta.

Ahora sé porque Austin casi acaba con ellas.

Antes de que pueda responder al mensaje, una fotografía aparece. Mi sonrisa se hace un poco más grande al mirar el rostro de Halley con una mascarilla de color verde.

"Creo que el color verde me va bien, ¿Qué opinas?"

"¿Quieres la verdad, o que sea amable?

Envía otra fotografía, pero esta vez formando un mohín con sus labios.

"¿Puedes tomarme en serio un segundo?"

Me llevo otro trozo de galleta a la boca, sosteniéndola con los labios antes de masticarla.

"De acuerdo, el color verde definitivamente te va bien, ¿satisfecha?"

"¡Eso ha sido un cumplido por compromiso! Pero lo aceptaré"

Cuando voy a responder, lo siento. El picor en la garganta se hace presente, me aclaro la garganta mientras me incorporo y voy a la nevera por un poco de agua. Coloco el celular en uno de mis bolsillos mientras tomo la jarra y me sirvo un poco del contenido en un vaso,

El líquido me refresca, pero no lo suficiente. La sensación comienza a volverse más intensa, y solo tienen que pasar un par de minutos más, para que consiga reconocerla.

La única vez que tuve una reacción alérgica fue en quinto grado, hace ya bastante tiempo, pero no olvido la aterradora sensación de no poder respirar. Justo lo que parece que sucederá, solo que ahora, no he ingerido nada de nuez.

Solo las...

Algo se activa en mi mente.

Solo las malditas galletas.

Sé que debería ir por las pastillas para detener la reacción, pero camino hacia el bote de basura en donde un empaque de cartón sobresale. Está arrugado, lo suficiente como para pasarlo desapercibido pero el contenido es completamente visible.

Galletas de jengibre con nuez.

Me alejo, la garganta se me cierra en cuestión de segundos y trastrabillo intentando llegar a las escaleras.

—¿Dereck? —la voz adormilada de Austin me llena los oídos—. ¿Dereck, qué te pasa?

Un leve aturdimiento me envuelve, pero es suficiente para complicarme el camino hacia las escaleras, la sensación de no conseguir respirar, ni hablar, me desespera por completo.

Extiendo la mano, no consigo sostenerme de la barra y caigo. Necesito respirar, pero no soy capaz de hacerlo.

—Mis...pastillas —la voz apenas me sale—. En el...escritorio.

Austin entiende la indicación de inmediato, joder, un par de pastillas no anularán esto. Tanteo mi bolsillo, intentando localizar mi celular.

¿Cómo carajos no me di cuenta? ¿Por qué Gema...?

No, ella no sería capaz. Patrick tampoco.

—¡Dereck no hay nada! —la voz desesperada de Austin se escucha—. ¡Dereck! —grita cuando no respondo.

Aparece de nuevo frente a mí.

—¡Dereck! ¿Qué hago? ¿Quieres agua?

El entendimiento me golpea.

"Tu padre trajo galletas"

Él hizo esto.

Patrick pensaba que estaría solo. Él contaba con que Gema y Austin salieran esta noche.

—Pequeñín —mi voz apenas y se escucha. Consigo tomar el celular y lo desbloqueo—. Llama al...novecientos once.

Austin toma el artefacto de mis manos, él miedo está en su mirada. Está asustado y maldigo el momento en el que nos pusieron en esta situación. Sin embargo, hace exactamente lo que he dicho.

El sonido al marcar se deja oír.

—Diles...alergia...nuez—no soy capaz de formar una frase. La opresión en el pecho me hace quejarme, el aire es insuficiente a cada segundo que pasa, y me sumerjo en un estado de completa desesperación.

La garganta se me cierra más y más, y un par de instantes después, no consigo ni un poco de oxígeno para mis pulmones.

Mi cuerpo entero pierde fuerzas, la cabeza me da vueltas, me siento mareado, demasiado aturdido que solo soy capaz de dejarme caer por completo contra el suelo del comedor.

—¡Dereck! —Sus manos se colocan en mis hombros y empuja con ligereza.

Siento las pequeñas manos de Austin tomarme del rostro y la última frase que escucho antes de desvanecerme es:

—Necesito ayuda. Mi hermano no puede respirar, por favor vengan. 

_________________________________________________________________________________-

No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro