16.- El chico que quiero ser.
«Allí el futuro carecía de importancia y el pasado sólo contenía una lección: que el amor era un error dañino, y su cómplice, la esperanza, una ilusión traicionera.»
Mil soles espléndidos – Khaled Hosseini
—¿Entonces paso a recogerte? —inquiere Colton.
—Claro —ambos salíamos de la oficina de director, luego de entregar nuestros formatos de asistencia para el viaje escolar.
—Lo cierto es que me sorprendió, no creí que asistieras —dice.
—Bueno, creo que me hace falta un viaje como ese —admito—. Tampoco es la gran cosa el que haya aceptado ir.
—Oye, yo quería disculparme el otro día, por lo de Lucie —dice bajando la voz—. La conoces, sabes que a veces puede ser muy...ruda.
—Lo sé, pero eso no justifica el hecho de que le hablara a Halley de ese modo —objeto—. Ella fue de lo más amable. Y quería pasar tiempo con...
Él me detiene, me toma del brazo y nos conduce hasta el pequeño espacio que se forma entre las escaleras y el cuarto de servicio.
—¿Qué haces? —cuestiono observándolo con extrañeza.
—Voy a preguntar esto, y necesito la verdad —advierte—. Promete que me dirás la verdad.
—De acuerdo.
Él se aparta, pasa una de sus manos por su cabello antes de volver a fijar la atención en mí.
—¿Halley te gusta? —No sé porque me sorprende el hecho de que Colton preguntara algo como eso, pero me sorprende más el conflicto que tengo para responder—. La verdad.
—No lo sé —admito—. Es agradable y me gusta pasar tiempo con ella y, no sé, puede que tal vez si ¿no crees que sea demasiado rápido?
Omito decir que ya la he besado, y que cada que estoy con ella siento la necesidad de hacerlo de nuevo porque eso solo sería dejarme en evidencia, y conocía a Colton lo suficiente como para saber que estaría dispuesto a dejarlo pasar.
Él sonríe. Contrario a la actitud que creí que tomaría, el parece satisfecho con la respuesta.
—No, no es para nada rápido —dice—. Es evidente que ella hace que seas un Dereck más...relajado.
Sonrío.
—Sí, creo que sí.
—Mereces sentirte así tan seguido como puedas —afirma permitiéndonos salir del pequeño espacio—. Tiene mi aprobación.
Elevo una de mis cejas.
—¿Desde cuándo necesita tu aprobación? —cuestiono divertido—. No recuerdo que pidieras mi aprobación para salir con Lucie.
—Oh, vamos. Soy tu mejor amigo, la chica con la que salgas debe ser aprobada.
—Eso es tan machista de tu parte —Colton arquea una de sus cejas—. ¿Crees que yo tenga que ser aprobado por alguien para salir con ella?
Mi amigo ríe.
—Amigo, las chicas siempre consultan con su grupo de amigas antes de salir con un chico. Es más que seguro que sus amigas saben sobre ti —afirma—. Pero si continuó, quiere decir que tienes la aprobación.
Sonrío con ligereza, ambos atravesamos los pasillos llenos de estudiantes y cuando me detengo frente a mi sala, Colton me impide entrar.
—Asistirás al partido del viernes —dice.
—¿Me estás preguntando o me estás ordenando que vaya? —cuestiono.
—Te estoy diciendo como buen amigo que quiero que estés en las gradas apoyándome para ganar.
—Si serás imbécil —mascullo soltando una risa—. Creo que tendrás suficiente con Lucie y sus pompones.
—No te burles, que mi chica con sus pompones es tan sexi —hago una mueca.
—Debo quitarme esa imagen mental —aseguro—. No prometo nada...
—¿Y si Halley asiste? —El profesor de literatura se acerca y Colton parece necesitar de una confirmación—. Si ella viene ¿vendrás tú?
—Solo si ella va —respondo para molestarlo. Pero no consigo el cometido, mi amigo sonríe y chasquea un par de dedos antes de señalarme.
—Entonces lo arreglaré —afirma—. ¡No faltes!
—¿Arreglarás qué? —inquiero, pero ya se ha alejado lo suficiente como para poder escucharme.
El profesor llega y a pesar de que quiero ir tras Colton para asegurarme que no hará nada estúpido, termino por entrar al salón.
La habitual rutina de un día de clases trascurre como debe, para cuando la hora del almuerzo llega, me encuentro frente al salón de pintura, donde Halley se encuentra.
—Hola, que sorpresa verte por aquí —dice con una ligera sonrisa en los labios. Tiene pequeñas manchas de pintura roja en las yemas de los dedos, su cabello se encuentra recogido en una coleta despeinada y guarda los pinceles en el interior de su bolso.
—¿Crees que podamos almorzar juntos? —inquiero.
—No creo que sea buena idea ir con tus amigos —expresa mientras comenzamos a caminar por el pasillo.
—¿Quién mencionó a mis amigos? —Me observa en silencio por un par de segundos, luego, sonríe con más entusiasmo.
—De acuerdo —responde—. ¿Sabes por qué tu amigo no ha dejado de insistirme para que asista a su partido de futbol? —inquiere con extrañeza mirando su celular.
—¿Colton?
—No tengo idea de cómo es que ha conseguido mi número —me enseña la pantalla—. Lo último que dijo, es que mi presencia es de vida o muerte.
Sonrío.
—Puede que le haya dicho que solo asistiría a su partido, si tú estabas ahí —admito encogiéndome de hombros.
Ella se detiene, obligándome a hacerlo también.
—¿Qué es lo que estamos haciendo?
—¿Ir por nuestro almuerzo? —inquiero con confusión.
—No, Dereck, esto...—señala el espacio entre nosotros—. ¿Qué estamos haciendo?
—¿Te refieres a lo ocurrido en la Kermes? —Ella resopla.
—No puedo pensar con el estómago vacío, así que vamos por comida —enrosca su brazo alrededor del mío y me arrastra a la cafetería.
Hoy es día de sándwich en Cleveland, así que no requerimos de una mesa para comer a gusto, por lo que Halley insistió en salir a los jardines. Nos acomodamos sobre el césped, ella apoyada en el tronco del árbol y yo justo enfrente.
Cuando hemos comido un poco, me atrevo a preguntar.
—¿Ahora si puedes pensar? —inquiero.
Termina arrancando algunas hojas del césped y lanzándolas en mi dirección.
—Eres un grosero —reprocha.
—Claro que no, solo quiero saber si...—me callo cuando ella me dedica una mirada de fastidio—. Solo quiero saber si ahora ya podemos hablar de eso que te trae inquieta.
Suspira. Coloca el sándwich a medio comer sobre una de sus piernas y fija la atención en mí.
—¿Qué significó el beso en el parque? —la seriedad acompaña sus palabras—. Porque tengo que advertirte que si es una clase de juego...
—No —la interrumpo—. Halley, esto no es ni de cerca una clase de juego.
—¿Entonces?
—Entonces, ¿qué?
—¿Qué es lo que estamos haciendo?
—No tengo una respuesta para eso —admito—. Pero no estoy jugando contigo, no quise mencionarlo antes porque no sabía si tú querrías hacerlo. De lo único que estoy seguro, es que esto es mucho más que un juego para mí.
Sonríe.
—Apenas y nos conocemos —dice—. Y nos hemos besado. No sé nada de ti, y tú tampoco de mí. Es una locura ¿no lo crees?
—Bueno, creo que a todos nos hace falta volvernos un poco locos de vez en cuando. —La escucho reír—. Lo cierto es que tal vez es un poco rápido, pero eso no significa que lo sienta como un error, o algo así.
—No se siente como un error— concuerda.
Extiendo una de mis manos para tomar la suya.
—Me agrada pasar tiempo contigo, y me agradas tú, mucho más de lo que imaginé que pudieras hacerlo. Y puede que suene a locura, pero me gustaría averiguar que resulta de esto.
—Tal vez podemos comenzar asistiendo juntos al partido del viernes, o tu amigo terminará por volverse loco —bromea—. Así que ¿planeas invitarme?
Una leve risa me invade, afianzo el agarre en una de sus manos y fijo la mirada en sus ojos.
—Halley ¿quieres salir conmigo el viernes en la noche? —muerde su labio inferior, en un intento de retener la sonrisa que no resulta del todo bien.
—Sí, Dereck, me gustaría muchísimo.
Me inclino hacia adelante, acortando la distancia entre nosotros y por segunda, técnicamente tercera vez, nuestros labios se encuentran.
Y si esto es una locura, admitiría con todo gusto que he perdido por completo la cabeza.
Es curioso como cuando esperas con ansias algo, el tiempo parece hacerse más lento a propósito.
Mi cita del viernes con Halley era un hecho, Colton parecía el chico más entusiasmado con el hecho de saber que ambos estaríamos ahí que no parecía importarle que el único motivo de mi asistencia, era debido a cierta chica rubia.
¿Soy un mal amigo? Tal vez.
Los entrenamientos con Luke eran otra cosa que mantenía mis tardes ocupadas, la intensidad de los mismos iba subiendo de a poco, me sentía bien, como si de cierta manera el pasar un par de horas dentro del club consiguiera que la tensión en mi cuerpo bajara.
Cuando estaba ahí, no pensaba en mi padre, ni en toda la situación que se daba en casa. Simplemente lo disfrutaba.
Y me gustaba sentirme así. Me gustaba sentirme sin una carga sobre los hombros que comenzaba a querer sentirme de ese modo siempre, no solamente cuando estaba en el club.
El jueves en la tarde cuando llego a casa y subo a la habitación, descubro a Austin sobre mi cama. Mantiene un libro de colorear frente a él y muchos lápices de colores a su alrededor.
—¿Qué haces aquí? —se sobresalta cuando escucha mi voz, luego sonríe.
—¿Quieres colorear conmigo? —inquiere.
—Tengo tarea —respondo dejando la mochila a un lado—. ¿Sabes que puedes hacer lo que estás haciendo en la sala? No me gusta que entres a mi habitación.
Es solo un niño, idiota. No seas tan duro.
Una voz en mi cabeza me reprende.
—Lo siento —se disculpa recogiendo los lápices de colores con una de sus manos, cuando hace el ademán de bajarse de la cama, lo detengo.
—Puedes quedarte ahí, solo no hagas mucho ruido —Austin sonríe, asiente con entusiasmo y parece concentrando de nuevo en su tarea, aunque no por demasiado tiempo.
Se pone de pie, y camina hasta la silla en la que me encuentro. Me tiende una hoja en blanco, ladeo la cabeza observando el dibujo que hay en sobre el papel.
—Es para ti —dice. —Este es Patrick, está es mamá, esté eres tú y yo —dice señalando los últimos dos casi garabatos—. La maestra dijo que dibujara a mi familia.
Un recuerdo fugaz me cruza la mente. Mi padre rompiendo las hojas de dibujo porque estaba demasiado ebrio como para atender a su hijo, los lápices de colores destrozados y me veo en la necesidad de sacudir la cabeza con ligereza cuando la mente se me nubla.
—Gracias —respondo sonriendo con ligereza—. ¿Te parece si lo colgamos ahí? —inquiero señalando una de las paredes. Austin asiente.
Me incorporo para ir hacia el sitio en donde un par de posters se encuentran, y lo coloco justo a un lado.
—Austin —llamo y él voltea—. ¿Patrick es bueno contigo?
—Si —responde subiendo al colchón de nuevo y sonrío cuando comienza a dar un par de brincos—. También es bueno con mamá.
—Voy a decirte algo, y necesito que me lo prometas —advierto. Asiente con rapidez.
Me acerco hasta el colchón, colocándome a su lado y pensándome bien lo que diré.
—Si alguna vez Patrick es malo contigo, si te asusta o levanta la mano, promete que me lo dirás, y también a tu madre —pido—. No importa si es leve, o si él te dice que no debes hablar. Tienes que hacerlo.
Parece confundido. Observándome como si no entendiera lo que quiero decir, y por su propio bien, esperaba que nunca tuviera que entenderlo.
—¿Por qué?
—Porque si él comienza a ser malo contigo, no va a detenerse. Y no quiero que eso pase. Así que ¿me lo prometes?
—Por el meñique —dice elevando su pequeño dedo. Sonrío, asintiendo y entrelazando mi dedo con el de él.
—Por el meñique.
Es un niño pequeño, desconocido. Pero verlo, era como mirarme a mí. Y él, a diferencia mía, tendría a alguien que garantizaría que nunca nadie le pusiera una mano encima.
Y mucho menos Patrick Jones.
El partido de Colton comenzaría a las siete en punto, el campo de Cleveland repleto de los estudiantes, las gradas estaban a su punto máximo y parecía que toda la preparatoria se había puesto de acuerdo para no perderse el partido de inicio de temporada.
El grupo de porristas incluyendo al cual Lucie y Jennie pertenecían estaba a un par de metros, comenzando con los calentamientos para dar inicio con el evento de apertura.
Por alguna razón, Halley había insistido en que nos encontráramos aquí, y no en que pasara a recogerla, y justo ahora me doy cuenta de que eso ha sido una malísima idea. ¿Cómo voy a encontrarla con tanta gente?
—¡Dereck! —volteo cuando alguien llama. Sonrío cuando Jen se acerca, su cabello se balance mientras camina y se acerca con prisa—. No creí verte por aquí.
—Tengo que apoyar a mi mejor amigo —respondo—. ¿De casualidad has visto a Halley?
Su sonrisa titubea.
—Me pareció que estaba con Zane.
—¿Con Zane? —inquiero con confusión—. ¿Zane Wright?
—El mismo —dice Jen—. Son amigos, supongo que habrá venido con él.
—No lo creo —sentencio—. En todo caso ¿por dónde la viste?
Hace un ademán con las manos como para restarle importancia, extiende la mano para tomar la mía y tira de mí.
—¿Por qué no vienes con nosotras?
Sonrío.
—¿Con las porristas? ¿En serio, Jen? —inquiero con burla—. Tengo una reputación que cuidar —le recuerdo.
—Sí, tienes razón —admite—. ¿Crees que luego de esto podamos...?
Mi atención se desvía de ella cuando veo a Halley aparecer.
—Lo lamento, Jen. ¿Podemos hablar luego? —cuestiono.
—Claro —sonrío, esquivándola y caminando hasta donde Halley está. Soy consciente de la forma en la que sonríe tan pronto se percata de mi presencia y acelera el paso.
—Lamento haberme demorado, pero tuve que hablar un poco con Zane antes.
—No sabía que eran amigos —expreso.
—Lo somos, quiere un par de cuadros como regalo para su madre. Pero eso no es importante ¿estás listo para animar a Colton?
Eleva las manos y las sacude.
—No creo que nos preste demasiada atención teniendo a su novia entre las porristas—admito.
—Oh, no perdemos nada, gritaremos tan fuerte que terminará reparando en nosotros —dice y con eso, entrelaza nuestras manos y nos encaminamos hacia las gradas.
Halley cumplió con sus palabras y durante gran parte del partido, si no es que el tiempo completo, ambos gritamos tan fuerte que Colton definitivamente notó nuestra presencia.
Como era de esperarse, el equipo Cleveland ganó el partido esa noche. Halley no rompe el agarre en nuestras manos mientras bajamos de las gradas, atravesamos el campo hasta el sitio en donde Colton se encuentra.
—Felicidades, primer partido y has arrasado —felicito.
—Después de todo si vinieron —dice.
—No nos lo perderíamos —contesta Halley a mi costado—. Estuvieron excelentes.
—Sus ánimos fueron lo mejor del partido, eh, nunca había visto a Dereck animado de esa forma —expresa observándome de una manera que no consigo entender—. ¿Vienen a la fiesta?
Halley y yo compartimos una mirada.
—En realidad, tenemos otros planes —admito—. No te importa ¿verdad?
—Suficiente tengo con que hayan venido —dice con una sonrisa satisfecha mientras cruza el brazo por la cintura de su novia, quien se ha mantenido sorpresivamente callada.
Antes de responder, alguien llama a Halley. Ella se disculpa antes de apartarse hacia la chica que ha mencionado su nombre y solo en ese punto, Lucie habla.
—¿Tienes una cita con ella? —pregunta.
—Si —admito sin pensármelo—. Una fiesta no es el mejor lugar para tenerla.
—¿Estás saliendo con Halley? —Jen aparece detrás. Soy consciente de la mirada que Colton y Lucie comparten, y me quedo confundido.
Hay algo aquí de lo que no estoy enterado.
—Jennie tiene algo para decirte —sentencia Lucie—. Así que ¿vas a dejarla con la palabra en la boca?
—Ni siquiera está hablando —me defiendo. Giro hacia Jen, parece nerviosa intercalando miradas entre nosotros y luego de un par de segundos, al fin me mira—. ¿Jennifer?
Resopla.
—Este no es un buen lugar—. Toma una de mis manos y tira de mí, atravesamos el campo de regreso a las grandes, en donde ya casi nadie se encuentra.
No se detiene a pesar de que le pregunto a donde quiere que lleguemos, volteo un par de veces para asegurarme de que Halley sigue con Colton.
—¿Qué es lo que haces? —inquiero cuando al fin se detiene—. Tengo que...
—¿Están saliendo? —cuestiona plantándose frente a mí—. Halley y tú ¿están saliendo juntos?
—Sí —respondo—. Lo hacemos.
—Dijiste que solo eran amigos. Dereck, apenas y la conoces de un par de semanas, no puedes sentir algo por ella.
La observo con confusión.
—Sí, cuando preguntaste éramos amigos, de hecho, aún lo somos. Y si algo cambió ¿por qué habría de decírtelo?
Ella parece ofendida por eso.
—Porque somos amigos.
—Esa no es razón suficiente, hay cosas que de mi vida que prefiero revelarlas cuando esté listo. Y yo creo que esto, va más allá del hecho de que dijera o no que estoy saliendo con Halley ¿o me equivoco?
No responde.
—Escucha, Jen, te quiero muchísimo ¿sí? Te aprecio, eres como mi mejor amiga, pero...—me detengo cuando noto que sus ojos se humedecen—. Pero no puedo quererte más allá de eso. ¿Entiendes?
No tenía la completa seguridad de si Jennie sentía algo por mí, es decir, lo sospeché desde nuestro beso en el baile de bienvenida, aunque fui demasiado ingenuo al pensar que, tal y como ella dijo, nada había cambiado.
—Es ridículo que te enamores de ella.
—No me he enamorado —respondo—. Y si lo hubiese hecho, no tiene por qué ser ridículo.
—No sabes nada sobre ella, no sabes...
—¿Y eso qué, Jennifer? ¿Eso en qué te afecta? Al final de cuentas si termina teniendo un pasado oscuro, si no es la chica que creo que es, si no resulta, al final es mi decisión. No tuya, ni de nadie. Solo mía y de Halley.
—¡No te conoce de nada, Dereck! —exclama—. Llega a tu vida y de pronto, eres otra persona. Eres el chico divertido, sonriente, eres alguien completamente distinto.
—¿Otra persona? ¿Eso crees que soy?
—No sé qué ocurre contigo, pero definitivamente has cambiado. ¿O acaso solo planeas entrar a su perfecto mundo armándote una fachada que no eres?
—O puede que siempre he sido de esta forma, solo que nunca se tomaron la molestia de verlo en realidad. Ella no me hizo otro Dereck, ella lo único que consiguió, fue descubrir al verdadero.
—¿Al verdadero? —inquiere—. ¿A ese que su padre golpea y tiene una vida de mierda? ¿A ese que vende drogas en Sellwood? ¿O esa también es una fachada? ¿Halley sabe todo eso o solamente la has impresionado con la faceta de chico encantador?
Retrocedo como hubiese recibido un maldito golpe. Siento algo atravesarme el pecho, una sensación de dolor y ardor se adueña de todo mi sistema, mientras intento entender como carajos se enteró. Como rayos sabe todo eso.
Mi cuerpo entero se tensa y la mente se me nubla. Es como si de cierta manera, todo se redujera a este pequeño espacio. Me tardo en reaccionar, en asimilar cada una de las palabras que ha dicho.
Veo el arrepentimiento cruzar por su mirada, Jen parece darse cuenta de lo que ha dicho, pero, por más que intente negármelo a mí mismo, no ha dicho ninguna mentira.
—No, Dereck...—Jen intenta acercarse, pero retrocedo, elevando las manos para apartarla—. No quise...
—Si quisiste. Claro que quisiste.
Me siento fuera de balance, vulnerable, tan avergonzado de que alguien más sepa la vida de mierda que tengo. Porque tiene razón. Porque a lo mejor el Dereck verdadero no es el que brota cuando estoy con Halley. Tal vez ese solo es una vaga ilusión del chico que quiero ser.
Cuando volteo intentando apartar la bruma de mi mente. La veo. Y de nuevo todo se hace pedazos, de nuevo la vergüenza me envuelve y la sensación de que solo intento esconder toda la mierda detrás de alguien que no soy me derrumba.
Halley está ahí, mirándome de la única manera que detesto tanto.
—Gracias, Jennifer —mascullo—. Lo has jodido todo.
Aparto la mano con brusquedad cuando ella intenta tomarla, le doy la espalda y simplemente me marcho, porque ahora que Halley sabía la verdad, era plenamente consciente de que lo último que querría, era estar con un chico de mierda como yo.
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