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Capítulo 38.

Nunca se olvida lo que bien se aprende.

Robin

Fuimos al pueblo más cercano por ropa para todos, comida y medicamentos para Alen y Mees, era un lugar bonito y para ser un pueblo tenía muchas tiendas de donde sacamos todo lo que pudimos. Llegamos con las camionetas repletas de todo para que no saliéramos a cada rato de la casa.

¿Así que mis padres compraron esta casa hace diez años y nosotros no sabíamos nada?

Tampoco es como si tuviera algo que reclamarles, gracias a esto podíamos estar seguros sin que corriéramos peligro de que alguien nos pudiese encontrar y matar. Así que donde sea que ellos estuvieran las agradecemos por esto que habían hecho le pedía al cielo que todos ellos estuvieran bien y a salvo.

Compramos algunos cargadores para nuestros móviles ya que todos se habían quedado sin pila, quizá nuestros padres no iban a llamar pero alguno de nuestros hombres podía hacerlo y teníamos que estar atentos. Puse a cargar mi móvil y me metí a bañar. Cada uno de nosotros tenía su habitación ya que la casa contaba con diez habitaciones pero tanto Ruud como Vandor y Gerrit decidieron dormir abajo para estar alerta a cualquier cosa extraña que pudiera pasar.

Me di una buena ducha con shampoo y jabón, sentía que no me había duchado en varios días y que ya olía mal. Deje que el agua caliente bañara mi cuerpo, cada centímetro de mi piel desnuda. Estuve bajo el chorro algunos minutos en los que quise olvidarme de todo lo malo que estaba pasando allá afuera pero había personas que no abandonaban mi mente y no podía dejar de pensar en ellos ni un minuto del día: Khail, mis padres y mis tíos. No iba a sacármelos de la cabeza hasta que supiera que estaban bien.

Salí del baño y enrede una toalla en mi cuerpo mientras que mis cabellos caían en mi espalda, de las puntas escurrían gotas de agua fría. Este lugar era muy frío y sino fuera por la calefacción íbamos a morir congelados. Me acerque a la mesita donde mi móvil se estaba cargando. Encendí la pantalla mientras tanto me puse la ropa interior y algo cómodo para dormir, mi móvil no dejaba de sonar y vibrar con notificaciones. Cuando por fin terminé me acerque y busqué entre todas las notificaciones esperando tener noticias de mis padres pero no había nada, pero vaya sorpresa me lleve al ver varias llamadas perdidas de Mikhail.

El alma me regreso al cuerpo al ver sus llamadas, estuve tentada a llamarlo de vuelta pero no sabía si era buena idea, tenía que hablar esto con los demás. Así que baje descalza a la cocina y ahí estaban todos, que también ya se habían duchado. Mees y Alen ya se veían un poco mejor. Ni siquiera me desenrede el cabello, todavía lo tenía húmedo.

Eran aproximadamente las seis de la tarde y nosotros ya estábamos cenando.

—¿Pasa algo, Ro? —me preguntó Mees, todos voltearon a verme, me acerqué a ellos.

—Pude encender mi móvil y no tengo ni una llamada de mis padres.

—Nosotros tampoco —todos levantaron sus móviles y los dejaron encima de la isla.

—Pero...—hice una pausa.

—¿Pero qué? —inquirió Mees.

—Tengo llamadas de Mikhail —sus ojos se abrieron grandes, Haden se quedó con la boca abierta y la comida en el aire, ni siquiera le dio el bocado.

—¿Le llamaste? —me preguntó Hennie, con pena le dije que no —. ¿¡Y por qué demonios no le has llamado!? Quizá él sabe algo de lo que pasó con nuestros padres.

—No quise hacerlo sin antes consultarlo con ustedes, estamos juntos en esto y es justo que les informe de lo que sea que esté pasando —miré a Mees que era el que ahora parecía llevar los pantalones aquí —. ¿Qué hago, Mees?

—Si vuelve a llamar responde, Mikhail está de nuestro lado y quizá él sepa algo que nosotros no.

—Está bien —suspiré —. Si él vuelve a llamar le voy a responder, no sabemos donde pueda estar o si puede responder, ¿ok?

—Está bien —dijo mi primo.

—Ven vamos a cenar —Dev se acercó y dejó un plato frente a mí. La verdad tenía mucha hambre la noche anterior no quise comer mucho por la preocupación pero ahora mi estómago reclamaba por una rica cena.

Ruud, Vandor y Gerrit entraron a la casa y cenaron con nosotros, ellos no nos habían dejado y arriesgaron sus vidas por las nuestras así que de alguna u otra manera les teníamos que pagar por su fidelidad.

—Gijs me ha avisado que ya viene para acá —informó Ruud. Gijs era el otro hombre que estuvo con nosotros y que nos ayudó a escapar, pero él tuvo que quedarse para averiguar que había pasado con nuestros padres.

—Dile que espere —le dijo Mees. Los tres se miraron —. Si Mikhail también va a venir es mejor que lo hagan juntos, ¿dónde está Gijs?

—A dos horas de aquí.

—Primero vamos a ver que nos dice Mikhail, ¿entendido? —Ruud asintió con la cabeza.

Terminamos de cenar y los tres hombres salieron para vigilar los alrededores. Nosotros esperamos en la sala, mirando mi móvil, esperando que sonara y que fuera Khail, nunca antes había ansiado poder escuchar su voz como en este momento.

Eran las nueve de la noche cuando mi móvil empezó a sonar y vibrar.

—¡Es él! —me llevé un dedo a los labios para que todos guardaran silencio. Respondí y puse el altavoz —. ¿Khail? —escuché una risa detrás de la bocina.

—Rubia —nunca antes había amado tanto que me dijera así.

—¿Khail, estás bien? ¿Dónde estás? Responde por favor —estaba desesperada.

—Rubia, estoy bien, me estoy hospedando lejos de la ciudad, ¿ustedes cómo están? Supe lo que pasó pero nadie sabe más, nadie me pudo decir más —resopló —. Dime que estás bien y que no les pasó nada.

Sonreí ante su preocupación, mis primos me miraban esperando que le dijera algo.

—Todos estamos bien, ya sabes que Mees y Alen están delicados pero pudimos salir del hospital gracias a los hombres de papá. Todos te están escuchando.

—Hola a todos —los saludó.

—¡Hola, Mikhail! —Khail se rio y ame este momento.

—¿Sabes algo de nuestros padres? —le preguntó Hennie.

—Nadie sabe nada de ellos, pero tengo que decirles algo muy importante, ¿nos podemos ver? —miré a mis primos.

—Khail no estamos en Ámsterdam, así que tú vas a tener que venir a donde estamos.

—Perfecto, denme la dirección y ahora mismo salgo para allá.

—Khail —suspiré —. Estamos en Bélgica.

Escuché que suspiro y se quedó en silencio por unos segundos que fueron una condena para mí.

—¿Estás ahí?

—Sí, sí, aquí estoy. Pensé que estaban cerca.

—Tuvimos que salir de ahí, Mikhail —le dijo Mees.

—Lo sé, lo sé y está bien que se hayan ido, las cosas están muy mal aquí.

—Tienes que venir y decirnos todo lo que está pasando en casa —le dijo Haden con un poco de nostalgia.

—Díganme como llegar y mañana temprano salgo para allá.

—Te vas a encontrar con uno de nuestros hombres que sigue allá, cuando estén cerca les vamos a decir donde nos vamos a ver —le indicó Mees —. No podemos dejar que llegues aquí, puede haber personas siguiéndote, ¿lo entiendes?

—Está bien, Mees, lo que tú digas.

—Le vamos a indicar a esta persona donde se van a ver y cuando estén juntos nos vas a llamar.

—Bien, me avisan entonces, nos vemos mañana.

—Hasta mañana, Khail.

Colgué y suspiré.

—Mañana tú y yo vamos a salir a la misma hora que ellos salgan, los vamos a ver a la mitad del camino, es posible que los estén siguiendo a cualquiera de los dos y no nos podemos arriesgar a que nos encuentren. Los vamos a ver a mitad del camino y cuando nos aseguremos que todo es seguro regresamos.

La voz de Mees era segura y sabía lo que estaba diciendo, me sentía orgullosa de él, que estuviera tomando las riendas de este negocio y lo estaba haciendo bien.

—No me gusta este plan, pero es lo mejor que podemos hacer —dijo Dev.

—Vayan con mucho cuidado, por favor, lo que sea nos avisan —habló Hennie.

—Vamos a estar bien, estamos juntos y vamos a salir de esto.

Todos sonrieron.

Nos quedamos un rato más en la sala, mirando la televisión pero no prestamos atención a nada, todo esto era muy triste y no dejábamos de pensar en nuestros padres. No sabíamos nada de ellos y esta incertidumbre cada vez era más grande y devastadora. En donde sea que ellos estuvieran deseaba de todo corazón que estuvieran bien y que no lo pasaran tan mal.

Subimos a nuestras habitaciones cada uno. Al cerrar la puerta deje salir un largo y sonoro suspiro y ya no retuve las lágrimas que empezaron a salir de mis ojos y que ahora rodaban por mis mejillas, quería ser fuerte, por Alen, por Dev, por todos ellos, pero sentía un gran dolor y una horrible opresión en el pecho. No quería que ellos me vieran así, tan rota y perdida, al menos sabía que Khail estaba bien y si todo salía como lo habíamos planeado mañana mismo lo iba a ver una vez más y esta vez no lo iba a dejar ir.

Yo lo amaba y quizá era una necia testaruda pero ya no más, amaba a Khail y no iba a dejar que se fuera, lo quería conmigo para toda la vida.

Me senté en los pies de la cama y recogí mis piernas con mis brazos para abrazarlas.

—Los extraño tanto, ¿dónde están? —le pregunté a la nada —. Quiero verlos, quiero abrazarlos y decirles cuánto los amo.

Apoye mi mejilla en mis rodillas y deje salir un largo suspiro.

Tenía mucho miedo y estaba aterrada por todo esto, pero jamás me iba a dejar caer por mis primos, ellos me daban la fuerza que yo necesitaba, así que solo por ellos íbamos a salir de esto. Teníamos que salir de esta mierda.

Mees

Ruud se encargó de mandarle un mensaje a Gijs, diciéndole donde se iba a ver con Khail, mientras que Ro le mandó mensaje a Khail informando donde se iba a ver con Gijs.

—Dice Gijs que ya han salido de la ciudad —Ruud entró a la casa. Ro y yo nos estábamos armando para salir y regresar a Ámsterdam, no precisamente a la ciudad pero sí cerca de ahí.

—Dile que cuando estemos cerca yo le mando un mensaje.

—Sí, señor —me dijo Ruud y eso me hizo reír. Salió de la casa para encender la camioneta.

—Ahora te dicen señor —se burló Robin.

Me guardé municiones en una mochila.

—Les hemos preparado algo para que coman en el camino —Haden y Dev se acercaron con unos tuppers llenos de comida.

—Esa comida es para un ejército —les dijo Ro. Haden se encogió de hombros.

—Por si les da mucha hambre —le sonreí.

—Gracias a los dos.

Me puse la sudadera y Ro terminó de acomodarse el suéter.

—Tengan mucho cuidado, sí, lo que sea que pase llamen, vamos a estar pegados a los móviles por cualquier cosa —me acerqué a mi hermana y le di un beso en la frente —. Tú todavía no estás bien —me dio un suave golpe en el pecho.

—No, pero no voy a dejar que Ro vaya sola.

—Eres el mejor hermano —sonreí ante sus palabras.

—Y tú la mejor melliza —le di un último beso y me separe de ella.

—Con mucho cuidado —Alen se acercó a Ro —. Cuídate mucho, Ro.

—Lo haré hermanito —Robin le sonrió a su hermano.

—Vamos —cogí la mochila con las armas y las municiones y salimos de la casa bajo la atenta mirada de nuestra familia. Ruud ya esperaba arriba de la camioneta, yo subí a su lado y Robin lo hizo detrás con las armas.

Salimos de la casa con la esperanza de que nada malo pasara en nuestra ausencia y que nos pudiéramos reunir con Mikhail y Gijs.

Ruud condujo por dos horas antes de llegar al lugar donde los habíamos citado, así que tuvimos que regresar a Ámsterdam pero lejos de casa, muy lejos de ella y de todos los enemigos que ahora nos habíamos ganado.

—Es aquí —dijo Ruud mirando por la ventanilla.

Ruud se detuvo frente a un lote casi baldío, de no ser por una estructura que tenía algunos agujeros en la pared y una parte del techo se había caído. Las vallas metálicas poco protegían el complejo pues todo se veía desde afuera. Apagó el auto y salimos los tres juntos.

—Tomen un arma y estén atentos a lo que sea que pase a su alrededor —les dije a ambos. Robin y Ruud cogieron cada uno un arma, les pusieron municiones y se aseguraron de llevar más por si las llegaban a necesitar.

—Con mucho cuidado, Mees —Robin puso una mano en mi brazo y le dio un ligero apretón lo que me hizo sonreír —. Todavía no estás bien, así que ve con cuidado.

—Gracias, Ro, tú también ve con cuidado —bajó su brazo y cada uno se fue por su lado. No sabíamos donde estaban Mikhail y Gijs, tampoco si ya habían llegado o si alguien los había seguido, que era lo más seguro.

Entré por el lado izquierdo de aquel lugar mirando a mi alrededor, alerta a todo, con mi arma arriba bien cogida con las dos manos, así como Joep nos había enseñado. Joep. ¿Qué sería de él? ¿Cómo estaría? No sabíamos nada de él ni de sus padres, esperaba de todo corazón que tanto él como ellos estuvieran bien y que nada les hubiera pasado.

Me detuve en una esquina cuando escuché un ruido del otro lado de la vieja y sucia pared, me asomé y lo primero que vi fue a un hombre que estaba de espaldas, levantó la cabeza, salí de mi escondite con cuidado de no hacer ruido.

—Date la vuelta —le ordené al sujeto —, y levanta las manos —este obedeció sin rechistar y cuando levantó los brazos vi un arma en su mano derecha, llevaba puesto un abrigo largo negro —. No intentes hacer nada porque no voy a dudar en disparar, despacio.

Empezó a darse la vuelta sobre sus talones, lentamente, dejando ver su rostro: cabello castaño, ojos cafés, piel blanca y bien parecido, era como esos sujetos que no expresan nada en su rostro pero su mirada te dice que lleva mil demonios dentro.

—Tú debes ser Mees De Vaux —una sonrisa ladina se dibujó en una de las esquinas de sus labios.

—¿Tú quien eres? —pregunté.

—¿Mees? —sin bajar mi arma me giré hacia la persona que había hablado detrás de mí, al voltear a ver sobre mi hombro Mikhail estaba detrás —. ¡Mees, eres tú! —gritó de la emoción —. Hermano baja esa arma, él es Lev, lo conozco —miré de reojo al tal Lev y vi que ya había bajado sus brazos junto con el arma.

—¿Lo conoces? —no dejaba de apuntarle con el arma.

—Sí, trabaja para mi padre —lentamente baje el arma y le puse el seguro. Me guardé el arma y me di la vuelta para ver mejor a Mikhail —. ¡Ven aquí! —dijo con efusividad, extendió los brazos y no dudé en abrazarlo, la verdad es que sí me alegraba verlo después de tantos días.

Me queje cuando Mikhail me abrazó y me soltó poniendo sus manos en mis hombros.

—¿Cómo estás? ¿Cómo están todos? Dime.

—Alen y yo estamos bien, gracias por preguntar y los demás están bien también, en lo que cabe. ¿Estás seguro que nadie los siguió? No estamos seguros, Mikhail, en ningún lugar.

—Lo sé —Mikhail resopló —. Las cosas no están nada bien y necesito que sepan que es lo que está pasando.

—¿Está muy mal todo? —levanté una ceja.

—No te imaginas cuanto.

Por el tono de voz que usó supe que sus palabras eran ciertas, me preocupé más porque si lo decía era por algo y temía que todo en casa estaba yendo de mal en peor.

—Necesito estar seguro de que nadie los haya seguido, ¿entiendes? —Mikhail asintió con la cabeza.

—Entiendo perfectamente, Mees.

—¿Khail? —al mirar sobre el hombro de Mikhail me di cuenta que Robin estaba de pie al otro lado de la puerta.

Robin

Mees, Ruud y yo nos separamos para buscar a Khail y a Gijs, que se supone ya debían de haber llegado a este lugar, pero no los veía por ninguna parte.

Recorrí el lugar y al no ver a nadie, ni siquiera a Mees o Ruud decidí regresar por donde mi primo se había ido, con la esperanza de que él los haya encontrado antes. Levanté mi arma cuando escuché un par de voces y por más que prestaba atención no podía reconocer de quien se trataba, así que fui con cuidado hasta que llegue frente a una puerta donde vi a Mees y ese era...

—¿Khail? —mi voz se escuchó baja y lenta, como si estuviera tratando de enmarcar cada letra de su nombre.

Mees me miró y me fije que detrás de él había otro sujeto al que ya había visto una que otra vez en la casa de Iván, pero que ahora no recordaba su nombre.

—Rubia —Khail se dio la vuelta por completo para verme mejor. No podía creer que él estuviera frente a mí, deseé tanto este momento que ahora no tenía palabras para expresar la inmensa felicidad que me embargaba.

En menos de un parpadeo lo tenía frente a mí rodeando mi cuerpo con sus brazos, apretándome a su cuerpo, no me contuve esta vez y lo abracé a mí, empecé a llorar en sus brazos sacando este dolor que tenía en el pecho, mis hombros temblaban y todo mi cuerpo se estremecía de dolor. Mis sollozos se podían escuchar por todo el lugar, no me importaba que me vieran llorar, ahora lo que quería era desahogarme.

—Estoy aquí, rubia, contigo —pasó sus manos por mi cabello —. No te voy a dejar.

—No te vayas por favor, no me dejes de nuevo —me dio un beso en la sien y fue el gesto más noble que había recibido en estos momentos donde todo se estaba yendo a la mierda. Me aferré a sus ropas para no caer al suelo.

—Nunca me voy a ir —me separé de él, con los ojos llenos de lágrimas.

—Perdóname, Khail, perdóname por actuar de esta manera tan tonta e inmadura pero yo...—puso un dedo sobre mis labios callándome de golpe.

—Perdóname tú a mí, rubia —subió una mano a mi mejilla y con sus nudillos dejó una dulce caricia en mi piel —. Nunca debí hablarte así ni irme cuando tú más me necesitabas, fui un tonto un completo imbécil.

Los dos sonreímos.

—Bueno, lo último sí lo eres, un poco —me encogí de hombros.

—Lo sé —Mees se aclaró la garganta, me limpie debajo de los ojos quitando el resto de las lágrimas y volteando a ver a Mees.

—¿Dónde está Gijs? —Khail volteó a ver.

—Nos separamos, pero deja le llamo para decirle que ya están aquí —se separó de mí buscando buena señal para marcar a Gijs.

—Robin —di un paso dentro, donde estaba Mees y el otro sujeto del cual todavía no me acordaba su nombre.

—¿Cuál era tu nombre?

—Lev —dijo serio.

—Hola, Lev —levanté un poco la mano y la sacudí.

—Gijs viene para acá —informó Khail entrando a donde estábamos.

—Bien —suspiró Mees —. Cuando él y Ruud lleguen vamos a esperar un poco, tenemos que estar seguros que nadie los siguió para poder ir al lugar donde nos estamos quedando.

—¿Y dónde es ese lugar? —preguntó Khail.

—Bélgica, cerca de la frontera con los Países Bajos.

—¿Bélgica? ¿Por qué allá? —inquirió.

—Mis padres compraron esta casa hace diez años y ahora es nuestro refugio —le respondí.

—¿Es muy seguro?

—Sí, lo es —le respondió Mees, serio.

—¿Pasa algo que debamos saber? —puse una mano en su hombro. Khail me miró y por la pena que había en sus orbes azules supe que las cosas estaban muy mal —. ¿Qué viste ahí? Dinos.

—Todo está mal, todo es un caos y...—se quedó callado, lo que acrecentó esta opresión en mi pecho.

—Khail, habla por favor.

—Atacaron las casas de sus tíos también, se adueñaron de los clubes, los pubs y los coffee shops, de los negocios más grandes y allá todo es un puto caos, no es un lugar seguro y quien sea que esté de su lado es torturado para saber donde están sus padres o ustedes.

—Mierda —espetó Mees.

—Uno de los cadeneros del Geen me dijo que está con ustedes y que le va a sacar información a Hou.

—¿Quien es Hou? —fruncí el ceño.

—El jefe de la triada. Roos se fue del Geen y me dijo lo mismo, están esperando que ustedes regresen para acabar con ellos.

—Pobre Roos, ¿está bien?

—Sí, lo está. Se salió de trabajar pero dice que fue lo mejor.

—Nos hemos ido unos días y ya se creen los dueños de la ciudad —me reí —. Pobres idiotas.

—Saben que los hombres de mi padre están a su disposición cuando quieran, al igual que las armas, sus vehículos y lo que sea para terminar con estos idiotas.

—Gracias, Khail, lo vamos a tomar en cuenta cuando decidamos regresar.

—¿Y cuando nos vamos de aquí? —le pregunté a Mees —. No me da buena espina estar aquí, siento que ahora cualquiera es un traidor y nos puede entregar a los chinos.

—Cuando llegue Gijs y Ruud, nos vamos.

Mientras esperábamos a Gijs, Khail y yo platicamos un poco, me dijo que su padre estaba bien y que lo había dejado en buenas manos. Nos pedimos disculpas más de una vez y llegamos al acuerdo de que ahora en adelante vamos a hablar primero antes de tomar decisiones tan apresuradas. Al cabo de un rato Gijs y Ruud aparecieron y pudimos salir de aquel lugar, asegurándonos primero de que nadie nos siguiera para poder llevarlos a Bélgica donde ahora teníamos una casa que era nuestro hogar por quien sabe cuanto tiempo.

—¿Ya te sientes mejor? —me preguntó Mees.

Yo miraba por el retrovisor, el auto donde venían Khail y Lev estaba detrás de nosotros.

—Ya —le sonreí —. Ahora me siento un poco mejor, ¿y tú? —volteé a verlo.

—No muy bien, me voy a sentir mejor cuando todo esto termine. Quiero ver a mis padres, los extraño mucho.

Yo sabía lo que se sentía extrañarlos.

—Te entiendo mejor que nadie, Mees.

Cogí su mano y la apreté con cuidado. Ruud condujo de regreso a Bélgica y Gijs venía a su lado, ahora Khail y Lev venían con nosotros lo que aseguraba más protección para todos nosotros, además de que contábamos con la ayuda de Iván y todos sus hombres y cuando fuera el momento de regresar lo haríamos con todo lo que teníamos. 


🌸🌸🌸🌸

¡Hola! No sé si el siguiente capítulo sea el último, todo depende de que surga mientras escribo, y si es así de todos modos yo les voy a dejar un aviso. Espero les haya gustado esta historia y se hayan enamorado de sus personajes o de unos cuantos, con eso me conformo. 

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