Capítulo 36.
Juntos en las buenas, en las malas y en las peores.
Alen
Haden y Hennie llegaron temprano por la mañana, mi primo se veía muy mal, nos dijo que este día Lieve se iba de la ciudad y por eso estaba muy triste. Yo sabía que sentía porque todavía me dolía el hecho de que Marie se haya ido, su ausencia dolía mucho.
Mannes estaba aquí también, era obvio que no se iba a separar de Hennie, al igual que Elián no se iba a separar de Dev, quien también había venido, al igual que Ro, todos estaban aquí cuidando de Mees y de mí.
—Chicos no tienen que estar aquí, en serio —me senté en la orilla de la camilla —. Mees y yo estamos bien —les dije a todos.
—No tenemos nada que hacer, así que cuidar de ustedes es lo mejor que podemos hacer en este momento —dijo Dev.
—Así es —añadió Ro —. ¿Vas al baño? —me preguntó.
—Sí, ¿me ayudas con el suero? —asintió, dejó su móvil a un lado y se puso de pie.
Ro cogió el porta sueros y los dos fuimos al baño, solo que ella se quedó afuera y yo me metí dejando la puerta entreabierta. Hice lo que tenía que hacer y al momento de lavarme las manos tuve cuidado con el catéter que tenía en la muñeca izquierda. Me sequé las manos y tiré la toalla de papel al bote al lado del lavabo, al salir Robin seguía deteniendo el porta sueros. Caminamos a mi cama y me subí con mucho cuidado.
—Los adultos están ocupados en estos momentos y lo mejor es dejar que ellos piensen en qué vamos a hacer, la verdad todo esto me da dolor de cabeza —se quejó Devany un poco molesta. Bueno, ella siempre parecía molesta.
—Lo mejor es dejarlos solos, que piensen con claridad que es lo que vamos a hacer de ahora en adelante —añadió Ro, se veía más tranquila y serena.
—¿Y qué creen que hagan? —preguntó Elián, mirándonos a todos, esperando una respuesta de quien sea.
—No sé, pero lo que sea tiene que ser rápido, no nos podemos confiar de estas personas. Es seguro que ahora mismo están tramando algo —habló Robin.
—No han hecho nada y eso es raro, ¿no? —inquirió Mees.
—Muy raro —Ro entornó los ojos y lo miró —. Cierto. Debemos estar muy alerta por cualquier cosa que pueda pasar.
—¿Y nos vamos a quedar aquí? —ahora fue Mannes quien preguntó.
—¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó Hennie.
—¿Qué si no vamos a salir de la ciudad?
—Por ahora no, no está en los planes salir, menos ahora, quizá sí...
—¿Quizá sí qué? —le pregunté a mi hermana que se quedó callada de repente.
—Quizá si las cosas se ponen muy muy mal, debamos hacerlo, pero espero que no lleguemos a esos extremos.
Yo tampoco quería eso, nadie quería que las cosas se pusieran peor de lo que ya estaban. Era obvio que no estábamos bien, nadie lo estaba, pero no queríamos llegar a tal punto de tener que irnos lejos por nuestra seguridad, ni siquiera teníamos a donde ir o quizá sí pero en este momento no podía pensar un buen lugar donde estar seguros y que nadie nos encontrara.
—Lo bueno es que esta misma tarde salen de este lugar —Hennie tenía razón, por fin íbamos a poder salir del hospital, ya quería dormir en mi cómoda cama.
—¡Menos mal! —Mees levantó los brazos al cielo —. Ya me quiero ir de aquí.
—Tú desde el primer día te querías ir de aquí —masculló Dev.
—Esto no es vida, hermanita, no lo es —negó con la cabeza mirando a su hermana.
—Ya vamos a poder comer comida decente, ni siquiera a Haden que come tanto le gustó —nos reímos de mi primo.
—¡Oye!, pero es cierto, sabe horrible —hizo una mueca de asco —. Sabe mejor lo que cocina Hennie.
—¡Eres un idiota! —le arrojó una almohada a su hermano que estaba del otro lado de la habitación —. Yo no sé cocinar pero no es como que sea taaaan asqueroso.
—¡Lo es! —dijimos todos al mismo tiempo y Hennie se quedó con la boca abierta, la cerró y la volvió a abrir para decir algo pero se cruzó de brazos.
—Lo odio, a todos —frunció el ceño.
—No te enojes, hermanita, pero la cocina no es lo tuyo.
—¿Y lo tuyo sí, Haden? —levantó una ceja esperando que su hermano respondiera.
—Pues no es por ser presumidos pero sí, de todos aquí soy el que cocina mejor y lo saben —Haden nos señaló con un dedo.
—Es cierto y no hay más que decir —zanjó Robin.
—Diganme que después de esto vamos a ir a un buen lugar y nos vamos a olvidar de toda esta mierda —miramos a Dev —, que lo vamos a pasar bien y que todo esto será solo parte del pasado.
—Así será, Dev, cuando esto termine nos vamos a ir a un buen lugar donde pasar unas ricas vacaciones, todos juntos.
—¡Amén! —dijimos todos.
—Yo quiero unas vacaciones —dije.
—¡Y yo! —añadieron los demás juntos.
De repente la puerta se abrió y Ruud entró cerrándola de golpe. Al vernos nos quedamos callados, estaba sudoroso, agitado y con su arma en una mano.
—Tenemos que salir de aquí —dio un paso hacia enfrente.
—¿Ruud, qué pasa? —Mi hermana se puso de pie con el móvil en la mano.
—¡Tengo que sacarlos de aquí! Fueron las órdenes de sus padres —estaba alterado.
—¿Pero por qué? ¿Qué pasa? —preguntó Hennie, ya un poco más asustada, todos lo estábamos ya.
—¡Ruud, habla! —le exigió Hennie acercándose a él.
El hombre tenía la frente perlada en sudor, su pecho subía y bajaba, casi no podía hablar.
—Mientras estaban en la casa sufrieron un ataque, Rykel me acaba de llamar y me dijo que los tengo que sacar de aquí y llevarlos a un lugar seguro.
—¿Ellos sufrieron un ataque? —la voz de Robin era un hilo.
Mees y yo nos bajamos de la cama.
—¿Ellos están bien, verdad? Dime que están bien —le exigió Devany.
—Sí, lo están pero me han pedido específicamente que los saque de este lugar y eso es lo que haré, así que vámonos antes de que vengan por ustedes.
—¿Antes de que venga quien? —inquirí.
—Las personas que atacaron a sus padres, vamos —Ruud salió un momento y entró junto con Vandor y dos sillas de ruedas.
—Pero...—ni siquiera dejó que Devany hablara porque la interrumpió.
—¡No hay tiempo! —se acercó a mí mientras que Vandor se acercaba a la cama de Mees —. Hay que quitar eso de ahí —señaló el suero que colgaba de porta suero. No tuve tiempo para decir nada porque Ruud me ayudó a bajar de la cama mientras que Robin ponía el suero junto con los demás medicamentos sobre mis piernas. Miré en dirección a Mees y también ya estaba sentado en la silla.
—Vamos a salir por la parte de atrás —habló Vandor —. Las camionetas están ahí.
Vandor y Ruud se quitaron las armas y se las entregaron a Robin y Mannes que atrapó el arma en el aire.
—¿Y qué se supone que voy a hacer yo con esto? —preguntó sorprendido, mirando el arma en sus manos.
—Si es necesario vas a disparar a quien sea que te quiera matar —le dijo Ruud.
—Pero yo...—las manos de Mannes temblaban, tenía miedo y estaba asustado.
—Cariño, dame eso —con cuidado Hennie le quitó el arma a Mannes y fue ella quien la agarró —. Vamos.
—Vamos —anunció Ruud empujando mi silla.
La puerta se volvió a abrir pero esta vez fue Gerrit quien entró, mucho más agitado que Ruud.
—Ellos ya vienen —el pánico se apoderó de mí, mis manos empezaron a temblar y sentí que mi corazón latía demasiado rápido —. ¡Tenemos que irnos!
Se hizo a un lado mientras Vandor pasaba a su lado empujando la puerta con Mees en la silla de ruedas. Detrás salió Robin, Hennie, Mannes, Dev, Elián y por último lo hicimos Ruud y yo quien empujaba mi silla.
—Necesitamos suero y medicamentos —dijo Ro.
—No es momento señorita, después vemos como conseguimos algunos pero ahorita tenemos que salir de aquí.
Dimos vuelta a la derecha, siguiendo las indicaciones que Gerrit nos daba. Casi corríamos por el pasillo de no ser porque teníamos que esquivar a las personas que esperaban para tener noticias de sus familiares. Dimos vuelta hacia la izquierda, en ese momento escuchamos mucho ajetreo afuera y supimos que aquellas personas ya habían llegado.
Robin no tuvo miedo en ningún momento, al contrario, fue la más valiente de todos nosotros y no dudaba en correr y voltear a ver por el pasillo.
—Ya falta poco —avisó Gerrit, que iba detrás de Robin —. Vuelta a la izquierda y salimos —le indicó a Robin.
Escuchamos algunos disparos dentro del hospital pero nada nos detuvo para continuar e ir a la salida. Gerrit empujó la puerta y al final, después de tantos días pude ver la luz del día, se quedó a un lado mientras salíamos. Frente a nosotros había dos camionetas negras con las puertas abiertas, Mees fue el primero en subir con la ayuda de Vandor y Robin quien no dejaba de mirar a cada lado. Me puse de pie y subí a la segunda camioneta, nos distribuimos en las dos y subimos todos.
—Todo va a estar bien, todo va a estar bien —repetía Hennie una y otra vez, mientras Mannes apretaba su mano.
Ruud encendió el motor y se puso el cinturón, a su lado iba uno de nuestros hombres al igual que en la camioneta donde iban los demás.
—Agárrense —pisó el acelerador y casi me estrello con el asiento de enfrente de no ser porque me agarré bien a la puerta —. Están frente al hospital y han de tener todas las salidas bloqueadas, así que vamos a salir de aquí a como dé lugar.
Asentimos con la cabeza y cogí la mano de Robin con mucha fuerza. Tenía miedo, estaba aterrado, asustado y no sabía a donde íbamos a ir.
—No tengas miedo, hermano, vamos a salir de esto.
La camioneta donde iban los demás no se detuvo, no se detuvo cuando frente a nosotros había dos autos negros y afuera de estos varios hombres que levantaron sus armas y empezaron a disparar. Quien sea que iba manejando se metió entre los autos y arrolló a los sujetos, pasamos detrás de ellos y nos metimos entre las calles para poder perderlos.
—¿A dónde vamos, Ruud? —Ro miró por encima de su hombro.
—Primero los vamos a perder, señorita —me encontré con la mirada de Ruud por el espejo retrovisor —. Después los vamos a llevar a un lugar seguro y de ahí lejos de aquí.
—¿A dónde? —preguntó Hennie.
—No se los puedo decir, ya lo verán hasta que lleguemos.
—¿Y nuestros padres? Dime que ellos están bien, tenemos que ir por ellos.
—Ellos salieron de la casa pero no podemos ir a ninguna de las casas, todas están vigiladas.
Ruud seguía a la camioneta que iba frente a nosotros.
—Atacaron todo, Robin —dijo el hombre al lado de Ruud —. Ahora mismo no hay un lugar seguro.
—Maldita sea —masculló mi hermana.
El móvil de Ruud empezó a sonar y no tardó en responder.
—Dime, sí, vamos para allá, sí ahí. Ahí nos vemos entonces —colgó y vi que la camioneta que iba enfrente tomó otro camino.
—¿A dónde van? —inquirió Ro.
—Nos vamos a separar, pero ya sabemos donde nos vamos a ver —mi hermana suspiró y cerró los ojos.
—Ruud, no tengo ropa y esta cosa ya se está terminando —levanté el suero, ese estaba a mitad pero el del analgésico no, faltaba poco para que se terminara.
—Cuando lleguemos a este lugar yo mismo me voy a encargar de comprarles ropa y todo lo que necesitan, los medicamentos también.
Asentí con la cabeza y la apoye en el hombro de Ro que me susurraba que todo iba a estar bien y por muy tonto que pareciera ya que estábamos en una situación muy delicada, yo le creí, ella era mi hermana mayor y siempre tenía que creer en ella sin importar las circunstancias en las que estuviéramos.
Mees
Tenía miedo, sí lo tenía y no voy a negarlo. Tenía tanto miedo de morir así, en manos de esos hijos de puta, tenía miedo de que le hicieran daño a Dev, tenía miedo de no saber que había pasado con nuestros padres y que todo esto estaba saliendo de mal en peor. Tenía miedo porque no sabía que iba a pasar de ahora en adelante y que nos deparaba la vida.
—¿A dónde vamos? —le pregunté a Gerrit cuando vi que nos desviamos y tomamos otro camino, habíamos perdido a la otra camioneta.
—Los vamos a llevar a un lugar seguro —dijo Vandor desde el asiento del copiloto.
—¿Dónde están nuestros padres? —le preguntó Dev —. Queremos verlos.
—No sabemos donde están, solo nos dijeron que pudieron salir de la casa de su tío Rykel y que los llevemos a un lugar seguro.
—¿Eso quien te lo dijo? —inquirió Haden.
—Daen, dijo que todos salieron ilesos.
—Necesitamos ropa y medicamentos —levanté el suero y ya casi se terminaba el analgésico, al ver esto Dev apretó mi mano.
—Cuando los llevemos a este lugar nos vamos a encargar de traerles ropa, comida y medicamentos.
No dijimos nada más y me encargué de mirar por la ventanilla. Todos teníamos miedo pero en este momento teníamos que ser más fuertes porque nuestros padres no estaban aquí y no había quien nos pudiera decir que hacer o donde ir.
Llegamos a una parte de la ciudad que no conocíamos muy bien pero que sabíamos existía, hacía mucho que no veníamos a este lugar y era raro estar aquí después de tantos años. Gerrit miró por la ventanilla y al asegurarse de que no había nadie bajó de la camioneta.
—Mees —volteé a ver a Elián quien me ofreció su sudadera, le sonreí y la cogí.
—Gracias —me la puse y con la ayuda de Vandor pude bajar todavía con el suero en las manos y el catéter en mi muñeca.
—¿Aquí nos vamos a quedar? —inquirió Dev mientras miraba la pequeña casa frente a nosotros.
—No nos vamos a quedar aquí mucho tiempo señorita Devany, será solo una parada. Mañana por la madrugada salimos fuera de la ciudad.
—¿Fuera de la ciudad? ¿Dónde? —mientras Vandor me sostenía Gerrit abría la puerta de la casa, mirando a cada lado. Empujó la puerta y se hizo a un lado para dejarnos pasar, entré primero a la casa, siendo ayudado por Vandor, detrás de mí lo hicieron Dev, Elián y Haden, Gerrit cerró la puerta y encendió la luz que iluminó las escaleras y una parte de la sala. Los muebles estaban cubiertos con telas de color blanco, pero todo se veía limpio.
—No sé, el único que sabe es Ruud —Vandor me llevó hacia la sala, los demás venían detrás mirando la casa, Dev quitó una de las telas que cubría los sofás y me senté. Las heridas todavía me dolían además de que los analgésicos ya se estaban pasando y el dolor se estaba pronunciando en mi cuerpo.
—Esta es la casa de nuestras madres —escuché la voz de Robin y la puerta se abrió.
—¡Ay Dios, están aquí! —escuchamos la voz de Hennie quien se apresuró a entrar a la casa y corrió hacia su hermano.
—¿Qué hacemos aquí, Ruud? —Cuando todos estaban dentro y en la sala miramos a Ruud, quien estaba buscando las palabras correctas para hablar, para decirnos que hacíamos aquí.
—Esta es solo una parada, mañana mismo nos vamos de la ciudad.
—No, no podemos irnos —Robin todavía sostenía la pistola con una mano.
—Fueron órdenes precisas de sus padres y como tal debemos cumplir con cada una de ellas.
—¡Pero ellos no están aquí, Ruud! No podemos irnos y dejar la ciudad en manos de estas personas —se escuchaba molesta, llena de coraje.
—¡No podemos hacer nada, Robin! —le grite —. No tenemos hombres, no sabemos donde están nuestros padres y estamos aquí, en la antigua casa de nuestras madres escondiéndonos como si fuéramos ratas, cuando no lo somos ¡mierda! —Me puse de pie agarrándome la herida del costado que me estaba doliendo mucho más —. Carajo, por una maldita vez deja de ser tan impulsiva y hagamos lo que ellos les mandaron pedir. Somos los malditos dueños de esta puta ciudad y ni un pendejo va a llegar y nos la va quitar así nada más, vamos a pelear —los miraba a todos, que estaban atentos a cada una de mis palabras —, vamos a luchar, vamos a dar batalla hasta el último de nuestros alientos, pero ahora debemos irnos con la cabeza en alto, como lo que somos, no como unos putos cobardes.
—No me quiero ir —murmuró Dev a mi lado y a su lado estaba Elián —. No quiero dejar nuestra casa, no quiero irme quien sabe donde y no saber cuando vamos a regresar.
Me senté a su lado y cogí su mano izquierda mientras que Elián sostenía su mano derecha.
—Yo tampoco me quiero ir —les dije ya más tranquilo, mirándolos a todos —. Y tengo miedo, estoy aterrado por no saber nada de nuestros padres, estoy preocupado, pero este no es el momento para bajar la cabeza. Nos enseñaron a que nunca nos debemos caer y si lo hacemos nos vamos a poner de pie con la cabeza en alto, porque tenemos una familia a la que cuidar, porque cada uno de nosotros depende del otro y no nos vamos a dejar vencer.
—Yo pienso igual que Mees —Alen levantó la mano para hablar —, lo mejor es dejar las cosas así como están, que piensen lo que se les pegue la gana, vamos a irnos, recuperarnos y cuando regresamos será para terminar con todos ellos.
—Yo también creo que lo mejor es dejar la ciudad —opinó Haden —, no podemos hacer nada sin nuestros hombres, estamos solos y...
—No estamos solos —intervino Robin quedando en medio de la sala, bajo la luz mortecina de la lámpara —, nos tenemos el uno para el otro, además Vandor, Ruud y Gerrit están aquí, así que no estamos solos, no estamos solos maldita sea.
—Entonces nos vamos —Hennie volteó a ver a Ruud, Gerrit y Vandor —. Y ustedes van a ir con nosotros, supongo.
—Nunca los vamos a dejar, señorita, nuestra fidelidad está con la familia De Vaux hasta el día de nuestra muerte —le dijo Ruud a mi prima.
—Ahora descansen que mañana salimos temprano.
—Bien —suspiró Hennie —. No nos queda de otra.
—Alguien me tiene que acompañar por ropa, comida y medicinas, Gerrit y Vandor se quedan aquí, a vigilar que todo esté bien.
—Yo voy contigo —Ro dio un paso al frente —. Tenemos mucho que comprar.
—Gerrit, Vandor —los llamó Ruud antes de abandonar la sala —. Estén atentos —ellos asintieron con la cabeza. Ruud junto con Robin salieron de la casa y escuchamos el motor de la camioneta alejarse. Vandor y Gerrit fueron a ver que no estuviera pasando nada raro afuera.
—¿Vas a estar bien? ¿Les duele mucho? —nos preguntó Dev a Alen y a mí.
—Se me han terminado los analgésicos —Alen levantó el suero y de este todavía había la mitad pero de los otros medicamentos no. Les mostré mis medicamentos y estaba igual que Alen.
—Así que esta casa era de sus madres —Mannes miraba todo alrededor.
—Antes de casarse con nuestros padres —respondió Haden.
—Es una casa muy linda, ¿por qué está abandonada?
—Pues, cuando ellas se casaron se fueron a vivir con nuestros padres y esta casa se quedó sola, pero mamá y sus hermanas se encargaron de no dejarla perder, por eso está así —dijo Hennie con nostalgia.
—Es una casa cómoda, acogedora y linda —musitó Mannes.
—Y ahora nos tenemos que ir de aquí —Mannes se acercó a Hennie y la atrapó entre sus brazos para dejar un tierno beso en su mejilla.
Momentos como estos hacían que extrañara a Elise, quería verla, abrazarla, besarla, aunque sea saber como estaba ella, pero ni siquiera eso sabíamos, como tampoco donde estaban nuestros padres y si estaban todos bien.
—Todo va a estar bien, Hennie, estamos juntos y eso es lo que importa ahora —le dio un beso en la frente y la apretó a él.
—No nos vamos a separar, nunca —les dije a todos.
—No importa a donde vayamos, siempre vamos a estar juntos —añadió Haden a lo que le di la razón porque era cierto.
—Bien —Dev se puso de pie —. Vamos a ver como está la cocina y cuando lleguen Robin y Ruud podemos hacer algo para cenar.
Antes de ir hacia la cocina se detuvo y me miró.
—¿Estás bien? —sí. Mentí. La verdad no me sentía nada bien pero no se lo podía decir, menos ahora que las cosas estaban así, era mi hermana y cuidar de ella era mi responsabilidad y si tenía que mentir y decirle que me sentía bien cuando era todo lo contrario, lo haría, ella no me iba a ver mal aunque por dentro me estuviera cayendo a pedazos.
—¿Seguro? ¿No te duele mucho?
—Me duele pero lo soporto —sonrió.
—Cuando ellos regresen te voy a cambiar el vendaje y vas a estar mejor, sí.
—Sí hermanita —cogí su mano y le dí un apretón.
—Vamos, Elián —solté su mano y se fue con Elián a la cocina, Hennie y Mannes los siguieron, Haden se quedó con nosotros.
—No estás bien y lo sabes —Alen se levantó la bata y me mostró la herida de su brazo, las vendas tenían sangre.
—Mierda —dijo Haden sorprendido.
Yo les mostré la herida de mi costado y las vendas también tenían sangre.
—Espero que Robin y Ruud no tarden tanto, los analgésicos se están pasando y ahora me duele como la mierda —se quejó Alen dejando caer su cabeza en el respaldo del sofá.
Yo esperaba lo mismo, las heridas en este punto ya me dolían demasiado y sentía que no podía ni siquiera caminar del dolor.
🌸🌸🌸🌸
¿Vieron a ese Mees con los pantalones bien puestos? Pues es al que veremos de ahora en adelante, va a demostrar que es un hombre y que puede cuidar de su familia. Espero les haya gustado este capítulo porque esto se termina señoritas.
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