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Capítulo 24.

Olvídate de los problemas y solo disfruta.

Mees

Las cosas seguían tensas en la casa por lo sucedido la noche anterior con Robin y el ruso. Papá no paraba de dar vueltas y pensar en qué maldito momento los chinos se habían vuelto en nuestra contra y se habían aliado con quien sabe quien para acabar con nosotros.

No había visto a Robin mucho menos a Mikhail ya que Rykel seguía molesto con él más que nada por meterse con su hija. Quizá lo entendía un poco pero a final ellos ya sabían lo que hacían y lo que no, Ro no era una niña y estaba más que claro que quería al ruso y él a ella, Rykel lo tendría que aceptar tarde o temprano.

—No sigas dando vueltas que me da dolor de cabeza —gruñó Hein al ver a papá yendo de un extremo de la sala al otro.

Rykel se mantenía sereno en su lugar, su brazo seguía vendado pero ya estaba mucho mejor.

—Cierra la boca —espetó papá.

—Obligame —lo retó Hein.

—No empiecen —musitó Rykel.

—Parecen niños —me dijo Alen al oído.

—Creo que nunca dejaron de serlo —añadió Haden, a lo que le dimos la razón porque en gran parte era cierto.

Mi padre había llamado a Drazen para avisarle lo que había pasado con los chinos, aunque me imagino que siendo el jefe de la policía ya lo sabía pero era poco lo que podía hacer, la tríada era conocida por sus métodos para deshacerse de las personas, la crueldad en sus ejecuciones y lo sádico que podían llegar a ser.

—Yo no sé porqué tarda tanto —Hein miró su reloj y bufó.

Se volvió a cruzar de brazos, serio, más que serio un poco molesto diría yo.

No pasaron muchos minutos cuando Ruud apareció en la sala y detrás de él lo hizo Drazen, con una carpeta en la mano. Se detuvo al vernos a todos aquí, mirándolo, observando y detallando cada uno de sus movimientos, pero no se inmutó, solo pasó saliva y se encaminó hacia enmedio de la sala para dejar al carpeta.

—Drazen Kappel —habló Rykel, recibiendo una mirada fría por parte del policía.

—Rykel De Vaux —dijo en el mismo tono que usó Rykel para dirigirse a él —. Supongo que el motivo de su llamada son los hechos de anoche, ¿no? —miró a los tres hermanos.

—Supones bien, Drazen —ironiza papá.

—¿No les da miedo que haya un puto policía en esta casa? —inquirió Haden —. ¿O soy solo yo quien se está cagando de miedo.

—Eres solo tú —expresamos Alen y yo.

—Bien —suspiró.

—Ustedes no saben lo que me costó negar todo lo que se dijo de ustedes en las noticias, tener que inventar una loca historia para proteger sus traseros.

—Eso es lo que debes hacer, Drazen —le dijo mi padre con sorna. Drazen negó con la cabeza y se rio de manera irónica.

—No, lo que yo tengo que hacer es detenerlos ahora mismo para que esto no siga ocurriendo. Tengo más problemas que resolver que saber quien es la persona que los quiere ver muertos. Si esto está pasando es porque ustedes lo han provocado.

—¿Cómo te atreves a hablarnos así? —escupió Hein, molesto —. Nosotros hemos mantenido las calles limpias desde que mi padre se hizo cargo de esto y ahora lo hacemos nosotros, eres un idiota si crees que vas a poder tú solo con esto —espetó.

—Veo que el ego alto viene de familia —sonrió Drazen.

—Es un imbécil —musitó Alen, a lo que le di la razón.

—Te pedimos un maldito favor, solo un maldito favor a cambio de no derramar sangre en tus putas calles y te pones en este maldito plan que no te queda, Drazen.

Rykel se mantenía sentado en el sofá pero ahora su rostro ya no era imperturbable, se veía molesto ya.

—¡Y no lo están haciendo! ¡Hace unas horas todo fue un caos, autos destrozados, casquillos por toda la calle, sangre manchando el asfalto! Reporteros preguntando que había pasado y ni un cuerpo que respondiera a sus preguntas —masculló, tenía la mandíbula apretada —. Saben de lo que la triada es capaz y aún así no se muestran ni un poco arrepentidos por lo sucedido hace unas horas.

—¡Pues me importa una mierda! —Rykel se puso de pie molesto —. Mi hija estuvo enmedio de esa balacera y por poco muere. No sé que estás haciendo para rastrear a los responsables pero no es mucho —tenía el ceño fruncido.

—Ahí está todo —señaló Drazen la carpeta que yacía encima de la mesita.

Papá fue quien se acercó y cogió la carpeta, mientras Rykel regresaba a su lugar y Drazen empezaba a narrar todo lo que sabía hasta ese momento.

—Hace unas semanas hubo movimiento en la frontera con Bélgica, varias camionetas ingresaron al país, seguimos su recorrido pero los perdimos en un punto ciego de la ciudad. Por lo que sabemos traían un gran cargamento de algo —papá revisaba el contenido de la carpeta —. Creemos que ese cargamento son armas y explosivos —se detuvo y nos miró a todos —. Hace unos días hubo movimiento cerca de las bodegas abandonadas y creemos que se reúnen ahí o cerca de ahí, pero necesitamos pruebas para ir por ellos.

—¿Les tienes miedo? —inquirió mi padre entregándole la carpeta a Rykel.

—No es miedo, es precaución.

—Con tu ayuda vamos a poder acabar con ellos y con quien sea que esté detrás —Drazen asintió, llevandose las manos a la espalda.

—Si vamos a hacer esto lo vamos a hacer bien: tenemos que vigilar, investigar quienes están dentro, quienes están de nuestro lado, en donde se reúnen, cuántos son y así, solo así podremos terminar con ellos de una vez por todas.

—Sabes que habrá muchas muertes, ¿no? —Hein levantó una ceja.

—Sí, pero no seremos nosotros. Sé que tienen a los rusos de su lado y entre más aliados mejor.

—Te aseguro que los rusos serán un gran apoyo —habló Rykel —. Y si es necesario buscaremos más aliados con tal de ganar esta guerra.

Dijo de tajo.

—Bien, entonces estaremos vigilando y cualquier cosa se las haré saber. Es mejor que por ahora no me vean cerca de ustedes o empezaran a hacer preguntas y lo que menos quiero ahora es tener que dar más explicaciones acerca de todo esto.

—Bien, entonces todo será por medio de un intermediario —Drazen asintió con la cabeza.

—Les voy a estar informando cualquier movimiento raro que vea —se dio la vuelta y dio unos pasos para salir.

—Drazen —habló mi padre, volteamos a verlo —. Gracias.

Eso me dejó sorprendido, muy sorprendido.

Solo asintió con la cabeza y se dio la vuelta por completo para después salir de la casa.

—Ahora que ya sabemos quienes están detrás podemos ir con más cuidado, alertas a todo y dispuestos a lo que sea —habló mi padre, mirándonos atento a Alen, Haden y yo.

—Todo lo que les ha enseñado Robin y Joep es por y para algo, nunca duden en matar a alguien que quiera hacerles daño.

Las palabras de Hein eran frías, secas, tan ciertas y a la vez tan certeras.

—Tendrán vigilancia las veinticuatro horas del día, así como hasta ahora, solo que en el colegio están más vulnerables y a estas personas no les importa matar a quien sea que se interponga en su camino, lo pudimos ver anoche, es mejor siempre estar alertas.

—Lo estaremos, papá —Rykel le sonrió a Alen.

—Como un águila —añadió Haden.

—¡Haden!

Le gritamos todos al mismo tiempo.

—Eres tan Hein —mi papá rodó los ojos.

—¡Sí! —exclamó Hein, pero al darse cuenta que hablaba de él frunció el ceño —. ¡Oye! Yo no soy imprudente.

—¡Sí lo eres! —dijeron Rykel y papá.

—Bueno ya.

Se cruzó de brazos algo molesto.

Ellos eran así siempre, un momento estaban bien y al otro ya estaban discutiendo por quien sabe qué, con ellos o todo era pelear y reclamos o risas. Los tres eran tan diferentes que eso los hacia tan únicos.

****

La semana había empezado bien ya que regresamos al colegio y parecía que todo estaba en orden. Los días pasaban rápido y sin contratiempos para nosotros, teniendo a varios hombres cuidando nuestras espaldas todo el tiempo. La directora estaba al tanto de lo que pasaba y aunque no estaba del todo de acuerdo no podía ir en contra de lo ya dicho por Rykel.

En esos días no me encontré con Elise, cosa que agradecía ya que no tenía ánimos para verla e ignorar todo lo que sentía por ella, porque este sentimiento seguía más vivo que nunca. Solo tenía que esperar unos meses más a que el ciclo terminara para irme a la universidad y así no la vería más. Era lo mejor para mí.

Quizá no era el lugar más alejado de todos pero ahí iba a conocer a más personas, distraerme y dejar de pensar en todos los momentos que pasamos juntos. Ya habría tiempo para conocer a alguien más que me hiciera sentir esto que solo había sentido por ella.

—Mees —me detuve de golpe al escuchar mi nombre. Al levantar la cabeza me di cuenta que era ella. Elise.

—Elise —su nombre se escuchó bajito.

—¿Cómo estás? —sonrió.

Apreté las correas de mi mochila entre mis dedos. Iba a mi siguiente clase y tal parecía que ella también.

—Yo estoy bien, ¿y tú cómo estás?

—Bien —de nuevo sonrió. Esa sonrisa —. Supe que este sábado abre el Geen, eso es genial.

—Sí, ya era hora.

—Y las entradas serán gratis.

Me sentía incómodo, ¿por qué? Quizá porque algo dentro de mí lo único que quería era abrazarla, darle un gran y fuerte abrazo y hacerle saber que la había extrañado tanto, pero contuve esas ganas y las guardé muy dentro de mí.

—Papá cree que es mejor para que así vuelva a tener las misma afluencia que antes y mucho más. ¿Tú vas a ir?

¿Por qué quieres saber eso?

Solo es curiosidad.

—¡Sí! —chilló emocionada —. Mis padres están de acuerdo con que vaya, ahora son un poco más comprensivos, ¿tú vas a ir, Mees? —preguntó con curiosidad.

—Sí, no me voy a perder esa noche, será espectacular —le sonreí.

—Entonces te veo ahí.

—Te veo ahí, ro...Elise —corregí antes de decir otra cosa.

—Hasta pronto, Mees.

—Hasta pronto, Elise.

Me dijo adiós con la mano e hice lo mismo cuando se alejó. Cuando llegué a una esquina me apoyé de la pared y tomé un largo respiro llenando mis pulmones de aire limpio. Era una tortura tenerla tan cerca pero a la vez tan tan lejos de mí. Quería que el tiempo se pasara volando para que esto terminara ya, de una maldita vez por todas.

Devany

Hoy era la noche en la que el Geen Fout sería inaugurado como un nuevo pub, más moderno, con más atracciones y mucho más música. Habría un Dj tocando en vivo en la parte de abajo, muchas luces de colores iluminando el lugar y bebidas de todo tipo para quien sea que quisiera beber alcohol o no.

Al pasar por la habitación de Elián me detuve al ver como se ajustaba la chaqueta a los hombros y acomodaba las mangas a sus brazos.

—Te ves muy bien —me quede bajo el umbral de la puerta. Elián se giró para verme.

—Tú te ves hermosa —le sonreí y me acerque a él para acomodar el cuello de su camiseta.

—No estamos hablando de mí, Elián, sino de lo atractivo que eres —cogió mis muñecas entre sus delgados y largos dedos e hizo opresión con ellos.

—Pero yo sí estoy hablando de lo hermosa que eres, Dev —se acercó para dejar un corto beso en mis labios.

Estos días Elián y yo nos habíamos acercado mucho más de lo que yo me podía imaginar. Él había regresado a entrenar con el equipo y yo estaba ahí para apoyarlo porque él me necesitaba ahora más que nunca. Estaba regresando a ser el mismo Elián que me había empezado a gustar. Mi Elián.

No sabíamos nada de su madre y eso estaba bien, entre más lejos estuviera de él, mucho mejor para todos. Sus calificaciones estaban subiendo, tenía mucho más animo, sonreía, era tan dulce y encantador.

—Gracias —musité.

—¿Por qué? ¿Por decirte que eres bonita o por el beso?

—Por las dos cosas —sonreí y ahora yo me puse de puntitas para dejar un corto beso sobre sus labios.

—¡Vámonos ya! —gritó Mees desde las escaleras.

—Creo que alguien lleva prisa.

—Creo que es porque Elise estará ahí —Elián soltó mis muñecas y dejó un beso en mi frente.

—Debe ser por eso —asentí.

Bajamos las escaleras y Mees ya estaba en la puerta esperando.

—Es tarde y ustedes no se apuran —gruñó —. Vamos.

Nos chasqueó los dedos y salió de la casa.

—Un momento —nos detuvimos al escuchar a mi padre y volteamos a verlo —. No se olviden de lo que hablamos. Yo voy a ir para ver que todo esté bien y que no haya nada raro por ahí.

—Sí papá —le dijo Mees un poco serio.

—Bien, entonces vayan y diviértanse. Todo con moderación.

Levantó un dedo y nos señaló a los tres.

Salimos de la casa y los tres subimos en una de las camionetas negras que esperaban cerca de la puerta, listas para salir de la casa. El sol iluminaba el cielo y ya eran las ocho de la noche. Elián cerró la puerta y Gert arrancó cuando la reja se abrió.

—¿Alguien sabe algo de Mikhail y Robin? —pregunté.

—No mucho, dijo Alen que Rykel no había corrido al ruso y creo que ese ya es un gran paso.

—Pobre Mikhail, se nota que quiere a Robin.

—Y ella que es tan especial para los hombres —añadió Mees.

—¿Especial? —inquirió Elián.

—No le gusta cualquier sujeto que la trate como una mujer débil e indefensa y Mikhail la trata como la diosa que es.

Y es que lo era. Robin era una gran mujer fuerte, independiente, luchadora, inteligente, divina. Era una diosa y no se merecía que Rykel estuviese molesto con ella por haberle ocultado que todo este tiempo estuvo con Mikhail, aunque estuvieran haciendo algo malo ella ya no era una niña, sabía lo que hacía y lo que le convenía.

Al llegar al Geen había una larga fila esperando para poder entrar al lugar. Más personas llegaban queriendo entrar y ver como había quedado por dentro, yo también estaba curiosa ya que todo se cambió y ahora todo lucía mejor, o ese dijo mi padre.

Baje de la camioneta con la ayuda de Elián y cruzamos la calle para poder entrar. Al ver que éramos nosotros nos dejaron entrar sin problema alguno, mientras Gert se quedaba afuera vigilando los alrededores.

Al dar el primer paso dentro lo primero que vimos fueron los dibujos que había pintado Mannes, dos paredes de espectaculares pinturas de todos los tamaños y colores. La música se escuchaba a lo lejos, fuerte y ruidosa. Al llegar a la sala principal las personas se movían de un lado al otro por la música que el Dj tocaba el fondo del lugar. Luces de colores iluminaban todo, rebotando en las paredes, parpadeando, cambiando de color. Las escaleras habían quedado del mismo lado pero eran más amplias ahora. Nos dimos paso entre las personas que bajaban con vasos en las manos. Al subir lo primero que vimos fue la barra, que era mucho más grande y con más variedad de bebidas y algunas botanas también. La cúpula había desaparecido ya que era un gran peligro y fue reemplazada por techo de concreto que tenía lámparas colgadas por todo el lugar.

A lo lejos pude ver a Hennie, Haden, Alen, Robin y Mikhail. En la misma mesa estaban Elise y Marie. Volteé a ver a Mees y estaba serio, aunque conociéndolo sabía que estaba emocionado e idiotizado por verla más que nada porque ahora Elise era mucho más liberal y ya podía ir a donde ella quisiera sin que sus padres se lo prohibieran.

Llegamos a donde estaban y nos sentamos a un lado.

—¡Qué bueno que ya llegaron! —aplaudió Robin. Las heridas ya estaban empezando a cicatrizar y se notaban mucho menos —. Ahora sí podemos beber a morir.

—Nadie va a beber hasta morir —zanjó Hennie —. Solo hasta desmayarnos.

—¡Sí! —chocaron las manos.

Ro empezó a servir tequila en los vasos pero yo me rehusaba a beber eso, era demasiado fuerte para mí y estómago débil.

—Yo voy por cervezas, el tequila es muy fuerte para mí.

—No sabes de lo que te pierdes —Ro entornó los ojos.

—¿Quien más quiere cerveza? —todos levantaron la mano.

—Traidores —masculló Robin.

Me puse de pie y fui hacia la barra, donde había muchas personas pidiendo alguna bebida.

—Hola, Dev —me saludó Roos.

—Hola, Roos —se acercó al otro lado de la barra.

Roos se había hecho cargo del Geen desde antes de que mi abuelo falleciera, era muy buena relacionándose con las personas que papá la dejó encargada de este lugar.

—¿Qué te voy a dar hoy?

—Quiero cervezas —asintió —. Ya sabes como.

—Ahora mismo —se alejó hacia la parte de atrás donde estaban los refrigeradores con las bebidas frías.

—Creo que no nos conocemos —volteé a mi lado derecho al escuchar esa voz.

A mi lado había un chico de cabellos negros y tez blanca, tenía una gran sonrisa dibujada en los labios. Pude ver una sudadera de color gris encima. Tenía un brazo apoyado en la barra. Fruncí el ceño al ver que levantaba una mano en mi dirección con el amago de que lo saludara. ¡Ni siquiera lo conocía!

—Mi nombre es...—pero antes de que pudiera decir nada, a mi lado izquierdo aparecieron Elián y Mees, tan imponentes y un tanto agresivos.

—¿Qué quieres? —inquirió Mees.

—Ella no está sola —añadió Elián.

—Yo solo estaba saludando —el chico bajó la mano y pasó saliva.

—¿Y tú quien eres? —Mees levantó una ceja en su dirección.

—Mi nombre es Maas.

¿Maas? Maas y Mees que gran casualidad.

—Y ella es mi hermana Dael —señaló y detrás de él estaba una chica de cabellos rubios que le llegaban a la altura de los hombros un poquito más abajo.

—Hola —la chica levantó la mano y nos sonrió, sin quitar la mirada de encima de mi hermano.

—¿Ustedes van en el colegio? —Maas volteó a ver a su hermana y los dos rieron para después negar con la cabeza.

—Nuestro hermano nunca podía pagar dos colegiaturas tan caras.

—Vamos en una escuela pública —añadió él. Nos echó una mirada y entornó los ojos —. Ustedes deben ser los hijos del dueño de este lugar.

—¿Para qué quieres saberlo? —inquirió Mees.

—Solo es una pregunta hermano —levantó las manos —. No es para que te pongas así.

—¿Qué pasa? —Haden se unió a nosotros.

—Nada malo —le dije. Se les quedó viendo a Maas y Dael.

—¿Ustedes quienes son? —levantó una ceja, con curiosidad.

—Mi nombre es Dael y él es mi mellizo Maas.

—¿Maas? —ella asintió. Haden los observó por algunos segundos —. ¿Si son mellizos por qué tú eres rubia y él tiene el cabello castaño? —los señaló con un vaso en la mano.

—¡Haden! —exclamamos Elián, Mees y yo. Me di con la palma en la frente.

—¿Qué?

—Ese tipo de cosas no se preguntan, no seas imprudente —negué.

—Yo que sé.

Dael sonrió un poco al ver lo imprudente que era Haden.

—Lo que pasa es que le gusta teñirse el cabello —Maas me hizo un guiño.

Creo que Elián se dio cuenta porque cogió mi mano y enlazó sus dedos con los míos. Roos apareció en ese momento con una bandeja llena de cervezas frías.

—Aquí están, Dev —volteé a verla.

—Gracias, Roos.

—Si necesitan algo más no duden en decirme, voy a seguir atendiendo a los demás.

Dio media vuelta y atendió la orden de dos chicos que le llamaron con la mano. Regresé a ver a los hermanos y ahora sentía algo raro al saber que al igual que Mees y yo eran mellizos, era...extraño.

—¿Les gustaría venir a nuestra mesa? —les preguntó Haden. Ellos dos se miraron.

—¿A su mesa? —Dael estaba sorprendida.

—Sí —Haden sonrió. Señaló la mesa donde estaban los demás —. Sino quieren entonces no —se encogió de hombros.

—Sí —habla la chica —. Solo si mi hermano quiere.

—Claro —Elián coge la bandeja y nos encaminamos hacia la mesa donde están los demás. Deja la bandeja encima de la mesa bajo la atenta mirada de nuestros primos.

—Ellos son Dael —Haden señala a Dael —, y su hermano Maas.

—¿Maas? —inquiere Robin mirando al chico.

—Sí —ríe Haden —. ¿Qué casualidad, no? —se rascó la nuca.

—Siéntense —los invitó Hennie a tomar asiento en nuestra mesa.

Repartimos las botellas y le di un trago a la mía. Me pude dar cuenta de que Elián no dejaba de ver con desconfianza a Maas. Mientras que Dael no le quitaba la mirada de encima a Mees provocando que Elise se molestara. Mannes no tardó en unirse a nosotros, saludando primero a Hennie y después al resto. Tenía que ser.

—¿Qué pasa? —me giré hacia Elián al ver que no decía nada mientras que los demás seguían hablando.

Miró a todos y cogió mi mano para que me pusiera de pie, llevándome lejos de la mesa y del ruido de la música.

—Está claro que le gustaste a ese tal Maas —masculló mirándolo.

Parecía que ya se conocieran porque los hermanos hablaban sin pena con mis primos.

—¿Ah sí? —asintió —. No me di cuenta, no me fijo en él ni en nadie más.

Sus fanales añil me observaban, tan llenos de luz y pureza.

—¿Es en serio? ¿No te fijas en nadie más?

—Nadie que no seas tu, Elián —cogí el cuello de su camiseta y lo atraje a mí, rozando sus labios con los míos —. No me importa nadie más que no seas tú —sonrió.

Sus manos bajaron a mi cintura.

—Solo tuyo, Dev.

—Solo mío, Elián —cuando nuestros labios estuvieron encima del otro fue como poder respirar en paz. Nuestro beso fue tierno y lento, queríamos disfrutar del momento, quería sentir su lengua húmeda mojar mis labios y su respiración acariciar mi piel. Sus dedos se enterraron en la tela de mi blusa y me atrajo más a él.

—Me gusta estar contigo —se separó un poco solo para pronunciar estas palabras —. Me gusta tu dulce sonrisa —dejó un beso sobre mis labios —. Me gustan tus ojos y tu mirada, me gusta que leas mucho y que siempre tengas un tema de conversación. Me gusta que no te quedas callada. Me gusta todo de ti, Dev —sonreí.

Sus manos soltaron mi cintura para que sus brazos rodearan mi cuerpo y me apretara mucho más a su cuerpo.

—No me dejes, Dev, te necesito con toda mi alma.

Un beso fue depositado en mi frente y no dije nada más. Solo disfrute de su cercanía y el calor que su cuerpo me daba.

Al regresar a la mesa los mellizos seguían platicando, más que nada con Mees.

—Cerca de aquí se hacen unas carreras, quizá te guste ir —le dijo Maas a Mees.

—¿Carreras? —inquirió él levantando una ceja.

—Cerca de Vondelpark —añadió Robin —. He escuchado de esas carreras.

—Son ilegales —le recuerda Haden a mi hermano.

—Se escucha divertido —Mees efectuó una mueca —. ¿Cada cuánto las hacen?

—Cada sábado —Maas le responde para después darle un trago a su cerveza —. Se gana bien.

—¿Y qué haces aquí entonces? —le preguntó Mees, algo serio.

—No íbamos a dejar pasar la oportunidad de venir a este lugar, no siempre puedes entrar gratis al Geen Fout, ¿o sí? —su hermana negó con la cabeza.

—Quizá quieres ir, Mees.

Las miradas que le echaba Dael a Mees no podían ser más provocativas y no sé si mi hermano no se daba cuenta porque a veces podía llegar a ser un poco lento, pero yo sí me daba cuenta de como lo miraba y creo que Elise también. Quien se puso de pie y fue al baño.

—Ahora regreso —Elián asintió y seguí a Elise al baño.

Al empujar la puerta me di cuenta que estaba llorando en una esquina, con la cabeza metida en las piernas y los brazos rodeando estas.

—¿Elise? —levantó la cabeza y al ver que era yo quiso sonreír pero sus ojos estaban tristes.

—Dev —se limpió debajo de los ojos.

—No finjas conmigo —me puse de rodillas frente a ella —. No lo hagas.

—Ya no sé que hacer para que Mees se de cuenta, yo lo quiero, Dev, lo quiero mucho.

—¿Y cuando te diste cuenta de esto?

—Siempre lo he sabido pero fui una tonta y ahora lo he perdido, he perdido a Mees para siempre —sollozaba.

—No lo has perdido, Elise —cogí sus manos entre las mías —. Mees todavía te quiere, solo tienes que darle tiempo.

—Pero...—la interrumpí.

—Si tú lo quieres tienes que darle tiempo, Mees no te va a dejar de querer de un día para otro.

—¿Y si llega alguien más a su vida? En unos meses se va a la universidad y puede conocer a alguien.

—¿Lo dices por esa chica? —asintió —. No creo que a Mees le guste ella.

—Pero a ella sí le gusta él —suspiró —. Ella es bonita.

—Pero ella no es tú, Elise —con dos dedos hice a un lado los cabellos que se pegaron a sus mejillas por el llanto —. Si Mees se enamoró de ti es por algo, tú tienes algo que las demás chicas no tienen.

Suspiró y algunas lágrimas rodaron por sus mejillas.

Me sentía terrible al verla así, tan dolida, rota y desconsolada. Nada de lo que yo dijera la haría sentirse mejor y me dolía verla así, Elise era una de mis mejores amigas, la conocí desde que nació y en ese momento formó parte de mi vida y de cada uno de mis primos.

Apreté sus manos entre las mías, le sonríe y una diminuta sonrisa se dibujó en sus labios.

—No vas a llorar más y menos por algo tan insignificante, no vale la pena que arruines esta noche por tonterías, así que te vas a poner de pie, te vas a limpiar las lágrimas y vas a bajar a bailar y olvidarte de todo esto, ¿entiendes? Yo voy a estar contigo toda la noche y vamos a bailar con las chicas. Nada de llantos.

La señalé con un dedo a lo que ella solo sonrió y asintió con la cabeza. Pasando mis dedos por debajo de sus ojos quite el exceso de lágrimas. Le ayude a ponerse de pie y se echó un poco de agua en las mejillas y la nuca, tenía que despejarse y dejar de pensar en el tonto de mi hermano.

Al salir del baño la llevaba de una mano, solo nos acercamos a la mesa para llamar a Hennie, Robin y Marie.

—¡Vamos abajo! —señalé con un dedo. Robin y Hennie se miraron raro por mi repentino entusiasmo —. ¡Vamos a bailar!

Marie se puso de pie rápidamente dándole un beso a Alen en la mejilla y dando saltitos.

—¡Vamos! —puso sus manos en los hombros de Elise quien le sonrió y esperamos a que Robin y Hennie se unieran a nosotras.

La primera en ponerse de pie fue Hennie y Robin no tardó en hacerlo también.

—Te portas bien —le dijo a Mikhail que solo asintió con la cabeza mirando a mi prima —. ¿Y este repentino entusiasmo? —Robin me dio un toquecito con sus caderas.

—Elise se siente mal —disimuladamente señalé a Mees, Ro rodó los ojos y se dirigió a Elise.

—Rojita, olvídate de ese tonto, esta noche es de nosotras —Elise sonrió aún con los ojos rojos y un poco hinchados.

Robin la cogió de la mano y la arrastró hacia la pista de abajo donde ya había muchas personas bailando y saltando al ritmo de la música. No tardamos en entrar en calor y hacer lo mismo. Roos fue la encargada de llevarnos bebidas toda la noche, con ella estábamos seguras de que nada malo iba a pasar. Mi padre llegó para asegurarse de que todo estaba yendo bien y que no había ningún problema. El lugar estaba rodeado de hombres que estaban dispuestos a matar a quien sea que nos quisiera hacer daño.

Pasamos la mayor parte de la noche bailando, agitando las manos, saltando, bebiendo entre chicas. Este era nuestro momento y lo íbamos a disfrutar sí o sí.

Al voltear hacia arriba pude ver a mi padre, mirando hacia abajo, a su lado estaba Mees que no dejaba de quitarle la mirada de encima a Elise mientras la pelirroja se movía al ritmo de una canción. Cuando papá y yo nos miramos sonrió. Puede ver la felicidad en sus ojos y el orgullo también. Le dio un golpecito a Mees para que le prestara atención y le mostró algo.

Al final de la noche nos fuimos con mi padre que se quedó hasta que el lugar cerró. Yo no estaba tan bebida, ni Elián pero a Elise se le habían pasado un poco las copas y ahora sufre las consecuencias de ello. Por todo se reía, miraba por la ventanilla, señalaba hacia fuera y dejaba caer su cabeza en el respaldo del asiento.

Papá se asomó entre los asientos y miró a Elise que ahora tenía los ojos cerrados. Cada quien se había ido a su casa y ahora nosotros íbamos a la nuestra.

—Tu madre ya sabe que te vas a quedar en la casa —Elise abrió los ojos de golpe inclinándose hacia delante.

—¡Bien! —levantó los pulgares —. Gracias, Daen —de nuevo se dejó caer.

Elián la sostuvo cuando se fue de lado. Mees negaba con la cabeza y yo solo me reía por su estado ebrio. Nunca la había visto así de tomada creo que era divertido ver como no le quitaba la mirada de encima a mi hermano y estaba tan perdida por él, no era nada disimulada cuando se trataba de Mees.

Era un caso perdido.

Al llegar a la casa entre Elián y yo ayudamos a Elise para entrar y llevarla a una habitación, estando ahí Elián se fue y mi madre me ayudó a que se pusiera otra ropa y cepillarle los dientes.

—Creo que ya está todo bien.

Elise estaba en posición fetal con los cobertores cubriendo su cuerpo.

—Parece que entró en estado de coma —musite mirándola —. ¿Crees que vomite? —volteé a ver a mamá y efectuó una mueca de asco.

—Espero que no sino va a tener que limpiar todo.

—¿Serías capaz de tal cosa? —levantó una ceja.

—Pregúntale a Mees, ¿o quieres ser tú quien limpie su desastre?

—No gracias —caminamos hacia la puerta pero antes de salir le eché una mirada a Elise. Estaba en estado comatoso.

—Hasta mañana, Dev —me dio un beso en la mejilla.

—Hasta mañana, mamá —se dio la vuelta y la vi caminar a su habitación.

Yo fui a mi habitación y me quite la ropa, me puse un pijama y me cepille los dientes, me trence el cabello y me metí en los cobertores, pero antes de cerrar los ojos mi móvil empezó a sonar, al revisarlo me di cuenta que era un mensaje de Elián.

Buenas noches, Dev, Dev.

No demore ni un segundo en responderle con una tonta sonrisa en los labios.

Hasta mañana. Elián.

Te quiero mucho.

Y yo te quiero a ti.

Deje el móvil a un lado y cerré los ojos. Bailar tanto me había agotado, sentía los pies punzarme y mis ojitos no podían permanecer por mucho tiempo abiertos así que me rendí ante morfeo y dormí como bebé recién nacido. Al otro día lo primero que hice al abrir los ojos fue ir al baño porque me estaba haciendo pipí, me lave las manos y me arregle un poco el cabello. Salí de mi habitación y fue tal la sorpresa que me lleve al ver a Elise salir de la habitación de Mees que tuve que parpadear varias veces.

—¿Qué haces ahí? —se sobresaltó al verme. Se encogió de hombros y caminó hacia mí.

—No le digas a nadie, por favor —cogió mis manos entre las suyas y les dio un apretón —. Por favor.

—¿Dormiste con Mees? —negó con la cabeza —. ¿Entonces que hacías ahí...? —me quedé callada cuando lo entendí —. Mi-er-da.

Elise solo apretó los labios y asintió lentamente con la cabeza.

—Oh-por-Dios.

Todo se puso más interesante cuando a Robin se le ocurrió la grandiosa idea de hacer una fiesta de piscina en su casa.

🌸🌸🌸🌸

¡Hola! Aquí les dejo este capítulo y espero les haya gustado. Alguien lo pasó muy bien eh 😏. Las cosas empezarán a tomar su rumbo porque a partir de ahora no falta mucho para la historia termine. ¿Creen que estos dos nuevos personajes sean un problema para los De Vaux? Yo les avise que serán importantes, pero no en esta historia.

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