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Capítulo 15.

No hay felicidad sin un poco de sufrimiento.

Dev

La confesión de Elián me había dejado pensando muchas cosas. Esas marcas en sus brazos eran horribles, no me podía imaginar que una madre fuese así de cruel para tratar a su hijo de la manera en la que esa mujer trataba a Elián, que no se merecía en nada lo que le hacía. Solo por ser parecido a su padre no se merecía esos golpes y esos insultos, mucho menos como lo miraba ella, todo ese odio que tenía hacia su hijo.

—¿En qué piensas? —la pregunta de Mees me sacó de aquellos pensamientos que me llevaban muy lejos de aquí.

—¿Qué? —deje de morderme la uña y volteé a verlo.

—¿En qué piensas? ¿En ese tonto?

Mi entrecejo se juntó.

—No le digas tonto a Elián, él no se merece ese tipo de insultos —mascullé.

—¿Qué es lo que te preocupa tanto? —señaló mis dedos. Ya me había mordido las uñas y ahora eran un asco.

Habíamos pasado a dejar a Elián a su casa y menos mal que su madre no estaba ahí, dijo que debía estar con alguna de sus amigas o perdiendo el tiempo en que sabe qué.

—Es que su madre le pega.

Ahora íbamos a la casa. Apenas estaba anocheciendo.

—¿La mamá de Elián?

—¿De quien estamos hablando? —vire los ojos.

—Ya, ya. Dime más.

—Hoy después del entrenamiento me di cuenta que tenía unas marcas en los brazos, se los hizo su madre ayer, después de que papá y yo lo dejamos en su casa. Ella lo odia, solo por el hecho de que se parece a su padre.

—Eso es una mierda —resopló.

—Pues eso díselo a su madre. Ella no lo quiere.

—Y tú quieres ayudarlo —bufó.

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque nadie se merece que lo traten así, menos Elián.

—¿Él te gusta? —me miró de reojo.

Apreté los labios, porque a estas alturas yo ya no sabía si me gustaba o esto lo estaba haciendo por los principios que mis padres me habían enseñado.

—Él te gusta —ahora ya no preguntó, lo estaba afirmando. Su asentimiento de cabeza lo dijo todo —. Pues más le vale que no te haga daño o sino...

No terminó de decirlo porque sus manos rodearon el volante y apretó fuerte, sus nudillos se pusieron blancos por la presión ejercida.

Tuve que subir la ventanilla ya que empezaba a soplar muy fuerte y el viento movía mis cabellos.

—Elián no es así.

—No asegures nada —espetó —. Nunca terminamos de conocer a las personas, Dev.

—Voy a tener cuidado, Mees.

Sonrió.

Soltó el volante y con su mano derecha le dio un apretón a la mía.

Estaba segura que Elián no era esa clase de chicos, pero tenía que ir con cuidado con él, no quería pasar lo mismo que la otra vez y terminar con el corazón roto y la reputación por los suelos, esta vez no lo iba a soportar.

—¿Y tú qué traes con Ilse? Pensé que te gustaba Elise —hizo una mueca.

—Y me gusta, la quiero pero...

—¿Pero qué? —levanté una ceja.

—Para Elise solo soy una mala persona que nunca hace nada bien.

—Eso es totalmente falso —me giré para verlo mejor. Se encogió de hombros, despreocupado.

—Pues ella no lo cree así y la verdad ya me cansé de eso —resopló —. Si ella o cualquier otra persona me va a querer que lo haga por lo que soy, así como soy y con todos mis defectos.

—Pero yo te quiero así, como eres —apoyé mi cabeza en su hombro —. Tonto y todo.

—¡Hey! —me dio un empujón que me llevó hasta la puerta del auto, chocando con mi hombro —. Eres odiosa, Devany.

Bufó.

—Podrías hablar con mamá, con respecto a Elián, puede ser que ella tenga un buen consejo para ti.

—Lo haré.

Al llegar a la casa lo primero que hice fue buscar a mamá. No estaba en la sala, mucho menos en la cocina, así que tuve que subir y buscar en su habitación. Al empujar la puerta la vi sentada en la cama, doblando calcetines.

—¿Puedo pasar? —me asomé.

Al levantar la cabeza me sonrió.

—Pasa, Dev. ¿Qué pasa, hija?

Me senté a su lado.

—Pasa algo con uno de mis compañeros y la verdad no sé que hacer para ayudarlo.

—¿Y qué es lo que pasa con él?

—¿Recuerdas al chico de ayer?

—Sí —dejó los calcetines en una canasta.

—Pues me enteré que su madre le pega —sus ojos se abrieron con sorpresa —. Tenía unas marcas en los brazos y no dudo que tenga más en todo el cuerpo.

—¿Él te lo dijo? —asentí con la cabeza.

—Sí, él me dijo que ella lo trata mal, no lo quiere. Yo sé que no puedo hacer mucho pero me gustaría hacerlo, sabes.

—¿Hacer qué?

Papá entró a la habitación, en su mano traía su móvil pero al entrar lo dejó encima de la cama.

—Me dice Dev que al chico que llevaron ayer a su casa su madre lo golpea —papá se sentó en el sofá frente al ventanal y empezó por quitarse sus zapatos.

—¿A Elián le pega su madre? ¿Él te lo dijo?

—Sí.

—¿Y por qué no se sale de ahí? Ya tiene dieciocho años, ¿no?

—No se sale porque no tiene a nadie aquí, creo que su madre tiene una hermana pero ella no vive cerca, su padre se fue y no hay quien le ayude en ese aspecto.

Papá estaba pensando.

—Nosotros lo podríamos ayudar, el problema es que si él no quiere ayuda no vamos a poder hacer nada —miré a mamá y asintió con la cabeza.

Había solo pena en sus orbes.

—Yo le dije que tenía que salirse de ahí y dijo que a fin de cuentas es su madre.

—Es lo que te digo, él la justifica.

—Pero está mal —sentía una bola en la garganta.

—Lo sabemos, Dev —mamá cogió mis manos entre las suyas y les dio un apretón —. Pero para él es su madre, se ha acostumbrado tanto a los maltratos que ya es normal para él.

—Pero...—sentía que en cualquier momento las lágrimas empezarían a salir.

—Habla con él —papá se acercó —. Dile lo que piensas y que podemos ayudarlo, que no tiene que aguantar todo eso porque él no lo merece.

—¿Y si él sí acepta?

—Pues tendremos a otro inquilino en la casa, ya qué —bufó —. Pero eso sí, nada de encerrarse en la habitación.

—¡Daen!

—¡Papá! —chillamos mi madre y yo al mismo tiempo.

—¿Qué?

—No digas ese tipo de cosas.

—Yo confío en mi hija, no en los chicos que muestran algún interés en mi niña —me puso una mano en el hombro.

—Tú no cambias, Daen —mamá negó con la cabeza.

—Es mi única hija, Myrthe.

—Yo mejor me voy a mi habitación —me puse de pie —. Gracias por el consejo —me di la vuelta antes de salir de su habitación.

—De nada, Dev —mamá se puso de pie, al lado de papá.

Él descansó un brazo en sus hombros.

—Siempre vamos a estar aquí, para ti, hija.

Los dos me sonrieron.

Ellos eran una pareja muy bonita y estaba más que segura que estaban tan enamorados. Lo podía ver cuando mi padre miraba a mamá, ponía esos ojos de enamorado, cada que él le decía lo hermosa que era, cuando le traía un regalo nada más por el simple placer de verla sonreír. Él era muy atento con ella y ella lo era con él. Los dos irradiaban amor y me hacía muy feliz que fueran felices.

Entré a mi habitación, me quité la sudadera y los tenis pero antes de hacer otra cosa le mandé un mensaje a Elián para saber si él estaba bien.

Yo:

¿Elián, estás bien?

Tardó unos minutos en responder pero al final lo hizo.

Elián:

Hola, Dev, yo estoy bien. Mamá acaba de llegar pero está en su habitación.

Yo:

Menos mal. Cualquier cosa no dudes en mandarme mensaje, ¿ok?

Elián:

Gracias, Dev, nos vemos mañana.

Yo:

Hasta mañana. Elián.

Robin

Salimos de la casa antes de que el sol saliera, ya que ese lugar estaba algo lejos de donde vivíamos y papá no quería que anduviera en la noche tan lejos. Él iba a ver lo del club que tenía ya que últimamente hubo problemas y Jelle ya no podía manejarlos, así que mi padre iba a intervenir.

Joep iba manejando mientras que yo cabeceaba en el asiento de atrás y Khail iba al lado de Joep. Esperaba que no hablaran mucho ya que podrían salir algunas cosas a la luz que obviamente yo no quería que salieran a la luz.

—¿Y tú tienes quien te espere en Rusia?

Preguntó Joep.

—Mi padre.

—¿Nada más? ¿No tienes una novia o esposa?

—No tengo esposa.

—Eso quiere decir que tienes una novia —lo miró de reojo.

—¿Por qué haces tantas preguntas? —me asomé entre los asientos.

—Solo quiero saber cosas —hizo un movimiento con la mano.

—Deja de preguntar.

—Tú no te metas, Ro, le estoy preguntando a él —le di un golpe en el hombro y regresé a mi asiento —. ¿Entonces?

Seguía insistiendo.

—Hay alguien pero no es importante.

—¿La quieres? —levantó una ceja.

—Poco.

—¿Pero sigues con ella?

—¿Acaso esto es un interrogatorio? —Khail volteó a ver a Joep.

—Solo quiero saber.

—¿Y tú tienes a alguien? —ahora fue el turno de preguntar de Khail, a lo que Joep no tardó en responder.

—No.

—¿Por qué? —Joep se rio.

—Ro y yo fuimos novios —soltó Joep de pronto, tan rápido que hasta a mí me dejó sorprendida —. Estuvimos juntos por mucho tiempo, a escondidas, porque si Rykel se enteraba me iba a matar.

—¡Joep! —de nuevo me asomé entre los asientos.

—¿Ustedes dos? —nos señaló Khail.

—Sí —aceptó Joep.

La mirada de Khail me decía todo y por una maldita vez me importó lo que él tuviera que decir de mí, me importó que supiera que Joep estuvimos juntos y que sí llegué a sentir algo por él, aunque ahora solo sintiera cariño y ya.

—Eso fue hace mucho.

—¿Y todavía...

—¡No! —me adelanté a lo que él iba a decir —. Somos amigos nada más.

¿Por qué tenía la necesidad de aclararle que entre Joep y yo ya no había nada?

—Pero si tú lo quisieras...

—Ni lo sueñes, idiota —bufé y regresé a mi asiento.

—Yo solo decía.

Khail se acomodó en su asiento y pude ver como su espalda se cuadró, típico de él cuando se enojaba, adopta una postura de defensa.

—Pues no digas tonterías —espete.

Nos hicimos cuatro horas en llegar a ese lugar. Para cuando llegamos yo ya me había bebido tres cafés y el auto estaba lleno de empaques vacíos, al igual que bolsas y vasos. Llegamos a las nueve de la mañana, tenía las piernas acalambradas y ya no sentía mi trasero, solo quería estirarme y caminar.

Eso de pasar más de cuatro horas en el auto no era lo mío.

—Me estoy haciendo pipí —dije.

Joep detuvo el auto, lo apagó frente a un pequeño restaurante, que estaba muy cerca de la fábrica.

—Ya llegamos, fastidiosa —baje rápidamente y entré al local porque sentía que mi vejiga iba a explotar en cualquier momento.

Entré al restaurante y me acerqué a la barra, detrás estaba una anciana, se veía amable, la mujer.

—Disculpe.

—Dime —tenía muchas arrugas en todo el rostro, además de que su cabello se veía algo canoso y se veía cansada.

—¿Puedo entrar a su baño? He estado dentro de ese auto cuatro horas y la vejiga me va a explotar en cualquier momento —señalé hacia afuera, donde estaban Joep y Khail, este último apoyado del capó del auto.

—Es que...

—Por favor, buena mujer, si me va a decir que es solo para los clientes le compro todo lo que tiene aquí, pero por favor no me diga que no.

—No es necesario que compres todo, solo con un café.

—Un café estaría bien —levanté un dedo.

—Puedes pasar.

—Gracias —le sonreí y corrí hacia el baño.

Al entrar divise tres puertas y dos lavabos. Entré en la primera, no estaba sucio pero le puse algunos pedazos de papel encima y no me senté del todo sobre la taza. Al salir me lave las manos y las sequé con una toalla de papel.

Salí del baño y me acerqué a la barra, donde ya había un vaso de café.

—Gracias —le pagué a la amable mujer y salí de ahí.

Al salir vi que Joep le daba algunas indicaciones a Khail, que lo miraba con cara despreocupada.

—...entonces yo voy primero, hago algunas preguntas y regreso por ustedes.

—Bien —dijo Khail.

—¿De qué hablan? —me acerqué a ellos.

—Joep dice que irá él primero a ver como está todo allá.

—Bien.

Bebí del café.

—¿Mejor?

—Mi vejiga está agradecida —Joep negó con la cabeza.

—Ahora regreso —se dio la vuelta y se metió en una de las calles.

Mikhail

—¿Y tú por qué estás molesto?

—Yo no estoy molesto —dije serio.

—¿Es por lo que dijo Joep? —la miré.

—¿Cuando me ibas a decir que tú y él fueron novios?

—¿Disculpa? —se rio —. Yo no tengo que darte explicaciones a ti, además de que no lo creí importante.

—¿No creíste importante decir que estuviste con Joep, quien por cierto es uno de los hombres que trabaja para tu padre? —levanté una ceja.

Se acercó a mí y dejó el vaso con café a un lado.

—Mira, Khail, el que Joep y yo seamos ex novios no es algo de lo que tú debas preocuparte, además de que está el maldito hecho que aún tienes novia. Tus estúpidos celos no tienen fundamento alguno.

Se cruzó de brazos.

—Aquí no caben los celos, Khail, menos si vienen de ti. En todo caso la que debería estar celosa soy yo y no te estoy reclamando nada de que aún no dejes a la insípida esa —espetó —. ¡Entonces no me digas nada!

—Ahora sí me estás reclamando.

—¡Eso no es cierto!

—Sí lo es y lo sabes.

—Pues aunque lo sea, no eres nadie para decirme que hacer o qué no. Maldita sea, Khail. Si quiero en este maldito momento voy y me acuesto con él —señaló en dirección por donde se había ido Joep —. Carajo.

Sentí tanto miedo en ese momento, sentía que la sangre me hervía dentro de las venas y que en cualquier momento iba a explotar.

—No me amenaces, Robin.

—Y tú no actúes como un idiota —resopló.

Di un paso cerca de ella y la atraje a mí con ambas manos en su cintura.

—No es fácil para mí, esto.

—¿Y crees que para mí lo es? —puso sus manos en mi pecho —. Pues no lo es, Khail. Para nada. Tengo tantas dudas y miedos y tú solo lo empeoras con tus tontos e infantiles celos.

—¿Me disculpas? —entornó los ojos.

—Mi perdón te va a costar mucho más que solo una tonta disculpa —murmuró.

—¿Ah sí? —asintió —. ¿Cómo qué?

—No sé, sorpréndeme —se puso de puntitas y dejó un beso sobre mis labios.

Se separó de mi y cogió el vaso que había dejado a un lado. Le dio un sorbo sin dejar de mirarme.

Ahora entendía el porqué me tenía tan encantado y estaba completamente a sus pies. Robin era una chica segura, sexy y sensual, inteligente y nada sumisa. Era ella que la mandaba y por alguna estúpida y sin sentido razón estaba empezando a sentir cosas que se supone no debía sentir.

Minutos después Joep apareció frente a nosotros.

—Pues no hay mucho movimiento afuera.

—Esa es una buena señal.

—¿Pero hay quien nos pueda dar información? —pregunté.

—Sí, vamos, ya me quiero ir de aquí.

Miró a todos lados.

Lo seguimos de cerca, mientras nos adentramos en una calle un poco abandonada. Había algunos autos a cada lado de la calle y pocas personas transitaban por ahí. Miraba a todos lados, alerta ante cualquier cosa extraña que pudiera suceder. Ro hacía lo mismo y Joep también, ellos estaban entrenados para esto y estaba seguro que no iban a dudar en disparar si fuera necesario.

El lugar era un complejo de ladrillos rojos, de gran extensión y con una puerta de pintura roja un poco sucia y desgastada. Joep fue el que tocó con los nudillos, dio un paso hacia atrás y esperó, mientras que Robin y yo estábamos detrás de él.

La puerta chirrió al momento que se abrió desde dentro, de donde salió un hombre un poco mayor.

—Son ellos —nos señaló Joep. El hombre nos echó una mirada, asintió y se hizo a un lado para poder entrar.

—¿Tú eres la hija de Rykel De Vaux? —preguntó el hombre.

—Soy yo. Podemos saber que tipo de armas fabrican aquí, ¿mi padre sabe de este lugar?

Ro miraba el lugar.

—Tu padre está enterado de este lugar, se le paga una comisión por dejarnos operar aquí.

—¿Y a quien le venden las armas? —ahora yo fui quien preguntó.

El hombre nos guió hacia una de las tantas zonas que había en este lugar. Había muchas personas empacando armas, metiendolas en grandes cajas de madera.

—A cualquiera que pueda pagar por ellas —dijo.

Se dio la vuelta y nos mostró una de las armas.

—¿Acaso fabrican este tipo de armas? —Robin le mostró la pantalla de su móvil y la imagen de la ametralladora que habían encontrado en el pub.

—No señorita, ese tipo de armas solo vienen de Norteamérica.

—¿No sabe quien las transporta?

—Lo desconozco, pero deberían preguntar a los chinos, últimamente han dejado de comprar, se dice que tienen nuevos vendedores.

Observé la pistola que nos había dado el anciano, no era muy buena pero para defenderte estaba bien, podía parecer original sino fuera por el hecho de que era desechable. Se la entregué a Joep, quien por la mirada que puso pensaba lo mismo que yo. Dejó la pistola en su lugar y le prestamos atención al hombre.

—Algo de eso dijo mi padre —murmuró Robin.

—Su padre debería tener mucho cuidado, tiene muchos enemigos que quieren verlo en el suelo y que no dudaran en hacerle daño a quien sea.

—Lo sabemos, pero él es Rykel, nada lo puede dañar.

—No es malo ser precavidos —aconsejó.

Nos llevó hacia la puerta y salimos para regresar al auto.

—Bueno —suspiró Robin —. Esto ha sido una pérdida de tiempo.

Miró la pantalla de su móvil.

—Estaremos en casa a eso de las dos de tarde.

Resopló.

Iba a hablar pero me quede callado en el momento que su móvil y el de Joep empezaron a sonar al mismo tiempo. Ellos me miraron a mí y después lo hicieron entre ellos.

—Es mi madre —dijo Ro.

—Es mi padre —Joep se alejó para responder.

—¿Mamá, pasa algo? Sí, seguimos aquí pero ya vamos para allá. Mamá dime que pasa, me estás...si, yo estoy bien. Mamá. ¿Qué? —sus ojos se abrieron con sorpresa —. Pero él está bien, ¿verdad? Dime que está bien. No, no, no —empezó a llorar.

—¿Qué pasa?

—Vamos para allá. No me importa, él debe estar bien.

Colgó y se limpió debajo de los ojos.

—¿Qué pasó?

—Mi papá está herido, alguien lo atacó.

—¿Qué?

Joep se acercó a nosotros.

—Tenemos que irnos —sacó las llaves y se las entregó a Ro, quien no dudó en entrar al auto.

—Papá va a estar bien, tiene que estar bien —dijo determinada y arrancó para regresar a casa.

🌸🌸🌸🌸

Un poco corto pero aquí les dejo este capítulo. ¿Ya vieron que estamos a nada de llegar a medio millón de lecturas? Y esto no sería posible sin ustedes, así que muchas gracias, a todos y cada uno por hacer posible eso.

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