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Capítulo 10.

Cuando los sentimientos empiezan a surgir.

Alen

Baje y di un brinco cuando estuve cerca del suelo. Mees corrió con Hennie y Dev, detrás de ellos iba Haden. Escuche disparos que venían dentro del Geen y corrí hacia el coche, ellos ya se habían montado.

Entré y ni siquiera espere para cerrar la puerta para gritarle a Mees.

-¡Arranca, joder!

-¡Cállate! -me gritó de vuelta.

Estaba nervioso y cagado de miedo, tal y como lo estaba yo.

Cerré la puerta y en ese momento arrancó. Las personas salían corriendo del lugar, donde había dos camionetas negras estacionadas frente a la puerta.

-¡Pisa el puto acelerador! -ordene a Mees.

-¡Cierra la puta boca y no me grites!

-¿Se pueden callar? -pidió Haden.

Volteé a verlo y sostenía a Dev entre sus brazos. Hennie no se veía nada bien tampoco.

-Un poco de silencio, por favor -pidió al mismo tiempo que le daba un beso en la sien a Dev.

Saqué el móvil y le mande mensaje a Ro, quizá ella ni me iba a responder, pero quería que supiera que ya habíamos salido y que íbamos para la casa.

Yo:

Ya vamos para la casa.

Ella vio el mensaje, pero cómo supuse no respondió.

-¿Estás bien, Dev? -Mees miró a su hermana a través del espejo retrovisor.

Salimos de la zona y Mees se metió entre una de las calles aledañas, donde había menos tráfico.

-Sí, yo...-Haden la soltó y ella suspiró -. Solo tuve miedo.

-Maldita sea, ¿alguno vio quienes eran esos sujetos?

Todos negamos con la cabeza.

-Mierda -golpeó el volante con la mano.

En ese momento mi móvil empezó a vibrar y creí que era Robin. Mi rostro se descompuso en el instante que me di cuenta que era mi padre. Él ya sabía lo que había pasado.

-¿Dónde están?

Se escuchaba preocupado.

-Ya vamos para la casa, llegamos en unos minutos.

-¿Están todos bien?

-Sí.

-¿Y tu hermana?

-Ella se quedó, pero está bien.

Maldijo.

-¿Qué dijo? -esa era mi madre.

-Que están bien pero Robin se quedó.

-No puede ser.

-Alen vengan todos a la casa, tus tíos no tardan en llegar.

-Sí, vamos para allá.

Colgué.

-¿Qué dijo? -Haden se asomó entre los asientos.

-Que vayamos para la casa, todos van para allá.

-Maldita sea -gruñó Haden y se dejó caer en el asiento.

-Les aseguro que después de esto nada de salidas, ni fiestas, ni siquiera vamos a poder asomar las narices -se quejó Mees.

-Pues a mí no me importa mucho -dijo Dev.

Ya se veía un poco más tranquila.

-¿Te sientes mejor?

Haden puso una mano en el hombro de Hennie, ella le sonrió como respuesta.

-Sí, ya estoy más tranquila.

Cuando llegamos a casa la reja se abrió, algunos de los hombres se paseaban con armas en las manos. Las luces estaban encendidas y tan solo al estacionarme la puerta de la casa se abrió.

Salí después de todos.

-Ustedes dos son un par de idiotas -dijo Haden, a Mees y a mí.

Él se adelantó primero.

Haden

Al entrar a la casa nuestros padres ya estaban ahí. La primera en entrar fue Dev, que fue recibida por su madre que la examinó de arriba abajo.

-¿Estás bien?

-Sí -puso ambas manos en su rostro.

-¿Segura?

-Sí mamá, estoy bien.

Me acerqué a mi padre.

-¿Te hicieron daño? -se veía preocupado.

-No, estamos bien -cuando Hennie entró se echó a sus brazos, él no dudó en abrazarla.

-¿Como demonios pasó esto, Daen? -le reclamó mi padre -. ¿No se supone que el Geen es uno de los pubs que tiene más seguridad?

-Hein -le pidió mi madre con la voz tranquila.

-Dime como demonios mis hijos estuvieron en medio de ese tiroteo -no le quitaba la mirada de encima.

-No es momento para buscar culpables -intervino Rykel.

-No puedo creer que estás así como si nada cuando tus hijos también estuvieron ahí.

-Pero están bien, Hein, y eso es lo que importa. Salieron de ese lugar y están aquí.

La tía Aleid abrazaba a sus dos hijos.

-¿Dónde está Robin?

-Ella está bien, salió de ese lugar y dijo que estaba segura

Rykel asintió con la cabeza.

-¿Tan siquiera saben quien pudo hacer esto?

Hein seguía molesto.

-Quizá sean los chicos de los que Robin se hizo cargo.

Rykel se escuchaba despreocupado, no como mi padre que estaba todo alterado.

-¿Y si se deshizo de ellos como es que hicieron esto? ¿Acaso se volvieron zombies?

-Hein -mamá negó con la cabeza al escuchar la sorna con la que mi padre preguntaba las cosas.

-Quizá están aliados con alguien más.

Me sorprendía que Rykel estuviera tan impasible.

-¡Mierda, Rykel! ¿No pudiste pensar en eso antes?

-En primer lugar no me grites -lo señaló Rykel -. Y en segundo lugar todo esto es de los tres -señaló alrededor.

-No vamos a discutir -se metió Daen -. Mejor hablemos para ver que vamos a hacer.

-Yo creo que es lo mejor -Rykel se hizo a un lado para que Daen y mi padre pasaran al despacho.

Cuando los tres desaparecieron nos quedamos todos en el lobby.

-¿Quieren algo de comer? -preguntó la tía Aleid.

-Yo sí -levanté la mano.

-Vamos en lo que ellos hablan.

No había mucho que hacer el respecto, solo esperar para ver que decían y a que acuerdo llegaban.

Mees

Papá junto a Rykel y Hein entraron al despacho, los demás fuimos a la cocina para comer algo y dejar de lado el mal rato que habíamos pasado.

Nunca habíamos pasado por algo así, aunque estábamos conscientes que podía pasar. Nuestros padres nos habían preparado para esto, así que no me sorprendió cuando pasó, pero sí me preocupé por Dev y Hennie, sabía que Robin era muy buena disparando, ella siempre se ha sabido cuidar.

La tía Aleid junto a Heleen se pusieron a preparar algo, no presté atención porque de inmediato toda mi atención se dirigió a las cinco figuras que iban entrando a la cocina. La tía Anne junto a AnneMarie, Cees con Jo y la rojita.

Mis labios se estiraron en una sonrisa cuando Elise me miró y sonrió, era la sonrisa más hermosa de todas.

-Rojita -me puse de pie ignorando a todos y todo.

-Mees -se acercó y rodeó mi cuerpo con sus delgados brazos. Sentirla tan cerca se sentía tan jodidamente bien -. ¿Estás bien?

-Sí.

Y ahora me siento mucho mejor.

-¿Qué pasó? -preguntó Jo.

-Hubo un tiroteo -le dijo mi madre -. Ellos estaban ahí, pero no pasó nada.

-Menos mal que no pasó nada. En las noticias dicen que fue un ajuste de cuentas -me separé de Elise.

-Fue un ataque directo.

Mi padre fue el primero en entrar y en cuanto AnneMarie lo vio corrió a abrazarlo.

-¿Cómo estás? -le dio un beso en la frente.

-Bien -miró a Alen.

Papá trataba a Anne como a su hija. Cuando la soltó se dirigió a su hermana para saludarla.

-¿Y qué van a hacer al respecto? -Aleid se veía preocupada.

Me imagino que siendo la mayor de las Venner era lógico que se preocupara por sus hermanas y toda la familia.

-Vamos a poner seguridad -entró Rykel y detrás Hein que ya se veía más tranquilo.

-En el colegio y todos los lugares que frecuentan.

-Eso quiere decir que todos van a tener seguridad -aclaró Rykel.

-Me preocupa que quien haya hecho esto lo vuelva a hacer.

La tía Anne también se veía preocupada y eso que AnneMarie no estuvo ahí, creo que hubiera puesto el grito en el cielo si eso hubiese pasado. Menos mal que ella no estuvo ahí.

-Yo solo quiero estar segura que cuando mi hija salga a la calle estará bien.

-Mees puede cuidar de ella, Jo -dijo mi padre, cosa que no le gustó a Jo.

-Ven.

Señalé afuera y Elise miró a sus padres que hablaban con el mío acerca de decir cosas sin sentido. Me siguió de cerca y me hice a un lado cuando pasó a mi lado. Cerré la puerta y caminé a su lado, hasta que se detuvo frente a la piscina.

El agua me movía y la luz que venía de adentro se reflejaba en los luceros de Elise, sus orbes eran de color azul, un azul intenso que me encantaba.

-Me alegra que estés bien, Mees -volteé a verla.

-A mí me alegra que estés aquí.

-Mi madre quería ver que todo estaba bien.

-Así que tu madre se preocupa por mí.

-No sé si se preocupe por ti, pero...

-¿Por qué ella me odia tanto?

Se volteó por completo hacia mí.

Me encontraba absorto en sus luceros, me tenía hechizado y no podía despegar mis ojos de su hermosa figura. Era delgada, toda ella, con esa melena roja cayéndole en los hombros, sus pecas salpicando su nariz y sus mejillas. Elise sonrió, pasándose un mechón detrás de la oreja, dejando ver más su hermoso rostro. Estaba jodido, eso estaba claro.

-Dice mamá que no debo acercarme a ti -su voz era inocencia pura. Toda ella lo era.

-¿Por qué? -levanté una ceja.

-Dice que eres como tu padre cuando él era joven.

Encogió uno de sus delgados hombros.

-Vamos, rojita -subí mi mano a la altura de su mejilla, fue un movimiento lento, desde sus labios hasta su oreja -. Puedes hacer tu propio criterio de mí.

Sentía que todo dentro de mí estaba en llamas, yo era fuego puro y ella el detonante de todo.

-No quiero hacer ningún criterio de nadie, Mees, mucho menos de ti.

Dio un paso hacia atrás pero no me aleje de ella. Yo di un paso cerca de ella. Si me lo ponía difícil yo no iba a ceder.

-Ahora dices que no, rojita, pero yo sé que un día terminarás cayendo en la tentación.

Una sonrisa de suficiencia se dibujó en mis labios. Baje la mano y di un paso atrás.

-No me digas rojita.

Frunció el ceño.

-Está bien, rojita.

Me burlé.

-Eres odioso, Mees, te odio.

Yo sabía que eso no era cierto.

-Del odio al amor solo hay un paso, rojita. Recuérdalo.

-Pues prefiero arder en las llamas del infierno que amarte a ti, Mees De Vaux.

Mi nombre se escuchaba tan sexy cuando salía de su boca. Me mordí el labio ante la mención.

-Arderás, rojita, te aseguro que vamos a arder.

Y era una promesa que iba a cumplir. Elise se estaba metiendo en cada poro de mi piel y me estaba consumiendo por dentro, pero me iba a tomar mi tiempo con ella, porque me importaba, porque tenía sentimientos por ella y eran arrasadores, tan fuertes que ni yo los podía controlar.

Elise valía la pena y esperaría por ella lo que debiera esperar.

(+18)

Mikhail

Ella estaba desnuda frente a mí y no podía pensar en nada más que no fuera ella. Tenía fantasías en vivo acerca de ella, debajo de mi cuerpo, besándola, devorando su boca, gimiendo mi nombre y muchas cosas más que debían ser prohibidas.

Dejó al descubierto sus senos y solo traía unas bragas de encaje blanco. Su cintura era pequeña, sus piernas eran largas y bronceadas. Su cabello caía en sus pezones. En ese momento empecé a sentir el atisbo de una erección que crecía bajo mis pantalones.

Dio un paso, acortando la distancia entre nosotros y se sentó en mis piernas, a horcajadas. Cogió mis manos y las puso en su trasero que solo estaba cubierto por la fina y delicada tela de sus bragas. Aquella prenda me resultaba un estorbo para todo lo que quería hacer con ella.

A ella le gustaba tomar el control, eso estaba más que claro.

Hundió la cabeza en mi cuello y empezó por lamer y succionar, poco a poco. Cada uno de sus besos llegaba a lo más profundo de mi ser e incendiaba todo a su paso. Estaba arrasando conmigo y ni siquiera era el comienzo.

No me quería imaginar que sería de mí cuando estuviera entre sus piernas.

-¿Estás segura de esto?

Sacó la cabeza y me miró a los ojos, acunando mis mejillas entre sus elegantes manos.

-Soy una mujer a la que no le gusta quedarse con las ganas de nada y debo admitir que quise arrancarte la ropa desde el primer segundo que te vi.

-Eres muy directa -se mordió el labio y asintió con la cabeza.

Esta vez se deshizo de mi camisa la cual arrojó al suelo de aquella habitación.

Empezó con movimientos suaves y circulares, su trasero rozaba la erección bajo mis pantalones, sentía mi pene duro y quería penetrarla de una vez por todas para saciar esta maldita curiosidad que me estaba matando por dentro.

Robin era una mujer segura, que sabía era hermosa y eso lo usaba a su favor, se aprovechaba de la seguridad que la rodeaba y estaba más que seguro que yo iba a caer como un tonto, pero aún así quise hacer esto, quise saber que se sentía tenerla bajo mi cuerpo y probar sus labios para quitarme esta maldita sensación de encima.

Enterré mis dedos en la piel de su trasero y con mis palmas tanteé hasta el inicio de su espalda. Ella seguía moviéndose encima de mí y juro que si seguía haciéndolo me volvería loco por tenerla de una puta vez.

-No hagas esto -musité sobre sus labios.

-¿Qué es lo qué quieres, Khail?

-Follarte -acepté con la voz ronca.

-Pues hazlo.

-No tengo preservativos.

-Pero yo sí.

Se bajó de mis piernas y camino hacia la chaqueta, aproveche el tiempo para deshacerme de mis zapatos y los pantalones. Me quedé de pie junto a la cama, observando como cogía la chaqueta y sacaba algo del bolsillo interno. Se incorporó y se dio la vuelta, para mostrarme una bolsita negra que sacudió con los dedos.

-Venías preparada -se acercó a mí, sus pasos eran pausados y ponía uno frente al otro de manera sexy.

-Y no sabía que ibas a estar ahí -se lamió los labios.

Cuando estuvo frente a mí me empujó del hombro y caí en la cama, me incorporé con los codos apoyados en el colchón.

-¿Qué haces?

-Déjame esto a mí, ruso tonto. Siempre he querido probar a un ruso.

Se agachó quedando de rodillas frente a mí. Se metió entre mis piernas y deslizó sus manos por mis muslos hasta llegar al borde de mi boxer, cogió la tela con ambas manos y lo deslizó, hasta que me dejó expuesto ante sus hermosos y grandes luceros azules. La vi morderse el labio y acercó su boca a mi glande, el cual amoldo con sus carnosos labios que se hicieron a mi miembro. Con una mano lo sostenía mientras que la otra la mantenía apoyada en mi pierna.

Su lengua se deslizó desde la punta hacia abajo, mojando todo a su paso. Para ese momento yo ya estaba excitado, todo mi cuerpo era una llama viviente que se hacía más y más grande con el paso de los segundos, la sangre corría por mis venas y se detenía en mi pene que estaba más grande y erecto.

Robin movía su mano de arriba abajo mientras con la lengua hacía movimientos circulares en mi glande.

-Dios -gemí cuando succionó y se llevó mi alma en su boca. Lo hacía tan bien, nadie me había hecho algo así y yo sentía que ya la amaba por esto.

-Te apuesto que la insípida de tu novia jamás ha hecho algo así.

Me incorporé con los codos y la miré. Se llevó mi miembro a la boca y no dejó de mirarme, su mirada era intensa y esos ojos estaban llenos de lascivia. Era perversa y descubrí que aquello me gustaba en demasía.

-La verdad no -admití.

Me senté en la orilla, ella no dejaba de lamer y usar su mano para excitarme, mientras que mis manos se asiaron a sus senos, los cuales no eran grandes pero estaban perfectos para mí. Siempre me gustaron las mujeres con los senos pequeños. Pellizque sus pezones, ella gimió. Subí mi mano a su cuello, me detuve unos segundos y seguí hasta que llegué a su nuca. Metí mis dedos en su cabello y tiré de este para tener un mejor control de sus movimientos.

Lo metía a su boca y lo sacaba, succionando y lamiendo mi glande a su paso.

-Me voy a correr -cerré los ojos.

Ya no podía más. Ya no me podía contener e iba a explotar en cualquier momento. Lo juro, aquello era estar en el maldito cielo y quería más de ella.

-Hazlo -gruñó.

Sus lamidas se intensificaron al mismo tiempo que su mano se deslizaba por todo mi miembro. Entonces lo sentí venir. Fue una explosión que empezó en mi miembro y recorrió todo mi cuerpo, enviando miles de corrientes eléctricas a todo mi ser.

-Joder -gruñí.

Ella no lo sacó de su boca, al contrario. La escuché gemir y sentí sus dedos enterrarse en mi piel. Me vacíe por completo en su boca y fue tan placentero.

Cuando se había llevado hasta mi alma lo sacó de su boca y se puso a horcajadas encima de mí, otra vez. Cuando abrí los ojos ya no tenía las bragas, se las había quitado y me dejaba ver su piel limpia y sin vellos.

-¿Te gustó? -sus manos se deslizaron por mi torso.

-Mentiría si te digo que no -sonrió -. Me encantó.

De nuevo sus caderas se movieron, me estaba excitando.

-Ahora quiero tenerte dentro de mí, ruso.

-Rubia -gruñí cuando lo cogió con su mano y lo pasó por su clítoris mojado.

-Me gusta que me digas rubia -se deslizó encima de mi cuerpo hasta que sus labios quedaron cerca de los míos -. Me excita -dejó un corto beso y pasó su lengua por mis labios.

Robin

Sostenía su miembro con mi mano y lo pasaba por mis labios y mi clítoris. Descubrí que aquello me gustaba, pero me gustaba más si era él.

Al sentirlo duro y grueso cogí el preservativo y yo misma me encargue de ponerlo. Ya lo había tenido en mi boca pero eso no quería decir que me iba a arriesgar por él. Khail se iba a regresar a Rusia algún día y jamás nos íbamos a volver a ver, pero yo podía decir que estuvo entre mis piernas y que me había gustado.

Acerqué su miembro a mi intimidad, sin dejar de mirarlo a los ojos. Lo hice lento, pausado, lo saqué y volví a meter solo la punta, de nuevo lo saque y de nuevo lo metí, esta vez no lo saque sino que me empecé a deslizar y mis paredes se apretaron a su tamaño. Lo sentí llegar hasta el fondo y fue cuando empecé a mover mis caderas encima de él. Mis manos en su pecho y las suyas en mis caderas siguiendo el movimiento de mi cuerpo.

Cerré los ojos y me dejé llevar. Mis movimientos se hicieron más rápidos. Khail se sentó conmigo encima de él y cogió mi trasero en sus manos, apretó y gemí. Besó mis labios, succionó mi lengua, lamió y mordió. Mis senos no se escaparon de sus labios y los metió a su boca. Sentía el placer crepitar por mi carne y estancarse debajo de mi vientre. Lamió mi cuello. Pasó su lengua por el lóbulo de mi oreja y jadeó cerca, cosa que no me desagradó, al contrario. Su voz era rasposa y sexy, jodidamente sexy.

-Rubia -gimió mi nombre y me resultó tan sensual su voz y escucharlo decirme rubia. Juro que algo dentro de mí se disparó y me empecé a mover mucho más rápido. Mis piernas estaban a un costado de las suyas y sus pies estaban colgando en el suelo.

-Lo siento, yo también lo siento.

Abrí los ojos para encontrarme con los suyos. Eran de un azul profundo, un azul eléctrico. Apoye mis manos en sus hombros mientras que las suyas sostenían mis caderas.

No pude más y lo deje salir, fue un rico orgasmo que me devoró por completo y arrasó conmigo. Apreté los dedos de mi pies, mis uñas se enterraron en sus hombros y lo escuché gemir en mi boca. Su aliento chocó en mis labios y no dude en besarlo. Se sentía tan bien cuando mi lengua saboreaba la suya.

Quizá había estado con otros chicos antes, pero ninguna de aquellas veces se sintió como esta vez. Fue especial a pesar de las circunstancias y me gustó. Me gustó saber que él era como yo en el sexo y que se dejaba llevar, tanto como a mí me gustaba hacerlo.

-Rubia -todavía podía sentir los estragos de ese orgasmo, mis piernas eran gelatina y no quería que se saliera de mí.

-Dime, Khail.

-Me encantó.

Sonreí, gustosa y me regocije ante sus palabras.

-A mí también me gustó.

-¿Esto se va a repetir?

Aún sostenía mis caderas entre sus manos.

-Creí que te importaba acostarte con la hija de tu socio -lo miré.

-En este momento puedo mandar todo al diablo con tal de estar entre tus piernas.

Fuertes declaraciones.

Levanté una ceja.

-¿Hasta a tu novia?

-Todo -apretó sus labios a los míos y metió su lengua a mi boca.

Me gustaba su lengua. ¿Qué se sentiría tenerla en medio de las piernas?

-Eso me gusta, ruso.

Me puse de pie y fui al baño. Aproveché y me di una ducha. Al salir del baño Khail estaba en la terraza de la habitación, me llegaba un olor a marihuana. Me sequé el cuerpo y busque en su maleta algo que ponerme. No había mucho pero lo que encontré me gustó, me puse a olisquear un poco y todas las prendas olían a él. Encontré una camiseta y me la puse.

Me peine y me acerqué a Khail. Me puse a su lado y al verme levantó una ceja.

-¿Ahora te pones mis camisetas?

Me entregó el churro de marihuana.

-¿De donde sacaste esto?

-En tu chaqueta.

-¿Ahora revisas mi chaqueta? -inquirí.

-Tú revisaste mi maleta, rubia, y no dije nada.

-Buen punto -le di una fumada al cigarrillo.

-¿Te había pasado esto? -apoyó los brazos en el barandal.

-¿Qué?

-Esto, tener sexo con alguien y después hablar en la terraza y fumar, como si nada hubiera pasado.

-Normalmente me voy y ya, no me interesa saber nada después -volteó a verme -. Supongo que con tu novia tienes mucho sexo.

-No. Si lo hacemos una vez por semana es mucho.

-¿Ya no la amas? -le di el cigarrillo después de darle una calada.

-La quiero pero...-se pasó una mano por la barbilla -, la muerte de mi madre lo cambió todo, hasta lo que sentía por ella.

Fumó un poco.

-Es una mierda, ¿no?, todo lo que tiene que ver con las relaciones, es una mierda. Es más fácil mi sistema, tienes sexo y ya, no hay compromisos y nadie termina con el corazón roto.

-¿No te gustaría tener a alguien a tu lado que te ame? -levantó una ceja.

-Quizá.

Khail se rio y negó con la cabeza, aún con el cigarrillo entre sus dedos.

-¿Te vas a quedar o te vas a ir?

-Si logras convencerme me podría quedar -le quité el cigarrillo de los dedos -. Pero no te acostumbres ruso, es solo sexo.

-Es solo sexo.

Repitió él.

🌸🌸🌸🌸

¿Les gustó este capítulo?, desde ahora las cosas se van a poner un poco intensitas, espero les guste lo que se viene. Vayan a seguir a mis bebés a Instagram, que nuestra rojita ya tiene una cuenta también.

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