0:03°. B.L.U.E 🪐
OST: Tears and rain by James Blunt💫
•ATMOSPHERE 350°•
IN YOUR HEART
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Existe un proverbio árabe dedicado a todas aquellas personas que han intentado despedirse del mundo por una u otra razón. Una despedida indefinida, como las fronteras de la cruel soledad.
Una despedida desconsiderada y egoísta como solo puede ser la humanidad en su ambición de convertirse en el centro del universo. El mensaje de ese proverbio, básicamente se resume en que si te animas a dejar de existir deberías arrojarte al mar.
Ahí te darás cuenta que aun cuando no quieras, tu cuerpo intentará defenderse. Tus pulmones pelearan contra la gravedad por la última partícula de oxígeno. Tu mente recordará aquellos momentos que una vez fueron únicos, por insulsos que puedan llegar a percibirse.
Quizás sea un desayuno, una mañana soleada o simplemente el rostro de esa persona que con una sola mirada pudo detener nuestro tiempo. Sea como sea, cuando tengas ganas de acabar con todo, recuerda la lucha de tu cuerpo bajo el océano de las probabilidades.
Tal como dice el proverbio árabe, la verdad es que no quieres desaparecer realmente, sino que algo está muriendo en tu interior. Eso que muchos llamarían "cambio" y Min Yoon Gi sí podía dar fe de ello.
Esa mañana, como debería ser la norma, ya esperaba la larga colección de procederes y consejos antes de alistarse con una camiseta negra con el logo de los Miami Hits por encima de la cansina pijama con los colores apacibles del hospital.
Era su manera de burlarse de su destino y de paso incordiarle la vida a la pobre enfermera Manoban. La chica parecía ridículamente joven para tener dos niños pequeños, pero así iban los tiros, mientras el joven Yoongi, como le solían llamar los del personal de la sala de Cardiología, iniciaba otro aburrido día de quejas y reclamos.
—¿Y la doctora Park?¿Ya se dio cuenta de lo obvio? Que no tengo solución...
Cuestionó a la diligente Lisa que terminaba de colocar una nueva vía en su antebrazo. La última pelea con sus padres había alterado a Yoongi al punto de negarse a comer, siendo la alimentación parenteral la desesperada elección a su tozudez, aunque la propia doctora Park se negara en un inicio.
Para ser un sábado en la mañana, el hospital parecía más agitado de lo normal. Desde su ventanal podía escuchar el murmullo de la primavera perdiéndose en el exterior.
¿Qué estaría haciendo Min Yoo Gi con diecinueve años y un corazón inútil de no saberse enfermo?
Seguiría compartiendo cervezas para mitigar el calor en el patio con piscina de los Jeon, riendo despreocupadamente mientras finge que nada puede afectarlo cuando la ansiedad se lo come vivo.
—La doctora Park está ofreciendo la orientación a los nuevos internos. Usted deberá comportarse mejor en lo adelante, por su propio bien.
—Ni que fuera Godzilla...
Yoongi puso los ojos en blanco antes que ella se fuera. Usar el móvil quedaba descartado. No tenía ánimos para recibir otra tonelada de comentarios compasivos o con segundas intenciones, que le mandaba su grupo de amigos.
Solo Hoseok y Jin tenían las pelotas para venir a verlo y aguantar su mierda depresiva. Yoongi admitía que podía transformarse en la peor persona posible cuando algo le incomodaba.
Solo que su incomodidad no parecía tener solución, así que dispuesto hacer el vago mientras el suero destinado a hidratar y nutrir se vaciaba con lentitud cruzó un musculoso brazo detrás de su cabeza antes de cerrar los ojos.
Aun con un año fuera de la cancha, su cuerpo mantenía aquella forma que los diecinueve se encargaran de dulcificar. Rostro de niño, niño de porcelana, para cubrir una anatomía definida compatible con su aspecto fibroso y elegante.
Secretamente las enfermeras más jóvenes le tenían indulgencia por ese hecho, pero la mente sembrada de dudas de Min Yoon Gi se desplazaba a ese punto muerto donde volvía a interpretar el papel de un reloj de arena casi a punto de caducar.
Realmente deseaba dormir, dormir de veras y dejar de pensar en su miseria cuando la puerta se abrió nuevamente con un ligero murmullo.
—Aun no me arranco la vía enfermera Manoban...
El silencio que siguió a su intento de picar a la rubia lo hizo entreabrir los ojos. Su lado racional culparía a las cortinas desplegadas en la habitación por mostrarle un espectáculo tan irreal.
Después de todo parecía abril, y algunas flores de cerezo dejaban caer sus pétalos hasta la ventana de aquella habitación que ya conocía mejor que la que tenía en la casa de sus padres.
Cabellos dorados, aun más intenso que el color de Lisa, nariz pequeña y sonrojada, mejillas de durazno y expresión afable. No entendía cómo podía estar imaginando una especie de muñeco de cera con impresionantes ojos grises que le examinaban a conciencia.
—Genial, ahora tengo alucinaciones...
—¿También tiene alucinaciones? No me habían dicho eso, pero algunas cardiopatías pueden inducir hasta amaurosis, o sea, ceguera, por ello si dice que tiene...
El muñeco era real y estaba hablándole en otro idioma fuera de su dimensión. Fue entonces que Yoongi se incorporó en su cama para apreciar que el chico a unos metros de su presencia portaba el uniforme azul que solían llevar los residentes del servicio.
No podía pasar más del uno setenta y cuatro, tal como él. Sin embargo, lucía adorable y elegante en aquel equipo que normalmente le traía repulsión.
Quién era, cómo estaba allí impartiéndole una conferencia privada con esa voz tan musical comparable al piano que había olvidado tocar.
Una carcajada maliciosa comenzó a construirse en su pecho antes de darse cuenta que él, Min Yoon Gi, estaba sonriendo, mejor dicho, riendo espontáneamente después de casi un año en las sombras.
—Disculpe, soy Park Jimin y estaré a cargo de su habitación por parte de los nuevos internos. Mi... la doctora Park así me notificó.
Aunque el de ojos gatunos y piel aún más pálida que la de Park advirtió cierta similitud con la doctora que llevaba su caso, las ignoró pasándose una mano por la desgreñada melena azabache.
Que lo mataran por juzgar pero aquel chico con ademanes de ángel no podía estar siquiera pensando en estudiar medicina. No podía creerlo.
—Dios, un enfermero con aspecto de algodón de azúcar. Seguro eres de los que se desmayan cuando ven la sangre...
Se burló tapándose la boca con la mano. Park Jimin enrojeció antes de entrecerrar los ojos y tomar el registro de Yoongi.
Es problemático. No suele hablar con nadie, pero quizás se abra contigo, ya que solo los separa un año y unos meses en edad.
—No soy enfermero, soy interno voluntario. Una vez acabe la preparatoria matricularé en la facultad de medicina.
—¿Para jugar a las casitas, Rapunzel? No te ofendas chico, pero pareces una versión del mundo de barbie modo niño. Un Ken tamaño real, con esos labios esponjosos y el cabello perfecto. Seguro hueles a fresas para completar la suma de eventos clichés.
Ya era demasiado y Jimin olvidó por unos segundos que él era un futuro candidato a estudiar la profesión más noble, la que cura más que el cuerpo, el alma; pero según lo que había escuchado de su "paciente actual", Min Yoon Gi necesitaba un correctivo con urgencia.
Con dos zancadas consiguió estar al nivel de la camilla antes de enfrentar aquella expresión de arrogancia contenida. De cerca se pudo dar cuenta de lo pálido que estaba, más aun que el color alabastrino natural.
Sus mejillas enjutas y labios resecos hablaban de deshidratación, pero el vórtice marrón oscuro de sus ojos parecía aún más complicado para un chico que se despedía de la adolescencia e intentaba descifrar a otro, solo con la bondad de los buenos pensamientos.
—Vete a la mierda...
Fue lo que dijo y acto seguido retiró la vía del brazo de Min, en un movimiento tan sutil que el pelinegro solo pudo callar.
—A partir de hoy comienza con la vía oral. Puede comer por su cuenta y lo hará. Puede asistir al grupo de apoyo del hospital y lo hará ¿Solía patear traseros en la Preparatoria Parang? Yo solo veo a un niño mimado que se escuda detrás de sus miedos. Mientras sea mi paciente, olvídese de contradecir. Seré su pesadilla, Min Yoon Gi.
Los mofletes hinchados de Park lo hacían más similar a un emoji enojado. El ex capitán de los Tigres de la Preparatoria Parang aun trataba de procesar los últimos minutos antes que el chico de dorada cabellera que apodara como "Ken tamaño real" terminara de depositar el suero en un carrito auxiliar y sin disminuir la mirada asesina antes de cerrar la puerta abandonara el lugar.
El silencio que dejó se confundió con el retumbar del débil corazón en el pecho de Min. La atmósfera en la habitación por algún instante volvía a ser cálida mientras una irónica sonrisa hacía temblar sus comisuras.
—¿Quién demonios eres Park Jimin?
Del otro lado de la madera marcada con un número 350, un alterado chico de ojos grises recuperaba el aliento. Sinceramente, esperaba a alguien mucho mayor a juzgar por las señas que le confiara su madre, pero no.
Yoongi era solo un joven unos centímetros más alto con él con el velo de la vulnerabilidad escondida detrás de una actitud de brabucón. Jimin era bueno para leer personas.
Desde pequeño había tenido esa especie de don y sabía que convertirse en el interno de aquella habitación dejaría más que un recuerdo en su memoria. Ahora estaba más convencido de que la persona del otro lado necesitaba su ayuda. Aquel reto era precisamente lo que había estado esperando.
"Veremos cómo les va el primer día. Si consigues que cambie algo, te dejaré continuar."
Fueron las palabras de su madre unas horas antes al ingresar al parquin del hospital. Ahora no tenía dudas que lograr que Yoongi abandonara la vía endovenosa y se dignara a comer, era una meta demasiado ambiciosa para solo unos minutos de intercambio, pero siempre había pensado en grande.
Estaba tan sumido en sus cavilaciones que el sonsonete del vibrador de su móvil lo hizo casi soltar un juramento. Se las arregló para sonreír y conectar uno de los auriculares inalámbricos mientras llegaba al área de enfermería a depositar el registro de Min y la intravenosa a medio consumir.
—Estoy en el hospital Tae, si me atrapan conversando contigo...
—¡Qué aburrido, Jiminah! Dejas tus uñas en la semana estudiando como un loco y ahora, cuando finalmente estamos libres de la cárcel llamada preparatoria, te encierras en un programa de internos en el hospital de eomoni. Me dan ganas de llorar.
Los dramas de su mejor amigo siempre conseguían hacerle esbozar una sonrisa. Sin mucha paciencia, consiguió encontrar una de las espaciosas salas de espera del ala de Cardiología y se apoyó en el acristalado ventanal.
El patio estaba lleno con los niños del programa contra el cáncer infantil y la melena castaña de su madre centelleaba en medio de aquella idea que a otros les hubiera parecido insólita en un centro de ese calibre.
Como segunda en el cuerpo médico, Park Eun Ji se había prometido cambiar la vida de todos los que consideraban al Parang University Hospital su casa por defecto.
—Supongo que estás sufriendo con la clase de yoga de la señora Chaeyeong. Reza para que no te atrape durmiéndote en la lona.
—¡Oye! No cambies de tema...
El rubio tuvo que alejar el auricular para no lastimarse los oídos con el grito ofendido de su atolondrado mejor amigo. Del otro lado pudo escuchar cómo lo requerían. La sonrisa en el rostro angelical de Jimin creció.
—Deberías colgar Taehyungnie. Tengo otros registros que comprobar antes de regresar con Min. Intentaré que coma su almuerzo sin una intravenosa.
—Joder... ya pedí disculpas al resto—Afirmó el castaño recolocando el auricular en su oído. Jimin negó—Así que ya viste al antiguo capitán... ¿es cierto que está hecho polvo? Ese es el rumor que sigue corriendo en los pasillos después de un año.
La expresión animada se borró de un solo golpe en el semblante de Jimin. Por alguna razón, que se refiriera a su nuevo paciente, a su primer paciente, de esa manera despectiva le molestó.
Es increíble cómo los epítetos pueden llover sobre la reputación de una persona sin siquiera preocuparse por la historia que puede haber detrás. Masajeándose el cuello suspiró.
—Sigue siendo un ser humano, Tae. Uno que está viviendo la decepción de perderlo todo frente a su nariz. Solo imagina que mañana no puedas andar, o que tus ojos dejen de ver ¿Qué harías entonces? ¿Seguirías siendo el ser despreocupado de siempre cuando tu vida tiene el cronómetro ajustado?
Del otro lado la línea se hace inestable. Jimin chasquea la lengua, pero Taehyung lo interrumpe.
—Solo tú, mi amigo, solo tú puedes hacer ese análisis cuando a la media de nuestra edad le importa un pimiento el demás. Serás el mejor cardiólogo de este mundo, escucha lo que te digo.
El tono orgulloso en la voz del castaño remueve la vergüenza en el de ojos grises. Jimin se despide y su mirada vuelve a detenerse en el número 350 al final del pasillo.
El destello azul de la primavera sigue acompañando sus pensamientos mientras promete a sí mismo llevar esos tonos a la existencia apagada del chico detrás de esa puerta.
•ATMOSPHERE 350°•
IN YOUR HEART
🪐
"Por una extraña razón, hoy me he dado cuenta que los colores pueden tener más matices que los sentimientos, que abril puede contener más secretos que unos ojos atormentados por las dudas.
Por una razón que desconozco, mi planeta se ha detenido en tu órbita y hoy, simplemente, me gustaría intentar."
MYG as The Captian Of Seoul Parang Tigers
PJM as the new trainee at Parang University Hospital
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