La llegada a la luna fue uno de los hitos más históricos de la humanidad, lograr despegar atravesando la atmósfera para subir y llegar a la hermana satelital natural blanquino fue, para toda la vida inteligente en la tierra, un choque para pegar un grito de la emoción para desgarrar las cuerdas vocales. Habíamos alcanzados la altura máxima, pisar aquella tierra que antiguamente describían y predicaban los religiosos como un terreno incorpóreo, transpasable y de perfección. Y hoy, el hito, aunque con menor resonancia, ha logrado repetirse. El astronauta abordo lo ha abandonado todo, lo ha dado todo a este hecho, a protagonizar el regreso a la Luna, pero esta vez para llegar a la parte oscura del gigante satélite. 

El astronauta era llevado por una organización espacial privada, no por una organización del gobierno, este era el primer hecho registrado, el cual si tuviera éxito, quedaría registrado en la historia de la humanidad, y generaría ganancias exponenciales para la empresa, atribuido por parte de numerosos nuevos inversores. Pero solo el hecho de registrarse en la historia era un mérito suficiente para correr el riesgo y dejar todo detrás para el tripulante de la nave. Aquel astronauta era todo menos simpático, sociable, ni menos era el foco de las cámaras, era solo un nombre y un número, que haría subir otros al despegar para transformarlos en fondos monetarios. Pero su objetivo era solo ese, quedar registrado en la historia, el cariño del público era insignificante ahora: el futuro se encargaría de hacer gala de él, de romantizar su llegada para elevarlo a un pedestal.

Eso lo comprendía bien, y al llegar a lo más alto que alto en el día del lanzamiento, suspiró de la felicidad. Muchos parientes, amigos y cercanos le habían dicho que no lo haga, pero ahí estaba, ignorando aquellos bocazas que pocas añoranzas tienen en sus vidas, y dando todo de sí para llegar al espacio. El recorrido en el transporte espacial fue de cerca de 3 días, 3 días donde el hombre no hizo más que saborear su logro mirando por las diversas ventanas del lugar. No había cámaras en su interior, nadie tenía las ganas ni la necesidad de verlo, solo cámaras para grabar el viejo e infinito espacio vagabundo, de la misma manera que sus ojos grababan el acontecimiento como el mejor de su vida.

"-¡¡No te quiero volver a ver!!- le gritó su ex-novia, luego de pelearse y soltarle varias verdades, a lo cual el sujeto le escupió"

"-Si es lo que quieres...vete, pero no vuelvas - le dijo su madre, quien en sollozos y con mirada arrepentida, pero a la vez enfurecida, se largaba de su casa para jamás verlo otra vez"

Recuerdos de los últimos años circulaban como si fuesen una grabadora reproduciendo su odio moribundo hacia su persona, y al retornar a aquellos momentos, su victoria entonaba mucho más aliviante. A medida que se iban acercando a la roca blanca, su alegría no cesaba de crecer, era una emoción indescriptible.

Y cuando se logró aterrizar, con las 4 patas de la cápsula, y dar un pie en la arena de la luna: sintió la felicidad más grande y enorme que nunca en su vida, antes, pudo experimentar. En la parte oscura de la luna, donde ningún otro ojo ha logrado ver en toda su existencia, se encontraba esta persona viendo el panorama con un gran orgullo. Había llegado donde nadie más ha logrado asentarse, donde ningún ojo humano podía ver en todo el mundo: el oscuro lado del planeta color platino.

Llevaba en su casco una linterna que iluminaba poco a poco todo, sin iluminar una gran parte pero sí para ver donde pisaba. Todo esto, mientras era grabado por las cámaras de la nave ante este logro histórico. Aunque claro, para el público solo era un sujeto más y carecía de importancia quién era.

Mientras, el hombre saltaba y revoloteaba casi como un niño, sin dejarse tampoco llevar para salir de la atmósfera, pero suficiente para deleitarse con la gravedad cero en una gran roca Blanca. ¡¡al diablo todos aquellos que le tachaban de idiota!!¿¡qué se creían!?¿¡qué era imposible llegar!?¡¡Ahí estaba, en el aire, más allá del cielo, en el vacío total del universo!!.

Pasaron varios minutos, en los cuales hizo su último trabajo: plantar una bandera ante las cámaras. Para el sujeto, solo era una acción más, para los televidentes y accionistas: un paso más para el hombre, un paso más para la humanidad.

Y así, las cámaras dejaron de grabar, habiéndose cumplido el hito, y finalizando la grabación.

- Bien, estupendo- dijo el hombre, mientras tocaba un botón que escendía el comunicador para poder hablar- Ya...hemos llegado aquí, ahora, ¿cómo se salía?¿toco el botón del panel izquierdo para escender los motores o...?-

No hubo respuesta, no había ni un sonido más al otro lado de la señal.

-¿Hola...?-

Por unos cuantos instantes intentó comunicarse a través del comunicador del casco ¿mala señal?¿recepción?¿interferencia?. No logró nada en un intervalo de 10 minutos, procediendo a correr hacia la cápsula para intentar usar su sistema de comunicación. Sin embargo, no sirvió, de la misma manera, para nada. Empezó a agitarse, a respirar con mucho nerviosismo. Se agarró de la cabeza intentando tranquilizarse, pensando que debía ser un error.

-"Aún no he regresado, aún no he regresado...la señal solo está mal. Debo esperar"-

El hito de la humanidad, aquel hombre que llegó por primera vez a la parte oscura de la luna, estaba esperando en la absoluta penumbra un rescate, un susurro, en el silencio absoluto: era como estar mil metros bajo tierra, entre paredes de concreto, y de la misma manera que esta analogía, perdiendo poco a poco el aire en la sombra.

Su indicador empezaba a marcar un máximo de 5 horas. Quiso intentar prender el oxígeno dentro de la nave, pero al intentarlo, se dio cuenta de un hecho que acabó con toda esperanza que pudiera caber en su pecho. Un mero miedo sería poco al describir el descubrimiento.

-"No hay ni una sola partícula de oxígeno almacenado en esta nave"- sus manos empezaron a temblar al tacto de un botón, que presionó varias veces para intentar ver si solo era una broma o un error del sistema. Pronto, la asfixia de las 4 paredes metálicas, que asimilaban ser su sepulcro metálico, le empezaron a asfixiar ante el frío y la claustrofobia.

-"¡¡NO,NO,NO,NO,NO...!!- corrió hacia la puerta, abriendola torpemente para salir afuera. Casi parecía que había salido de un sueño, pero de la misma manera que un hombre sepultado bajo tierra, aún estaba asfixiado por una tonelada de tierra, en este caso, vacío- ¡¡¡¡¡CONTESTEN, CONTESTEN!!!!!¡¡¡¡¡ MIERDA!!!!!¡¡¡¡MIERDAAAAAAAAA!!!!!!-

Gritó con tanto estruendo que sus cuerdas vocales vibraron para causarle dolor, y aún así, ni un sonido sería escuchado por nadie. Estaba a millones de metros de tan solo un humano, animal o insecto.

-¡¡¡¡Ayuda, ayuda!!!- gritó desesperado por el comunicador, empezando a llorar un poco. El aire en su traje empezaba a agotarse, habían pasado 4 o 5 horas en esa situación. Las pupilas quedaron secas a la par que su garganta; su garganta estaba adolorida por la fuerza de su voz y la falta de agua- Que alguien me...ayude-

Empezaron sus piernas a perder las fuerzas, tal vez por el escaso aire o el miedo que lo socorria, moviéndose involuntariamente lejos de la nave. ¿Por qué?¿por qué no contestan?¿lo han...abandonado?.

-"¡¿por qué lo harían!?¡¡Joder, joder, joder!!"- gritó en su cabeza, sus ojos empezaron a ver difuso, alterarse todo a su vista, torciendose como el cuello de una gallina. Como un niño herido, cayó al suelo y con fuerte arrebato golpeó el mismo levantando polvo. El polvo se esparció a su alrededor y encima suyo, y sin más, se acostó en el suelo mientras miraba la oscuridad del panorama como una fosa-"no puede estar pasando...justo cuando cumplí mi sueño, esto es una puta tragedia...estos malditos...son culpables de esta mierda".

De la oscuridad, empezaron a emerger unas manos largas que con delicia tocaron su cuerpo, mientras veía al planeta y otras estrellas como personas a lo lejos ignorando su muerte. Nadie iba a ir a ayudarlo, a nadie le importaba si moría ahí, menos a la compañía espacial que solo lo tenía para cumplir con el hito y nada más. Pero ¿qué importaba ello? Morir ahí tacharía su nombre, por lo cual, aunque cumplieron el hito, la humanidad los verá como monstruos.

Mientras el aire se iba poco a poco apagando, mientras la muerte con sus huesudas manos parecían arrastrarlo al ritmo que la luz de su traje se apagaba, pareció ver la mirada cínica formada por diversas constelaciones: el universo le sonríe, él lloraba como respuesta, apesar de haber logrado lo que tanto ansiaba. Y así, dejó de pensar, y dejó de respirar. Y con la más grande maldición, el silencio y su cuerpo quedaron varados donde nadie los alcanzaría, en donde la luz no le alcanzaría, ni las palabras ni gritos, ni menos la amabilidad de sus congéneres.

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50 años más tarde, un niño veía en las páginas de su libro de historia el segundo hito más grande de la humanidad: la llegada a la parte oscura de la luna por parte de una organización espacial privada, que hoy por hoy, es la compañía más acaudalada del mundo. Y todo gracias a aquel logro tan místico y conocido, que supuso una alegría para los científicos y un sueño especial para los jóvenes. En él, un astronauta solitario llegó a la roca para repetir la hazaña de los 60. Aquel hombre es hoy en día conocido como uno de los tripulantes más importantes que las carreras espaciales han tenido, registrado en todos los libros científicos, pero que triste que después de aquello se ocultase de las cámaras. ¿Acaso no veneraba la luz? ¿Por qué calló por siempre? El misterio se mantuvo, pero a casi nadie le importó en su tiempo saberlo, ni menos ahora con tanto tiempo transcurrido. Tal vez disfrutó su vida con aquel gozo, y por eso no fueron necesarias más palabras. Seguro disfrutó las sombras y el silencio, bien por él.