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Adriana

Año 2030. La Gran Guerra terminó ocho años atrás, pero sólo hace dos que por fin se han podido reorganizar en sociedad. Las potentes armas nucleares que usan, todos contra todos, han causado un grave daño al planeta, pero sobre todo, han modificado, sustancialmente, la geografía, física y política, del mundo.
Las armas bacteriológicas, usadas, si bien estaban prohibidas, han provocado un ejército, por llamarlo de alguna manera, de mutantes. Seres salvajes con características físicas diferentes, producto de las radiaciones. Afortunadamente no se atreven a cruzar el océano.

Estados Unidos perdió la mitad de su territorio, que ahora se encuentra bajo el mar. La otra mitad está habitada por los mutantes. Canadá también perdió parte de su territorio para contener a sus propios mutantes. En el resto del territorio, el más frío, sobreviven los habitantes normales, quienes se han tenido que refugiar tras grandes paredes fortificadas a lo largo de toda su frontera. Cada día se lucha por mantener a raya a los mutantes, quienes aprovechan cualquier descuido para robarse niños y mujeres. Los niños, se dice, sirven de alimento, mientras que las mujeres son usadas para fines reproductivos, a fin de que engendren seres como ellos, ya que las mutantes hembras no logran la reproducción.

Los habitantes de México y Centro América fueron desplazados hacia Sudamérica por nuestra gente. Ahora estos territorios están ocupados por los norteamericanos que lograron salvarse. La fuerza latina logró unirse en el hemisferio sur, y ahora es una fuerza, que si bien por el momento es aliada, creemos que no debemos de molestar, ya que podrían pretender recuperar sus territorios.

Europa es el continente menos afectado por los mutantes. Muy pocos de sus habitantes sufrieron estas transformaciones, por lo que fueron fácilmente replegados hacia el continente Asiático, el cual quedó totalmente diezmado e invadido por terribles mutantes sanguinarios. Es por esto que toda Europa se unificó para construir una fortaleza, rodeada de altas murallas y torres de vigilancia, para evitar la entrada de estos seresa e inmigrantes. Japón, bastión económico a principios de siglo ha sido tragado por el mar. El resto de Asia, como ya dijimos, se encuentra poblado por hordas de mutantes salvajes, muy parecidas a las de Atila.

Tanto África como Oceanía se mantuvieron neutrales, y gracias a la fobia que tienen los mutantes de embarcarse se suponen libres de todo mal, ya que no disponen de datos fidedignos de que no existan enfermos en esas zonas.

Yo soy Adriana De Luca, subteniente de la fuerza aérea norteamericana. En estos momentos estoy haciendo un trabajo para, vaya término más irónico, la inteligencia militar. Mi misión consiste en ubicar los pueblos de mutantes en América, para así estudiarlos y destruirlos. Si esta primera fase del plan tiene éxito, muy pronto podremos hacer lo mismo con el resto del mundo, y de este modo, volver a ser la potencia militar y comercial que fuimos antes de la Gran Guerra.

A pesar de toda la situación Adriana sabía que esta historia la crearon una noche de tormenta junto a su amiga Natalia. ¿Y dónde estará ella ahora?

-Adriana De Luca, reportándose – dijo a su reloj de pulsera mientras apretaba el botón que enviaría su ubicación al Centro de Control Gubernamental.

Cuando se estaba fuera de casa debían reportarse a cada hora para que sus gobernantes supieran dónde estaban en cada momento. Esta era una rutina que sólo conocía su civilización y ayudaba a que ningún enfermo se infiltrarse en su sociedad.
En casa no solían hacer esto, ya que los sensores, ubicados en todas las ventanas y puertas de las casas, eran los encargados de informar si se encontraban dentro o fuera del inmueble. Este sistema también servía para detectar posibles intentos de motines. Cuando el Centro detectaba a más de tres personas reunidas en un lugar, se aparecía, casualmente, un Inspector de Seguridad, para verificar que todo se encontrara en orden.

Perdieron algunas, por no decir casi todas, las libertades de antaño, pero era el precio que debían pagar por su seguridad. Sería inimaginable que un mutante se infiltrara en esta civilización y sembrara el caos y la inestabilidad. Los líderes políticos dictaminaban lo que era bueno para ellos y lo que no. A estos sólo les quedaba obedecer si no querían sufrir una invasión de bárbaros mutantes. Cuando alguien quebrantaba alguna norma era inmediatamente aprehendido y juzgado. Si los Supremos Jueces determinaban que el infractor podía reincorporarse a la sociedad, volvía a su vida normal después de una semana de re-educación. De lo contrario se le lanzaba al mar en una balsa a un fin incierto. Habían posibilidades de que muriera en el mar, ya sea por las inclemencias del tiempo o devorado por un animal, o bien, puede que llegue a costas mutantes donde, seguramente sería devorado o puesto en cautiverio y usado como bestia de carga. Cuando lanzaban al mar a una persona, nadie sabía ni tampoco importaba su destino. A partir de su expulsión dejaba de existir y todos sus datos eran dados de baja del sistema, borrando cualquier indicio siquiera de que existió. Familiares, amigos y cualquier persona que haya tenido trato con el desaparecido era llevada a una sesión de modificación de memoria para borrarles hasta el último recuerdo de dicha persona. Se trataba de un procedimiento muy delicado, ya que luego las personas sufrían lagunas mentales y algunas confusiones, como le sucede a un amigo, cuyos padres fueron desaparecidos y ahora no sabe si alguna vez tuvo padres o nació por un experimento genético.

En la cuestión sexual los mantenían felices pero restringidos. Un hombre y una mujer sólo podían tener sexo con fines reproductivos. Se debía avisar al Instituto de Salud para mandar algún médico a examinar a la chica, su ciclo menstrual, su ovulación y todo lo demás. Después de comprobar que la mujer era fértil se le hacía el estudio a su pareja, para descartar cualquier infertilidad masculina. Una vez aprobado ambos exámenes se determinaba la fecha idónea para la cópula, la cual se llevaba a cabo dentro de un salón del propio Instituto, junto a varias parejas, separadas sólo por unas delgadas cortinas. Cada cubículo estaba vigilado por una cámara para comprobar que sólo haya penetración vaginal. Al terminar, el hombre se retiraba, y la mujer permanecía recostada para ser monitoreda. Después de una hora ella también se iba, teniendo que regresar una semana después para comprobar si estaba o no embarazada. Debido a la alta tecnología que se utilizaba, en muy pocos casos la pareja debía de volver al otro mes para repetir la cópula. Ese era el único momento en que una pareja tenía contacto sexual.

Para el resto de sus vidas se tenían que conformar, una vez a la semana, con una pastilla de Orgmax, que a los cinco minutos de ingerida provocaba un delicioso orgasmo. Este control se utilizaba para evitar que algún mutante lograra apoderarse del semen humano.

Adriana se encontraba sobrevolando el territorio mutante de Norteamérica. Bajo su nave a una altitud donde pudiera tomar fotografías de las aldeas mutantes. Su mente comenzó a divagar otra vez al reconocer el terreno donde transcurrió su niñez. Miles de recuerdos se agolparon en su mente, recordando las dichosas tardes que pasaba en bicicleta y con Foxy, su perrito. Todos estos recuerdos desaparecieron de golpe cuando descubre que está a punto de chocar con una vieja estructura. Intenta maniobrar el avión para evitar la colisión, pero fue demasiado tarde. El ala derecha golpeó la estructura haciendo que su nave girara noventa grados estrellándose contra la dura construcción. Apenas y reacciona para apretar el botón de expulsión saliendo volando por los aires.

Mientras va bajando vio cómo su nave caía en picada explotando en mil pedazos contra el suelo. La fuerza del estallido la arrojó varios metros hacia atrás comenzando a caer con mayor velocidad. Por fortuna aterrizó encima de un árbol que amortiguó su descenso. Poco antes de llegar al suelo su vista se nubló perdiendo el conocimiento segundos después.

Cuando recobró el sentido estaba atada a una vieja cama. Abrió los ojos intentando recordar lo último que vio y tratando de entender cómo llegó hasta este lugar. Sus ojos recorrieron la habitación, deteniéndose asustados en una mujer.

-Veo que ya has despertado – le dice con una sonrisa burlona.

Ella la mira fijamente. Se asusta que no vista los higiénicos uniformes de la civilización, sino unos viejos harapos, pero se tranquiliza porque tiene una apariencia normal.

-¿Quién..eres..tú? – atinó a preguntar- ¿Y dónde estoy? ¿amiga, eres tú? -

-Estás en la aldea número 27 de Chicago y yo soy Natalia Rosenbauer– responde viéndola a los ojos.

Su corazón late con fuerza. Esta asustada. No sabía nada de sus amigas Angélica y Natalia y además esta última no la reconoce. Se encuentra dentro de una de las aldeas de los mutantes. Gruesas gotas de sudor frío recorren su espalda.

-Tranquila – continúa Natalia- no creo que te vayan a hacer daño. La razón por la que estás amarrada es porque estabas muy agitada y temimos que te pudieras hacer daño...además de que primero tienen que averiguar tus intenciones.

Calma, Adriana conserva la calma y no actúes como estúpida. Ellos no deben de saber el motivo de tu misión.

-¿Acaso temes que los mutantes te coman o te usen con fines reproductivos? – pregunta Natalia con otra de sus sonrisas burlonas.

-Pues...no – contesta con aplomo.

-Mentirosa. Sé muy bien lo que estás pensando, y tranquila – añade al ver su cara de espanto - que no es porque yo sepa leer la mente, sino porque conozco muy bien la civilización. -

Ella se queda mirando sin comprender, por lo que Natalia añade:

-Yo viví en la civilización, pero fui deportada por oponerme al sistema. -

La cara de Adriana adquiere una expresión de asombro y se mete en profundidad en su rol.   Por fin estaba conociendo a un deportado. Natalia era la prueba de que la vida no termina con la deportación.

-Pero – exclamó confundida- ¿cómo pudiste sobrevivir...a los mutantes? -

Natalia sonrie y la mira antes de contestar.

-Muy sencillo. Todas las historias que has oído hasta ahora son falsas. Sólo sirven para asustar a los civilizados y que ninguno se rebele contra la autoridad, esa misma que, por no querer perder el poder, no le importó destrozar el planeta y separar familias, esos mismos que condenan a la muerte a todo aquél que no piense igual que ellos. -

El rostro de Adriana refleja a la perfección el estupor que está viviendo.

-No te voy a negar – continúa Natalia que no les seamos útiles para fines reproductivos, ya que nuestros cuerpos, al no estar contaminados, son más aptos para la procreación, además de que les resultamos más atractivos, por llamarlo de una manera. Pero déjame aclararte – sigue diciendo Natalia riendo al ver su cara de miedo - que no lo hacen sin nuestro consentimiento.

-¿Ah, no, y entonces porqué sigo atada? – le dice con un tono de rabia.

-Porque...- Natalia duda unos momentos - ...la civilización ha hecho estragos en ti. -Ante su mirada de asombro Natalia vuelve a sonreir antes de seguir hablando.

-Mira, ellos necesitan que tú vuelvas a experimentar todas tus sensaciones, sobretodo las sexuales. Porque no me irás a decir que tomarte una estúpida pastilla Orgmax es lo más placentero que se puede experimentar. -

-Pues sí. – le contesta contundente- Aun no me he presentado a esas pruebas con fines reproductivos, pero una amiga que ya lo hizo me comentó que es algo bastante frío e impersonal, que incluso llega a ser vergonzoso. -

-Eso es debido a la forma en que se practica. Aquí vas a conocer lo que es el sexo verdadero. No te voy a engañar diciéndote que vas a experimentar el amor, quizás ese llegue más tarde, pero aprenderás a vivir cada sensación que produce un pene cuando entra en alguna de tus cavidades. -

-¿En alguna de mis cavidades? – exclama atónita- Discúlpame, pero yo no soy mutante, sólo tengo una vagina. -

-Y un ano y una boca, con lo que les da tres agujeritos para rellenar – añade Natalia.

Se queda helada. Estos tipos deben de estar locos si pretender introducirle un pene por orificios cuya función no es esa. Si no fuera porque se encuentro atada ya hubiera salido corriendo de ese asqueroso y depravado lugar. Voltea hacia la puerta al oír que ésta se abre y ve con horror que tres mutantes han entrado.

- Buenas tardes – dice el que parece el líder. Su cara seria pero amistosa no provoca repulsión alguna. Lo sigue examinando y ve que cualquiera podría decir que no es un mutante si no fuera por ese tercer brazo en su costado izquierdo. Los otros dos se acercan a ella. Uno de ellos es el prototipo del mutante. De cuerpo deforme y con más extremidades de las que debería tener. La tercera figura es una chica.  Morena y bajita a la cual no le nota nada extraño, por lo que supone que también es una prisionera.

¿Angélica? Claro no me reconoce, típico de Atenea hacer que a veces no nos reconozcamos entre nosotras. Solo espero que nada malo salga de esto. Pensó Adriana.

- Hola – contesta tímidamente sin salir aun de su asombro por tan peculiar comitiva de recepción.

-Bien, subteniente De Luca, seguramente nuestra amiga Natalia ya la habrá puesto al tanto de la situación – dice el líder.

- N...noo...estoy segura a...qué se refiere...exactamente - contesta dudosa.

- No importa, le explicaré. Usted ha sido adiestrada por la civilización para ser sólo un engrane en la maquinaria de trabajo, privándola de toda sensación descontrolada, así como de su libertad de pensamiento. Nosotros pretendemos que vuelva a sus orígenes, que vuelva a tener todos los placeres que la ideología ha pretendido que desaparezcan de usted. Pero han fracasado. Esas sensaciones y esa libertad no han sido eliminadas, sólo se encuentran, digamos que dormidas. Usted permanecerá un tiempo aquí con nosotros, y si después de haber vuelto a descubrir sus sentidos y su cerebro cree que estamos equivocados, podrá marcharse de vuelta a la civilización e informarles de nuestra posición al Centro de Control Gubernamental para que nos destruya – Adriana abre los ojos desmesuradamente ante la sorpresa de saber que conocen su misión- Sí, sabemos el por qué está usted aquí – dice tranquilamente con una sonrisa en los labios- y créanos que aun así no pretendemos hacerle daño. Como le decía, si no le convencemos de que vivir en la civilización es un error, usted podrá volver sin ningún problema. No hay trampas. Por el contrario, y espero que así sea, si usted se da cuenta que en realidad los bárbaros peligrosos son los de la civilización, entonces le pediremos su ayuda para armar una ofensiva contra esos regímenes autoritarios. -

Adriana se queda muda ante tales palabras. Su mirada va recorriendo uno a uno de las cuatro personas que estaban ante ella. No sabe qué hacer. Durante meses la han adoctrinado sobre los peligros de los mutantes y ahora se encuentra ante dos de ellos y le dicen que no pretenden hacerle daño, sino al contrario, que le enseñarán el verdadero placer. Una señal de alarma se enciende en su cerebro los mutantes no son de fiar, pero algo en el fondo de su corazón le invita a confiar en ellos.

-No lo sé – contesta -, tengo miedo. -

-Es normal – interviene Angélica- has pasado algunos años adoctrinada en el miedo a los mutantes, pero créeme que son patrañas inventadas para mantener el poder que perdieron durante la Gran Guerra. -

Se queda impactada. De modo que esa hermosa chica es su amiga Angie y es mutante. Su lengua, como la de una serpiente, y un pequeño rabo juguetón son la prueba de que ella no es una prisionera.

-¿Cómo sabré que no me van a hacer daño o que pretenden utilizarme con fines reproductivos? – pregunta desafiante.

-Confía en nosotros. Pronto te desataremos y podrás estar en libertad. En cuanto a los fines reproductivos, sólo los haremos si tú lo deseas, no violamos ni abusamos de nadie – dice el líder en un tono más amistoso.

-Y si quieres más pruebas de que el peligro está en la civilización – dice el mutante deforme- te las daré. Seguramente observaste a Jin y a Angélica y hubieras jurado que no eran mutantes, salvo por ciertos detalles algo raros – ¿Jin? No lo reconocio por un momento. – en cambio, al verme a mi vinieron a tu mente los horrorosos recuerdos con que espantan a los niños, y por qué no decirlo, a los adultos de la civilización. – Adriana se sonroja al admitir que era verdad -.Pues bien, creo que te vas a sorprender, y mucho, Adriana. -

Un fuerte shock sacude su cerebro. El oír mi nombre pronunciado por ese horrendo ser me deja como fuera de mi.

-Vas a sorprenderte que somos pocos los tan terriblemente anormales –continúa-Casi todos los mutantes tienen alguna extremidad de más o de menos, y alguna que otra característica peculiar, pero todos, ocultando sus defectos, podrían pasar desapercibidos en la civilización, pero yo, al igual que unos cuántos más, no, Adriana querida. -

Una nueva descarga sacude su cerebro. Ella se queda viendo fijamente a los ojos y empieza a estremecerse. Se le queda viendo a los ojos y esa mirada la hace retroceder varios años atrás.

Se encuentra en un viejo auto con un atractivo chico, que en ese entonces era su novio, y le dice mientras se besan, te quiero...

-¿HoSeok? – pregunta incrédula.

-Así es, Adriana – contesta él.

-Pero...pero...-no logra articular palabra alguna. Su mente está bloqueada por el impacto que le causa recordarlo. Hace un esfuerzo y varias imágenes aparecen en su mente, pasando como bólidos a través de sus ojos.

-Un momento – grita aturdida- tú no moriste en la Gran Guerra... -

-Por supuesto que no – contesta.

-No...me refiero a que... -duda en hablar. Su cerebro le exige que no piense más porque no hay lógica en lo que está recordando.

-Sé a lo que te refieres – contesta HoSeok - que tú y yo vivimos un tiempo juntos en la civilización. -

-Pero...entonces, ¿cómo es que..cómo es que tú..? – exclama confusa.

-¿Eres mutante? – pregunta.

El asiente - Es muy fácil. Descubrí ciertas verdades sobre nuestros líderes, cosas que pondrían en peligro la estabilidad de su tiranía, así es que me llevaron detenido a sus más oscuras y clandestinas mazmorras, donde fui torturado hasta que me convirtieron en lo que ahora soy. -

Sus ojos quedan abiertos, al igual que su boca. No puede creer lo que está escuchando.

-¿Sorprendida? – pregunta HoSeok - 
Después de tomarme video y algunas fotografías para tener evidencias de que los peligrosos mutantes se encontraban al acecho de la civilización, me lanzaron al mar. -

Sus ojos se llenan de lágrimas. Le duele el sentirse engañada, pero más le duele lo que le hicieron a HoSeok. Poco a poco sus recuerdos reaparecen en mi mente.

-¿Pueden desatarme...por favor? – pregunta cuando se repone.

Jin corta las cuerdas que la tenían atada. Se queda un rato pensativa y luego levanta la cabeza y los mira. Recorre uno a uno a los cuatro personajes, hasta que al fin se detiene en HoSeok.

-Está bien – dice pensando sus palabras- creo que es bueno que experimente lo que ustedes han planeado para mi. Sólo quiero advertirles que mañana vuelvo a la civilización. Si en el tiempo que queda de la tarde y la noche ustedes consiguen convencerme, les prometo que vuelvo con refuerzos, de lo contrario, nunca volverán a verme. -

-De acuerdo – contestan los cuatro a distinto tiempo.

Angélica, Jin y Natalia salen de la habitación, dejándola a solas con HoSeok. Él se acerca a ella y se sienta a su lado en la cama.

-Eeh. ¿Qué vamos a hacer? – le pregunta nerviosa.

-Te voy a enseñar los placeres del sexo – le contesta con una sonrisa.- Sólo déjate llevar por tus sensaciones. -

HoSeok acerca su boca a la de Adriana y sus labios se rozan. Sus dientes aprisionan sus labios, mientras las manos de HoSeok recorren sus hombros. Un escalofrío recorre el cuerpo de Adriana. Abre la boca y su lengua penetra en ella, jugueteando con la suya. Una de sus manos le recorre la espalda mientras la otra se va acercando tímidamente hacia sus pechos. Las manos de Adriana ya no están estáticas y empieza a acariciar su pecho. La mano que está en su espalda le alza la blusa y siente sus dedos recorrer su piel. El contacto, una vez más, le hace estremecer.

Sin dejar de besarla, las manos de HoSeok empiezan a desabrochar su blusa. Cada botón que cede es un impacto para la mente de Adriana. Al fin termina y muy lentamente le quita la blusa. Sus manos atrapan cada pecho de ella y los amasa un poco. La tela de su sujetador aun la protege del suave tacto de sus dedos, pero sospecha que no por mucho tiempo.

Adriana también le desabotona su camisa. Su cerebro está embotado pero ya no lo necesita. Sigue el instinto que le dictan sus sentidos, los cuales agradecen este despertar después de tanto tiempo sometidos. Siente que el broche del sujetador ha cedido y éste empieza a resbalar por entre sus brazos. Las manos de HoSeok se apoderan de sus pechos y los aprieta y estruja. Sus pezones responden y se ponen duros. HoSeok se separa un poco de ella y admira sus senos mientras se quita la camisa. Sus zapatos ya han volado más allá de la cama y procede a quitarle las botas. Mientras él lo hace ella restriega sus pechos contra su espalda. Los pezones se le endurecen con el roce y siente como si mil descargas eléctricas recorrieran su piel.

En cuanto caen sus botas al suelo siente que sus pantalones se deslizan por sus piernas. HoSeok la ha desnudado completamente y procede a hacer lo mismo con él. Adriana admira su pene, el cual se encuentra totalmente duro. Trata de recordar cuándo fue la última vez que vio a un hombre desnudo pero no consigue acordarse. Él no pierde el tiempo y ha colocado su cabeza entre las piernas abiertas de ella. No recuerda a qué hora las abrió, pero antes de que siga pensando HoSeok acerca la boca a su sexo y lo lame. Da un respingo por la sensación. HoSeok emite una pequeña risa y sigue lamiendo su vagina. Su lengua recorre muy despacio cada parte de su sexo. La espalda de Adriana se arquea de placer. Sus sentidos están cada vez más despiertos y ansiosos de revivir viejas experiencias. Sus manos juguetean con sus pechos. Lo toma de la cabeza y lo incrusta en su entrepierna. No desea, por nada del mundo, que pare.

HoSeok no tiene esa intención, ya que sigue masajeando sus pechos y su vagina. Sus dedos le acarician los pezones y los estiran con suavidad. Las  caderas de Adriana parecen cobrar vida y se empiezan a bambolear al ritmo que le marca él con su lengua. Adriana siente que la respiración le hace falta y empieza a jadear. Unos ahogados gemidos escapan del fondo de su garganta.
HoSeok empieza a moverse y acerca su pene a la cara de Adriana. Siente su miembro junto a sus labios, cómo los roza.

-Abre la boca y chúpalo – le dice él.

En otra circunstancia se hubiera hecho la ofendida, lo hubiera abofeteado y se hubiera marchado. Pero no ahora. Sus labios se abren y su boca recibe su pene caliente. Su lengua trata de imitar los movimientos de la suya, y empieza a recorrer cada pedazo de aquél trozo de carne. Él se mueve, metiendo y sacando su miembro de su boca. La respiración se vuelve cada vez más agitada y él mueve más rápido, tanto su lenga como sus arremetidas contra su boca. Siente cosquilleos que nacen en su vagina y que le recorren todo el vientre. Quiere gritar pero el tesoro que está devorando se lo impide. Su cuerpo se convulsiona y, después de unos cuantos segundos, todo vuelve a la normalidad. La respiración sigue siendo agitada, en parte por la dificultad de respirar por tener a HoSeok dentro de su boca. Por fin él empieza a convulsionarse y su miembro escupe un líquido cremoso y caliente dentro de su cavidad bucal. Se me empieza a llenar la boca de leche y ella empuja a HoSeok para que se salga de su boca. Un segundo después escupe asqueada aquella cosa.

-Me hubiera sorprendido que te lo tragaras encantada de la vida – le comenta HoSeok con cara de frustración- pero ya te irás acostumbrando. -

El hecho de que eyaculara dentro de ella no significa que no lo hiciera sobre su cuerpo. En cuanto salió de su boca, su pene lanzó un chorro que cayó sobre su cara, y después varios más que cayeron sobre su pelo y su cuerpo. HoSeok le ayuda a limpiarse. Se acerca a su boca y le da un suave beso.

-Has despertado tus sentidos ¿cómo te sientes? – le pregunta tiernamente mientras su mano se posa sobre uno de sus senos.

-Aturdida – alcanza a contestar.

Realmente no sabía como se sentía. Un orgasmo natural es tan diferente al producido por las malditas pastillas.

-No pienses, siente – le aconseja HoSeok.

Aun no se reponia y HoSeok vuelve a acercarse a ella y le da un beso en la boca. Es un beso tierno, cálido, que provoca que sienta que su sangre corra más rápido de lo habitual. Sus labios se separan de los de ella y se miramos a los ojos. Los suyos le transmiten una paz, una invitación a confiar en él. Con mi mirada le confirma que está dispuesta a creer en él. HoSeok entonces baja sus manos hasta los pechos y los acaricia lentamente. Sus dedos recorren sus pezones, provocando su erección. Las manos de Adriana no pueden quedar inactivas y recorren su torso desnudo.

Ambos se acarician lentamente, sin prisas. Una de sus manos va bajando por el vientre de Adriana hasta llegar a su pubis. La acaricia, jugando con sus dedos a tirarle del vello. Adriana acaricia su desfigurada espalda.
HoSeok se acomoda a su lado y los dedos empiezan a bajar por su entrepierna. Adriana separa las piernas para facilitarle el camino y empieza a sobar su sexo. Introduce un dedo para comprobar qué tan mojada está y comprueba que escurre. Abre más sus piernas y se coloca en medio de ellas. Adriana siente cómo su pene se va deslizando dentro de su vagina.

Sus pieles se rozan y la sensación la enloquece. Con movimientos suaves HoSeok entra y sale dentro de ella. Parece no tener mucha prisa, y conforme su sexo se traga cada centímetro de su falo, la excitación aumenta. Poco a poco aumenta el vaivén de sus movimientos. Adriana se entrega totalmente a él. De pronto siente que algo roza su ano. No hace caso, pensando que, quizás, sea alguno de sus dedos. Pronto el roce deja de serlo y siente como algo muy delgado trata de abrirse paso a través de su agujerito. Siente sus manos, esta vez las tres, acariciar sus pechos y su espalda.

-¿Algún problema? – pregunta HoSeok con una sonrisa al ver su cara de asombro.

-Eeh... no – miente para no ofenderlo.

-Mentirosa – le responde sin dejar de sonreir-. Eso que sientes en tu culo es mi otro pene. -

Olvidaba que estaba con un mutante.

Además ambos penes estaban desempeñando magníficamente su papel. El de su trasero ya se encontraba totalmente dentro de ella, y entraba y salía en perfecta sincronía con el que llenaba su vagina. Poco a poco fue engrosándose más hasta adquirir el volumen del otro. Ya para entonces su ano se había acostumbrado al objeto extraño que lo atravesaba. HoSeok empieza a acelerar la velocidad, y cada embestida la hace a profundidad.

Adriana respira ya con dificultad y presiente que pronto va a llegar a un delicioso orgasmo. Sus dos cavidades inferiores son estimuladas y el placer se apodera de su cuerpo. Ya no me importa nada de lo que la rodea, sólo el sentir ese par de vergas entrar y salir dentro de ella. Todo acaba para HoSeok, y siente como explota en su interior. Sus miembros estallan lanzando abundantes chorros calientes que inundan sus hoyitos.

Adriana no tardo mucho y vuelve a experimentar un grandioso orgasmo, uno verdadero. HoSeok sigue entrando y saliendo de ella, hasta que poco a poco sus penes se van desinflando. Se retira dándole un nuevo beso, un beso corto y se va.

Adriana se pone un camisón que hay sobre una silla y se mete a la cama. Se tardo un poco en dormir, pensando en los últimos años de la civilización y los últimos momentos que ha vivido en la barbarie, con los tan temidos mutantes. Aunque le cuesta trabajo tomar una decisión reconoce que algo no está bien.

Poco a poco se va quedando dormida.

Mañana determinaré qué es lo que voy a hacer, y aunque mi mente se encuentra confusa, mi cuerpo ya sabe qué camino debo de tomar. Al fin me duermo con la esperanza de que esto no haya sido un sueño. Piensa Adriana. 

Al despertar Adriana se encontraba sobre el escritorio de la casona. Esta vez Atenea fue más sutil en hacerla volver.

By SeokJinmyLover3

Gracias por leer. Descansen y coman sano 💜💜💜

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