22
"El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer."
Bienvenidos al infierno
Un viaje extraño, eso pensaba Seokjin al ver el lugar en donde estaba. ¿Y qué tengo que ver yo con todo esto? se preguntaba. No quería estar en ese lugar que apestaba a mil demonios. Y no quería ni imaginarse que su amada Angélica estuviera en las mismas condiciones y sus amigas también. A pesar de ser algo extrañas, también se preocupaba por ellas, ya que Angélica las consideraba más que amigas, sus hermanas. No tenía ya que cuidarse de la acosadora de Natalia, aunque de acosadora no tenía nada, solo lo hacía para poder liberar esa presión que le causaba el dolor de no haberle contado antes a su amiga lo ocurrido entre ella y él. Con Adriana era diferente, ella se mostraba más retraída cada vez que estaban juntos. Según Angélica era muy buena para hablar e inquieta. Él la consideraba una mujer de palabras serias y acertadas, aunque a veces se contagiaba con las salidas de tono de Natalia. Y también ocasionalmente la encontró observándolo de pies a cabeza, como analizándolo. Extraño.
Jin se encontró con la sorpresa de que estaba encerrado en una historia de las tres amigas, no lo había leído, pero sí había oído algo mientras ellas le daban vida a una macabra trama. Habrá que cambiar el final, supuso Seokjin, para salir ileso de ahí.
El lugar donde se encontraba era una especie de cuarto cerrado, sin ventanas, un pequeño foco iluminaba parte del lugar, sucio, mal olor, y cajas de cartón acumuladas en una esquina, solo una puerta era su salida. Para su suerte no estaba atado. Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada, intentó con las cajas para ver si encontraba algo y así poder abrir la puerta. Lo único que encontró fue una nota que decía algo que lo dejó casi en shock.
"Tienes cuatro misiones Seokjin, si eliges bien tendrás el premio mayor, si no, el premio se irá directo al infierno. Hay cuatro habitaciones y en cada una de ellas están tus amigos, solo uno tiene la llave para poder salvar a tu mujer. Debes seguir el orden y no dejarte llevar por el corazón. Tienes solo cinco horas Kim Seokjin. El tiempo corre".
1° Esperanza debes tener para seguir el camino.
– ¡Qué! – gritó Seokjin – ¡¿Angie?! ¡Maldita sea! –Cerró los ojos con fuerza al recordar el momento en que la vio por primera vez, el aliento se le había escapado de los pulmones dejándolo vacío de aire.
Chasqueando la lengua se llevó ambas manos a la cabeza, enterrando sus largos dedos en su pelo negro y alzó el rostro hacia el techo, tensándose y estirándose como si algo le hubiera dicho "mira hacia arriba". Arriba en el techo se encontraba una llave, de seguro que era de la puerta del cuarto donde él se encontraba. Se estiró para alcanzarla, un poco más y logró despegar la llave atesorándola en sus manos. Suspiró, inhaló y exhaló, luego introdujo la llave en la cerradura.
– ¡Si! – la llave giró al primer intento. – Esperanza debes tener para seguir el camino – Eso debe ser una pista pensó Seokjin.
Pero el amor pudo más que su inteligencia y corrió por el pasillo al cual dio, donde había varias puertas cerradas, finalmente dio de lleno sobre dos hojas abatibles, en búsqueda de Angélica. Un grave error Jin. Al abrir la puerta se encontró con un cronómetro en el piso, lo tomó y vio que marcaba 5:00 horas, pero al hacer eso el cronómetro bajó a 4:00 horas y contando.
Se dio cuenta de su estupidez y volvió por donde venía, ahora prestando atención al lugar, un pasillo semi iluminado por focos parpadeantes, había muchas puertas se escuchaban gritos y sollozos de mujeres, trató de concentrarse para ver si reconocía a alguno, pero no. SeokJin recordó que sus amigos estaban ahí y de seguro las amigas de Angélica.
–¡Mierda! ¡¿Qué hago?!
Jin sin pensarlo mucho decidió gritar el nombre de sus amigos para ubicarlos de momento. Ya que se dio cuenta de que no eran los únicos ahí encerrado.
– ¡¿Suga?! ¡¿J-Hope?! – gritó Jin. – ¿Chicos están en algún lugar? ¿Me pueden oír?
Guardó silencio, solo pudo escuchar gritos de sufrimiento y dolor. Volvió a gritar, esta vez el nombre de las chicas.
– ¡¿Adri?! ¡¿Nati?! ¡¿Están en algún lugar?! – esperó y lo intentó otra vez. – ¡Adri! ¡Nati!
– ¡¿Jin?! – escuchó una voz femenina con un acento muy particular. – ¡¿Eres tú?!
– ¡¿Adri?!
– ¡Jin! – gritó emocionada – ¡por favor sácame de aquí no soporto más este lugar!
– Necesito que sigas hablando para saber dónde te encuentras Adri...
– Ok... – Adriana comenzó a hablar de lo que se le ocurrió hasta de lo ridícula que se sentía en ese momento. Hasta que Seokjin dio con ella. – ¡Abre la maldita puerta Jin!
– ¡Estoy en eso! ¡Tengo solo cuatro horas para encontrar a Angie y no poder abrir esta puta puerta me está volviendo loco!
– ¡¿Qué?! ¿Angie está aquí? – grita Adriana desde el cuarto.
– Al parecer Nati y mis amigos también. – le responde Seokjin. – ¡Maldita sea!
– ¿Nati también? ¿Qué pasa?
– No abre, ¡la puta puerta no abre!
– ¡Jin tienes que sacarme de aquí, estoy herida y creo que sangrando. ¡Me tienen amarrada, por favor haz lo que sea! – implora Adriana.
Seokjin pisa algo, encuentra una llave tirada en el piso, intenta abrir la puerta y esta se abre inmediatamente. Al entrar ve a Adriana amarrada a la pared de pies y manos, semidesnuda y con varias heridas en su cuerpo. El cuarto era muy parecido al que él se encontraba hace unos minutos.
Cuando se acercó a ella no pudo evitar mirar los sugerentes pechos que se asomaban bajo la ropa rasgada que llevaba. Carraspeó un poco al tener que apegarse a ella para poder desatarla, los pechos de Adriana rozaban su cuerpo y eso a ella pareció gustarle. Pese al estado en que se encontraba, tragó saliva al sentir el cuerpo de Seokjin sobre ella. ¡No puedo ver! ¡Pero hay que ver! Se dio el lujo de echar una furtiva mirada a ese cuerpo de pecado, los hombros abultados por la tensión de sus brazos, los largos y elegantes dedos que trataban de liberarla. Si alguien tuviese la oportunidad de tomarle el pulso, posiblemente habría descubierto que su corazón había dejado de latir. Pero cuando estaba por librarla de su prisión el cronómetro que Seokjin traía comenzó a sonar, él lo tomó rápidamente y al verlo dejó de desatar a Adriana alejándose de ella.
– ¿Qué pasa Jin? ¿No vas a sacarme de aquí? – Adriana lo miró asustada.
– Adri preciosa, al intentar liberarte el cronómetro se adelantó quince minutos – dice Seokjin asustado – y ya cometí un primer error y se adelantó una hora, tenía cinco y ahora menos de cuatro para salvar a Angélica, creo que esto debo hacerlo en orden, por eso está la que creo primera pista.
– ¡No me puedes dejar aquí!
– Lo siento solo...– pidió Seokjin – ...solo ayúdame con la pista y quizás luego venga por ti, pero tú al parecer no eres la primera en la lista.
Adriana lo meditó, todo sea por Angélica.
– Está bien, dime cómo es.
– Gracias Adri, te prometo que vendré por ti. Bueno aquí va; Esperanza debes tener para seguir el camino correcto.
– ¿Esperanza? Seguir el camino correcto. – meditaba Adriana, mientras Seokjin intentaba no mirar cierta parte de su anatomía– ¿Has intentado traducirlo al hangul? ¿O en otro idioma?
– Gidae. Olbaleun gileul ttalaya hameul huimang.
– Hope you must have to follow the right path.
– ¿Hope? ¿Dijiste Hope? – J-Hope pensó Seokjin.
– Si, Hope esperanza en inglés.
–¡Eso es! ¡Gracias Adri! – Seokjin se acerca y besa su frente – vendré por ti, no te preocupes preciosa.
Cuando Seokjin la dejó sola se sintió vacía, asustada, recordando cómo había llegado hasta ahí.
✰
Dos días atrás, cuando llegó al edificio donde vivía, como cada vez que ella salía con su bicicleta, en lugar de subir a su piso, se dirigió hacia el subsuelo, donde estaba el estacionamiento. Ella amarró su vehículo a unas cañerías y cuando se dirigió hacia el ascensor, un automóvil le cortó el paso. De este salieron dos hombres enmascarados y la redujeron rápidamente, dos fortachones contra ella no eran batalla.
Dentro del auto, un tercer sujeto aceleró y se alejó al tiempo que le agarraban las manos y colocaban una tela negra sobre su cabeza.
A pesar de tener sus manos inmóviles, se las apañó para luchar, comenzó a tirar patadas en todas las direcciones posibles.
– Esta hija de puta nos dará problemas. – Advirtió una voz extremadamente grave. Luego de eso, un certero golpe en su quijada la dejó sin sentido.
Cuando volvió en sí, no sólo sintió un tremendo dolor en la mandíbula, también cayó en la cuenta que no podía mover su torso. Aún seguía con la cabeza cubierta, pero podía descifrar que lo que le impedía los movimientos era una camisa de fuerza ya que sus brazos estaban cruzados por delante y se auto abrazaba.
– ¡Le has dado pelea a mis muchachos Adriana! - Una voz femenina se oyó a través de un parlante, claramente la observaban, pero estaba sola. – Ahora, para resarcir su sufrimiento... – Ironizó. – ... Deberás hacer algo. De esta forma ambas nos veremos beneficiadas.
A ella la voz le resultaba familiar, aunque claramente no eran sus amigas.
– ¡¿Qué quieres ¡¿Dónde estoy?! ¡¿Por qué me retienen?! – Gritó.
–¡Todo a su debido tiempo querida! ¡Lo que necesito es que llames a tus amigas para encontrarse en algún lugar, que no sea la casona por supuesto! Si lo haces, tal vez logre que mis muchachos no quieran meterse en tu hermoso capullo.
Adriana se estremeció, negando fervientemente. Soportaría cualquier cosa, pero jamás pondría en peligro a sus hermanas.
–No lo haré, pueden hacer conmigo lo que quieran.
Claro que tuvo tiempo de arrepentirse, pero así mismo no soltó palabra alguna.
Dos sujetos ingresaron, la tomaron de los brazos, ella comenzó a sacudirse de tal manera que la tela que cubría su cabeza salió volando. Pudo así ver el rostro de sus captores.
Los hermanos de Seokjin, con su característica piel canela que destacaba entre los otros dos que no reconoció. Uno de ellos tenía un leve parecido con el marido de su amiga y el otro era más bajo. Esperaban afuera del cuarto donde despertó.
La trasladaron hasta una habitación donde le quitaron la camisa de fuerza, le amarraron los brazos a un potro de tortura, de frente a ellos. El primero en comenzar con los golpes fue el más bajo, su mano era pequeña pero bastante pesada, algunas cachetadas intentaron sacarle la información necesaria, aunque lo único que consiguió de los labios de Adriana fue un hilo de sangre.
El otro, el que se parecía a Jin, utilizó un látigo que arrancó trozos de su piel y algunas lágrimas, pero no obtuvo nada más.
El moreno intentó dialogar, si bien utilizó amenazas, no la golpeó. Fue el menor de los Kim el que apareció, con su mejor cara de pervertido. Comenzó a abrir su pantalón y sacando su imponente verga encaró a Adriana.
Ella estaba entre horrorizada y sorprendida, nunca había visto un falo tan grande y esperaba poder defenderse antes de que eso le rompiera el alma. Sería paciente, pero no dejaría que eso se le acercara.
TaeHyung comenzó a restregarse entre sus piernas, comenzó a bajarle el short que llevaba, lenta y tortuosamente. Le dejó las braguitas y se dedicó a torturar sus pezones, Adriana se resistía, pero el muchacho era tan guapo como su hermano y desprendía esa virilidad natural que hacía derretir a cualquiera, fuera hombre o mujer.
Ella lo dejó hacer, sentía su verga queriendo traspasar la tela de su ropa interior, presionando. Cuando él se alejó un poco para finalmente bajar su última prenda, Adriana aprovechó su postura y le dio un fuerte rodillazo en la cara. TaeHyung cayó de espaldas, pero se levantó enfurecido dispuesto a todo, por lo que se descuidó y ella pudo darle una patada entre sus piernas.
Él cayó, casi descompuesto por el dolor. Su hermano mayor entró, testigo de la escena, le propinó un certero golpe en la mandíbula a Adriana que volvió a quedar inconsciente.
✰
Seokjin caminó por un largo y ensombrecido pasillo, pensando en qué condiciones encontraría a su amigo J-Hope. Lo llamó repetidamente hasta que lo encontró. No había llave esta vez, tendría que usar la fuerza de su cuerpo para derribar la puerta. Con sus anchos hombros golpeó la puerta tres veces, solo logró soltarla un poco, luego con una gran patada en la cerradura voló al fin abriéndose por completo. Lo que vio no le gustó para nada.
Su amigo estaba atado de manos y pies con los ojos vendados y evidentemente golpeado. Sus labios sangraban un poco, parecían ser golpes recientes y también su ropa estaba manchada con sangre, pero ya seca.
– J-Hope amigo, ¿estás bien? – se apresuró Seokjin para llegar a él y así poder quitarle la venda de sus ojos y desatarlo.
– Para nada. – dijo casi sin voz. – No sé qué mierda estoy haciendo aquí Jin, ni porqué me han tratado tan mal. Yo no he hecho ningún mal a nadie, soy la persona más pacífica que existe en la tierra. No entiendo nada.
J-Hope no comprendía y Seokjin no podía contarle. Se sentía muy culpable por lo que estaba pasando su amigo y para colmo lo habían golpeado tanto que sentía ganas de llorar de impotencia. Esperaba que a Angélica no le hubiera ocurrido lo mismo o algo peor.
Cuando terminó de desatarlo le dio un gran abrazo y con mucho esfuerzo lo ayudó a ponerse de pie.
– J-Hope necesito encontrar la próxima pista, debe estar por aquí. Ayúdame a buscar.
–¿Pista para qué? – preguntó su amigo.
– Para encontrar a Angie, ella y sus amigas están aquí, también Suga y ya me quedan... – Seokjin miró el cronómetro asustado – ¡...tres horas con veinte minutos para rescatarla de no sé qué imbécil!
– Cálmate Jin, te ayudaré. – su amigo logró que Seokjin se tranquilizara y comenzaron rápidamente a buscar algo que los llevara a la siguiente pista.
Buscaron en toda la habitación incluso Seokjin se atrevió a buscar alguna pista en el propio cuerpo de su amigo, pero no había nada. Nada hasta que J-Hope vio algo extraño sobre el foco que iluminaba sus rostros. Lo movió con ayuda de un trozo de madera que sus captores habían usado para golpearlo. Lo intentó hasta que un pequeño trozo de papel cayó al piso. Jin lo tomó y leyó inmediatamente.
2° Dorada y no es oro.
–¿Qué dice Jin?
– Dorada y no es oro.
– ¿Algo dorado y que no es oro? Pueden ser muchas cosas Jin.
– Esta es fácil, es la amiga de Angélica. Acabo de estar con ella. – le confirma Seokjin a su amigo – ¿Puedes caminar o correr?
–Si puedo amigo.
–Entonces vamos, corre que el tiempo se acorta.
–¿Y cómo sabes que se trata de ella? – le pregunta su amigo mientras van donde se encontraba Adriana.
– Bueno, su cabello es dorado casi como el oro. – responde SeokJin.
–¿Es americana?
– Es latinoamericana que es lo mejor – responde Seokjin orgullosamente ya que su Angélica también lo es.
– Vaya, ¿por qué siempre te vas por ese lado? A mí también me gusta mucho Latinoamérica.
– ¿Qué dices J-Hope? Porqué dices siempre si Angélica ha sido la única... – Seokjin calla recordando que Angélica no fue la única mujer latina con la que él ha estado. Y J-Hope era el único que lo sabía, pero no de quién se trataba.
Al llegar la puerta se encontraba cerrada nuevamente, Seokjin pegó un salto, incrementando todo su peso, y se arrojó contra el tabique, agrietándolo. Otra embestida con el hombro bastó para derribar las delgadas planchas de madera; irrumpió en el cuarto, buscando a Adriana. Tan solo encontró una mancha de sangre. Pensó lo peor.
– No puede ser... ella estaba aquí hace un momento. - le habla a su amigo.
– ¿Y por qué hay tanta sangre en el piso?
Seokjin se agarró la cabeza en señal de frustración ¿y sí algo malo le había sucedido a Adriana? No se lo perdonaría nunca.
– Hay que encontrarla J-Hope. Puede estar sufriendo demasiado. Si la encontramos tendrás que quedarte con ella hasta que vuelva con ayuda.
Buscaron puerta por puerta y nada, solo cuartos vacíos. Fue ahí donde Seokjin se dio cuenta de que eran solo ellos, los gritos, llantos y súplicas eran solo grabaciones que de algún lado salían. Siguieron el camino ensangrentado y los llevó hasta una pequeña puerta de acero que estaba cerrada. Un poco más allá había más puertas y de una de ellas salía un sollozo de mujer. Adriana.
Al llegar al cuarto donde estaba Adriana, Seokjin quiso morir, la pobre argentina estaba metida en una tina con agua congelada, casi al borde de la hipotermia. Adriana temblaba y gemía de frío, Seokjin y J-Hope la sacaron y la cubrieron con una sucia manta que se encontraba tirada en el piso. Tenía sus labios morados y no podía detener los temblores de su cuerpo.
–¿Estás bien? –Pregunta Seokjin – Temí lo peor, el cuarto donde estabas antes estaba bañado en sangre.
– Jin, esos locos fueron por mí, y comenzaron una discusión y uno de ellos lastimó gravemente al que daba las órdenes.
Adriana no quiso entrar en más detalles de quienes eran, no quería preocuparlo más de lo que ya estaba.
–No está tan mal. Mejor que desnuda, con una vieja manta por los hombros. -Dijo J-Hope mientras sonreía y acomodaba la manta sobre Adriana.
Adriana se sonrojó al sentirse observada tan detenidamente y le dio las gracias, no sabía muy bien si por las ropas o por el dudoso cumplido.
–¿Mucho frío? –preguntó Seokjin.
–Mucho todavía – respondió Adriana, mientras sus dientes castañeteaban constantemente.
–J-Hope debes seguirme, pero tendrás que llevarla tú. Yo iré unos pasos más adelante que ustedes. - les pide Seokjin.
–No hay problema amigo, yo me encargaré de esta chica dorada.
Adriana se sostuvo al brazo de J-Hope y se echaron a andar, buscando la siguiente pista, que no se encontraba en la habitación donde Adriana se congelaba.
–Por favor, no puedo caminar tan rápido como tú –resolló sin apartar la mano del brazo de J-Hope por miedo a caer–. Tienes que ir más despacio.
– Tendré mucho cuidado nena, don't worry.
Adriana soltó una pequeña carcajada y pasó una de sus manos por su dorado cabello, pero algo hizo que se detuviera. Sus dedos se enredaron en un mechón de su cabello.
–¡Esperen chicos creo que tengo algo aquí, si me ayudan a sacarlo sería lo mejor, espero que no sea algún bicho raro, porque no lo soportaría! – chilló Adriana.
J-Hope se ofreció para sacar eso que tenía enredado en su dorado cabello y para sorpresa de todos, era la siguiente pista.
J-Hope intentó leer las letras de aquel papel húmedo.
3° Si juegas con el Gato el cascabel suena.
– Es Suga – dijo J‐Hope muy seguro.
– Vamos por él. – responde Seokjin.
Lo encontraron fácilmente, gracias al sonido de un cascabel que tintineaba. Siguieron el sonido y ahí estaba, inmovilizaban unas cuerdas atadas a una roca de gran tamaño que se elevaba tras el respaldo del asiento. El suelo era de piedra; los muros, de tablas ensambladas con virotes de madera. La apariencia del conjunto era tosca, casi primitiva. Una pequeña pared de cristal permitía observar desde fuera sin que se diera cuenta. En el otro extremo del cuarto se hallaba Suga, perfilado por las delicadas luces en la pared, sangraba por una herida en el hombro y otra en el rostro. Y unos cascabeles colgaban sobre su cabeza que al mover las cuerdas para tratar de liberarse estos sonaban.
Esta vez Jin rompió una de las ventanas que tenía el cuarto. Al entrar se percató de la gran cicatriz en su ojo derecho.
–¿Quién mierda te hizo eso amigo?
– Traté de defenderme cuando unos hombres me interceptaron camino al almacén. Y eso fue hace días, creo.
– Al parecer si, ya está cicatrizando. Suga, J-Hope también está aquí. Y unas amigas de Angélica, pero falta encontrar a una para luego dar con Angélica. Si cometo un error– Seokjin toma aire– pierdo a Angie para siempre. Al parecer ella es la última persona que me llevará con Angélica.
Rápidamente Jin se dispone a desatar a su amigo que con gestos de dolor se incorpora observando su tosca prisión.
– Esto es horrible amigo, ¿a qué mente enferma se le ocurre hacer esta estupidez?
– Tengo que encontrar una pista que me lleve a la amiga de Angie. Entre todos podemos encontrarla.
– ¿Qué tal eso que hay escrito en la pared? –Suga le indica a Seokjin que dirija su vista a la pared detrás de la enorme roca donde permanecía atado.
4° Bajo las doce estrellas encontrarás a tu amor.
–Nati tiene un tatuaje de estrellas, pero nunca se las he contado – dice Adriana mientras que con una leve reverencia saluda a Suga.
–¿Nati? – pregunta Suga. Ese nombre se le hace muy familiar.
– Doce – afirma Seokjin sin tomar en cuenta la pregunta de Suga.
– ¿Cómo estás tan seguro? – inquiere J-Hope.
– Soy muy observador – responde Seokjin titubeante.
–Vamos por ella, ¡¿qué esperan? – se apresura a decir Suga y se adelanta.
Nuevamente se encuentran recorriendo los pasillos del lugar. Sobre los techos viejos tubos de luz parpadeaban incesantes con escasa intensidad, las paredes estaban cubiertas por extraños graffitis con mensajes perturbadores, dibujos de calaveras y distintos elementos de tortura. Los pisos sucios, por donde se veían huir algunas cucarachas a su paso.
Los cuatro caminaban lentamente, si bien el tiempo apremiaba, se tomaban el tiempo para ir leyendo los escritos en las paredes ya que, entre groserías y amenazas habían aparecido algunas pistas que indicaban que iban en la dirección correcta.
Había pasado un tiempo considerable desde que dejaron atrás el lugar donde inicialmente SeokJin encontró a sus amigos y a Adriana. Él revisaba el cronómetro preocupado de ver los minutos pasar, con impotencia porque las pistas habían dejado lugar a amenazas. Aparentemente quien organizó eso contaba con que, al pasar por allí, el tiempo fuese escaso.
Llegaron a una intersección donde tenían una escalera frente a ellos y el pasillo que se dividía en dos direcciones.
– ¡Qué hijos de puta! – Bramó Seokjin cada vez más desesperado. Corrió unos metros en cada dirección de los pasillos aledaños en busca de algún indicio, pero no había absolutamente nada más que muros por doquier. Sus acompañantes lo observaban impotentes.
– El mensaje hablaba de estrellas, ¿y si realmente se refiere a los astros? – Sugirió Adriana. – Creo que deberíamos subir.
Seokjin se sentía frustrado, temía tomar una decisión, pero en su desesperación su propia mente no le ofreció otra opción. Asintió cansado y se encaminó hacia las escaleras.
Recorrieron el primer tramo hasta el descanso. En cuanto iniciaron el segundo tramo notaron que uno de los escalones no era del mismo material; el mármol había sido reemplazado por un trozo de madera. Suga no lo pensó dos veces, rápidamente arrancó el trozo para darse con un pequeño espacio repleto con algunos papeles.
Entre los cuatro comenzaron a descartar los papeles, seguramente había alguna pista.
– ¡Malditos de mierda, estamos perdiendo tiempo! –Seokjin estaba cada vez más impaciente.
Dejó de lado los papeles y rápidamente corrió escaleras arriba, sin perder de vista a sus amigos. Cuando llegó al siguiente nivel, agradeció mentalmente la decisión que había tomado. Frente a él, escrito en la pared estaba la siguiente pista.
–¡Ey! – Gritó. – Dejen eso y suban, la pista está aquí.
Cuando los tres llegaron a su lado, leyeron la frase.
Buena elección. Separados encontrarán la muerte. Las estrellas esperan.
– ¿Qué quiere decir? – Preguntó Adriana.
– Qué si hubiésemos decidido separarnos abajo, nos habrían matado. Natalia debe estar por aquí. – Contestó Suga en un tono frío y calculador.
– Iremos a la derecha, el pasillo termina allí, si no encontramos nada regresamos. – Seokjin comenzó a caminar y dar órdenes sin siquiera darles otra opción. Teniendo en cuenta lo que rezaba la frase, los demás lo siguieron.
Se dividieron entre ellos para ir abriendo o intentando abrir las puertas, así ganarían algo de tiempo. En ese tramo de pasillo no encontraron más que habitaciones oscuras, llenas de mugre, camas viejas, rotas y trozos de mampostería caídos.
Cuando avanzaron por el otro pasillo, la imagen era la misma para cada puerta que se dejaba abrir, porque en su mayoría estaban trabadas. Entre tanto intento, una de estas se abrió. Suga miró al resto con cara de preocupación, a diferencia de cualquier otra habitación, de esta salió una luz. Al intentar abrirla por completo, un cordel se lo impidió, de este colgaba un pequeño papel.
Sólo el gato puede pasar.
¡Mierda! Se dijo Seokjin mentalmente.
Los cuatro se miraron, Jin, J Hope y Adriana dieron un paso atrás.
Suga abrió la puerta y contempló a Natalia, tumbada sobre la camilla con las manos atadas a la espalda, amordazada, vendada de los ojos y, además, desnuda. Al oír la puerta, Natalia se incorpora. Comienza a hablar, pero la mordaza impedía que se entendiera nada. Suga se acerca y suavemente libera su boca de esa sucia mordaza.
– ¿Q-quién es? – pregunta Natalia asustada al sentir su boca liberada de la mordaza.
– Tranquila – calma esa voz– soy amigo de Jin y te hemos estado buscando. – le dice Suga.
– ¿Co-cómo te llamas? – pregunta Natalia al sentir su boca liberada. Él retrocede un poco para darle seguridad.
– Suga – y lo dice con una voz tan sensual que Natalia cree que va a arder. Ese nombre le parece tan cercano, como si ya lo hubiera oído antes muchas veces.
–¿Qué esperas?
—Creo que todavía no me he recreado lo suficiente.
Natalia ríe débilmente. Ese es mi gatito, piensa.
La inteligencia y el reconocimiento bailaban en su mente mientras le quitaba la apretada venda que develaba su identidad, lo veía reírse por el descarado y sincero comentario que había dejado escapar en voz alta.
– ¡Vaya que eres guapo! – Suga volvió a retroceder, quería que Natalia se sintiera segura, que no corría ningún peligro a su lado.
– En ese caso, debería acercarme un poquito más para poder disfrutar de una visión mucho más cercana. – Suga tragó saliva mientras sus ojos no salían del cuerpo de Natalia.
– Si ya has terminado de recrearte conmigo, ¿qué tal si me desatas?
La risa se hizo presente en esa sensual, pero exhausta voz.
Instantes después, la puerta del cuarto se abrió de golpe, empujada por Seokjin sobre la marcha. Entró como una exhalación, seguido de cerca por Adriana, que llevaba puesta una manta ensangrentada. Kim Seokjin echó un vistazo a Natalia. Entornó los ojos y la observó, rápidamente se acercó a su amigo para ayudarle a desatar los amarres, aunque ella se resistió al principio, apartándose con gestos, pero sin articular palabra. Una vez desatada y liberada, Seokjin se quitó su camiseta.
Natalia se inquietó.
–Tranquila, todo saldrá bien. Únicamente quiero ponerte mi camiseta. –dijo Jin con voz suave, como si estuviera hablando a un niño pequeño. Natalia dejó que le pusiera su camiseta que le quedaba como vestido y quedando él con el torso desnudo. –Ahora siéntate aquí Nati. – SeokJin le pide que se siente sobre sus piernas. – Estaré contigo mientras Suga te quita eso de tu muñeca. Estarás bien.
Natalia se sienta tímidamente.
– ¡Oh, mierda! – dice Natalia y vuelve a ponerse de pie.
– ¿Qué te pasa Nati? – Adriana le pregunta.
– Na-nada, fue solo un mareo.
Patrañas, eso no fue un mareo, fue la sensación de sentir los brazos de Seokjin nuevamente en su cuerpo, los dos semidesnudos muy juntos. Pensó una celosa Adriana.
Natalia volvió a sentarse sobre Jin, esta vez a horcajadas, este la rodeó con sus brazos y ella dejó descansar su cabeza entre su cuello y clavícula. Natalia cerró los ojos y recuerdos vinieron a ella. Su vestido rojo tirado por cualquier parte en el departamento de Seokjin. Las manos de él apretando su trasero, su erección empujando contra su sexo. ¿Erección? Esperen, alto ahí, ¿Kim estaba teniendo una erección en ese mismo momento? Natalia apartó su rostro y dirigió su vista a la de él. Seokjin se limitó a gesticular un "lo siento" ella sonrió y volvió al lugar donde estaba. Se sentía bien, demasiado bien. Jin sacudió la cabeza y dejó que los recuerdos que todavía navegaban por su mente se filtraran de nuevo en su alma, sintió una punzada en el corazón, el dolor de la traición.
Detrás de ellos J-Hope y Adriana. Suga los observaba al tiempo que desataba los duros nudos que rodaban las muñecas de Natalia. Sentía celos hacia su amigo que abrazaba con fuerza a esa mujer que lo volvía loco, pero ¿por qué parecía tan callada ante la presencia de Seokjin? Recién hablaba con él sin ningún problema. Pensaba Suga.
Cuando Suga finalmente logró quitarle el amarre, se dieron cuenta que una de sus manos estaba suturada a la altura de la muñeca. Aparentemente no sufría pese a todo lo que le había ocurrido, o realmente ocultaba su dolor. Adriana se acercó y muy delicadamente procedió a revisar esa enorme y fea herida que rodeaba su tatuaje. Grande fue su sorpresa cuando notó que debajo del tatuaje se ocultaba algo. Suavemente y con delicadeza tocó la zona de la sutura y terminó por confirmar lo que sospechaba.
–Nati tiene una llave bajo su tatuaje. – informa una asustada Adriana a los demás.
– ¡¿Qué?!– gritan los amigos al unísono.
– Se puede sentir claramente la figura de una llave con tan solo tocar.
– ¿Quién mierda haría una aberración cómo esa? –pregunta Hoseok.
–¡No lo sé, pero hay que sacarla ya! – grita Adriana desesperada– Eso se puede infectar y por lo que veo Nati ha perdido mucha sangre ya.
– Y esa debe ser la llave que me llevará a Angie. – dice un acongojado Seokjin observando a Natalia que está a punto de caer exhausta sobre él.
Adriana comienza a extraer los puntos que le habían hecho a Natalia alrededor de su tatuaje inmediatamente. Las condiciones no eran muy saludables y la falta de higiene permitirían que la herida se infectara horriblemente.
Natalia se durmió en los brazos de SeokJin soñando con sus captores, más bien era una pesadilla.
Continuará...
Historia original de SeokJinmyLover3 y la colaboración de zrl1825 y aksj1992
Gracias por leer. Descansen y coman sano 💜💜💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro