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Seducción a la fuerza...

¡Ay! Otra vez, por qué tiene que ser así Atenea por favor detente, no puedes hacerlo de forma más... sutil. Pensó Adriana al sentir un gran dolor en el trasero. Había caído sobre una piedra, si, la única piedra que se encontraba en la orilla de la playa de arenas blancas y mar turquesa.

- ¿Qué hacemos aquí? - pregunta Angélica atontada por el salto en el tiempo.

- No lo sé amiga, ¿y dónde está Nati? - Adriana se inquieta al no encontrar a su amiga.

- Debe estar cerca, vamos levanta ese trasero y busquemos a Pincoyita. -

Adriana y Angélica se levantan sacuden la arena de sus ropas. Sus ropas ¿qué pasa con sus ropas?, están rasgadas. Algo pasó allí y no lo recuerdan. Caminaron por la arena apreciando el paisaje, muy bello por cierto, el atardecer, el mar y la arena hacian una hermosa postal romántica. Había también una gran y frondosa vegetación del otro lado.

- Esto parece ser una isla desierta amiga. -

- No lo es Adri. -

- ¿Y cómo lo sabes? -

Angélica mira a Adriana y niega con la cabeza.

- ¿Ves esas luces donde termina la arena y comienza el roquerío? -

- Eehmm sip. -

- Eso es una discoteca y al lado hay un Pub y también hay mucha gente en la orilla de la playa ¿Qué no lo ves? -

- Tienes razón Angie, solo te tomaba el pelo. También veo los automóviles que pasan por esa calle. -

- Espero que Nati no esté al otro lado de esa selva. No quiero ni imaginar que clases de bichos nos encontraremos ahí. -

- De solo pensar en ellos me dan náuseas. -

- ¿Recuerdas esto? Porque yo no - declara Angélica.

- No lo sé, se me hace muy familiar, pero no recuerdo el nombre, ni si quiera recuerdo si es de las tres o de Nati. - contesta Adriana.

- ¿La caída te hizo perder la memoria?

- Sea como sea, tenemos que encontrar a Nati, tal vez esté en peligro. -

- ¡Ay si! Y cayó en manos de un temible gatito terrorista. -

Las amigas ríen mientras se encaminan en búsqueda de Natalia.

Adriana, luego recordó una cabaña que siempre aparecía en los sueños de Natalia. Cada vez que tenía ese sueño, Natalia la llamaba de inmediato y procedía a contárselo. Pero solo lograba llegar hasta la descripción  de aquella cabaña, ya que inmediatamente olvidaba lo que seguía.

- ¿Será una historia inconclusa de Nati? - se pregunta Angélica en voz alta.

- O una...¿oculta? -

Cuando el sol ya estaba escondido, un joven se detiene a intentar espiar por entre las hierbas, le inspiraba pasión aquel lugar, pero no veía a nadie. La impresión que le causaba aquel lugar al pasar por ahí bajo las sombras de la noche lo hacía sentir una sensación de terror combinado con una sensación de incredulidad. Tanta era su fascinación por esa cabaña, que no reparó en la presencia de una mujer que se encontraba en el umbral de la entrada de la casa y justo cuando se encontraba embelesado con la semioscuridad que reinaba en aquella casona, lo asaltó, tomándolo por los brazos y colocando una frazada sobre su rostro. Su reacción fue inesperada ante el suceso tan absurdo. En su vida se había enterado de asaltos de una mujer en esta ciudad ¡y qué mujer!

No se resistió ya que dedujo que lo registrarían y quizá les llamara la atención su bolso camuflado al estilo de los militares y este sería su botín. No portaba ningún elemento de valor.

Perplejo se quedo cuando sintió que lo transportaban al interior de aquel lugar. No sabía porque no podía oponer resistencia. El pánico y la curiosidad lo habían dejado inmóvil.

¿Qué sucede?  se preguntaba una parte de su cerebro, mientras la otra respondía, –no te opongas, relájate o te arrepentirás–. Sólo por los noticieros se había enterado de que existía algo que llaman plagio o secuestro y era lo que le estaba sucediendo. Pensó en su familia, en sus padres y no alcanzaba a atinar como alguien, con familiares que no poseen más que lo suficiente para sobrevivir, sea objeto de semejante crimen. "Es un error", penso "o tal vez estoy soñando". Así que se solto la mente y cedió a esa fuerza destructora que se llama pánico.

La mujer no tuvo que hacer un gran esfuerzo para transportarlo al interior y una vez en el pasillo, le quitó la frazada y lo solto indicándole con el dedo que guardara silencio. No vio armas por ningún lado y la chica era hermosa; no muy fácil pueden encontrarse tremendos atributos como los de esa hembra. Le insinuó que la siguiera por el patio y de ahí subierom unas escaleras que conducían a una especie de terraza. El joven estaba como hipnotizado, de repente su sentido de la conservación le indicaba que tuviera cuidado.

¡¿Y si me llevaban al matadero?! Pensó.

Y así fue, aunque otro tipo de matadero.

La noche era fresca, no hacía viento y los sonidos bulliciosos de la ciudad habían disminuido, aunado al aislamiento de aquel lugar, se percibía un ambiente agradable que sólo una parte de su ser podía disfrutar mientras la otra sugería la idea de que pronto algo fatal le sucedería.

Inesperada y afortunadamente sucedió lo primero. La terraza era mágica, algo exótica de buen gusto y poco convencional. Había una puerta que daba a una habitación igualmente glamorosa, una cama king size ribeteada de adornos, un cuarto de baño con muchos cristales transparentes, espejos ahumados por todos lados y un juego de luces tenues y otros "aditamentos" terminaron por embriagar sus, de por sí, alterados sentidos.

- Ponte cómodo, relájate gatito - le dijo con una voz melodiosa y sensual.

¿Qué se supone que debería hacer? ¿Cómo reaccionar? ¿En qué pensar?

Asumió que lo más cuerdo ante la incertidumbre es atinar a hacer lo que te piden tus plagiarios, siempre y cuando no pongas en riesgo tu supervivencia.

- ¿Qué es esto? ¿Qué debo suponer que vas a hacer conmigo? - Preguntó casi sin darse cuenta.

"María santísima" era su expresión favorita ante la sorpresa, pero esta vez se quedó opacada y hasta sería irrespetuoso pronunciarla en tremenda situación.

La mujer de cabellos azulados y ondulados que caían como torrentes a desnivel sobre aquellos hombros cubiertos por un vestido, lo tomó suavemente de un brazo y lo condujo a un mullido y perfumado sofá. Se acomodó mientras su corazón comenzó a latir presurosamente mientras un temblor hacía vibrar su cuerpo. No atinaba a adivinar el motivo de aquel secuestro hasta que esta chica comenzó a desabotonar su vestido rojo que llegaba sólo justo arriba de sus rodillas. Su sonrisa se hizo entre sensual y diabólica y notaba que se reía para sus adentros al ver su palidez e incertidumbre. 

La mujer se acercó a él con el vestido aún sobre su cuerpo, pero dejando ver aquellas líneas suaves y profundas, aquellas carnes de inspiración poética cubiertas por interiores de encaje y seda.

Su cerebro lanzó las órdenes necesarias y ciertos órganos comenzaron su labor. Sintió un estremecimiento y su temperatura corporal aumentó, el flujo sanguíneo se hizo más intenso y ciertas partes se hincharon de sangre. Esas sensaciones terminaron por hacer abandonar sus preocupaciones sobre un posible crimen y haciéndolo llegar otras. 

« ¿Y si mi destino era condenarme a muerte con esta criatura ante el contagio de una infección incluso mortal? ¿Pero si sugería evitar aquella seducción o al menos tomar precauciones no podría suceder algo peor?» Así que no intentó evadir y rogó a Dios, que ya le había dado la oportunidad de vivir hasta este momento y poder en el futuro continuar normalmente mi vida.

Aquella dama dejó caer su vestido y se sentó sobre sus desnudas piernas, ya que venía del gimnasio normalmente los días calurosos lo hacía en su traje deportivo. Haciendo caso omiso de que recién había hecho ejercicio y estaba sudoroso, aunque a decir verdad en estos días tomo tres baños diarios, comenzó a acariciar todo su cuerpo. Le acercó su rostro, un rostro hermoso, con aquellos ojos almendrados y profundamente negros y misteriosos, las suaves mejillas y unas orejas redondeadas, una dentadura blanca y casi perfecta, ensamblada dentro de una boca cuyos labios carnosos y ligeramente pintados hacían un cuadro de una belleza extraña.

Pero entre la extrañeza de esa casa, lo raro de este secuestro y encima una seducción, ¿Acaso podría decirse que es violación? ¿qué otra situación fuera de lo común pudiera suceder?

Al sentir aquella boca húmeda y tibia sobre la de él, una boca desconocida de una mujer de alrededor de veinticinco años que antes en su vida jamás había visto, que acaso solo un puñado de palabras le había escuchado, lo hizo estremecer y reflexionar. No se desea un beso de una persona desconocida, pero aquella calidez lo envolvía en un erotismo fuera de lo ordinario.

Las sensaciones de besar unos labios que largamente se han deseado eran muy placenteras, pero el placer de besar una boca desconocida, pero bella, no tenía comparación ya que este suceso no era común.

« ¿Cómo debo besar a esta criatura?» 

Apeló a sus recuerdos intentando encontrar aquel beso más fogoso e intenso que pudiera repetir.

¡Qué absurdo! Los besos son únicos. No se besa dos veces igual.

Sintió su propio aliento en aquella boca ansiosa y mientras intercambiaban saliva, sus manos condujeron a las de él hacia su talle.

Al sentir lo tibio, suave y delicioso de su piel, otra serie de descargas de energía surgieron del cerebro y surtieron efecto en su cuerpo. Atinó a intentar retirar aquel sostén que envolvía unos senos misteriosos.

Aplicó la técnica recientemente descrita en una revista de salud del hombre. Esos montes le recordaron inconscientemente sus días de lactante y dirigió su rostro hacia ellos e intentó emular a un bebé hambriento. La mujer jadeó, empezó a lanzar suspiros entrecortados.

Un hombre vanidoso diría: ¡Qué suerte!

Él además agregaría: ¡Esto debe repetirse!

Después de un rato de entretenerse como lo hacen los infantes cuando ya han saciado su hambre, pero desean seguir jugueteando con el pezón de su madre y satisfacer sus necesidades de succión, la mujer se levantó e hizo lo propio con el joven sentándose ella y dejándo al joven plantado frente a ella.

Con una lentitud que haría desesperar a cualquier adolescente, retiró su camiseta y como hacía poco acababa de realizar tremendo esfuerzo con pesas, y dada la gran exigencia de flujo sanguíneo, su torso se veía aceptablemente agradable, también se lo revelaron en diversos ángulos aquellos espejos. Luego retiró el short mientras él intentaba sin usar las manos, retirar sus zapatillas deportivas y sus calcetas quedando exclusivamente en aquel boxer negro, pareciendo que estuviera en la playa presumiendo su atlético organismo.

Aún sin retirar esta última prenda la mujer parecía disfrutar del sabor salado y acre de su cuerpo ya que empezó a besarlo por todas partes causando estremecimientos en determinadas zonas sensibles de su blanca piel. Al llegar al bajo vientre, no pudo contener un suave gemido.

Sintió que su pene estallaría dentro de aquel envoltorio y pareció darse cuenta, con aquellas manos que revelaban unas uñas exquisitamente pulidas y pintadas de aquel color azul candente, tomó el elástico de aquella prenda y suavemente la deslizó.

Suponía él lo que iba a suceder, así que de concentró en suprimir ciertos impulsos para evitar una eyaculación precoz.

Aquella boca cálida que recién había estado en sus labios comenzó a besar el falo en todas direcciones mientras sus manos hacían el clásico anillo alrededor de él. Al poco de juguetear insistentemente, lo introdujo en su boca haciendo movimientos suaves y deslizando aquellos labios ardorosos sobre una carne aún más sensible y caliente en un movimiento lento pero constante. Los espejos reflejaban aquella escena en distintas direcciones. Sus caderas intentaban mecerse al ritmo de aquel rostro. 

Cosquilleos de placer en todos lados eran una constante que provocaban un sobreesfuerzo del corazón, tal y como sucedía al realizar ejercicio en el gimnasio.

El joven no recordaba cuanto tiempo demoró tal actividad. Según su criterio del deber, debía corresponder a aquel gesto de amabilidad oral. Se arrodilló en esa alfombra de una textura muy suave y ella permaneció sentada. Con displicencia retiró aquellas medias con ligueros mientras suavemente sus labios, y a intervalos su lengua, recorrían aquellas piernas perfumadas con no sé que aromas sugerentes. Retiró, con la ayuda de ella para vencer la gravedad, aquella deliciosa y provocante tanga.

Al punto su boca besaba la entrepierna y en unos instantes más se encontraba su rostro sumergido en aquella vagina. Aquel ácido aroma combinado con ese perfume dulce arremetió destruyendo todo sentimiento de decencia y hundió su lengua en aquella flor de carne.

Ignoró hasta que punto las sensaciones inmensas de placer de aquella criatura provocaron espasmos de lujuria. Estaba tan concentrado besando aquel lugar tan controvertido de una mujer que la hace diferente a otras.

Después de tanto intercambio de fluidos oral-genitales, ese ser salido de no se que libro "porno" se había levantado y como si se tratara de un convaleciente lo llevó a aquella inmensa cama cuyas cobertores eran tan suaves y deliciosas que provocaron una sensación de adormecimiento cuando me dejó caer en ellos. La mujer de cabello azulado largo y ondulado, se colocó mirando arriba y le insinuó que subiera sobre ella.

La posición "del misionero" se veía amplificada eróticamente por tantas perspectivas. ¡Aquellos espejos lo estaban enloqueciendo!

No pudo contenerse más allá de una docena de minutos y sucedió aquella explosión de sensaciones que le duró un buen rato mientras su compañera vibraba extasiada al igual que él.

Luego la chica se colocó en posición genupectoral y lo invitó a realizarle una penetración posterior que no rehusó.

La buena alimentación y el ejercicio lo habían ayudado a mantener una aceptable potencia sexual y esta vez sus "instrumentos" funcionaron a la perfección. Logró mantener la erección y cumplió su "sentencia". Al rato buscó el controvertido punto G "manualmente" y, lo encontró. Sus manos trabajaban como un músico tocando el piano...

Varias detonaciones sexuales en los dos, fatigaron al enemigo sexual y ante tan nutrida artillería, la libido, aunque se resistía a retirarse finalmente dijo, nos veremos en otra batalla...

Después de reposar un rato bajo una serie de caricias relajantes y una especie de masaje que esta criatura le daba, volvió a hipnotizarse con aquellos espejos, particularmente uno que llamó poderosamente su atención.

Los claroscuros que formaba su cuerpo y la imagen sonriente de aquel rostro lo hicieron acercarse a la escena reflejada en él. Quiso tocar su mano reflejada y como si una fuerza poderosa lo arrastrara hacia adentro de esta imagen, su cuerpo entró en la dimensión del espejo. En la lejanía que ya sentía su cerebro, vi el cuerpo de aquells mujer, pero el ajetreo no le ha dejado margen para un poco más.

Al salir de aquel trance en los espejos, como cuando se entra al laberinto de éstos en una feria y encuentras la salida, se encontró nuevamente contemplando aquella cabaña por entre aquel tamizado verde de hierbas cuando un amigo lo saludó a gritos y se vuelve a él. Le pregunta que cómo le fue en el gimnasio.

"Bien..., muy bien", le contestó como si lo hiciera en sueños y de repente como un estruendo, vuelve a la realidad y le suelta una verborrea intensa sobre su instructora de aeróbicos, el baile, el ejercicio, las pesas, la salud y así llegan a un cruce donde se despiden y dos cuadras adelante está su hogar.

Se tropezó con dos mujeres que lo miraban extrañadas, como si lo conocieran.

Adriana y Angélica, siguieron caminando hasta dar con aquella reja negra, daba a un pasillo profundo que se alcanzaba a mirar por entre las celosías de una barda asaltada por enredaderas y plantas que le daban un aspecto selvático. Cuando caminaban por esa calle, a un lado el bullicio de los automóviles y la gente que se dirigía a la playa y del otro aquella misteriosa casa robaba la atención de las amigas.

- Adri... -

- ¿Si?... -

- ¿Qué no era ese el gatito de Nati? -

- Lo mismo pensé al verlo. Suga. - dijo Adriana, pensando en que era el mismo hombre que aparecía en otras ocasiones con Natalia.

- Nati debería estar aquí y de seguro lo hizo con él... -

Las amigas se miraban como si se leyeran la mente. Las dos negaron con la cabeza imaginando que podría haber pasado en esa cabaña.

- ¡Hasta que al fin me se su nombre! - grita Natalia haciendo saltar del susto a sus amigas. - Suga, el gatito tiene nombre ¿será Min Suga? O ¿general Min Suga? -

- Nati, estás completamente loca. - le reclama su amiga Adriana.

- ¿Qué hacemos aquí? - le preguntan Angélica.

Natalia se queda pensando por unos segundos y luego le da un golpe en la cabeza a Adriana con la Palma de la mano.

- Estamos en Seducción a la fuerza, ¿Adri no la recuerdas? La escribimos las dos para un examen - Adriana la miraba sin comprender - Adri, universidad, máster eh. -

- ¡Oh! Si si, tienes toda la razón, por eso recordaba la cabaña. - hablaba sorprendida. - Y tú le pusiste tu toque de seducción. -

- ¡Fue tan ardiente chicas! Ni con Ji... - Natalia detiene rápidamente sus palabras y finge toser, casi mete las patas y continúa al instante con otro tema - Suga es un caramelito que se derrite por mí. ¡No quiero que acabe nunca esto! Si esto termina no lo volveré a ver nunca más. -

Angélica estaba a punto de decir algo cuando la luz cegadora de Atenea apareció acompañada por un estruendoso sonido. Las tres amigas eran devueltas a la vida real nuevamente.

By SeokJinmyLover3

Gracias  por leer. Descansen y coman sano 💜💜💜





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