11
Profecía
Adriana, estiró su brazo para tomar un libro de lo alto de un estante, sus dedos apenas podía tocar su lomo. Renegó por no tener unos centímetros más de altura ya que debió abandonar su búsqueda para ir por la pequeña escalera al final del pasillo.
Como cada semana, ella se tomaba su tiempo de lectura relajada, lejos del ambiente de trabajo y rodeada del exquisito olor a papel viejo de las bibliotecas. Una vez alcanzado su ejemplar, caminó intentando no hacer ruido con sus tacones, hasta la mesa. Otro placer era el de poder tomar entre sus manos el libro y con sus dedos pasar las hojas de papel. Nada que ver a la lectura a través de los aparatos electrónicos.
Llevaba varios días sin dormir bien debido a los insomnios que tenía desde que Atenea había tenido la brillante idea de hacerles vivir sus propias novelas o proyectos que ni siquiera tenían una forma. Intentó leer algunas líneas pero le costaba interpretar la lectura.
Decidió dejar la lectura de lado y regresar a su departamento, tal vez leyendo en la cama conciliaría el sueño.
Al salir de la biblioteca, su sorpresa fue indescriptible, era de noche. ¡Noche! ¿Pero qué carajos? Pensó ella.
¡Atenea! ¿Quién más?
Decidió seguir su recorrido, ella era perfectamente consciente de haber entrado en pleno día y no había pasado más de media hora.
Alguien pasó corriendo a su lado, golpeando su espalda y haciendo que trastabillara, cuando finalmente dejó de observar donde pisar para no caer de bruces, alzó la vista y para seguir con las sorpresas, el paisaje a su alrededor había cambiado. Ya no transitaba las calles populares de Barcelona. Ahora se encontraba en una calle de tierra, y las edificaciones a su alrededor no eran más que simples casas de una planta. De aspecto viejo y con la pintura descascarada.
Trató de hacer memoria. ¿Qué historia había escrito con esas características?
Nada, a su mente no llegaba nada.
Siguió caminando, como si supiera hacia dónde se dirigía. De repente llegó a una casa en particular, evidentemente su propietario tenía más dinero que el resto porque la vivienda tenía dos plantas y un importante jardín frontal. Una verja algo desvencijada y oxidada y un sendero de piedra que iba hasta la puerta principal.
La luna era el único emisor de luz ya que se encontraba bastante lejos del resto de lo que parecía ser un poblado pequeño.
Una lechuza emitió su característico chillido y luego alzó vuelo pasando bastante cerca de ella, lo que le estremeció bastante. El aleteo de sus alas le provocó que se le erizara la piel.
Un sentimiento de atracción le obligó a caminar a través del sendero y llegar hasta la puerta de la casa. En la medida en que se fue acercando, notó que parecía abandonada ya que sus ventanas estaban bastante sucias y su pintura, que alguna vez cubrió sus paredes, había dejado las maderas a la intemperie. Se veía gris y mugrosa.
Un lobo aulló a lo lejos y, sin pensarlo, entró a la casa.
¡Un momento! ¿La puerta estaba abierta y he entrado? ¿Pero qué estoy haciendo? ¡Ay no! ¡No no noooo! ¡Atenea maldita hija de puta! ¡Es la primera historia que escribí, de hecho fue un proyecto de cuento! ¡Pero fue un cuento de terror! ¿Está loca?
Adriana apenas si recordaba lo que había escrito a la tierna edad de trece años. Ni siquiera sabía que había tratado de escribir.
Prestó atención al entorno. Se encontraba en un living, lo muebles estaban cubiertos por telas que en algún momento fueron blancas y ahora estaban cubiertas de tierra, dándoles un tono amarillento. La alfombra a sus pies lucía manchas negras y frente a ella, una escalera central y un pasillo a su lado.
Debia decidir por dónde empezar a investigar, algo dentro de ella se lo pedía. Decidió que seguiria por el pasillo.
Al final de este una puerta blanca entreabierta dejaba ver unos tenues rayos de luz. Estirando la mano, apenas tocándola con los dedos la empujó. Sobre una mesa, descansaba un candelabro con una vela encendida. Llevaría su tiempo encendida ya que la cera había goteado lo suficiente para dejar sus lágrimas derramadas a su alrededor.
Adriana verificó antes de entrar a lo que era una vieja cocina y tomó el porta velas, utilizándola como linterna, comenzó a recorrer las distintas habitaciones.
En la planta baja no encontró más que una puerta que daba a un sótano y ni loca bajaría por allí. Se encaminó hacia la planta alta.
Los escalones se quejaron con cada paso que subió a través de éstos. La madera crujía amenazando con ceder ante su peso. Y eso que ella mantenía una figura lo suficientemente saludable. Ni con kilos de más, ni con kilos de menos.
Un barandal, separaba la pared de los metros que había hasta el piso del living debajo de ella.
Varias puertas más aparecieron durante su recorrido. Nada más que muebles tapados y algunas manchas sobre la mugrosa alfombra.
Decidió que allí no había nada para ver hasta que oyó un sonido por encima de su cabeza.
El altillo.
El sonido parecían rasguños sobre una madera. Al salir de la habitación, en el centro del pasillo, en el techo, había una pequeña puerta cuadrada.
Todo su ser le gritaba que saliera de allí, pero algo mas fuerte le instó a jalar la argolla que colgaba de ésta.
Estaba demasiado alto como para llegar así nada mas. Descubrió entonces que, en el barandal, semi oculto, había un hierro largo con un gancho en uno de sus extremos. Evidentemente era la herramienta que se utilizaba para abrir la dichosa portezuela.
Apenas tiró de la argolla, se desplazó hacia abajo, una escalera. Adriana subió lentamente.
Asomó la cabeza y sin previo aviso, un rostro blanquecino se abalanzó sobre ella. Adriana evitó que dicho rostro llegara a ella, pero al hacerlo, sus pies no dieron con los escalones y cayó de espaldas al piso.
El rostro comenzó a tomar forma. Bajando a través de la escalera, apoyando sus manos se dejó ver por la pobre luz de la vela que, a pesar de haber caído y saltado lejos del candelabro, seguía encendida.
Con cada peldaño en el que ese ser extraño bajaba, Adriana podía ver más detalles.
Su rostro era pálido, sus ojos estaban enrojecidos y unas oscuras ojeras se hacían lucir. El cabello largo y negro le impedía distinguir algo más
Adriana se incorporó sobre sus codos y se desplazó hacia atrás, intentando encontrar una postura más cómoda para ponerse de pié pero sin quitarle la vista de encima a esa cosa que bajaba lentamente hacia ella.
Se arrastró un poco más, pero "eso" dió un salto quedando sobre su cuerpo, en cuatro patas. Las manos de esto estaban a cada lado de su rostro. Fue en ese momento, cuando estuvo cara a cara con ella que lo distinguió.
¿Nati?
Efectivamente. Natalia emitió un gruñido y abrió su boca, dejando expuestos dos grandes colmillos. Luego acarició su mejilla, lo que le hizo sentir la frialdad de sus dedos.
Su amiga era un vampiro.
Natalia se veía extremadamente pálida su cabello negro azulado caía como una cascada, su belleza era sublime aún con esos colmillos afilados. Elevo su cabeza para luego atacar directamente el cuello de Adriana que estaba en shock y no reaccionaba.
Justo en el preciso instante en que la vampira se disponía a clavar sus fauces, una flecha atravesó el aire cortándolo y se incrustó en el brazo de Nati, que en un ágil movimiento, dió un salto mortal hacia atrás y quedó parada detrás de Adriana que seguía sin reaccionar.
Natalia extrajo la flecha sin siquiera hacer alguna expresión. La pálida piel de su hombro comenzó a cicatrizar rápidamente.
Otra flecha cruzó el aire a toda velocidad hacia Natalia, que la esquivó y rápidamente saltó hacia la ventana que había al final del pasillo y atravesando los cristales desapareció.
El arquero, un hombre enmascarado subió las escaleras de a dos peldaños para llegar junto a la castaña que lentamente se incorporaba, aún aturdida por el descubrimiento.
- ¿Estás bien? ¿Te mordió? - El enmascarado se acercó, soltando en el proceso su ballesta y retirando el ondulado cabello de su cuello.
- No... no lo creo. Has llegado a tiempo. Pero... no entiendo, como es posible... - Ella había olvidado que se trataba de una historia de su propia imaginación.
- Luego te explicaré, ahora debemos salir de aquí. - La tomó de la mano y tiró de ella para que comenzara a caminar, recogió su arma y descendió las escaleras sin soltarla.
Al salir de la casa, el hombre que la arrastraba, la llevó hasta un automóvil que se encontraba al doblar la esquina. Allí fue que se dió cuenta que toda la manzana estaba rodeada de una cerca formada por plantas. En una situación normal, Adriana jamás entraría al coche de un desconocido, pero esta era por lejos una situación normal.
Se sentó en el asiento del acompañante y el enmascarado tomó su lugar frente al volante. Encendió el vehículo y acelerando se alejaron del lugar a toda velocidad.
Cuando sintió que estaban lo suficientemente lejos, el conductor bajó la velocidad y procedió a quitarse el pasamontañas negro.
¿Oh por Dios! No puede ser! J Hope? Pero... Diablos, Atenea... por un momento olvidé que esta perra nos está haciendo vivir nuestras historias. Pero Nati, Angie! Cómo puede ser...
- J Hope. Un gusto! - Estiró su mano para saludar.
Adriana con algo de desconfianza le devolvió el saludo, sólo que, al tocar su mano, una extraña sensación recorrió su cuerpo. A diferencia de lo que había sentido al ser tocada por su amiga, él era cálido y podía distinguir una suavidad muy particular.
Instintivamente ella retiró su mano, J Hope alternaba su vista en el camino frente a él y Adriana.
- ¿Me puedes decir que diablos está pasando? ¡Ella... mi amiga! -
- ¿Tu amiga? - J Hope hizo una mueca de sorpresa. - Dudo mucho que ella pueda ser tu amiga. Llevamos bastante tiempo buscándola, a ella y a su clan. Están haciendo estragos en la zona. Muchos están perdiendo la vida y déjame decirte algo más. - J Hope hizo una pausa intentando encontrar las palabras adecuadas para no espantar a la joven a su lado. No sería la primera vez que se encontraba con alguien que desconocía totalmente la existencia de vampiros. - No te he visto antes en el pueblo. Seguramente eres nueva aquí. Déjame decirte que este lugar está maldito, más aún por las noches. Se podría decir que ha sido una casualidad que llegara para salvarte la vida... -
- Adriana, lo siento, soy Adriana De Luca. Y ni siquiera se qué hago aquí. - Dijo ella con frustración.
- Entiendo. - Mintió J Hope confundido, ¿Quién no sabría qué hace en un lugar? En fin. Decidió continuar. - El caso es que Natalia Rosenbauer y Angélica Estrada, son las líderes de un clan de vampiros, buscamos su nido hace tiempo. Sabemos que suelen utilizar la vieja casona para convertir a sus víctimas. Es por eso que la mantenemos vigilada. Llevaba allí unas seis horas antes de que se pusiera la noche y en ningún momento la vi entrar, a ella o a alguno de los suyos. Pero cuando te vi entrar a ti, supe que algo andaba mal. El resto lo conoces. -
Adriana oía el relato de J Hope, intentando encontrar similitudes con su vieja historia pero no hallaba ninguna. En su historia ella era perseguida por un ente que ni siquiera sabía si era vampiro u hombre lobo. A esa edad sólo había descrito su propio recorrido. Estoy iba más allá.
- ¿A dónde vamos ahora? -
- A nuestro bunker. Allí se encuentra el resto del equipo. Aunque hemos perdido a nuestro líder y su mano derecha. Yo soy el tercero al mando. -
Ella asintió. Decidió concentrarse en el recorrido, los árboles a lo largo del camino, indicaban que se encontraban en un área rural. Con el pasar de los kilómetros, fueron apareciendo algunas luces, y al llegar se dió con una lujosa mansión, bastante iluminada.
¡Vaya bunker, y yo que creí que estaría bajo tierra!
Al descender del automóvil, J Hope se paró a su lado y la invitó a subir las escaleras que daban a un amplio porche. Él abrió la puerta y le cedió el paso como todo un caballero. Adriana dudó, porque no confiaba del todo en ese hombre. En otra oportunidad había sido bastante descortés. Recordó su lenguaje vulgar cuando cuando las perseguían por las calles de New York.
- ¡No te haré daño linda! Si hubiese querido hacerlo, ya estarías muerta. -
Las palabras de J Hope confirmaron dos cosas. Una que tenía razón. Dos, qué a pesar de lo dicho, ella seguiria desconfiando. Con la seguridad de saber que dependía de ella misma, entró en la mansión, comenzaba a trazar su propia plan. Sus amigas, según decía este sujeto, eran vampiras. Pero ella tenía que rescatarlas. Tal vez J Hope se estaba equivocando.
El estridente sonido de la puerta al cerrarse la hizo estremecer. No podía dejar de sentirse acorralada. J Hope pasó a su lado y dejó la ballesta colgada en una de las paredes que, para su sorpresa, estaba repleta de armas de todo tipo.
Sin contar esa extraña pared, el resto del ambiente parecía de lo más normal. Un juego de sillones con su mesa de centro oficiaba de living. J Hope se dirigió hacia las escaleras pero se detuvo en el comienzo de la misma.
- ¿Vienes? -
Adriana dejó de mirar a su alrededor, lo observó, estudiando su postura, estaba relajado. - Claro. - Contestó, luego se dirigió hacia él, qué al verla moverse comenzó a subir.
La escalera recorría el lateral derecho de una pared, al finalizar, una suerte de balcón recorría el resto de paredes donde podía verse que había varias puertas. J Hope ingreso en la primera.
Dentro de la habitación, tres hombres más conversaban alrededor de una mesa con algunos planos. Adriana no pudo evitar reconocer a kim NamJoon, Kim TaeHyung y Park JiMin. Todos vestían de negro al igual que J Hope.
- Buenas noches muchachos. - Saludó él. Los tres elevaron sus miradas y expresaron alivio al verlo.
- ¡Que bueno que llegaste Hobie! Ya nos estábamos preocupando. - NamJoon caminó rápidamente hacia él y lo rodeó entre sus brazos. - Kook no ha regresado aún. Se suponía que debería estar aquí. El sol saldrá dentro de poco y... ¿qué rayos? ¿Quién es ella? - Dijo al separarse y ver el rostro confuso de Adriana.
- Amigos, ella es Adriana De Luca, la rescate de Rosenbauer en la vieja casona. Aunque ella se me ha escapado. Es muy escurridiza la perra sanguinaria. -
Adriana se enfureció al oír esos adjetivos descalificativos de su preciada amiga. La ira recorrió su cuerpo, haciendo que el rostro se le enrojecieron de rabia.
- ¡Escucha AMIGO! No se qué rayos te ha hecho mi amiga, pero no te permitiré que vuelvas a hablar así de ella. ¿Has oído? - Soltó sin poder contener la furia.
Los ojos de todos ellos se agrandaron al oír esas palabras, lo que hizo que se pusiera en guardia.
- ¡Ey ey ey! Un momento. - Dijo TaeHyung. - ¿Cómo dices? ¿Así que eres amiga de ella? - Rápidamente sacó una pistola de su espalda y apuntó directamente hacia ella. - Hobs, verificaste que no sea una de ellos verdad? JiMin, revisa en las cámaras de vigilancia, tal vez nos hayan tendido una trampa. -
Rápidamente JiMin corrió hacia unos monitores, tecleó y las imágenes de las afueras se abrieron. NamJoon y J Hope se alejaron al tiempo que también desenfundaban sus armas.
- La verdad es que no verifiqué una mierda. - Dijo J Hope. - Pero en ningún momento intentó atacarme. Es más. Rosenbauer la atacó a ella. -
- ¡Claro que no soy vampiro idiotas! - Refutó Adriana. - ¡Ya te dije que ni siquiera sé qué hago aquí! Yo simplemente salí de la biblioteca y... Atenea... se supone que estoy en una de mis historias... - Al ver esas armas apuntándole, los nervios le ganaron, intentaba explicarse pero ellos parecían no entender.
- ¡Están aquí! - Gritó JiMin al notar que en una de las imágenes una sombra veloz la atravesaba antes de perder totalmente la visibilidad. Le siguieron una a una, hasta que no hubo más imágenes del exterior. - ¡Hay que ponerla a salvo. Vienen por ella! -
J Hope guardó su arma en la espalda nuevamente y caminó rápidamente hacia Adriana, que no entendía nada. La tomó del brazo y dando un brusco tirón, la sacó de la habitación de descendió las escaleras. Ella trastabillaba y por momentos parecía que iba a caer. Finalmente llegaron a la planta baja y sin soltarla, encaró hacia otra puerta.
Al abrirla, Adriana se dió cuenta que era el ingreso a un sótano. Al igual que habían bajado las otras escaleras, también lo hicieron por éstas, sólo que la oscuridad dificultaba aún más el descenso.
A mitad del recorrido, se oyeron unos disparos que provenían de la planta superior. El corazón de Adriana comenzó a latir desenfrenado. El terror la invadió. Cuando llegaron a una superficie plana, la puerta de arriba se abrió de golpe, dejando entrar la luz.
La figura femenina de alguien les hizo sombra. J Hope desenfundó su arma y volvió a tirar de ella. - Vamos, debemos darnos prisa. -
J Hope comenzó a correr a lo que ella suponía sería la salida, él abrió una puerta metálica y salieron a una especie de garaje.
De todos los vehículos estacionados, él eligió una motocicleta. Se montó sobre esta encendiendo el motor. Adriana, presa del pánico, no dudó en subir detrás de él. En cuanto él sintió que ella lo rodeaba con sus brazos, aceleró el manillar y haciendo chirriar la rueda trasera, salió a toda velocidad por un túnel.
La luz del amanecer indicaba el final del túnel, y Adriana sabía que una vez que el sol saliera, ellos estarían a salvo. J Hope se aproximaba a la salida cuando su cuerpo se detuvo bruscamente y la motocicleta siguió su recorrido unos metros más hasta dar contra una pared.
Ambos cayeron al piso y rodaron producto de la velocidad que llevaban, les habían tendido una trampa y atravesando una soga, lograron hacer que cayeran de la moto.
J Hope y Adriana estaban semi conscientes. Aturdidos por el golpe. Sintieron como eran tomados por los pies y los arrastraban nuevamente al interior del túnel. Todo se volvió negro.
Cuando Adriana despertó, se encontraba en una cama. Atada de pies y manos. Frente a ella, Natalia abrazaba a alguien a quien no podía distinguir. A su lado, Angélica besaba a alguien más. Ambas vestían unos seductores vestidos rojos que se les pegaba al cuerpo.
Angélica dejó de besar a SeokJin, tan pálido como ella y mostrando descaradamente unos afilados colmillos. Soltó su mano lentamente y caminó hacia ella. Angie nunca se había visto tan seductora y sexy un hilo de sangre caía por la comisura de sus labios.
- ¡Al fin has llegado hermanita! - Angélica se sentó a su lado y acercó peligrosamente su nariz a su cuello. - ¡Hueles delicioso! -
Adriana forcejeó en vano. - ¿Angie? ¿Qué está pasando? -
- ¡La profecía se cumple! - Contestó Natalia que rápidamente había llegado junto a ella.
Adriana vio como los dos hombres se alejaban, uno era SeokJin y el otro era el general Min, o Suga. En fin. Ellos abrieron las dos hojas de una puerta para dar paso a alguien más.
J Hope.
Algo había cambiado en él, ahora se veía tan mortalmente pálido como sus amigas y sus parejas. Natalia volvió a hablar.
- La profecía dice que, el día en que las hermanas se reúnan en la vida eterna, los vampiros podrán caminar bajo la luz del resplandeciente. Y ese día ha llegado. Llevamos siglos esperando. Debíamos encontrar a nuestros destinados. - Señaló a tres hombres. - Y cuando él te convierta todos seremos libres eternamente. - Luego comenzó a reír como desquiciada.
Angélica comenzó a desprender los botones de su camisa, descubriendo sus pechos. J Hope se acercaba con sus colmillos preparados. En sus ojos podía verse el hambre de sangre.
Se subió sobre ella al tiempo que sus amigas volvían con sus parejas.
Adriana luchaba para liberarse, la desesperación de saber que estaba a punto de morir. Él acarició sus senos, se relamio los colmillos y descubrió lo que había debajo de el encaje de su sujetador.
Abrió su boca y clavó sus afilados colmillos en su tierna carne.
En ese momento, las ventanas cubiertas por negras cortinas estallaron, dejando pasar la violenta luz solar. Los vampiros intentado huir, pero se encontraron con Jungkook y TaeHyung que, portando su ballestas dispararon en el corazón de cada uno de ellos.
Adriana gritó desesperada, sus amigas morían frente a sus ojos. La desesperación y el dolor de verlas sufrir. Lloró amargamente.
Sus cuerpos se convertían en cenizas y volaban por el aire. J Hope en un intento por atacar, también cayó producto de la precisión de TaeHyung.
Los rayos de sol iluminaron el cuerpo semi desnudo de Adriana y de este comenzaron a salir rayos de luz, tan incandescentes que cegaron la vista de los cazadores.
Cuando la luz desapareció, con ella también lo hizo el cuerpo de Adriana.
Lo que el final de la profecía anunciaba: el día que las hermanas mueran la luz se llevará con ella la llave de la oscuridad.
By @aksj1992
Gracias por leer. Descansen y coman sano 💜💜💜
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