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El día de las citas...
Nati esperaba frente a la cortina azul de un vestidor. Cuando esta se abrió. Una radiante Adriana se dejó ver en ese pequeño cubículo.
Llevaba un jersey de lana blanco, con cuello alto y manga murciélago. Debajo, una pollera tubular negra que cubría por completo sus pies, según ella, mientras más cubres tu cuerpo, más querrían descubrir los hombres. Ese era su objetivo al seleccionar su atuendo para la siguiente noche. La noche que se vería con J.H.
Por su parte, Natalia había elegido previamente un vestido ajustado en el torso, luego se desprendía una campana plato qu llegaba por encima de las rodillas. También había conseguido una torerita de lana de un tejido grueso en un tono más oscuro. Le había llevado su tiempo elegirlo pero estaba feliz de encontrar justo el tono de azul que ella quería.
- Adri! Pero si sólo te falta el velo y el guiñon y la cruz gigantesca en el pecho. Pareces un monja! - Nati soltó una sonora carcajada cuando vio el gesto de desaprobación de Adriana. - Bueno, serías una monja sexy, no lo niego. Pero estas exagerando un poco con esto de no mostrar. No? -
Adriana blanqueó los ojos y cerró la cortina fastidiada. - No te quites el jersey! - Dijo Natalia y corrió hacia el sector donde estaban las polleras. Eligió una minifalda negra y regresó, se la pasó a través de la cortina y aguardó para ver el resultado.
Cuando Adriana volvió a aparecer estaba radiante. - Guauuu Nati! Esto es genial! -
Ahí fue el turno de Natalia de blanquear sus ojos. - Cómo has hecho para vestirte todos estos años? Acaso siempre te vistió tu madre? -
- La verdad es que tengo pésimo gusto, y lo hago así. Trayendo amigas que tengan un ojo crítico. - Ella cerró de golpe la cortina y se quitó la ropa.
Caminando por ese centro comercial, ambas con sus bolsas en mano, decidieron parar para tomar un submarino. El invierno había llegado y ese era uno de los primeros días donde el termómetro marcaba por debajo de los diez grados.
Ubicadas las dos del mismo lado de la mesa, hicieron una video llamada con Angélica, donde expresaron lo mucho que extrañaban su compañía. La peruana se disculpó, se había negado a acompañarlas porque los amigos de Jin saldrían y quería aprovechar ese momento a solas. Ambas reian porque Angie lucia despeinada y sus mejillas estaban arreboladas. Luego de finalizada la llamada, llegó su pedido.
- Qué opinas de todo esto? - Preguntó Natalia. - Tengo mis dudas, aunque por primera vez me siento envalentonada. -
- No lo sé, pero algo me dice que lo pasaremos genial! - Respondió. Pero en el fondo se sentía bastante insegura. Decidió que debía dejar de pensar en la bendita cita. - Sabes, estoy desarrollando una idea, y tal vez necesite tu ayuda. Es para una novela de suspenso y amor, y tengo algunas escenas de sexo que quiero que revises. -
- Adri... sabes que eso es mi especialidad! - Luego se sopló las uñas y les simuló dar brillo en su hombro.
Siguieron hablando sobre el boceto de la argentina y el argumento de la historia. Levantaron sus bandeja y desecharon los restos en el cesto de la basura y regresaron. Se despidieron en la puerta del edificio donde vivía Natalia y quedaron de verse la noche siguiente ya que Adriana había decidido no ir a la casona por la mañana.
- Ahora me siento más cómodo. La verdad que Jin fue muy atento al ofrecernos su departamento, pero saber que del otro lado de la pared están ellos... no pegué un ojo en toda la noche. - Dijo YoonGi soltando su bolso de viaje. - Y no me interesa que en dos días tengamos que seguir hasta Los Ángeles, quiero dormir tranquilo.-
Los amigos de SeokJin habían decidido pasar lo que les quedaba en Barcelona, en un hotel. También lo hacían porque si lo de sus citas se daba como lo planeado, tenían ilusiones de terminar su noche en las habitaciones que habían rentado. En especial HoSeok.
- Y qué te pondrás? - Preguntó HoSeok al ver que su amigo se tiraba boca abajo en la cama.
- La verdad es que no se si quiero ir. No me gusta esto de verme obligado a participar de una cita con alguien que no conozca. Aparte. Tú viste la forma de expresarse? Si con ese descaro se maneja con el novio de su amiga... y cuando Jin propuso lo del color... se nota que tiene carácter y yo prefiero alguien más simple! -
- Qué harás? No pensarás tirarte para atrás ahora, verdad? -
- No lo sé. Tengo su teléfono. Debería llamarla y decirle que estoy indispuesto... que la comida me cayó mal o algo así. -
HoSeok negó y se dirigió hacia la puerta. - Yo por lo pronto me voy a preparar. Ni loco pienso perdeme la oportunidad de estar con una argentina. Sabes la fama de fogosas que tienen. - Salió y se dirigió hacia su habitación.
YoonGi siguió meditando. Finalmente tomó su decisión y agarrando su billetera salió. Bajó a recepción y buscando la salida del hotel, se dispuso a encontrar el teléfono público que había visto a unos metros del edificio.
Ingresó en la cabina. Estaba cubierta por graffitis de diversos temas. Sacó unas monedas y las introdujo en la ranura del aparato. Esperó al tono y marcó el número.
- Hola? - Contestó Natalia claramente sorprendida.
- Hola. Natalia, verdad?-
- Sí. Quién habla? -
- S. Por ahora es todo lo que puedo decir. Soy el amigo de Jin... el que está noche debía verse contigo... -
- Debía? - Nati entendió rápidamente la dubitativa manera de expresarse del muchacho.
- Sí. Mira. Lo lamento mucho. Sí? La verdad es que me siento indispuesto, algo debió de caerme mal y no estoy en condiciones de salir. Sólo llamaba para disculparme. -
Nati no contestó de buenas a primeras. - Hola? - Preguntó YoonGi.
- Hola si. Estoy aquí. Es que me tomas de sorpresa. Pero si no te sientes bien... no hay problema. Podemos conocernos en otro momento. Adiós. - Y cortó la llamada.
De repente, YoonGi se sintió mal. Al hablar con ella, no se había oído para nada cómo el imaginaba. Lo pensó un momento y decidió volver a llamar.
El tono le dió ocupado. Volvió a intentar pero en ese instante recibió una llamada de HoSeok.
- Yoon? Donde estás? Pasé por tu habitación y no estás allí. Bajé a recepción. Te esperaré aquí. -
- Hobi... no iré. Acabo de llamar a Natalia. Ve tranquilo, sí? Yo iré a un bar y luego volveré al hotel. No te preocupes. -
Natalia se observó en el espejo. Se veía realmente hermosa con su vestido azul, su abrigo al tono y esas botas de caña corta. Su maquillaje estaba impecable y su cabello alisado brillaba acendrado. Una lágrima solitaria corrió por su mejilla.
¿Creía ese tal S. que ella era tan estúpida como para creer el verso mas viejo de la historia?
Toda la seguridad que sentía hasta ese momento, se desmoronó en un santiamén. Su corazón comenzó a latir desbocado y el aire en sus pulmones parecía faltar. Su cuerpo comenzó a temblar sin control.
A duras penas logró desbloquear el móvil y seleccionar el número de Adriana.
- Adri? Por favor amiga. Necesito que vengas. El amigo de Jin acaba de llamar. -
Soltó apenas Adriana atendió el llamado. Y en cuanto terminó de hablar cortó.
Se sentía tan mal que se dejó caer de rodillas al suelo y un llanto desgarrador salió de su garganta.
Adriana miró el reloj. Faltaban quince minutos para encontrarse con J.H. sin saber qué hacer llamó a Angélica. Por un lado, quería conocer al amigo de SeokJin pero tampoco podía dejar a su amiga sola. Seguro que tenía algún problema para elegir sus zapatos.
- Hola Angie! Hace dos segundos que me llamó Nati. La verdad es que no me dijo mucho. ¿Tu podrías pasar para ver qué problema tiene? Seguro que no sabe que zapatos elegir y yo estoy llegando al pub donde quedamos! -
- Claro! Ay esa chica... Arma un lío por nada. Me queda de pasada. Aún no llegué a casa. Nos vemos mañana y me cuentas todo. -
Adriana entró al local, la música de fondo era suave igual que la iluminación. Recorrió con la mirada buscando un lugar que les diera cierta intimidad.
Caminó hacia la mesa y se sentó. Ella sabía que J.H. iría con pantalones de mezclilla y una campera de cuero negra. Hasta el momento, nadie vestía con ésas características.
Una jovencita con el uniforme del lugar se acercó para tomar el pedido, pero Adriana le dijo que esperaría que su compañero llegara.
Se disponía a quitarse el sobretodo cuando su móvil volvió a sonar. Era Angie.
Apenas atendió, una desesperada Angélica habló. - Adri por Dios! Natalia tuvo una crisis de nervios. Acabo de llamar a una ambulancia, ella colapsó. Por favor ve al centro de salud Sarriá. -
- ¿¡Que!? ¿Como? -
- Te explico cuando llegues. Estoy sintiendo la sirena. - Luego cortó.
Adriana ni siquiera lo dudó. Salió corriendo, chocó con alguien en la salida y llamó al primer taxi que cruzó.
HoSeok era esa persona con quien había chocado. Él la reconoció automáticamente, pero ella lo ignoró completamente. Eso lo dejó en estado de shock. Entró al pub y buscando una mesa se sentó. Tal vez se había confundido. Para él, las hispanas eran todas parecidas.
Adriana llegó al centro de salud. Preguntó en emergencias y le informaron que hacía cinco minutos que ingresaban a una paciente con esas características. Segundos después oyó la voz de Angélica que la llamaba.
- ¡Angie! - Adri corrió y se abrazó con su amiga. - ¿Qué pasó? -
- No termino de entender, cuando llegué ella lloraba sin consuelo logré entender algo así como que lo había llamado, sus palabras textuales fueron hablé con él... no vamos a salir, yo no sé. Y luego Nati entró en pánico, ya sabes cómo es ella. Ahora mismo están tratando de hacerle volver en sí. -
Ambas se quedaron a esperar hasta que un medico residente salió. - ¿Familiares de la señorita Rosenbauer?-
Las dos se pusieron de pié. - Somos sus amigas. Ella no tiene familiares en España. - Informó Angélica.
- Ok. La señorita Rosenbauer estuvo bajo mucha presión. Ha sufrido un ataque de pánico, en este momento está sedada y deberá permanecer aquí durante la noche. Alguna de ustedes se quedará con ella? -
- Yo. - Dijo Adriana dando un paso adelante. Se giró hacia Angélica. - Tu debes ir a casa. Mañana nos veremos cuando le den el alta en su departamento. -
Angélica asintió al tiempo que el médico volvía a hablar. - Está bien. Debe acompañarme.
Adriana se despidió de su amiga y siguió al médico a través de algunos pasillos hasta llegar a la habitación donde estaba Natalia.
Ella estaba profundamente dormida. Se veía pálida y tenía una via conectada al brazo. El corazón de Adriana se encogió. La culpa arrasó con ella. Que en lugar de acudir al llamado había optado por enviar a Angélica.
Se sentó en la única silla que había en la habitación y esperó a que las horas pasaran.
Cuando Natalia abrió los ojos era de día. Se encontraba sola. Minutos después entró un médico seguido por Adriana que llevaba una vaso de cartón con café.
- Buenos días señorita Rosenbauer. - Saludó el doctor.
Nati no contestó, se quedó mirando a su amiga. Seguro que lo había pasado genial en su cita luego de enviar a la caballería. Cuando Adriana buscó sus ojos, ella bajó la vista.
A Adriana le resultó extraña la actitud. Pero dejó que el médico hablara con Nati ya que sabía de antemano que su visita era para darle el alta.
- Natalia. Has tenido una crisis de nervios, es por eso que pasaste la noche aquí. Sus amigas me han asegurado que es la primera vez que ocurre algo así. Yo le daré el alta, porque es preferible que continúe su tratamiento en su vivienda, aquí sería peligroso contraer un virus intra hospitalario sin ninguna necesidad. Aunque le sugiero que comience algún tipo de terapia para poder solventar sus emociones. - El medico tomó una carpeta y dejó su rúbrica en varios papeles. Luego se despidió.
- Como estás? - Preguntó Adriana para cortar con ese incómodo silencio.
- Bien. ¿Podías salir un momento? Quiero ponerme mí ropa para poder volver a casa. - Las cortantes palabras de Natalia hirieron el orgullo de Adriana. Que salió sin discutir.
El resto del tiempo lo pasó en el pasillo esperando la llegada de un enfermero que, con una silla de ruedas, debía conducir a Natalia hasta la salida del centro médico. Protocolo de seguridad y obligatorio para todos los pacientes.
Afuera, Adriana llamó un taxi. Cuando el vehículo estacionó, Nati se negó a viajar con ella.
- Ve a casa Adriana. Yo tomaré otro taxi. Quiero estar sola. -
- Pero... - Adriana sostenía la puerta del automóvil.
- Pero nada. Necesito descansar. - Justo en es momento apareció otro taxi que dejaba una mujer embarazada y Natalia aprovechó para subir sin despedirse de su amiga.
Adriana la observó. Nati había girado su rostro esquivando su mirada. Resignada, herida y ahora también, enojada, subió al vehículo y dando su dirección, dejó atrás a su amiga.
Y pensar que lo dejé todo para estar contigo...
Gracias por leer. Descansen y coman sano 💜💜💜
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