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|Único|

En un pequeño bosque oculto se hallaba un hermoso y floreado prado. Ahí se podía escuchar las fuertes pisadas de dos caballos corriendo por el sector. 

—¡SeokJin! —gritó el castaño. 

—¡Intentad atraparme, Jeong! —desafió SeokJin, mientras aceleraba el paso de su corcel. 

Jeon hizo lo mismo con su caballo. Este tenía más experiencia así que rápidamente sobrepasó al pelinegro, localizándose frente a este, evitado que el otro siguiera de largo. 

—Me has ganado —admitió SeokJin mientras se baja de su corcel. 

—Siempre he sido el mejor en estas cosas, por algo me han dado el honor de cuidarlo, su majestad —respondió JeongGuk, el cual se bajó de su caballo para hacer una reverencia. 

SeokJin le miró mal.

—¡Te he dicho que no me llames así! —reclamó dándole la espalda a su amado, recibiendo una risa de aquel. 

—Me gusta hacerle enfadar, amor —confesó mientras abrazaba por la espalda al más bajo. 

—Deberías agradecer que le amo o ya estaría muerto, Jeong —dijo fingiendo estar enfadado.

—Vamos, usted ha de saber que no es capaz de matar ni una mosca. Amor mío, usted es como un ángel —susurró en el oído de su pareja. 

JeonGguk empezó a darle castos besos en su cuello, a lo cual SeokJin aprovechó para darse la vuelta y besar los finos labios de su amado. 

—He de amarrar a los corceles —informó Jeong, cuando se separaron del beso. SeokJin sólo asintió. 

Una vez que amarraron a los caballos, ambos chicos se acostaron a los pies de un árbol, uno que se encontraba al centro de la pradera. 

—¿Apetece hablar de algo? —Preguntó Guk mientras acariciaba el sedoso y oscuro cabello de su pareja. 

—La verdad es que no he de tener mucho de que conversar, esta semana ha sido tan cotidiana, sin contar mis encuentros contigo o lo de hoy. Sólo he tenido clases que mi padre me obliga a pasar, ¿y usted mi amante, no ha de contar nada? —preguntó SeokJin mientras se acorrucaba más junto el pecho de su amado. 

—Estos últimos días he estado asistiendo a clases de filosofía. 

—¿Y le ha gustado? 

—Me ha gustado un montón, es una lástima haber tenido que dejarla. 

—Yo te puedo enseñar, amor —se ofreció el pelinegro. 

—¿Si? 

—Claro, he tenido un millón de clases de filosofía a lo largo de mis diecisiete años de vida —contestó el pelinegro. 

—Eso es un gran privilegio. Yo con mis veinte años, recién este último tiempo he podido tomar clases más avanzadas. He de darle gracias a mi padre porque me ha enseñado a leer y a escribir. Es una pena que no he conocido a nadie de mi estatus que sepa hacerlo, creo que es un hecho que sólo los nobles tienen el privilegio de poder hacer aquello, yo he tenido suerte que mi padre sea maestro de algunos de ellos. Ser noble es una fortuna.

—Es algo errado tu comentario, no es muy fantástico ser de los nobles. En lo personal, como ya has de saber mi madre murió en mi parto, por lo cual nunca recibí un amor maternal. Desde que tengo memoria he estudiado diversos tipos de temas, mi padre sólo se dedicó a prepararme para el futuro, ¿pero no ha de ser un poco triste e injusto? Nunca tuve un sueño, ya que siempre me prepararon para liderar la dinastía Kim, así que simplemente acepté eso. Era tan pequeño; con mis cinco años de vida, en vez de andar ignorante, disfrutando de cosas pequeñas, ser consentido y amado, tuve que ser consciente de que todo un imperio se venía a encima mío. Mi padre no me dejaba imaginar, decía que esas cosas no eran relevantes, que tenía que gastar mi tiempo en cosas más importantes como el imperio, ¡PERO ERA SÓLO UN NIÑO! Todos me decían que en un futuro tenía que tomar el puesto de mi padre, dar lo mejor de mí. Era tan agobiante, todos tenían grandes expectativas sobre mí, y me temía no poder cumplirlas.  

SeokJin dio una pausa, soltó un suspiro que JeongGuk no supo si era más de pena o cansancio. el príncipe miró el hermoso cielo azulado para así poder proseguir con su discurso: 

 —Siempre fui como un muñeco. Todos decidían en mi vida: lo que estudiaba, lo que comía, lo que vestía, incluso mi peinado; y yo no me negaba porque desde pequeño era así. Hasta que llegó usted, y por primera vez me dedique a sentir. Me hiciste tomar decisiones, me hiciste conocer lo que siempre me preguntaba "¿qué es amar?", me enseñaste que no tengo que seguir los sueños de otras personas, y a pesar de que no tenía uno, usted mi vida, se volvió en mi nuevo sueño. Lo único que quiero en este instante es poder vivir libremente el resto de mi vida con usted.  

—Hemos escapados para ser libre. Ahora lo somos. 

SeokJin no respondió ante aquello. 

—¿Crees que alguna vez el mundo aceptará nuestro amor? —preguntó SeokJin de la nada.

—No lo sé, lo dudo. Quizás en unos miles de años el mundo esté preparado para personas como nosotros —contestó JeonGguk. 

—Me hubiera gustado nacer en ese mundo, y poder tener una vida libremente contigo —confesó con algo de pena. 

—A mi igual. Hubiéramos sido mucho más felices si el mundo no se opusiera a nuestro amor, pero ahora podemos vivir libremente: sólo nosotros dos —mencionó Guk trantando de ser optimista.  

SeokJin se limitó a asentir y no decir nada. JeonGguk al rato empezó a cantar por un tiempo, hasta que pasaron un par de horas y JunGguk daba por hecho de que su amado dormitaba, así que opto moverlo para que durmiera una mejor posición. 

—No se mueva tanto, Ggukie —regañó SeokJin. 

—Pensé que se hallaba durmiendo, amor —se excusó. 

—¿por qué pensaba eso?

—Es extrañamente peculiar ver a usted, el gran SeokJin príncipe del habla, callado por mucho tiempo —bromeó el mayor.

—¡Hey! no soy tan charlatán. ¿Es acaso que ya no he de poder pensar tranquilamente? —preguntó con cierta tristeza y frialdad, la cual Jeon notó. 

—Así que pensabas. Dime, amado mío, ¿qué piensa tanto usted qué le ha de atormentar para tenerle con ese semblante tan frío y triste? —preguntó con cierto tono de preocupación. 

—Es una tontera —evitó. 

SeokJin volvió a mirar el cielo el cual ahora había perdido el hermoso tono azulado, convirtiéndolo en uno gris y melancólico. 

—Cualquier cosa que ha de tenerte así no ha de ser una tontera —insistió Jeon.

—de verdad que no impor-

—SeokJin —interrumpió el mayor—. Por favor, me preocupas. Sólo quiero verle feliz.  No importa lo que sea, no le voy a juzgar. Mi vida, si no se siente cómodo con ello, trataré de solucionarlo, para así recuperar la hermosa sonrisa particular que usted posee, aquella que hace que mi corazón se acelere, aquella que ha logrado cautivarme.  

SeokJin derrotado optó por decirle la verdad a su amado. 

—La razón de mis pensamientos es por unas mezclas de emociones que me han atormentado este último tiempo. Tengo miedo, tengo angustia, me desespero de tan sólo pensarlo —expresó el pelinegro. 

—¿A que le teme? ¿qué es eso que tanto le angustia? —preguntó cada vez más preocupado por el estado de su amado. 

—Al olvido —contestó SeokJin. 

—¿Al olvido, pero de qué? —cuestionó confundido. 

—Tengo miedo de ser olvidado —confesó. 

—Usted nunca podrá ser olvidado. Es el príncipe Kim SeokJin, el único descendiente del Emperador Kim SeungHyung. Usted pertenece a la Historia.

—Pero amo a un hombre, y eso mi padre nunca me lo perdonará, y muchos menos el hecho de haber escapado con usted y dejar al reino sin heredero, ¿realmente cree que somos libres? cuando mi padre seguramente ha de estar buscando nuestro paradero para darnos nuestra muerte, dígame, ¿usted de verdad cree ser libre? —Cuestionó con los ojos aguados. 

—Pero es su padre. Él no sería capaz de darle muerte a su único hijo —protestó Jeon. 

—Pero mi padre odia a las personas como nosotros —respondió con un hilo de voz—. Él nos buscará, acabará con usted y conmigo, y cuando eso pase se asegurará de borrar toda existencia de nosotros. Seré borrado de la historia y nadie nunca sabrá de mí, será como si nunca hubiera existido —de sus ojos brotaron pequeñas lágrimas saladas, las cuales reflejaban angustia e inquietud. 

—Amor, ¿de verdad crees que él sería capaz de hacer un acto tan macabro como ese? Eres su hijo, no podría hacerle eso a usted. 

—Pero ya lo ha hecho antes.... lo hizo con su único hermano —declaró SeokJin. 

—¿Su hermano? pero si él es hijo único al igual que usted —dijo confundido. 

—Yo también creía eso, pero hace unos días encontré un diario cuando revisaba a escondidas las cosas de mi padre. Aquel objeto pertenecía Kim TaeHyung. Me preguntaba ¿quién era?, ya que nunca antes había escuchado su nombre, así que osé leerlo y descubrí que él era el hermano menor de mi padre. Ahí se haya escrito una historia de amor, una como la de nosotros —sonrió de manera triste—. Mi tío se enamoró de un su criado, uno que según describía era un hombre hermoso: rubio, bajo, de labios gruesos, y unas mejillas que le hacían perder la razón cuando reía junto a sus ojos risueños. Pero mi padre lo descubrió, las últimas palabras que escribió lleno de dolor, fue que su hermano mayor lo había sentenciado a muerte por cometer un pecado, y que le prometió borrar toda su existencia. Por lo visto mi padre logró su cometido. 

JeonGguk escuchaba impactado la historia del menor. Sintiendo lastima y pena por los dos amantes y miedo por él, porque si eso era cierto, su amado y él no estarían nunca seguros. Nunca podrían ser libres, no del todo. 

—Sólo tenían dieciséis años, eran incluso más jóvenes que yo, su vida fue tan corta y lo único que hicieron fue amarse, al igual que nosotros. Tiene sentido que nunca haya escuchado de él, mi padre tiene cincuenta años y cuando mató a su hermano tendría unos veinte. Fue hace más de diez años antes de mi nacimiento. 

—Yo... yo no sé qué decir al respecto —confesó aturdido e perplejo—. ¿Tienes miedo de que nos pase lo mismo?

—Desde pequeño he tenido un miedo incontrolable al olvido. Siempre me he preocupado de no olvidar las cosas y cuando siento que he lo he hecho, cuando no soy capaz de recordar, me desespero, los nervios y la ansiedad me consumen, y sólo quiero y me concentro en recordar. Pero el saber que seré borrado y olvidado por el mundo me hace sentir peor; me carcome por dentro. No quiero ser olvidado, no quiero que me olviden como si nunca hubiera existido —aclaró el menor, sonando sofocado. 

—Yo nunca podría olvidarte. 

—¿Y de qué sirve si morirás junto a mí? nadie nos recordará JeogGukie, todos se olvidarán de nuestras existencias. Nuestra historia de amor nunca será conocida —hizo una pausa y agachó su cabeza—. ¿Qué queda después de la muerte? 

—Después de morir, nos queda una nueva vida —aseguró Jeong, con un nuevo sentimiento creciendo él. No quería perder a SeokJin, quería vivir años junto él y si fuera posible la eternidad. 

—¿De verdad lo crees? 

—Sí, mi amor. Estoy seguro de que eres el amor de mis vidas, así que en la siguiente naceremos en ese mundo del cuál hablábamos, ese mundo donde estará preparado para personas como nosotros; podremos ser felices, podremos casarnos correctamente y adoptar niños —decía con una sonrisa que trataba de camuflar sus ojos llorosos, sin embargo, su voz quebrada lo delataba. Con sus gruesas y fuertes manos tomó suavemente el rostro de su pareja, tratando de borrar el rastro de lágrimas de sus mejillas. 

—y si volvemos a nacer ¿cómo sabré que es usted? ¿Y si lo olvido o me olvidas? ¿Si no soy capaz de reconocerlo y le olvido para siempre? —volvió a desesperarse, su voz salió ahogada, como si no pudiera respirar correctamente—. No, no, no... no quiero olvidarle y no quiero que me olvides —sollozó tratando de contener sus lágrimas y el ataque de pánico que amenazaba con empezar. 

—Escúcheme, usted nunca podrá ser borrado de mi sistema. En mi siguiente vida yo lo buscaré —sostuvo Jeong, con la esperanza de que así fuera.

—¿Y me encontraras? —preguntó incrédulo. 

—Lo haré y usted me reconocerá. Nuestra historia no es fácil de olvidar, ya sea que pasen diez mil años, su alma no lo olvidará. Estoy seguro de ello.  

—Lo reconoceré, no lo olvidaré —dijo ahora más seguro por las palabras de su esposo. Tratando de convencerse a sí mismo.

—Ahora sólo ha de faltar el hecho de que el mundo no se olvide de su existencia —se rasco la el cabello con una mano tratando de pensar que en una solución—. ¡Ya sé! 

SeokJin le miró confundido, y Guk ignorando la mirada, fue a buscar en sus pertenencias un poco de papel y tinta para así empezar a escribir por unos largos minutos, en los cuales el príncipe se dedicó a mirar atentamente. 

—¿Qué escribes tanto, amor? —curioseó el menor. 

—Espera... ¡listo! —se paró felizmente —. ¿Tienes un cofre o una caja? 

—Sí ¿por qué? 

—Démelo —pidió, y sabía que SeokJin le iba a cuestionar de nuevo así que se apresuró a hablar —. Sólo confía en mí, dulzura. 

SeokJin resignado sacó un cofre de sus pertenencias y se lo entregó a Jeon. 

—¿Contiene algo? —preguntó. 

—Sí, mis joyas. 

—Vacíalo. 

—Hey, pero ¿por qué? —cuestionó el menor, queriendo saber qué cosa su amado planeaba.

—Sólo confía —trató de convencer, cuyo cometido cumplió.

SeokJin le entregó el cofre vacío a Jeon. Este enrollo el pedazo de papel y lo dejo dentro. 

—¿Tienes la pulsera que le he regalado? —SeokJin asintió—. Dámela. 

SeokJin se la entregó a regañadientes ya que esa pulsera era muy especial para él. Esa pulsera fue regalada a él por su amado el día en que se casaron bajo el cielo estrellado, donde se prometieron amor eterno. A pesar de que no hubiera sido algo legal, fue lo suficiente para hacerlo feliz. Esas pulseras simbolizan de que se pertenecían, a pesar de que no necesitaban para hacerlo, tenía el recuerdo de lo muy especial que fue esa noche y su dulce promesa.

—Aquí vamos —dijo Jeong para sacarse la suya y guardarla con la de su amado junto al papel. 

—¿Por qué guardas nuestras pulseras? —preguntó SeokJin esperando que su amado no cometiera alguna tontera.  

—Porque es nuestro tesoro y como todo tesoro tiene que ser enterrado para cuando ya no estemos. En el cofre se encuentra una carta con el testimonio de su existencia, con nuestra historia de amor. Algún día alguien por casualidades de la vida lo encontrará, y nuestra existencia será recordada.  

JeongGuk se acercó a SeokJin para besarle, siendo correspondido al instante, cuando se separó ambos se miraron a los ojos emitiendo amor por ellos. Se amaban más que nada en el mundo. 

—¿Se imagina que nuestras siguientes vidas encuentren esto? sería mágico —fantaseó Guk. 

—No lo sé, dudo de que sea muy probable aquello —respondió sincero.

—Bueno, ahora lo enterraré, lo cual tomará un tiempo. Puede ir a recorrer el lugar un rato para que no se aburra. 

Y SeokJin eso hizo. Recorrió el prado pensando en la angustia por su miedo al olvido, pero a la vez se reconfortaba diciendo que tenía que confiar en las palabras de su amado. Confiaría que su existencia no se borraría, confiaría que JeongGuk lo buscaría en su otra vida y lo encontraría. Y siguió pensando hasta que después de media hora oyó la hermosa voz de su amado llamarlo.

—Mira, lo he enterrado aquí en el centro de este prado y he marcado este árbol con un gran corazón como pista de que aquí se encuentra nuestro tesoro. 

—Guau, es muy hermoso —se asombró por el enorme corazón tallado en el árbol. 

—Ahora talla tu nombre dentro del corazón y yo tallaré el mío —animó Jeon. 

—¿Y eso para qué? —Preguntó el menor con curiosidad. 

—Por si algún día el mundo se olvida de nosotros, nuestros nombres permanecerán aquí como otra prueba de nuestra existencia. 

SeokJin sonrió ante las palabras de su amado, él siempre sabía qué hacer para que se sintiera bien, siempre encontraba alguna solución para los problemas de él. Para SeokJin, JeongGuk aparte de ser la persona que más ha amado, era su salvador. 

—Vamos.

Guk ofreció su mano para que su amado la tomara. 

—¿A dónde? —preguntó confundido al no saber a qué lugar quería ir el mayor.

—A tallar nuestra existencia en el bosque.

 SeokJin entendió y le dio una sonrisa la cual Jeong devolvió. Tomó la mano de Guk, y se fueron a escribir sus nombres en los árboles de aquel secreto bosque. 

【 수천 년 후 】

—Dios JiMin ¿puedes caminar un poco más despacio? —dijo algo agotado Tae. 

—Oh, vamos TaeTae, no todos los días se encuentra un bosque oculto, ¿te imaginas lo que podemos encontrar aquí? quizás hasta un castillo —ideó JiMin

—O un tesoro —continuó Tae. 

—O un grupo de caníbales lo cuales seremos su nueva cena. 

—¡JIMIN! no digas eso tú sabes que me dan miedo esas cosas —reprochó Tae con un puchero 

—Oh vamos. Sólo ha sido una broma, no te enojes cariño —se mofó JiMin.

—De todas formas, no somos los primeros en encontrar este bosque, de hecho, creo que es la vigésima vez que veo el nombre de estos tipos en un árbol —dijo un poco gruñón.

—No lo sé. Igual se ven antiguas, quizás son de hace miles de años. 

—Bueno, en eso tienes razón, ¿oye los chicos no han llamado? 

—Nop, y dudo que puedan no debe haber señal por acá. 

—Por algo tenemos nuestras radios de comunicación. 

—Aunque dudo que estén pendiente de ello, últimamente andan en las nubes. Ahora que se casaron están haciendo los trámites para adoptar. 

—Aaww que lindo, yo quiero ser el padrino del niño o niña. 

—Ño, yo seré... ¡OH DIOS MIO TAE MIRA ES UN PRADO! —JiMin salió corriendo al lugar, sorprendiendo a su pareja. 

—¡ESPÉRAME! 

—Mira. Hay un árbol, hay un árbol Tae, ¡Y TIENE UN CORAZÓN, ¡¿SABES LO QUE SIGNIFICA?!

—¿Qué alguien talló un corazón en el árbol?

—NO, NO... significa que la leyenda puede ser real. 

—¿Qué leyenda?

—La del príncipe olvidado. 

—No sé cuál es. 

—Vamos Tae, el hijo del Emperador Kim SeungHyung. 

—Pero él no tuvo ningún hijo, por algo le tuvo que heredar el imperio al hijo de un primo suyo. 

—Sí, pero hay una leyenda ¿enserio no la conoces? qué clase de arqueólogo no conoce una leyenda tan importante de su país. 

—Uy ya, lo siento ¿y qué dice la leyenda?

—La leyenda habla de un príncipe: el primogénito del emperador SeungHyung. Se dice que él y su cuidador escaparon para vivir su historia de amor, no obstante, el emperador al enterarse mando a buscar al príncipe y a su amante para darle sentencia de muerte. Un año más tarde el emperador logró su cometido, los soldados atraparon al príncipe y a su amado en un pueblo cuando estaban en busca de comida. Se dice que las últimas palabras del príncipe fueron dedicadas al amor de su vida, pero de lo que más se habla es del amante. Se dice que antes de morir les dijo a todos que que en un bosque marcado con su existencia, se hallaba un prado, aquel prado tendría en su centro un árbol con un corazón y que justo ahí debajo de la marca se hallaba enterrado su tesoro más grande. Aquel que fuera dichoso de encontrarlo se llevaría lo mejor del mundo. En fin, es que el emperador trato de encontrar el lugar, pero nunca pudo. También les obligó a todos a guardar silencio, pero la historia del príncipe siguió siendo contada como una advertencia para que no siguieran los mismos pasos que él y también por lo del tesoro. Al paso de los años se transformó en una leyenda ya que nunca pudo ser comprobada, hasta ahora. No creo que todo esto sea una coincidencia. 

—Okey, esto no me lo esperaba. Hay que desenterrar el tesoro, y podremos confirmar una leyenda JiMin. 

—Hay que activar la radio para que los chicos vengan a ver esto. 

—Ajá

Rápidamente Tae prendió su radio. Estaba asombrado, si la leyenda era cierta significa que no solo hallaron un tesoro, si no que descubrirían que la existencia del príncipe no era un simple invento para asustar a los homosexuales de esa época. Y como todo arqueólogo era importante.. 

—Chicos por favor respondan, es urgente. Cambio.

—Hey chicos ¿descubrieron algo? cambio —sonó una voz por el parlante de la transmisión. 

—Sí, encontramos algo, sigan su brújula al norte, se encontrarán con un prado, nosotros estamos aquí. Vamos a buscar un tesoro, apresúrense. 

—Tae dile a Jin que se trata de la leyenda del príncipe perdido, es una de sus leyendas favoritas.

Pero Jin pudo escuchar perfectamente y la radio de Tae volvió a sonar. 

—¡QUÉEE! Dios, Dios, Dios. JUNGKOOK VAMOS LOS CHICOS ENCONTRARON ALGO~ 

—Uy, creo que quede sordo —se oyó otra voz decir.

—No exageres, kookie. 

—No exagero, bebé. 

—Mejor corta la radio antes de que se vuelvan más cariñosos —recomendó JiMin, y Tae no necesitó que se lo repitieran para hacerlo.

Jin y JungKook se dirigían al lugar donde los chicos le habían dicho. Mientras tanto JiMin y Tae desenterraron el tesoro. 

—Es una caja, no creo que traiga tanto oro —dijo Tae. 

—Pues ábrela y lo sabremos. 

Tae abrió la caja y se asombró. 

—¿Qué hay? —Preguntó ansioso JiMin.

—Una carta y dos pulseras. 

—¡ABRE EL PAPEL! quizás sea un mapa del tesoro. 

—No se me había ocurrido —abrió el papel—. Oh, es una carta. 

JiMin le quitó el papel de las manos. 

—Déjame leerlo primero.

—Como quieras. 

La verdad es que Tae amaba a JiMin. Y verlo tan ansioso por eso le hacía sentir tan bien. Amaba a ver a su amado emocionado y feliz. Y bueno la alegría de Tae se fue cuando las lágrimas de JiMin empezaron a salir. 

—Mi amor, ¿qué pasa? —preguntó preocupado. 

Pero JiMin no respondió y solo le hizo señas para que lo dejara seguir con la lectura. 

—Oh, esto es tan triste y lindo —Habló JiMin conmovido. 

—¿Qué dice la carta, mi amor? 

—Léela. 

Y Tae la leyó y entiendo el llanto de su amado. Era triste pensar en que dos personas que se amaban y trataban de ser felices, no podrían del todo por su pecado de amar a alguien de su mismo sexo. Si a veces le decían comentarios ofensivos, no se imaginaba vivir en esos tiempos y que tu propio padre o hermano te haya matado. 

—Sabes. No solo encontramos la prueba de la leyenda del príncipe, si no que la de su tío —dijo Tae. 

—Me siento muy triste y conmovido. Cuando leí lo del tío. Por alguna razón me quebré. 

Tae abrazó a JiMin para consolarlo. Hasta que un par de gritos lo hicieron separase. 

—¡¿CHICOS, ENCONTRARON EL TESORO?! —se oía la voz de Jin gritar. 

Y en poco tiempo Jin y JungKook llegaron hasta donde estaban JiMin y Tae. 

—Encontramos esta carta junto a estas pulseras. Y por lo visto el príncipe SeokJin sufría de atazagorafobia 

—¿Atazaro qué? —Preguntó confundido JungKook. 

—Es una fobia no muy común. Mi primo padece de ella. 

—Y de qué se trata —Cuestionó JungKook.

—Es miedo al no ser considerado, olvidado o incluso a olvidar. 

—Déjame leer la carta, por favor —suplicó Jin. 

—Toda tuya. 

Tae le pasó la carta a Jin. Este agarró a JungKook para que la leyeran juntos. Y al cabo de los minutos ambos yacían llorando. Ambos se sentían peculiarmente felices, había un poco de melancolía, pero la alegría les ganaba, y extrañamente sentían paz, tranquilidad y alivio. Y ellos no sabían que esas emociones eran sus almas agradecidas del destino por darles otra oportunidad para vivir su amor.

JungKook y Jin tomaron las pulseras y le hicieron prometer a JiMin y Tae que no le dirían a nadie sobre ellas. De todas formas a Tae y JiMin, no les preocupaba mentir por ellos, sus amigos se veían felices con ellas y no lo delatarían. 

—Me encontraste —soltó de la nada Jin. 

—Y tú me reconociste. 

—Lo hice. 

Y JiMin y Tae no entendían esas palabras que sus amigos se daban, pero era porque no sabían que no eran Jin y JungKook hablando, sino sus almas con el recuerdo de SeokJin y JeonGguk. Porque en esta vida ellos se volvieron a encontrar. Porque en esta vidas ellos podrán ser felices y libres de verdad. Porque en esta vida SeokJin no se olvidó de JungKook, y este no se olvidó de SeokJin. Porque en esta vida sus almas lloran de felicidad. 

Al igual que las del principie TaeHyung y su bello empleado JiMin.

Porque en esta vida todas las personas que no pudieron ser felices en las anteriores, lo serán. Y su amor será más fuerte que nunca. 


No se olviden que hay un extra el cual es la carta que escribió JeonGguk uwu.

Traté de hacer que quedara lindo, pero me quedo horrible:c no sirvo para escribir bonito:c

nota: Había dejado la canción, pero por alguna razón wattpad me la borró, así que puse otro vídeo y aquí está. En serio que fue una gran inspiración, en el momento de escribir el OS, la recordé y sentí que encajaba perfectamente y me ayudó a completar esta pequeña historia. 

https://youtu.be/LTQ5Tevc2Ro

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